Los satélites meteorológicos

Gracias a la actividad de estos satélites artificiales, es posible visualizar el conjunto Tierra-Atmósfera y obtener una buena cantidad de información a través de técnicas y procesos basados en el análisis cuantitativo y cualitativo de las imágenes que proporcionan.

Las imágenes de los satélites meteorológicos se utilizan principalmente para la visualización de nubes, clasificación, observación del vapor de agua existente en la alta y media atmósfera, temperaturas de la superficie de la Tierra y temperatura superficial del mar, etc. Pero ven algo más. En sus imágenes aparecen las luces de las grandes ciudades, los fuegos, los efectos de la contaminación ambiental, las tormentas de arena y polvo, las corrientes oceánicas y tantísimos fenómenos más.

Clasificación de los satélites

Actualmente existen dos grandes grupos de satélites meteorológicos:

El primer grupo de satélites lo componen los de órbita polar o heliosincrónica (que significa que están sincronizados con el Sol) y que, como su nombre lo indica, orbitan la Tierra de polo a polo. Lo constituyen principalmente la serie TIROS, de la agencia estadounidense NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration) y los METEOR, de la Agencia Espacial Rusa.

El segundo grupo se compone de los satélites geoestacionarios o geosincrónicos (que significa que están sincronizados con el movimiento de rotación de la Tierra), que orbitan a mayor altura y se encuentran sobre o muy cercanos a la línea del ecuador.

Los más utilizados

Los satélites TIROS, cuyos nombres figuran como NOAA seguido de un número (NOAA-14, NOAA-15, etc.) y los METEOR (METEOR-2, METEOR 3-5, etc.) son los más utilizados. Actualmente se encuentran en operatividad el NOAA-14, NOAA-15 y el METEOR 3-5. Todos estos satélites obtienen la energía necesaria para su funcionamiento, mediante paneles solares que le suministran una potencia de 200 vatios.

Características más importantes

  • Órbita polar o heliosincrónica, es decir que orbitan de polo a polo, con frecuencia establecida o sincronizada.
    Orbitan a una altura entre 800 y 900 kilómetros.
  • Orbitan quietos (sin rotar sobre un eje) y poseen un radiómetro (sensor) llamado AVHRR que barre línea por línea la superficie de la Tierra a medida que el satélite avanza.
  • Pasan dos veces al día por el mismo punto.
  • Al ser de órbita baja permiten altas resoluciones.
  • Operan en dos modos, uno de baja resolución APT (Automatic Picture Transmition) y otro de alta HRPT (High Resolution Picture Transmition).
  • Transmiten sus datos en dos frecuencias diferentes, una para cada modo.
  • Los TIROS trabajan en cinco bandas, dos en visible y tres en IR (infrarrojo).
  • Tienen un tiempo de operatividad de aproximadamente dos años
Los satélites chinos

Son satélites de órbita polar y se los conoce como FY-1. Se encuentran a una altitud de 870 km y son operados por el Centro Meteorológico Nacional. A los FY-1 les lleva 100 minutos recorrer una órbita del planeta, y son 14 las que completa diariamente. Está equipado con un radiómetro MVISR (Multichannel Visible and IR Scan Radiometer), instrumento que explora una banda de hasta 3.000 km de ancho.

El objetivo de los TIROS-NOAA es el de medir la temperatura de la superficie terrestre, la temperatura en la superficie de los mares, identificando la nieve y el hielo, el estudio de la distribución de las nubes, y las características de las partículas atómicas emitidas por el Sol, midiendo la densidad del flujo de protones, electrones y otras partículas procedentes del planeta.

Para cumplir con sus tareas están equipados con un radiómetro (Advanced Very High Resolution Radiometer) de muy alta resolución (1.1 km en la vertical del satélite). La banda de exploración de este instrumento es de 3.000 km de ancho.

