Carlos de Montúfar, hijo de Juan Pío de Montúfar (presidente de la Primera Junta de Gobierno Autónoma de Quito y precursor de la independencia nacional) fue un coronel y patriota ecuatoriano, considerado uno de los libertadores del país. Su carrera militar inició durante su permanencia en España y terminó en el territorio de la actual Colombia, mientras era coronel y ayudante general del ejército de Simón Bolívar.
Batalla de Bailén (1808)
Tras la invasión napoleónica a España, se inició la guerra de la Independencia española. Montúfar participó en la batalla de Bailén como ayudante del principal jefe militar español, el general Francisco Xavier Castaños. España salió victoriosa y Napoleón tuvo su primera derrota militar.
Sitio de Zaragoza (1808)
Fueron dos asedios ocurridos en la ciudad de Zaragoza. Allí pelearon las tropas del primer Imperio francés de Napoleón Bonaparte contra las fuerzas españolas de la dinastía Borbón. Terminó con la retirada de las fuerzas francesas.
Batalla de Somosierra (1808)
Los franceses obtuvieron la victoria en este conflicto y Napoleón logró ingresar a Madrid. No obstante, la participación de Montúfar destacó por su heroísmo.
¿Sabías qué?
La Junta Central Suprema y Gubernativa del Reino eligió a Montúfar como comisionado regio en Ecuador, donde la revolución quiteña debilitaba el dominio colonial. El objetivo era llevar la paz a su país y guíar a los líderes hacia el nuevo sistema constitucional del Imperio español. Al llegar a Quito, Montúfar fue arrastrado por las filas revolucionarias, decidió unirse a la causa patriota y luchar contra los españoles.
Batalla de El Panecillo (1812)
Este cruel combate se llevó a cabo en el cerro El Panecillo de Quito, donde se enfrentaron las tropas realistas de Toribio Montes y Sámano y los defensores de Quito comandados por Carlos de Montúfar. Resultó en la victoria realista y Montúfar se vio obligado a salir de la ciudad.
Los escapes de Montúfar
Tras huir de Quito, Montúfar se trasladó a la ciudad de Ibarra. A finales de 1812 fue capturado y desterrado a España. Allí logró escaparse y viajar hasta Panamá, donde se incorporó a las fuerzas del libertador Simón Bolívar.
Batalla de la Cuchilla del Tambo (1816)
En este conflicto lucharon las tropas independentistas de Nueva Granada y las tropas de la Corona española en Popayán, Colombia. La derrota de los patriotas representó el fin de la Primera República. Montúfar fue capturado, condenado a muerte y ejecutado por la espalda por ser considerado un traidor.
A continuación se detalla un listado de los números de emergencia habilitados por los gobiernos de cada país para el público en general, con la finalidad de que se puedan disipar dudas sobre cómo actuar y a la vez informar sobre posibles casos de infectados con el virus Covid-19 que existan en cada comunidad.
Argentina: 107 / 0800-222-1002
Bolivia: 800-10-1104
Brasil: 136
Chile: 600-360-77-77
Colombia: 123 / 192 celular
Costa Rica: 1322
Cuba: 7-838-33-50
Ecuador: 171
El Salvador: 132
España: 900-102112
Guatemala: 1517
Honduras: 911
México: 800-0044-800
Nicaragua: 8418-9953
Panamá: 169
Paraguay: 911 / 0983-87-92-75
Perú: 113
Puerto Rico: 311
República Dominicana: 809-686-9140 / 1-809-200-4091
La sociedad colonial es fruto de la interacción entre la sociedad española y los pueblos originarios, los cuales presentaban una estructura social muy compleja al momento de la conquista española. En América existieron gran cantidad de pueblos, lo que determinó la importante diversidad cultural, expresada en sociedades.
¿Qué fueron las sociedades coloniales?
Las sociedades coloniales fueron el resultado de la comunicación entre dos culturas, los blancos españoles y las comunidades nativas americanas. En América, la presencia de numerosas etnias generó una variación cultural marcada, organizada bien sea por dominios o por la relación familiar.
Había desde pueblos con organizaciones simples o tribales hasta los llamados “imperios”, como por ejemplo en Mesopotamia y Perú. En las organizaciones tribales, el parentesco familiar era el elemento principal para la integración social, mientras que en los imperios existía una marcada estratificación dentro de un complejo ordenamiento estatal.
En un principio, los españoles se concentraron esencialmente en torno a las ciudades y los nativos permanecieron en las zonas rurales. Esto provocó la aparición de una dicotomía campo-ciudad, notable en la historia de la América colonial.
