El gobierno de Marcelo Torcuato de Alvear

Hipólito Yrigoyen ocupó la presidencia hasta 1922, año en que lo sucedió Marcelo Torcuato de Alvear (1868-1942). Aunque ambos eran radicales y habían luchado juntos en las duras batallas políticas desde finales del siglo XIX, eran también personalidades muy diferentes. La posteridad, de hecho, ha recogido imágenes más bien opuestas de ambos.

A Yrigoyen se lo ve como una especie de dios Jano con dos caras: para unos fue el artífice del fin de un régimen “falaz y descreído”, según él definía a los gobiernos de la oligarquía; para otros, fue un caudillo ignorante y demagogo, ejemplo de los peores vicios de la democracia. A Alvear, en cambio, se lo suele ver como uno los grandes presidentes del viejo régimen, y su política se considera asimilable con los vicios y las virtudes de aquél.

En cualquier caso, ambos se enfrentaron a parecidos problemas, derivados de su intención de poner en pie y consolidar las instituciones democráticas, y de conducir por los nuevos canales del voto universal la representación, la negociación de intereses y las demandas de reforma de la sociedad que el radicalismo había asumido como bandera.

Inesperada decisión

La tendencia reformista y democratizadora del radicalismo caracterizaba contemporáneamente a otros países de América Latina: a Uruguay, con el presidente Batlle y Ordóñez; a Chile, con Arturo Alessandri; a Perú, con el movimiento del APRA, que, aunque no triunfó, conmovió las estructuras oligárquicas; a México, aunque mediante una revolución sangrienta, con los acontecimientos que eliminaron el régimen oligárquico que se había prolongado desde el período colonial hasta la caída de Porfirio Díaz.

A pesar de pertenecer a partidos distintos, Yrigoyen (foto) eligió a Marcelo Torcuato de Alvear como su sucesor.

En Argentina, la Constitución Nacional impedía la reelección presidencial. De modo que Yrigoyen debía buscar un sucesor, y esperar los seis años que gobernaría éste para poder presentarse nuevamente como candidato. Inesperadamente, Yrigoyen propuso a Marcelo T. de Alvear. La propuesta resultó sorprendente, porque Alvear no pertenecía a los círculos yrigoyenistas, estaba vinculado al sector del patriciado radical y era considerado por la elite como uno de los suyos.

Pero la decisión, como es obvio, no había sido arbitraria. Alvear, alejado de la conducción directa del partido, dado que por entonces se desempeñaba como embajador en Francia, debía necesariamente mantenerse fiel al líder que lo había elegido. Por otra parte tendría a su lado, como vicepresidente, a Elpidio González, un yrigoyenista histórico.

Negociaciones y pactos

La designación de Alvear puede interpretarse además como un intento de acercamiento al grupo patricio nacido de la revolución de 1890, y que condujo, con Alem, a la escisión que dio lugar al nacimiento de la UCR. Es posible que Yrigoyen y los hombres cercanos a él buscaran con este gesto aliviar las tensiones de los sectores agroexportadores que no eran hostiles al radicalismo; ello habría permitido un reagrupamiento de fuerzas en las filas partidarias.

La candidatura de Alvear se impuso con facilidad, obteniendo el 40 por ciento de los votos emitidos. El radicalismo ganó en todas las provincias a excepción de San Juan y Mendoza, donde los partidarios de dos disidentes, Cantón y Lencinas respectivamente, representaban movimientos de fuerte arraigo local.

La composición del gabinete reflejaba, precisamente, la presencia mayoritaria del ala patricia del partido, lo que no dejó de provocar protestas entre los militantes de clase media. Estas designaciones y esas protestas no eran casuales. Los grupos aristocráticos impusieron dos condiciones para cooperar con Alvear: que no se produjeran intervenciones federales en las provincias y que el gasto público estuviera estrictamente controlado por el Congreso. Esta última exigencia implicaba el abandono por parte de Alvear de las prácticas que habían sido moneda corriente durante la presidencia de Yrigoyen, sobre todo la del aumento del gasto público por decreto, para financiar el otorgamiento de cargos públicos. Una exigencia que, por otra parte, se hacía más acuciante que nunca, ya que en 1921 -es decir, poco antes de abandonar el poder- había incrementado aún más el presupuesto para cubrir el gasto público.

