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OBESIDAD

Las razones que llevan a las personas a aceptar o rechazar la comida implica factores tan diferentes y complejos que resulta sumamente difícil poder captar todas las variables que influyen. De hecho, día a día se realizan diversas investigaciones científicas que confirman la interrelación multidimensional de aspectos tan disímiles que obligan a que los trastornos en la alimentación deban ser abordados necesariamente desde muchas disciplinas.
La obesidad es en la actualidad uno de los problemas de salud que más se ha incrementado a nivel mundial, al punto de ser considerado una epidemia, y con el cual se intenta lidiar tanto desde un plano preventivo como curativo. Si bien los estudios habían demostrado años atrás que el conflicto se presentaba principalmente en países con ingresos altos, hoy en día la enfermedad está en aumento también en las naciones más pobres, concentrándose en las áreas urbanas.
Sin embargo, los prejuicios del pasado (más erradicados en el presente, pero aún vigentes) que se arraigan en la idea de que el sobrepeso es un problema meramente estético, desvalorizan la situación y le quitan seriedad a un asunto que debe ser tratado a nivel nacional e internacional con urgencia.
En el transcurso de este artículo abordaremos la problemática desde diferentes aristas: partiendo de una definición de la enfermedad y una presentación de datos y cifras ejemplificadoras, se estudiaran sus causas y consecuencias para finalmente proponer algunas medidas preventivas.

Los alimentos híper azucarados son una de las principales causas de obesidad

¿Qué es la obesidad?

La Organización Mundial de la Salud define la obesidad y el sobrepeso como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. En el sitio web agregan además que son factores de riesgo para numerosas afecciones crónicas, entre las que destacan la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer.
Las estadísticas han demostrado que en la gran mayoría de los casos, la enfermedad es causada por un aporte dietético de calorías superior a las necesidades metabólicas del individuo. Sin embargo, también pueden ser responsables otras causas sumamente variadas y, en general, es imposible atribuirla solo a una de ellas.
Una forma simple de averiguar si padecemos o no de obesidad es el Índice de Masa Corporal (IMC, o en inglés, Body Mass Index, BMI). La fórmula consiste en dividir el peso de una persona en kilogramos por el cuadrado de la talla en metros. Si el resultado es igual o superior a 30 la persona es considerada obesa y con un IMC igual o superior a 25 es considerada con sobrepeso.
Los valores son los mismos para ambos sexos y para los adultos de todas las edades. Sin embargo, los resultados deben ser considerados a título indicativo, ya que es posible que no se correspondan con el mismo nivel de grosor en diferentes personas.

El acelerado incremento de la obesidad infantil en algunos países ha llevado a que sea declarada una epidemia.

La obesidad en números

Las cifras arrojadas por los últimos estudios son alarmantes y obligan a prestar especial atención al problema. Un primer dato que sorprende es que desde 1980, a pesar de tratarse de una enfermedad totalmente prevenible y tratable, el número de personas que sufren de obesidad se ha incrementado más del doble en todo el mundo. Si sus consecuencias fueran inofensivas y pasajeras es probable que la afección no se hubiera convertido en el foco de tantos estudios, pero el hecho de que sea el quinto factor principal de riesgo de defunción en el planeta exige que el asunto deba ser tomado con responsabilidad.

Por lo menos 2,8 millones de personas adultas mueren cada año a causa del sobrepeso o la obesidad. A este valor debe agregarse que el 44 % de la carga de diabetes, el 23 % de la carga de cardiopatías isquémicas y entre el 7 % y el 41 % de la carga de algunos cánceres son atribuibles a la misma enfermedad.

Las estimaciones mundiales que la OMS barajaba en el 2008 ya resultaban alarmantes y las expectativas respecto a su seguro aumento se confirmaron dos años después cuando por primera vez se habló de epidemia. Esto quiere decir que si hace 4 años atrás existían 1400 millones de adultos de 20 y más años con sobrepeso, de los cuales más de 200 millones de hombres y cerca de 300 millones de mujeres eran obesos, lo más probable es que los números se hayan incrementado en la actualidad.

Algo similar debe estar ocurriendo con los niños: si en el 2010, existían alrededor de 43 millones de chicos menores de cinco años con sobrepeso, hoy en día es probable que las cifras sean mayores. Interesante es ver que si bien la mayoría de ellos se distribuyen en los países en desarrollo (35 millones), el número en los países desarrollados resulta también preocupante (8 millones).

