Roger Federer, gran estrella del tenis mundial de la década de 2000, nació en Binningen, localidad del cantón de Basilea-Campiña (Suiza), el 8 de agosto de 1981.
Se inició en el tenis con apenas tres años y destacó ya en su etapa júnior. Como profesional debutó a los 17 años, en 1998, y al año siguiente conquistó sus primeros torneos, de modo que acabó la temporada en el puesto 64 de la clasificación de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP).
A partir de 2001, una progresión espectacular lo encaramó a las cimas del tenis mundial, hasta alcanzar su cénit deportivo en febrero de 2004, cuando se convirtió en número uno de la ATP. Durante 237 semanas mantuvo su supremacía deportiva, temporalmente arrebatada por el español Rafael Nadal en agosto de 2008. Sin embargo, Federer recuperó el primer puesto mundial en julio de 2009, clasificación que mantenía en septiembre del mismo año, cuando era el único jugador en activo que había ganado los cuatro trofeos del Grand Slam (Roland Garros, Wimbledon, Abierto de Australia y Abierto de Estados Unidos). En total eran 69 los torneos ganados por el suizo (entre ellos, 15 del Grand Slam), triunfos a los que se sumaba la medalla de oro en dobles masculinos de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, obtenida junto con Stanislas Wawrinka.
Numerosos comentaristas y aficionados consideran a Federer como el mejor tenista de todos los tiempos, no solo por la efectividad de su juego, sino también por la elegancia y ductilidad con la que se desenvuelve dentro de la pista, sea cual sea la superficie sobre la que juegue.
Cabe indicar también que se le debe la creación (2003) de la Fundación Roger Federer, que patrocina proyectos de ayuda humanitaria cuyos principales destinatarios son los niños de Sudáfrica, país del que es originaria la madre del tenista. Con ocasión del maremoto que asoló las costas del Sudeste Asiático en 2004, Federer participó activamente en las campañas de ayuda a las víctimas. También ha colaborado en iniciativas contra la propagación del SIDA y desde 2006 ejerce como Embajador de Buena Voluntad de UNICEF.
Michael Jordan es un exbasquetbolista estadounidense, nacido el 17 de febrero de 1963 en la ciudad de Brooklyn. Para muchos es sin duda el mejor jugador de la historia de este deporte.
En 1981 ingresó en el equipo de la Universidad de Carolina del Norte, y ya al año siguiente era elegido mejor jugador de la temporada.
En 1984 fue miembro de la selección de Estados Unidos, ganando la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, experiencia que repitió en los Juegos de Barcelona de 1992.
El mismo año fue fichado por los Chicago Bulls, equipo en el que permaneció a lo largo de toda su carrera deportiva y con el cual obtuvo seis campeonatos de la NBA. Máximo encestador en diez temporadas, obtuvo un promedio de 32 puntos por partido, récord absoluto de la NBA, y fue elegido mejor jugador en 1988, 1991, 1992, 1996 y 1998.
En octubre de 1993, tras el asesinato de su padre, abandonó la competición, pero regresó a la NBA en marzo de 1995. Anunció de nuevo su retirada en 1999, pero en 2001, con 38 años, regresó a la competición, y dos años más tarde volvió a retirarse.
Considerado el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos, dentro de la cancha destacó por su rapidez, elegancia e inteligencia, y fuera de ella, por su sencillez y honestidad.
Nadia Comaneci nació el 15 de noviembre de 1961 en la ciudad de Onesti, Rumania. Años más tarde se convertiría en, sin dudas, la gimnasta más influyente de la historia del deporte.
Descubierta por quien acabaría siendo su entrenador, Belá Károlyi, cuando tenía solo seis años de edad, empezó a obtener sus primeras victorias en categorías juveniles en 1970. En 1974 ya era campeona juvenil mundial.
En la categoría absoluta, en su primera actuación en competición internacional durante los Campeonatos de Europa celebrados en Skien (Noruega), en 1975, demostró sus excepcionales cualidades, dado que superó con cuatro victorias individuales a la rusa Lyudmila Turishcheva, pentacampeona de Europa. En 1976 triunfó en Nueva York, donde, además de hacerse con la victoria en la Copa América, se convirtió en la primera mujer que realizaba el dificilísimo doble mortal de espaldas en la salida de su ejercicio de asimétricas.
Fue, sin embargo, en los Juegos Olímpicos de Montreal (1976) donde se reveló como un auténtico prodigio de la gimnasia: obtuvo siete máximas puntuaciones (10) y las medallas de oro en las disciplinas de paralelas asimétricas y de barra de equilibrio, así como en la general individual. Sus gráciles vuelos la convirtieron en una popularísima figura del deporte, y en su país fue recibida como una heroína nacional.
Tras unos años de irregulares resultados en competición, que no le impidieron ganar el Campenato del Mundo de Estrasburgo (1978), obtuvo dos nuevas medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Moscú (1980), en suelo y barra de equilibrio, y el segundo puesto en la general individual.
En 1984 se retiró de la competición activa para convertirse en entrenadora del equipo rumano, primero, y del canadiense, después. En 1989 se instaló en Estados Unidos, donde siete años más tarde contrajo matrimonio con el gimnasta estadounidense Bart Conner.