Los satélites METEOR son satélites rusos de órbita polar, operados por la Agencia Espacial Rusa – SRC. La altitud de estos satélites es de cerca de 1.200 km y su objetivo es el de tomar medidas de la temperatura del agua y de varios niveles de la atmósfera. Proporcionan, además, hasta dos veces al día, información sobre la distribución de las nubes y la nieve, utilizando imágenes en la banda visible y la de infrarrojo; información global acerca de la distribución de la temperatura, la altura de las nubes y la temperatura del agua de mar. Tres veces diarias envían imágenes de TV a las estaciones locales, valiéndose de un sistema análogo al de los satélites estadounidenses.

Los datos proporcionados por los satélites son recibidos y procesados en estaciones convenientemente equipadas para la tarea.

Sistemas de transmisión de datos

Por lo general, los satélites meteorológicos están equipados con sistemas similares que se adaptan a las distintas clases. En el caso de los polares y los geoestacionarios, los datos se obtienen a través de un barrido que se extiende hasta completar una imagen. Según el tipo de imagen que procese, que puede ser de mayor o menor resolución, será la forma en que se traten los datos que proporciona, pero el procesamiento fino y la calibración se hacen en las estaciones terrestres. En cuanto a los geoestacionarios, barren línea a línea, quedando éstas grabadas en cinta hasta completar la imagen que luego envían a la Tierra. Es un proceso que lleva tiempo, por tanto solo es posible obtener imágenes cada media hora. Los polares, al no grabar sus imágenes, emiten cada línea a medida que realizan el barrido por la superficie de la Tierra, por tanto sus imágenes se pueden obtener casi en tiempo real.

Vista de un satélite orbitando.

Tecnología para transmisión de datos

Los NOAA están equipados con un sensor llamado AVHRR (Advanced Very High Resolution Radiometer). Se trata de un radiómetro avanzado de muy alta resolución. Lleva un APT (Automatic Picture Transmition) que trabaja en una banda de 137 Mhz. y emite en dos canales, VIS e IR, con resolución de 5 km y 255 tonos de gris. El modo HRPT (High Resolution Picture Transmition) trabaja en la banda de 1600 Mhz. en cinco bandas espectrales, dos para el modo visible y tres para el infrarrojo, con resoluciones entre 1 y 5 km.

Los satélites geoestacionarios están equipados con WEFAX Y HRI. El WEFAX (Weather Facsimile) es el modo de baja resolución con un máximo de 25 km. El HRI (High Resolution Image) es el modo de resolución 1,1 km para el GOES y de 5 km para el METEOSAT. Ambos modos operan en la banda de 1600 Mhz.

Recepción de datos

Se necesitan una antena omnidireccional, un preamplificador Gaas-Fet, una parabólica de no menos de metro y medio, un receptor de 1,6 Ghz. para geoestacionarios, un convertidor Down (1,6 Ghz.-137 Mhz.), un receptor de banda ancha de 137 Mhz., un demodulador-digitalizador, un ordenador y un programa adecuado. Para el caso de los polares, es necesaria la antena omnidireccional de alta ganancia, un receptor de la banda de 137 Mhz. Los geoestacionarios requieren de la antena parabólica porque trabajan en frecuencias de Ghz.

Tecnología para una estación de recepción de datos

  • Antena parabólica de 1,5 metros y todos sus componentes (geoestacionarios).
  • Antena omnidireccional cuadrifilar de 20 dB. (polares).
  • Amplificador de antena (Gaas-Fet) de 18-20 dB.
  • Cable coaxil de 75 Ohms.
  • Convertidor de la banda de 1,6 Ghz. a la banda de 137 Mhz.
  • Conmutador (opcional).
  • Receptor de banda ancha, muy bajo ruido, para 137 Mhz.
  • Demodulador-digitalizador para PC.
  • Programa de obtención de imágenes para PC.
Las imágenes de menor resolución permiten hacer un análisis de las nubes.

Interpretación de las imágenes

La interpretación de las imágenes que proporcionan los satélites meteorológicos y, de forma especial, la relación que puede inferirse entre lo que se observa en las imágenes (en sus diferentes canales) y los procesos dinámicos y termodinámicos que tienen lugar en la atmósfera terrestre, se ha convertido, desde el lanzamiento de los primeros satélites meteorológicos, en una herramienta fundamental de todos los centros dedicados a la predicción meteorológica. Conforme se ha ido avanzando en el análisis e interpretación de los datos de los satélites, su uso se ha ido extendiendo rápidamente, sobre todo en lo que respecta a las tareas de vigilancia, diagnosis, ‘nowcasting’ y predicción a muy corto plazo. Esto se debe, básicamente, a que las imágenes de satélite proporcionan una ayuda inestimable en la identificación del estado de desarrollo de los distintos fenómenos meteorológicos.

