Durante la gestación, el organismo materno experimenta una serie de modificaciones y trastornos. Dichos cambios son provocados, básicamente, por dos circunstancias que explicaremos a continuación.
En primer lugar, los cambios se producen por el aumento de la secreción de estrógenos y progesterona, unas hormonas que fabrican los ovarios y la placenta, y que tienen la misión de adaptar el organismo a la gestación y prepararlo para la lactancia, pero que producen, asimismo, una serie de alteraciones en diversos aparatos y sistemas. La otra circunstancia que provoca estos cambios y trastornos es el propio crecimiento del feto dentro del útero.
Una de las modificaciones más evidentes que se producen durante la gestación es el aumento de peso. El resto de las modificaciones podrían muy bien clasificarse como trastornos, ya que ocasionan molestias objetivas o subjetivas a la embarazada.
Entre los trastornos digestivos cabe destacar las náuseas, vómitos, exceso de salivación, estreñimiento, flatulencia y rechazo a ciertos gustos y olores. Entre los trastornos cardiovasculares, son frecuentes los edemas o hinchazones de miembros inferiores, las varices o dilataciones de las venas de los miembros inferiores, y las hemorroides o varices de las venas situadas alrededor del ano.
Las alteraciones cutáneas más características son la aparición de manchas oscuras en la piel de la cara y un exceso de pigmentación alrededor de los pezones, en la línea media del abdomen, en la vulva, en el ano y en las cicatrices. En las mamas, a parte de su aumento de volumen y sensación de peso y tirantez, pueden producirse emanaciones espontáneas de leche a través de los pezones, aumento de la sensibilidad e, incluso, dolor, y formación de estrías. Otros trastornos frecuentes son anemia, cansancio, necesidad de orinar con excesiva frecuencia y dolor en la parte baja de la espalda.