El fútbol es sin dudas el deporte más popular en Argentina. Por eso, no sorprende que su selección haya estado durante toda su historia entre las más destacadas a nivel mundial. Campeona de dos mundiales (1978 y 1986) y finalista de otros 3 (1930, 1990 y 2014), han sabido llevar la celeste y blanca jugadores de la talla de Mario Alberto Kempes, Diego Maradona, Gabriel Batistuta y Lionel Messi.
Primeros años
En 1930, la selección argentina participó por primera vez en un campeonato mundial de fútbol. Con un equipo todavía amateur, llegó a la final, que perdió frente al seleccionado uruguayo -local- por 4 goles a 2.
En 1958, el equipo de Argentina se clasificó para el Mundial de Suecia, dejando atrás a Bolivia y a Chile. Luego de su brillante actuación en el Sudamericano de Chile del año anterior, donde arrasó con todos los rivales, las expectativas eran muy altas, pero los resultados fueron decepcionantes: una derrota por 6 a 1 frente al combinado checoslovaco significó el final de una esperanza, y también de toda una época del fútbol nacional.
Los campeonatos mundiales de Inglaterra (1966) y Alemania (1974) significaron nuevas decepciones. De modo que para el Mundial de 1978, y a pesar de la notoria ventaja que suponía jugar de local, no parecía haber demasiadas esperanzas de éxito para el seleccionado argentino. Sin embargo, la Junta militar que por entonces gobernaba en Argentina había convertido la organización de este campeonato Mundial, y la posible obtención del título, en un asunto de primera importancia para el Estado.
Más allá de las sospechas que todavía pesan sobre la legitimidad del título, lo cierto es que César Luis Menotti plasmó un equipo altamente competitivo, donde se destacaban figuras como Ubaldo Fillol, Daniel Passarella y Mario Kempes. Este conjunto venció en la final al combinado holandés por 3 a 1, con dos goles de Kempes y uno de Daniel Bertoni, obteniendo así la primera Copa del Mundo para Argentina.
Bajo las estelas de Maradona y Messi
En 1982, en España, casi con el mismo equipo más el importante agregado de Diego Maradona, la selección no consiguió pasar de las primeras rondas. En el siguiente Mundial, celebrado en México en 1986, bajo la dirección técnica de Carlos Salvador Bilardo y con el deslumbrante Maradona en el cenit de su carrera, Argentina derrotó en la final a Alemania por 3 a 2, con goles de José Luis Brown, Jorge Valdano y Jorge Burruchaga, otro de los jugadores destacados de esa selección, y obtuvo de este modo su segunda Copa del Mundo.
En Italia, en 1990, otra vez con Bilardo y Maradona al frente del equipo, Argentina llegó nuevamente a la final, gracias también a la acertada actuación de su arquero, Sergio Goycochea, consagrado como especialista en atajar penales. Esta vez el triunfo fue para Alemania. En 1994, en Estados Unidos, el equipo, que dirigía Alfio Basile, con el beneficioso antecedente de haber ganado las dos ediciones de la Copa América previas al Mundial, no pudo pasar más allá de las primeras rondas, pese a contar con un plantel altamente jerarquizado, en el que se destacaban Claudio Caniggia, Fernando Redondo, Gabriel Batistuta y, una vez más, Diego Maradona.
Lo mismo ocurrió en Francia 1998, con el equipo dirigido por Daniel Passarella, y en Corea-Japón 2002, por Marcelo Bielsa, quien fue el director técnico del primer equipo ganador del oro olímpico en Atenas 2004, triunfo que Argentina repitió en las Olimpiadas de Pekín 2008. Los anteriores trofeos olímpicos de fútbol se remontaban a Amsterdam 1928 y Atlanta 1996, ocasiones en las que la selección se hizo con la medalla de plata.
En el Mundial de Alemania 2006, el equipo dirigido por José Pekerman -que como técnico de los seleccionados sub-20 había ganado tres campeonatos mundiales- perdió ante Alemania en cuartos de final, en un partido en el que jugó un jovencísimo Lionel Messi.
Para el Mundial de Sudáfrica 2010 fue convocado como director técnico Diego Armando Maradona, quien organizó un equipo de jugadores con gran reconocimiento en el fútbol europeo, entre los cuales destacaban Messi, Carlos Tévez y Gonzalo Higuaín. En esa ocasión, el equipo albiceleste volvió a perder con Alemania en cuartos de final, y quedó en quinto lugar en los resultados definitivos.
Mayores logros obtuvo la selección en el Mundial 2014, celebrado en Brasil, donde llegó a disputar nuevamente el trofeo máximo frente a Alemania, que en el tiempo complementario de la final se impuso por un gol a cero. En esta edición del campeonato, en la que el equipo argentino fue dirigido por Alejandro Sabella, además de la excelente participación de Lionel Messi (nombrado mejor jugador del torneo), sobresalieron las figuras de los centrocampistas Ángel Di María y Javier Mascherano, que resultaron determinantes en el camino hacia el subcampeonato.
