Una piel con escamas los identifica, no pueden generar calor interno, y dependen de factores externos para mantener una adecuada temperatura corporal. Siempre al Sol, estos animales constituyen un grupo de vertebrados muy particular. Algunos son temidos como las serpientes o los cocodrilos; otros eternamente recordados, como los dinosaurios; y varios de ellos gozan del arte de la lentitud.
Los reptiles alcanzaron un gran desarrollo en el pasado geológico de la Tierra, destacando entre ellos los grandes dinosaurios del Jurásico. Los grupos actuales presentan una gran variedad de aspectos y habitan en medios muy diversos, aunque evitan las áreas frías.
Se caracterizan por ser vertebrados, es decir poseer columna vertebral y tener una piel dura, seca y escamosa. La mayoría de ellos nacen de huevos que la madre deposita sobre el terreno, al término de su maduración las crías salen completamente formadas sin necesidad de pasar por una etapa larvaria.
Tienen una gran capacidad de adaptación debido a que consiguen sobrevivir a una amplia variedad de ambientes, se los puede encontrar en todas partes menos en la Antártida. Viven en el desierto más seco y caluroso y en la selva más húmeda. Abundan en las regiones tropicales y subtropicales de África, Asia, Australia y América.
Otra de las características propias de los reptiles es su capacidad para regular su propia temperatura. Como no pueden generar calor interno, aprovechan directamente la luz solar y las piedras, el suelo y los troncos que fueron calentados por el Sol.
SU EVOLUCIÓN
Los reptiles constituyen una de las especies animales más antiguas que pueden encontrarse en la actualidad. Los primeros que existieron guardaban una gran similitud anatómica con los actuales, aunque estos últimos hayan desarrollado también una gran cantidad de adaptaciones para poder subsistir a los diversos cambios de clima producidos en los últimos centenares de millones de años.
Las adaptaciones desarrolladas les permitieron la posibilidad de reproducirse sobre la superficie terrestre que les facilitó la colonización de la tierra, en este punto se diferenciaron con sus predecesores, los anfibios, quienes necesitaban de agua para la reproducción.
Su vínculo con el medio acuoso no se ha producido en forma tan directa, ya que debido a su piel impermeable, pueden almacenar líquidos que les permiten subsistir sin la necesidad de hidratarse en forma continua.
En el período Triásico aparecieron los primeros lagartos, y en el Cretácico Inferior comenzaron a desplazarse por la tierra las primeras serpientes. Se presume que estas últimas podrían haber descendido de algún tipo de reptil excavador, sin embargo esta idea no se encuentra totalmente aprobada por la comunidad científica.
Durante el Jurásico y el Cretácico se destacaron los dinosaurios, y para aquel entonces, las tortugas ya habían logrado un importante desarrollo, aunque se desconoce su verdadero origen.
En tanto, los cocodrilos, considerados como los parientes vivos de los dinosaurios, surgieron hace unos 200 millones de años.
Con el correr de las eras, los reptiles lograron expandirse alrededor del mundo, diversificándose y adaptándose a cada realidad climatológica, y evolucionando a tal punto que algunos registros fósiles de reptiles guardan una gran similitud con algunos mamíferos prehistóricos.
PRINCIPALES GRUPOS DE REPTILES
• Quelonios
El orden de los quelonios o testudinios se habría diferenciado de los demás reptiles en el Triásico, y en la actualidad dentro de este grupo se encuentran las tortugas marinas y las terrestres.
Su principal característica es la existencia de un caparazón óseo, cubierto de piel cornificada, que encierra el cuerpo en su interior y dentro del cual pueden retraer generalmente las patas y la cabeza. En su coraza se encuentran sus vértebras torácicas y las costillas.
Cuentan con una reproducción ovípara, dejan los huevos en agujeros del suelo y luego los incuban. Se mueven lentamente y su alimentación varía de acuerdo al hábitat y la especie, en su mayoría son herbívoras, aunque existen especies omnívoras que pueden consumir invertebrados tales como insectos, lombrices o caracoles. En el caso de las especies marinas, pueden ser omnívoras o carnívoras.
• Rincocéfalos
Es un grupo muy pequeño que solo lo integran los tuátaras, de Nueva Zelanda. El resto de los rincocéfalos vivieron desde el período Pérmico al principio del Terciario y luego se extinguieron.
