La glucosa es la principal fuente de energía para el metabolismo celular. Se obtiene fundamentalmente a través de la alimentación, y se almacena principalmente en el hígado, el cual tiene un papel primordial en el mantenimiento de los niveles de glucosa en sangre.
La glucosa es el carbohidrato más abundante, se le llama azúcar de uva y en la sangre se encuentra en concentraciones de un gramo por litro. Al polimerizarse, da lugar a polisacáridos con función energética (almidón y glucógeno) o con función estructural, como la celulosa de las plantas.
El nivel de concentración normal de glucosa en la sangre (0,1 por ciento o un gramo por litro) es regulado, principalmente, por dos hormonas: insulina y glucagón, secretadas en los “islotes de Langerhans”, grupos de células pancreáticas. Cuando la insulina es insuficiente, la glucosa se acumula en la sangre, y si esta situación se mantiene, da lugar a una serie de complicaciones en distintos órganos. Por tanto, la determinación de glucosa en sangre (glucemia) es útil para el diagnóstico de numerosas enfermedades metabólicas, fundamentalmente de la diabetes mellitus. También es necesaria esta prueba, una vez diagnosticada la diabetes, para controlar la dosis de insulina que se debe administrar para regular el nivel de glucosa.
Prueba de glucosa en sangre.
La determinación de glucosa en orina (glucosuria), suele formar parte del análisis de orina rutinario. En condiciones normales, no debería haber glucosa en la orina, pero cuando la cantidad en sangre supera un determinado límite, empieza a ser eliminada a través del riñón con la orina.