El básquet fue introducido en el país en 1912, dentro del programa de educación física de la Asociación Cristiana de Jóvenes; durante algún tiempo fue apenas un deporte que se desarrollaba en las competencias internas de esa institución. Pero a partir de mediados de esa década su práctica comenzó a difundirse rápidamente en el interior del país. En 1921, en fin, se fundó la Federación Argentina de Básquet, que organizó ese año el primer campeonato, obtenido por el Olimpia Basquetball Club.
En 1926, el club Hindú realizó una exitosa gira por Europa, en la que obtuvo victorias sobre equipos ingleses, franceses y españoles. Hacia finales de los años veinte, posiblemente a causa del éxito de la gira del Hindú, centenares de clubes incorporaron el básquet a sus actividades regulares. En 1929, la antigua Federación se convirtió en la Confederación Argentina de Básquet.
Los clubes que acapararon los títulos nacionales hasta la década de 1940 fueron Olimpia, Independiente, Gimnasia y Esgrima, Estrella, Universitario, River Plate, Sporting Social, Municipalidad y El Tala. A mediados de esa década surgió el gran equipo de Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque, que dominó la escena hasta 1950.
Ascenso vertiginoso
En 1929 se fundó la Confederación Argentina de Básquetbol, que organizó una liga paralela a la ya existente, en la que destacaron los equipos de Estudiantes de La Plata, Boca Juniors, San Lorenzo de Almagro, Platense y River Plate.
Este desarrollo vertiginoso del básquet en Argentina obtuvo su primera ratificación internacional en 1948, en los Juegos Olímpicos de Londres, en los que la selección nacional desarrolló una muy destacada actuación.
Dos años más tarde se jugó en Buenos Aires el Campeonato Mundial, cuyo título quedó en manos de la selección local. Tras derrotar a Egipto, Francia, Brasil y Chile, el combinado argentino llegó a la final, donde se enfrentó al otro invicto del certamen, Estados Unidos. En un partido memorable, jugado en el estadio del Luna Park, los argentinos se impusieron por 64 a 50, escribiendo la página más gloriosa de la historia de ese deporte en el país. Pedro Bustos, Hugo del Vecchio, Leopoldo Contarbio, Raúl Pérez Varela, Vito Liva, Roberto Viau, Rubén Menini, Ricardo González, Juan Carlos Uder, Omar Monza, Alberto López y Óscar Furlong integraron el plantel del campeón.
La conquista de la medalla de plata en los Juegos Panamericanos de 1951 (Buenos Aires) y 1955 (México) marcó el final de una primera etapa gloriosa a escala mundial para el básquet nacional, con la excepción de la medalla de oro obtenida en los Juegos Panamericanos de 1995 (Mar del Plata).
Los campeonatos argentinos
Entre las décadas de 1960 y 1980, el básquet de alta competición entre clubes se desarrolló sobre todo en Buenos Aires. Los campeonatos metropolitanos concentraron lo mejor del básquet nacional, destacándose los equipos como el de Boca Juniors -que ganó nueve campeonatos consecutivos-, el Villa Crespo, Obras Sanitarias o Lanús, y jugadores de la talla de los hermanos Norberto y Juan Carlos Battilana, Carlos Pellandini, Eduardo Cadillac y Adolfo Rubén Perazzo.
Sin embargo, en el interior del país la práctica del básquet no era menos importante, como se dejaba ver durante la disputa del campeonato nacional, en el que cada provincia, además de la Capital Federal, presentaba su equipo. El conjunto de la provincia de Buenos Aires, armado en base a jugadores provenientes de Bahía Blanca -entre los cuales se destacaba la figura de Alberto Pedro Cabrera, uno de los mejores basquetbolistas que ha dado el país- ganó prácticamente todos los campeonatos entre los años 1960 y 1980.
Santiago del Estero, que fue campeón en 1968, y Santa Fe, que obtuvo el título en 1977, así como Entre Ríos, Misiones y Córdoba, llegaron a presentar también grandes equipos. Pero el gran rival de Buenos Aires fue Capital Federal. Las recordadas finales entre estos combinados se resolvieron casi siempre con la victoria del equipo de la provincia.
En la década de 1970, aún vigente la estrella de Cabrera, destacaron también jugadores como Carlos González y Ernesto “Finito” Geehrman.
La Liga Nacional de Básquet
El auge del Campeonato Argentino declinó a partir de la creación de la Liga Nacional de Básquet. Esta competición se disputa desde 1985, animada sobre todo por clubes como Estudiantes de Bahía Blanca, Ferrocarril Oeste, Independiente de Neuquén, Peñarol de Mar del Plata, Independiente de General Pico, Olimpia de Venado Tuerto y Boca Juniors.
Mención aparte merece Atenas de Córdoba, bajo la conducción de Marcelo Milanesio. Además de ganar numerosos títulos en la escena nacional, este equipo obtuvo el tercer puesto en la Copa Mc Donald’s, disputada en 1997 entre los mejores del mundo, y en la que se impuso el Chicago Bulls capitaneado por Michael Jordan.
La era Ginóbili
Una nueva generación relanzó el básquet argentino a la escena internacional a comienzos del siglo XXI. El bahiense Emanuel Ginóbili se consolidó como el mejor basquetbolista argentino de todos los tiempos y el primero en consagrarse campeón en la NBA (liga profesional de Estados Unidos): como escolta del San Antonio Spurs, equipo del estado de Texas, ganó dicha competición en las temporadas 2002-2003 y 2004-2005.