La situación cambió sustancialmente a lo largo del segundo siglo colonial. Se produjo una mezcla biológica inevitable entre los nativos, los españoles y los negros, lo que dio origen a los conocidos mestizos, mulatos y zambos, quienes experimentaron un crecimiento continuo y, en algunas de las sociedades, iniciaron las luchas de independencia de sus pueblos debido a la diferencia de derechos, privilegios, labores y posición económica.
Características de la sociedad colonial
Fue una mezcla de españoles, nativos americanos y africanos.
Se produjo un mestizaje biológico y cultural.
Las sociedades estaban estratificadas de acuerdo a un sistema de clases sociales en la que los colonizadores se encontraban en el tope de la pirámide y los esclavos en el último eslabón de la misma.
El factor más importante que marcaba la clase social era el dinero. Quienes poseían más dinero podían pertenecer a las clases más altas.
Los individuos sólo se debían mezclar con personas de su misma clase social y educación.
No se podían compartir espacios entre personas de bajo estatus social y personas de alto estatus sociales, la asistencia a eventos también estaba marcada por las clases sociales.
Las colonias españolas se establecieron en puntos clave de América, comenzaron en el Río de la Plata y ascendieron hasta el actual México.
Las colonias españolas fueron divididas en virreinatos: de la Nueva España, de Nueva Granada, del Río de la Plata y de Perú.
Las colonias portuguesas abarcaron el actual Brasil y lo dividieron en 15 capitanías regidas por nobles portugueses.
Las colonias británicas se establecieron en Norteamérica junto con los franceses. El sistema de división política fue el de las conocidas “13 Colonias”.
Clases sociales
El sistema de estratificación social más conocido es el de los españoles, éste se dividía en los siguientes grupos:
Los criollos
Descendientes de españoles concebidos en América. En primera instancia, la Corona española no tenía previsto que esto sucediera y por lo tanto no poseía ningún enfoque para este segmento poblacional.
Debido a que los criollos eran cada vez más, la Corona decidió prohibirles la ocupación de cargos públicos. Esta acción se produjo debido a que, al ser originarios de América, su patria era esa y no España, lo cual podría traer conflictos a futuro a la Corona española.
Muchos de los criollos crearon fortunas extraordinarias, algunas de ellas comparables con los españoles concebidos en España.
Los mestizos
Eran hijos de españoles con mujeres originarias. En general eran rechazados tanto por los criollos como por los nativos. La mayoría desempeñaba cargos bajos o eran colaboradores de artesanos.
Los mulatos
Fueron los descendientes de un padre español y una madre esclava negra. Su suerte no era muy diferente a la de los mestizos. Eran impuros para ambas culturas, no poseían ningún tipo de derecho ni privilegio social. No llegaban a ser esclavos pero debían ocuparse de tareas domésticas, serviles y forzosas.
Los zambos
Eran hijos de un padre negro y de una madre nativa (generalmente libre), tuvieron una mejor suerte que los mulatos ya que, al ser hijos de una madre libre, eran igualmente libres.
Esclavos
La esclavitud era la práctica social y económica mediante la cual el ser humano perdía sus derechos fundamentales como persona, ya que era considerado como un objeto que podía ser comprado y vendido.
Los africanos fueron el grupo principal de esclavos de las sociedades coloniales, aunque también se incluía a los nativos. Este grupo, tratado como mercancía, tenía un valor monetario mayor al de los habitantes originarios por su resistencia física.
Trabajaban principalmente en las minas, sin embargo, sus empleos no se redujeron a esto. Los de avanzada edad trabajaron como sastres o cocineros, otros como sirvientes domésticos y los niños usualmente como “mascotas” de los niños blancos.
La esclavitud era la práctica social y económica mediante la cual el ser humano perdía sus derechos fundamentales como persona, ya que era considerado como un objeto que podía ser comprado y vendido.
¿Sabías qué...?
Brasil fue el último país de América latina en abolir la esclavitud, debido a que durante los años de colonización fue el país que más importó esclavos.
Movimiento abolicionista
El movimiento abolicionista en Hispanoamérica comenzó con la Guerra de la Independencia de México, allí luego de proclamar su libertad como nación, iniciaron la abolición de la esclavitud mediante varios decretos publicados entre los años 1824 y 1829.
Posteriormente a la llegada de Cristóbal Colón a América en 1492 con el apoyo de la Corona de Castilla, hacia finales del siglo XV comenzaría lo que se dio en llamar la colonización europea de América. A partir de ahí, tanto el Imperio español como el Imperio portugués y, desde comienzos del siglo XVII, el Imperio Británico (1607), Francia (1608) y los Países Bajos (1625), conquistaron y colonizaron una gran parte del territorio americano, sometiendo a sus pobladores nativos.