Utilidad

Al ser las imágenes de los canales APT y WEFAX de menor resolución y de datos que carecen de precisas calibraciones, sólo son útiles a los fines observacionales y para la meteorología sinóptica. Análisis de nubes, formas, frentes, estimaciones globales, etc., son los productos posibles. Las imágenes cuantitativas, en cambio, contienen gran cantidad de información, debido a que son de alta resolución y los componentes de la imagen están sumamente procesados, por estos motivos pueden utilizarse para la observación, análisis y estudio más exacto de la atmósfera y el suelo.

Historia

En el año 1959 el satélite Explorer 8 fue el primero que llevó un instrumento para la observación de la atmósfera desde el espacio a través de un radiómetro de radiación global (ERBE). Los primeros satélites específicamente meteorológicos fueron los TIROS (Televisión Infra-Red Observation Sallite), en los comienzos de los años 60, que permitieron a los científicos una visión global de los sistemas nubosos. Desde entonces hasta hoy, se han convertido en una de las herramientas más prácticas que ha producido la tecnología espacial para la predicción del tiempo.

Características del sistema Tierra-Luna

La Tierra es el único planeta cuyo nombre en inglés no se deriva de la mitología griega o romana. El nombre deriva del inglés antiguo y germánico, hay, por supuesto, cientos de otros nombres para el planeta en otros idiomas.

La Tierra, como los demás planetas, recorre desde hace millones de años su órbita alrededor del Sol, y lo seguirá haciendo durante otros miles de millones de años sin cambios notables. Es el Sol, con un volumen 1.000 veces mayor que todos los planetas juntos, quien la retiene y regula, además, el sistema solar. Si existiese otra estrella cercana, es decir, si el Sol perteneciese a un sistema binario, o si los planetas tuviesen masas mucho mayores, las órbitas de sus componentes sufrirían variaciones continuas. En ningún planeta habría posibilidad de vida porque pasaría demasiado cerca o demasiado lejos de su estrella y, por tanto, no existiría una sucesión regular de las estaciones.

¿Sabías qué...?
La Luna es el cuerpo celeste más fácil de ubicar en el cielo y es el único sitio, más allá de la Tierra el cual el hombre ha sido capaz de pisar.

La Luna está dotada también de un movimiento de rotación y otro de traslación alrededor de la Tierra (que se cumplen en tiempos iguales); por consiguiente, las posiciones relativas de la Tierra y la Luna respecto al Sol varían periódicamente. Ello explica que la Luna presente a la Tierra siempre la misma cara y las fases lunares.

La superficie lunar, explorada por varias misiones del programa Apolo, y cartografiada con todo detalle por la sonda estadounidense Clementine, presenta un aspecto caracterizado por una gran cantidad de accidentes geográficos.

No es del todo exacto afirmar que la Luna gira alrededor de la Tierra. Ambas giran alrededor del punto de equilibrio del sistema Tierra-Luna, o sea el centro de gravedad o centro de masa. Y como la Tierra es 81 veces mayor que la Luna, este centro está situado a 1.600 km por debajo de la superficie terrestre, del lado más próximo a la Luna. De esto se deduce que no es la Tierra la que sigue una verdadera órbita elíptica alrededor del Sol, sino que es el centro de gravedad del sistema el que lo hace, mientras que la Tierra oscila ligeramente de un lado a otro.

Fases de la Luna.

¿Por qué la Tierra no se cae?

La fuerza de la gravedad es la responsable de que los gases que componen la atmósfera no escapen al espacio y de que la Tierra permanezca estable en su órbita, relacionándose con el resto de cuerpos del universo y manteniendo unidas a los miles de millones de estrellas que pueblan la galaxia. La fuerza de la gravedad del Sol es casi 28 veces el valor de la gravedad terrestre y es la que mantiene en sus órbitas a todos los planetas y demás cuerpos que integran el sistema solar.

