Caribes

También conocidos como caríbales o galibi, los caribes, provenientes de la región amazónica brasileña, ingresaron a la cuenca del Orinoco, el oriente, la costa central de Venezuela y el sur del Lago de Maracaibo, hacia el siglo II d. C.

Agricultores y ceramistas, inicialmente ubicaron su centro operativo en el Mato Grosso y las cabeceras del Amazonas, desde donde habrían iniciado su expansión hacia el Orinoco, llegando a conquistar la costa atlántica colombiana hacia el siglo VIII, la cuenca del lago Maracaibo hacia el siglo XI, la costa central oriental de Venezuela hacia el siglo XIII, logrando en su despliegue desplazar o absorber a los pueblos de ascendencia arawaca que ocupaban esos territorios desde 1.000 años a. C.

Una vez que ocuparon la región norte de la costa atlántica de Sudamérica, desde Paria hasta la boca del Amazonas entre los siglos IX y XIV, detuvieron su expansión controlando además la mayor parte del Caribe Insular.

La gran expansión de los caribes por América tuvo que ver con las posibilidades que les daba la navegación, tanto por mares como por cuencas fluviales, y su exogamia. Pero el área territorial en la que alcanzaron mayor desarrollo parece haber sido el norte de Colombia y Venezuela, ubicando sus puntos septentrionales extremos en las Grandes Antillas como Cuba y La Española, los meridionales en el departamento de Loreto, Perú, y en el sureste el alto curso del río Xingú, en el Mato Grosso brasileño.

LENGUA

La cantidad de lenguas que componen la familia lingüística caribe, y el carácter expansionista de los pueblos que la integran, la convirtieron en una de las más amplias de América, con diferencias muy marcadas entre las distintas zonas, producidas por el contacto con otras etnias.

HISTORIA

Los colonizadores europeos llegaron a las Antillas hacia fines del siglo XV; para entonces los arawacos eran mayoría en la región, pero hacía ya muchos años que habían empezado a ser colonizados por pueblos caribes muy belicosos. Incluso encontraron comunidades mixtas con hombres que hablaban un léxico de origen caribe mientras mujeres y niños usaban léxico arawak (de la variante eyeri o iñeri). En el dato se ve expresada la estrategia expansionista de los caribes: aniquilar a los hombres y mestizarse con las mujeres arawak. Pero la inesperada aparición de los europeos echó por tierra sus planes.

Entre los años 1492 y 1700, murió el 90% de su población, la mayoría a causa de las enfermedades traídas por los colonos. Se calcula que al llegar los primeros expedicionarios los pobladores de las Antillas Menores oscilaban entre los 7.000 y los 15.000 individuos, aunque hay historiadores que calculan entre 20.000 y 30.000 caribes, los que lentamente fueron expulsados de las islas hasta terminar refugiados en Dominica a mediados del siglo XVIII.
Las dificultades se agravaron cuando holandeses, franceses y británicos se lanzaron a la captura de aborígenes para venderlos como esclavos en las plantaciones, excusándose en su canibalismo. De este modo, la población siguió reduciéndose y en lugares como Guadalupe resultó casi exterminada.

¿Sabías qué...?
Sólo en Dominica aún quedan poblaciones de Caribes.

Franceses e ingleses fueron resistidos en sus intentos por controlar las Antillas Menores. Los caribes se valían de su capacidad como navegantes para enfrentarlos, o llegado el caso, escapar entre las islas. Sin embargo, la resistencia no alcanzó para detener la ambición de los europeos, quienes finalmente se adueñaron de Guadalupe y fundaron Saint George en Granada. Los aborígenes americanos contraatacaron para recuperar sus tierras, pero fueron exterminados borrando el último foco de resistencia hacia el año 1654. El resto del siglo se caracterizó por los acuerdos y los enfrentamientos entre las fuerzas en pugna.

A comienzos del siglo siguiente los franceses conquistaron Martinica convirtiéndola oficialmente en una colonia del Reino de Francia. La misma isla pasó a manos inglesas en 1761, pero al año siguiente, luego del tratado de París, fue devuelta a Francia.

Los caribes resistieron en la isla de San Vicente, donde se les unieron esclavos africanos que huían de Barbados, Santa Lucía y Granada, y que, al mezclarse con los nativos, dieron origen a los garífunas o caribes negros, quienes negociaron con los españoles su traslado a Honduras, donde la tierra era más fértil, a cambio de la protección de las costas.

En la actualidad en Dominica quedan unos 3.000 caribes; se autodenominan kaliganos y ninguno habla la lengua original, idioma que se considera extinto desde 1920. En San Vicente hay unos 6.000, y en algunos pueblos costeros quedan pequeños grupos.

RAZONES DE LA DERROTA

A pesar de la resistencia y las diferentes alianzas que alternativamente fueron estableciendo con holandeses, ingleses, franceses y españoles, los caribes fueron finalmente derrotados militarmente por dos cuestiones fundamentales: por un lado, los europeos dejaron de enfrentarse entre ellos estableciendo tratados de paz en los que se repartieron el mundo; por otro lado, la concepción de la guerra que tenían los caribes hacía que luego de ganar una batalla volvieran a sus poblados retomando sus tareas cotidianas, los españoles, en cambio, desde su visión imperial, consideraban propio el territorio al que llegaban sus soldados, cuya única función era consolidar las posiciones alcanzadas.

ORGANIZACIÓN SOCIAL

Agrupados en clanes familiares, los caribes seguían el linaje patrilineal en grupos llamados cacicazgos, estableciendo alianzas de pueblos federados.

La sociedad se dividía en dos grupos. El primer grupo estaba conformado por los caciques, los jefes militares y los sacerdotes, quienes se dedicaban a gobernar, defender el territorio y organizar las ceremonias religiosas. El segundo grupo estaba conformado por trabajadores, específicamente cultivadores, tejedores, orfebres, ceramistas y comerciantes. A ellos correspondía pagar los impuestos con los que se sostenía a los caciques, militares y sacerdotes. Los grupos familiares estaban bajo la autoridad de un cacique, quien conducía asesorado por sus parientes mayores. Su autoridad era absoluta pues la creencia era que descendían de los dioses.

Construían sus bahareques sobre pilotes de madera.

No se asentaban en poblados sino que construían cuidadosamente sus bahareques alejados uno de otro. Los materiales que usaban eran naturales: pilotes estructurales de madera con techos a dos aguas hechos con hojas de palmera; paredes interiores en esterillas de guadua, cactus, caña brava, que recubrían con una argamasa de origen vegetal (utilizada también para el mobiliario), y una última capa con la que le daban lustre con cal.

ACTIVIDADES PRODUCTIVAS

Los caribes eran pescadores de especies grandes, tanto de río como de mar. El pescado era la base de su alimentación. Para conservarlo utilizaban técnicas de humeado, secado y salado. Tenían por cocina un mesón de madera cubierto por tierra, donde asaban y cocinaban; lo llamaban barbacoa.

Se ocupaban también de la agricultura cosechando papas, yuca, mandioca, tabaco, cacao, frijoles, algodón, etc.
Elaboraban mantas tejidas que pintaban de varios colores. También demostraron ser muy hábiles en la elaboración de piezas de cerámica y de oro, a tal punto que los quimbayas (grupo caribe) fueron considerados como los mejores orfebres de América.

Para la comercialización de sus productos organizaban ferias comerciales de las que participaban otras comunidades.

Vista del río Orinoco, primera etapa de su expansión.

COSMOVISIÓN

Los caribes eran politeístas, adoraban al Sol y la Luna, las estrellas, las piedras, y otros dioses representados en animales como la culebra, a la que llegaron a considerar su protectora; hacían sacrificios en ceremonias especiales acompañadas con música, danzando en honor de sus dioses y muertos, a quienes veneraban. Enterraban a los caciques y a los guerreros en urnas con tapas de figuras antropomorfas, en tanto para el resto de la población utilizaban tumbas simples. Otra de sus costumbres era la de deformar los cráneos mediante el uso de tablas ajustadas alrededor de la cabeza. De igual manera, deformaban las pantorrillas y los brazos.

Los mohanes, brujos o médicos, eran los encargados de tratar las enfermedades del cuerpo y del espíritu.

¿Sabías qué...?
Venezuela fue el primer país de Sudamérica en proclamarse independiente de la Corona Española.

CULTURA

Pintura coporal

Tenían por costumbre, como ocurría en general con todas las etnias de regiones tropicales, el no cubrir sus genitales. En cambio usaban tintes vegetales para fabricar pinturas cosméticas, que servían además como protectoras contra los insectos. Pero la razón fundamental de las pinturas con las que adornaban su cuerpo, era la de identificar mediante este procedimiento a las familias, distinguiéndose para reconocimiento de otras etnias. Utilizando tintes de color negro, representaban el animal que caracterizaba a la familia a la que pertenecían. El más común era el del murciélago, además usaban el jaguar, la araña y el mono.

La familia

Practicaban la poligamia masculina por medio de la endogamia y la exogamia, en este último caso con importantes implicancias antropológicas vinculadas al carácter expansionista de la etnia. En caso de uniones consentidas la exogamia seguía patrones matrilineales y patrilineales, según lo pactado por las familias. Cuando se trataba de uniones no consentidas, se sacrificaba a los varones de la etnia sometida para que las mujeres estuvieran aptas para la unión, asegurando de esta forma la trasmisión del material genético de manera patrilineal.

