Función del cerebro y fenómeno de la mente, la memoria permite al organismo codificar, almacenar y evocar información, por lo que resulta la función cognitiva más solicitada en la mayoría de nuestros actos. Con su intervención podemos recordar cosas tan diversas como una dirección, lo que hemos hecho en días anteriores o donde hemos dejado un objeto.
Pero sus tareas no se agotan ahí, sino que participa también de otras actividades cognitivas como la lectura, el razonamiento, el cálculo mental o la creación de imágenes mentales, por citar algunas. Como vemos, se encuentra activa permanentemente, ya sea voluntaria o involuntariamente, permitiendo de este modo elaborar un bagaje de conocimientos culturales, recuerdos personales, actividades, etc.
Con la memoria se construye el pasado personal, o más bien, el conocimiento de sí mismo, dándole a cada individuo una identidad.
TIPOS DE MEMORIA
Si bien se la considera como un todo y hablamos de ella en forma global como “buena o mala memoria”, no es lo mismo recordar un episodio sucedido el día anterior que cuál es la altura sobre el nivel del mar de la ciudad de La Paz. De hecho los investigadores han determinado que, según el tipo de conocimientos a recordar, intervienen distintas regiones del cerebro.
De acuerdo a la duración del recuerdo se puede hacer la siguiente clasificación:
Memoria sensorial. Capta nueva información manteniéndola durante algunos centenares de milésimas de segundo.
Memoria a corto plazo o de trabajo. Conserva la información durante aproximadamente un minuto. De capacidad limitada, permite registrar hasta siete elementos, como por ejemplo un número telefónico transmitido oralmente durante el tiempo que se lo marca o anota; o durante la lectura, permitiendo retener la última frase leída para darle coherencia a la siguiente.
Memoria a largo plazo. Disponemos su intervención cuando requerimos retener por más tiempo una información. Gracias a ella podemos retener una cantidad ilimitada de información por un tiempo también ilimitado.
La memoria a largo plazo puede a su vez clasificarse según el tipo de recuerdo en:
- Memoria episódica. Es la que nos permite recordar, por ejemplo, lo hecho el día anterior. Los recuerdos que evocamos con su intervención son personales, autobiográficos, lo que hace muy relevante el contexto de memorización.
- Memoria semántica. Agrupa los conocimientos vinculados a las reglas gramaticales, sentidos de las palabras, hechos culturales, nombres de ciudades, o de objetos, entre otros, conformando lo que llamamos conocimientos generales que no tienen relación con el contexto de la memorización. Por lo general no recordamos el momento en que adquirimos esos conocimientos.
- Memoria procedimental. Está referida a aquellos conocimientos que resultan difíciles de comentar de manera explícita. Son aquellas habilidades como la de conducir un vehículo, hacer un lazo, mecanografiar, actos que se realizan de manera automática pero que implican la participación de conocimientos almacenados en la memoria. Es por ellos que sabemos que ante determinada maniobra el vehículo tendrá determinada respuesta, o la posición de las manos sobre el teclado para que con determinados movimientos presionemos determinadas teclas.
PÉRDIDAS DE MEMORIA
Por la importancia que tiene la memoria en la vida cotidiana, los problemas que acarrea se convierten en un obstáculo que suele ser origen de estrés. Es habitual que las personas que pasan los 50 años de edad se quejen del funcionamiento de la memoria, temiendo que se trate de la manifestación de alguna patología. Por lo general no es así, pero sí es común que disminuya el rendimiento con la edad. Pero no es únicamente la edad el factor que puede provocar el deterioro de la memoria. Otros factores como la fatiga, el estrés, o determinadas circunstancias emocionales, también contribuyen.
Para una buena memoria
En primer lugar es importante estar atento a lo que se hace, tanto cuando se está en una actividad determinada como puede ser la lectura, como cuando guardamos un objeto o lo colocamos temporariamente en un lugar.
En las tareas cotidianas, aquellas que se repiten como una rutina, lo mejor es hacerlo siempre a la misma hora y asociándolo con algo concreto como puede ser una de las comidas del día, o como primera actividad de la mañana. Así no se nos olvidará tomar la medicación o regar las plantas.
Lo emocional juega también un papel preponderante; no se puede retener aquello que no nos interesa o no le vemos sentido. Si en cambio el registro emocional es más fuerte, retenerlo será más fácil.
Algunos consejos para memorizar mejor son:
- Localizar las informaciones esenciales para la comprensión.
- Reflexionar e interrogarse sobre el contenido, sobre el sentido de la información.
- Organizar las informaciones por categorías.
- Crear asociaciones.
- Recurrir con regularidad a la información conocida.
Ejercicios
Larry Katz, neurocientífico estadounidense, basándose en la teoría de que así como el cuerpo necesita ejercicios para desarrollarse plenamente, también la mente necesita de entrenamiento y estimulación, creó la llamada gimnasia neuróbica, que consiste en una serie de ejercicios para el cerebro.
La idea que prima en los ejercicios ideados por Katz, es la de invertir el orden de algunos movimientos que se realizan en la vida cotidiana; concretamente consiste en alterar la percepción sin que se altere la rutina.
