El 8 de agosto de 2008 comienzan en Pekín, la capital de la República Popular China, los XXIX Juegos Olímpicos, uno de los acontecimientos deportivos con mayor repercusión mundial, tanto por su cobertura mediática como por las connotaciones políticas y económicas que implica. China, elegida en 2001 como país anfitrión del evento, ha realizado un ingente esfuerzo económico y humano para el desarrollo de las infraestructuras necesarias y en el acondicionamiento de la capital y sus servicios. Para el régimen autoritario chino, los Juegos Olímpicos suponen la ocasión excepcional de mostrar al mundo una nueva imagen de modernidad, implícita al papel de potencia mundial que China reclama para sí.
Un escaparate político y económico
El 13 de junio de 2001, el Comité Olímpico Internacional (COI), reunido en Moscú (Rusia), confió a Pekín la organización de los Juegos Olímpicos de 2008. La capital china se impuso en la votación final a París (Francia), Osaka (Japón), Estambul (Turquía) y Toronto (Canadá). Desde entonces, el gran país asiático ha realizado un enorme esfuerzo, tanto social como económico, para estar a la altura de un evento de tamaña magnitud.
Los Juegos Olímpicos adquieren singular importancia para su país anfitrión, la República Popular China, que aspira tanto a reformar su imagen internacional, desfavorecida por las numerosas violaciones de los derechos humanos que se achacan a su régimen, como a ofrecer una demostración de su poderío económico, que registra crecimientos anuales superiores al diez por ciento.
Por todo ello, no resulta extraño que la inversión oficial en campañas publicitarias supere los 20.000 millones de dólares. En cualquier caso, la gestación del proyecto olímpico no ha estado libre de problemas y polémicas, tanto a nivel medioambiental como por lo referente al recorte de libertades que ejerce el gobierno chino, y con especial relevancia a tenor del conflicto por la soberanía del Tibet, recrudecido con ocasión de los Juegos.
La preparación de los juegos
Más de 17.000 trabajadores han participado en la preparación de los Juegos Olímpicos de Pekín. A falta de datos oficiales, será esta la Olimpiada más cara de la historia, pues el coste total del evento alcanza los 40.000 millones de dólares, según estimaciones de la Asociación de Investigación Olímpica de Pekín.
Los trabajos preliminares han tenido cuatro ejes principales de actuación: la construcción o, en su caso, remodelación de las infraestructuras civiles y deportivas necesarias para el evento; el desarrollo de redes de transporte capaces de atender los movimientos del público asistente; la consolidación de sistemas de seguridad eficientes, tanto policiales como de protección civil, y la gestión de la problemática medioambiental, muy presente en toda la forja del proyecto, que ha pretendido contar con la sostenibilidad como uno de sus valores fundamentales. Dicha estrategia ha sido aplicada fundamentalmente a Pekín, sede central de los Juegos, pero también a las restantes sedes olímpicas: Hong Kong (equitación), Qingdao (vela), Shanghai, Tianjin, Shenyang y Quinhuangdao (cuatro escenarios para los encuentros de fútbol).
Entre las infraestructuras civiles construidas o remodeladas con ocasión de los Juegos Olímpicos destaca la ampliación del aeropuerto de Pekín, mediante la construcción de su Terminal 3, obra del renombrado arquitecto británico Norman Foster. La nueva instalación tiene casi tres kilómetros de longitud y una superficie de 986.000 m2. Su diseño, realizado en vidrio y metal, evoca la silueta de un dragón, uno de los seres más significativos de la mitología y la cultura china. Gracias a esta ampliación, más de 700 compañías aéreas operan en el gigantesco aeropuerto pekinés, que puede recibir hasta 76 millones de pasajeros al año. En cuanto al coste de las obras, se elevó a más de 3.500 millones de dólares.
También se han construido o acondicionado 59 vías de comunicación, tres puentes, y más de cien hoteles de diferentes categorías, con el fin de asegurar la cobertura de la demanda turística generada por los Juegos.
Pekín ha remodelado y expandido sus sistemas de transporte urbano, tanto el ferrocarril metropolitano, con la creación de 10 nuevas líneas de metro de alta velocidad, como los autobuses y el número de taxis disponibles en la ciudad.
El último de los ejes fundamentales en la gestación del proyecto olímpico de Pekín ha sido el desarrollo y afianzamiento de una red de seguridad que asegurase el normal desarrollo del evento y pudiera hacer frente al peligro del terrorismo. Aunque la ciudad partía con uno de los índices de criminalidad más bajos a nivel mundial y pese a que los Juegos no cuentan con la oposición declarada de ningún grupo armado, las autoridades chinas han puesto especial interés en dar una imagen de solidez garantizada, para lo cual se creó un gran dispositivo de control policial, que aúna a más de 150.000 miembros de distintos cuerpos de seguridad, destinado a velar por la seguridad de la ciudad durante la celebración de los Juegos Olímpicos.
