Argentina

Incomparables espectáculos de la naturaleza, kilómetros para recorrer los más variados paisajes y climas, ciudades que concentran las más interesantes costumbres en un crisol cultural de años: Argentina, una tierra para conocer.

Obelisco de Buenos Aires, monumento construido en 1936 con motivo del cuarto centenario de la fundación de la ciudad.

Estado soberano organizado como república representativa y federal, la Argentina está dividida en 23 provincias en las que reinan los más diversos y hermosos avistajes naturales. Al mismo tiempo, cuenta con uno de los 20 centros urbanos más poblados del mundo: la ciudad autónoma de Buenos Aires, capital de la nación y sede del gobierno federal.

El nombre Argentina se remonta a la época de la conquista española. Por esos años, las noticias acerca de la existencia de tierras con inmensas riquezas en plata hicieron que numerosos expedicionarios se internaran en nuestro territorio. En algunos mapas de la época, la zona del Río de la Plata aparece nombrada como Terra argentea, ya que argentum, en latín significa “plata”.

Y si la mítica fortuna que le brindó su nombre, basada en la posibilidad de encontrar grandes cantidades del precioso metal en el territorio, no se acercaba a la realidad como se creía entonces, no por ello dejó de transformarse en uno de los países más productivos e industrializados de la región. La agricultura, la ganadería y los recursos energéticos se transformaron en su principal fuente de riqueza; la variedad de espectáculos naturales y la intensa actividad cultural se volvieron sus características sobresalientes.

¿Sabías qué...?
Las raíces culturales argentinas son predominantemente europeas, y eso se ve reflejado en su arquitectura, música, literatura y estilo de vida.

Geografía

La República Argentina se encuentra en el Hemisferio Sur, respecto del Ecuador, más concretamente en el extremo meridional de América del Sur. Es el segundo país en extensión de Sudamérica y el octavo del mundo. Posee una superficie continental de 2.791.810 Km2 contando las Islas Malvinas, otras islas del Atlántico Sur y un sector de la Antártida. De norte a sur tiene una extensión de 3.800 km, más del doble de la que existe de este a oeste (1.425 km).

Ubicado en el sur del continente, conforma junto a Chile, Uruguay, Paraguay y el sur de Brasil el Cono Sur. Limita con cinco países: al norte con Bolivia y Paraguay, al noreste con Uruguay y Brasil, y al oeste con Chile. Tiene una extensa costa que desemboca en el océano Atlántico.

El punto más alto por sobre nivel del mar está situado en el Aconcagua (en la provincia de Mendoza) de 6960,8 msnm, que es la montaña más alta de América y de los hemisferios meridional y occidental. El punto más bajo se encuentra en Laguna del Carbón, provincia de Santa Cruz, a 105 metros bajo el nivel del mar. El mismo sitio es también considerado el más bajo en toda Sudamérica.

El noroeste del relieve argentino está formado por la Puna, altiplanicie que se prolonga desde el altiplano boliviano y de la Puna de Atacama chilena. Al este se extiende El Chaco, llanura que se prolonga por Paraguay, más allá del río Pilcomayo, y por el este hasta el río Paraná.

La Mesopotamia, única área selvática del país, limita con los ríos Uruguay, Iguazú y Paraná. La región más rica de Argentina es la Pampa, la llanura por excelencia: abarca casi toda la provincia de Buenos Aires, el sur de Santa Fe y Córdoba, y el este de la provincia de La Pampa. Al sur del río Colorado se halla la Patagonia, con amplias mesetas al este.

Paisaje del norte argentino.

Los principales lagos son el Argentino, el Viedma, el San Martín, el Col-huéHuapí, el Nahuel Huapí y el Buenos Aires. Entre los ríos de la cuenca del Plata destacan el Paraná, el Uruguay, el Salado del Norte y el Pilcomayo; en la vertiente atlántica: el Colorado, el Chubut, el Salado y el Negro; y en la cuenca del Desaguadero, el Bermejo-Desaguadero-Salado.

