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Estatuaria religiosa. Los dioses védicos fueron frecuentemente representados en esculturas realistas de piedra.
La dualidad de los dioses Radha y Krishna. Según la historia de Krishna contada en el Mahâbhârata, se dice que Radha era una de las “golpis” (pastoras), con la cual jugaba el dios cuando ella era aún una niña. NImbarka, fundador de una doctrina teológica, estableció que Radha y Krishna juntos constituyen la verdad absoluta, ya que sus juegos unifican la sabiduría y el goce de la sensualidad.
En el marco del hinduismo, el dios Brahma, que en sánscrito significa “desarrollo” o “evolución”, no tiene pasado ni futuro: es eterno e infinito. Según los Vedas, todos los seres del universo son su expresión, por lo que se le considera principio del universo.
Friso escultórico de un templo de inspiración védica.

Grandes civilizaciones: Antigua India Védica



La periódica irrupción de los pueblos nómadas de las estepas de Eurasia hacia el 1500 a. C., influiría en la mayor parte de las civilizaciones antiguas del Próximo Oriente, sentando las bases de la cultura y la sociedad que se desarrollaron a orillas del Ganges. Así fue como surgió el llamado período védico -caracterizado por la composición de los Vedas, los textos sagrados más antiguos de la literatura india- en el que se expresan los fundamentos de la religión hindú y de su exuberante mitología.

Basándose entonces en la evidencia literaria, los estudiosos ubican esta época en el período que va desde fines del II milenio y mediados del I milenio a. C. hasta el siglo VI a. C. La cultura relacionada con esta etapa, a veces llamada «cultura védica», estuvo centrada en las zonas norte y noroeste del subcontinente indio, y su fase más antigua comprendió la formación de varios reinos sucedidos posteriormente por el Imperio maurya, el esplendor de la dinastía gupta, la era clásica de la literatura sánscrita, y los reinos medios de la India.

INTRODUCCIÓN

La historia de la India no es lineal ni simple. La casi perpetua falta de unidad política estimularía la proliferación de los Estados regionales, la multiplicación de las dinastías y las guerras incesantes. De tanto en tanto surgieron reinos más poderosos que, solo por comodidad, los historiadores los han caratulado como “imperios”, aunque ninguno abarcó la totalidad del territorio; la soberanía que ejercieron sería muchas veces indirecta y su duración, comparativamente breve. Contribuyeron al debilitamiento de la autoridad central las frecuentes invasiones de pueblos extranjeros, cuya impronta sería más honda en el norte que en el sur de la India y su efecto iría variando según las costumbres locales.

A la fragmentación política correspondería también una extraordinaria diversidad lingüística y religiosa acentuada por la tolerancia de la sociedad india hacia las ideas más disímiles. Esas circunstancias subyacen a la gran vitalidad de esta civilización, traducida en una enorme producción filosófica, literaria y artística. Por otra parte, la creencia en un tiempo cíclico y su interés por lo ideal más que por lo material no los estimularía a registrar y datar los acontecimientos, prefiriendo con frecuencia la leyenda a la historia.


En la cosmovisión hindú, la vida se rige por ciclos continuos de creación (Srishti) y destrucción (Pralaya), como simboliza la rueda de la vida. En ella, el dios Shiva crea y destruye, mientras danza en una rueda de fuego.

EL PERÍODO VÉDICO

La invasión de los pueblos nómadas de lengua indoeuropea, los arios, procedentes de las estepas cercanas del mar Caspio, transformó profundamente la historia y la sociedad propias de la civilización del valle del Indo en el segundo milenio a. C. No obstante, su llegada enriqueció el nivel cultural de sus habitantes, ya que permitió la introducción de los caballos y el conocimiento de técnicas metalúrgicas para trabajar el hierro. Además, bajo su influjo, se inició la escritura en sánscrito de los Vedas, cuatro textos muy antiguos y sagrados de la tradición hindú, que dio nombre a todo el período.

El origen de esta cultura no es bien conocido, pero sí se sabe que, originalmente, era una sociedad pastoral que se convirtió en una sociedad agrícola compuesta de cuatro varnas o castas. Sin embargo, pese a las polémicas, los arios –denominados posteriormente arios védicos o indoarios– impusieron un régimen político y social diferente e introdujeron tradiciones y costumbres de las estepas en la religión hindú. También fueron importantes sus aportes en la construcción y la carpintería, en el desarrollo de la navegación y en la mejora de los contingentes militares.