Causas

Tanto la obesidad como el sobrepeso son causados principalmente por un desequilibrio energético entre calorías consumidas y gastadas. Sin embargo, para poder arribar a una solución en este panorama de crisis, es necesario determinar cuales son las distintas razones por las que se produce esta variabilidad.
En principio, hay dos hechos que la OMS detectó a nivel mundial como responsables más directos del aumento de peso en la población:

  1. Un incremento en la ingesta de alimentos hípercalóricos que son ricos en grasa, sal y azúcares pero pobres en vitaminas, minerales y otros micronutrientes.
  2. Un descenso en la actividad física como resultado de un sedentarismo generalizado que se extiende a muchas formas de trabajo y nuevos modos de desplazamiento, insertos en un contexto de creciente urbanización.
  3. Pero, nuevamente, se estaría produciendo un reduccionismo al considerar que la obesidad solamente es causada por estos factores. De hecho, los cambios en los hábitos de alimentación y actividad física suelen presentarse como consecuencia de modificaciones ambientales y sociales asociadas al desarrollo y la falta de políticas de apoyo en sectores como la salud, agricultura, transporte, planeamiento urbano, medio ambiente, procesamiento, distribución y comercialización de alimentos, y educación, entre otros.

Una persona necesita 2500 calorías diurnas, pero un menú mediano de hamburguesa tiene entre 1500 y 5000.

Bajo este panorama resulta más sencillo asociar la enfermedad a una multicausalidad, pero más interesante aún es atender a lo sencillo que resultaría evitar el problema si se tomaran las medidas gubernamentales necesarias para solucionarlo.

Consecuencias

Las dificultades que acarrea para nuestra salud vivir con obesidad o sobrepeso son muy diversas. De hecho, se ha comprobado que son importantes factores de riesgo de enfermedades no transmisibles, aunque no por ello menos graves.
Pero además, produce consecuencias directas en la vida cotidiana, por ejemplo, dificultando la realización de deportes (o simplemente caminar), produciendo síntomas de cansancio, alterando el reloj circadiano, aumentando los niveles de colesterol, causando depresión, dolores musculares y problemas de cadera.
En cuanto a las enfermedades, pueden presentarse de tipo cardiovascular (principalmente cardiopatía y accidente cerebrovascular), osteoartritis y otros trastornos del aparato locomotor, apneas nocturnas u otros problemas respiratorios, hipertensión arterial, diabetes y cáncer, entre otros. Particularmente en las mujeres se ve también afectado el aparato reproductor.

Además de trastornos físicos, la obesidad conlleva trastornos psicológicos.

Medidas preventivas

Evitar que la obesidad continúe siendo una enfermedad que alcance un número tan alto de personas en el mundo entero, es una tarea que debe llevarse a cabo desde diferentes planos. Si bien es cierto que cada individuo debe ser tratado con todas las particularidades que presenta, también lo es que existen ciertas pautas generales para prevenir el sobrepeso y la obesidad en la gran mayoría de los casos.

En el plano conductual, por ejemplo, los científicos están descubriendo que muchas creencias populares ayudan a llevar una vida más sana en lo que respecta a la alimentación. Comer lento, hacer cuatro comidas, controlar el tamaño de la ración servida, masticar varias veces y saborear cada bocado, pueden resultar medidas aparentemente inútiles, sin embargo se ha probado que afectan notablemente en el fracaso o éxito de una dieta. La cantidad y calidad de alimentos ingeridos también es de gran importancia para lograr un equilibrio energético y un peso saludable. Para ello se debe:

El ciclismo es una de las actividades más adecuadas, pudiendo realizarse 25 o 30 minutos 3 veces a la semana.

  1. Limitar la ingesta energética procedente de la cantidad de grasa total.
  2. Aumentar el consumo de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos.
  3. Limitar la ingesta de azúcares.

Las comidas ricas en vegetales son las más recomendables para asegurar una dieta balanceada.

Pero para lograr conjugar una dieta adecuada y el tiempo necesario de actividad física, también es necesario que se presenten ciertas condiciones en el plano social a nivel económico, laboral y educativo fundamentalmente. La responsabilidad individual solo puede llevarse adelante plenamente cuando las personas tienen acceso a un modo de vida saludable. De lo contrario, se convierten en obstáculos insalvables que promueven la enfermedad.