Manuel Ruíz Urriés de Castilla fue un militar y administrador colonial español que desempeñó importantes cargos en el virreinato del Perú y la presidencia de Quito. Su trayectoria se vio marcada por su participación en la rebelión de Tupac Amaru, su enfrentamiento con la revolución quiteña de 1809 y su trágico asesinato en prisión.
1779
Viajó al Perú como corregidor de las provincias de Chilques, Paruro y Masques.
1781
Participó como coronel de milicia en la lucha contra la insurrección de Tupac Amaru.
1783
Fue ascendido como coronel del ejército, el 15 de octubre.
1788
Fue designado intendente de Huancavelica, aunque su nombramiento fue retenido por el virrey Croix.
1790
Tomó posesión como gobernador de las minas de Huancavelica y recibió el título de Conde de Ruiz y Castilla.
1792
Fue ascendido a brigadier y al año siguiente fue nombrado comandante general de armas de Cuzco.
1794
Fue designado presidente de la Real Audiencia del Cuzco, hasta 1806.
1806
Sofocó la sublevación de Cuzco, lo que le valió un ascenso a teniente coronel.
1808
Fue nombrado presidente de la Audiencia y Cancillería Real de Quito.
1809
Fue depuesto por una revolución criolla que estableció la Primera Junta de Gobierno Autónoma de Quito, presidida por el marqués de Selva Alegre. Más tarde, le devuelven el mando a cambio de una amnistía.
1811
Se declaró la independencia de Quito y Ruiz Urriés de Castilla fue depuesto de su cargo y encarcelado.
1812
Fue asesinado a puñaladas en la cárcel de Quito durante disturbios populares en junio.
REPRESIÓN DE LA REBELIÓN DE TUPAC AMARU
Manuel Ruíz Urriés de Castilla lideró una de las columnas que luchó contra los rebeldes de Tungasuca durante la rebelión de Tupac Amaru en el siglo XVIII, capturando a la esposa e hijos de Tupac Amaru, Micaela Bastidas e Hipólito. Por su valentía, recibió el rango de coronel del ejército y fue reconocido por el virrey Agustín de Jáuregui.
Posteriormente, como gobernador de Cuzco, tuvo que enfrentar las consecuencias del levantamiento indígena, trabajando para restaurar el orden, la justicia y la economía, así como fortaleciendo la defensa militar y la lealtad al rey.