Para la temporada 2005-2006 se sumaron otros jugadores argentinos a la NBA: Fabricio Oberto fichó por los Spurs, Andrés “Chapu” Nocioni por los Chicago Bulls y Carlos Delfino por los Detroit Pistons. Otros destacados jugadores, que han participado en las más importantes ligas europeas y latinoamericanas, son Alejandro Montecchia, Walter Herrmann, Luis Scola, Gabriel Fernández, Leonardo Gutiérrez, Rubén Wolkowyski y Hugo Sconochini.
La selección nacional de básquet, integrada por esta nueva generación, conquistó la medalla de plata en el Campeonato Mundial de 2002 (Estados Unidos), la de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y la de bronce en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.
Entre los días 27 de julio y 12 de agosto de 2012 tuvieron lugar en Londres, la capital del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, los Juegos Olímpicos de Verano correspondientes a la XXX Olimpiada de la era moderna. Era la tercera vez que la ciudad británica acogía este evento mundial, como ya hizo en 1908 y 1948.
El Comité Olímpico Internacional adjudicó a Londres la organización de los Juegos en su 117ª sesión, reunida en Singapur en julio de 2005. Las candidaturas desestimadas en su beneficio correspondieron a las ciudades de Moscú, Nueva York, Madrid y París.
La preparación del evento corrió a cargo de un Comité Organizador, encargado de la planificación general y la recaudación de fondos, y de la Oficina de Proyectos de las Olimpiadas, que asumió la realización de las obras y la provisión de servicios. También se contó con la colaboración y patrocinio material de distintas entidades privadas y públicas.
La municipalidad londinense aprovechó las inversiones estatales recibidas en proyectos de renovación urbanística de importantes zonas de la capital. También se mejoraron las condiciones urbanas de sostenibilidad, con la apertura de nuevas zonas verdes, mejoras en el transporte público, y la renovación del servicio de recogida y procesamiento de basuras.
El capítulo de seguridad fue cubierto, a escala nacional, por un impresionante dispositivo conjunto de la policía y el ejército, que movilizó a cerca de 50.000 efectivos (17.000 de ellos militares, más de los que el Reino Unido tenía desplegados en Afganistán).
Como prolegómeno a los Juegos, el peregrinaje de la antorcha olímpica tuvo ese año una modificación sustancial en su acostumbrada travesía, pues fue trasladada directamente desde Grecia al Reino Unido, por cuya geografía realizó el tradicional periplo previo a su triunfal entrada en el Estadio Olímpico londinense, al término de la gala inaugural del evento.
El principal escenario deportivo fue el Parque Olímpico de Londres, construido sobre 200 hectáreas de antiguo uso industrial en el distrito de Stratford, al este de la ciudad. Allí estaban la Villa Olímpica, el Estadio Olímpico, el pabellón Arena de baloncesto, el Centro Acuático y el Velódromo, entre otras instalaciones. Sin embargo, la competición no se ciñó en exclusiva al citado Parque, pues buena parte de ella se desarrolló en equipamientos deportivos o de esparcimiento ya existentes antes de la aprobación de la candidatura, por ejemplo el estadio de Wembley, el club de tenis de Wimbledon o Hyde Park.
El conjunto residencial que albergó a los atletas se convertirá en un nuevo barrio londinense, que pasará a denominarse East Village.
Participaron en los Juegos de Londres las delegaciones de 204 estados (alrededor de 10.500 atletas). Entre ellos figuró un representante de Sudán del Sur, el país de más reciente creación, si bien acudió a título de Participante Olímpico Independiente, por no haberse creado aún el Comité Olímpico de la joven nación.
Cabe destacar que todas las delegaciones nacionales de atletas incluyeron al menos una mujer, primera ocasión de la historia del olimpismo en que así ocurría; en total, el 46 % de los participantes correspondió al sexo femenino, sensible avance con respecto a los Juegos de Pekín (2008), donde este porcentaje se situó en un 42 %. La delegación que Estados Unidos contaba en Londres con mayoría de mujeres.
La competición sumó 26 deportes olímpicos, que abarcaron las 39 disciplinas siguientes: atletismo, bádminton, baloncesto, balonmano, boxeo, ciclismo (en sus especialidades de BMX, montaña, pista y ruta), deportes acuáticos (natación, natación sincronizada, saltos y waterpolo), equitación, esgrima, fútbol, gimnasia (artística, rítmica y acrobática), halterofilia, hockey sobre hierba, judo, lucha (grecorromana y libre olímpica), piragüismo (en eslalon y en aguas tranquilas), pentatlón moderno, remo, taekwondo, tenis, tenis de mesa, tiro con arco, tiro olímpico, triatlón, vela y voleibol (voleibol y voleibol playa).