Antropofagia

Si bien hay crónicas históricas que hablan de la práctica de la antropofagia por parte de los caribes, los antropólogos se encuentran divididos sobre la verdad de esta costumbre.

Onas

Tehuelches originarios de la Patagonia meridional, llegaron al actual territorio fueguino hace aproximadamente 10.000 años. Pasados 4.000 años los cambios climáticos determinaron la separación del istmo, definido luego de la última glaciación, y ellos quedaron asentados en Karukinka, como llamaban en su lengua a la Isla Grande de Tierra del Fuego.

Los tehuelches los nombraban como selk´nam, pero finalmente se impuso el nombre que le dieron los yagán: onas. Con el mismo nombre se conoce también a sus vecinos del sur de la isla, los haush, aunque lo correcto es llamar a cada pueblo por su denominación original, criterio que se seguirá en esta nota.

Los selk´nam (onas) habitaban la zona norte de Tierra del Fuego, del estrecho de Magallanes a las estribaciones septentrionales de la cordillera fueguina, un hábitat de relieve apenas ondulado, cruzado por varios cursos de agua, con una zona de pradera con árboles y otra esteparia con pastizales, lo que facilitaba sus desplazamientos. En esta zona es abundante la presencia de guanacos, lo que hizo que toda la organización de los selk´nam girara en torno a estos animales. De ellos sacaban no solo el alimento, sino también el vestido y el reparo, utilizando además los huesos y tendones como materia prima para la fabricación de sus herramientas. Los recursos marinos eran apenas un complemento, ya que nunca se adaptaron a la vida marítima. A diferencia de sus vecinos del Sur y del Oeste, quienes eran nómades pescadores que se valían de las canoas para sus movimientos, los selk´nam no navegaban, por lo que extraían poco del mar.

LENGUA

Su lengua pertenecía a la familia lingüística chon, familia de la que también formaban parte el tehuelche y el haush. De ahí las similitudes con el tehuelche de la Patagonia continental, con quienes compartían el sonido áspero producto de sus expresiones guturales y oclusivas. Estas características hacían que hasta la conversación más amistosa sonara como una fuerte discusión. Profundizar los estudios sobre esta lengua se volvió sumamente difícil ya que solo se conserva un parte mínima de su vocabulario y ya no queda quien la practique como lengua madre.

HISTORIA

Los primeros europeos que los vieron fueron los de la expedición de Magallanes, explorador que descubrió el estrecho que lleva su nombre, en 1520. Pero no hicieron contacto con ellos sino que los avistaron desde la embarcación por las grandes fogatas que relucían en la noche, de ahí el nombre de la isla. El primero de los conquistadores con el que establecieron contacto fue Pedro Sarmiento de Gamboa en 1580. Recién a finales del siglo XIX estos contactos se hicieron periódicos, debido a la llegada de los misioneros salesianos con fines evangelizadores, y grupos de colonizadores que querían establecerse allí. Esto condujo a una alteración en las costumbres de los indígenas que se movían con libertad por todo el territorio y de pronto se encontraron con la novedad de los cercos y la propiedad privada de la tierra. Para subsistir se vieron obligados a romper las cercas buscando guanacos, o tomando las ovejas, desconocidas por ellos hasta entonces, a las que llamaron guanaco chico o blanco. Esto provocó el enojo y la reacción de los colonos y la represión concluyó en un genocidio que casi llega a exterminar la etnia. Como si fuera poco, también tuvieron que soportar las enfermedades contagiosas que llegaron con los colonizadores, y el desplazamiento de sus zonas de caza. Hacia 1881 se calcula que la población indígena estaba entre 4.000 y 5.000 personas, diez años más tarde se había reducido a la mitad.

Las dificultades se agravaron cuando en 1883 comenzó la explotación ganadera, después de que el gobierno chileno permitiera la instalación de las primeras estancias por vía de las concesiones. Cuatro años más tarde, en 1887 llegaron los mineros a buscar oro en la zona norte de la isla, y en 1888 se estableció en la isla Dawson la primera misión salesiana.

Los salesianos de la isla Dawson llegaron en 1895 a un acuerdo con los estancieros: por cada indígena recluido en la misión recibirían una libra esterlina. Pero los cambios de hábitos que esto implicaba, hizo que la mayoría de los 800 indígenas que llegaron a habitarla, murieran. No podían soportar el estilo sedentario y ocioso que imponía el encierro, ni las enfermedades contagiosas que transmitían los blancos.

ECONOMÍA

La economía se basaba en las tareas de subsistencia de las que participaba toda la familia, salvo los niños, los ancianos y los enfermos. La actividad principal era la caza del guanaco, que estaba a cargo de los hombres. Para la caza utilizaban el arco y la flecha en cuyo uso se hicieron expertos debido a lo difícil que es la cacería de dicho animal. La alimentación la completaban con aves y cururos, o productos marinos que recolectaban en las orilla del mar y que consistían en mariscos o alguna ballena varada. Además recolectaban frutos silvestres como el calafate o la chaura. Dado que los hombres estaban permanentemente al acecho de sus presas, las mujeres se ocupaban de las tareas domésticas y mientras esperaban el resultado de la cacería se alimentaban con mariscos. Cuando llegaba el momento de los traslados cargaban las tiendas en bolsas de cuero y cestos de junco, donde agregaban los utensilios y los niños que aún no caminaban.

ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y SOCIAL

Los selk´nam colocaban por encima de las familias los linajes patrilineales y patrilocales, compartiendo de manera comunitaria la posesión de zonas específicas de territorio. Estos territorios se delimitaban con piedras, montículos, cursos de agua, colinas, etc. Eran respetados y traspasados de generación en generación, aunque se podían modificar por conquistas o por extinción de algún linaje. Los llamaban “haruwen” y vinculaban a los linajes con figuras míticas que habían participado del origen de los tiempos, pero no se consideraban descendientes de ellos. Dentro del haruwen perteneciente a un linaje, las familias que lo componían se movían con independencia, pero mantenían el derecho compartido sobre la totalidad de los bienes y animales de caza que hubiera dentro de dicho territorio. Los territorios de cada linaje eran respetados por el resto e ingresar a ellos sin autorización estaba prohibido. Incluso la represión a esta falta podía llegar a ser violenta ya que la presencia extraña podía espantar la caza. Ni siquiera se admitía la presencia de un perro que perteneciera a otro linaje. Cuando por diferentes motivos la subsistencia en un territorio se tornaba difícil, los afectados podían solicitar pasar a otro, pero estaban obligados a retribuir con obsequios el permiso, además de prometer reciprocidad en caso de que en algún momento la circunstancia la ameritara.

COSMOVISIÓN

Creían en espíritus identificados con la naturaleza: el espíritu de los bosques, el de los lagos, el de las montañas, animales y hechiceros muertos. Los seres humanos tenían un ánima a la que llamaban Kashpi y que sobrevivía a la muerte del cuerpo, pero sin contactos con los vivos salvo que se tratara del ánima de un xo’on. Los xo’on eran una mezcla de hechiceros, chamanes y curanderos que en sus creencias tenían un inmenso poder que les permitía influir sobre el clima, la caza y la guerra; contrarrestaban brujerías y hacían presagios. Actuaban después de prepararse mediante la auto hipnosis, efectuando cantos y manipulaciones con las que se suponía que manejaban fuerzas invisibles. Esto atemorizaba a los selk´nam que creían que los xo´on tenían poder sobre la muerte.

El imaginario de este pueblo estaba alimentado de una gran cantidad de mitos vinculados a los cuatro cielos en que dividían el espacio. Entre sus mitos se contaban aquellos que intentaban explicar el mundo y las cuestiones de la naturaleza, y otros basados en la historia o simplemente recreativos. Los ritos por lo general tenían sus protagonistas, como por ejemplo Kenosh, Kuanyip, el Sol y la Luna. Kenosh era el más antiguo de los antepasados y era él quien se había encargado de organizar el espacio en que habitaban los selk´nam para que pudieran subsistir allí. Kuanyip, en cambio, podía propiciar el bien tanto como el mal, mostrarse bondadoso o antipático y egoísta. A quien consideraban como el ser más peligroso era a la luna, a ella atribuían las peores atrocidades.

CULTURA

Las mujeres estaban subordinadas social y económicamente a sus maridos, celosos custodios del hogar que sometían a las esposas. Ellas debían soportar hasta los malos tratos, ya que si se escapaban eran obligadas por la fuerza a volver al hogar. Si bien la poligamia estaba permitida, no era común. Por lo general el hombre tenía hasta dos esposas, lo que facilitaba las tareas del hogar. Muchas veces era la misma esposa que solicitaba ayuda, por lo que el marido tomaba otra mujer, generalmente la hermana de la primera. Esto también ocurría cuando una mujer enviudaba, pues el hombre tenía la obligación social de proteger a quien había sido la mujer de su hermano. Existía un total respeto por los ancianos. Cuando ya no podían trasladarse, se los dejaba en un lugar pero siempre con asistencia.