Marcelo Torcuato de Alvear asumió la presidencia el 12 de octubre de 1922

Gestión económica inicial

La composición del gabinete de Alvear parecía responder a las exigencias de los sectores conservadores. Por otra parte, para cubrir el déficit dejado por la gestión de Yrigoyen, el gobierno se vio obligado a recurrir a préstamos de corto plazo, lo que originó una deuda flotante.

Al comienzo de su gestión, Alvear pareció inclinarse por una solución drástica, que parecía anunciar despidos masivos en la administración pública. Pero, seguramente después de prever las consecuencias políticas de semejante medida, prefirió actuar con mayor cautela y adoptar otras opciones, como la de incrementar los ingresos fiscales con el aumento de los impuestos a las importaciones.

Esto, sin embargo, no dejó de provocar nuevas dificultades. Las importaciones se habían reducido, y esas restricciones generaron problemas en el terreno laboral. Entre otras frustraciones, Alvear debió dar marcha atrás en un proyecto de jubilaciones para algunos grupos de trabajadores del sector privado.

De todas formas, la repercusión del descenso de las exportaciones no fue muy importante, debido a la expansión de la agricultura, sobre todo de los cultivos industriales, que gozaban de precios sostenidos en el mercado mundial. Esto compensó la menor competitividad coyuntural de los tradicionales productos ganaderos. Sin embargo, los saldos de la balanza comercial no lograron una estabilidad definitiva. Fueron inferiores a los del boom de la época de la Primera Guerra Mundial y de la posguerra, pero muy superiores a los del período anterior a la guerra.

Gestión económica final

En los últimos años de la gestión de Alvear, el presupuesto ya no presentaba déficit, las reservas de oro habían aumentado, el peso argentino era una moneda respetada en el extranjero y el país había recuperado su crédito externo. Los créditos tomados en el exterior tuvieron como consecuencia el aumento de la deuda externa, cosa que no preocupaba excesivamente al gobierno, confiado en el buen futuro de la economía nacional.

El aumento de las tasas de importación supuso cierta política proteccionista en favor de la industria. Aunque estas medidas no se habían tomado con la intención de favorecer la producción nacional -lo que se buscaba en realidad era obtener fondos para financiar las políticas sociales-, ésa fue su consecuencia real más destacada. Ello tuvo una importancia adicional, dado que en ese período se profundizó la rivalidad entre los capitales ingleses y norteamericanos por el control de las inversiones en el país. Los capitales de Estados Unidos se volcaron sobre la industria, mientras los provenientes de Inglaterra siguieron interesados preferentemente en el sector servicios y en el financiero.

Crisis del radicalismo

Una de las cuestiones políticas de mayor envergadura durante la presidencia de Alvear fue la de las divisiones producidas en el seno del partido gobernante. Las diferencias internas dentro del partido radical se sumaron a las que se producían entre el aparato de éste y el gobierno, alcanzando su punto crítico en 1923, cuando comenzaron a circular rumores acerca de los proyectos de restricción del gasto público.

Alvear hizo una serie de concesiones a los comités partidarios, que lo distanciaron de los miembros conservadores de su gabinete ministerial. Se produjeron algunas renuncias, que de todas formas no llegaron a calmar la oposición de los yrigoyenistas. A fines de 1923, incluso la propia figura de Alvear comenzó a ser cuestionada por sus correligionarios.