Lago Nahuel Huapi, Bariloche. Patagonia.

Por otro lado, la diversidad de temperaturas es muy variada a causa de la extensión territorial, los accidentes en el relieve y la proximidad del océano. En el sector septentrional dominan los climas subtropical y tropical, provocando temperaturas elevadas y precipitaciones durante todo el año; en la Pampa, el subtipo pampeano con influencia oceánica; en la Patagonia, el clima frío y seco.

Provincia de Tierra del Fuego, Ushuaia.

Turismo

Hasta hace no tanto tiempo atrás, el ecoturismo, el turismo rural, el agroturismo, el turismo verde, y el turismo activo, eran nuevas modalidades en el desarrollo de la actividad turística.

Actualmente, el turismo deportivo y de aventura, el turismo gastronómico, el enoturismo, y el turismo literario y científico, entre otros, son productos ya consolidados a nivel mundial. A lo largo del territorio argentino, todas y cada una de estas nuevas concepciones de la actividad económica, junto con todas y cada una de sus modalidades tradicionales (sol y playa, museos y monumentos históricos, negocios, entre otras), encuentran un espacio geográfico y cultural adecuado para su desarrollo y aprovechamiento.

Barrio “La Boca”, Buenos Aires.

Argentina posee un territorio con gran potencialidad turística. Desde principios de la década del ochenta, cuando la UNESCO declaró el Parque Nacional Los Glaciares como Patrimonio Natural y las Ruinas de las Misiones Jesuíticas como Patrimonio Cultural de la Humanidad, el país ha sumado seis sitios adicionales -de carácter natural y cultural- al listado del Patrimonio Mundial. Otros tantos se encuentran en tentativa, esperando para sumarse a este conjunto de bienes. Al mismo tiempo, la Ciudad de Buenos Aires ha sido catalogada como la mejor ciudad de la región y una de las diez mejores ciudades a nivel internacional por parte de los viajeros de todo el mundo.

Sin embargo, a pesar de tales ventajas, su rendimiento -en relación a otros países de América Latina- como destino turístico es relativamente modesta. El crecimiento más importante de la industria se dio tras la devaluación del peso, lo que aumentó notablemente su competitividad por la disminución relativa de los precios locales en dólar, pero en los últimos años se detectó un crecimiento acelerado de los costos, lo cuál le quitó dicha ventaja a nivel internacional. A pesar de ello, Argentina logró sostener su oferta gracias a sus imponentes paisajes naturales, los diversos lugares a visitar y la calidad de las propuestas.

Moneda de un peso argentino.

Buenos aires y alrededores

La ciudad de Buenos Aires, una de las más importantes de Latinoamérica, es una gran urbe cosmopolita y multifacética. Con evidente influencia universalista, provoca asombro en el turista su arquitectura europea. Es capital de la República Argentina y nudo vital de la nación.

Testigo de su importantísima vida cultural son sus numerosos museos, salas de exposiciones y conferencias, galerías de arte, cines y teatros con espectáculos nacionales e internacionales de primer nivel. El Colón, uno de los teatros líricos más importantes del mundo, es sede, junto a variados escenarios, de una intensa actividad musical que abarca todos los géneros incluyendo por supuesto al típico y famoso tango.

Su vida nocturna es muy variada y se extiende hasta altas horas de la madrugada. Discotecas, restaurantes, confiterías y muchas otras atracciones para todos los gustos pueden encontrarse por toda la ciudad, brindando una oferta innumerable al turista.

¿Sabías qué...?
La bandera argentina fue creada por el militar y político Manuel Belgrano el 27 de febrero de 1812.