Las grandes favoritas para la cabeza del medallero eran las delegaciones de Estados Unidos y China, triunfadoras en Pekín 2008, donde la primera obtuvo el mayor número de preseas de oro, y la segunda, el monto superior de insignias de las tres categorías (oro, plata y bronce). No decepcionaron las expectativas: Estados Unidos ocupó el primer puesto con 104 preseas (46 de oro, 29 de plata y 29 de bronce), seguida de China, con 88 metales (38 de oro, 27 de plata y 23 de bronce); a la zaga quedaron Reino Unido con 65 (29 de oro, 17 de plata y 19 de bronce), y Rusia con 82 (24 de oro, 26 de plata y 32 de bronce). España ocupó el puesto 21 de la clasificación con 17 medallas (3 de oro, 10 de plata y 4 de bronce). Países latinoamericanos con presencia en el podio de los triunfadores fueron: Brasil, con 17 preseas (3 de oro, 5 de plata y 9 de bronce); Colombia, con 8 (1 de oro, 3 de plata y 4 de bronce); México con 7 (1 de oro, 3 de plata y 4 de bronce); Argentina con 4 (1 de oro, 1 de plata y 2 de bronce); República Dominicana con 1 de oro y 1 de plata y Venezuela con 1 de oro.
Para los anales del deporte olímpico quedarán los triunfos del jamaicano Usain Bolt, ganador del oro en las pruebas reinas de la velocidad, los 100 y 200 m lisos, además de la prueba de relevos de 4×100 m lisos, con lo que se convertía en el primer velocista de la historia que sumaba seis oros olímpicos; la victoria del keniano David Rudisha en los 800 m, cuya plusmarca mundial batió holgadamente; los seis metales -cuatro oros y dos platas- con los que alcanzó 22 preseas olímpicas el estadounidense Michael Phelps, el mejor nadador de todos los tiempos; y cómo no, la meritoria participación en la prueba de los 400 m del sudafricano Oscar Pistorius, primer campeón paralímpico que accedía a la palestra de los Juegos, inconfundible por las prótesis de fibra de carbono que sustituían a sus pies amputados.
Concluidos los Juegos de verano, el 12 de agosto, el espíritu de la Olimpiada perduró durante los Juegos Paralímpicos, que también se disputaron en Londres, entre los días 29 de agosto y 9 de septiembre de 2012.
Michael Phelps nació en Baltimore (Maryland, Estados Unidos) el 30 de junio de 1985. En su ciudad natal cursó las enseñanzas primaria y secundaria. Practicó diversos deportes antes de decidirse por la natación, disciplina en la que comenzó a destacar a los 10 años. Su portentosa complexión, con 195 cm de talla y un desarrollo muscular excepcional, aportaban las condiciones físicas óptimas para una triunfal carrera deportiva.
En 2000, con solo 15 años se clasificó para participar en los Juegos Olímpicos de Sidney (Australia), donde adquirió experiencia en la alta competición. Al año siguiente (2001) logró su primer triunfo internacional: el oro en la prueba de 200 m mariposa en el Mundial de Fukuoka (Japón). En 2002, convertido ya en uno de los plusmarquistas más jóvenes de la historia, conquistó cinco metales en los Juegos Panpacíficos de Yokohama (Japón): tres oros (200 m estilos, 400 m estilos y 4×100 m estilos) y dos platas (200 m mariposa y 4×200 m libres), lo que consolidó su candidatura a favorito en el certamen mundial que se celebraría en Barcelona (España) el año siguiente.
Las expectativas se cumplieron y Phelps ganó seis preseas en el Campeonato del Mundo de Barcelona de 2003: cuatro oros (200 m mariposa, 200 m estilos, 400 m estilos y 4×100 m estilos) y dos platas (100 m mariposa y 4×200 m libres). No obstante, la definitiva consagración del nadador tuvo como escenario los Juegos Olímpicos de Atenas (Grecia) de 2004, en los que ganó ocho medallas: seis oros (400 m estilos, 100 m mariposa, 200 m mariposa, 200 m estilos, 4×100 m estilos y 4×200 m libres) y dos bronces (200 m libres y 4×100 m libres). Ese mismo año ingresó en la Universidad de Maryland, donde cursó la carrera de Deportes, publicidad y administración hasta 2008.
Conocido ya como “el tiburón de Baltimore”, el estadounidense volvió a brillar en el Mundial de Montreal (Canadá) de 2005, en el que obtuvo cinco oros (200 m libres, 200 m estilos, 4×100 m libres, 4×200 m libres y 4×100 m estilos) y una plata (100 m mariposa), así como en los Juegos Panpacíficos de Victoria (Australia) de 2006, donde conquistó cinco oros más (200 m mariposa, 200 m estilos, 400 m estilos, 4×100 m libres y 4×200 m libres) y otra plata (200 m espalda).
Su carrera de triunfos prosiguió de modo espectacular en 2007. Ese año, Phelps subió a lo más alto del podio del Mundial de Melbourne (Australia) para recoger siete oros. Correspondieron a las finales de 200 m libres, 100 m mariposa, 200 m mariposa, 200 m estilos, 400 m estilos, 4×100 m libres y 4×200 m libres.
