Jefe Joseph

Joseph nació en 1840, en el valle de Wallowa, el territorio de la ondulante agua, al noreste de Oregón, el lugar de nacimiento de su padre y de sus antepasados. Como líder de los nez percé, destacó por su papel en las guerras por defender a su pueblo y, especialmente, por su elocuencia y sus discursos.

Óleo del jefe Joseph, líder de los nez perce.

primeros años

Desde su primer encuentro con cazadores de pieles blancos, hacia 1750, los shoshoni habían vivido siempre en paz con los blancos. Mientras Joseph crecía, cada vez se introducían más blancos en el territorio de la tribu. En 1855, los nez percé se declararon dispuestos a renunciar a una parte de su territorio en favor de los Estados Unidos. El territorio era inmenso y ofrecía suficiente espacio para todos. Sin embargo, pronto se mostraría que la ambición de los colonos, que cada vez querían más tierra, jamás sería satisfecha.

¿Sabías qué?
Al nacer, Joseph recibió el nombre de Hin-mah-too-y ah-lah-ket, que significa “trueno que rueda de las montañas”. Su padre, Tu-eka-kas, era llamado por los blancos “Old Joseph”, por eso llamarían a su hijo “Young Joseph”.

En 1863, el gobierno convenció a algunos jefes de los nez percé para que renunciaran a la mayor parte del territorio que les quedaba y se fueran a la reserva de Lapwai, en el actual estado de Idaho. Joseph tenía entonces veintitrés años. Dos terceras partes de todos los jefes indios, entre ellos también el padre de Joseph, se negaron a firmar ese acuerdo. Lo llamaron el “acuerdo del robo” y no se preocuparon de lo que ponía. Siguieron viviendo como hasta entonces, sin preocuparse lo más mínimo de los límites de la reserva.

asume el liderazgo

En 1871, Joseph sucede a su padre en el puesto de jefe. En los últimos años, los ganaderos blancos se habían adentrado hasta el valle de Wallowa para establecerse allí. Joseph estaba muy dolido con aquellos colonos:

“Nos robaron muchos caballos y no pudimos recuperarlos porque éramos indios. Espantaron a muchas de nuestras reses. Algunos hombres blancos reunieron a nuestras terneras y las marcaron con su propio hierro, con el fin de que fueran declaradas de su propiedad. No teníamos ningún amigo que pudiera representar nuestros intereses ante los tribunales blancos”.

El comisario jefe para Asuntos Indios en Oregón invitó a Joseph a una consulta y le explicó que ahora su tribu tenía que irse a la reserva de Lapwai, independientemente de si quería ir o no.

Al principio, los funcionarios de Washington se pusieron al lado de Joseph. La Oficina de Asuntos Indios declaró que el valle de Wallowa seguía perteneciendo a la tribu de Joseph, ya que él jamás firmó el convenio de 1863. Los blancos recibieron la orden de abandonar el territorio, pero se negaron.

En su lugar, construyeron carreteras y puentes y amenazaron a los indios con expulsarlos violentamente. Como quiera que cada vez eran más los blancos que venían a asentarse en ese territorio, el gobierno retiró su decisión.

Territorio tribal de los nez percé.

negociador y diplomático

En 1875, el presidente Grant concedió a los blancos libertad para la colonización del valle de Wallowa. Joseph quería evitar una dura confrontación y se fue a otra zona del valle, lejos de los asentamientos, cada vez más numerosos, de los blancos. “Si la tierra nos pertenecía antes, entonces nos sigue perteneciendo, ya que nosotros jamás la hemos vendido”. Ésa era su convicción. Sin embargo, la situación se volvió cada vez más tensa. Dos ganaderos blancos acusaron a un joven indio del robo de ganado y lo mataron a tiros. Joseph pidió a su pueblo que conservara la calma, pero los colonos tenían miedo de que se produjera un levantamiento y pidieron protección militar.

Cuando, finalmente, en mayo de 1877, el general de brigada Oliver Otis Howard recibió la orden de enviar sus tropas al valle de los nez percé, la confrontación se hizo inevitable. Joseph se había visto siempre a sí mismo como un diplomático y hasta el 17 de junio de 1877 jamás había participado en una batalla. La guerra de los nez percé duró todavía hasta el otoño de 1877.

estratega militar

Joseph y los demás jefes indios se reunían durante las batallas para asesorarse y planificar juntos la estrategia. De acuerdo con la tradición de la tribu, ninguno de esos jefes tenía más poder que los otros. Sin embargo, cuanto más duraba la guerra contra el ejército, más claro estaba que Joseph se convertía en la figura simbólica de la resistencia. Incluso sus enemigos tuvieron que reconocer que era un estratega militar genial, “un Napoleón indio”, como escribían los periódicos. Y eso sin ninguna experiencia militar que pudiera haberlo guiado. “El Gran Espíritu”, así lo indicó él, “habla al corazón y a la cabeza de un hombre y le dice cómo debe defenderse”.

La banda del jefe Joseph hacia 1877.

fin de la rebeldía

Finalmente Joseph fue derrotado por el General Miles. El 5 de octubre de 1877 presentaba su rendición:

“Decidle al general Howard que conozco su corazón. Lo que me dijo antes, lo tengo en mi corazón. Estoy cansado de luchar. Han matado a nuestros jefes. Cristal Observador está muerto. Too~hul~hul~suit está muerto. Todos los ancianos están muertos. Ahora son los jóvenes los que tienen que decir «sí» o «no» (es decir, votar en el consejo). El que conducía a los hombres jóvenes (el hermano de Joseph, 0llokot) está muerto. Hace frío y no tenemos mantas. Los niños pequeños se mueren de frío. Mi pueblo, algunos de ellos, ha escapado a las colinas y no tiene ni mantas ni comida. Quiero tener tiempo para cuidar a mis hijos y ver a cuántos de ellos puedo encontrar, tal vez los encuentre entre los muertos. Escuchadme, queridos jefes; mi corazón está enfermo y cansado. ¡Desde este momento, en esta posición del sol, no lucharé ya más!”. Se les prometió que volverían a Idaho, pero la promesa no se cumplió. Cuando Joseph lo supo sólo comentó: ¿Cuándo aprenderá el hombre blanco a decir la verdad?”.

Fueron conducidos a la reserva de Ponca, donde morían por las epidemias. “Jamás debieron traernos a una tierra donde el clima resulta un veneno para nuestra salud, a un sitio donde nosotros no podemos vivir, donde la tierra no nos deja vivir”, dijo Joseph. En primavera de 1879, Joseph viajó a Washington para presentar sus protestas sobre la vida en la reserva de Ponca ante altos funcionarios del gobierno. “Quiero que los blancos aprendan a entender a mi pueblo”, les indicó:

“Algunos de vosotros consideráis a los indios como salvajes. Eso es un gran error. Os hablaré de mi pueblo y después podréis opinar si un indio es una persona o no… Hace tiempo que llevo una pesada carga, ya desde que era un niño.Entonces aprendí que nosotros éramos sólo unos pocos, pero que había muchos, muchos hombres blancos y que no podríamos igualamos con ellos. Éramos como corzos. Ellos eran como osos grizzli.