Quebrada de Humahuaca

Declarada Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad, recorrerla es vivir a pleno el color y la belleza de la naturaleza junto a la magia de una inmemorial cultura. Allí, los diferentes pueblitos enlazan historia y tradiciones de raíces ancestrales que persisten junto a la impronta de la conquista. Por estas razones, la UNESCO se comprometió a apoyar el desarrollo educativo y sustentable de la zona, de forma tal que se preserve la cultura de los pueblos originarios que habitan la belleza paisajística de esta zona de la provincia de Jujuy.

TREN DE LAS NUBES

Es uno de los tres ferrocarriles que viaja a más altura en el mundo, aprovechando las vertiginosas montañas de la Cordillera de los Andes que atraviesa y los paisajes espectaculares que permite disfrutar el recorrido. Parte de la ciudad de Salta, recorre el valle de Lerma y se introduce en la Quebrada del Toro para llegar hasta la Puna. El punto final es el kilómetro 1.350 donde se encuentra el viaducto La Polvorilla de 224 metros de longitud por 63 de altura.
El recorrido dura aproximadamente unas quince horas ida y vuelta, atravesando 29 puentes, 21 túneles, 13 viaductos, 2 “rulos” y 2 zig-zags. Por su gran altura, muchas veces pueden apreciarse nubes debajo de los puentes o en las laderas, de ahí su nombre.

Cataratas del Iguazú

Declaradas “Patrionio Mundial Natural de la Humanidad” por la UNESCO, estas enormes caídas de agua son un espectáculo sublime e inigualable. Sus 275 saltos con alturas que llegan a superar los 70 metros se encuentran ubicados en un marco salvaje y agreste de vegetación subtropical, formando un mundo de cascadas y espectaculares arco iris que aparecen gracias a las nubes de gotitas atomizadas que resultan de la fuerza con que se estrella el agua.

Entre los principales saltos podemos nombrar el Mitre, el Belgrano, el Rivadavia, Los Tres Mosqueteros, el San Martín, el Bozzetti, Las Dos Hermanas y la famosa Garganta del Diablo, uno de los más espectaculares por su tamaño y efecto escenográfico.

El Parque Nacional Iguazú, que alberga a las famosas cascadas, contiene más de 400 especies de aves, alrededor de 2.000 especies vegetales y un mundo inconmensurable de insectos, lo que hace de este bioma uno de los ambientes naturales más ricos del país.

¿Sabías qué...?
Las Cataratas del Iguazú fueron consideradas una de las 7 Maravillas del Mundo en 2011.

Cerro Aconcagua

Llamado el “Techo de América”, es el pico más alto de todo el continente con 6.960,8 msnm. Se encuentra ubicado en la provincia de Mendoza, dentro del Parque Provincial Aconcagua (71.000 hectáreas) y es la meta de escaladores de todas partes del mundo. Su ascensión hasta la cumbre es un reto difícil y requiere de una muy buena preparación y planeamiento, pero el imponente paisaje de montañas nevadas hace que el desafío valga la pena.

Cañón del Atuel

Bautizado por algunos como el mini Cañón del Colorado, esta extraordinaria formación geomorfológica que se encuentra a 37 km de San Rafael es un escenario de hermosas rocas modeladas por el viento y el agua que dieron vida a las más variadas esculturas naturales: Museo de Cera, Sillón de Rivadavia, El Lagarto, Los Viejos, Los Monstruos, La Ciudad Encantada, El Mendigo, Los Jardines Colgantes, Los Monjes, El sillón de Rivadavia, Los Castillos, El Puño, La Momia y la cabeza del León entre otras que llaman la atención.

Península de Valdés

Accidente costero formado sobre el Mar Argentino, en la provincia del Chubut, la Península de Valdés es uno de los siete Patrimonios de la Humanidad declarados por la UNESCO en Argentina. Se encuentra ubicado a solo una hora de la ciudad de Puerto Madryn y es el principal centro en diversidad y abundancia de fauna marina del país.
Sus kilómetros de playas con aguas transparentes e importantes acantilados brindan al turista un marco paisajístico de gran belleza y la oportunidad de avistar ballenas desde la costa, entre otros animales.