Considerado ya el mejor nadador de la historia, Phelps despejó cualquier duda sobre su jerarquía al superar la legendaria plusmarca de su compatriota Mark Spitz (quien consiguió siete oros en los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972). Así hizo el de Baltimore en los Juegos Olímpicos de Pekín (China) de 2008, donde venció en ocho pruebas: 100 m mariposa, 200 m mariposa, 200 m estilos, 400 m estilos, 200 m libres, 4×100 m libres, 4×200 m libres y 4×100 m estilos.
Al año siguiente (2009) participó en el Mundial de Roma (Italia); allí conquistó cinco oros (100 m mariposa, 200 m mariposa, 4×100 m libres, 4×200 m libres y 4×100 m estilos) y una plata (200 m libres). En 2010 obtuvo también cinco oros (100 m mariposa, 200 m mariposa, 4×100 m libres, 4×200 m libres y 4×100 m estilos) en los Juegos Panpacíficos de Irvine (California, Estados Unidos).
Galardonado con el World Swimmer of the Year Award (Premio al nadador mundial del año) en seis ocasiones (2003-2004 y 2006-2009), siguió cosechando triunfos en 2011, con ocasión del Mundial de Shanghai (China), en el que conquistó cuatro oros (100 m mariposa, 200 m mariposa, 4×200 m libres y 4×100 m estilos), dos platas (200 m libres y 200 m estilos) y un bronce (4×100 m libres).
En 2012 y con 27 años cumplidos, Phelps anunció su retirada de la alta competición, tras participar en los Juegos Olímpicos de Londres (Reino Unido). En este evento puso colofón a su carrera con cuatro oros (100 m mariposa, 200 m estilos, 4×100 m estilos y 4×200 m libres) y dos platas (200 m mariposa y 4×100 m libres), de modo que su palmarés deportivo sumó 22 medallas olímpicas (18 de oro) y 33 mundiales (26 oros), con 37 plusmarcas mundiales batidas a lo largo de su carrera. Estas cifras que lo convierten en el deportista más laureado de la historia.
Yelena Isinbáyeva nació el 3 de junio de 1982 en Volgogrado (antigua Stalingrado), ciudad de la Unión Soviética que hoy se halla en territorio de la Federación Rusa.
Siendo niña se inició en la práctica de la gimnasia, disciplina a la que atribuye su gran elasticidad. Sin embargo, un excesivo crecimiento la obligó a cambiar de deporte. A los 15 años comenzó su andadura en el atletismo, en una de cuyas modalidades técnicamente más complejas iba a especializarse, el salto con pértiga.
El debut internacional de Isinbáyeva tuvo lugar en los mundiales junior de Annecy (Francia), en 1998, en los que ya saltó por encima de los cuatro metros, aunque sin obtener medalla. Al año siguiente alcanzó los 4,20 m en el campeonato nacional ruso.
Apenas tenía 19 años cuando, tras haber ganado tres mundiales junior, debutó en competiciones internacionales absolutas con un séptimo puesto en el Campeonato del Mundo Indoor de Lisboa (2001). Pronto obtuvo sus primeras medallas en este tipo de certámenes, sendas platas en los campeonatos de Europa de Munich, en 2002, y en el mundial indoor de Birmingham, en 2003, y ese mismo año, el bronce en el Campeonato del Mundo de París. Fueron el preludio a su primera plusmarca mundial, obtenida en Gateshead (Reino Unido) en julio de 2003, cuando la atleta rusa alzó el listón hasta los 4,82 m; meses después (febrero de 2004) hizo lo propio con el récord del mundo indoor, que dejó en 4,83 m. En apenas dos años, Isinbáyeva había mejorado su marca personal en 61 cm, progresión que puede calificarse de espectacular.
Isinbáyeva ganó su primera medalla de oro en un campeonato mundial senior en la edición indoor de Budapest de 2004. Desde entonces y hasta 2008, su supremacía ha sido incontestable, como atestiguan una decena de oros consecutivos en campeonatos mundiales y de Europa (cuatro indoor y otros tantos al aire libre) y en los Juegos Olímpicos de Atenas (2004) y Pekín (2008). En este mismo período batió 14 veces la plusmarca mundial al aire libre y otras 10 el récord indoor.
Su fallida participación en el Campeonato Mundial de Berlín de 2009, en el que quedó descalificada, alzó rumores sobre el inicio de su ocaso deportivo, pese a que ese mismo año había superado en dos ocasiones consecutivas su propia plusmarca indoor, que alcanzó los cinco metros. Estas suposiciones fueron pronto desmentidas con un nuevo récord mundial al aire libre, obtenido en el Mitin de Zurich: 5,06 m.
A unas condiciones físicas admirables, rebosantes de fuerza y agilidad, Isinbáyeva suma la depurada técnica en el salto que perfeccionó junto a su entrenador, Vasili Petrov, antiguo preparador de otro mito de la pértiga, el ucraniano Sergéi Bubka. Según Petrov, las posibilidades de su pupila no estaban agotadas con las plusmarcas mencionadas, pues situaba su techo máximo de salto entre los 5,15 y los 5,20 m, una altura jamás soñada por ninguna atleta femenina. Téngase en cuenta que la plusmarquista mundial precedente, la también rusa Svetlana Feofanova, dejó el listón en 4,88 m, 18 cm menos que la marca actual.
