La evolución es el cambio en las características de las especies a lo largo del tiempo, se basa en varios procesos, uno de ellos es la selección natural. Las pruebas anatómicas son una manera de corroborar la evolución de las especies.
¿Qué es la evolución?
La evolución se define como un proceso gradual en el cual algo cambia de una forma a otra, usualmente más compleja. La evolución biológica es el mecanismo a través del cual un organismo se vuelve más sofisticado con el tiempo con el propósito de adaptarse mejor a su ambiente.
La evolución como mecanismo biológico es impulsada por la selección natural, la cual indica que aquellos organismos mejor adaptados son los que tienen mayores probabilidades de sobrevivir. Esta teoría es aceptada por muchos científicos ya que permite explicar los fenómenos que ocurren en la naturaleza.
La evolución tiene varios componentes importantes: la selección natural, la macroevolución y la microevolución. La teoría de la evolución existe desde hace mucho tiempo, incluso antes de que se registraran evidencias de ella, sin embargo, muchos científicos fueron capaces de interpretar todas esas evidencias desde un punto de vista evolutivo y las vincularon en lo que es hoy la teoría moderna de la evolución.
Dado que la evolución es un proceso sumamente largo que puede tardar miles o millones de años en manifestare, la mayoría de las pruebas se basan en una serie de hechos que ocurrieron en el pasado, dichas pruebas son:
- Pruebas biogeográficas.
- Pruebas embriológicas.
- Pruebas paleontológicas.
- Evidencias del ancestro común.
- Pruebas anatómicas.
Pruebas anatómicas
En la actualidad, con toda la tecnología disponible para los científicos, hay muchas maneras de apoyar la teoría de la evolución en base a evidencias, por ejemplo, las similitudes del ADN entre las especies o el conocimiento de los ciclos de vida. Sin embargo, los científicos antiguamente no tenían todas estas facilidades para examinar este tipo de evidencias, por lo que la principal forma en la que se apoyaba esta teoría era mediante las similitudes anatómicas entre los organismos.
Los científicos se basaban en cómo las partes del cuerpo de ciertos grupos de especies se asemejan a otras a pesar de que dichas estructuras en la actualidad no cumplen con las mismas funciones en ambas o no tienen el mismo origen evolutivo.
Las pruebas anatómicas se dividen en tres: órganos análogos, órganos homólogos y órganos vestigiales.
Órganos análogos
A pesar de que, por ejemplo, un tiburón y un delfín lucen muy similares en cuerpo, color, tamaño y localización de las aletas, en el árbol filogenético de la vida no están muy relaciones. Los delfines en realidad están más emparentados con los seres humanos que con los tiburones. De manera que la relación de este parecido es otra.
Las especies se adaptan a sus ambientes para llenar nichos vacíos. Como los tiburones y los delfines viven en zonas similares, tienen un nicho parecido. Las especies no relacionadas que viven en ambientes similares y tienen el mismo tipo de responsabilidades dentro de los ecosistemas acumulan adaptaciones que a la larga hacen que se parezcan entre sí, a esto hace referencia el concepto de “órganos análogos”.
Los órganos análogos son aquellas estructuras que entre las especies son anatómicamente diferentes, porque no presentan ninguna relación evolutiva, sin embargo, cumplen funciones similares, como por ejemplo, cuando se compara el ala de un ave y la de una mariposa.
Estos tipos de estructuras no demuestran la existencia de relación entre las especies, sino que apoyan la teoría de la evolución porque muestran cómo las especies construyen adaptaciones para encajar en sus ambientes.
Órganos homólogos
Como se mencionó anteriormente, los tiburones y los delfines no están estrechamente relacionados. Sin embargo, los delfines y los seres humanos sí: los delfines tienen aletas delanteras que les ayudan a reducir la fricción del agua al nadar, la estructura de estas aletas es similar a la del brazo humano, aunque no se utilicen para lo mismo, esto es lo que se conoce como órganos homólogos.
Las estructuras homologas son aquellos órganos que entre especies tienen una forma anatómica similar porque vienen de un ancestro común, pero que sin embargo, su función es distinta debido a que se han adaptado a medios diferentes, el mismo ejemplo aplica al ala de un murciélago y la aleta de un delfín.
Órganos vestigiales
Dentro o sobre el cuerpo de muchos animales existen estructuras que no tienen utilidad aparente, esto se debe a que son restos de estructuras pasadas. Aparentemente, las especies a lo largo del tiempo acumularon tantas adaptaciones que provocaron que alguna estructura ya no fuera útil y que con el tiempo dejara de funcionar. Estas estructuras se conocen como órganos vestigiales y, aunque ya no tienen utilidad, no han desaparecido por completo del cuerpo de las especies.
El ser humano posee menos vello que sus antepasados, algunos científicos explican que se debió a un mecanismo evolutivo que les permitió adaptarse al medio, ya que esta desaparición del pelaje pudo haber ocurrido en periodos en que sus ancestros realizaron largas caminatas en desiertos de África.
El ser humano tiene varias de estas estructuras, como por ejemplo el apéndice puede ser eliminado del cuerpo, o la “cola” que está conectada al coxis. En algún punto durante la evolución, estas partes del cuerpo ya no fueron necesarias para la supervivencia y dejaron de funcionar.