PERSONALIDAD

Una característica muy particular del pueblo selk´nam fue el desarrollo de un fuerte autocontrol en su comportamiento, lo que trasladaban a su vida comunitaria. Sus saludos no eran efusivos sino más bien cortantes, pues consideraban de mala educación exteriorizar emociones. No mostraban gestos sociales ante los obsequios, ni dolor, ni asombro, ni siquiera agradecimiento. Tampoco manifestaban el hambre y no consumían el alimento hasta transcurrido un rato de obtenido y al recibir la comida se esperaba que la tomaran con indiferencia. Soportaban en silencio el frío, la fatiga, el hambre y la sed. La muestra de dolor o aflicción era tomada como una debilidad. Pero toda esta contención solía derivar en reacciones violentas.

ACTUALIDAD

De acuerdo a los datos proporcionados por la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI) 2004-2005, complementaria del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001, se reconocen y/o descienden en primera generación del pueblo selk´nam 391 personas en la Provincia de Tierra del Fuego, de los cuales ninguno reside en comunidades indígenas. Otros 114 onas residen en la Ciudad de Buenos Aires y los 24 partidos del Gran Buenos Aires. En toda la Argentina se auto-reconocieron 696 onas, ninguno de los cuales vive en una comunidad indígena.

Tehuelches

Se trata de un conjunto de etnias amerindias de la Patagonia y de la región Pampeana de América del Sur, que tenían en común rasgos culturales, aunque con lenguas diferentes emparentadas entre si. Se los conoció como tehuelches, patagones o aonikenk, palabra del mapundungun que significa gente bravía.

¿Sabías qué...?
La lengua tewelche (tehuelche) se habla en la Patagonia argentina por menos de 50 personas.
Zona donde habitaron los Tehuelches.

HISTORIA

ORÍGENES

Los primeros indicios datan de 9.000 años atrás, cuando aparece la industria Toldense, productora de puntas de proyectil sub-triangulares bifaciales y raspadores laterales y terminales, cuchillos bifaciales y herramientas de hueso. Entre los 7.000 y 4.000 años a. C., desarrollan la industria Casapedrense, caracterizada por una mayor proporción de instrumentos líticos confeccionados sobre láminas, probablemente como una muestra de la especialización en la caza del guanaco, lo cual también está presente en los desarrollos culturales posteriores de los patagones.

Hasta la llegada de los conquistadores españoles, a principios del siglo XVI, llevaban un modo de vida propio de los pueblos dedicados a la caza y a la recolección, siguiendo el estilo de la movilidad estacional que los llevaba a desplazarse en busca del guanaco. En los inviernos recorrían las zonas bajas como las orillas de los lagos, los mallines, las vegas y las costas, y en el verano subían las mesetas centrales de la Patagonia o de la cordillera de los Andes donde tenían, entre otros sitios sagrados, el cerro Chaltén.

LA LLEGADA DE LOS ESPAÑOLES

El primer contacto que los tehuelches tuvieron con los españoles se produjo en marzo de 1520 cuando la expedición al mando de Fernando de Magallanes desembarcó en la bahía de San Julián en busca de refugio donde soportar el invierno.

El escribano de la expedición, Antonio Pigaffetta tomó nota del encuentro y los nombró como patagones gigantes. Los europeos, en ese tiempo, eran de talla menor a la actual; en tanto los patagones llegaban a medir dos metros y además llevaban sus pies envueltos en pieles por lo que para los españoles eran patones.

La llegada de los españoles a la vida de los tehuelches provocó cambios culturales en este grupo indígena y los llevó a soportar pestes hasta entonces desconocidas por ellos como el sarampión, la gripe y la viruela.

Fernando de Magallanes.

INFLUENCIA MAPUCHE

Nuevos cambios culturales ocurrieron entre los siglos XVII y XVIII al producirse la penetración mapuche, aborígenes que llegaban en busca de trueques y alianzas. Las costumbres de ambos pueblos se vieron influenciadas una por la otra, a tal punto que con el tiempo terminaron fundiéndose y sus descendientes se autodenominan mapuche-tehuelches.

Pero entre ellos no fue un proceso completamente pacífico. Durante el siglo XIX hubo diversos enfrentamientos entre tehuelches y mapuches hasta que, a partir de 1821, y luego de su triunfo en los vados de Choele Choel, los mapuches lograron desplazar a los tehuelches hacia el río Negro y hacia la provincia de Buenos Aires.

Es también durante esta época que aparecen los bandoleros realistas conducidos por los hermanos Pincheira, quienes se alían con los vorogas o voroas o voroganas, para desalojar a los tehuelches o pampas serranos, de las zonas de Salinas Grandes, Guaminí (Laguna de Monte), Carhué y Epecuén; los pampas huyeron hacia Sierra de la Ventana, antiguo asiento de gobierno del cacique Cangapol. Allí fueron atacados por los Pincheira y sus aliados voroganos, quienes concretaron una matanza en la que cayó el cacique Curitripay, junto con sus dos hijos y sus capitanejos, Catrileu y Lomo Colorado.

Las acciones violentas hicieron que los tehuelches septentrionales casi desaparecieran en las provincias de Buenos Aires, La Pampa y Neuquén, permaneciendo allí solo algunos grupos minoritarios que se fusionaron con los mapuches después de la expedición militar del general Conrado Exelso Villegas en 1886.

El fenómeno de la formación de la etnia puelche con linajes tehuelches, tiene diferentes lecturas. Mientras algunos creen que se trató de una invasión violenta de parte de los mapuches, otros sostienen que detrás de lo evidente hay un fenómeno más complejo ya que, la invasión fue usada como justificación política para negarle legitimidad al reclamo aborigen por las tierras, identificándolos como invasores chilenos y no pueblo originario.

EL CABALLO

Para la cultura tehuelche la adopción del caballo tuvo tal profundidad que puede mencionársela como una verdadera revolución que cambió definitivamente el patrón de sus desplazamientos. Hasta el siglo XVII sus movimientos seguían una línea este – oeste en busca del guanaco, pero con la incorporación del caballo a sus costumbres comenzaron a desplazarse hacia el norte y sur, extendiendo notablemente sus circuitos de intercambio.

ECONOMÍA

La base de su economía la constituía la caza. Para ello empleaban boleadoras, instrumento con el que eran muy hábiles, y se servían del auxilio de los perros. Andariegos, caminaban un promedio de veinticinco kilómetros diarios, distancia que comenzaron a realizar a caballo cuando incorporaron este animal a su cultura.

Las mujeres levantaban el campamento, alzaban a los bebés e iniciaban la marcha seguidas por los ancianos y los niños, en tanto fuera del camino los jóvenes procuraban la caza. Se movían por cañadones donde podían conseguir agua y refugio con relativa facilidad, rutas que también fueron usadas por el hombre blanco.

Los hombres se ocupaban de la fabricación de armas, la guerra y como ya fue dicho, la caza. A las mujeres les tocaba la preparación de las pieles y sus pinturas, la recolección de la leña, la comida y el agua. Cuando estaban embarazadas, trabajaban con más ahínco, ya que la tradición decía que esto fortalecía al bebé y aseguraba su futura dedicación al trabajo.

Cazaban principalmente guanaco y avestruz.

ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y SOCIAL

Se movían en grupos recorriendo circuitos que iban de oeste a este y viceversa. En cada temporada tenían lugares determinados en los que instalaban sus campamentos, a los que llamaban aik o aiken, y que los españoles denominaron tolderías.

Toldería tehuelche.

Los grupos se formaban por nexos de parentesco con un territorio determinado para la caza y la recolección, los límites de estos territorios estaban determinados ancestralmente por accidentes como una loma, un abrevadero o un árbol destacado. Podía ocurrir que un grupo no pudiera autoabastecerse en su zona, en cuyo caso debía pedir permiso a las agrupaciones vecinas de la misma etnia para buscar en su territorio el sustento. Esta norma de ser violada podía ocasionar una guerra. Sostenían la práctica de la exogamia, lo que hacía que los varones buscaran compañera en otros grupos practicando el trueque de mujeres. Podía ocurrir que en lugar del trueque recurrieran al rapto, lo que por lo general terminaba en una guerra.

Los padres tenían un trato cariñoso hacia sus hijos y era muy difícil que los castigaran. Los matrimonios se celebraban cuando lo disponía la pareja o cuando la mujer era comprada. Esta costumbre hacía que aquellos que tenían mayor poder económico pudieran tener más de una mujer.

VIVIENDA

Construían sus viviendas con estacas y cueros extendidos para que fueran fácilmente desarmables y transportables, un sistema práctico para su estilo de vida nómade. El interior lo dividían y colocaban allí sus lechos. Las viviendas se agrupaban formando poblados que los blancos llamaron tolderías.

COSMOVISIÓN

Los tehuelches tenían un sistema de creencias basado en ritos y mitos, pero no una estructura religiosa vertical y con liturgia como ocurre con las religiones occidentales. Tal como sucedía con otros pueblos pámpidos, no existía entre ellos el sacerdocio sino los chamanes, quienes ejercían la medicina contra los espíritus dañinos.

Los tehuelches creían en una entidad superior creadora del mundo pero que no intervenía en su desarrollo, y en los espíritus de los matorrales. Parte de sus cosmogonía era el mito de Kóoch, dios encargado de poner orden en lo confuso diferenciando las cosas. Esto guarda similitud con el mito de los selkman de Tierra del Fuego, quienes creían en una deidad a la que llamaban Kenos, lo que parece una variante de la palabra Kóoch, o al menos con raíz común, enviado del espíritu Temáukel. Luego de creado el mundo, habría llegado a la Patagonia El-lal (o Elal), hijo del gigante Nosjthej, quién creó a los tehuelches y les enseño a fabricar el arco y la flecha.

