Las uñas son estructuras córneas, curvadas o planas, localizadas en el extremo anterior y dorsal de la falange distal de los dedos. Tienen por función proteger los extremos blandos de los dedos; son de forma rectangular, y su superficie libre es extremadamente lisa.
Las uñas están formadas por varias capas de queratina (proteína fibrosa rica en azufre) y reposa sobre el lecho epidérmico; tiene 4 bordes, 2 bordes laterales que se insertan en los surcos laterales donde se encuentran los repliegues epidérmicos, el borde distal que acaba en el borde libre de la uña y la línea amarilla formada por la sustancia córnea plantar que marca el principio del borde libre y el borde proximal, debajo del repliegue de la epidermis donde encontramos la matriz proliferante, zona de origen y producción de la uña.
Durante la infancia las uñas son flexibles, transparentes, de superficie lisa y convexa. En los adultos, la uña es más dura y resistente apreciándose siempre la presencia de lúnula, que es de color blancuzco debido a una reflexión de la luz dado que la uña no se adhiere a los tejidos situados por debajo de la misma. En la senectud, la uña pierde brillo, se vuelve opaca, grisácea, frágil, y la lúnula tiende a desaparecer.
El crecimiento de la uña es longitudinal, es decir que las células nacen de la matriz proliferativa. La uñas de los dedos de la mano crecen aproximadamente a 0,1 mm al día. Este crecimiento correspondería a la edad adulta ya que en la infancia es algo mayor 0,15 mm al día, y en la tercera edad disminuye un poco 0,06 mm al día.
Cabe destacar que una uña sana tiene una forma ovalada es lisa y con un color parcialmente rosado. Este color rosado es debido a la gran vascularización que existe en el lecho epidérmico y a las características transparentes de la uña. La uña pues, tanto por su color como por sus distintas formas constituye un espejo de nuestro estado de salud.