Indio quilmes
LOS CONDENADOS DE LA TIERRA
Zona donde habitaron Asentados en la zona oeste del actual territorio de la provincia de Tucumán, Argentina |
Los quilmes pertenecían a la etnia pazioca, comúnmente llamada diaguita. Hablaban el cacán, lengua que nombra “entre cerros” con la palabra kilme. Lamentablemente el cacán se cuenta entre las tantas lenguas aborígenes extinguidas.
Hábiles tejedores, ceramistas y agricultores, acostumbraban comerciar con los pueblos vecinos mediante caravanas de llamas, pero eran poco diestros en el arte de la guerra. Cuando los incas se expandieron hacia el sur, no tuvieron otra alternativa que someterse al imperio del Tahuantinsuyo. Pero su espíritu rebelde los llevó a resistir a los colonizadores europeos, lo que les valió una represalia que casi termina con su exterminio.
HISTORIA
ORIGEN
Hacia fines del siglo XV los quilmes estaban instalados en la zona de los valles Calchaquíes, donde habían construido su primera ciudadela o marka, al oeste de la actual ciudad de Tucumán. Esta ciudadela fue destruida por los españoles en ocasión de la tercera y última guerra calchaquí, en 1667. Lo que se discute hasta hoy es cuál era la procedencia de este pueblo.
Una hipótesis es que llegaron a la zona proveniente del Norte Chico, en Chile, de donde habían sido expulsados por los incas en su proceso de expansión. Pero no hay evidencias arqueológicas que lo prueben y se objeta además por el hecho de que los incas ya controlaban los valles y el Norte Chico cuando marcharon a la conquista de los valles centrales de Chile.
LAS PRIMERAS CIUDADES PREHISPÁNICAS
Las ciudades construidas por los quilmes están consideradas como las primeras ciudades prehispánicas, ya que se trataba de centros urbanos con una alta densidad de población. Esta situación permitió a este pueblo aprovechar al máximo los recursos que su hábitat les ofrecía, facilitando su trabajo al poder realizar una equilibrada distribución de las tareas.
Se estima que sus grandes asentamientos comenzaron hacia el siglo X d. C. con un importante desarrollo sociocultural y métodos de producción en su sistema agro pastoril entre los que se destacaba su estructura compleja de irrigación. El proceso de avances continuos se interrumpió cuando en 1667 fueron derrotados militarmente por los españoles, capitaneados por Francisco Mercado y Villacorta, quien con cuatrocientos soldados sitió las principales fortalezas quilmes, impidiéndoles llegar a sus cultivos ubicados sobre la planicie fértil del río Santa María, y envenenando la provisión de agua que llegaba desde las montañas. La diferencia entre unos y otros la marcaba la capacidad de sus armas: los españoles usaban armaduras y armas de fuego, en tanto los indígenas se defendían con arcos y flechas, lanzas y hachas. Su resistencia apenas si alcanzó al mes.
EXILIO
Los Quilmes se rindieron pero no se sometieron, por lo que los españoles los obligaron a marchar mil kilómetros sin provisiones. La falta de agua y alimentos hizo que de los dos mil seiscientos que partieron, solo algo más de cuatrocientos pudiera llegar a los bañados de Quilmes, en las orillas del Río de la Plata, a unos treinta y cinco kilómetros del actual emplazamiento de la ciudad de Buenos Aires. El lugar, cuyo nombre hace referencia a la Misión Santa María de Quilmes, era tan húmedo e insalubre que provocó entre los sobrevivientes de la larga marcha enfermedades pulmonares. Al no conocer las hierbas medicinales no encontraban cura, y a su vez carecían del algarrobo sagrado, proveedor de la base de su alimentación. Pero era tal su resistencia al sometimiento que las mujeres llegaron a arrojarse desde los barrancos con sus hijos antes que entregarse.
QUILMES, PROVINCIA DE BUENOS AIRES
Ciertas crónicas dicen que la mayoría de los aborígenes, que partieron extenuados y desnutridos, cayeron para siempre en esa odisea cuya crueldad ha sido cuidadosamente excluida de las historias oficiales. Años más tarde, con los pocos expatriados que aguantaron la caminata -un número que se redujo posteriormente aún más con las fatigas portuarias- se formó una población bautizada con el nombre del sitio de origen de aquellos infelices. Es la actual localidad bonaerense de Quilmes, situada a poca distancia de la Capital Federal.
COSMOVISIÓN
Eran adoradores de la Pachamama o Madre Tierra, a quien ofrendaban regularmente alimentos y bebidas. Con la llegada de los evangelizadores cristianos se produjo el sincretismo entre sus creencias y la nueva fe que les fue inculcada.