Los triunfos de Isinbáyeva han sido reconocidos por la Federación Internacional de Atletismo con la nominación a la mejor atleta del año en 2004, 2005 y 2008, y con el Premio Laureus a la mejor deportista femenina del año en 2007 y 2009. El día 2 de septiembre de 2009 se le otorgó el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes.
El 8 de agosto de 2008 comienzan en Pekín, la capital de la República Popular China, los XXIX Juegos Olímpicos, uno de los acontecimientos deportivos con mayor repercusión mundial, tanto por su cobertura mediática como por las connotaciones políticas y económicas que implica. China, elegida en 2001 como país anfitrión del evento, ha realizado un ingente esfuerzo económico y humano para el desarrollo de las infraestructuras necesarias y en el acondicionamiento de la capital y sus servicios. Para el régimen autoritario chino, los Juegos Olímpicos suponen la ocasión excepcional de mostrar al mundo una nueva imagen de modernidad, implícita al papel de potencia mundial que China reclama para sí.
Un escaparate político y económico
El 13 de junio de 2001, el Comité Olímpico Internacional (COI), reunido en Moscú (Rusia), confió a Pekín la organización de los Juegos Olímpicos de 2008. La capital china se impuso en la votación final a París (Francia), Osaka (Japón), Estambul (Turquía) y Toronto (Canadá). Desde entonces, el gran país asiático ha realizado un enorme esfuerzo, tanto social como económico, para estar a la altura de un evento de tamaña magnitud.
Los Juegos Olímpicos adquieren singular importancia para su país anfitrión, la República Popular China, que aspira tanto a reformar su imagen internacional, desfavorecida por las numerosas violaciones de los derechos humanos que se achacan a su régimen, como a ofrecer una demostración de su poderío económico, que registra crecimientos anuales superiores al diez por ciento.
Por todo ello, no resulta extraño que la inversión oficial en campañas publicitarias supere los 20.000 millones de dólares. En cualquier caso, la gestación del proyecto olímpico no ha estado libre de problemas y polémicas, tanto a nivel medioambiental como por lo referente al recorte de libertades que ejerce el gobierno chino, y con especial relevancia a tenor del conflicto por la soberanía del Tibet, recrudecido con ocasión de los Juegos.
La preparación de los juegos
Más de 17.000 trabajadores han participado en la preparación de los Juegos Olímpicos de Pekín. A falta de datos oficiales, será esta la Olimpiada más cara de la historia, pues el coste total del evento alcanza los 40.000 millones de dólares, según estimaciones de la Asociación de Investigación Olímpica de Pekín.
Los trabajos preliminares han tenido cuatro ejes principales de actuación: la construcción o, en su caso, remodelación de las infraestructuras civiles y deportivas necesarias para el evento; el desarrollo de redes de transporte capaces de atender los movimientos del público asistente; la consolidación de sistemas de seguridad eficientes, tanto policiales como de protección civil, y la gestión de la problemática medioambiental, muy presente en toda la forja del proyecto, que ha pretendido contar con la sostenibilidad como uno de sus valores fundamentales. Dicha estrategia ha sido aplicada fundamentalmente a Pekín, sede central de los Juegos, pero también a las restantes sedes olímpicas: Hong Kong (equitación), Qingdao (vela), Shanghai, Tianjin, Shenyang y Quinhuangdao (cuatro escenarios para los encuentros de fútbol).
Entre las infraestructuras civiles construidas o remodeladas con ocasión de los Juegos Olímpicos destaca la ampliación del aeropuerto de Pekín, mediante la construcción de su Terminal 3, obra del renombrado arquitecto británico Norman Foster. La nueva instalación tiene casi tres kilómetros de longitud y una superficie de 986.000 m2. Su diseño, realizado en vidrio y metal, evoca la silueta de un dragón, uno de los seres más significativos de la mitología y la cultura china. Gracias a esta ampliación, más de 700 compañías aéreas operan en el gigantesco aeropuerto pekinés, que puede recibir hasta 76 millones de pasajeros al año. En cuanto al coste de las obras, se elevó a más de 3.500 millones de dólares.
También se han construido o acondicionado 59 vías de comunicación, tres puentes, y más de cien hoteles de diferentes categorías, con el fin de asegurar la cobertura de la demanda turística generada por los Juegos.
Pekín ha remodelado y expandido sus sistemas de transporte urbano, tanto el ferrocarril metropolitano, con la creación de 10 nuevas líneas de metro de alta velocidad, como los autobuses y el número de taxis disponibles en la ciudad.
El último de los ejes fundamentales en la gestación del proyecto olímpico de Pekín ha sido el desarrollo y afianzamiento de una red de seguridad que asegurase el normal desarrollo del evento y pudiera hacer frente al peligro del terrorismo. Aunque la ciudad partía con uno de los índices de criminalidad más bajos a nivel mundial y pese a que los Juegos no cuentan con la oposición declarada de ningún grupo armado, las autoridades chinas han puesto especial interés en dar una imagen de solidez garantizada, para lo cual se creó un gran dispositivo de control policial, que aúna a más de 150.000 miembros de distintos cuerpos de seguridad, destinado a velar por la seguridad de la ciudad durante la celebración de los Juegos Olímpicos.
