Iba una señora con su hijo de quince años por una de las calles de su pueblo, cuando de pronto se encontró frente a una zanja donde varios trabajadores hacían una reparación en el acueducto de la ciudad.
Al pasar vieron una guadua, colocada como una mampara de protección para evitar la caída de personas en la cuneta. Entonces la mamá le dice al hijo:
—Oiga, mijo, como la estaca donde duerme la lora de la casa ya está muy podrida y se nos va a caer, coja esa guadua y nos la llevamos para la casa.
El muchacho le responde:
—Pero, mamá, esa guadua no es de nosotros.
—No importa, mijo —dice la señora—, esa guadua es del municipio y por eso también es de nosotros. Cójala y nos la llevamos.
Si lo privado es de alguien, ¿por qué no aprendemos que lo público es de todos?
¿Por qué algunos creen que si algo es del Estado, eso quiere decir que no tiene dueño?
¿Quién dijo que lo público no tiene una ética?