A los 55 años del fallecimiento de Domingo F. Sarmiento, en 1943, la Conferencia Interamericana de Educación integrada por educadores de toda América estableció el 11 de Septiembre como Día del Maestro en todo el continente americano.
Sarmiento había nacido el 15 de febrero de 1811, en la provincia de San Juan, en una humilde vivienda que se convertiría –a los cien años de su nacimiento– en museo histórico.
El hogar de Sarmiento que actualmente es museo histórico.
Sus padres fueron doña Paula Albarracín y don José Clemente Sarmiento. Este último y su tío José Eufrasio Quiroga Sarmiento fueron quienes lo iniciarían en los estudios, ya que desde pequeño había mostrado cierta inclinación por enseñar y aprender; a los quince años fundaría su primera escuela en la provincia de San Luis, donde ya se desempeñaba como maestro de un grupo de alumnos mayores que él. Fue, además de maestro, subteniente de milicias, escritor, periodista, senador, ministro, director general de escuelas, sociólogo, diplomático, gobernador y un activo militante político, lo que lo llevaría varias veces al exilio, principalmente debido a su oposición al régimen de Juan Manuel de Rosas y al caudillo riojano Facundo Quiroga. En Chile, su actividad sería notable, tanto en la enseñanza como en el periodismo, aunque sus ideas innovadoras chocarían en ocasiones con los intereses del poder. De todas maneras, en ese país, Sarmiento pudo iniciar una etapa más tranquila en su vida. En su primer exilio a Chile, tuvo una hija, Ana Faustina; ella lo acompañaría en sus últimos días. En su segundo exilio, Sarmiento se casó con Benita Martínez Pastoriza, una viuda de la sociedad chilena, y adoptó a su hijo Domingo Fidel, más conocido como Dominguito, quien moriría en la guerra contra Paraguay. Allí también publicó su obra más importante: Facundo o Civilización y Barbarie en las pampas argentinas; inspirado en el caudillo Facundo Quiroga. Eligió el periodismo para luchar contra Rosas y fundó dos periódicos: La Tribuna y La Crónica, desde los que lo atacaba sin piedad.
Desde pequeño Sarmiento se interesaría por la educación y llegaría a ser un maestro muy joven.
En San Juan, durante 1836 funda su primer periódico, El Zonda, cuyo cierre sería en 1840 debido a un impuesto exorbitante que le aplicaría el gobierno, azotado por las críticas que emitía continuamente.
Además de Facundo, entre sus obras se destacan: Viaje, donde cuenta sus experiencias en el extranjero; Vida de Dominguito, que narra la vida de su hijo; De la Educación Popular y Método de Lectura Gradual. Como superintendente general de escuelas, fundaría la revista El Monitor de la Educación Común, referencia fundamental para la educación argentina.
Entre 1845 y 1847, por encargo del gobierno chileno, visitaría Uruguay, Brasil, Francia, España, Argelia, Italia, Alemania, Suiza, Inglaterra, Estados Unidos, Canadá y Cuba. En cada uno de estos países, se interesaría por el sistema educativo, el nivel de la enseñanza y las comunicaciones.
Un grupo de políticos lo postularía para la candidatura presidencial mientras se encontraba en un viaje por los Estados Unidos. Los comicios se realizaron en abril de 1868 y el 16 de agosto, mientras volvía a Buenos Aires, el Congreso lo consagró presidente de los argentinos. Asumió el 12 de octubre de ese año.
En su gestión presidencial lograría que la población escolar se elevara de treinta mil a cien mil alumnos; cabe destacar la creación de unas 800 escuelas primarias, la Academia de Ciencias, la Escuela Normal de Paraná para la que contrató a maestros extranjeros, la Universidad Nacional de San Juan, la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, la Biblioteca Nacional de Maestros y el Observatorio Astronómico de Córdoba. Le interesaba sobremanera la formación profesional de las Fuerzas Armadas, por lo que fundó la Escuela Naval y el Colegio Militar. Fomentó el desarrollo del comercio, la agricultura y los transportes: realizó el primer censo demográfico, alentó la inmigración, encargó la reforma del puerto, contribuyó al desarrollo de las telecomunicaciones y contrató a hombres de ciencia extranjeros. Los argentinos eran por entonces 1.836.490, de los cuales las tres cuartas partes eran analfabetas y vivían en la pobreza. Los profesionales solo representaban el 1% de la población; ésta era escasa, estaba mal educada y, como la riqueza, estaba mal distribuida. Sarmiento quiso fomentar la llegada al país de inmigrantes ingleses y de la Europa del Norte desalentando a aquellos de Europa del Sur; pensaba que la llegada de sajones activaría en el país el desarrollo industrial y la cultura. En realidad, los sajones preferían emigrar hacia Estados Unidos donde había puestos de trabajo en las industrias. Argentina era entonces un país rural que solo podía convocar, lógicamente, a campesinos sin tierras; la mayoría de los inmigrantes, serían campesinos italianos, españoles, rusos y franceses.
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Una de las obras más importantes de Sarmiento que critica duramente al caudillo Facundo Quiroga. |
Entre las múltiples obras de Sarmiento está la organización de la Contaduría Nacional y el Boletín Oficial, que permitieron a la población en general conocer las cuentas oficiales y los actos de gobierno. Creó el primer servicio de tranvías a caballo además de diseñar los Jardines Zoológico y Botánico.