Instalaciones deportivas
Sin embargo, el mayor esfuerzo constructivo ha tenido como centro las infraestructuras de carácter deportivo, esenciales para los Juegos Olímpicos. Once de las 31 instalaciones que acogerán las distintas pruebas son de nueva construcción, otras 11 existían ya pero han sido remodeladas y en nueve casos se trata de instalaciones temporales. También se han creado 41 centros de entrenamiento y cinco instalaciones adicionales relacionadas con la preparación de los deportistas.
Entre todos estos proyectos destaca el Estadio Olímpico Nacional de Pekín, también llamado Estadio Nido, debido a su estructura exterior de mallas metálicas, dispuestas en torno al estadio en forma de nido. Obra de los arquitectos suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron, en su interior tendrán lugar las ceremonias de inauguración y de clausura de los Juegos Olímpicos, así como distintos eventos de las competiciones de fútbol y atletismo. La faraónica construcción, de 258.000 m2 de superficie y con capacidad para 100.000 espectadores, ha requerido del Estado chino una inversión de 500 millones de dólares.
Entre las obras más importantes del proyecto olímpico figura también el Estadio Nacional Cubierto de Pekín, destinado a albergar las competiciones de gimnasia artística y balonmano. Su superficie ronda los 81.000 m2 y tiene capacidad para 18.000 espectadores. Esta instalación cuenta con los más modernos avances en materia de construcción, tanto por las técnicas empleadas -está diseñado para soportar y minimizar las altas temperaturas del verano chino- como por los materiales utilizados, gran parte de los cuales tiene su origen en el reciclado.
El Centro Acuático Nacional de Pekín, también llamado Cubo de Agua por su diseño cúbico, concita una atracción arquitectónica singular, ya que sus 80.000 m2 de superficie lo han convertido en el mayor edificio del mundo construido mediante estructuras de membranas. Gracias a sus membranas semitransparentes de textura mullida, el edificio está iluminado en un 90 % por la luz natural, demostración del compromiso de la organización de los Juegos con la sostenibilidad y el medio ambiente. El capital necesario para su edificación, 110 millones de dólares, fue aportado íntegramente por las regiones de régimen económico especial de Macao y Hong-Kong, así como por Taiwán, el Estado chino de régimen liberal que se separó de China tras la proclamación de la República Popular.
Actividad deportiva
El programa de los Juegos Olímpicos de Pekín incluye un total de 37 disciplinas de 28 deportes diferentes, que suman un total de 302 eventos deportivos. En ellos participarán cerca de 11.000 atletas de 206 federaciones diferentes. Cabe señalar que el béisbol vivirá su última participación olímpica. Por el contrario, en Pekín podrá disfrutarse de cinco nuevas disciplinas, entre las que destacan la natación de larga distancia (10 km), el ciclismo acrobático (BMX) o los 3.000 m obstáculos femeninos.
La competición deportiva se presume como una de las más ajustadas de las últimas décadas. La supremacía estadounidense en los Juegos de Atenas de 2004, en los que la delegación norteamericana obtuvo 103 medallas (35 de oro), se ve amenazada en Pekín 2008 por una República Popular China que quedó segunda en la capital griega con 63 medallas, pero a solo tres oros de los estadounidenses. Si a ello se suma el papel anfitrión de China y su ya conocida intención de demostrar al mundo el poderío humano de su renovado país, puede inferirse que el medallero va a estar muy disputado. Por otra parte, tampoco puede subestimarse la concurrencia de otras potencias deportivas como Rusia, Australia o Alemania.
Algunos deportistas de probada talla mundial, por su trayectoria y palmarés llegan a estos Juegos Olímpicos con la consideración de claros favoritos. En atletismo sobresalen corredores como los jamaicanos Asafa Powell y Usain Bolt, que ostenta la plusmarca mundial en 100 m lisos. Otro rival a batir será el estadounidense Tyson Gay, que participará en los 100 m y en los relevos. Otros grandes favoritos son el chino Liu Xiang, campeón de 110 m vallas en Atenas; el etiope Kenenisa Bekele, que aspira a ganar en 5.000 y 10.000 m; y la rusa Yelena Isinbayeva, plusmarquista mundial de salto con pértiga. En natación despuntan el estadounidense Michael Phelps y la francesa Laure Manaudou, aunque no hay que olvidar al australiano Eamon Sullivan o al francés Alain Bernard. En cuanto a los deportes de equipo, Estados Unidos presenta en baloncesto un poderoso equipo, formado en su integridad con jugadores de la liga profesional norteamericana, la NBA, aunque España (actual campeón del mundo) y Argentina (subcampeona) también cuentan con opciones al oro. En el fútbol, Brasil y Argentina parten como favoritas.
Pese a la presencia de estas grandes figuras del deporte mundial, la competición de los Juegos Olímpicos de Pekín se ha visto ensombrecida por la amenaza planteada por algunos atletas de no participar en sus respectivas disciplinas, debido a los altos índices de contaminación registrados en la capital china. Destaca entre ellos el plusmarquista etíope Haile Gebrselassie, que padece asma y ha renunciado a participar en el maratón para centrarse en los 10.000 m lisos.