Aunque la lucha iniciada el 10 de agosto de 1809 en Ecuador no culminó con el triunfo definitivo de los independentistas, constituyó el primer intento por derrocar al sistema colonial español. El ejemplo de los precursores de la independencia fue seguido por otros patriotas que dieron nacimiento al Estado Ecuatoriano.
Antecedentes
En 1808 reinaba en España Carlos IV, quien el siete marzo de ese año, se vio obligado a renunciar al trono en favor de su hijo Fernando VII. Napoleón, emperador francés, con ambiciones de dominar los territorios coloniales españoles, hizo prisionero al monarca. Este hecho provocó la organización de las Juntas Supremas Provinciales que establecieron la lucha del pueblo hispano contra la Francia imperial.
Las noticias de lo acontecido en Europa llegaron con rapidez a América, inquietando a los habitantes de Quito. El 25 de diciembre de 1808, Juan Pío Montúfar, rico hacendado del Valle de Los Chillos, convocó para su hacienda “El Obraje”, a influyentes vecinos de la ciudad. El tema de discusión era la búsqueda de una solución para evitar que los franceses dominaran el país. La conclusión fue imitar a España, creando la Junta Soberana.
Por la fecha en que se desarrolló la reunión se le llamó “La Conspiración de la Navidad”.
Primeros pasos de la conspiración
En los meses que siguieron a la convocatoria del Marqués de Selva Alegre se sumaron otros conspiradores. El gobierno colonial descubrió sus intenciones y apresó a la mayoría de los participantes.
La posición privilegiada de los acusados y el robo de pruebas documentales permitió que, los excelentes abogados contratados, lograran la libertad de los reos.
Cuenca, Guayaquil y Pasto no apoyaron el movimiento quiteño del 10 de Agosto.
La rebelión
Los conspiradores liberados se reorganizaron y, en la noche del 9 de agosto, se reunieron en la casa de la patriota quiteña Doña Manuela Cañizares. En la madrugada del siguiente día quedó conformada la Junta Soberana de Gobierno.
Composición de la Junta
Presidente: Juan Pío Montúfar, Marqués de Selva Alegre.
Vicepresidente: Obispo José Cuero y Caicedo.
Secretario de Estado: Doctor Juan de Dios Morales.
Secretario de Despacho: Doctor Manuel Rodríguez de Quiroga.
Secretario de Interior: Doctor Juan Larrea.
Los marqueses y el puebloLos cabecillas del movimiento del 10 de agosto en Quito fueron los dueños de latifundios, la mayoría de ellos con nombramientos nobiliarios de marqueses y condes, que se separaron de la burocracia colonial y la sustituyeron. Entre las medidas tomadas estaban la supresión de los impuestos de los blancos y no de los indios y el perdón de las deudas que tenían con la Corona por la compra de tierras. Los activistas y organizadores de la Junta eran intelectuales, abogados, medianos terratenientes y algunos sacerdotes. Más tarde, no lograrían despertar entusiasmo por su gobierno, ni en el pueblo de la ciudad ni en los indígenas ya que no los beneficiaron en nada. Sin embargo, el 2 de agosto, cuando estos habían sido perseguidos y apresados, artesanos, vendedores, tenderos y el pueblo urbano se habían levantado para defenderlos sufriendo la represión y la muerte. A pesar de luchar por sus intereses, los actores de la Revolución de Quito fueron verdaderos patriotas, porque se levantaron contra las autoridades coloniales y establecieron un gobierno, se sacrificaron por mantenerlo y muchos de ellos perdieron la vida por defenderlo. |
De la Real Audiencia a la Junta de Gobierno
El mismo 10 de agosto, en horas tempranas, el Secretario General de la Junta, Doctor Antonio Ante, como comisionado se dirigió al despacho del Don Manuel Urriez, Conde de Castilla y Presidente de la Real Audiencia de Quito, para informarle la decisión de ser relevado en su cargo por la Junta de Gobierno. Por su parte el Coronel Juan de Salinas, Jefe Máximo de las fuerzas militares, juró lealtad a la Junta y al Rey.
Con la toma del poder, la Junta inició las primeras acciones ejecutivas y legislativas.
El 16 de agosto se convocó a un Cabildo Abierto que se efectuó en la sala capitular del Convento de San Agustín, donde se ratificó lo acordado seis días antes.
Reacción en la Península
Las autoridades coloniales reaccionaron enviando tropas desde Guayaquil, Pasto y otros lugares para reconquistar Quito y tomar el control apresando a los sublevados.
Por su parte, la Junta organizó un ejército de 3.000 colaboradores bajo las órdenes de Ascázubi y Zambrano, con la misión de avanzar al Norte y frenar el avance de los realistas comandadas por Miguel Tacón, en ese momento Gobernador de Popayán.
Combates de Sapuyes y CumbalLa falta de disciplina e inexperiencia de los milicianos hizo que, luego de cruzar el río Carchi y adentrarse en Pasto, fueran diezmados en los combates de Sapuyes, en el caso de Juan Ascázubi y de Cumbal, en el de Manuel Zambrano. El primero hecho prisionero y el segundo escapó con lo que quedó de su tropa. |
Quito volvió al pasado
Los quiteños al conocer de la derrota de sus combatientes reaccionaron con discusiones inútiles y divisionismo. Pío Montúfar renunció al cargo de presidente. Juan José Guerrero y Mateu lo sucedió en el cargo. Su postura fue buscar acercamiento con el conde Ruíz de Castilla hasta llegar la capitulación, el 24 de octubre, bajo la promesa de olvido del pasado y la inmunidad de los miembros de la Junta.
El engaño
Los primeros días que siguieron a la rendición resultaron normales y la Junta de Gobierno continuó en su actividad. Sin embargo, con la llegada de las tropas guayaquileñas y cuencanas, del Batallón Real de Lima y de los vencedores de Sapuyes y Cumbal las cosas cambiaron. El conde ordenó restablecer la Real Audiencia y perseguir a los que apoyaron la sublevación. Uno de los pocos en escapar fue Juan Pío Montúfar.
El proceso
El fiscal actuante en el proceso seguido contra los rebeldes pidió la pena de muerte para más de cuarenta acusados. Le tocó al virrey de Santa Fe dictar sentencia.
El grito libertario del 10 de Agosto constituyó un movimiento débil, frágil, desarticulado y carente de un verdadero líder.
El pueblo quiteño organizó el rescate que terminó en la matanza del 2 de agosto de 1810.
Las causas de la derrotaLa ausencia de un verdadero líder con conocimientos militares, las contradicciones internas, la falta de respaldo popular al movimiento, especialmente en las ciudades de Cuenca y Guayaquil, y la falta de unidad fueron las causas del fracaso. |
Más allá del fracaso
Para Ecuador y América el 10 de agosto de 1809 constituyó un hecho trascendental a pesar de los errores cometidos en su organización. Para los organizadores estaba claro el interés de tomar el poder en medio de los complejos procesos que se estaban dando en la metrópoli para así delimitar mejor los territorios ocupados por los virreinatos vecinos.
Esa fecha significó el inicio de una lucha que no terminaría hasta conquistar la independencia de la patria y el continente.