Sarmiento aprendería de los estadounidenses la importancia que tenían las comunicaciones en un país tan extenso. Durante su gobierno se tendieron 5.000 kilómetros de cables telegráficos y poco antes de dejar la presidencia pudo inaugurar la primera línea telegráfica con Europa. Modernizó el correo y se preocupó particularmente por la extensión de las líneas férreas. Pensaba que el tren debía ser el gran impulsor del mercado interno aunque ello no constara en los planes de las compañías británicas inglesas; en lugar de un modelo ferroviario en forma de telaraña, interconectado, se construyó uno en forma de abanico, sin conexiones entre las regiones y dirigido al puerto, ya que la principal preocupación de los ingleses era que sus productos llegaran a Buenos Aires. La red ferroviaria pasó de 573 kilómetros a 1331 al final de su presidencia. Al finalizar su mandato apoyaría la candidatura de Nicolás Avellaneda.
Sarmiento pensaba que el gran problema de la Argentina era el atraso que él sintetizaba con la frase "civilización y barbarie". Identificaba a la civilización con lo urbano, aquello que estaba en contacto con lo europeo, su concepto de progreso; para él la barbarie era el campo, todo lo que relacionaba con lo rural: el indio y el gaucho. Según él, solo podía resolverse el dilema con el triunfo de la "civilización" sobre la "barbarie". Algunas de las afirmaciones de Sarmiento dejaban establecida claramente su postura:
Quisiéramos apartar de toda cuestión social americana a los salvajes por quienes sentimos sin poderlo remediar, una invencible repugnancia.
…no trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos esos salvajes. (Consejo dirigido a Bartolomé Mitre en una carta)
El progreso no llegaría para todos y, desgraciadamente, muchos de aquellos a quienes se consideraba salvajes y bárbaros pagarían demasiado caro –incluso con su libertad o con vida–, la fatalidad de haber nacido gauchos, indios o simplemente no contar con un empleo fijo.
Mantuvo fuertes polémicas con políticos y escritores de su tiempo, como Juan Bautista Alberdi, quien, a diferencia de él, apoyaba a Justo José de Urquiza. Esta polémica se expresaría a través de los escritos de ambos pensadores como una especie de diálogo entre ideas diametralmente opuestas.
En solo dos años Sarmiento cambiaría la fisonomía de su provincia cuando asumiera como gobernador. Abrió caminos, ensanchó calles, construyó nuevos edificios públicos, hospitales, fomentó la agricultura y apoyó la fundación de empresas mineras además de volver a editar el diario El Zonda.
Al finalizar su mandato en 1874, Sarmiento se retiraría de la presidencia pero no de la política. En 1875 asumiría el cargo de Director General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires y continuaría ejerciendo el periodismo desde La Tribuna. Poco después sería electo senador por San Juan.
En 1879 asumió como ministro del Interior de Avellaneda, pero por diferencias políticas con el gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor, renunció al mes de haber asumido.
Durante la presidencia de Julia Argentino Roca ejerció el cargo de Superintendente General de Escuelas del Consejo Nacional de Educación. En la época en que Sarmiento fomentaba la educación popular, el índice de analfabetos era altísimo; en el campo había muy pocas escuelas porque la mayoría de los estancieros no tenían ningún interés en que los peones y sus hijos dejaran de ser ignorantes. Cuanta menos educación tuvieran más fácil sería explotarlos. Pero Sarmiento trataba de hacerles entender que una educación dirigida según las ideas y los valores de los sectores dominantes, lejos de poner en peligro sus intereses, los reproducían y confirmaban; en otras palabras, se los explotaba mejor ya que se los adoctrinaba para ello. Recién en 1884, lograría la sanción de su viejo proyecto de Ley de Educación gratuita, laica y obligatoria, que llevará el número 1420.
En el invierno de 1888 se trasladaría al clima cálido del Paraguay junto a Aurelia Vélez, la hija de Dalmacio Vélez Sarsfield, autor del Código Civil. Aurelia sería la compañera de Sarmiento durante los últimos años de su vida. Murió el 11 de septiembre de ese año, en Paraguay, como su hijo Dominguito.
Después de la sangrienta guerra contra Paraguay, este país lo vería morir allí, igual que lo había hecho su hijo Dominguito.
Una de sus más polémicas intervenciones sería durante la guerra del Paraguay. En su mensaje de asunción afirmó que seguiría la guerra contra la tiranía, y redactó una fuerte proclama al ejército que iba a luchar en el Paraguay: "Dios no nos ha de pedir cuentas de la sangre derramada en la más legítima de las defensas. La Historia no ha de echar de menos, tampoco, la cadena que quería detener el progreso humano en las bocas del río Paraguay... la guerra del Paraguay completa la de la Independencia".
De esta manera, llevado por sus ideales, se haría partícipe en la masacre de un pueblo que se perfilaba como la gran potencia de toda América. Paraguay no volvería a recuperarse de aquella guerra en la que Brasil, Chile y Argentina dejaron solo despojos de una rica organización.
A pesar de estas sombras, se le reconoce el gran aporte a la organización de nuestro país y la influencia que tuvo en educación, tanto en Argentina como en otros países latinoamericanos. Los países se construyen, en parte, desde sus dirigentes y éstos son seres humanos cuyas sombras destacan aún más la luz que dejaron a su paso.
“La libertad de conciencia es no solo declarada piedra angular de nuestra Constitución, sino que es una de las más grandes conquistas de la especie humana... Digo más, la grande conquista por excelencia, pues de ella emana la emancipación del pensamiento que ha sometido las leyes de la creación al dominio del hombre.”
Domingo Faustino Sarmiento