Glaciar Perito Moreno

Por lo espectacular de la vista que ofrece, el glaciar Perito Moreno es considerado la octava maravilla del mundo. El imponente bloque de hielo se encuentra rodeado de bosques y montañas creando un paisaje único en el mundo, pero lo que más atrae al turismo nacional e internacional es la oportunidad de observar el desprendimiento de las grandes masas congeladas que se separan cada dos o cuatro años de la estructura. De hecho, es junto con Puerto Madryn (Chubut) y las Cataratas del Iguazú (Misiones), un emblema del turismo argentino y uno de los sitios del país más visitados.

 

Cultura

Las raíces argentinas, ligadas a los pueblos originarios y a las diversas oleadas de inmigrantes que arribaron al país, especialmente desde Europa, modelaron una cultura con diferentes aristas a tener en cuenta desde cualquier perspectiva que se decida encararla. La religión se encuentra con las creencias populares, el idioma oficial ha sido modificado por el lunfardo local, la música encuentra diferentes expresiones más allá del folklore y las costumbres de antaño continúan formando parte de la vida cotidiana. En suma, la heterogeneidad de razas que ha dado lugar a la identidad argentina, aún puede observarse en las manifestaciones culturales nacionales y es quizás la principal característica que conserva.

Religión

En la Argentina rige una completa libertad de cultos. La religión oficial es la Católica Apostólica Romana, representada por una importante cantidad de iglesias que tienen lugar en todo el país. Sin embargo, también puede encontrarse sedes de otros cultos, entre las que se destacan la sinagoga central de la religión judía, única sede donde se forman los rabinos de todo el mundo, la Mezquita de Palermo, el templo islámico más grande de Latinoamérica, y las de la religión ortodoxa griega y rusa entre otras.

Al dividir porcentualmente la población, encontraremos que el 93 % profesa el catolicismo, seguido por el 2,5 % que es protestante y un 2 % que es judía. El restante 2,5 % se distribuye entre otras religiones.

Santos populares

En muchas ocasiones, ocurre que las personas eligen adoptar divinidades locales en lugar de creer únicamente en las que fueron enseñadas por la iglesia. En Argentina se trata de un fenómeno totalmente actual y los llamados santos populares aparecen en cantidades, en algunos casos concentrándose en distintas regiones, y en otros transformándose en devociones nacionales.

Uno de los casos más emblemáticos es el Gauchito Gil, uno de los representantes más importantes del Santoral Profano Correntino. Desde hace más de cien años tiene vigencia en su provincia, pero en los últimos años ha trascendido estos límites, encontrándose lugares de culto desde Salta hasta Ushuaia.

Antonio Gil habría sido un gaucho ejecutado injustamente durante las constantes luchas fratricidas entre los Liberales (o Celestes) y los Autonomistas (o Colorados) en el siglo XIX. En la actualidad, el Santuario principal se encuentra en el cruce de las rutas Nº 123 y 119, a 8 km de la ciudad de Mercedes. Desde lejos se observa el centenar de tacuaras con banderas rojas, el mausoleo con las placas de agradecimiento y una enorme cantidad de ofrendas: muletas, vestidos de novia, juguetes, casas hechas en miniatura, autitos y estampitas del santo con los pedidos escritos detrás o con expresiones de agradecimiento. Es costumbre dejar una cinta atada a las miles de cintas que hay, y retirar otra ya “bendecida” que debe colocarse en la muñeca, en el espejo del auto o en algún lugar privilegiado de la casa para que proteja o ayude.

Gauchito Gil.

Otro santo que ha cobrado gran importancia a nivel nacional es San La Muerte, aunque se encuentra predominantemente en las provincias de Corrientes, Chaco, Misiones y Formosa. El culto pagano es profesado principalmente para conseguir trabajo o no perderlo, encontrar cosas perdidas, obtener el amor de alguien, vengarse de un desaire, de una afrenta o de un mal recibido. Su imagen, una pequeña talla en madera o hueso de la figura de un esqueleto incrustada en alguna parte del cuerpo, se cree que puede proteger a quien la lleva de las balas y las puñaladas.

