La necesidad que el ser humano siempre ha tenido de organizar el mundo que lo rodea para poder comprenderlo mejor, lo ha llevado a realizar diversos descubrimientos y a crear importantes invenciones que permitieron transmitir los conocimientos a las generaciones futuras. La tabla periódica es precisamente uno de esos grandes logros del hombre que ha trascendido hasta la actualidad y que continúa siendo relevante para el campo científico.
SU CREACIÓN
La invención de la tabla periódica estuvo ligada a la necesidad de organizar los elementos químicos conocidos, pero pudiendo seguir un patrón de conexión entre ellos que respete sus propiedades y características.
Antes de que el modelo conocido hoy en día se impusiera, transcurrieron varios años de experiencias que llevaron a que Dimitri I. Mendeléiev (1834-1907), su creador, concretara su propuesta. Entre ellas debe destacarse la primera agrupación realizada por Lavoisier, las triadas de Döbereiner, la hélice arrollada de Chancourtois y la ley de las octavas de Newlands.
Sin embargo, la primera Tabla Periódica terminada en 1869 era bastante diferente a la que tenemos ahora, por lo que lejos de suponer un final, impuso un nuevo principio en el campo de las investigaciones científicas que, progresivamente, fueron completando este primer rompecabezas. La tabla periódica de Mendeléiev incluyó los 66 elementos que se conocían hasta entonces. En el año 1900 ya se habían incorporado a la lista alrededor de 30 elementos más, y con esto se pudo completar algunos de los espacios vacíos.
Pero no fue solo la cantidad de elementos lo que varió desde entonces, sino que también debe remarcarse el nuevo formato propuesto por Alfred Meyer con el cuál se la conoce en la actualidad. De todos modos, el avance realizado por Mendeléiev al determinar numerosos pesos atómicos de elementos y al agruparlos en columnas y filas de acuerdo a las similitudes que presentaban fue indiscutible, y por esta razón se lo considera aún hoy el creador de la tabla.
¿Cómo interpretar la tabla periódica?
La tabla periódica cuenta con 118 elementos, 92 de los cuales son naturales. Para poder identificar a cada uno de ellos se les ha designado un símbolo químico formado por una o dos letras que provienen del nombre que lleva cada elemento en latín, aunque en el caso particular de aquellos que fueron sintetizados artificialmente, la denominación responde a los apellidos de científicos destacados o lugares geográficos.
Por otro lado, cada elemento se diferencia de los demás por su número atómico, número de masa y número de neutrones.
Los elementos fueron organizados en orden creciente siguiendo sus números atómicos para poder establecer así una relación entre éstos y sus propiedades químicas. Además, contamos con una división de 18 grupos (las columnas) y 7 períodos (las filas). La primera clasificación nos permite distinguir entre familias de elementos con configuraciones electrónicas similares, mientras que para la segunda se utilizan como referencia los niveles energéticos.
La mayoría de las tablas periódicas también diferencian en color los elementos que son metales, los no metales y los gases nobles. Pero lo cierto es que existen otras lecturas que pueden hacerse de este instrumento y que dependen del grado de especialización que tengamos en la materia.