Miden unos 70 cm de longitud y tienen un ojo pineal bien desarrollado. Viven en galerías excavadas en el suelo, durante la noche salen a buscar alimentos como insectos, huevos y lagartos.
Alcanzan la edad óptima para la reproducción a partir de los 10 años. La hembra entra en celo aproximadamente cada cuatro años. Los machos no poseen ningún órgano sexual, la reproducción se estimula mediante el roce de sus cloacas, luego de la fecundación, la hembra deposita alrededor de 10 huevos de los cuales saldrán nuevos individuos autosuficientes.
• Cocodrilos
Los cocodrilos constituyen uno de los grupos de reptiles más antiguos que pueden encontrarse en la actualidad. Existen unas 14 especies distintas, y todas ellas se desarrollan en ambientes semiacuáticos, donde consiguen su alimento tanto en el agua como en la superficie terrestre.
Tienen el cuerpo recubierto de escamas dérmicas duras, que forman una coraza, y poseen dientes implantados en alveolos. Sus mandíbulas son capaces de romper los huesos de animales grandes que se encuentren en las cercanías y que constituyan un buen alimento o una amenaza.
La dieta de este tipo de reptiles es netamente carnívora. De pequeños, suelen alimentarse con insectos, ranas, cangrejos y otros animales de menores dimensiones, mientras que de adultos, cazan mamíferos o aves. La digestión de los cocodrilos varía según el tamaño de la presa ingerida y la temperatura del ambiente, pudiendo regular sus niveles térmicos entrando o saliendo de los cursos de agua en diversas horas del día.
Se reproducen poniendo huevos en la arena o en montones de hojas y hierbas apiladas por la progenitora en las cercanías del agua. La temperatura a la cual se expongan los huevos determinará el sexo del nuevo individuo el cual, una vez nacido, gozará de la protección de su madre durante el tiempo suficiente hasta que pueda valerse por sus propios medios.
• Escamosos
Es el grupo más numeroso, engloba saurios y ofidios. Ambos tienen reducción en los huesos del cráneo, la piel está cubierta de escamas córneas y pueden ser ovíparos, ovovivíparos o vivíparos.
– Saurios: tienen cuatro extremidades bien desarrolladas y los ojos están protegidos por párpados móviles. Se incluyen en este grupo las lagartijas, los lagartos, los gecos, las iguanas, los dragones, los camaleones y los varanos, entre otros.
– Ofidios: carecen de patas y se desplazan mediante movimientos ondulatorios del cuerpo con ayuda de las costillas. Los ojos están cubiertos por una membrana transparente y no poseen párpados. Se incluyen aquí todas las serpientes. Muchas poseen glándulas de veneno y dientes huecos para inyectar el veneno; viven en el suelo, los árboles y los cuerpos de agua.
LAS EXTREMIDADES
Con excepción de las serpientes, todos los reptiles poseen cuatro patas para movilizarse por el terreno; pueden ser de diferentes tipos dependiendo de las necesidades de cada especie. Por ello, los lagartos trepadores poseen puntas filosas para adherirse firmemente a diversas superficies, mientras que las que viven en el desierto poseen una capa adicional de escamas para protegerse de la arena caliente. En tanto, los cocodrilos, debido a su hábito semiacuático, cuentan con pequeñas extremidades que se doblan hacia atrás cuando el animal se desplaza a través del agua.
Las extremidades de muchos lagartos son espinosas para otorgarle un mayor agarre, y las de los varanos presentan una disposición de los dedos que le facilitan las tareas de excavación necesarias para depositar sus huevos. Una gran cantidad de lagartos posee una especial destreza en sus patas para trasladarse rápidamente y poder así cazar y huir.
En cuanto a las tortugas, poseen patas cortas, gruesas y lentas, capaces de soportar el peso de su caparazón y de realizar hoyos en la arena para pasar el invierno.
LA PIEL
La piel que posee este tipo de animales es escamosa, seca, gruesa e impenetrable, constituyendo uno de los más importantes métodos de defensa de estos seres frente a los predadores y los climas hostiles, además de evitar la pérdida de humedad a través de la misma. Esta capa externa se constituye principalmente de queratina, la cual es cambiada en forma periódica, siendo renovada con células de las capas más profundas de la piel.
A pesar de las características comunes de las pieles, cada una de ellas se presenta con ciertas características diversas en las distintas especies.
