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Un punto de la travesía puede ser Arriaga, para después tomar el tren, hasta el punto más al
norte que alcancen. Buscarán llegar también a Monterrey, primero cruzando por Piedras
Negras, pero cualquiera sea la ruta aprenden de memoria los teléfonos o direcciones de
contacto que llevan por escrito para evitar que se los roben y los delincuentes los utilicen para
amedrentar y sobornar a las personas que los van a acoger.
La frontera norte de México empieza en el sur. Sobre todo después de las restricciones del
gobierno norteamericano a la migración, y del huracán Stan, que obligó a desplazar la estación
de arranque en Ciudad Hidalgo del tren de carga de la compañía Chiapas-Mayab a trescientos
kilómetros al norte, hasta Arriaga, casi en el límite de Chiapas con Oaxaca. El tren cruza en su
trayecto una pequeña zona de Oaxaca y sigue su recorrido hasta Orizaba, Veracruz. Después,
con cambio de locomotora, enlaza con otros ramales.
A partir de un cruce fronterizo arriesgado, a pie y a nado o vadeando el río, con o sin "pasa-
dores" polleros, los migrantes inician una dura travesía.
El Stan devastó la zona en octubre de 2005, ampliando enormemente el cauce del río Coatán,
destruyendo puentes y retorciendo hasta los rieles del tren. Ahora, para llegar a la primera
estación, hay que recorrer a pie más de trescientos kilómetros siguiendo la vía, y sortear por los
"caminos de extravío" la red de "puntos de verificación" fijos, y las "volantas", camionetas de
control móvil, de las autoridades mexicanas de migración y de la policía sectorial o local que les
cortan el paso en la carretera.
Los caminos de extravío son postas y pasto de asaltantes –pandilleros y diversas policías y
autoridades– que los despojan de lo poco que llevan, y abusan de las mujeres. Puntos como el
de La Arrocera y Montecristo son conocidos como el Cementerio de Migrantes. Hasta llegar a
Arriaga, antes hay que andar muchas horas y días –unos diez desde la frontera– sobre las
piedras y los durmientes de la vía férrea para no perder el camino, atravesar zonas de
matorrales y fronda y exponerse a picaduras de animales a veces mortales.
Por carretera, estos nómadas circulan en combis o colectivos y en autobuses de todas las clases,
entre ellos los Tijuaneros, que en dos días y medio, llevan a los que pueden pagarse el pasaje,
en su gran mayoría mexicanos, hasta las diferentes ciudades fronterizas del norte.
El factor de mayor desigualdad en el mundo es el lugar de nacimiento. El nombre y el apellido,
el color del rostro y las facciones exponen a los más afortunados que viajan por carretera a la
arbitrariedad de las múltiples revisiones, de día y de noche, de las que sólo se libran algunos
indocumentados con suerte.
Porque en la travesía hacia el norte, se pasa a través del laberinto de trampas tendidas por el
Medidas importantes del Plan de Seguridad Fronterizo
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