Ese mismo año fue designado ministro del Interior Vicente Gallo, figura notoria del denominado grupo Azul de la UCR, que mantenía estrechas relaciones con otra personalidad importante de ese sector, Leopoldo Melo. Gallo se convirtió rápidamente en el líder de la tendencia antiyrigoyenista, también denominada “antipersonalista”.

El partido estaba formalmente dividido. La denominación que adoptaron los escindidos tendió a marcar sus diferencias con la metodología política del patronazgo, que favorecía a los miembros de los comités partidarios. Sin embargo, Gallo no vaciló en recurrir a las mismas técnicas que Yrigoyen para lograr el apoyo popular, lo cual lo llevó hasta presionar a Alvear para el restablecimiento del patronazgo.

Alvear cedió a esos reclamos sólo en parte, aceptando un aumento limitado del presupuesto. En cambio, se negó a ordenar intervenciones federales para desalojar a los yrigoyenistas de las provincias. El presidente quiso imponer su autoridad para lograr la reunificación partidaria, pero hacia finales de 1925 era evidente que los yrigoyenistas no habían podido ser desplazados.

Gallo renunció como ministro del Interior al fracasar en la tentativa de sumar a los ministros más conservadores en favor de una expansión del gasto público destinada a combatir a los yrigoyenistas. Además, los “antipersonalistas” no lograron apoyos consistentes, salvo en Santa Fe, su baluarte tradicional. En 1926, ya nadie parecía dudar que Yrigoyen volvería a ser el candidato radical a la presidencia.

Otro elemento importante en el panorama político de la época fue la escisión que se produjo en el seno del socialismo, que dio lugar a la formación del Partido Socialista Independiente. Integrada por algunos de los militantes más antiguos del viejo partido, esta formación estaba dispuesta a establecer alianzas con los conservadores y los “antipersonalistas”.

Alvear fue, junto a Leandro N. Alem, uno de los creadores de la Unión Cívica Radical.

Quino

Joaquín Salvador Lavado Tejón, más conocido como Quino, es un dibujante nacido el 17 de julio de 1932 en la ciudad de Mendoza, Argentina. Hijo de emigrantes andaluces, aprendió los primeros rudimentos del dibujo junto a su tío Joaquín Tejón, pintor y diseñador gráfico.

Inició estudios de Bellas Artes en su ciudad natal, pero marchó a Buenos Aires antes de acabarlos, en 1950. Cuatro años después debutó como dibujante en el semanario bonaerense Esto es. Durante su juventud colaboró en las principales revistas de humor argentinas (Rico Tipo, Tía Vicenta) y algunas españolas (Triunfo).

Además de la argentina, Quino posee la nacionalidad española.

Mafalda

En 1962, Quino creó su personaje de cómic más famoso, aparecido por primera vez en el semanario de Buenos Aires Primera plana: se trata de Mafalda, la niña lúcidamente analítica que junto a su pandilla de amigos pondrá en clave de humor, con una inocencia demoledora, profundas reflexiones y duras críticas a la sociedad. Surrealista a veces, siempre inteligente y con un estilo de líneas sencillas, su contundente sátira le supuso graves problemas durante la dictadura argentina, hasta el punto de que acabó por abandonar el personaje en 1973. Sin embargo, la fama del personaje perduró internacionalmente, y en 1993 Mafalda protagonizó una serie de dibujos animados de 104 episodios de un minuto de duración, que recreaban sus tiras de prensa.

Mafalda apareció por primera vez en 1962

Otros títulos

Ha recopilado su obra en los libros Mundo Quino (1967), Bien gracias, ¿y usted? (1976), Hombres de bolsillo (1977), Gente en su sitio (1978), Déjenme inventar (1983), Humano se nace (1991), ¡Qué mala es la gente! (1996), Esto No es Todo (2001), ¡Qué presente impresentable! (2004), La aventura de comer (2007) y ¿Quién anda ahí? (2012), entre otros títulos. En 2014 fue merecedor del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.