Nosotros teníamos poca tierra, ellos poseían mucha tierra. Nosotros estábamos contentos de dejarlo todo tal como estaba, como un día lo había creado el Gran Espíritu. Los blancos no, ellos cambiaron el cauce de los ríos, trasladaron montañas, si les gustaban de otra forma… De que se haya llegado a la guerra, les echo la culpa por igual a nuestros jóvenes guerreros y a los hombres blancos.

Culpa tiene el general Howard, que no dio suficiente tiempo a mi pueblo para reunir a sus manadas en Walowa. Él no tenía ningún derecho a expulsarme de Walowa. Juro que ni mi madre ni yo jamás vendimos este territorio. Sigue siendo nuestro territorio. Quizá ya jamás sea nuestra patria, pero los restos de mi padre descansan allí y yo lo quiero así, de la misma forma que amo a mi padre. Me fui de allí para evitar un derramamiento de sangre… Si el hombre blanco quiere vivir con nosotros en paz, entonces habrá paz. No tiene por qué haber más levantamientos. Tratad a todas las personas como iguales. Dad a todos la misma posibilidad para vivir y crecer. Todas las personas han sido creadas por el Gran Espíritu. Todos son hermanos. La Tierra es la madre de todas las personas y todas las personas deben tener los mismos derechos sobre ella… Si el hombre blanco nos trata como trata a su igual, no habrá ninguna guerra. Entonces todos tendremos los mismos derechos, como los hermanos de un mismo padre y una misma madre, con un cielo sobre nosotros y una tierra a nuestro alrededor y un gobierno para todos”.

Impresión que resumen la rendición del Joseph.

nuevos asentamientos

Entre tanto, miles de personas apoyaban la causa de Joseph en todo el país. El coronel Miles, que ya era general, y otros blancos influyentes presentaban constantemente solicitudes ante el gobierno. En la primavera de 1885, los nez percé fueron autorizados, por fin, a abandonar la reserva de Ponca y a regresar al noroeste. De las cuatrocientas diecisiete personas que habían capitulado con Joseph, solamente vivían doscientas sesenta. Cuando llegaron a Idaho, fueron separadas en dos grupos. Uno de ellos fue llevado bajo escolta militar a la reserva de Lapwai. Joseph y los otros fueron enviados a la reserva de Colville, en el estado de Washington. Joseph seguía confiando en el regreso a Wallowa.

“Quiero vivir allí otra vez”, le contó a un amigo, “donde están enterrados mi padre y mi madre, yo estaría satisfecho si el gobierno le diera allí a mi pueblo un pequeño trozo de tierra y un maestro”.

En el año 1900 visitó el valle por primera vez desde la guerra. Habían pasado más de veinte años. Alambradas y canales de regadío atravesaban la tierra y, en los recodos del río Wallowa, habían crecido ciudades. Sin embargo, en realidad, el valle no había cambiado. Ciertamente, ahora las personas vivían en casas de piedra en lugar de tipis; pero, seguían criando reses y caballos, lo mismo que los indios entonces. Joseph visitó la tumba de su padre y participó en una reunión pública en la que se le comunicó que ni a él ni a su tribu se le vendería jamás terreno en ese valle.

muerte

Joseph terminó su vida en la reserva de Colville. Seguía viviendo en un tipi y no en una casa, que el gobierno había puesto a su disposición. El 21 de diciembre de 1904, se desmayó delante del fuego en su tipi y murió. Tenía sesenta y cuatro años. El médico de la reserva confirmó como causa de su muerte “un corazón roto”. En su entierro, su sobrino Lobo Amarillo dijo: “Joseph ha muerto, pero sus palabras no han muerto. Vivirán siempre”.

 

Caballo Loco

Caballo Loco (tashunenke-witko) nació en 1845 en la actual Dakota Sur, al este de Paha Sapa, las Colinas Negras. Era el hijo de un hombre medicina oglala del mismo nombre. Su madre murió cuando él era un niño, y su padre tomó a su hermana como una esposa y ella le ayudó a criar a Caballo Loco. Este fue uno de los caciques que batalló y guio con éxito a su tribu.

Existe poco registro fotográfico sobre Caballo Loco; sin embargo, esta se cree que fue uno de los pocos retratos que se obtuvieron de él previo a su muerte.

primeros años

Antes de que él cumpliese 12 años, ya había matado un búfalo y recibido su caballo propio. Presenció la batalla contra Grattan, y más tarde la destrucción del poblado sioux por parte del general William Harney; experiencias que le ayudaron a formar su actitud frente a los blancos. Con 16 años, adoptó el nombre de su padre y participó por primera vez en una incursión como guerrero. La incursión tuvo éxito, pero Caballo Loco recibió una herida en la pierna. Condujo su primera guerra antes de cumplir los veinte años y llegó a ser muy conocido entre las bandas sioux por su coraje en la guerra de Nube Roja(1865-1868) y por su papel clave en la destrucción de la brigada de Fetterman en Fuerte Phil Kearny en 1867.

líder lakota

Caballo Loco se ganó su reputación entre los Lakota no solo por su habilidad y osadía en la batalla, sino también por su fiera determinación por preservar la forma de vida tradicional de su gente. Se negó, por ejemplo, a permitir que se le tomase cualquier fotografía. Peleó para impedir la invasión Estadounidense en las tierras lakota que siguieron al tratado de Fuerte Laramie 1868, contra hombres enviados por Custer a las Colinas Negras en 1873.

tratado de fuerte laramie

Con el tratado de Fuerte Laramie de 1868, Nube Roja acordó su traslado a las tierras de la reserva. Cuando el Departamento de Guerra ordenó que todos los Lakotas se agruparan en sus reservas en 1876, Caballo Loco se convirtió en un líder de la resistencia. Se alió con los cheyennes por su matrimonio con una cheyenne, y reunió más de 1200 seguidores oglalas y cheyennes que atacaron a Crook el 17 de junio de 1876, en la guerra batalla de Rosebud.

Después de esta victoria, Caballo Loco unió sus fuerzas a las de Toro Sentado. El 25 de junio de 1876, en la batalla de Little Bighorn, Caballo Loco condujo el ataque victorioso sobre los hombres de Custer desde el norte y oeste, mientras guerreros del jefe Gall atacaban desde el sur y oeste. Tras la victoria de Little Bighorn Toro Sentado y el jefe Gall se retiraron a Canadá, pero Caballo Loco permaneció.