Las serpientes poseen escamas superpuestas y anchas, que les facilitan la movilidad. La serpiente cascabel posee en su cola diversos segmentos de queratina que al agitarse, producen un movimiento como consecuencia del choque entre estos elementos, que es utilizado para advertir a los posibles agresores de que se encuentra cerca de un animal realmente peligroso. Estos animales pueden mudar su piel hasta unas cuatro veces por año, y en cada uno de estos intercambios, pueden desprenderse de los tejidos viejos simplemente desplazándose por fuera de ellos, dejando una capa de piel completa en el terreno.
Los cocodrilos, por su parte, poseen escamas alisadas y extensas en su abdomen, pero sobre su lomo se ubica una verdadera coraza que se encuentra protegida por secciones de hueso, lo cual le otorga una gran resistencia ante la posibilidad de ataques.
Los camaleones cuentan con escamas rígidas que conforman una cresta en su lomo, siendo esta una de las principales características propias de este tipo de animales. Tanto los camaleones como los lagartos, tortugas y cocodrilos poseen un proceso de recambio de piel lento y progresivo, por lo que dicha modificación no puede ser percibida con facilidad.
Los tiempos de recambio se ven estrechamente vinculados con las condiciones ambientales, que determinan el desgaste que la misma debe sufrir, además de influir también la edad del ejemplar, ya que los individuos más jóvenes realizan más cambios de piel que los adultos.
LA REGULACIÓN DE LA TEMPERATURA
Una de las características más destacadas de los reptiles es su capacidad de controlar su temperatura corporal para adaptarse a las características del entorno, por lo que son animales de sangre fría. Esto no significa que posean un sistema propio de regulación térmica, sino que se valen de las características del entorno para poder mantener el equilibrio en ese sentido.
El clima ideal para el desarrollo de los reptiles es el cálido, y cuando las temperaturas ambientales descienden, pueden aumentar su temperatura exponiéndose al sol. En cambio, cuando la temperatura es muy elevada, suelen optar por mantenerse a la sombra.
En determinadas circunstancias, su temperatura corporal puede significar la vida o la muerte. Por ejemplo, necesitan calor para poder digerir el alimento, y especies como las serpientes pueden llegar a morir si luego de ingerir una presa de grandes dimensiones no se exponen al sol para evitar el enfriamiento de su alimento en el interior de su organismo.
El calor les proporciona la capacidad de acrecentar su flujo sanguíneo, mejorando así el proceso de digestión.
Cuando se encuentran en climas fríos, suelen poseer una temperatura corporal baja que los vuelve muy indefensos frente a posibles atacantes, ya que se tornan seres lentos y con capacidades de detección de amenazas reducidas. Esto se debe a que en estas condiciones, se alimentan menos o directamente no ingieren ningún nutriente, lo que los expone al riesgo de enfermarse o incluso fallecer.
Los lagartos suelen encontrarse sobre las rocas en horas de la mañana, absorbiendo calor hasta alcanzar la temperatura adecuada para salir a buscar su alimento. En horas del mediodía y durante la franja horaria de mayor calor, se retiran hacia la sombra. Los cocodrilos, por su parte, reducen su temperatura corporal manteniendo su boca abierta, facilitando la evaporación de la humedad de su cuerpo. Al desarrollarse en ámbitos acuosos, este medio les permite calentarse en épocas frías y enfriarse en períodos de calor.
Algunas serpientes que habitan en el desierto han desarrollado un método particular de escapar de la exposición directa del sol cuando no existen elementos bajo los cuales cubrirse en varios kilómetros a la redonda. Para evitar el calor, algunas especies son capaces de enterrarse en la arena, dejando únicamente su cabeza en la superficie, logrando así disminuir su temperatura, protegerse de predadores y, además, esperar el paso cercano de alguna posible presa.
SUS SENTIDOS
El desarrollo de los sentidos de los reptiles ha sido muy variado a lo largo de millones de años de evolución, destacándose ciertas capacidades sobre otras que inclusive han resultado totalmente anuladas en algunas especies. En tanto, también se han desarrollado sentidos que no poseen otros tipos de animales como los mamíferos, y que les permiten reconocer su hábitat, ubicar presas o encontrar una pareja para reproducirse.
Como consecuencia de la evolución y las necesidades particulares de cada especie y cada región de desarrollo, los distintos tipos de reptiles poseen características particulares con las cuales ven, huelen, escuchan y sienten los elementos que se ubican en su entorno.