Instalaciones deportivas
Sin embargo, el mayor esfuerzo constructivo ha tenido como centro las infraestructuras de carácter deportivo, esenciales para los Juegos Olímpicos. Once de las 31 instalaciones que acogerán las distintas pruebas son de nueva construcción, otras 11 existían ya pero han sido remodeladas y en nueve casos se trata de instalaciones temporales. También se han creado 41 centros de entrenamiento y cinco instalaciones adicionales relacionadas con la preparación de los deportistas.
Entre todos estos proyectos destaca el Estadio Olímpico Nacional de Pekín, también llamado Estadio Nido, debido a su estructura exterior de mallas metálicas, dispuestas en torno al estadio en forma de nido. Obra de los arquitectos suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron, en su interior tendrán lugar las ceremonias de inauguración y de clausura de los Juegos Olímpicos, así como distintos eventos de las competiciones de fútbol y atletismo. La faraónica construcción, de 258.000 m2 de superficie y con capacidad para 100.000 espectadores, ha requerido del Estado chino una inversión de 500 millones de dólares.
Entre las obras más importantes del proyecto olímpico figura también el Estadio Nacional Cubierto de Pekín, destinado a albergar las competiciones de gimnasia artística y balonmano. Su superficie ronda los 81.000 m2 y tiene capacidad para 18.000 espectadores. Esta instalación cuenta con los más modernos avances en materia de construcción, tanto por las técnicas empleadas -está diseñado para soportar y minimizar las altas temperaturas del verano chino- como por los materiales utilizados, gran parte de los cuales tiene su origen en el reciclado.
El Centro Acuático Nacional de Pekín, también llamado Cubo de Agua por su diseño cúbico, concita una atracción arquitectónica singular, ya que sus 80.000 m2 de superficie lo han convertido en el mayor edificio del mundo construido mediante estructuras de membranas. Gracias a sus membranas semitransparentes de textura mullida, el edificio está iluminado en un 90 % por la luz natural, demostración del compromiso de la organización de los Juegos con la sostenibilidad y el medio ambiente. El capital necesario para su edificación, 110 millones de dólares, fue aportado íntegramente por las regiones de régimen económico especial de Macao y Hong-Kong, así como por Taiwán, el Estado chino de régimen liberal que se separó de China tras la proclamación de la República Popular.
Actividad deportiva
El programa de los Juegos Olímpicos de Pekín incluye un total de 37 disciplinas de 28 deportes diferentes, que suman un total de 302 eventos deportivos. En ellos participarán cerca de 11.000 atletas de 206 federaciones diferentes. Cabe señalar que el béisbol vivirá su última participación olímpica. Por el contrario, en Pekín podrá disfrutarse de cinco nuevas disciplinas, entre las que destacan la natación de larga distancia (10 km), el ciclismo acrobático (BMX) o los 3.000 m obstáculos femeninos.
La competición deportiva se presume como una de las más ajustadas de las últimas décadas. La supremacía estadounidense en los Juegos de Atenas de 2004, en los que la delegación norteamericana obtuvo 103 medallas (35 de oro), se ve amenazada en Pekín 2008 por una República Popular China que quedó segunda en la capital griega con 63 medallas, pero a solo tres oros de los estadounidenses. Si a ello se suma el papel anfitrión de China y su ya conocida intención de demostrar al mundo el poderío humano de su renovado país, puede inferirse que el medallero va a estar muy disputado. Por otra parte, tampoco puede subestimarse la concurrencia de otras potencias deportivas como Rusia, Australia o Alemania.
Algunos deportistas de probada talla mundial, por su trayectoria y palmarés llegan a estos Juegos Olímpicos con la consideración de claros favoritos. En atletismo sobresalen corredores como los jamaicanos Asafa Powell y Usain Bolt, que ostenta la plusmarca mundial en 100 m lisos. Otro rival a batir será el estadounidense Tyson Gay, que participará en los 100 m y en los relevos. Otros grandes favoritos son el chino Liu Xiang, campeón de 110 m vallas en Atenas; el etiope Kenenisa Bekele, que aspira a ganar en 5.000 y 10.000 m; y la rusa Yelena Isinbayeva, plusmarquista mundial de salto con pértiga. En natación despuntan el estadounidense Michael Phelps y la francesa Laure Manaudou, aunque no hay que olvidar al australiano Eamon Sullivan o al francés Alain Bernard. En cuanto a los deportes de equipo, Estados Unidos presenta en baloncesto un poderoso equipo, formado en su integridad con jugadores de la liga profesional norteamericana, la NBA, aunque España (actual campeón del mundo) y Argentina (subcampeona) también cuentan con opciones al oro. En el fútbol, Brasil y Argentina parten como favoritas.
Pese a la presencia de estas grandes figuras del deporte mundial, la competición de los Juegos Olímpicos de Pekín se ha visto ensombrecida por la amenaza planteada por algunos atletas de no participar en sus respectivas disciplinas, debido a los altos índices de contaminación registrados en la capital china. Destaca entre ellos el plusmarquista etíope Haile Gebrselassie, que padece asma y ha renunciado a participar en el maratón para centrarse en los 10.000 m lisos.