La existencia de un espíritu dañino al que llamaban Gualicho, también está presente en la mitología mapuche más austral. De esto se deduce que el concepto de Gualicho habría sido introducido a la cultura tehuelche por el contacto con pampas y mapuches. Pero según se cree, con elementos propios de las creencias tehuelches, por lo cual otros postulan que su origen podría provenir de este pueblo, o bien como una contrapartida de la cultura tehuelche que habría dejado su impronta en los mapuches.

La cueva de las manos es un sitio arqueológico de Santa Cruz. Sus pinturas rupestres dan muestras de las costumbres de los antiguos pueblos cazadores de la zona.

CULTURA

Su cultura no era adelantada, por lo cual hoy sólo quedan leves vestigios de esas poblaciones (depósitos funerarios, cuevas, escrituras rupestres, lugares de labores de piedras o conchillas).

Las mejores referencias de los antiguos pobladores se han obtenido en los yacimientos arqueológicos de El juncal, lugar cercano a la ciudad de Viedma, en el este de la provincia de Río Negro. Allí fueron hallados los “cráneos negros”, así llamados por la impregnación de sales que recibieron en su largo entierro.

LENGUA

Los distintos grupos de tehuelches hablaban varias lenguas, aunque todas pertenecientes al grupo tshonk. Los tehuelches propiamente dichos o aonikenk tenían una lengua que estaba estrechamente ligada con la de los teushen, a su vez emparentadas con la lenguas de la isla Grande de Tierra del Fuego, y de manera más lejana con la lengua de de los gününa küne (tshonk septentrional). Los lingüistas consideraron que todo el complejo tehuelche tenía un tronco lingüístico común, que denominaron ken ‘gente’.

APARIENCIA

Las mujeres medían en promedio 1,65 m. Eran corpulentas y de piel curtida por el frío y el viento. Se tapaban desde el cuello hasta los pies, generalmente con cueros de guanaco, con la piel hacia adentro y el cuero pintado, prenda a la que llamaban quillango. Como variante podían hacerlo con piel de zorro o liebre.

Los hombres eran altos, su estatura promedio oscilaba entre 1,75 m y 1,80 m; eran de cuerpo esbelto y proporcionado, el cabello oscuro, lacio y duro; su piel era cobriza y sus ojos grandes. El rostro era de pómulos salientes y nariz aguileña. Usaban como calzado sandalias de cuero de guanaco atadas con correas, y para andar a caballo botas hechas con garrones de los equinos. Tanto los hombres como las mujeres con el tiempo adoptaron las vestimentas de los blancos usando ropas de género.

¿Sabías qué...?
Actualmente tehuelches y mapuches elaboran artesanías que venden a los turistas.
BOLEADORAS

El arma preferida de las tribus que poblaban la Patagonia y la Pampa era la boleadora de dos bolas que usaban para cazar y para el combate, y que fue la que conocieron los conquistadores españoles cuando llegaron a sus tierras. Pero desde tiempos precolombinos, con una antigüedad que se estima en 10.000 años, utilizaban la bola de tres piedras.

Boleadoras.

Con el tiempo los tehuelches comenzaron a fabricar sus bolas con piedras encontradas en sitios de asentamiento o de cacería, y que ya habían sido utilizadas. En su mitología eran bolas preparadas por un enano, Tachwüll, que tenía, supuestamente, su taller en los cañadones o quebradas de las sierras. En la zona se oía el constante repiqueteo de la uña con la que marcaba la piedra, pero nadie podía verlo. Sin embargo cuenta la leyenda que un día lograron capturarlo, pero fue tal la tormenta que se desató que atemorizados lo dejaron ir. En cuanto el enano recuperó la libertad cesó la lluvia.

Olmecas

La etnia Olmeca desarrolló su cultura durante el preclásico medio en amplias zonas que tuvieron su área nuclear en la parte sureste del estado de Veracruz y el oeste de Tabasco. Fue considerada durante mucho tiempo como la cultura madre de la civilización mesoamericana, pero no ha podido determinarse cuál es el origen de su estilo artístico, ni tampoco si sus rasgos culturales son de su propia creación o heredados de sus antecesores, los restos arqueológicos no son suficiente prueba para arrojar conclusiones indiscutibles.

ORIGEN DEL NOMBRE

La palabra olmeca en náhuatl significa “Gente del país del hule”, y fue utilizado por primera vez al final de la década de 1920 por Valliant y Saville, para referirse a los componentes de esta cultura que produjo las monumentales cabezas de piedra descubiertas en distintos yacimientos arqueológicos en la llamada área nuclear olmeca. El etnónimo utilizado para nombrarlos es, entonces, muy posterior a la propia época en que se desarrollaron como pueblo ya que su identidad étnica fue desconocida hasta para los mesoamericanos precolombinos y se desconoce cuál fue el nombre con el que los olmecas se denominaban a sí mismos, aunque algunas fuentes mesoamericanas parecen referirse a los antiguos olmecas como los habitantes de Tamoanchan, “el país de la abundancia”.

UBICACIÓN

Prevalecieron en la parte sur de la Llanura Costera del Golfo, aunque su influencia se expandió por la mayor parte de Mesoamérica, a excepción de la región occidental que se mantuvo autónoma hasta fines del Preclásico. La zona señalada como la de mayor presencia es la comprendida entre los ríos Papaloapan y Grijalva, en la mitad norte del istmo de Tehuantepec. Esta zona actualmente es la que corresponde al sureste del estado de Veracruz y el poniente de Tabasco. Allí predomina el clima cálido y húmedo, clima que es posible que sea el mismo que tuvo durante la antigüedad precolombina.

Los suelos de la región son ricos en humus y con un considerable espesor; es rica en petróleo crudo que brota entre la vegetación a ras del suelo, pero no se encuentran yacimientos de la gran variedad de materiales que utilizaban los olmecas para hacer objetos con su estilo característico, que se han hallado en esta zona y en otras de Mesoamérica, como la obsidiana, el jade, la serpentina y el cinabrio. Para obtener piedra sólida para sus materiales, los habitantes de esta región recurrieron a las canteras de la Sierra de los Tuxtlas —conocida también como sierra de Santa Martha o de San Andrés—, que les proveyeron de basalto y otras rocas volcánicas que emplearon en la construcción y en la escultura. Sin embargo, estas fuentes de materiales pétreos se encuentran a más de cien kilómetros de distancia respecto a sitios como San Lorenzo y La Venta, lo que puede dar una idea del nivel de organización que se requirió para trasladar —sin animales de carga y sobre un suelo cenagoso— esos monolitos que se pesan en decenas de toneladas, hasta los centros políticos de la cultura olmeca.

De Jalisco a Costa Rica, pasando por Guerrero, Chiapas, Oaxaca, el Altiplano Central y la costa del Golfo, se han encontrado imágenes de niños-jaguares y otros rasgos propios del arte olmeca. La gran difusión y dispersión del estilo artístico estaría vinculada a la amplia red de intercambios que mantuvieron con pueblos lejanos. Por eso los símbolos y formas olmecas se integraron a las expresiones artísticas de otras zonas mesoamericanas.

Algunos rasgos de esta cultura, como el establecimiento de un patrón urbano de asentamiento, la sociedad teocrática, y otras características distintivas, tuvieron un claro influjo sobre toda la cultura mesoamericana por lo que se la llama cultura madre de Mesoamérica.

INFLUENCIAS

Los indicios más antiguos acerca de la existencia de la cultura olmeca datan de alrededor del año 1200 a. C. y los más recientes llegan al año 500 a. C. Los centros culturales de esta civilización se situaron en San Lorenzo, La Venta y Tres Zapotes, pero no hay más datos ciertos que permitan establecer la afiliación étnica, ni el origen de su cultura. Solo se sabe con certeza que se instalaron en Morelos, Puebla y el estado de México, y que tuvieron también presencia en los actuales territorios de Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua y costa Rica. Pero más allá de donde se situó el origen de esta cultura, la gran red de intercambios de la región fue la que extendió su influencia.

Ilustración del sagrado centro olmeca en Veracruz.

CENTROS CEREMONIALES

Los centros ceremoniales tenían tanta importancia que en el orden social funcionaban como ciudades con su economía, su política y su ideología. Construían los edificios de tierra y adobe, repellados con los mismos materiales y arcilla, por no tener rocas duras en el área, salvo las de las montañas Tuxtlas, que tenían importantes canteras de basalto, aunque algo alejadas. Estas canteras proveyeron el material para construir los inmensos montículos y plataformas en los que se instalaron los templos y edificios públicos. La característica principal de estos edificios estaba dada por su construcción en torno a un patio, lo que sentó un patrón de asentamiento básico en la vida mesoamericana, que influyó tanto en los conjuntos habitacionales menores como en las ciudades de mayor población. Rodeando los grupos más voluminosos de los centros ceremoniales se construyeron plataformas de tierra más pequeñas para sustentar las chozas campesinas de carácter perecedero (paredes de palos y barro techadas con hojas de palma).