La última santa que presentaremos es la Difunta Correa, una figura mítica basada en una leyenda del siglo XIX. Cuenta la historia que en el transcurso del año 1835, un criollo de apellido Bustos fue reclutado en una leva para las montoneras de Facundo Quiroga y llevado por la fuerza a La Rioja. Su mujer, María Antonia Deolinda Correa, desesperada porque su esposo iba enfermo, tomó a su hijo y siguió las huellas de la montonera.

Luego de mucho andar -cuenta la leyenda-, al borde de sus fuerzas, sedienta y agotada, se dejó caer en la cima de un pequeño cerro. Unos arrieros que pasaron luego por la zona, al ver animales de carroña que revoloteaban se acercaron al cerro y encontraron a la madre muerta y al niño aún con vida, amamantándose de sus pechos. Recogieron al niño, y dieron sepultura a la madre en las proximidades del Cementerio Vallecito, en la cuesta de la sierra Pie de Palo.

Idioma

El idioma oficial de la Argentina es el castellano, pero también son hablados el inglés y el portugués, sobre todo por la mayoría de las personas involucradas en actividades turísticas. Lo más distintivo en este país es el uso del “vos” en lugar del “tú” para el trato informal, y el uso del “che” para dirigirse a otra persona, llamarle la atención o como sustitución del nombre. En general, se utiliza como muestra de confianza.

En diversas regiones se mantienen las lenguas aborígenes y en Buenos Aires la presencia del lunfardo, una forma dialectal nacida en esa ciudad que ha sido fuertemente influida por las lenguas de los inmigrantes. El lunfardo ha ejercido un fuerte influjo en el habla informal de todo el país a través de su uso en las letras de tango y en la poesía porteña.

Costumbres

Dos hábitos argentinos caracterizan principalmente a la nación al punto de volverse emblemas reconocidos internacionalmente y costumbres nacionales: el asado al asador y el mate. El primero es una forma particular de cocinar carne de vacuno, cabrito o cordero, entre otras. La técnica consiste en colocar sobre dos hierros cruzados a modo de cruz la carne que desea asarse y clavar la parte inferior en el suelo, casi verticalmente. Uno de ellos, el más corto, sirve para sujetar la carne que queda colocada longitudinalmente sobre el hierro más largo y se cocina sobre brasas, generalmente de leña. A medida que la carne va asándose se la aproxima gradualmente a las brasas, hasta que la cocción final se realiza paralelamente al suelo, sobre aquéllas.

Por otro lado, el mate, costumbre compartida con otros pueblos de América del Sur, tiene gran difusión en Argentina. La infusión se prepara en un calabacín hueco en el que se pone yerba y a veces un poco de azúcar. Luego, se vierte agua caliente (sin hervir) y se absorbe el líquido con una bombilla. El agua va reponiéndose, no así la yerba que dura varias infusiones, en especial si es de buena calidad. Cuando se detecta la necesidad de renovar la yerba, se cambia parcialmente la que venía utilizándose, por yerba fresca.

Martín Fierro, por José Hernández

Ícono de la tradición argentina, el Martín Fierro colocó al gaucho en el centro de la escena para denunciar las injusticias de una época e ilustrar el modo de vivir, pensar y sentir de uno los grandes protagonistas de nuestra historia.

Cuando José Hernández escribió la poesía gauchesca que lo inmortalizó en la literatura, el género ya había sido consolidado gracias al trabajo de diversos exponentes, como Estanislao del Campo (1834-1880), Bartolomé Hidalgo (1788-1822), Hilario Ascasubi (1807-1875) y Ricardo Gutiérrez (1836-1896), entre otros. Lo definían un conjunto de características, como por ejemplo el predominio de la forma del “diálogo”, que reunía en sí una buena cantidad de rasgos gauchescos, tales como el ritual del encuentro, las fórmulas de salutación, las alusiones a los aparejos del caballo, el ofrecimiento de mate, tabaco y bebida o las quejas sobre la situación política o personal que servían como punto de partida del relato. Otras de las señales que contribuyen a definir el género se observan claramente en la elección de los personajes, los temas y el lenguaje rústico, que estuvieron casi siempre ligadas a opciones que desbordaban lo literario y remitían a lo político.