Las ruinas excavadas de Mohenjo-daro muestran la avanzada planificación urbanística que desplegó la civilización del Indo, con un trazado ordenado de norte a sur y zonas especializadas. Patrimonio de la Humanidad desde 1980.

La adopción de las creencias religiosas arias transformó la vida del valle del Indo y comenzó a dar forma a la incipiente cultura hindú, además de modificar la estructura social y darle un sentido fuertemente religioso, aunque aún subsiste la discusión y la duda sobre qué aspectos se debieron a la emigración aria y cuáles a la evolución de formas y conceptos o al sincretismo entre ambas tradiciones.

A LA CONQUISTA DEL INDO

Los indoarios se impusieron con facilidad en la región del Indo debido a sus aptitudes guerreras. Aunque la tradición recordó crueles batallas y asaltos que resistieron ferozmente, los invasores conquistaron pueblos agrícolas con un gran desarrollo cultural pero aparentemente sin tradición guerrera, por lo que los indoarios impusieron en estas sociedades campesinas –probablemente más igualitarias–, una jerarquía tribal, centrada en un rey guerrero y una poderosa casta sacerdotal.

Los enfrentamientos entre estas belicosas tribus con la población nativa no debieron ser pocos ya que su literatura denota en estos primeros tiempos un choque de tipo racial, contrastando el desprecio con que eran tratados los naturales de la región por su color moreno, frente al blanco de los invasores. Esto puede observarse en aquellos que fueron discriminados además de ser sometidos al arrebatarles cosechas y tierras de pastoreo; un valor destacado socialmente era, justamente, el color de la piel.


Representación del río Ganges esculpida en roca. El Ganges es considerado el río sagrado, en el cual los hindúes celebran baños rituales de purificación.

Desde el Indo, los indoarios se desplazaron hacia el este y el sur, donde se adentraron en la región de Doab, entre los ríos Yamuna y Ganges. Fue en el valle del Ganges particularmente donde penetraron, encontrando en su camino sociedades agrícolas que cultivaban arroz y cereales, logrando consolidar un segundo proceso de urbanización con la creación de incipientes principados locales. La agricultura y el comercio, que habían sido anteriormente fundamentales (durante la llamada cultura harappiana, entre el 2500 y el 1700 a. C.), pasarían a un segundo plano.

Conforme penetraban en el valle del Ganges, las tribus conquistadoras asumirían una progresiva sedentarización y se transformarían en sociedades territoriales que darían origen a monarquías y a repúblicas aristocráticas formadas por federaciones tribales. De esta manera, los indoarios impusieron su jerarquía social pero, al mismo tiempo, asimilaron la cultura y la organización autóctonas. De la época de esta transición, y fruto de ella, es la redacción de los primeros Vedas, los textos en sánscrito que sentaron las bases de la sociedad, la cultura y la religión hindúes, la mayoría de los cuales contienen una descripción lírica de actos rituales.


Santuario de Prambanan (Indonesia), el mayor complejo dedicado a la trinidad hinduista: Brahma (dios creador), Vishnu (preservador) y Shiva (destructor del mundo).

Así, podemos decir que la historia de la India védica, que discurre aproximadamente entre el 1.500 a. C. y el 600 a. C., se puede dividir en dos períodos diferenciados: por una parte, el inicial, en el que las tribus indoarias fueron sometiendo a los naturales que vivían en el valle del Indo y extendiéndose paulatinamente hacia el Este; de forma tardía, el período védico completa la ocupación del valle del Ganges, pero en corto tiempo se enreda en una serie continua de enfrentamientos bélicos entre los distintos grupos familiares y tribales que florecen en lugares diferentes. De todo ello se pone de manifiesto el nivel bélico alcanzado entre las distintas familias por la extensión de su dominio y el control de los recursos estratégicos, aunque esta búsqueda de un gobierno poderoso y centralizado en torno a alguna ciudad emergente no llegaría a fructificar.


Relieve en el que se muestra al dios Vishnú. Su nombre significa “omnipresente” en sáncrito antiguo. Forma parte de la “Trinidad” hindú junto a Brahma y Shiva. Vishnú suele ser identificado a través de sus encarnaciones, llamadas generalmente Rama y Krishna.