El siguiente otoño e invierno, el Coronel Miles condujo al 5º de Infantería en un seguimiento implacable de los indios, haciéndoles difícil a obtención de alimento. Sobre el 8 de enero de 1877 Caballo Loco condujo a 800 guerreros en un ataque sorpresa, pero los obuses de los militares los repelieron. Cada vez más bandas se rendían. Caballo Loco recibió la promesa de Crook, a través de Nube Roja, de que si se rendían, su gente tendría una reserva en su territorio del río Powder. Su gente estaba cansada y hambrienta, por lo que Caballo Loco se entregó con cerca de sus 800 seguidores en el Fuerte Robinson (Agencia de Nube Roja) el 5 de mayo de 1877. A excepción de Gall y Toro Sentado era el último jefe importante que faltaba por rendirse. Pero la promesa de la reserva comenzó a desvanecerse.

Caballo Loco y su banda rumbo a su entrega.

¿Sabías qué?
El verdadero nombre del Caballo Loco era Tashunca Uitco,era el mejor conocido para su valor y ferocidad en la batalla, también fue reconocido en su tribu como un líder emocional que hizo todo lo posible conservar el modo de vida Lakota.

últimos días

Caballo Loco permaneció en el Fuerte, y su presencia ocasionó inquietud entre los indios y sospecha entre los blancos. Permaneció distante de estos últimos, rehusando una invitación del Presidente Rutherford Hayes. Haciendo caso a rumores infundados de que Caballo Loco planeaba una rebelión, el general Crook ordenó su arresto aprovechando que había abandonado el fuerte para llevar a su esposa enferma junto a sus padres. Se presentó en el Fuerte el 5 de septiembre de 1877. Se resistió a ser arrestado. Mientras se intentaba recobrar el control de la situación, un soldado le atravesó con su bayoneta. Caballo Loco murió esa noche.

“Sus padres trajeron su cadáver y lo pusieron en una caja. Vi a los dos ancianos yendo solos con el cadáver de su hijo. Nadie los siguió. Se fueron solos y aún los veo marchar. Jamás describieron el sitio al que llevaron el cuerpo de su hijo. Nadie sabe hoy dónde reposa. No importa dónde repose su cuerpo, pues es hierba; pero será bueno estar donde su espíritu se halle”.

Tecumseh

Tecumseh nació en el actual Ohio en 1768. El paso de un meteorito auguró a los shawnes que el recién nacido llegaría a ser importante. Era hijo de un jefe shawne que murió combatiendo a los blancos cuando Tecumseh todavía era joven. La muerte de su padre marcó su odio hacia cualquiera que quisiera invadir su territorio.

Representación artística Tecumseh, basada en un grabado de 1868.

jefe indígena

A los veinte años, Tecumseh ya se había convertido en líder de su pueblo. Cuando el avance de los colonos amenazó la vida pacífica de los indios del valle de Ohio, Tecumseh agrupó a las tribus de la zona colindante para enfrentarse a los blancos. Peleó con Little Turtle contra los ejércitos de Josiah Harmar y Arthur St. Clair. En 1794, Tecumseh tomó parte en la batalla contra el general Anthony Wayne, en la que fueron vencidos.

Tras esta derrota, muchos líderes firmaron el tratado de Greenville, que forzaba a desplazarse a los indios al noroeste de Ohio. Tecumseh se negó a firmar. Llegó a ser conocido por su oposición a cualquier cesión de tierra india a los blancos, sosteniendo que una cesión de tierra por parte de una tribu no era legal sin la aprobación de las demás. Él y su hermano Tenskwatawa, un visionario religioso conocido como “El Profeta”, se rebelaron contra la adopción de las costumbres de los colonos, especialmente contra la introducción del alcohol.

Tecumseh luchó toda su vida para asegurar a su gente la permanencia en su tierra natal y la continuación de sus costumbres, tradiciones y religión. Soñaba con una nación india unida desde las Montañas Appalaches hasta el Golfo de Méjico.

nuevos asentamiento

En 1808 comenzaron a llegar más colonizadores y se reubicaron en Prophetstown (Indiana), donde trataron de formar una alianza con un gran número de tribus. Tecumseh viajó hasta Iowa y el golfo de México en busca del apoyo de los indios. Prophetstown comenzó a aumentar sus habitantes, lo que preocupó a los estadounidenses, que temían una sublevación india.

En 1811, estando Tecumseh de viaje, William Henry Harrison acampó a sus sus tropas cerca de los indios de Prophetstown. Tecumseh había advertido a su hermano que no peleara contra los estadounidenses mientras él estaba fuera, pero su hermano no escuchó.

Batalla de Tippecanoe

Tuvo lugar en el año 1811 y enfrentó al ejército de los Estados Unidos de América liderado por William Henry Harrison, gobernador del territorio de Indiana, contra los guerreros de la confederación de pueblos tribales aliados bajo el mando de Tecumseh de la tribu de los Shawnee. La batalla se desarrolló a las afueras de Prophetstown, cerca de la actual Battle Ground, Indiana, y forma parte de la conocida como Guerra de Tecumseh, a la que siguió la Guerra de 1812. Aunque la facción de Harrison sufrió un mayor número de bajas pese a contar con un contingente de hombres superior, la batalla se interpretó como una importante victoria política y simbólica para las fuerzas norteamericanas.

Tenskwatawa creía que poseía facultades que protegerían a los guerreros en la batalla y condujo a los indios contra las tropas de Harrison. Cuando los indios se dieron cuenta de que “el Profeta” no podía protegerlos, se retiraron al bosque. Prophetstown quedó indefenso y el ejército de Harrison lo destruyó todo.

Impresión que muestra a Tecumseh protegiendo a prisioneros durante la Guerra de 1812.
¿Sabías qué?
Aunque la batalla de Tippecanoe significase un pequeño avance de los estadounidenses, fue un gran golpe para Tecumseh y su sueño.

últimos días

Con todas las provisiones perdidas y la reputación de su hermano destrozada, nadie quiso seguirle. Tecumseh peleó con los británicos en la Guerra de 1812. Pensaba que si los ingleses ganaban, premiarían a los indios y les permitirían volver a su tierra natal.

Tecumseh murió en la Batalla del Thames (Moraviantown), cerca de Thamesville, Ontario, al ser abandonado por los refuerzos británicos. Esto sucedió el 5 de octubre de 1813, tenía 44 años.

Pintura de la muerte de Tecumseh en la batalla de Moraviantown.

Toro Sentado

Toro sentado nació en 1831 en las cercanías del Gran River, en el actual estado de Dakota del Sur. Su etnia, los hunkpapas, pertenecía a las siete tribus que formaban el poderoso pueblo de los sioux teton. Fue elegido en un época de máximo peligro para su pueblo como guía de su tribu. 

Retrato de Toro Sentado hacia 1885.

