En fecha tan temprana como 1592 los quiteños protagonizaron la primera manifestación de inconformidad con el orden de cosas impuesto por los colonizadores españoles. El motivo fue la decisión de la metrópoli de aplicar un impuesto del 2 % a las compras y las ventas que se realizaran. Esto se conoció con el nombre de las alcabalas.
El orden político y social de Quito
Con la espada y la cruz España dominó América.
Conquista y evangelización fueron dos procesos que marcharon juntos en América Latina. Con los conquistadores llegaron también los religiosos, quienes organizaron, en esos primeros años, la Diócesis de Quito que, dirigida por un obispo, se encargaría de administrar religiosamente el territorio. El primer obispo, García Díaz Arias, tomó posesión en 1550.
En el terreno legal y político se instituyó la Real Audiencia de Quito, en 1563. Esta formó parte del Virreinato de Perú. La máxima autoridad era el Presidente. El primero de ellos fue Hernando de Santillán, quien se posesionó al año siguiente de creada la Audiencia.
Francisco de Toledo, Virrey del Perú, tomó medidas que consolidaron y fortalecieron el orden político del virreinato y, en especial, de la Audiencia de Quito, que llegó a ser una de las más importantes del Continente. Toledo gobernó desde 1569 hasta 1581.
Por Real Cédula expedida en noviembre de 1591 se dispuso el pago de un nuevo impuesto, del 2% sobre las ventas y permutas, por parte del Rey de España, Felipe II. La orden llegó a Quito un año después de promulgada. Se empezaría a cobrar a partir del 15 de agosto de 1592. El valor recaudado se utilizaría para proteger de los ataques de piratas y corsarios a las flotas que llevaban el oro y la plata sustraída de América hacia España.
Manuel Barros, presidente de la Real Audiencia de Quito en los años noventa, se mostró como un defensor de los indígenas, tomando algunas decisiones que los favorecieron. Por su parte, el Cabildo protestó contra la medida, el Presidente impuso el cobro y tomó prisionero al delegado del Cabildo, Alfonso Moreno Bellido. El pueblo, enardecido, rompió las rejas de la prisión y lo liberó. El conflicto tomó un rumbo cada vez más tenso, especialmente luego del asesinato de Moreno. Luego de pasados unos meses, se acordó utilizar un mediador y se comenzó el pago del impuesto.
La Real Audiencia vs el Cabildo
Los hechos
El pueblo sublevado se levantó en armas para luchar por sus derechos, pero los españoles tomaron las mejores posiciones en la ciudad, evitando el triunfo de aquellos que protestaban contra la decisión de la Corona.
La Real Audiencia ignoró los reclamos populares, hechos a través del Ayuntamiento, por lo que se dirigieron a Alonso Moreno y Bellido, a fin de que actuara como intermediario entre las partes en conflicto y que se impidiera la ejecución del nuevo impuesto.
La Revolución de las Alcabalas, en sus inicios, tuvo motivaciones justas, pero luego se convirtió en una avalancha de crímenes injustificados.
Se realizaron reuniones secretas, que finalmente fueron descubiertas por el presidente Barros de San Millán y comunicadas al Virrey de Perú. Por este motivo, fueron enviadas tropas a para eliminar la amenaza de los sublevados.
Se perdió una batalla, pero no la guerra
El 28 de diciembre de 1592 un disparo que salió de uno de los arcabuces utilizados en la Audiencia mató a Moreno y Bellido. Esa fue la chispa que encendió los ánimos represivos. Pocos escaparon de la persecución.
No obstante, cuando el Rey y el Consejo de Indias tuvieron conocimiento de los sucesos y las injusticias que se estaban cometiendo, se opusieron a esos métodos.
A los patriotas se les ahorcó en las noches para que a la mañana siguiente sus cadáveres fueran vistos por los vecinos de la ciudad como escarmiento.
Los principales líderes fueron apresados y condenados a la pena capital sin juicios adecuados. La Rebelión de las Alcabalas terminó sin resultados positivos para los quiteños, pero fue una muestra de su rebeldía y el primer intento por despojarse del dominio colonial.