Los centros de gran impacto por la complejidad de su construcción como los de San Lorenzo, La Venta, Laguna de los Cerros y Tres Zapotes, pone en evidencia el poder que alcanzaron los dirigentes olmecas, quienes condujeron este proceso de organización que contó con la participación de miles de personas, que tuvieron que mover millones de metros cúbicos de tierra. Además de la solidez de la construcción, se destaca la belleza de sus terminaciones hechas con piedras prolijamente cortadas, y los canales de drenaje interno hechos con piedra basáltica en los patios para conducir el agua fuera de la ciudad. Asimismo, en el caso de San Lorenzo nueve grandes cabezas colosales representando otros tantos gobernantes fueron colocadas en las zonas centrales del sitio.

Al final, la ciudad fue saqueada, la escultura monumental mutilada y enterrada, y alguna parte de ella pudo haber sido trasladada al sitio de La Venta. El haber destruido las imágenes de los líderes indica la naturaleza política del conflicto, aunque también se ha elaborado la teoría de la destrucción cíclica de carácter ritual.

Después de la caída de San Lorenzo, el centro principal pasó a ser La Venta, con una superficie que se acerca a las 200 hectáreas. Este sitio fue construido en arcilla y adobe y orientado en torno a un eje básico desviado 8° al oeste del norte, a lo largo del cual se emplazaron las más grandes plataformas que sostuvieron templos y edificios de elite construidos con materiales perecederos. Limitando este eje por el norte se construyó el Complejo C, que contenía una impresionante pirámide en forma cónica de 30 m de altura y 128 m de diámetro. Más al norte, el Complejo A se distribuye a lo largo de dos largas plataformas que dejan en medio un patio interior, que sostuvo en el pasado una hilera de columnas de basalto.

Esta orientación norte-sur estuvo sancionada por una serie de ofrendas y enterramientos que se dispusieron en los patios y las estructuras a lo largo de este eje.

Los restos arqueológicos de La Venta, tanto los de superficie como los enterrados, cuentan con cabezas colosales, estelas y grandes altares, esculturas realizadas en bulto redondo y tronos de basalto. Muchas de las esculturas estuvieron acompañadas en las ofrendas por objetos rituales en jade, pirita y cerámica. La decadencia de La Venta, una ciudad que en el momento de su esplendor pudo albergar 18.000 habitantes, se produce hacia el 400 a.C.

COSMOVISIÓN

Las creencias religiosas de los olmecas estaban sustentadas en el politeísmo, con un gran número de dioses relacionados con la agricultura y otros elementos como el sol, el agua, los volcanes, etc.
Se cree que la suya pudo ser una religión dinástica, sus dioses habrían estado relacionados directamente con los gobernantes, con los señores de los centros ceremoniales, gobernantes con poderes sobrenaturales, descendientes directos de las divinidades.

Es una religión compleja, que no se ha conseguido descifrar aún. Pero se cree que pudo tener toda una doctrina aceptada por el pueblo, para justificar, explicar y legitimar a los linajes gobernantes, las desigualdades sociales, las fuerzas sobrenaturales y establecer vínculos entre éstas y los gobernantes. La religión habría estado institucionalizada, con un cuerpo doctrinal y su panteón. De esta forma también los líderes gubernamentales utilizaban un símbolo de una figura de animal para identificarse.

¿Sabías qué...?
Los Olmecas tuvieron un sistema de escritura de jeroglíficos e ideográfica.

CULTURA

Considerada como la primera civilización de Mesoamérica, se cree que los grandes progresos de la cultura en el área se iniciaron en el seno de esta comunidad. Entre otros logros se debería a esta cultura el calendario, la escritura y la epigrafía.

Durante la primera década del siglo XXI fueron encontrados vestigios de escritura olmeca en piezas arqueológicas que datan del año 650 a. C. y del 900 a. C., de manera que su escritura jeroglífica se identifica como la más antigua del hemisferio occidental. Los hallazgos podrían ser petroglifos, y si bien no hay pleno acuerdo sobre su contenido, algunos especialistas creen que cuenta la vida de un gobernante.

ARTE

La ideología olmeca se ve expresada en sus esculturas monumentales, realizadas en bulto redondo y en bajo relieve. En estas esculturas reproducían a sus gobernantes y de ellas se desprende la cuestión ideológica que muestra una sociedad fragmentada en dos. Para esculpir sus colosales cabezas utilizaban piedra basáltica que extraían de las Montañas Tuxtlas, situadas a 80 km de San Lorenzo. Las piedras eran inmensas, lo que implica un enorme peso que para ser transportado exigía un gran esfuerzo. Esto, junto a la imponente arquitectura pública, demuestra el poder alcanzado por sus dirigentes y la estratificación de la sociedad. Otras de sus piezas de valor artístico eran sus altares de piedra, tronos que pueden encontrarse en el área metropolitana y en otras zonas influenciadas por la cultura olmeca. Estos altares o tronos representaban temas que se repiten en su iconografía y en los que se explicita su visión del mundo, sus dioses y las prácticas rituales que conformaban el hábito de este pueblo del Golfo de México.

Guaraníes

Esta etnia sudamericana tiene su origen en la región amazónica, lugar del que partió para ir ocupando distintas regiones del continente, como los actuales territorios del Paraguay, el noreste argentino, el sur y suroeste de Brasil y el sureste de Bolivia.

El nombre original de este pueblo es avá, palabra cuyo significado es “hombre”, y que rebaja a las otras etnias a la categoría de “no hombres”. La denominación de guaraníes les fue impuesta según se cree por los españoles, que tomaron para nombrarlos el grito de guerra que proferían antes de entrar en combate “guara ny”, cuyo significado sería “combatir les”. Aunque otra versión afirma que es una deformación de la palabra “guariní”, cuyo significado es “guerra” o “guerrear”. Lo cierto es que ellos mismos comenzaron a llamarse guaraníes, lo que implica que asumían su condición de guerreros.

Provenientes de la zona circundante del Caribe, posiblemente la isla de Marajó, en la desembocadura del Amazonas; las causas de su migración hacia el sur tuvieron que ver con la necesidad de buscar nuevas tierras aptas para el cultivo, la presión de otros pueblos y los motivos religiosos que impulsaban su nomadismo para ir en busca de “La Tierra sin mal”.

Se instalaron en el actual territorio paraguayo hacia fines del siglo XV y comienzos del XVI, subdividiéndose en distintos grupos según las zonas que en adelante fueron ocupando. Los chandules, por ejemplo, eran los guaraníes de las islas del delta del río Paraná, pero desaparecieron después de la segunda fundación de Buenos Aires a cargo de Juan de Garay en 1580; a los que se establecieron en la zona del río Carcarañá se los llamó carcarañaes; guaraníes de Santa Ana, a los ocupantes del norte de la provincia de Corrientes, Argentina; mbyá, a los de Misiones, otra provincia argentina; mientras en la actual Bolivia se instalaron los llamados tapietés.

Pero por su lengua se pueden clasificar en tres grupos:
1. El amazónico que habla el ñe engatú (lengua hermosa o pulida).
2. El Tupí o Tupinambá (guaraní de la costa atlántica).
3. El grupo caracterizado por hablar el avañe-é (lengua del hombre), que comprende los dialectos del Paraguay, Bolivia, Argentina y sur de Brasil, emparentados entre sí.

¿Sabías qué...?
Los guaraníes asentados en las misiones jesuíticas hablaban latín.

Actualmente su población se estima en 1,5 a 2 millones y su idioma es hablado por 5 a 12 millones de personas, principalmente gente de origen mestizo, en Paraguay, Mato Grosso, Mato Grosso del Sur, Rondonia (oeste y centro de Brasil), Santa Cruz, Beni y Pando (al este de Bolivia) y en Misiones y Corrientes y en menor medida Entre Ríos y Formosa (en el noreste argentino).

HISTORIA

Los guaraníes asentados en el sur de Bolivia, oeste de Paraguay y noroeste de Argentina tomaron para sí el nombre de avá guaraní. Los incas los denominaron con el mote despectivo de “chiriguano” (antiguamente chiriguanáe), forma despectiva castellanizada con la que los pueblos de habla quechua se referían a los guaraníes del Chaco occidental. El nombre “chiriguano” en idioma quechua derivaría de chiri-frío- wañu -excremento- aunque esta etimología es discutida, pues sería deformación de chiri-frío- wañuq -los que mueren-.

A partir del siglo XIII, grupos de pueblos amazónicos de linaje tupí-guaraní avanzaron desde la Amazonia hacia el sur y el oeste en un movimiento migratorio en busca de la “Tierra sin mal”. Los chiriguanos comenzaron a migrar hacia las estribaciones andinas en el siglo XV, durante el periodo hispánico, y sus movimientos quedaron registrados en los Comentarios Reales de los Incas del Inca Garcilaso de la Vega. Pero también hubo otros grupos que llegaron con el conquistador hispano portugués Alejo García a mediados del año 1500. Luego los guaraníes sometieron a los arawak generando una síntesis de las culturas al emparejarse los hombres guaraníes con las mujeres chanés. Esta síntesis cultural derivó hacia una sedentarización para la que adoptaron la costumbre chané de las grandes casas comunales hechas con palmas, leños y pajas, las llamadas maloka, en las que residían hasta 300 personas. De los chanés tomaron también la cestería y la cerámica, en tanto impusieron su idioma, su cosmovisión, su organización social y su afición por la caza, la pesca y la guerra. De este modo fueron conformando su forma tradicional de subsistencia basada en una combinación de horticultura (maíz, frijoles, yuca) y caza-recolección-pesca; tal horticultura, aunque principalmente de origen chané, tiene como influencia guaraní la alternativa de poder ser itinerante.

