José de Cuero y Caicedo fue un sacerdote, obispo, filósofo y político que jugó un papel clave en el proceso de independencia de Quito. Como líder de la Escuela de la Concordia, defendió los ideales de libertad y soberanía frente al dominio español. Su vida fue una muestra de valentía, compromiso y sabiduría.
1768
Se graduó en la Universidad de Santo Tomás de Aquino, en Quito, donde luego enseñó Filosofía y Teología.
1791
Se unió a la Escuela de la Concordia.
1797
Fue nombrado obispo de Cuenca y luego de Quito en 1811.
1809
Formó parte de la Junta de Gobierno de Quito, que proclamó la autonomía de España, y ocupó la vicepresidencia.
1811
Fue elegido presidente del Estado de Quito, que se constituyó el 11 de octubre de 1811, con una constitución propia, y duró hasta 1812, cuando fue invadido por las tropas realistas.
1815
Fue enviado a Lima, donde falleció en octubre.
DESTIERRO
El destierro de José de Cuero y Caicedo fue una de las consecuencias de su participación en el proceso de independencia de Quito. Tras la derrota del ejército quiteño en la batalla de Ibarra , el 1° de diciembre de 1812, Cuero y Caicedo fue capturado por las tropas realistas, que lo despojaron de sus bienes y de la silla episcopal. Fue condenado al destierro en España, pero murió en el viaje a causa de una bronconeumonía.
¿Sabías qué?
José de Cuero y Caicedo fue el primer obispo que presidió una república en América. Como presidente del Estado de Quito, que se constituyó en 1811, tuvo que enfrentar la invasión de las tropas realistas y defender los ideales de soberanía y libertad.
Ecuador se vio marcada por uno de los hechos más sangrientos de su historia el 2 de agosto de 1810, cuando inició una revuelta ciudadana en Quito en la que patriotas atacaron el Real Cuartel de Lima e intentaron liberar a los próceres que actuaron el 10 de agosto de 1809 en la Primera Junta de Gobierno. El suceso se convirtió en una cruel matanza, cientos de quiteños murieron ese día.
Precedente: inicia la revolución
Un grupo de patriotas se reunió la noche del 9 al 10 de agosto de 1809 en la casa de Manuela Cañizares para firmar un acuerdo y establecer una nueva Junta que gobernara en nombre de Fernando VII y que destituiría al presidente Manuel de Urriez, conde de Ruiz de Castilla.
nuevo gobierno
El capitán Juan Salinas, quien apoyó el movimiento desde el inicio, ofreció sus soldados, y durante la mañana del 10 de agosto él y su pequeño ejército se apoderaron de las edificaciones gubernamentales. La soberanía recayó en la Junta Suprema, con Juan Pío Montúfar como presidente; José Cuero y Caicedo como vicepresidente, y Juan de Dios Morales, Manuel Rodríguez de Quiroga y Juan Larrea como secretarios de Estado.
La Junta implantó diversas reformas que gozaron de popularidad, sin embargo, muchos sectores no se sentían representados por sus líderes políticos y rechazaron el movimiento revolucionario. De este modo, la ejecución de este gobierno ejecutivo se hizo más difícil con el tiempo y, luego de unos 3 meses, cesó sus funciones.
Algunos cargos de la Primera Junta de Gobierno Autónoma de Quito
tensión en las calles
Ante su frustrado gobierno, Juan Pío Montúfar renunció a la presidencia de la Junta el 12 de octubre de 1809 y días después hizo un pacto con Ruiz de Castilla que consistía en mantener la Junta y no tomar ningún tipo de represalias. El 29 de octubre de 1809, Ruiz de Castilla se instaló nuevamente en el poder.
Ruiz de Castilla, contrario a lo que había prometido, desató un persecución contra todos aquellos que habían sido participes de la Primera Junta de Gobierno Autónoma de Quito y aprisionó a varios en el Cuartel Real de Lima.
día de la matanza
El 2 de agosto de 1810, Quito estaba fuera de control por la presencia teniente coronel Manuel Arredondo y sus tropas, que tenían ocupada la ciudad, y se experimentó un máximo momento de tensión cuando un grupo de patriotas intentaron liberar a los presos del Cuartel Real de Lima. Esto desató una cruenta batalla que terminó con la orden del Conde Ruiz de Castilla de matar a los reclusos en sus propias celdas, entre ellos a los ministros Quiroga, Morales, Larrea y el comandante Salinas.
La violencia invadió a la ciudad y un gran número de civiles resultaron heridos y muertos. Los ataques cesaron cuando el obispo Cuero y Caicedo recorrió las calles con un Cristo y pidió que cesara la lucha. Dos días después hubo una Asamblea de conciliación en la que se acordó la salida definitiva de Arredondo de la ciudad y un alto a las represalias.
Desde entonces, cada 2 de agosto se rinde homenaje en el país a las víctimas de la venganza colonial, tanto a los próceres como a las múltiples víctimas anónimas que lucharon y entregaron sus vidas por la libertad de su país.