Juan Egaña Risco fue un jurista, político y escritor criollo que contribuyó al proceso de independencia chileno a través de cargos políticos y las ideas sobre la soberanía y conducta del pueblo que plasmó en sus obras escritas. Entre estas redacciones se encuentra el documento que pretendió ser la carta fundamental de la joven patria: la Constitución de 1823.
Tras la renuncia de Bernardo O’Higgins como director supremo de Chile, lo que puso fin al periodo histórico conocido como Patria Nueva, Juan Egaña Risco se dispuso a redactar la constitución, el documento que contendría las leyes y la organización política bajo las cuales se regiría el país. El 27 de diciembre de 1823, Egaña Risco presentó su constitución ante el Congreso Constituyente que él mismo presidió, la cual fue promulgada dos días después.
El documento constaba de 277 artículos y era conocido como “constitución moralista”, ya que su contenido hacía un énfasis especial en establecer un estricto y detallado código de conducta que señalara la manera en la que debían comportarse tanto civiles como funcionarios en cada etapa de sus vidas y en cada aspecto de la sociedad, donde el Estado se encargaría de fomentar este estilo de comportamiento para convertirlo en un hábito. Además, el Senado cumpliría la función de verificar dicho código de conducta en los ciudadanos y actuar en consecuencia al otorgar beneficios a aquellos que destacaran en sus acciones bajo este sistema.
La Constitución de 1823 nunca fue aprobada oficialmente, por lo que nunca entró en vigencia para convertirse en el pilar de la nación. Las razones que se le atribuyeron a esta decisión fueron su naturaleza autoritaria y la aparente complejidad de sus propuestas, tan difíciles de entender como de llevar a la práctica.