Cuando llegaron los españoles en el siglo XVI se encontraban asentados en las cabeceras de los ríos Pilcomayo y Guapay, enfrentados en guerras con los aimaras y los quechuas. Pero esto no les impidió combatir al nuevo enemigo, para quien se volvieron invencibles, y sólo cedieron ante los misioneros religiosos, fundamentalmente en el valle del río Parapetí.

Partiendo del Amazonas ocuparon parte de los actuales territorios de Paraguay, Argentina, Brasil y Bolivia.

La aceleración de la colonización que se dio hacia mediados del siglo XIX, acentuó el proceso de reducción en misiones, generando algunos focos de resistencia como el encabezado por el jefe Apiaguaiki Tumpa, que terminó con su asesinato a fines del siglo XIX.

En el siglo XX atravesaron una profunda crisis económica que, sumada a la llamada Guerra del Chaco, los obligó a desplazarse hacia el Chaco salteño, aunque en ocasiones se tratara sólo de migraciones temporarias para trabajar como zafreros en la caña de azúcar y en las plantaciones de algodón.

Los guaraníes se asumían como un pueblo guerrero.

ECONOMÍA

Su estructura económica se sostenía sobre la agricultura, para lo que cada grupo tomaba exclusividad sobre una extensa área territorial; cada familia recibía a su vez un lote de tierra en las plantaciones y a cada esposa correspondía su huerta. Tradicionalmente ha existido una división muy marcada del trabajo, tanto sexual como etaria. Los hombres hacían el desmonte, cazaban, pescaban y se dedicaban a la cestería; las mujeres plantaban, cosechaban y se ocupaban de los alimentos. Sus principales plantaciones eran las de maíz, mandioca, calabaza, poroto y tabaco. Las jóvenes y las niñas también practicaban la cestería, y exclusivamente a las mujeres correspondía el trabajo en cerámica.

Los hombres hacían el desmonte, cazaban, pescaban y se dedicaban a la cestería.

ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y SOCIAL

Se asentaban en aldeas ocupando los claros de la selva. Las familias habitaban en casas comunales encabezadas por un jefe que tenía su aposento en el centro de la vivienda. La casa era una sola habitación de hasta sesenta metros, y en ella cabían entre sesenta y ciento veinte personas. Los jefes de las casas comunales formaban el consejo de jefes, en el que eran tratados y resueltos los principales problemas de la comunidad; la aldea estaba dirigida por un jefe político llamado Mburubichá, y un jefe religioso llamado Shaman, la familia y el matrimonio constituían el núcleo básico de la sociedad.

Las aldeas se formaban con 4 y hasta 8 casas.
Construían las casas con troncos y hojas.

COSMOVISIÓN

De acuerdo a sus creencias hay una vida después de la muerte que es mejor que la de esta tierra. Para afrontarla proveen al muerto de todo lo que creen necesario para su nuevo estado. Antes de entrar en la vida mejor, los muertos deben recorrer el inframundo en un viaje donde los peligros acechan al que va hacia “La Tierra sin mal”, peligros de los que sólo son exceptuados los niños.

Los guaraníes sienten como si estuvieran vivos a los héroes míticos y a los antepasados de la comunidad, creyendo que habitan en los adornos que los representan. La relación entre la comunidad de los vivos y la de los muertos es estrecha; en su cosmovisión son los muertos quienes los proveen de alimentos, envían la lluvia y los cuidan y estimulan en la guerra; a cambio reciben de los vivos ritos, ofrendas y venganza de su honor, celebrándoles además una gran fiesta anual.

EL CHAMÁN
En la cultura guaraní el chamán es un sacerdote dotado de poderes sobrenaturales como la adivinación, la sanación, la potestad sobre sucesos naturales como la lluvia. Está a cargo de la espiritualidad de la comunidad dirigiendo ceremonias y danzas. El contacto con espíritus, buenos y malos, le permite proteger a la comunidad.

Los guaraníes eran monoteístas y su dios fue Tubá, creador de todo lo existente.
MITO GUARANÍ DE LA CREACIÓN

En los mitos y leyendas guaraníes que tratan la creación como tema central, aparece como figura principal Tupá, considerado el dios supremo o dios del trueno. Tupá contó con la ayuda de la diosa luna, Arasy, para descender a la tierra en un lugar recreado como un monte en la región de Areguá (Paraguay). Este fue el sitio desde donde realizó la creación de todo lo que hay sobre la tierra, incluso los océanos y las estrellas del firmamento. Luego creó a la humanidad en una elaborada ceremonia en la que formó estatuillas de arcilla representando al hombre y a la mujer. Luego de soplar la vida en estas formas humanas, los dejó con los espíritus del bien (Angatupyry) y del mal (Taú) y partió. La primera raza así creada serían los guaraníes, de quienes se originarían los demás pueblos.
Los jesuitas que realizaron tareas evangelizadoras entre los aborígenes de América en el siglo XVII, se ocuparon de fusionar las historias y leyendas guraníes para que sus héroes míticos encajaran en el relato del Génesis tal como se lo conoce en el Antiguo Testamento.

ACTUALIDAD

Actualmente mantienen su preeminencia sobre las pequeñas comunidades chanés, pero la hegemonía se ha reducido y ya aparecen como una sociedad mixta chiriguano-chané, también conocida como tupí-guaraní.

Incas

La palabra Inca viene del quechua, Inka, cuyo significado es rey o príncipe, y es el nombre genérico que se les daba a los gobernantes cusqueños, soberanos que establecieron un vasto imperio en los andes hacia el siglo XV, poco tiempo antes de la llegada de los españoles. Por extensión este nombre se le da a todos los súbditos del imperio incaico o incanato. Arqueológicamente es el nombre de una cultura desarrollada durante el periodo prehispánico.

Inca Pachacutec.
Ruinas de Machu Picchu.

SU HISTORIA

Si bien el Cusco se constituyó en su área central durante el periodo de su apogeo, este pueblo provenía, posiblemente, del Altiplano, de donde llegó al Cusco hacia el año 1100 entablando desde entonces una relación con los pueblos de la zona que osciló entre las batallas y las alianzas. Con el tiempo este grupo alcanzó un gran poder, pero se mantuvieron en su territorio hasta la invasión chanca y el gobierno de Pachacutec Inca Yupanqui, cuando empezaron a expandirse por otras regiones.

Según una leyenda, fue durante el gobierno del inca Viracocha que aparecieron los chancas rodeando la ciudad de Cusco. Se trataba de un pueblo guerrero de la sierra central que atacó la ciudad destruyéndola, lo que provocó la huida de Viracocha. El general Yupanqui se presentó entonces ante las ruinas del viejo templo solar, el Inticancha, implorando la ayuda del dios Sol, quien accedió convirtiendo las piedras que rodeaban la ciudad en soldados a los que llamaron pururaucas, que derrotaron al enemigo. Yupanqui fue aclamado por el pueblo como su nuevo inca, y asumió el cargo con el nombre de Pachacutec (‘el que transforma el mundo’).

¿Sabías qué...?
Los emperadores Incas eran considerados como descendientes del Dios Sol.
Templo del Sol.

LA EXPANSIÓN

Con el gobierno en manos de un militar, este sector se vio favorecido y dio paso a la expansión. Pachacutec conquistó la meseta del Collao, Arequipa, el valle del Mantaro, a los chinchas (icas), Lima, entre otros territorios, y organizó el Tahuantinsuyo.

Túpac Yupanqui fue el sucesor de Pachacutec, y como auqui o príncipe heredero privilegió la continuidad en los planes de expansión que se extendieron hacia la costa y la sierra norte, dominando a los chachapoyas, los chimú y otros pueblos importantes hasta el actual territorio de Ecuador.

La campaña continuó, ya como inca, avanzando hasta el río Maule, donde se asentó la frontera sur del imperio. Pero la mayor extensión la alcanzaron durante el reinado del hijo de Túpac, Huayna Cápac, entre los años 1493 y 1525. Hacia 1525, el territorio bajo control inca se extendía por la zona más meridional de la actual Colombia, por Ecuador, Perú y Bolivia y por zonas de lo que hoy en día es el norte de Argentina y Chile, abarcando un área de más de 3.500 km de norte a sur, y de 805 km de este a oeste.

De acuerdo a las estimaciones realizadas por investigadores, se cree que la región llegó a tener entre tres millones y medio y dieciséis millones de habitantes pertenecientes a las distintas culturas andinas.

Nativa peruana.

RUPTURA Y CAÍDA

En 1525 murió Huayna Cápac sin llegar a nombrar sucesor, y esto produjo la división del Imperio. Sus hijos, hermanastros entres sí, Huáscar y Atahualpa, disputaron por el trono hasta 1532, cuando Huáscar fue capturado. Para entonces el Imperio se encontraba seriamente debilitado. Este momento de crisis fue aprovechado por Francisco Pizarro, quien desembarcó en la costa del actual territorio de Perú con 180 hombres equipados con armas de fuego, y apoyados por grupos de indígenas que se oponían a la dominación inca. Así fue como llegaron a controlar el Imperio y hacer prisionero a su jefe, Atahualpa. Atahualpa temía que Pizarro ordenara su destitución para favorecer a su hermano Huáscar, por lo que dio la orden de ejecutarlo, lo que se convertiría, al año siguiente, en una de las causas por las que fuera sometido a proceso por los españoles. El 26 de julio de 1533, cuando todavía se estaba acumulando un enorme depósito de ornamentos de oro procedentes de todos los rincones del Imperio para entregárselo a Pizarro a cambio de la liberación de Atahualpa, el Inca fue ejecutado al garrote por orden del conquistador español.