Todas estas características aparecen ya en los “Diálogos patrióticos” de Hidalgo, en la poesía antirrosista primero y antiurquicista después de Hilario Ascasubi y -desprovisto de todo alcance político o militante, pero como una brillante síntesis formal de sus predecesores- en el Fausto de Estanislao del Campo. Entonces ¿por qué el Martín Fierro se transformó en la obra más importante del género, llegando ser considerada por diversos intelectuales como fundante de la literatura argentina? Busquemos la respuesta en este artículo.

José Hernández: vida y obra

José Hernández.

El creador del Martín Fierro (1834-1886), poeta, escritor y político argentino, es reconocido en la actualidad como el máximo exponente de la literatura gauchesca. De pequeño estuvo al cuidado de tíos y abuelos mientras sus padres trabajaban en el campo. Estudió en el Liceo Argentino de San Telmo pero una enfermedad del pecho le hizo abandonar Buenos Aires y reunirse con su padre en un campo de Camarones; para entonces la madre había muerto. Allí el joven Hernández permaneció unos años, impregnándose del mundo rural.

Al regresar a Buenos Aires, tras la batalla de Caseros (1852), se vio involucrado en las luchas políticas que dividieron al país luego de la caída de Juan Manuel de Rosas. Formado en base a ideas federales, se unió al gobierno de la Confederación enfrentado con Buenos Aires.

Para 1856 algunas fuentes lo sitúan en Paraná; otras atrasan esa residencia hasta 1858, pero datos firmes permiten saber que Hernández trabajó en dicha ciudad como empleado de comercio y que participó activamente en la batalla de Cepeda (1859) junto a Justo José de Urquiza. A continuación se retiró del ejército, obtuvo el cargo de oficial de contaduría y pasó a desempeñarse como taquígrafo del Senado, pero no pasó mucho tiempo hasta que volvió a tomar las armas: en 1861 luchó con las tropas confederadas que sufrieron la derrota de Pavón.

Su marcado posicionamiento político continuó entonces por otra vía: se dedicó al periodismo colaborando en “El Argentino”, escribió el “Eco de Corrientes” y fundó más tarde, en Buenos Aires, “El Río de la Plata”, diario de vida efímera donde denunciaba la situación de los habitantes de la campaña.

El 8 de junio de 1863, año en que se casó con Carolina del Solar, escribe la serie de artículos recopilados con el título de “Vida del Chacho:
Rasgos biográficos del general Ángel Vicente Peñaloza”, escrito inspirado en el asesinato del caudillo riojano. De esta manera, Hernández se enfrentó por primera vez con D. F. Sarmiento, mostrando su calidad como cronista y su notable capacidad para la polémica.

Obligado al exilio, en el sur de Brasil escribió los primeros versos de “El gaucho Martín Fierro” (1872), que completó y publicó a su regreso a Buenos Aires. Luego de un nuevo exilio en Uruguay retornó definitivamente a Argentina en 1875 y resultó electo diputado por la capital en 1879, año en que publicó “La vuelta de Martín Fierro”. Importante es remarcar que en ese momento, la obra que se convertiría tiempo después en un ícono de la literatura argentina, pasó desapercibida: tuvo un gran éxito editorial pero ninguna repercusión entre la crítica literaria, por otra parte casi inexistente entonces.