Paulatinamente, los dominadores arios discriminarían racialmente a los agricultores nativos, pero no podrían impedir la convivencia con los nobles locales, los mleccha, que los veían principalmente como bárbaros. Los mleccha consiguieron ser reconocidos como kshatriyas o guerreros después de grandes dádivas a los influyentes brahmanes o sacerdotes arios, cuyo poder iría acrecentándose a medida que avanzaba el proceso de sedentarización. En este pacto se afianzó el sistema de castas, todavía vigente en la India actual. En la estructura social de los arios los oficios comenzaron a ser hereditarios por una parte y a especializarse por otra; cuando la economía se hizo más sedentaria y el comercio y la agricultura mejoraron. Pronto quedó vedado contraer matrimonio fuera de la casta, por lo que este sistema se hizo más rígido y cerrado.

Por ejemplo, los brahmanes ocuparon un papel central en la nueva cultura. Cercanos al rey y únicos autorizados para recitar los Vedas, organizaban los sacrificios ceremoniales del monarca, destinados a garantizar la prosperidad. Pronto, atesorarían propiedades y dominios sacerdotales donde ni siquiera el rey tenía autoridad, constituyendo una casta privilegiada que reclamaría un rango superior, incluso al de la realeza.


El Mahâbhârata. Contenido en uno de los libros de los Vedas, este poema épico es uno de los más extensos del mundo. Sus 120.000 estrofas relatan historias sobre reyes, sabios, dioses y demonios. Se empezó a componer en el período védico y se completó en el siglo IV d. C.

El eje del poder político se trasladó de la zona del Indo a la región del Ganges. La sedentarización de los indoarios y la creación de nuevas sociedades jerárquicas alentarían la progresiva proliferación de monarquías y Estados a partir del siglo X a. C. De esta forma, parecieran haberse conformado distintos reinos en pugna de cuyo paso solo queda una constancia indirecta, como es el caso de la epopeya Mahâbhârata, la más popular en India, que goza de autoridad análoga a la que en su tiempo gozaron los poemas homéricos en la Antigua Grecia.

LOS VERSOS SAGRADOS

Los Vedas, que significan, literalmente, “conocimiento” en sánscrito, son aquellos textos sagrados de la tradición hindú que constituyen la obra más antigua de la literatura india. Base de la desaparecida religión védica, que fue previa a la religión hinduista, componen una monumental colección de himnos reunidos en cuatro libros o mandalas, que solo podían recitar los brahamanes.

El principal y más importante es el Rig-Veda, una colección de 1.028 himnos escritos con la misión de invitar a los dioses a los sacrificios, especialmente a Indra y a Agni; en realidad, es el único trabajo original, y mucho más antiguo. De acuerdo a ciertos cálculos astronómicos relacionados con la precesión de los equinoccios, el más antiguo de sus himnos ha sido fechado entre el 4000 y el 2500 a. C., mientras que otros estudiosos lo fechan entre el 1400 y el 1000 a. C. cuando los arios apenas se estaban estableciendo en el Panyab, al noroeste de la India, antes de entrar en el valle del Ganges.

El Sama-Veda, en cambio, contiene un agregado de unos 2.000 versos relativos al poder mágico del sonido en el sacrificio, en exorcismos y encantamientos, y en creencias y plegarias devocionales. Esta colección está hecha de himnos, porciones de himnos y versos sueltos, todos tomados del Rig-Veda, excepto el 75, y fueron reordenados sin referencia a su orden original para adecuarse a los rituales en los que se empleaban.

El Iáyur-Veda, por su parte, contiene textos religiosos que se concentran en la liturgia y el ritual. Sus 2.000 versos aluden a la cadencia y contiene dos divisiones: el Taittiriya samhita y el Vajasaneyi samhita. Algunos himnos individuales han ganado importancia en el hinduismo.

Por último, el Átharva-Veda parece pertenecer a una tradición paralela independiente a la de los otros tres Vedas. Consta de 731 versos y está compuesto por himnos mezclados con fórmulas y encantamientos mágicos para contrarrestar enfermedades y calamidades, considerados importantes para la realización de sacrificios. Sin embargo, a lo largo de siglos de tradición oral, el texto ha quedado mucho más dañado que los demás Vedas. Se cree que solo mediante filología comparada de las dos recensiones supervivientes, no muy coherentes entre sí, se podría llegar una aproximación al texto original.