El sentido de la vista se encuentra muy desarrollado en las iguanas, las cuales son capaces de distinguir una gran cantidad de colores a tal punto que emplean sus pigmentos corporales para distinguirse y comunicarse entre sí. Por su parte, el camaleón posee el tipo de visión más precisa y sofisticada dentro de los vertebrados, con ojos practicamente independientes entre sí, lo que le permite tener una visión de casi 360°, esto le facilita la detección de potenciales depredadores así como de presas.
Por otra parte, los órganos visuales de ciertos reptiles se encuentran bien protegidos, como es el caso de los cocodrilos, que cuentan con un segundo párpado, y de algunas serpientes, las cuales no pueden cerrar sus ojos y los mantienen tras una cubierta rígida.
El olfato se encuentra muy desarrollado en las serpientes, las cuales son capaces de oler a través de su lengua y de algunas células sensoriales ubicadas en el paladar y conocidas como órgano de Jacobson. Con la lengua, estos animales envían a dicho órgano partículas del entorno, lo cual les otorga una percepción precisa que es de gran ayuda para capturar a la presa o prevenirse de peligros.
En muchos reptiles, los órganos olfativos también pueden captar la humedad presente en el aire, facilitando las tareas de búsqueda de agua.
La audición en los reptiles no se encuentra muy desarrollada, e inclusive este tipo de animales carecen de oído externo. En cambio, cuentan con una membrana y un pequeño hueso que replica las vibraciones sonoras generadas en el ambiente. Entre los reptiles, son los lagartos los que poseen este sentido más desarrollado, mientras que las serpientes no cuentan ni con oídios medios ni con tímpanos, y se limitan a percibir vibraciones del suelo a través de sus huesos.
En tanto, el tacto se encuentra muy bien desarrollado en la mayoría de los reptiles, los cuales cuentan con numerosas terminaciones nerviosas en su piel que les permiten detectar el contacto físico o la cercanía térmica de algún otro ser vivo. En ciertas especies como los camaleones o las iguanas, el sentido táctil les suministra la información necesaria como para poder aferrarse con la suficiente fuerza a los troncos y superficies en las cuales se mantienen suspendidas.
Los cocodrilos tienen un tacto bien desarrollado en su boca, y uno de sus modos de atrapar presas pequeñas es mantenerse con las fauces abiertas y, ante el menor estímulo externo sobre su lengua, cierran las mandíbulas rápidamente para hacerse de su alimento.
MÉTODOS DE ATRACCIÓN
Al igual que otras especies animales, los modos por el cual los reptiles intentan atraer a su pareja para reproducirse son tan variados como llamativos. Las épocas de apareamiento de estos seres son relativamente cortas, ya que la mayor parte del tiempo es empleado para realizar la termorregulación, la búsqueda de alimento y la defensa de posibles amenazas.
El comportamiento reproductivo de los reptiles se encuentra íntimamente ligado a la temperatura del ambiente y el fotoperíodo.
Entre los métodos que poseen los reptiles para atraer a su presa, se destaca el del lagarto anolis, este posee sacos de color rojo, por debajo de su garganta, que son inflados para seducir a las hembras o para competir con otros machos por una de ellas.
Otros tipos de lagartos emplean variaciones en su coloración, o despliegan crestas y abanicos para atraer a sus hembras o agredir a otros machos.
Cuando las tortugas se encuentran en época de apareamiento, el macho roza su cuerpo contra un costado del cuerpo de la hembra, y al igual que otras especies, dos tortugas pueden llegar a enfrentarse por copular con una misma hembra.
Los lagartos monitor machos, por su parte, se trenzan en combates cuerpo a cuerpo donde los individuos en cuestión se alzan sobre sus patas traseras y su cola hasta que uno de ellos desista de aparearse con una hembra en disputa.
Las serpientes, en tanto, también pueden llegar a iniciar un breve combate por la copulación de una hembra, y cuando uno de los machos ha encontrado a su pareja, solo necesita unir unir su cloaca con la de la hembra, ya que esta funciona tanto como aparato reproductor como urinario. Cuando una serpiente ha colocado un huevo, es capaz de evaluar las condiciones en las cuales nacerá el nuevo individuo y, en caso de ser necesario, puede retardar su fertilización durante un tiempo.