JUVENTUD

Mientras Toro Sentado se iba convirtiendo en un adolescente, rodaban ya las primeras columnas de carromatos por el Oregon Trail hacia el Oeste. Sin embargo, el Trail se encontraba un buen trecho al sur del territorio de los hunkpapas, de forma que, hasta entonces, ningún soldado o colono blanco había invadido su país.

Toro Sentado era todavía muy joven cuando fue acogido en la comunidad secreta de los “Corazones Fuertes”. La participación en esa comunidad de guerreros suponía un gran honor. Pronto, Toro Sentado contaría hasta más de sesenta victorias personales sobre sus enemigos. Su fama como guerrero creció y fue nombrado jefe en 1860. Mientras tanto, su tribu había notado cada vez más claramente la invasión de los blancos.

Algo más al Este, cada vez más colonos afluían a la Gran Pradera de los hunkpapas y, en el Oeste, los soldados protegían la construcción del nuevo Bozeman Trail, que conducía del Oregon Trail hacia los florecientes campamentos de los buscadores de oro alrededor de Virginia City, en la actual Montana. Para Toro Sentado, la invasión de los blancos era un motivo de preocupación tan serio como si tribus enemigas planificaran una invasión y contemplaba sus actividades con creciente encono.

primeros enfrentamientos

En 1866, tropas del ejército se introdujeron profundamente en el territorio de los hunkpapas para construir el Fort Buford en la desembocadura del Yellowstone en el Missouri River, en el actual estado de Dakota del Norte. Toro Sentado veía el Fort Buford como una amenaza y respondió con varios ataques de los “Corazones Fuertes” a los asentamientos cercanos. Los soldados y los colonos estaban aterrorizados y asustados en doscientas millas río abajo y río arriba. Ese mismo año, Nube Roja, el jefe de los sioux oglala, atacó también fuertes del ejército y asaltó caravanas en el Bozeman Trail. En 1868, por fin, el gobierno se vio obligado a tratar con los indios sobre un acuerdo de paz. Los representantes de ambas partes se reunieron en Fort Laramie.

Mapa del territorio de Dakota en 1878 donde se señala la ubicación de Fort Buford (ND) y la Reserva Militar de Fort Buford.

El gobierno se declaró dispuesto a cerrar de nuevo el Bozeman Trail, ofreció a los sioux y a sus aliados un extenso territorio de sus propias tierras como reserva duradera y, al oeste de esa reserva, el territorio del Powder River en Wyoming debería quedar para siempre como zona de caza de los indios.

En consecuencia, el acuerdo decía: “Ninguna persona blanca recibirá autorización para la colonización u otra dedicación de la tierra (en el Powder River) ni se le permitirá atravesar el territorio sin la autorización de los indios”.

Toro Sentado, al igual que otros jefes sioux y cheyenes, se había negado a participar en esas conversaciones. Toro Sentado advirtió que aunque el acuerdo parecía, a primera vista, muy generoso, en realidad a los sioux les quitaba una gran parte de su territorio.

Durante dos semanas, los intermediarios lo intentaron todo para convencer a los sioux de que vendieran las Back Hills, pero ningún jefe indio se atrevía a vender la sagrada tierra. Cuando la delegación regresó a Washington con las manos vacías, el gobierno se decidió por un acto de fuerza con todas las consecuencias: En caso de que los indios no aceptaran la venta de las Black Hills, se les quitarían las tierras en el Powder River, que no pertenecían a la reserva de los sioux.

En noviembre de 1875, el comisario para Asuntos Indios anunció que todos los indios que vivían en el Powder River suponían una amenaza para el sistema de la reserva. Toro Sentado y los otros jefes indios que habían negado su firma recibieron la orden de irse inmediatamente a la reserva. Como no respetaron esta orden, fueron enviadas tropas del ejército para dar con los indios enemigos y llevarlos por la fuerza a la reserva.

Cuando las tropas se pusieron en marcha, miles de guerreros indios se reunieron para luchar contra los blancos. Toro Sentado había enviado emisarios a todas las tribus de los sioux y cheyenes invitándoles a un gran consejo de guerra en el Rosebud Creek en Montana del Sur.

Finalmente, se habían reunido unos quince mil indios, entre ellos aproximadamente de cuatro a cinco mil guerreros. El campamento se extendía tres millas de largo por media de ancho a lo largo del Rosebud Creek. La guerra había comenzado.

Dibujo autobiográfico de Toro Sentado en batalla.

¡a la batalla!

Nube Roja, de los sioux oglala, que ocho años antes había ganado su guerra contra el ejército de Estados Unidos, no participó esta vez. Se había decidido por no participar en esa guerra y había pedido a sus seguidores que se quedaran con él en la reserva. Sin embargo, muchos jóvenes, entre ellos uno de sus hijos, no siguieron su consejo. Se unieron a los rebeldes dirigidos por Caballo Loco, que había sido elegido como jefe de guerra de los oglala, en lugar de Nube Roja. Mientras se preparaban para la lucha, los sioux organizaron su sagrada ceremonia de la danza del sol.

Chamán

Sucedía que Toro Sentado no solamente era jefe de guerra sino también jefe espiritual (chamán u hombre medicina) y pidió, según el viejo ritual, la ayuda del Gran Espíritu. Entre tanto, había cumplido cuarenta y cinco años, era un hombre vigoroso de casi un metro ochenta de estatura, con poderosa cabeza y una nariz aguileña, y señales de cicatrices de la viruela. Sus movimientos seguían siendo lentos y pausados y cojeaba de su lisiado pie izquierdo, debido a una herida en su primera incursión guerrera.

Había pintado sus manos y pies de rojo y su espalda a franjas azules, que debían representar el cielo. Un hermano guerrero se arrodilló a su lado. Con una afilada lezna, levantó cincuenta pequeñas tiras de piel de los brazos de Toro Sentado, desde el hombro hasta la muñeca. Mientras manaba la sangre y las heridas se costrificaban, Toro Sentado comenzó el lento, rítmico baile, según la antigua costumbre; se levantaba y agachaba sobre la punta de los pies, mientras dirigía la cara hacia el sol y rezaba. Bailó sin interrupción durante todo un día y una noche y siguió hasta bien entrado el día siguiente, sin comer ni beber, hasta que cayó agotado al suelo. Entonces, tuvo una visión del sueño por el que había rogado en la oración. Vio caer soldados del cielo como saltamontes, con las cabezas agachadas, de las que se caían sus sombreros, en medio del campamento de los sioux.

Cuando Toro Sentado recobró el conocimiento, anunció una gran victoria de los sioux. Mientras él bailaba y rezaba, tres columnas del ejército se acercaban desde el sur, el este y el oeste, al campamento de los indios.