Para ellos la Vía Láctea era el camino de los muertos en su viaje circular fuera del tiempo. Aunque se conoce muy poco de las creencias religiosas de este pueblo, se cree que practicaban una forma de panteísmo en el que la vida y la muerte, en su profunda relación de necesidad, tendrían un sentido muy distinto de la idea occidental de los opuestos. Runa, con el doble sentido de hombre y pueblo, no era el concepto abstracto de humano o humanidad, sino los humanos concretos y en acción, hijos de la Tierra y el Sol, como todos los seres vivos de los mundos animal y vegetal, dándose vida y muerte en la cadena regenerativa de la existencia. Entre los quilmes no logró imponerse siquiera Viracocha, el dios mítico de los incas, producto de una sociedad jerárquica bajo la potestad del Inca, dios viviente.
CULTURA
Practicaban la pintura, las danzas y la música. Sus instrumentos más conocidos fueron la corneta, el tambor y la flauta.
Eran excelentes agricultores, sembraban con un palo de regular grosor que utilizaban para preparar la tierra donde depositaban las semillas. Cultivaban el maíz, la quinoa, la papa, el zapallo y los porotos. Además recolectaban frutos silvestres como "algarroba", que almacenaban en contenedores construidos debajo de la tierra, y con la que elaboraban bebidas alcohólicas:"aloja" y "chica", y una pasta seca o pan llamado: "patay".
Practicaban la caza y criaban llamas, de las cuales aprovechaban su lana, carne, cuero, leche; también les servían de transporte.
RUINAS DE LOS QUILMES
Ruina de los Quilmes. |
En la provincia de Tucumán, Argentina, localizadas en la zona del cerro Alto Rey se encuentran las ruinas de los Quilmes, los restos del mayor asentamiento precolombino en dicho país. Después de años de disputa por la propiedad de las tierras, años en que pasaron de manos del pueblo originario al estado provincial, luego a un emprendimiento privado, finalmente pertenecen a los descendientes del pueblo aborigen. Estas ruinas, que ocupan aproximadamente treinta hectáreas, fueron reconstruidas y hoy reciben la visita de turistas. Los primeros estudios de estas ruinas fueron hechos hacia el año 1897 por el arqueólogo Juan Bautista Ambrosetti.
ARQUITECTURA
A partir de las ruinas de sus poblados, observando los restos del conjunto de viviendas, se distinguen cimientos rectangulares y circulares. En estos asentamientos los Quilmes instalaban sus familias disputando constantemente con sus vecinos calchaquíes. Con la llegada de los españoles se produjo entre ambos pueblos aborígenes una alianza para combatirlos. Pero no fue suficiente para equiparar fuerzas, hacia fines del siglo XVII habían sido derrotados.
Los trabajos de restauración realizados por equipos de especialistas permitieron la reconstrucción de los edificios más importantes, haciendo notable la complejidad de los asentamientos. En los restos de una de las ciudades reconstruidas se veían sus casas de piedra con paredes de roca y cactus. En la ciudad los españoles construyeron una capilla con fines evangelizadores, aunque quizás lo que más llame al asombro sean las complejas construcciones de las represas de agua que les permitían la siembra intensiva de maíz, base de su alimentación.
Lugar donde esta civilización resistió la más ferviente conquista. |
DESCUBRIMIENTO
El descubrimiento de las ruinas en principio fue atribuido a Juan Bautista Ambrosetti, quien las localizó en 1897, pero luego se supo que en realidad el primero que llegó hasta ellas y pudo determinar de qué se trataba fue Samuel Lafone Quevedo quien en 1888 escribió en el diario “La Nación” acerca de su descubrimiento y la confusión de algunos arqueólogos que creían que estaban ante la presencia de vizcacheras gigantes semejantes a un panal. Ambrosetti se encargó del estudio detallado de las ruinas, delimitó su extensión y realizó un mapa de las mismas. Descubrió un cementerio que le permitió relacionar por primera vez a los Quilmes con el pueblo de Amaicha.
Muchas de las piezas halladas en las ruinas, con el tiempo aparecieron en el catálogo del museo Zabaleta, en el que figuran más de doscientas puntas de flecha, trescientos ídolos de barro y otras piezas. Se sospecha que estos objetos fueron robados.
Otro investigador que estudió las ruinas fue Buerch, quien las visitó en 1911, pudiendo determinar su extensión en 3,2 km y llevarse una cantidad de material cerámico para clasificar, comprado a la directora del colegio del bañado de Quilmes.
Años después, en 1919, el arqueólogo Schreiter, se dedicó a estudiar los cementerios de niños y las urnas funerarias encontradas en las ruinas. Los estudios continuaron hasta 1929 cuando Adrián Quiroga anunció el encuentro de tejidos descriptos como muy finos. Luego, el lugar fue perdiendo interés para los investigadores y no recibió más visitas.