Para ello se tienen que realizar, de manera consciente, las acciones que generan reacciones emocionales y cerebrales, es decir, se destierran algunos actos automáticos para que el cerebro realice un esfuerzo no habitual.
1. Use el reloj de pulsera en el brazo contrario al que lo usa siempre.
2. Camine de adelante hacia atrás por su casa.
3. Vístase con los ojos cerrados.
4. Estimule el paladar probando comidas diferentes.
5. Lea o vea fotos al revés, concentrándose en detalles en los cuales nunca había reparado.
6. Ponga el reloj ante un espejo para ver la hora al revés.
7. Cambie el mouse de la computadora para el otro lado de la mesa.
8. Escriba o cepíllese los dientes usando la mano izquierda, o la derecha, en caso de ser zurdo.
9. Camino al trabajo, haga un trayecto diferente al habitual.
10. Introduzca pequeños cambios en sus hábitos, transformándolos en desafíos para su cerebro.
11. Hojee alguna revista y busque una foto que le llame la atención. Luego piense en 25 adjetivos que crea que describen la imagen o tema fotografiado.
12. Cuando vaya a un restaurante, intente identificar los ingredientes que componen el plato elegido, y concéntrese en los sabores más sutiles.
13. Cuando ingrese a un ámbito en el que hay mucha gente, haga el cálculo de cuántos están en el lado derecho y cuántos en el izquierdo. Observe los detalles de decoración y enumérelos con los ojos cerrados.
14. Elija una frase de un libro y trate de armar una frase distinta con las mismas palabras.
15. Intente participar de juegos o actividades que no haya realizado nunca.
16. Arme un rompecabezas en el menor tiempo posible utilizando un cronómetro para calcular la demora; repita el ejercicio para ver cuánto progresa en la velocidad.
17. Trate de memorizar listas de compras.
18. Consulte el diccionario y aprenda una nueva palabra por día, e intente usarlas en sus conversaciones diarias.
19. Al despertarse escuche las noticias por la radio o la televisión y a media mañana intente enumerarlas por escrito.
20. Cuando lea una palabra recuerde otras cinco que comiencen con la misma letra.
MAL DE ALZHEIMER
El mal de Alzheimer es una forma de demencia, es decir, una pérdida de función cerebral que empeora gradualmente con el tiempo afectando la memoria, el razonamiento y la conducta.
CAUSAS
Si bien no se han establecido causas determinadas, sí se puede hablar de situaciones propicias para la aparición de la enfermedad. Estas son:
• Edad: Si bien hay casos en los que se da en menores de 40 años, lo más habitual es que afecte a mayores de entre 60 y 65 años. La edad media de diagnóstico se sitúa en los 80, puesto que se considera que el mal de Alzheimer es una enfermedad favorecida por la edad.
• Sexo: Son las mujeres las que lo padecen más frecuentemente, aunque esto puede deberse a que son también las que viven más tiempo.
• Herencia familiar: Hay una variante en la patología que se transmite genéticamente. Es apenas el 1 % de todos los casos. Pero se cree que un 40 % de los pacientes con Alzheimer presentan antecedentes familiares.
• Factor genético: Varias mutaciones en el gen de la proteína precursora de amiloide (APP), o en el de las presenilinas 1 y 2. También podría asociarse con mutaciones en el gen de la apolipoproteína E (ApoE). Esta proteína está implicada en el transporte y eliminación del colesterol. Según estas investigaciones, la nicastrina activaría la producción del amiloide beta.
• Factores medioambientales: Se ha comprobado que el tabaco es un factor de riesgo de la patología, al igual que las dietas grasas. Por otra parte, pertenecer a una familia numerosa también parece influir en el riesgo de Alzheimer.
SÍNTOMAS NEUROLÓGICOS
Afecta directamente los diferentes tipos de memoria. Los deterioros que se sufren son los siguientes:
Pérdida de memoria a corto plazo: incapacidad para retener nueva información.
Pérdida de memoria a largo plazo: incapacidad para recordar información personal como fechas importantes o el oficio.
Alteración en la capacidad de razonamiento.
Afasia: pérdida de vocabulario o incomprensión ante palabras comunes.
Apraxia: descontrol sobre los propios músculos, por ejemplo, incapacidad para atarse los cordones o pintarse las uñas.
Pérdida de capacidad espacial: desorientación, incluso en lugares conocidos.
Cambios de carácter: irritabilidad, confusión, apatía, decaimiento, falta de iniciativa y espontaneidad.
DIAGNÓSTICO
Para detectar la enfermedad y los cambios que produce en el cerebro se recurre a la resonancia magnética (RM), la tomografía computada por emisión de positrones (PET) y a una combinación de las dos. Utilizando la RM se puede visualizar la estructura del cerebro, mientras que con la PET se pueden detectar los primeros cambios que se producen en el tejido cerebral, aún antes de que se hagan visibles los primeros y más evidentes síntomas como la pérdida de la memoria.
TRATAMIENTO
Es una enfermedad cuya evolución suele demorarse, desde que aparecen los primeros síntomas hasta que llega a convertirse en grave, entre 5 y 20 años, según el paciente. Actualmente no existen tratamientos que puedan revertirla, pero en determinadas etapas de la enfermedad la aplicación de algunos fármacos pueden demorar la progresión de la patología.