La primera columna que fue avistada por los centinelas indios el 16 de junio, era la del general George Crook. A la mañana siguiente, los guerreros sioux y cheyenes, bajo el mando de Caballo Loco, llevaron a cabo un ataque sorpresa contra Crook, que estaba acampado con sus soldados a la orilla del Rosebud.

La batalla de Rosebud terminó en empate. Crook fue salvado por sus rastreadores absarokes y shoshonis, que pudieron rechazar varios ataques de los sioux. Sin ellos, los blancos habrían sido neutralizados. Caballo Loco se retiró y abandonó el campo de batalla. Aun así, había detenido la marcha del general y sus soldados, les había infringido pérdidas tan elevadas que las tropas de Crook no pudieron ser utilizadas en las cuatro semanas siguientes. Después de esa batalla, los sioux y cheyenes trasladaron su campamento a la orilla occidental del Little Bighom River. Una semana después, Toro Sentado vería cómo su visión del sueño de una gran victoria se convertía en realidad.

Batalla de Little Bighorn

En la tarde del 25 de junio de 1876, el campamento de los sioux y cheyenes fue atacado por el Regimiento del Séptimo de Caballería, a las órdenes del teniente coronel Custer, el famoso cazador de indios.”Si yo quisiera, con el Séptimo de Caballería echaría a todos los indios del Continente a latigazos”. Estaba tan seguro, tan convencido de la victoria ese día que atacó sin ninguna medida de precaución. Custer no tenía ni idea de la verdadera fuerza del campamento indio. Envió a sus soldados a la batalla sin esperar por los refuerzos de las otras unidades del ejército, que se encontraban de camino hacia allí. Además cometió un grave y fatal error táctico cuando dividió sus fuerzas contra un enemigo numéricamente mucho más poderoso.

Representación artística de la batalla de Little Big Horn.

Cinco escuadrones de caballería, conducidos personalmente por Custer, atravesaron el Little Bighom y atacaron el extremo norte del campamento indio. Otros tres escuadrones, bajo las órdenes del mayor Marcus Reno, debían desviar la atención de los indios por medio de un ataque al flanco sur. Sin embargo, el plan de Custer demostró ser un desastre desde el primer momento. Sus tropas fueron detenidas a los pocos minutos y fueron obligadas a retroceder por miles de guerreros sioux.

La mitad de sus 115 soldados habían muerto, estaban heridos o se encontraban desaparecidos antes de poder retroceder a una colina y hacerse fuertes allí. Custer ni siquiera consiguió salvar sus tropas a la otra orilla del río. Sus cinco batallones de caballería fueron rodeados y neutralizados en una colina baja, directamente junto al río, sucediéndose la batalla que se llamaría Batalla de Little BigHorn.

Toro Sentado dejó que Caballo Loco y los otros jefes indios se enfrentaran al enemigo. Él se encontraba sobre su caballo con un Winchester y un revólver del 45, contemplaba la batalla y, desde lejos, planificaba la estrategia. Custer y sus tropas desaparecieron en nubes de pólvora y polvo, mientras intentaban salvar su vida. Cuando se posó el polvo, todos estaban muertos en la colina, sin sus armas y sus ropas. Muchos de los caídos estaban sin su cabellera. Custer, sin embargo, no. Cuando fue encontrado su cuerpo, tenía heridas de arma de fuego en la cabeza y en el pecho.

El mayor Reno se atrincheró con los soldados supervivientes en la colina del sur, donde resistieron durante toda la noche los ataques indios. Al día siguiente, los exploradores indios informaron que se acercaban refuerzos militares. Toro Sentado y los demás jefes indios decidieron dar por terminada la batalla, desmontar el campamento e irse a las montañas de Bighom. En el camino, se dividieron en pequeños grupos, que desaparecieron en las montañas en distintas direcciones.

¿Sabías qué?

La batalla de Little Bighorn fue conocida más tarde como “la última batalla de Custer”. Fue la derrota más terrible que jamás los indios infringieron al ejército americano, mucho peor que la masacre de Fettennan diez años antes. Custer condujo, probablemente, a 220 soldados a la muerte; nadie sabe la cifra exacta. Toda la nación estaba horrorizada y el gobierno juró que rompería la resistencia de los indios. Fueron enviados refuerzos al territorio de los indios. A partir de ese momento, los indios se encontraron a la defensiva.

George Armstrong Custer fue el mayor general del ejército de los Estados Unidos, murió en la batalla de Little Bighorn.

Toro Sentado y sus seguidores fueron perseguidos por el coronel Nelson Miles a través de Montana. Tres veces en ese otoño, Toro Sentado se declaró dispuesto a un encuentro con el coronel. En uno de esos encuentros, ambos hombres estaban sentados sobre sus caballos en medio de un claro del bosque; a un lado, vigilaban una fila de indios; al otro, una fila de soldados de caballería. Miles intentó convencer al jefe de los sioux para que se rindiera, entregara sus armas y se fuera pacíficamente a la reserva. Sin embargo, Toro Sentado seguía insistiendo en que tenía que permitirse a su pueblo vivir en las Black Hills y en el territorio a lo largo del Powder River, como se había asegurado en el acuerdo de Fort Laramie. En la reunión, no se llegó a ningún acuerdo y la lucha continuó.

escape

Cuando llegó el invierno, los indios apenas si disponían de alimentos y municiones. Algunos jefes de los sioux y de los cheyenes se entregaron. Estaban cansados de ser constantemente perseguidos, entregaron sus armas a Miles y condujeron a su gente a la reserva. Miles seguía persiguiendo a los grupos que oponían resistencia. Sus soldados, seguían atacando las aldeas indias cuando la temperatura había caído por debajo de cero.

En febrero de 1877, Toro Sentado huyó con su tribu a Canadá a través de la frontera para refugiarse allí. Caballo Loco todavía resistió por un tiempo. Se entregó en mayo y condujo a unos quinientos seguidores hasta la reserva, mientras orgullosos cantaban canciones de guerra y mostraban amenazantes sus armas. Ese mismo año moría a manos de los soldados. Mientras tanto, los indios habían perdido todo por lo que habían luchado. Debido a la presión del gobierno, los jefes indios de la reserva habían cedido y, finalmente, habían aceptado renunciar a las Black Hills y al territorio en el Powder River. Se les había quitado una tercera parte del territorio que se les había reconocido en el acuerdo de 1868. Con excepción de Toro Sentado y sus hunkpapas en Canadá, todos los sioux y cheyenes habían sido encerrados en su cada día más pequeña reserva.

