Se conoce como arritmia a cualquier alteración del ritmo cardíaco, ya sea por cambio de sus características o por variaciones inadecuadas de la frecuencia.
La frecuencia cardíaca es variable y los valores normales se encuentran entre 50 y 100 latidos por minuto. Sin embargo, puede ser normal hallar cifras por debajo o por encima de estos valores en función de las características del individuo o la situación en la que se encuentra. La arritmia se produce cuando esas variaciones son constantes o permanecen por un largo período de tiempo.
Algunas arritmias causan pocos o ningún síntoma diagnóstico y tienen un efecto mínimo en la eficacia del bombeo del corazón especialmente cuando duran poco tiempo. Muchos adultos sanos sufrirán arritmias cortas de vez en cuando pero las que duran minutos o incluso horas son las que pueden tener consecuencias muy serias. Pueden, entre otras cosas, reducir la cantidad de sangre que el corazón bombea al cuerpo.
La contracción cardíaca es la actividad contráctil del corazón que mantiene y regula por una serie de impulsos nerviosos la frecuencia cardíaca. Si bien puede estar condicionada por influencias nerviosas externas, hormonales o farmacológicas, su origen es automático, estrechamente ligado a la actividad de un centro íntimamente compenetrado con la estructura muscular del corazón, denominado miocardio específico, o más comúnmente tejido de conducción.
Cualquier influencia patológica, mecánica o tóxica que trastorne de forma sustancial el funcionamiento regular de este centro estimulador automático lleva a una variación del estímulo eléctrico. Esto, a su vez, provoca en la mayoría de los casos una alteración del rendimiento mecánico de la bomba cardíaca.
Síntomas
Los principales síntomas pueden ser palpitaciones, que es como se conoce a la percepción de que el corazón late, la cual no tenemos normalmente. Las palpitaciones no siempre indican una situación patológica ni significan que haya taquicardia.
Otro síntoma puede ser la aparición de síncopes, es decir, pérdidas de conciencia relativamente bruscas, de las que se el organismo suele recuperarse en un corto período de tiempo. Las causas de síncope pueden ser múltiples. Algunos síncopes pueden ser debidos a arritmias, tanto bradicardias como taquicardias.
Por último, una arritmia podría llegar a causar un paro cardíaco, una situación de pérdida de conciencia grave, que no se recupera de forma espontánea. Lo que diferencia este cuadro del síncope es que en esta situación debe de realizarse maniobras de reanimación cardíaca o de lo contrario el paciente no se recupera, produciéndose su muerte en pocos minutos.