Luego de la ejecución los españoles marcharon sobre Cusco. Al llegar a mitad de camino, en Jauja, conocieron a Túpac Hualpa o Toparpa, quien se presentó como hijo de Huayna Cápac y legítimo heredero del cargo de inca, lo que fue reconocido por Pizarro. Pero al llegar a Cusco el conquistador se enteró de que Toparpa había sido asesinado, por lo que nombró a Manco Inca como su sucesor. Este en 1536 se rebeló contra los españoles y avanzó sobre Cusco y Lima cercándolas durante algunas semanas, pero finalmente fue derrotado en la fortaleza de Sacsayhuamán.

Después de la derrota Manco Inca se escapó hacia el oriente y fundó Vilcabamba, un centro de resistencia donde él y sus descendientes se hicieron conocidos como los incas de Vilcabamba. A su muerte le sucedió su hijo Sayri Túpac, quien firmó la paz con el virrey Andrés Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, pero falleció en 1561, siendo reemplazado por Titu Cusi Yupanqui, que reinició las hostilidades; finalmente, en 1570, asumió el poder Túpac Amaru, quien fue derrotado y decapitado en 1572 por orden del virrey Francisco de Toledo.

ORGANIZACIÓN POLÍTICA

El gran mérito de los incas fue el de recopilar y extender las costumbres ancestrales de los pueblos andinos. No tenían una gran capacidad creativa pero sí una llamativa capacidad para ordenar, difundir y administrar el sistema andino en un extenso territorio. El parentesco al que llaman ayllu, que es el conjunto de personas que se consideran parientes, pues desciende de un pasado común, es la base de su cultura y organización. Estos parientes tienen un vínculo de reciprocidad lo que los obliga a ayudarse mutuamente en las labores cotidianas; este tipo de trabajo es conocido como ayni. También tienen la obligación de trabajar juntos para el beneficio de todo el ayllu; este trabajo se conoce como minga.

Cada ayllu tiene una autoridad a la que llaman curaca, en español, cacique, que son los que se encargan de regular las relaciones sociales, llevar a cabo las fiestas, almacenar recursos, repartir tierras y disponer de la mano de obra.
En la plenitud de su civilización, los incas habían logrado la construcción de un sistema político y administrativo superior al de cualquier otra cultura americana. Eran un imperio teocrático basado en la agricultura y en el sistema de ayllus, y gobernado por el inca, a quien el pueblo adoraba como a un dios viviente.

En la plenitud de su civilización, los incas habían logrado la construcción de un sistema político y administrativo superior al de cualquier otra cultura americana. Eran un imperio teocrático basado en la agricultura y en el sistema de ayllus, y gobernado por el inca, a quien el pueblo adoraba como a un dios viviente.

Los ayllu se organizaban en torno a la autoridad del curaca.

EL ESTADO INCAICO

El carácter teocrático del estado se lo daba el hecho de que creían que el Inca era hijo del sol, el dios más importante en sus creencias. El Inca a su vez era asesorado en cuestiones de gobierno por un consejo de nobles y sacerdotes llamados orejones, que pertenecían a la familia real. Su fuerza militar, perfectamente organizada y entrenada, fue la que permitió su expansión. Esto se vio facilitado por la vasta red de caminos que construyeron, en los que existían tambos o postas que servían para el descanso de las tropas movilizadas, y para cambiar allí animales y armamento. Los pueblos del imperio tenían la obligación de tributar al Estado una cantidad determinada de materia prima o productos manufacturados, según las características de cada zona. La población tenía la obligación de realizar trabajos para el Estado, los curacas o los sacerdotes. Por eso es que el llamado Camino del Inca tenía tanto tránsito.

Creían que el Inca era hijo del sol.
El curaca y los tributos

El encargado de recibir los tributos de cada ayllus era el curaca respectivo. Los bienes tributados eran acumulados en depósitos reales ubicados en las aldeas, caminos y ciudades. Funcionarios designados para la tarea se encargaban de contabilizarlos, y luego comunicaban a los administradores del Cusco las cantidades de cada producto. Para hacerlo se valían de quipus, instrumento hecho con tiras de cuero que se anudaban para certificar la cuenta. De este modo, el Inca conocía las cantidades de excedente y en qué regiones del imperio sobraban o faltaban determinados productos. Esto facilitaba la redistribución y la asistencia cuando alguna región era afectada por una catástrofe y perdía su cosecha, entonces el Estado acudía en auxilio con alimentos, materias primas y manufacturas de las que tenían almacenadas. Los bienes acumulados también se aplicaban para costear las campañas militares.

EJÉRCITO

Los incas lograron la expansión a fuerza de una cuidada organización militar. Entre los 25 y los 50 años los hombres tenían la obligación de servir al ejército. Los altos mandos eran siempre miembros de las panacas nobles de Cusco, y la jefatura suprema del ejército la tenía el propio Inca, que podía delegarla en alguno de sus generales o parientes cercanos.

Con el tiempo y el ejercicio se fue formando un grupo de militares profesionales, incluso en los niveles medio y bajo de la tropa, que provenían de etnias vencidas que eran reclutados para esta tarea. Cuando estaban por comenzar una acción militar, la encabezaban con un desfile para impresionar al enemigo. Los soldados marchaban con sus distintivos mientras el generalísimo iba en su litera llevando en su mano el emblema de su mando. Así alardeaban de su poder a la vista del ejército enemigo. Luego el general o el Inca pasaba revista a sus tropas mientras se hacían sonar instrumentos musicales, completada esta tarea venía la arenga y finalmente se efectuaba el ataque.

Dos elementos fueron claves para el poder militar inca: la intendencia y la disciplina. Sus caminos con las postas fueron estratégicos y su disciplina sumamente rígida. Un soldado no podía abandonar la formación bajo ninguna circunstancia.

Construían casas emplazadas en lugares estratégicos para la defensa.

NOBLEZA REAL

La nobleza fue bautizada por los españoles como “orejones”, impresionados por sus enormes orejas, las que se veían ampliadas por los grandes pendientes que usaban.

Los orejones recibían una educación especial durante cuatro años. En sus cursos aprendían lengua quechua, religión, quipus, historia, geometría, geografía y astronomía. Cuando terminaban los estudios participaban de una ceremonia de graduación, en la cual debían superar las pruebas que se les planteaban. Los candidatos se presentaban en la plaza central de Cusco vestidos de blanco y con el pelo corto y un llautu negro con plumas rodeando la cabeza. Tras unas plegarias al Sol, la Luna y el Trueno, subían a la colina de Huanacaui, donde guardaban ayuno, participaban de competencias y bailaban.

Después pasaban a la presencia del inca, quien les entregaba unos pantalones ajustados, una diadema de plumas y un pectoral de metal. Para terminar se ocupaba de perforarles personalmente las orejas con una aguja de oro, con el fin de que pudieran colgarse sus característicos pendientes. Los orejones constituían el cuerpo de funcionarios del Imperio. En el lugar más alto estaban los cuatro apu, que eran los administradores de las cuatro regiones y asesoraban de manera directa al emperador. En orden jerárquico les seguían los tucricues, que eran los gobernadores de provincias, que residían en sus provincias y eran periódicamente inspeccionados. Todos ellos gozaban de privilegios como el de poseer tierras y poder optar por la poligamia. Era habitual que recibieran regalos del emperador, como mujeres, objetos preciosos, llamas, permisos para ir en andas o usar tronos.

CURACAS

La nobleza estaba constituida por los curacas, en algunos casos sus ancestros era aún más antiguos que los emperadores. Cuando sus comunidades fueron conquistadas por los incas, aceptaron sumarse a la estructura imperial a cambio de que se les permitiera conservar sus privilegios. Entre estas prerrogativas estaba el derecho a cobrar tributo a los miembros de su comunidad. El pacto incluía como garantía la manifestación pública de adhesión al inca, y el envío de su hijo y sucesor a Cusco para recibir educación. Aprendían la lengua quechua, la religión y las costumbres del Imperio. El intercambio de los curacas con el emperador solía incluir la oferta que estos hacían al monarca de una hija o una hermana para que la tomara como esposa secundaria, en tanto recibían de él mujeres y servidores. Esta costumbre estrechaba los lazos entre ellos.

Los curacas tenían obligación de peregrinar cada año a la ciudad capital para ofrecer parte de los bienes producidos.

Pero sobre los curaca se encontraban los jefes de provincia, y debajo de ellos lo que los españoles llamaron “segunda persona”, que era el huatunruna, que era quien intermediaba ante el pueblo. Los curacas no se casaban con los demás miembros del ayllu sino que formaban, dentro de él, un grupo privilegiado de principales, enlazados con otras familias curacales de la provincia o del mismo Cusco.