Toro Sentado se quedó cuatro años en Canadá. El gobierno canadiense lo toleró, aunque negó a su gente alimentos y otras ayudas. Los sioux tuvieron que pasar hambre la mayor parte del tiempo, ya que también los búfalos y otras especies de caza habían sido prácticamente exterminados. Poco a poco, hambrientos y llenos de nostalgia por su patria, se pusieron en camino hacia los Estados Unidos y se entregaron a los soldados de fronteras. Sus ropas colgaban en harapos. Hasta el verano de 1881, la tribu de Toro Sentado se había reducido a menos de doscientas personas.

entrega

El 19 de julio, el jefe indio también cruzó la frontera. Se entregó en Fort Buford, donde, en otros tiempos, sus victoriosos guerreros habían atemorizado tanto a soldados como a colonos. Entregó su Winchester a su hijo de ocho años, Pata de Cuervo, y con un gesto indicó al hijo que se lo pasara al mayor David Brotherton.

fama

Dos años estuvo Toro Sentado como prisionero de guerra en Fort Randell. En 1883, fue puesto en libertad y recibió la autorización para regresar a su lugar de nacimiento, en el Grand River, en las cercanías de la reserva de Standing Rock. Entre tanto, se había convertido en una celebridad; probablemente era el indio más conocido de todo el país y todos sabían que había vencido a Custer. Recibió cartas de todo el mundo, lo entrevistaban reporteros de prensa y los jefes indios lo visitaban en busca de consejo.

Bufalo Bill Cody, el famoso explorador y showman, lo visitó en 1885. Convenció al jefe indio para que participara en el Show del Oeste Salvaje a través de los Estados del Este y Canadá. Anunciado como “El vencedor de Custer”, Toro Sentado era la gran atracción. Los curiosos guardaban cola para verlo y comprar una fotografía con su autógrafo, que costaba veinticinco centavos. La mayor parte del dinero se la daba a los niños pobres que esperaban fuera del teatro y le seguían a todas partes. Al final de la tourné, el jefe indio recibió un regalo de Buffalo Bill: un caballo gris, que estaba enseñado a sentarse y levantar una pezuña cuando oía un tiro. Cuando en 1886 Buffalo Bill le preguntó a Toro Sentado si quería ir con el Show del Oeste Salvaje a Inglaterra, el jefe indio lo rechazó.

Fotografía de Toro Sentado y Buffalo Bill en 1885.

lucha indetenible

Los sioux habían perdido ya las Black Hills y las tierras del Powder River. Ahora el gobierno les exigía que vendieran una gran parte de su reserva con el fin de que los blancos pudieran asentarse allí. Toro Sentado estaba radicalmente en contra de entregar todavía más tierra, independientemente del precio que fuera. En una asamblea de los sioux, Toro Sentado propuso que se llevara una báscula y se vendiera la tierra libra a libra. Así de obstinado fue e impidió las negociaciones de forma tan eficaz que los funcionarios de la reserva intentaron todo para impedirle opiniones públicas sobre ese tema.

Otros jefes indios de los sioux temían que les quitaran las tierras, independientemente de que estuvieran dispuestos a vender o no. Por eso, se pusieron de acuerdo finalmente para vender unos 44.550 kilómetros cuadrados. La Gran Reserva de los sioux fue dividida en cinco pequeñas reservas y cada familia sioux recibió aproximadamente 1,28 kilómetros cuadrados como tierra propia.

Toro Sentado era un chamán que había vivido en estrecha comunicación con el Gran Espíritu, pero tenía sus dudas sobre la nueva creencia, tal y como la predicaba Wovoka. El profeta predicaba la vuelta de los bisontes y el tiempo en que los indios de nuevo recuperarían su tierra. Toro Sentado permitió que los demás miembros de la tribu siguieran o no al profeta, con lo que se reunían cada día delante de su cabaña para bailar, rezar y buscar visiones de sueños, lo que a los soldados le parecía una forma de insurrección.

últimos días

El 15 de diciembre de 1890, poco antes del amanecer, cuarenta y tres policías indios, a las órdenes del teniente Henry Bull Head, rodearon la cabaña de Toro Sentado. Entraron en la cabaña, despertaron rudamente a Toro Sentado, le ordenaron que se vistiera y lo arrastraron fuera, donde se habían reunido unos ciento cincuenta seguidores del jefe indio. Cuando comenzaron a protestar, fueron interrumpidos por las voces de Toro Sentado:

“No me iré. Haced conmigo lo que queráis. ¡Yo no me iré!”.

Los policías intentaron abrirse paso entre el soliviantado gentío. Se disparó un tiro que alcanzó en un costado al teniente Bull Head. Mientras caía, se volvió y disparó contra Toro Sentado. El sargento Red Tomahawk, que hasta ese momento iba empujando por detrás a Toro Sentado, disparó a la cabeza del jefe indio.

Cuando terminó el tiroteo, había seis policías y ocho de los seguidores de Toro Sentado muertos o heridos de muerte, entre ellos su hijo de diecisiete años, Pata de Cuervo. Los policías indios buscaron protección en la cabaña hasta que fueron rescatados dos horas más tarde por soldados. Cuando esa mañana moría Toro Sentado, aún no había cumplido los sesenta años.

Tumba de Toro Sentado en Fort Yates.

Chama y el pueblo caribe

Fue un cacique de la etnia caribe que estuvo a cargo de unas 40 familias indígenas a orillas del río Orinoco, en el estado Bolívar de Venezuela, en el siglo XVIII. Más allá de sus encuentros con sacerdotes europeos y su posterior conversión al cristianismo, Chama destacó por haber liderado una de las comunidades originarias suramericanas más importantes de la época precolombina.

Si bien existen poca información disponible sobre Chama, hasta el punto de ser a menudo confundido con otros caciques venezolanos, parece ser seguro que fue uno de los líderes indígenas que habitaban la zona del Platanal a las orillas del tramo medio del río Orinoco, cerca de lo que hoy se conoce como Moitaco, en Bolívar, el estado más grande de Venezuela. Durante la época previa a la colonización europea, esta región se encontraba habitada por comunidades caribes, un extenso y diverso grupo indígena distribuido por gran parte del norte y oriente del continente suramericano, desde las Antillas Menores hasta gran parte de Venezuela y el norte de Colombia.

El estado Bolívar es una inmensa y biodiversa región que, además de por su importancia geográfica, ha sido reconocido por ser el hogar actual de diversas comunidades indígenas venezolanas derivadas de los caribes precolombinos, como los kariñas y los pemones, quienes aún mantienen vivas sus costumbres y tradiciones ancestrales.

¿Sabías qué?
Aunque hoy día la zona del Platanal, asentamiento principal de Chama y su comunidad en su momento, es una región poco mencionada en fuentes generales, es posible que su nombre se deba a la presencia de vegetación ribereña abundante, concretamente los plátanos, la cual ha sido aprovechada por los pueblos originarios durante siglos.

Los caribes se caracterizaban, entre otras cosas, por su naturaleza guerrera y su sistema de organización tribal, mientras que aquellos ubicados a orillas del Orinoco también destacaban por su profundo conocimiento del entorno fluvial. Los poblados ribereños como el Platanal eran estratégicos para la subsistencia de la comunidad: desde allí se controlaba la pesca, el comercio por canoas y el acceso a las rutas interiores de la selva.

