Esta etnia sudamericana tiene su origen en la región amazónica, lugar del que partió para ir ocupando distintas regiones del continente, como los actuales territorios del Paraguay, el noreste argentino, el sur y suroeste de Brasil y el sureste de Bolivia.
El nombre original de este pueblo es avá, palabra cuyo significado es “hombre”, y que rebaja a las otras etnias a la categoría de “no hombres”. La denominación de guaraníes les fue impuesta según se cree por los españoles, que tomaron para nombrarlos el grito de guerra que proferían antes de entrar en combate “guara ny”, cuyo significado sería “combatir les”. Aunque otra versión afirma que es una deformación de la palabra “guariní”, cuyo significado es “guerra” o “guerrear”. Lo cierto es que ellos mismos comenzaron a llamarse guaraníes, lo que implica que asumían su condición de guerreros.
Provenientes de la zona circundante del Caribe, posiblemente la isla de Marajó, en la desembocadura del Amazonas; las causas de su migración hacia el sur tuvieron que ver con la necesidad de buscar nuevas tierras aptas para el cultivo, la presión de otros pueblos y los motivos religiosos que impulsaban su nomadismo para ir en busca de “La Tierra sin mal”.
Se instalaron en el actual territorio paraguayo hacia fines del siglo XV y comienzos del XVI, subdividiéndose en distintos grupos según las zonas que en adelante fueron ocupando. Los chandules, por ejemplo, eran los guaraníes de las islas del delta del río Paraná, pero desaparecieron después de la segunda fundación de Buenos Aires a cargo de Juan de Garay en 1580; a los que se establecieron en la zona del río Carcarañá se los llamó carcarañaes; guaraníes de Santa Ana, a los ocupantes del norte de la provincia de Corrientes, Argentina; mbyá, a los de Misiones, otra provincia argentina; mientras en la actual Bolivia se instalaron los llamados tapietés.
Pero por su lengua se pueden clasificar en tres grupos:
1. El amazónico que habla el ñe engatú (lengua hermosa o pulida).
2. El Tupí o Tupinambá (guaraní de la costa atlántica).
3. El grupo caracterizado por hablar el avañe-é (lengua del hombre), que comprende los dialectos del Paraguay, Bolivia, Argentina y sur de Brasil, emparentados entre sí.
Actualmente su población se estima en 1,5 a 2 millones y su idioma es hablado por 5 a 12 millones de personas, principalmente gente de origen mestizo, en Paraguay, Mato Grosso, Mato Grosso del Sur, Rondonia (oeste y centro de Brasil), Santa Cruz, Beni y Pando (al este de Bolivia) y en Misiones y Corrientes y en menor medida Entre Ríos y Formosa (en el noreste argentino).
HISTORIA
Los guaraníes asentados en el sur de Bolivia, oeste de Paraguay y noroeste de Argentina tomaron para sí el nombre de avá guaraní. Los incas los denominaron con el mote despectivo de “chiriguano” (antiguamente chiriguanáe), forma despectiva castellanizada con la que los pueblos de habla quechua se referían a los guaraníes del Chaco occidental. El nombre “chiriguano” en idioma quechua derivaría de chiri-frío- wañu -excremento- aunque esta etimología es discutida, pues sería deformación de chiri-frío- wañuq -los que mueren-.
A partir del siglo XIII, grupos de pueblos amazónicos de linaje tupí-guaraní avanzaron desde la Amazonia hacia el sur y el oeste en un movimiento migratorio en busca de la “Tierra sin mal”. Los chiriguanos comenzaron a migrar hacia las estribaciones andinas en el siglo XV, durante el periodo hispánico, y sus movimientos quedaron registrados en los Comentarios Reales de los Incas del Inca Garcilaso de la Vega. Pero también hubo otros grupos que llegaron con el conquistador hispano portugués Alejo García a mediados del año 1500. Luego los guaraníes sometieron a los arawak generando una síntesis de las culturas al emparejarse los hombres guaraníes con las mujeres chanés. Esta síntesis cultural derivó hacia una sedentarización para la que adoptaron la costumbre chané de las grandes casas comunales hechas con palmas, leños y pajas, las llamadas maloka, en las que residían hasta 300 personas. De los chanés tomaron también la cestería y la cerámica, en tanto impusieron su idioma, su cosmovisión, su organización social y su afición por la caza, la pesca y la guerra. De este modo fueron conformando su forma tradicional de subsistencia basada en una combinación de horticultura (maíz, frijoles, yuca) y caza-recolección-pesca; tal horticultura, aunque principalmente de origen chané, tiene como influencia guaraní la alternativa de poder ser itinerante.