GRUPOS NO PRIVILEGIADOS

En el ayllu se agrupaban como comunidad los campesinos unidos por vínculos familiares y que compartieran territorio y antepasados. El Estado los asistía entregando tierras para la subsistencia de la comunidad. Cada año el curaca se ocupaba de asignar las parcelas a cada familia, de acuerdo con el número de componentes. La comunidad trabajaba las tierras de manera colectiva. Tenían que solventar con el producido los fuertes tributos que les aplicaban el Estado y los curacas. Las comunidades campesinas que quedaban desposeídas de sus tierras recibían el nombre de mitimaes. Los incas solían enviar estas comunidades a regiones rebeldes para que se instalaran allí a colonizar y de paso controlar e informar los movimientos de la región. Allí reproducían sus ayllu y sus costumbres. Podía tratarse también de pueblos que se hubieran rebelado, en cuyo caso, luego de someterlos se los enviaba al confín más lejano a su lugar de origen. El grupo de los yanas o siervos provenía de diferentes estratos. En su mayoría eran prisioneros de guerra, aunque también podían ser jóvenes reclutados por el emperador. Los yanas no poseían vínculos ni atributos étnicos, ni gozaban de los beneficios los ayllu. La mayoría servían en el palacio imperial o los templos, aunque también podían ser entregados a los nobles para que trabajasen su tierra. La situación de estos servidores no era exactamente la de esclavitud, ya que les estaba permitido poseer tierras, ganados y bienes, aunque solo los podían transmitir a uno de sus hijos.

ECONOMÍA

Los incas se destacaron por lo avanzado de su agricultura. Llegaron a desarrollar una estrategia para cada zona obteniendo así el mayor de los provechos. Utilizaron andenes o terrazas de cultivo para aprovechar las laderas de los cerros, camellones o Waru Waru en zonas altas inundables e irrigaciones.

Entre las herramientas de las que se valían para trabajar la tierra estaba el chaki-taclla, un arado de pie.

Sus principales cultivos eran la papa y el maíz, y luego el ají, la chirimoya, la papaya, el tomate y el frijol. Para el transporte utilizaban las llamas, en tanto que la vicuña y la alpaca eran domesticadas para aprovechar su lana. Otros animales domesticados fueron guanacos, perros, cobayas y ocas.

En cuanto a sus manufacturas, se destacaron la cerámica, los tejidos, los ornamentos metálicos y las armas con bellas ornamentaciones.

Las comunicaciones de las autoridades residentes en Cusco, con el resto del Imperio, eran buenas, aunque no contaban ni con caballos, ni transportes de ruedas ni sistema de escritura. Tenían era una importante red de caminos empedadros que conectaban las regiones permitiendo una ágil comunicación utilizando mensajeros entrenados, los chasquis, que actuaban con un sistema de relevos recorriendo 402 km al día. Los registros de tropas, suministros, datos de población e inventarios generales se llevaban a cabo mediante los quipus, juegos de cintas de diferentes colores anudados según un sistema codificado, que les permitía llevar la contabilidad. Botes construidos con madera de balsa constituían un modo de transporte veloz a través de ríos y arroyos.

Sistema de canaleta.

RECIPROCIDAD Y DISTRIBUCIÓN

El funcionamiento del sistema social incaico estaba basado en la reciprocidad y la redistribución. El tema de la reciprocidad ya era practicado por las tribus andinas en sus comunidades campesinas. Consistía en la práctica solidaria entre todos los miembros de una comunidad. Por ejemplo, los habitantes de un ayllu se ayudaban entre sí a sembrar y a cosechar en las parcelas de subsistencia; y, en ocasión de un matrimonio, toda la comunidad ayudaba a levantar la casa de los recién casados. Los incas incorporaron el principio de reciprocidad de los ayllus como una de las bases del funcionamiento económico y social de su imperio.

Para que funcionara la redistribución, los campesinos debían reconocer los niveles de autoridad que existían en la sociedad. Los ayllu aportaban sus tributos entregándolos a los curacas; estos bienes se acumulaban en depósitos reales situados en aldeas, caminos y ciudades. La contabilidad de estos recursos estaba a cargo de funcionarios especializados que se valían de quipus, instrumentos hechos con tiras de cuero que se anudaban para entregar información fehaciente sobre las cantidades a los administradores de Cusco. Así el inca se mantenía informado de los excedentes y de donde provenían, así como de donde faltaban productos. Cuando algunos pueblos del imperio no podían satisfacer sus necesidades básicas porque las regiones en las que vivían habían sido afectadas por malas cosechas u otras catástrofes, el Estado incaico redistribuía una parte de los alimentos, materias primas y productos manufacturados almacenados. También utilizaba los bienes acumulados para costear los gastos de las constantes expediciones militares, y para premiar los servicios realizados por algunos funcionarios generalmente nobles.

Los tributos de las comunidades campesinas dados al Estado eran de tres tipos:
1. Trabajos colectivos en las tierras del Inca.
2. Trabajos individuales periódicos y rotativos a los que llamaban mita, sistema con el que se construían puentes y caminos.
3. Las comunidades debían entregar a los curacas alimentos, materias primas y productos manufacturados.

COSMOVISIÓN

DIOSES

El dios supremo de los Incas era el sol, llamado Inti y representado bajo la forma del dios Viracocha. De acuerdo a sus creencias en tiempos antiguos había creado el cielo, la tierra y la humanidad, cuya primera generación pecó contra él. Por este motivo Viracocha los castigó convirtiéndolos en piedra para crear después una nueva generación. Luego de cumplida su tarea se alejó hacia el este internándose en el mar. El dios sol era el que regía el ciclo agrícola y daba a la tierra la luz y el calor. Su representante en la tierra era el Inca. La luna, a quien llamaban Mama Quilla, era hermana y a la vez esposa del sol, y afectaba al mundo femenino. En su honor se construyeron templos con paredes revestidas con hojas de plata.

Los incas vinculaban a los animales con las estrellas, partiendo de la creencia de que estas últimas eran guardianes celestiales, de este modo cada especie animal tenía su propia estrella o constelación. Los arrieros de llamas oraban a la constelación de la llama, que conocemos como Lira. La constelación que en la actualidad se conoce como las Pléyades, fue identificada por los incas como Collca, palabra cuyo significado en español es “almacén”. Ella era la responsable de la preservación de las semillas. Tenían también diosas, que eran las encargadas de cuidar la reproducción. A estas diosas las conocían como Mama Cocha, que era la madre del mar, y Mama Pacha, que era la madre de la tierra. Ellos creían que gracias a la intervención de estas diosas tanto el mar como la tierra eran generosos e inagotables en la provisión de alimentos.

HUACAS

Los lugares y objetos sagrados estaban encarnados por una fuerza sobrenatural a la que llamaban huaca. Consideraban sagrados los cerros, ríos, rocas y otras manifestaciones singulares de la naturaleza, como así también los templos y los enterramientos. Tenían una fuerte relación con el culto a los antepasados, cuya máxima expresión era la momificación del cuerpo de cada Inca.

Una categoría especial de huacas eran los mallqui, cadáveres sagrados y momificados de los fundadores de los ayllu, y como las otras, estaban jerarquizadas. Las huacas tenían un orden y una jerarquía en el espacio, de acuerdo con sus funciones y a quien representaban, es decir, al prestigio de aquellos de los que recibían culto. El Cusco mismo era una huaca impresionante y en torno a él, orientados en líneas o ceques que partían en todas las direcciones, se organizaban en el espacio las huacas.

Por tratarse de entidades con poderes especiales, a las huacas se les hacían ofrendas solicitándoles ayuda. Se ofrecían sacrificios humanos, en especial niños y llamas, sacrificadas y enterradas junto a ellos. La expansión territorial de los incas mediante la conquista, generó la rivalidad entre sus divinidades y las de los pueblos conquistados que tenían sus huacas. Someter a un pueblo implicaba para los incas que su dios se había impuesto sobre las huacas de los adversarios. Esto devino en la persecución contra las huacas, aunque también hubo épocas en que se buscó la incorporación de estas a un panteón común.

Roca ceremonial de Machu Picchu.

SACERDOTES

Tuvieron especial importancia a comienzos del imperio, tiempo en que ejercieron cargos importantes e incluso intentaron apoderarse de la administración. Pero al ser derrotados por los nobles, perdieron privilegios y tuvieron que darle acceso en su oficio a gente del pueblo. El hermano o primo del Inca era quien ejercía como pontífice de los sacerdotes y se lo llamaba Villca Humu. Si bien debía mantener el celibato, se cree que tenía concubinas. Su alimento consistía en hierbas, bebía solo agua y realizaba ayunos de hasta ocho días seguidos. Su lugar de residencia era el campo, en zona próxima a Cusco. Allí se lo veía vestido con su característica túnica de lana, larga hasta los tobillos, y abrigado por una manta de color marrón, gris o negra. Para las ceremonias Villca Humu usaba una manta blanca, y un pectoral de oro en forma de media luna, además de otros adornos como brazaletes, ajorcas de oro y una tiara del mismo metal que llevaba el símbolo solar. Un consejo de ocho o diez altos sacerdotes acompañaba al pontífice en su tarea como juez supremo de todas las cuestiones religiosas. El alto clero era designado por el pontífice y designaba a sus subalternos. Quienes se ocupaban del culto y de los sacrificios eran los sacerdotes comunes. Cada amanecer mataban una llama blanca en el templo. Al animal degollado le arrancaban corazón y pulmones, y rociaban con su sangre la imagen del sol. Todo esto exigía gran cuidado, pues de cometer errores en su realización, podían tener consecuencias nefastas como sequías o lluvias torrenciales.