Vivían en familias extensas y se agrupaban en clanes liderados por caciques, como Chama, quienes no solo se desempeñaban como jefes militares, sino también como figuras de autoridad espiritual, cultural y política.

Indígena caribe del río Orinoco.

Paĩ Tavyterã

También conocidos como kaiowás, los paĩ tavyterãs son un pueblo indígena guaraní que habita en el noreste de Paraguay y en Brasil. Se destacan, entre otras cosas, por ser una de las comunidades originarias más profundamente conectadas con la Tierra y el cosmos. A pesar de la pérdida de sus territorios, han sabido resistir la adversidad y mantenerse firmes en sus tradiciones.

Ubicación

Residen en el noreste de Paraguay, especialmente en el departamento de Amambay, pero también en departamentos como Concepción, San Pedro y Canindeyú, y en regiones adyacentes de Brasil como Mato Grosso del Sur.

Sociedad y cultura

Los paĩ tavyterãs suelen llevar vestimentas tradicionales de algodón o lana, decoradas con flecos y plumas, y equipadas con ornamentos e instrumentos rituales como el mimby, el takuapu o el mbaraka. Disponen además del mba’e marangatu, altar donde descansan los objetos sagrados y punto de referencia para la comunidad, y del tekoha, dicho del territorio político y social de naturaleza sagrada en donde realizan rituales, cantos, danzas y otras tradiciones ancestrales, lo que sustenta y fortalece su identidad cultural y espiritual.

También se organizan en torno a líderes espirituales (tekuharivicha) y políticos (mburuvicha), quienes actúan bajo el consenso de la aty guasu, la asamblea general.

¿Sabías qué?
Tradicionalmente, los paĩ tavyterãs eran cazadores, recolectores y pescadores, con un estilo de vida más integrado al ecosistema. Sin embargo, la deforestación y la invasión de sus territorios ha transformado su economía en un sistema mixto, donde, además de sustentarse en la agricultura y ganadería, recurren a trabajos temporales conocidos como changas, en estancias vecinas o zonas urbanas.

Religión

Para los paĩ tavyterãs, la vida en la Tierra es una prueba espiritual, donde el alma, mediante sufrimiento y purificación, puede aspirar a alcanzar la tierra sin mal, el Paray, situada simbólicamente más allá del mar. Esta visión se manifiesta en rituales complejos que los conectan con los dioses como el rito de conversión de los niños o mitâ pepy, la fiesta del maíz o avatykyry, o el ñembo’e, que se traduce como “hacerse palabra”.

Poseen además una profunda conexión espiritual y veneración hacia el cerro Guazú en Amambay, conocido también como el Jasuka Venda, considerado por ellos como el lugar de origen de la creación y la residencia en donde habitan los dioses; de hecho, el nombre paĩ tavyterãs se traduce como “habitantes del centro del mundo”, en referencia a esta creencia cosmogónica.

Mba’e marangatu, tipo de altar sagrado para los paĩ tavyterãs. Atribución de la imagen: FrankOWeaverWooden altar made by pai tavytera indians of paraguayCC BY-SA 4.0

Cahuide

Cahuide fue un noble y guerrero inca del siglo XVI, reconocido principalmente por su valentía durante la defensa de la fortaleza de Sacsayhuamán en 1536, en el contexto de la resistencia inca contra la conquista española. Su legado perdura en la memoria histórica de Perú como ejemplo de valentía y resistencia.

Cahuide fue un miembro de la nobleza inca que portaba el título de la élite gobernante conocido como “orejón”, referidos de esta manera por los españoles debido a las grandes perforaciones que estos aplicaban en el lóbulo de sus orejas para luego introducir en ellos grandes discos de oro, como símbolo y distintivo de su privilegiada posición social. Esta condición, sin embargo, también exigía responsabilidad, capacidad de administración y conocimientos bélicos.

Cahuide luchó como comandante de guerra bajo el mando de Manco Inca Yupanqui, el emperador inca rebelde que intentó recuperar Cusco, capital del Imperio, que para entonces se encontraba bajo el poder de los conquistadores españoles.

Durante el sitio de Cusco en 1536, Cahuide lideró la defensa de Sacsayhuamán, una fortaleza y posición estratégica clave para los incas, pues esta se había convertido en su centro de operaciones al ser el lugar desde donde se organizaban los ataques hacia la capital. Los españoles decidieron atacar la fortaleza para debilitar las operaciones de los incas, lo que dio comienzo a la última y más importante batalla de Cahuide.

De las tres torres principales con las que contaba la fortaleza de Sacsayhuamán, Cahuide se encargó de defender personalmente la más alta y de mayor importancia estratégica, conocida como Muyucmarca, lo que hizo con una fiereza, determinación y valentía extraordinarias durante días. Sin embargo, al verse eventualmente rodeado y sin posibilidad de victoria, Cahuide tomó la decisión de arrojarse desde lo alto de la torre, con lo que dejó establecido que prefería la muerte antes que la humillación de convertirse en prisionero de los españoles.

¿Sabías qué?
El verdadero nombre de Cahuide aún es motivo de debate, pues muchos historiadores también lo identifican como Quispe Tito, Titu Cusi Huallpa, Cullash y Surihuamán, entre otros. Su nombre más popular, Cahuide, significa “vigía” o “centinela”, condición que curiosamente coincide con el rol de protector que ejerció durante el sitio a la fortaleza de Sacsayhuamán.
Cahuide en la defensa de Sacsayhuamán contra los españoles, representado con una porra, su arma más característica. Atribución de la imagen: FUEJXJDKHistoria de la conquista del Perú, 1851 Heroica defensa del incaCC BY-SA 4.0

Lempira

Lempira fue un líder perteneciente al pueblo lenca, comunidad originaria que aún en la actualidad habita las regiones del suroeste de Honduras y El Salvador. Se presenta como un icono y una de las figuras más importantes de la resistencia indígena en Honduras, lo que le ha permitido ser reconocido con diversos homenajes en el país.

Se cree que nació alrededor de 1499, creció y se formó entre las montañas del cerro Cerquín, lo que podría hacer referencia a su nombre, que significa “Señor de la sierra” en lengua lenca. Desde muy joven fue testigo de la amenaza que representaban los colonos españoles para la integridad física y patrimonial de su pueblo, por lo que pronto sintió la necesidad de hacer algo al respecto. Su determinación y valentía, y su capacidad para organizar y unir gente a la causa bajo una sola voz, pronto lo llevaron a ser reconocido como un líder para los lenca.