Color y luminosidad

Una característica de los planetas es reflejar una parte de la luz solar incidente (el porcentaje de luz reflejada se llama albedo y es un dato físico importante para todos los cuerpos del sistema solar, pues facilita el conocimiento de características como la dimensión y el material que recubre su superficie). La Tierra tiene un albedo de 0,40, o sea que refleja al espacio un 40 % de la luz solar que recibe; ello se debe a que los océanos, los casquetes polares y la capa de nubes actúan como espejos.

Heng Zhang

El astrónomo y geofísico chino Heng Zhang (78-139 d.C.), reconocido como el inventor del primer sismógrafo, fue asimismo el astrónomo oficial de la corte china. Descubrió y registró que la luz emitida por la Luna era, en realidad, luz procedente del Sol reflejada por la superficie de ésta.

El albedo terrestre está sujeto a variaciones estacionales porque la Tierra difunde más luz entre marzo y junio, y entre octubre y noviembre que entre julio y septiembre. El color de la Tierra también varía, es más azulado en los períodos que refleja más luz. En cuanto a las relaciones entre la Tierra y la Luna, la primera se ve desde la Luna 100 veces más luminosa que la Luna llena vista desde la Tierra.

Dimensiones

La distancia media entre la Tierra y la Luna es de 384.403 km. Esta distancia puede alcanzar 406.697 km en el apogeo, cuando la velocidad orbital de la Luna es de 3.474 km/h, o bien reducirse a 356.410 km en el perigeo, cuando la velocidad orbital es de 3.959 km/h. Mientras que la Tierra tiene como diámetro ecuatorial 12.756 km y como diámetro polar 12.713 km, con un achatamiento polar de 1/298, la Luna tiene un diámetro de 3.476 km y forma casi esférica. La Tierra tiene una masa de 5,98 x 1024 Kg y una densidad media de 5,52 veces la del agua, frente a 3,36 veces la densidad de la Luna, que posee también una masa mucho más baja: 1/81 de la terrestre. De la masa y las dimensiones se deduce la fuerza de gravedad en la superficie de ambos cuerpos, y también puede calcularse el peso de un objeto sobre la Luna, que es, un 1/6 de su peso sobre la Tierra.

Eclipses de Sol y de Luna

Durante su trayectoria alrededor del Sol, la Luna se encuentra periódicamente situada entre el Sol y la Tierra.

Las diferentes fases de un eclipse de Sol total, en este caso el acaecido el 11 de julio de 1991, permiten apreciar la secuencia de desaparición y reaparición del disco solar tras la silueta de la Luna, que en la fase central del fenómeno cubre por completo al astro rey.

El interés científico del eclipse de Sol depende de que la Luna oculte al Sol por completo (eclipse total); en el brevísimo período que puede durar el eclipse total, desde pocos segundos hasta un máximo de 7,30 minutos, se puede ver la parte más externa del Sol, la cromosfera, con las protuberancias, y la tenue corona con sus penachos. Debido a que la sombra de la Luna llega con dificultad a alcanzar la Tierra, la zona de sombra sobre la superficie terrestre no es superior a 275 km. Alrededor de esta zona el eclipse es parcial, o sea que se ve el disco del Sol parcialmente, no pudiéndose observar la corona ni la cromosfera.

Existe eclipse anular cuando el disco lunar no es lo suficientemente grande como para ocultar por completo al Sol. Esto se debe a que las distancias de la Luna a la Tierra y de la Tierra al Sol no son constantes, dado que las órbitas lunar y terrestre no son exactamente circulares. El disco negro de la Luna aparece entonces rodeado de un sutil anillo brillante, cuya luminosidad es suficiente para impedir la visión de la cromosfera y de la corona.

Los eclipses totales de Sol (y de Luna) se reproducen en el mismo orden después de un período de 18 años y 11 días, denominado saros (igual a 223 lunaciones), pero no en los mismos lugares. Por ejemplo: el 20 de julio de 1963 se observó un eclipse total en Canadá, y el 31 de julio de 1981 otro en Siberia (Rusia). El 11 de agosto de 1999 pudo verse un eclipse total de sol desde Gran Bretaña hasta la India. El 29 de marzo de 2006 tuvo lugar un eclipse solar total que comenzó a manifestarse al noreste del Brasil y acabó en la frontera noreste de Mongolia.