HISTORIA RECIENTE
El interés por la zona se reavivó en 1977 cuando el estado provincial expropió 206 hectáreas de tierra asociándose con la Universidad de Buenos Aires para la reconstrucción de las ruinas. Pero la reconstrucción alcanzó solo al 5% de la ciudad sagrada, y en todo momento se desconoció la propiedad que la corona de España había concedido a los aborígenes antes de la declaración de la República. Hasta ese entonces el dueño era un terrateniente a quien el entonces gobernador Antonio Domingo Bussi le adquirió 206 hectáreas por medio de la expropiación.
Un nuevo atropello se perpetró en 1992 durante la gobernación de Ramón Ortega, quien entregó la concesión al empresario Héctor Cruz por diez años a cambio de un canon simbólico que nunca se pagó. El empresario utilizó las tierras para construir allí un hotel, hecho que fue denunciado por los descendientes de los pueblos originarios que presentaron su queja ante la falta de un estudio sobre el impacto ambiental del emprendimiento. Pero el daño estaba hecho y es irreparable.
La Comunidad Indígena Quilmes realizó entonces una presentación judicial para evitar que la concesión fuera renovada. El fallo de la justicia los favoreció y advirtió al Poder Ejecutivo que debía dar participación a la Comunidad en todos los trámites administrativos que pudieran incidir en sus intereses.
En el año 2006, luego de la reforma constitucional, la provincia reconoció la legitimidad de la posesión y uso de las tierras, dada la preexistencia étnica, disponiendo rescindir el contrato de concesión ya vencido. Al no darse cumplimiento efectivo a la resolución, el 28 de noviembre de 2007 la Comunidad se constituyó en Asamblea Permanente y cortó la entrada a las ruinas haciendo un reclamo formal al Estado Provincial para que se diera cumplimiento al decreto que ordenaba la inmediata restitución de las tierras correspondientes a la ciudad sagrada. En diciembre las tierras fueron desalojadas pero no restituidas. Finalmente el 9 de enero de 2008, en ejercicio de sus derechos, se realizó la toma espiritual del lugar, realizando una ceremonia a la Pachamama, habilitando el paso al lugar el 10 de enero de ese año. En junio de ese mismo año hubo un intento por vía judicial por parte del empresario Cruz para que le restituyeran la concesión, pero a pesar de contar con un fallo a favor en primera instancia, las apelaciones terminaron dándole la razón a los descendientes.
ACTUALIDAD
La descendencia de los Quilmes ascendía en el año 2005 a unos doscientos individuos, en su mayoría mestizados como caucásicos, pero que mantienen la sangre de un pueblo que resistió a los colonizadores europeos hasta las últimas consecuencias. Esta descendencia de los sobrevivientes del etnocidio habita la zona próxima a los pueblos de Colalao del Valle, en Tucumán, y Fuerte Quemado, en el límite de la provincia de Catamarca, siguiendo la ribera del río Santa María que corre entre los cordones montañosos del Aconquija y del Cajón. Actualmente existen dos localidades que llevan el nombres de Quilmes, una en el cruce de la ruta nacional 40 con la provincial 357, doce kilómetros al sureste de las ruinas, y la otra Rincón de Quilmes, a veinte kilómetros de allí.
EL CACIQUE
En 1998, la Comunidad India Kilme de Tucumán volvió a elegir un cacique que representa a las 14 comunidades agrupadas en los Valles Calchaquíes. Desde entonces, Francisco “Pancho” Chaile encabeza los reclamos de la comunidad para obtener el reconocimiento como los legítimos dueños de esas tierras, donde habitan y trabajan.
LA PACHAMAMA
La Pachamama o “madre tierra” representa a la Tierra, pero no solo en su acepción de suelo o tierra geológica, ni tampoco haciendo alusión exclusivamente a la naturaleza, sino que hace referencia a todo ello en su conjunto. No tiene una localización específica, pero se concentra en ciertos lugares como manantiales, vertientes, o apachetas. No es una deidad inmediata y cotidiana, que actúa directamente, por presencia y con la cual se dialoga permanentemente, ya sea pidiéndosele sustento o disculpándose por alguna falta cometida en contra de la tierra y todo lo que nos provee, porque no se trata de una divinidad creadora sino protectora y proveedora; cobija a los hombres, posibilita la vida y favorece la fecundidad y la fertilidad. Como gesto de reciprocidad por la ayuda y protección recibida, el pastor de la Puna Meridional está obligado a ofrendar a la Pacha parte de lo que recibe, no solo en los momentos y sitios predeterminados para el ritual sino, particularmente, en todos los acontecimientos culturalmente significativos, configurándose así una suerte de reciprocidad". Sin embargo se la considera asimismo con una faz negativa: la Pachamama tiene hambre frecuente y si no se la nutre con las ofrendas o si casualmente se la ofende, ella provoca enfermedades.