Los objetivos del texto eran claros, pero dejemos que el propio Hernández los explique en el siguiente fragmento de una carta enviada por el escritor a José Zoilo Miguens: “Me he esforzado, sin presumir haberlo conseguido, en presentar un tipo que personifica el carácter de nuestros gauchos, concentrando el modo de ser, de sentir, de pensar y de expresarse que les es peculiar; dotándolo con todos los juegos de su imaginación llena de imágenes y de colorido, con todos los arranques de su altivez, inmoderados hasta el crimen, y con todos los impulsos y arrebatos, hijos de una naturaleza que la educación no ha pulido y suavizado”.

Su producción literaria, sin embargo, no finalizó allí. En 1882, viviendo los últimos años de su vida, dio a conocer “Instrucción del estanciero. Tratado completo para la planteación y manejo de campo destinado a la cría de hacienda vacuna, lanar y caballar”, libro que pese a lo específico del título, tiene un marcado cariz político. Hernández murió en su quinta del barrio de Belgrano, el 21 de octubre de 1886.

Museo de José Hernández en Mar del Plata, pcia. Bs. As., Argentina.

“Aquí me pongo a cantar…”

Para entender las razones que llevaron a hacer de esta obra una de las más importantes de la literatura argentina, es necesario concentrarse en los aspectos que la diferenciaron de las restantes producciones de la época, así como en las razones que la llevaron a ir tomando cada vez más prestigio a medida que transcurrían los años. El Martín Fierro rompió con los moldes del género y en esa particularidad se encontró su originalidad.

En la poesía de José de Hernández se ilustra al gaucho, Martín Fierro, como un ícono de la
desigualdad social y la injusticia hacia su sector.

De entrada, al observar el modo en que se narra la historia, se descubrirá un detalle interesante en este extenso poema de 7.210 versos: el diálogo característico del encuentro entre paisanos, aspecto tradicional del género gauchesco, fue sustituido por un monólogo en el cual el protagonista empieza por presentarse y narrar sus relaciones con el medio, su familia y las tareas que realiza. De esta manera, Hernández no sólo modificó de manera radical las figuras del emisor y el receptor en el poema, sino que también logró reproducir la situación del antiguo gaucho cantor que, ante un auditorio de oyentes analfabetos, cuenta acompañándose con su guitarra las desgracias propias o ajenas.

También se observa que, como casi toda la literatura gauchesca, está escrito en octosílabos, pero que no se encuentra agrupado en las tradicionales décimas o en cuartetas, sino en sextinas, esto es, estrofas de seis versos que posibilitan a su vez la división en pares. Estos pareados, que aparecen como unidades menores dentro de la estrofa, logran cierto mimetismo con las formas del habla gauchesca, según las caracterizaba el mismo Hernández en el prólogo de 1872: falta de enlace en las ideas, en las que a veces no existe una sucesión lógica sino una relación oculta y remota.

A estos dos desvíos con respecto a la tradición debe sumársele otro, no menos importante: la impactante información política del texto de Hernández. El Martín Fierro no es una mera acumulación de novedades formales con respecto a lo que habían hecho sus antecesores en el género gauchesco, ni tampoco la declaración programática de un proyecto social y político. Por el contrario, la enorme eficacia del texto, la impresionante acogida que obtuvo entre el público y la todavía intacta vigencia de sus versos se deben a la perfección con que su autor, como ningún otro en la literatura argentina, consiguió ensamblar los discursos literario e ideológico.

¿Sabías qué...?
En 1968 apareció una versión cinematográfica del Martín Fierro dirigida por Leopoldo Torre Nilsson, con Alfredo Alcón en el rol protagónico.

De este modo, Hernández logró una obra aún más contundente en el terreno político que la de sus antecesores gauchi-políticos -como se los llamó- y, al mismo tiempo, de mayor alcance y valor literario. Por un lado, es evidente la modificación con respecto a los textos de Del Campo, Gutiérrez y el último Ascasubi, pero también se encuentran diferencias al comparar con los poemas libertarios de Hidalgo y con los partidistas del primer Ascasubi.

