Los juegos olímpicos constituyen uno de los acontecimientos más importantes y multitudinarios del mundo deportivo, siendo seguidos a través de miles de pantallas y millones de espectadores del planeta, que encuentran un punto de comunión en las diferentes disciplinas. En la actualidad se realizan cada cuatro años y sus orígenes se remontan a los Juegos Olímpicos Antiguos, que se celebraron en la antigua Grecia desde el siglo VIII antes de Cristo hasta que fueron abolidos en el año 392 a. C. La versión moderna que conocemos fue impulsada por dos personalidades del siglo XIX, el francés Pierre de Coubertin y el griego Evangelios Zappas, quienes en función de mantener el espíritu de la antigua competencia lograron que los juegos fueran finalmente realizados en Grecia, teniendo como sede a Atenas en 1896. Además de este acontecimiento, el Comité Olímpico Internacional, que es el encargado de coordinar las actividades, supervisa y administra las ediciones de los Juegos Olímpicos de Invierno y los Juegos Paralímpicos. Este año se celebra la XXX edición en la ciudad de Londres, que es la primera ciudad en ser anfitriona de los juegos en tres ocasiones (1908, 1948 y 2012).
Se estima que los denominados como Juegos Olímpicos Antiguos se iniciaron en el año 776 a. C. en la ciudad de Olimpia, situada al sudoeste del actual territorio de Grecia. La importancia de este acontecimiento era tal que su inicio marcó el comienzo de un nuevo calendario llamado heleno, que consistía en una unidad de tiempo llamada Olimpiada, es decir, cuatro años.
Se abrían los Juegos con una procesión en la que desfilaban los diversos grupos de ciudadanos, nunca más conscientes de la unidad cívica. Seguían los concursos, que premiaban la habilidad, fuerza y destreza de quienes de alguna manera eran los elegidos de los dioses. Lo que a primera vista podía parecer la exaltación gozosa y gloriosa de las habilidades mentales y físicas del hombre, del competidor, del atleta, había sido en los comienzos una exaltación y glorificación de los dioses.
En estos juegos se realizaban diferentes competencias que se encontraban divididos en agones: los atléticos constaban de distintas carreras, el salto de longitud y los lanzamientos de disco y jabalina; los luctatorios, donde se incluía a la lucha –semejante a la Lucha Libre Olímpica-, el pugilato –semejante al boxeo- y el más polémico, el pancracio, que se asemejaba a las artes marciales mixtas y se practicaban todo tipo de técnicas para dañar al adversario; y finalmente los hípicos, que consistían en distintas carreras de carros que se disputaban en el Hipódromo de Olimpia. Por otro lado se encontraba el Pentatlón, que consistía en cinco disciplinas unificadas: la carrera de velocidad, el salto de longitud, el lanzamiento de disco, la jabalina y la lucha.
La competición decayó, al tiempo que lo hacía la civilización helénica, hasta que una y otra fueron absorbidas por la emergente Roma. El Imperio romano hizo suyas las celebraciones deportivas y aupó a las Olimpiadas a un nuevo período de esplendor entre los siglos I y II d. C. Finalmente, en el año 393, el emperador Teodosio decretó la prohibición de los juegos.
La importancia de este acontecimiento antiguo era tal que, para garantizar la seguridad de los participantes de cada ciudad al desplazarse hasta o desde Olimpia, se suspendía temporalmente cualquier conflicto bélico. Olimpia era considerada zona neutral y a menudo un espacio donde se realizaban negociaciones de paz entre ciudades enfrentadas.
Los nuevos y exhaustivos análisis sobre la geomorfología y los sedimentos de la zona evidencian que Olimpia y sus alrededores fueron destruidos por el impacto de tsunamis. Las ruinas de Olimpia, redescubiertas hace unos 250 años, estaban enterradas bajo una capa masiva de arena y otros sedimentos de hasta 8 metros de profundidad. La presencia de conchas de moluscos y gasterópodos, y los abundantes restos de microorganismos tales como los foraminíferos son evidencias claras del origen marino de los sedimentos.