SUPERVIVENCIA
Los reptiles poseen una gran diversidad de mecanismos para adaptarse a las diferentes condiciones climáticas o defenderse de posibles amenazas sobre ellos mismos o sus crías. Para ello, emplean desde el camuflaje, hasta la emanación de olores fétidos, el lanzamiento de sangre o la simulación, entre otras técnicas.
El clamidosaurio australiano es quizás uno de los reptiles que posee una forma de defensa de lo más llamativa. Cuando se siente amenazada ante la presencia de un depredador, despliega un anillo de piel que posee en los alrededores de su cabeza, y que visto de frente, aparenta cuadriplicar el tamaño del animal. Además, abre su boca, agita su cola y balancea sus piernas en una actitud amenazante, intentando generar miedo en su adversario.
En tanto, la tortuga almizclera emana un potente olor fétido cuando se ve amenazada. Este mecanismo de defensa se logra gracias a una serie de glándulas que posee en la parte posterior de su cuerpo. Cuando ciertas especies de serpientes se sienten amenazadas, simulan morir, para lo cual se retuercen y se tienden con el abdomen hacia arriba, dejando su lengua colgando.
La supervivencia de los lagartos depende en gran medida de su capacidad para camuflarse con el entorno. El que posee cualidades más desarrolladas para el camuflaje es el camaleón, cuya piel cambia de color al sentirse amenazado para intentar confundirse con el entorno. Este efecto puede lograrse gracias a una serie de hormonas que inciden sobre las células pigmentadas que reaccionan además ante los cambios de temperatura, de luz y de otras modificaciones ambientales.
Algunos lagartos también pueden desprenderse de su cola en caso de ser necesario. Cuando por algún motivo esta ha quedado atrapada, o algún predador ha cazado al individuo por esa sección del cuerpo, cuentan con la capacidad de fracturar los huesos de su cola a través de la contracción de sus músculos. La nueva extremidad vuelve a regenerarse al cabo de unos pocos meses, consumiéndole una gran cantidad de energía y disminuyendo en forma considerable su expectativa de vida.
PELIGRO DE EXTINCIÓN
Son diversas las causas que exponen a los reptiles a su extinción. De hecho, algunos tipos de reptiles han desaparecido recientemente del planeta y en otros casos solo quedan unos pocos ejemplares.
Entre las causas que más afectan a este tipo de animales se encuentra su captura por parte del hombre, ya sea para conservarlos como mascotas o para realizar artículos con sus pieles, como billeteras, botas, sombreros y camperas, entre otros. Por otra parte, sus hábitats se encuentran constantemente amenazados por la reducción de las áreas naturales para realizar tareas extractivas. La inserción de especies foráneas por acción del hombre en determinadas regiones también suele romper el equilibrio natural de dicho espacio, en el cual algunas especies corren el riesgo de extinguirse.
Entre los reptiles en estado crítico, se encuentran la tortuga terrestre común, tortuga terrestre patagónica, tortuga casquito, lagartija salinera, lagartija del Canquel, ranita marmórea, ranita montana, ranita de Koslowsk, yacaré negro, tortuga verde, tortuga canaleta, lagartija montana y la lagartija costera, entre muchas otras. Un caso paradigmático es el de la tortuga “george”, un tipo de tortuga gigante que habitó en las Islas Galapagos, era el único ejemplar existente, por lo que su extinción era inminente, finalmente murió en el año 2012 y oficialmente pasó a estar extinta la especie.
De todas las especies de reptiles, son las serpientes las que se encuentran más amenazadas, ya que a pesar de las prohibiciones y los esfuerzos realizados por diversas organizaciones, su piel sigue siendo codiciada por muchas de personas, por lo que existe un importante mercado negro que requiere de la captura de una gran cantidad de ejemplares.
Algunas curiosidades
¿Por qué las serpientes se tragan a sus presas enteras?
Las serpientes son carnívoras, pero como carecen de la dentadura adecuada, se tragan a sus presas enteras, aunque las superen en tamaño. Para ello, su boca y su cuerpo tiene que experimentar una gran dilatación. Presentan dientes curvados hacia dentro para retener a sus víctimas, y algunas son capaces de producir un veneno que las paraliza e incluso las mata. El aparato digestivo hace el resto del trabajo.
¿Cuál es el único vertebrado con caparazón?
Existe un único animal vertebrado que además de espina dorsal posee caparazón: la tortuga. A diferencia de los de otros animales, el caparazón de la tortuga está hecho de hueso cubierto de queratina.