Cuando llegaron los españoles en el siglo XVI se encontraban asentados en las cabeceras de los ríos Pilcomayo y Guapay, enfrentados en guerras con los aimaras y los quechuas. Pero esto no les impidió combatir al nuevo enemigo, para quien se volvieron invencibles, y sólo cedieron ante los misioneros religiosos, fundamentalmente en el valle del río Parapetí.
La aceleración de la colonización que se dio hacia mediados del siglo XIX, acentuó el proceso de reducción en misiones, generando algunos focos de resistencia como el encabezado por el jefe Apiaguaiki Tumpa, que terminó con su asesinato a fines del siglo XIX.
En el siglo XX atravesaron una profunda crisis económica que, sumada a la llamada Guerra del Chaco, los obligó a desplazarse hacia el Chaco salteño, aunque en ocasiones se tratara sólo de migraciones temporarias para trabajar como zafreros en la caña de azúcar y en las plantaciones de algodón.
ECONOMÍA
Su estructura económica se sostenía sobre la agricultura, para lo que cada grupo tomaba exclusividad sobre una extensa área territorial; cada familia recibía a su vez un lote de tierra en las plantaciones y a cada esposa correspondía su huerta. Tradicionalmente ha existido una división muy marcada del trabajo, tanto sexual como etaria. Los hombres hacían el desmonte, cazaban, pescaban y se dedicaban a la cestería; las mujeres plantaban, cosechaban y se ocupaban de los alimentos. Sus principales plantaciones eran las de maíz, mandioca, calabaza, poroto y tabaco. Las jóvenes y las niñas también practicaban la cestería, y exclusivamente a las mujeres correspondía el trabajo en cerámica.
ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y SOCIAL
Se asentaban en aldeas ocupando los claros de la selva. Las familias habitaban en casas comunales encabezadas por un jefe que tenía su aposento en el centro de la vivienda. La casa era una sola habitación de hasta sesenta metros, y en ella cabían entre sesenta y ciento veinte personas. Los jefes de las casas comunales formaban el consejo de jefes, en el que eran tratados y resueltos los principales problemas de la comunidad; la aldea estaba dirigida por un jefe político llamado Mburubichá, y un jefe religioso llamado Shaman, la familia y el matrimonio constituían el núcleo básico de la sociedad.
COSMOVISIÓN
De acuerdo a sus creencias hay una vida después de la muerte que es mejor que la de esta tierra. Para afrontarla proveen al muerto de todo lo que creen necesario para su nuevo estado. Antes de entrar en la vida mejor, los muertos deben recorrer el inframundo en un viaje donde los peligros acechan al que va hacia “La Tierra sin mal”, peligros de los que sólo son exceptuados los niños.
Los guaraníes sienten como si estuvieran vivos a los héroes míticos y a los antepasados de la comunidad, creyendo que habitan en los adornos que los representan. La relación entre la comunidad de los vivos y la de los muertos es estrecha; en su cosmovisión son los muertos quienes los proveen de alimentos, envían la lluvia y los cuidan y estimulan en la guerra; a cambio reciben de los vivos ritos, ofrendas y venganza de su honor, celebrándoles además una gran fiesta anual.
EL CHAMÁN
En la cultura guaraní el chamán es un sacerdote dotado de poderes sobrenaturales como la adivinación, la sanación, la potestad sobre sucesos naturales como la lluvia. Está a cargo de la espiritualidad de la comunidad dirigiendo ceremonias y danzas. El contacto con espíritus, buenos y malos, le permite proteger a la comunidad.
En los mitos y leyendas guaraníes que tratan la creación como tema central, aparece como figura principal Tupá, considerado el dios supremo o dios del trueno. Tupá contó con la ayuda de la diosa luna, Arasy, para descender a la tierra en un lugar recreado como un monte en la región de Areguá (Paraguay). Este fue el sitio desde donde realizó la creación de todo lo que hay sobre la tierra, incluso los océanos y las estrellas del firmamento. Luego creó a la humanidad en una elaborada ceremonia en la que formó estatuillas de arcilla representando al hombre y a la mujer. Luego de soplar la vida en estas formas humanas, los dejó con los espíritus del bien (Angatupyry) y del mal (Taú) y partió. La primera raza así creada serían los guaraníes, de quienes se originarían los demás pueblos.
Los jesuitas que realizaron tareas evangelizadoras entre los aborígenes de América en el siglo XVII, se ocuparon de fusionar las historias y leyendas guraníes para que sus héroes míticos encajaran en el relato del Génesis tal como se lo conoce en el Antiguo Testamento.
ACTUALIDAD
Actualmente mantienen su preeminencia sobre las pequeñas comunidades chanés, pero la hegemonía se ha reducido y ya aparecen como una sociedad mixta chiriguano-chané, también conocida como tupí-guaraní.