En 1537, bajo la dirección del cacique Entepica, Lempira fue designado para organizar la resistencia contra el ataque español al pueblo lenca en las montañas, orden dada por el gobernador Francisco de Montejo. Lempira logró unir a cientos de miles de guerreros de diversas tribus lencas y formó un gran ejército que se refugió y resistió en fortalezas naturales conocidas como peñoles durante meses, en las cimas de la sierra del suroeste de la actual Honduras.

Hoy en día es comúnmente aceptado que Lempira fue asesinado a traición al intentar negociar la paz con los españoles para proteger a su gente, pero existe otra popular versión documentada por el español Rodrigo Ruiz, donde asegura que fue él quien cortó la cabeza de Lempira en un combate cuerpo a cuerpo, lo que propició la eventual rendición del pueblo lenca.

¿Sabías qué?
La influencia de Lempira para el pueblo de Honduras le ha permitido ser homenajeado de diversas maneras, más allá de llevar su nombre la moneda del país (lempira hondureño) y tener un día del año dedicado en su honor. Uno de los departamentos de Honduras también recibe el nombre de Lempira, además de existir estatuas conmemorativas con su imagen, una novela e incluso una película con el cacique como protagonista que se encuentra en producción desde 2016.
Efigie de Lempira, plasmada en el billete de 1 lempira. Atribución de la imagen: JVC3ETALempiraCC BY-SA 3.0

Anacaona

Anacaona, cuyo nombre significa “flor de oro”, fue una mujer de la nobleza taína nacida a mediados del siglo XV en la isla de La Española. Heredó el control de gran parte de la isla tras la muerte de su su esposo y posteriormente de su hermano, tras lo cual se convirtió en símbolo de la resistencia pacífica y diplomática frente a los colonizadores.

Anacaona fue una mujer indígena taína de la isla de Quisqueya, también conocida como la isla de La Española, conformada actualmente por las naciones vecinas de Haití y República Dominicana. Era hermana de Bohechío, cacique de Jaragua, uno de los cinco cacicazgos y divisiones territoriales indígenas que conformaban la isla durante la llegada de los españoles, y estaba casada con Caonabo, líder del cacicazgo de Maguana, por lo que la herencia de la mujer dentro de la nobleza taína era indiscutible.

Desde joven, Anacaona destacó por su belleza, inteligencia, capacidad diplomática, talento artístico y elocuencia. Fue además especialmente reconocida como una poetisa excepcional dentro de su cultura, donde destacaba su capacidad para componer y recitar areítos, nombre que recibían los cantos y poemas ceremoniales recitados por los antiguos indígenas caribeños, que hacían referencia a los mitos y las memorias del pueblo taíno, y que combinaban poesía, danza y música. Estas formas de expresión eran una parte esencial en la transmisión oral de la historia, la espiritualidad y la cohesión social de la comunidad.

El cacique Caonabo fue apresado por los españoles en 1493 por su ataque hacia el Fuerte Navidad, y falleció tres años después al hundirse el barco en el que viajaba como prisionero, por lo cual Anacaona regresó con su hermano Bohechío a Jaragua. Este falleció años después en algún punto de 1502, por lo que Anacona asumió el mando del mencionado cacicazgo. Su gobierno se caracterizó por la diplomacia y enormes esfuerzos por mantener relaciones pacíficas con los colonizadores españoles, a quienes impresionó con su elegancia, inteligencia y elocuencia. Por ello, organizó banquetes y celebraciones con ellos como invitados y aceptó pagarles tributos en forma de recursos como muestra de su buena voluntad. Si bien es cierto que siempre se mantuvo pacífica y que al principio tuvo mucho interés por la nueva cultura que los colonos ofrecían, sus continuos abusos mermaron progresivamente su entusiasmo.

A pesar de sus constantes esfuerzos por mantener buenas relaciones, todo terminó para Anacaona y muchos integrantes de su comunidad cuando el gobernador Nicolás de Ovando organizó una visita de falsa diplomacia hacia Jaragua en 1503, donde los colonos les tendieron una emboscada y condenaron a la líder indígena a la horca.

¿Sabías qué?
Tanto por su papel en la historia como por ser una de las muy escasas cacicas encargadas de dirigir por sí solas a toda una comunidad, a Anacaona se le han rendido diversos tributos, especialmente en República Dominicana, donde destacan ejemplos como la canción de salsa en su honor del compositor Cheo Feliciano, o la Torre Anacaona 27, uno de los edificios más altos del Caribe.
Representación de Anacaona, cargada y adorada por el pueblo taíno.

Zenúes

Los zenúes son una civilización indígena que desde los tiempos precolombinos habitó principalmente la región del Caribe colombiano, en los actuales departamentos de Córdoba, Sucre y parte de Antioquia y Bolívar. Su historia se remonta a varios siglos antes de la llegada de los españoles y su legado vive actualmente en la cultura de sus descendientes.

Artesanía

Los zenúes se destacan como hábiles orfebres, tejedores y alfareros, esta última una práctica con la que la mujer era frecuentemente retratada como símbolo de fertilidad, respeto y sabiduría. Su orfebrería, trabajada principalmente en oro, incluía figuras humanas y animales con un fuerte simbolismo espiritual y formas geométricas que representaban el orden cósmico. Por otro lado, son particularmente reconocidos por su habilidad en el trenzado de fibras vegetales, específicamente de la fibra de la planta caña flecha (Gynerium sagitatum), con la que aun en la actualidad fabrican diversos objetos que se venden incluso a nivel internacional.

Sistema hidráulico

Una de las características más llamativas de la civilización zenú fue su eficiente manejo del medioambiente, en especial el uso y provecho que lograron obtener a partir del agua proveniente de las frecuentes inundaciones y variaciones climáticas de la región que habitaban. Para ello desarrollaron un avanzado sistema hidráulico, compuesto por una compleja red de canales, zanjas, diques y camellones o terrazas elevadas, con la que lograron drenar las aguas y convertir las extensas llanuras inundadas en tierras cultivables. Este sistema no solo les permitió producir alimentos como maíz, yuca, ají, frijoles y algodón, sino que con ello también lograron mantener el control territorial y evitar las plagas.

Religión

La cosmovisión zenú actual integra un sincretismo espiritual donde convergen el cristianismo impuesto durante la colonización y las creencias ancestrales profundamente ligadas al entorno natural, con adoración a aspectos como el agua y la tierra. La muerte era concebida y celebrada como un tránsito hacia otro plano, por lo que los ritos funerarios incluían ofrendas y entierros cuidadosamente organizados.

¿Sabías qué?
El famoso y característico sombrero vueltiao colombiano tiene su origen en la artesanía zenú. Este accesorio, elaborado a partir del trenzado de la fibra vegetal de la planta caña flecha, es uno de los principales símbolos culturales de Colombia y es llevado con frecuencia durante festivales y eventos del país, donde destacan los referentes al vallenato.
Figura cerámica zenú que representa a una madre y su hijo.