El griego Evangelios Zappas fue la primera persona que intento en numerosas veces organizar el encuentro, principalmente incentivado por el desentierro de las ruinas de la ciudad de Olimpia en el año 1875. Sin embargo, sus intentos fueron infructuosos debido a las fallas en la organización y la falta de participantes. La figura más importante en la creación de los Juegos Modernos fue el barón Pierre de Coubertin (1863-1937), creador e impulsor de los Juegos Olímpicos modernos. Su trabajo se inició con un estudio exhaustivo sobre el mundo griego, y se desarrolló hasta el punto de crear, en 1917, el Instituto Olímpico Suizo. El hecho culminante de sus propósitos tuvo lugar en París en 1892, con motivo de la celebración del V aniversario de la Unión de Sociedades Francesas de Deportes Atléticos, en donde Coubertin defendió la internacionalización del deporte a través de los Juegos. Su propuesta fue bien acogida y así, en 1894, se fundó el Comité Olímpico Internacional, con el fin de revitalizar el Movimiento Olímpico clásico. Dos años después, en 1896, se celebraban en Atenas las primeras Olimpiadas de la era moderna, con la participación de doce países. El lema olímpico se simboliza con tres palabras latinas: "citius, altius, fortius" (más veloz, más alto y más fuerte), que expresan el nivel de superación de todos los atletas. Según el propio barón de Coubertin, "lo importante no es ganar, sino participar". El primer presidente del Comité Olímpico Internacional fue Demetrio Vikelas, de origen griego.
Desde entonces los juegos son coordinados por el Comité Olímpico Internacional (COI), que es el organismo encargado de todos los derechos vinculados al acontecimiento (como juegos, himno o lema), de organizar la elección de las futuras sedes cada 4 años y de indicar el Protocolo Olímpico a seguir (como el encendido de la Llama Olímpica o establecer cuales deportes forman parte de los juegos). En la actualidad el COI se encuentra integrado por 205 comités nacionales y está presidido por el belga Jacques Rogge.
Se trata de cinco aros entrelazados de color azul, negro, rojo, amarillo y verde sobre un fondo blanco. Los anillos representan los cinco continentes del planeta con representación olímpica. Este símbolo fue creado en 1913 por Pierre de Coubertin.
Se calcula que participaran de esta edición 205 países y 10.500 deportistas a lo largo de 19 días de competencia. Los Juegos Olímpicos se encuentran integrados por 26 deportes y 39 disciplinas que serán difundidos para todo el mundo a través de más de 21.000 medios de comunicación. La elección de esta sede se definió en julio del 2005 a partir de una votación donde quedaron eliminadas París (Francia), Madrid (España), Nueva York (Estados Unidos) y Moscú (Rusia).
Aunque solo se habla de las competiciones atléticas, todos los actos estaban enmarcados en un ambiente religioso, como lo estuvieron siempre las fiestas y los calendarios que las fijaban. Se abrían los Juegos con una procesión en la que desfilaban los diversos grupos de ciudadanos, nunca más conscientes de la unidad cívica. Seguían los concursos, que premiaban la habilidad, fuerza y destreza de quienes de alguna manera eran los elegidos de los dioses. Y todo acababa con el banquete ritual, en el que se consumían las víctimas animales de los sacrificios. El banquete era el símbolo festivo y gráfico de la comunión de los participantes entre sí y con los dioses protectores.
Juegos sagrados
Lo que a primera vista podía parecer la exaltación gozosa y gloriosa de las habilidades mentales y físicas del hombre, del competidor, del atleta, había sido en los comienzos una exaltación y glorificación de los dioses, cuya benevolencia se invocaba para los participantes y para todo el pueblo. Los grandes Juegos panhelénicos (porque en ellos podían participar todos los griegos) nunca fueron laicos: estuvieron siempre dedicados a un dios; en la inteligencia, fuerza, rapidez y habilidad de los agonistas (concursantes) se veía una particular elección divina del vencedor y su ciudad (en la línea en que se forjaron los dioses nacionales) y la reunión se cerraba con el banquete sagrado, como expresión agradecida y regocijada de la proximidad y benevolencia de los dioses patrios.
Nacidos hacia el siglo VIII a. C., probablemente con un origen religioso, los juegos, que integraban pruebas de carreras pedestres y lucha, a las que fueron incorporándose progresivamente diferentes modalidades de carreras de carros, alcanzaron su período de máximo apogeo entre los siglos V y IV a. C. Posteriormente, la competición decayó, al tiempo que lo hacía la civilización helénica, hasta que una y otra fueron absorbidas por la emergente Roma. El Imperio romano hizo suyas las celebraciones deportivas y aupó a las Olimpiadas a un nuevo período de esplendor entre los siglos I y II d. C. Finalmente, en el año 393, el emperador Teodosio decretó la prohibición de los juegos.