Los Vedas contienen también textos poéticos, épicos e históricos que han transmitido la tradición legendaria de la India antigua.

EL REINO DE MAGADHA

Según los textos védicos, las monarquías de Kosala y Videha reemplazaron el predominio de Kurut y Panchala en el Ganges al final del siglo VI a. C., mientras la región del Indo se convertía en una provincia del Imperio persa. En ese entonces, los reinos influyentes del Ganges y el Doab fueron Casi, Kosala, Videha, Vrijis y Magadha, este último fundado por la dinastía del Sisunanga o Shaisunaga en una monarquía expansiva y fuerte.

Situado junto al valle del Ganges, el reino de Magadha alcanzó un momento importante con el advenimiento de Bimbisara, hacia el 546 a. C. Rey y político hábil, contemporáneo de Buda, neutralizó la oposición de Estados vecinos del norte y el oeste, mediante alianzas matrimoniales para lanzarse a la guerra contra Estados del este. Precursor de la unificación de los Estados del norte y protector del budismo, la anexión de Anga le permitió disponer de un importante puerto comercial que comunicaba el Ganges con el sur de India. Diversas evidencias lingüísticas muestran la penetración que tuvo la dinastía en el sur de la India.

Durante su reinado, Magadha se convirtió en el imperio más poderoso de la India, y Bimbisara fundó una nueva y espléndida capital llamada Rajagriha, muy cerca de algunos importantes yacimientos de hierro. Ello no fue casual dado que uno de los factores más importantes para el triunfo de este pequeño Estado sobre sus vecinos, fue el hecho de disponer de un material de combate, tanto de gran tamaño como de tamaño reducido, así como el hecho de establecer un ejército permanente para poder vencer a las fuerzas tribales que se le oponían.

Sin embargo, Bimbisara tuvo un final trágico. Tras ser depuesto por su hijo Ajatashatru, éste lo apartó del poder, lo que motivó que el rey depuesto se dejara morir de hambre, actitud nada infrecuente en la India. La ambición por el poder de Magadha motivó la guerra con los Estados vecinos parientes de Ajatashatru, siendo derrotado por su tío Pranesajit, rey de Kosala, que lo casó con su hija y lo alejó del poder. No obstante, Ajatashatru debió proteger a su tío y suegro cuando éste fue despojado, a su vez, del trono por su hijo Virudhaka. De esta manera, reavivó los planes expansivos, venció a Virudhaka y recuperó el control del norte, en el cual destacó su capacidad bélica consiguiendo apoderarse de varios Estados y ampliar considerablemente su poder.

Reafirmado como gran monarca, Ajatashatru construyó la estratégica fortaleza de Pataliputra (hoy Patna), que superó a la antigua Rajagriha como capital del Ganges. Ahora bien, desde el punto de vista religioso, Ajatashatru se mostró hostil a Buda y sus seguidores, pero por entonces la influencia de éste era muy poderosa, optando finalmente por solicitar el perdón para organizar, a la muerte del maestro, el Primer Concilio Budista, para compilar y confirmar sus enseñanzas a la vez que para asegurar su preservación y transmisión exacta de su influencia.


Relieves en el templo de Meenakshi en Madurai (India).

Según la tradición, sin embargo, a Ajatashatru le sucedieron tres reyes, todos ellos parricidas lo que, unido a su crueldad, provocaría la reacción de sus súbditos. Los nobles nativos y los antiguos guerreros nómadas se integraron en sociedades refinadas donde prosperaban los mercaderes, los grandes propietarios y los banqueros, mientras las castas inferiores se sumían en la pobreza. Al final de la época védica, las guerras de los príncipes dominaban el escenario político indio.

Por su parte, los brahmanes celebraban ceremonias e intrigaban para mantener sus privilegios. Crecería así el sentimiento místico y proliferarían movimientos religiosos con múltiples profetas y predicadores. Se incubaba de esta manera la crisis social india que daría origen posteriormente a dos grandes religiones: el budismo y el jainismo, que comparten una cultura regional situada alrededor del noreste indio, continuación de las tradiciones que han coexistido con la tradición védica.