Es una artista plástica de origen japonés y una de las más importantes exponentes a nivel mundial de las corrientes de vanguardia de la segunda mitad del siglo XX. Atormentada desde su niñez por alucinaciones y pensamientos obsesivos, Kusama, luego de una larga estadía en los Estados Unidos, volvió a Japón y se recluyó voluntariamente en un hospital psiquiátrico.
de la tradición a la vanguardia
Kusama nació en la ciudad de Matsumoto, Japón, el 22 de marzo de 1929. Su familia, económicamente desahogada, se dedicaba al comercio de granos y semillas. Ya durante su niñez, período en el que fue maltratada físicamente por su madre, comenzó a experimentar pensamientos obsesivos y suicidas. La manera en que pudo hacerles frente fue expresándose artísticamente. De 1939, cuando la artista contaba 10 años de edad, data una de sus primeras obras en las aparecen los lunares que décadas después la harían mundialmente famosa. En este dibujo se ve a una mujer vestida en kimono, probablemente su madre, casi completamente por los lunares.
En 1948, Kusama se trasladó a Kyoto para estudiar nihonga en Escuela Municipal de Artes y Artesanías de ese país. El nihonga es el nombre de la pintura tradicional japonesa, un arte con técnicas y materiales específicos de Japón. Aunque cuenta con unos 1.000 años de antigüedad, este nombre le fue dado recientemente, durante la era Meiji, es decir, en el siglo XIX. Al poco tiempo de estudiar, Kusama se siente como en un túnel sin salida. La tradición japonesa, aunque muy hermosa y delicada, le resulta insuficiente; el sistema de enseñanza, basado en una estrecha relación entre maestro y discípulo, le parece rígido y asfixiante.
A principios de los años 50, Kusama descubre el movimiento de vanguardia, o avant garde, que revoluciona las artes plásticas tanto en Europa como en los Estados Unidos. Entusiasmada, comenzó a producir obras en este estilo y logró realizar varias exposiciones en Tokyo y en su natal Matsumoto.
en nueva york
En 1957, con 27 años de edad, Kusame emigró a los Estados Unidos. Su primera parada fue la ciudad de Seattle, en el noroeste, donde vivió durante un año y exhibió sus pinturas en la galería Zoe Dusanne. Después se mudó a Nueva York. En esta ciudad conoció a los principales exponentes del avant garde norteamericano y se compenetró intensamente con sus técnicas artísticas y con su visión de mundo.
Kusama se consagró 24 horas al día a la creación de su arte. Trabajó duró, intensamente, sin descanso. Organizó happenings en Central Park y en el puente de Brooklyn como forma de protesta contra la guerra de Vietnam, entonces en pleno desarrollo. En varias oportunidades tuvo que ser internada en un hospital por exceso de trabajo. Su enorme dedicación y moderado éxito no se traducían en ganancia económica. La artista Georgia O’Keeffe convenció a algunos de sus amigos comerciantes de arte para que compraran las obras de Kusama.
Cinco pensamientos de Yayoi Kusama
“Me obsesiona la acumulación, y con acumulación me refiero a que nada en el universo, ni las estrellas ni los planetas, existen por sí mismos, todo está encadenado”.
“Los lunares son un camino hacia el infinito”.
“Soy un lunar. Tú también eres un lunar. Otro punto es amigo de ese lunar. Nuestra tierra es solo un lunar entre los millones de estrellas en el cosmos. El sol tiene la forma de un lunar, y la luna también”.
“Si no fuera por el arte, yo me habría quitado la vida hace mucho tiempo”.
“Mi arte es una expresión de mi vida, en particular de mi enfermedad mental”.
la bienal de venecia
Kusama se sentía deprimida. Pero su suerte dio un giro en 1966 durante la Bienal de Venecia. Ella no había sido invitada a participar, pero se aventuró: con la ayuda financiera de Lucio Fontana, escultor ítalo-argentino, se trasladó hasta la sede de la Bienal y en sus alrededores instaló el “Jardín de Narciso”, una obra de arte compuesta por 1.500 esferas plateadas. Cada esfera se podía comprar por el precio de dos dólares; adicionalmente, Kusama repartía a los curiosos volantes en los que se leía: “A la venta tu narcisismo”.
El éxito de la iniciativa de Kusama fue absoluto. Desde entonces sus obras se han exhibido en los más importantes museos de Europa, Estados Unidos y su natal Japón. Si en los años 60 necesitó de la solidaridad y de la compasión para poder sobrevivir, a principios del siglo XXI se convirtió en la artista femenina mejor cotizada del mundo. En 2014, su obra White No.68 fue subastada por la impresionante cifra de 7.109.000 dólares.
de vuelta a japón
Pero ni el éxito ni el dinero fueron capaces de devolverle la salud física que se había deteriorado durante la primera mitad de los años 60. Además, Kusama aún sufría de alucinaciones y pensamientos obsesivos y suicidas. Por eso, en 1973 decidió alejarse de las grandes capitales artísticas de Occidente y regresar a Japón. Allí se internó voluntariamente en un hospital psiquiátrico, de donde sale todas las mañanas para dirigirse a su taller y adonde regrese al caer la noche.
Kusama es todavía una artista plástica muy productiva. Pero además, en esta etapa de su vida ha descubierto una nueva fuente de expresión artística: la literatura. En efecto, Kusama ha escrito novelas, relatos breves y poesía surrealista.