Tradicionalmente, se denomina Reforma a la gran revolución religiosa que rompió la unidad de la Iglesia católica en el siglo XVI, separando de ella a todos los que aceptaban las nuevas doctrinas, conocidas con el nombre genérico de protestantismo. Además de la Reforma protestante, existió también una reforma católica en el seno de la Iglesia tradicional: la Contrarreforma, que fue el motor de la lucha del catolicismo contra el protestantismo.
La crisis religiosa
A principios del siglo XVI, la situación interna de la Iglesia era de profunda crisis. La relajación de las costumbres entre el clero afectaba hasta las más altas jerarquías, incluido el papa. El alto clero vivía rodeado de lujo y fastuosidad, en contraste con el nivel de vida, muy inferior, del bajo clero. La corrupción en la elección de obispos y abades llegaba incluso a la compra de estos cargos. Muchos fieles vieron la necesidad de una reforma que devolviera a la Iglesia el prestigio perdido.
La doctrina de Lutero
Un fraile agustino alemán, Martín Lutero (1483-1546), fue el primero en rebelarse contra Roma. Lutero fue excomulgado por el papa León X (1521) por criticar las indulgencias que concedía el pontífice a cambio de limosnas para terminar la basílica de San Pedro de Roma. Lutero elabora una nueva doctrina cuya base es la salvación por la fe en Cristo y la estructura en estos puntos principales: libre interpretación de la Biblia; sólo son válidos dos sacramentos: el bautismo y la eucaristía; supresión del culto a la Virgen y a los santos y de la creencia en el purgatorio; simplificación de la liturgia, supresión del celibato eclesiástico; y uso de las lenguas vernáculas para la celebración del culto.
La expansión del luteranismo
Las doctrinas de Lutero se extendieron rápidamente por los estados alemanes, cuyos príncipes vieron en ellas la oportunidad de aumentar sus riquezas, al secularizarse las tierras de la Iglesia, y también la posibilidad de enfrentarse al emperador Carlos V. De esta forma, el movimiento religioso tomó un cariz político. El emperador Carlos V convocó asambleas de representantes de los estados alemanes (dieta: de Worms y Spira). Los reformistas protestaron y de ahí se generalizó la denominación de “protestantes”. Carlos V tomó las armas y los derrotó en Mühlberg (1547). Sin embargo, dada la extensión y fuerza del protestantismo, se vio obligado a otorgar la libertad religiosa a los estados alemanes en 1555 (Paz de Augsburgo).
El calvinismo
La expansión de las doctrinas del francés Juan Calvino (1509-1561) constituyó la segunda oleada de la reforma protestante, que se extendería principalmente por Suiza, Francia (hugonotes), Holanda, Hungría, Inglaterra (puritanos) y Escocia (presbiterianos).
Calvino llevó al extremismo las ideas de Lutero, al considerar al hombre predestinado y sin libertad para elegir su salvación, pero entre los signos de la predestinación figuran la austeridad, la piedad y el éxito en las empresas, es decir, un rigorismo moral absoluto. Sin embargo, la actitud de defensa a ultranza de Calvino de la santidad del trabajo ejercido para obtener un beneficio proporcionó los elementos ideológicos para el desarrollo del espíritu del capitalismo a la naciente burguesía mercantil.
El cisma inglés
La separación de la Iglesia de Inglaterra de la de Roma fue, en su origen, un cisma originado por el deseo del rey Enrique VIII de que fuese anulado su matrimonio con Catalina de Aragón. Al no lograr su propósito, Enrique VIII promulgó el Acta de Supremacía, que convertía al rey en jefe de la Iglesia en Inglaterra, creándose así la Iglesia anglicana, que se consolidó bajo Isabel I.
La Reforma Católica o Contrarreforma
Una vez surgido el luteranismo, en el seno de la Iglesia católica se dictaron una serie de medidas para la confirmación del dogma, la reforma de la disciplina y la restauración del catolicismo en los países donde se había difundido la reforma protestante. Los ataques al protestantismo constituyen, en esencia, la Contrarreforma. De 1545 a 1563 tuvo lugar el concilio de Trento, en el cual se reafirmó la doctrina tradicional: salvación mediante la gracia divina y las buenas obras; sólo la Iglesia puede interpretar la revelación; reafirmación de los siete sacramentos, del culto a la Virgen y los santos, de la existencia del purgatorio y de la obligación del celibato eclesiástico.