Citius, altius, fortius (Más rápido, más alto, más fuerte), reza el lema olímpico. Una tríada de conceptos idónea para describir las proezas de Usain Bolt (n. Trelawny Parish, Jamaica, 1986), que destaca por su superioridad física sobre sus competidores de la elite de la velocidad mundial.
Así quedó demostrado en los Campeonatos Mundiales de Atletismo de Berlín (Alemania), celebrados en agosto de 2009, cuando el jamaicano rebajó las marcas mundiales de las pruebas de 100 y 200 m lisos, respectivamente, hasta los 9,58 y 19,19 s.
Con una anatomía que parece expresamente diseñada para la carrera (1,96 m de estatura, 86 kg de peso), las fibras músculares de Bolt tienen una capacidad explosiva superior a la de grandes figuras aún recientes del atletismo mundial, como el ya legendario estadounidense Carl Lewis. Así se demostró precozmente, cuando a la edad de 15 años ya registraba un tiempo de 10,20 segundos en la distancia de los 100 m lisos, marca equivalente al récord del mundo logrado por el también estadounidense Jesse Owens -otro mito de la historia del atletismo– en junio de 1936.
Campeón del mundo junior en 2002 en la prueba de 200 m, la consagración de Bolt llegó en los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008 (China), donde ganó el oro en las carreras de 100 m, 200 m y 4×100 m, pruebas todas ellas en las que batió la plusmarca mundial. Los resultados obtenidos en Berlín (2009) confirmaron su supremacía en el Olimpo del atletismo.
Bolt ocupa la cumbre de una saga de grandes velocistas jamaicanos inaugurada por Don Quarrie, plusmarquista mundial de los 100 m lisos en 1976 (9,9 s), y continuada por Asafa Powell, que batió el récord del mundo de la misma prueba en 2006 (9,77 s), 2007 (9,74 s) y 2008 (9,72 s). La tripleta jamaicana ha desbancado de la cima del podio a los velocistas estadounidenses, cuyas últimas grandes figuras fueron Carl Lewis (9,86 s en 1991), Leroy Burrell (9,85 s en 1994) y Maurice Greene (9,79 s en 1999). La descalificación por dopaje del récord mundial de Tim Montgomery (9,78 s en 2002) y por deficiencias de cronometraje de Justin Gatlin (9,77 s en 2006) empañaron los últimos triunfos de la gran maquinaria atlética de Estados Unidos.
Desde Owens hasta la actualidad, han hecho falta 73 años de competición para restar 48 centésimas de segundo a la lucha del atleta contra el reloj en la prueba reina del atletismo. Un intervalo de tiempo imperceptible para nuestros sentidos, tan sólo mensurable gracias al cronometraje electrónico (aplicado desde 1968) y alcanzado merced a los avances en las técnicas de alto rendimiento físico y los materiales de competición. Dadas las limitaciones del cuerpo humano, tan nimia fracción de tiempo representa un avance formidable en la historia del deporte, hasta el punto de que no se esperaba un registro como el de Bolt hasta mediados del siglo XXI. Téngase en cuenta que para rebajar tres décimas y dejar la plusmarca mundial por debajo de los 10 s hicieron falta 32 años de competición desde los tiempos de Owens (el logro correspondió al estadounidense Jim Hines, que dejó el cronómetro en 9,9 s en junio de 1968).
Con sus proezas atléticas, Usain Bolt ha incorporado su nombre a la lista de modernos héroes de la historia del deporte.