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/ Historias para pensar

Una lista de elogios



Cierto día una maestra de una escuela mixta pidió a sus alumnos que pusieran los nombres de todos sus compañeros de clase en una hoja de papel, dejando un espacio entre nombre y nombre. Después les pidió que pensaran en la cosa más linda que pudieran decir de cada uno de sus compañeros y que lo escribieran debajo de cada nombre.

Durante el fin de semana la maestra escribió el nombre de cada uno de sus alumnos en hojas separadas y reprodujo en ella, en forma anónima, todas las cosas lindas que cada uno de sus compañeros había escrito acerca de él.

El lunes ella entregó a cada uno su lista y casi inmediatamente toda la clase estaba sonriendo. “Yo nunca supe que podía significar algo para alguien”, y “Yo no sabía que mis compañeros me querían tanto”, eran los comentarios. Pero nadie volvió a mencionar aquellos papeles en clase.

Años más tarde, uno de tales estudiantes fue muerto en una guerra y la maestra asistió a su funeral. Ella fue la última en acercarse al ataúd y, mientras estaba allí, uno de los soldados que actuaba como guardia de honor se acercó a ella y le preguntó:

— ¿Era usted la profesora de matemáticas de Marcos?

Ella balbuceó:

— Sí.

Entonces él dijo:

— Marcos hablaba mucho acerca de usted.

Después del funeral, la mayoría de los ex compañeros de Marcos fueron juntos a una merienda. Allí estaban también los padres de Marcos, obviamente deseando hablar con su profesora.

— Queríamos mostrarle algo —dijo el padre, sacando del bolsillo una billetera-. Lo encontraron en la ropa de Marcos cuando fue muerto, pensamos que tal vez usted lo reconocería.

Y abriendo la billetera, sacó cuidadosamente dos pedazos de papel gastados que se habían arreglado con cinta, pues se veía que habían sido abiertos y cerrados muchas veces.

La maestra se dio cuenta de que era la hoja en la que ella había registrado todas las cosas lindas que los compañeros de Marcos habían escrito acerca de él.

— Gracias por haber hecho lo que hizo —dijo la madre de Marcos—. Como usted ve, lo guardaba como un tesoro.

Todos los ex compañeros de Marcos comenzaron a juntarse alrededor.

Carlos sonrió y dijo tímidamente:

— Yo todavía tengo mi lista, la tengo en el cajón de encima de mi escritorio.

La esposa de Felipe dijo:

— Felipe me pidió que pusiera el suyo en el álbum de matrimonio.

— Yo tengo el mío también—dijo Marilyn —, lo tengo en mi diario.

Entonces Victoria metió su mano en la cartera, sacó una billetera y mostró al grupo su gastada y arrugada lista:

— Yo la llevo conmigo todo el tiempo — y sin siquiera pestañar dijo: —Yo creo que todos hemos conservado nuestras listas.

Fue entonces cuando la maestra se sentó y lloró. Lloró por Marcos y por todos sus compañeros que no lo volverían a ver...

¿No es una manera muy sencilla de mostrar el aprecio?

¿Cómo podemos mejorar la autoestima de los demás?

¿Has intentando valorar a los demás de manera explícita, siquiera en una hoja de papel?