Primeras instituciones políticas argentinas

La nación argentina aspiró desde su nacimiento a una organización constitucional inspirada en los modelos estadounidense y francés. Desde finales del siglo XVIII se difundían en el Río de la Plata las ideas de Charles Montesquieu, John Locke y Jean-Jacques Rousseau sobre el gobierno y la libertad que daban contenido a la idea de un Estado republicano y democrático.

Este pensamiento, en el que se apoyaron las doctrinas revolucionarias en Estados Unidos y Francia, aparecía con particular contundencia en la Declaración de la Independencia norteamericana de 1776 y en la Declaración de los Derechos del Hombre de 1789, redactada en Francia. Posteriormente, durante el siglo XIX, se universalizó el sistema constitucional, caracterizado por la separación de funciones de los poderes del Estado y la forma representativa de gobierno mediante la vigencia del sistema electoral.

Primer y Segundo Triunvirato

Las primeras instituciones políticas argentinas fueron cuerpos colegiados que poco a poco redujeron el número de sus miembros, con la consiguiente concentración del poder. Así, los órganos de gobierno de la década de 1810 a 1820 se iniciaron con la Primera Junta, que fue sucedida por el Triunvirato, al que se le encomendó funciones ejecutivas.

El Primer Triunvirato estaba formado por Juan José Paso (foto), Feliciano Chiclana y Miguel de Sarratea.

En octubre de 1811, la Junta dictó un reglamento de división de poderes. Fue el primer intento constitucional en tal sentido, que dejaba el Legislativo en manos de la Junta, que pasó a llamarse Junta Conservadora; el poder ejecutivo le fue asignado al Triunvirato y el judicial, a los tribunales. Pero el Triunvirato rechazó este reglamento, concentró el poder y disolvió la Junta. También dictó un estatuto al que denominó “provisional”, que no logró la aceptación de las provincias debido a su marcado corte centralista.

Sin embargo, el Triunvirato tuvo el mérito de dictar dos decretos importantes de sesgo liberal: el de libertad de imprenta, el 26 de octubre de 1811; y el de seguridad individual, el 23 de noviembre de 1811.

Formalizado el Segundo Triunvirato, se encargó de convocar una asamblea, conocida como la Asamblea del Año XIII que, con el fin de declarar la Independencia y dictar una Constitución, fue convocada por decreto del 24 de octubre de 1812. Éste fue el primer documento de la historia constitucional argentina que declaró caduca la autoridad de Fernando VII en el Río de la Plata, y también el primer intento formal de sancionar una Constitución.

El Segundo Triunvirato lo conformaban Nicolás Rodríguez Peña (foto), Juan José Paso y Álvaro Antonio Jonte.

Asamblea del año XIII

Aunque la Asamblea del año XIII no llegó a materializar sus objetivos principales, adoptó un conjunto de medidas de significativa importancia, que serían la base de la futura Constitución. Asimismo, la asamblea instaló el primer poder ejecutivo unipersonal, al que se llamó Directorio, traducción literal de su homónimo francés.

Si bien no logró sus principales objetivos, la Asamblea del año XIII dio grandes pasos en su lucha por la Declaración de la Independencia.

Algunas de las resoluciones importantes dictadas por la Asamblea fueron:

Medidas de carácter político:

  • Declaró que residía en ella la representación y el ejercicio de la soberanía de las Provincias Unidas del Plata.
  • Ordenó acuñar la primera moneda nacional, con el sello de la Asamblea.

Medidas de carácter social:

  • Declaró la libertad de vientres a partir del 31 de agosto de 1813.
  • Abolió los sistemas de prestación obligatoria de trabajo para los indígenas (mita, encomienda y yanaconazgo).
  • Medidas de carácter judicial:
  • Prohibió el uso del tormento para el esclarecimiento de la verdad y la investigación de los crímenes.
  • Dictó el Reglamento de la Cámara de Apelaciones para la organización de la justicia en todas sus instancias