Eclipse lunar

Los eclipses de Luna se producen cuando ésta penetra en el cono de sombra de la Tierra, lo que sucede sólo durante la Luna llena. Contrariamente a los eclipses de Sol, los de Luna son visibles en todos los lugares de la Tierra donde pueda observarse la Luna por encima del horizonte. El cono de sombra está rodeado de un cono de penumbra, que intercepta una parte de la luz solar. Los eclipses de Luna pueden ser también totales o parciales. El eclipse es total si la Luna penetra completamente en el cono de sombra, y parcial si penetra sólo en parte; por último, el eclipse de penumbra se produce cuando la Luna penetra sólo en el cono de penumbra. En un año se observan de dos a cinco eclipses de Luna.

La Tierra y la Luna: su formación

El análisis radiactivo de las rocas superficiales de la Tierra indica una edad de por lo menos 3.500 millones de años. La corteza terrestre se solidificó lentamente, debido a la gran cantidad de potasio radiactivo que generaba calor en el interior. El Sol, cuya edad se estima en 5.000 millones de años, había nacido ya, aun cuando era invisible por estar oculto en el interior de la primitiva nebulosa de materia estelar, particularmente densa sobre el plano de la eclíptica. En efecto, la nube bloqueaba todas las radiaciones solares a escasa distancia del Sol. A causa de la temperatura excesivamente baja (quizá -260 °C), los gases de agua, el amoníaco, el nitrógeno, el dióxido de carbono, el monóxido de carbono y el metano formaron, junto con el polvo, la nieve y el hielo, unos cuerpos que serían los planetas. Debió de ser una tempestad permanente, en cuyo seno se formaron masas cada vez más grandes, que se rompían y agregaban de nuevo.

La Tierra pudo nacer así, o sea, por acumulaciones sucesivas y, a medida que aumentaba de masa, atraía a otros cuerpos menores. El calor generado, además de disolver los hielos y producir vapor, eliminó las sustancias más ligeras y volátiles, dejando sólo las más pétreas y metálicas.

En realidad, sobre el origen de la Luna hay muchas dudas. Según H. C. Urey, se formó también en frío, por acumulación de pequeños cuerpos. Fred Whipple sostiene que esto quizá sucedió cuando la Tierra empezó a perder el anillo que la rodeaba (similar al que todavía hoy circunda a Saturno). El núcleo de la Luna comenzó a calentarse poco a poco a causa de la presencia de elementos radiactivos; sin embargo, es probable que no se calentase lo suficiente como para producir un núcleo de hierro, como ocurrió en el caso de la Tierra.

Pequeños cuerpos siguieron cayendo sobre la Luna durante centenares de miles de años, y provocaron cráteres. Mientras, el calor interior aumentaba y fundía las capas más próximas a la superficie. En este período crítico, las grandes depresiones lunares que ahora se denominan mares, los valles y las grietas se inundaron de lava. Ese período fue breve, así como fueron también rápidos la expansión y el enfriamiento sucesivos, que produjeron tensiones, hundimientos, relieves y formaciones de diverso tipo. La acción de los volcanes es evidente en diversas regiones de la Luna, pero muchos cráteres, y especialmente los mayores, fueron producidos por impactos de meteoritos, como sucedió también en la Tierra; sin embargo, en el caso de esta última las fuerzas geológicas han rellenado, erosionado y destruido los cráteres, excepto algunos de los más recientes. Los picos centrales de muchos cráteres lunares, más bajos que los bordes de los cráteres mismos, se formaron en el período durante el cual la Luna estaba parcialmente fundida; el meteoro que originó el cráter rompió el centro de la superficie, de la cual brotó la lava que creó estas montañas. También los mares fueron producidos, siempre en el mismo período, por el impacto de grandes meteoros que, al romper la costra, provocaron intensas expulsiones e inundaciones de lava.