La perspectiva que se dibuja en el Martín Fierro responde a un programa social efectivamente, el mismo que el Hernández había defendido en su labor política a principios de la década de 1870 y que, de algún modo, se resume en los últimos versos del último canto, cuando dice el protagonista:

“y si canto de este modo
por encontrarlo oportuno
no es para mal de ninguno
sino para bien de todos”.

Este programa, cuyo ideal es una sociedad basada en una relación armónica y orgánica entre el campo y la ciudad, los pobres y los ricos, los gauchos y los terratenientes, es un elemento central en la composición de la obra, a pesar de lo cual, su originalidad no puede reducirse sólo a ello.

Con todo, el Martín Fierro no gozó siempre del espacio de culto que hoy ocupa. Mucho tuvieron que ver en ello los ardores nacionalistas que se vivieron con la celebración del primer centenario de la Revolución de Mayo que se reflejaron, entre otras formas, en la revalorización de la obra por parte de L. Lugones y R. Rojas. Desde esa fecha se convirtió en un clásico y J. L. Borges y E. Martínez Estrada, entre otros, le dedicaron su atención. Hoy “El gaucho Martín Fierro” y “La vuelta de Martín Fierro” se conocen como las dos partes de una misma obra: Martín Fierro, el punto más alto de la poesía gauchesca y una de las obras fundamentales de la literatura argentina.

La primera de ellas se inicia con el monólogo del protagonista, tan conocido, en especial por las primeras estrofas que trascribimos a continuación:

“Aquí me pongo a cantar
al compás de la vigüela,
que el hombre que lo desvela
una pena estrordinaria,
como la ave solitaria
con el cantar se consuela.
Pido a los santos del cielo
que ayuden mi pensamiento,
les pido en este momento
que voy a cantar mi historia
me refresquen la memoria
y aclaren mi entendimiento.
Vengan santos milagrosos,
vengan todos en mi ayuda,
que la lengua se me añuda
y se me turba la vista;
pido a mi Dios que me asista
en una ocasión tan ruda.
Yo he visto muchos cantores,
con famas bien otenidas,
y que después de alquiridas
no las quieren sustentar.
Parece que sin largar
se cansaron en partidas.
Mas ande otro criollo pasa
Martín Fierro ha de pasar,
nada lo hace recular
ni las fantasmas lo espantan,
y dende que todos cantan
yo también quiero cantar.
Cantando me he de morir,
cantando me han de enterrar,
y cantando he de llegar
al pie del Eterno Padre.
Dende el vientre de mi madre
vine a este mundo a cantar”.

Tal armonía se ve quebrada cuando llega la leva forzosa y obligan a Fierro a marchar a la frontera con el indio. Ello significa la disolución de la familia, el desarraigo y muchos pesares que harán a los climas más interesantes de la obra. La amistad con el gaucho Cruz atenúa en parte los amargos sentimientos que causan en Fierro, pero no por ello las injusticias y violencias de que es testigo dejan de convertirse en una denuncia concreta que Hernández logra realizar con solidez.

La primera parte puede leerse como un alegato contra los abusos de la presidencia de Domingo F. Sarmiento. La segunda, escrita siete años más tarde, es producto de las repercusiones de la primera, y da lugar a un cuadro más matizado y complejo del mundo rural, en el que se produce el reencuentro con sus hijos, víctimas de abusos como él, a quienes aconseja llevar una vida honrada y de trabajo.

La publicación de La vuelta de Martín Fierro señaló el principio del ocaso de la literatura gauchesca, en un proceso paralelo a la vertiginosa modernización del país durante las dos últimas décadas del siglo XIX. La nueva situación dejaría al gaucho sin espacio social ni político y, por lo tanto, clausuraría también el lugar ocupado por la poesía de la que era protagonista. A partir de entonces, este género, como un capítulo ya clausurado, empezaría a ser reivindicado como un elemento indispensable en la definición de los rasgos de la literatura argentina.