Cuando hablamos de intertextualidad nos referimos a la incorporación de otros textos en un texto. Esta conexión entre textos diferentes se extiende a producciones literarias y no literarias. Un texto puede hacer bis recordar temas, frases, rasgos estructurales o de género de otros textos. Existen tres tipos de intertextualidad muy comunes.
La cita
Entre los tipos de intertextualidad que investigamos, es uno de los más comunes. Todos sabemos lo que es una cita literaria. ¿Qué escritor no ha citado alguna vez a otro, de una u otra forma?
La cita es una referencia explícita de otro texto. Además, es literal (o al menos, debería serlo). Es decir, por un lado ponemos la cita y por otro la fuente (autor, obra, año, etc.). Y lo hacemos de manera literal, tal como escribió ese fragmento su autor (de ser posible, en la lengua en la que fue escrito). Si está traducido, hay que procurar citar la editorial, el año de la traducción, el traductor, etc.
Claro está que no siempre es así. A veces, los escritores incorporan una cita al comienzo de cada capítulo y sólo incluyen, como fuente, al autor original. Depende siempre del contexto de lo que estamos haciendo, no es lo mismo una cita en un ensayo, donde se requieren todas las fuentes de información posibles, que la cita en una narración.
El plagio
Otro de los tipos de intertextualidad presentes en muchos textos, aunque a veces los autores no especifican la fuente, y por eso se habla de plagio. Es decir, no es necesario que el plagio sea literal; por ejemplo, se puede plagiar una idea, un argumento, un personaje, etc. Solo hablamos de plagio cuando el escritor no hace referencia a su fuente original.
La alusión
En cambio, si en el texto encontramos una referencia, por vaga que sea, a otro texto, estamos ante una alusión, otro de los tipos de intertextualidad más habituales, puede que el más frecuente.