El Imperio español y el Imperio portugués fueron los primeros en realizar la conquista, y se asentaron principalmente en el sur de Norteamérica, Centroamérica y en el área andina de Sudamérica. A su vez, España fue la potencia que mayor presencia colonial impuso en América. En el Caribe, dominaría fundamentalmente Cuba, La Española, Puerto Rico, Jamaica, e incluiría a la península de Florida dentro de sus posesiones caribeñas. Desde los asentamientos antillanos, tomó posesión por la fuerza de los grandes Estados existentes en América en ese momento: en América del Norte llegó a apropiarse del Imperio azteca, en el actual México, estableciéndose en sus ciudades. A partir de ahí controló una gran parte de América Central. Con todo, desde Panamá emprendió la conquista de la zona andina de América del Sur hasta la zona central del actual territorio chileno. Al mismo tiempo, en busca de la Sierra de la Plata y las tierras del Rey Blanco, se fundaron ciudades en el estuario del Plata y sobre las márgenes de los ríos Paraná y Paraguay.
Por su parte, Portugal se apropiaría de la mayor parte de la franja costera atlántica de la región norte de América del Sur, que más tarde originaría el Estado de Brasil. Inglaterra establecería trece colonias en la franja costera atlántica norteamericana, además de asentarse en algunas islas caribeñas. Francia ocuparía la actual Guayana Francesa en Sudamérica (aún bajo su dominio), Luisiana en el Golfo de México, algunas islas del Caribe, y la región canadiense de Québec. En tanto, los países Bajos establecerían colonias en Norteamérica (cuyo asentamiento más reconocido era Nueva Ámsterdam, que luego sería Nueva York), norte de América del Sur (Guyana holandesa, hoy Surinam) y algunos asientos en islas caribeñas, más precisamente en las Antillas y Aruba.
DOMINACIÓN COLONIAL HISPANA
En 1494, en la localidad española de Tordesillas (actualmente en la provincia de Valladolid), Isabel I y Fernando II, reyes de Castilla y Aragón respectivamente, y Juan II, rey de Portugal, se comprometieron a respetar una serie de cláusulas destinadas a repartirse las zonas de conquista y anexión del Nuevo Mundo. La primera y principal establecía una línea imaginaria de demarcación, de polo a polo, distante 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde. A partir de entonces, todo lo que se descubriera al Este de dicha línea pertenecería a la corona de Portugal, mientras que lo encontrado al Oeste correspondería a Castilla y Aragón.
¿Sabías qué...?
Los españoles llevaron técnicas de entretejido textil a su continente.
EL CONTROL POLÍTICO DE LAS COLONIAS
Durante el siglo XVI, la monarquía española se propuso fortalecer el control político sobre sus nuevos territorios americanos. Con este fin, crearía instituciones y nombraría autoridades dedicadas exclusivamente al gobierno de las colonias americanas. Algunas de estas instituciones tenían su sede en España y otras en territorio americano.
AUTORIDADES COLONIALES EN ESPAÑA
• La Casa de Contratación, creada en 1503, encargada de legislar y de controlar el comercio y la navegación, desde y hacia las colonias.
• El Consejo de Indias, creado en 1519, encargado del gobierno y la justicia colonial.
AUTORIDADES COLONIALES EN AMÉRICA
• La autoridad más importante era el Virrey, que representaba al rey de España y administraba los Virreinatos, nombre que recibieron los extensos territorios en que se dividieron las colonias españolas para su gobierno.
• Para ejercer la justicia en los Virreinatos se crearon las Audiencias. Los fallos de estos tribunales podían ser apelados ante el Consejo de Indias.
• En las zonas de frontera con otros imperios coloniales y en las regiones más alejadas de los centros de poder colonial se establecieron Gobernaciones. Como consecuencia de la lejanía y el aislamiento respecto de las principales autoridades coloniales, cada gobernador asumió simultáneamente facultades ejecutivas, militares y judiciales.
LA EXPLOTACIÓN ECONÓMICA DE LAS COLONIAS ESPAÑOLAS
Después de la conquista de los Estados azteca e inca y el sometimiento de otros pueblos originarios, los conquistadores tomaron los tesoros de oro y plata guardados en los templos indígenas. Posteriormente, se dedicaron a la búsqueda de yacimientos de metales preciosos. Los principales centros mineros estaban ubicados en el cerro de Potosí, en el Virreinato del Perú, y en Zacatecas, en el Virreinato de Nueva España.
El proceso de extracción y posterior refinamiento de la plata exigió importantes inversiones de capital para la adquisición de herramientas y la construcción de obras hidráulicas que evitaran la inundación de las minas. Por su parte, hacia la segunda mitad del siglo XVI, la introducción del proceso de amalgama para separar la plata de otros minerales provocaría un notable aumento de la producción minera.
Así, como consecuencia del descubrimiento y la explotación sistemática de las minas de oro y plata, durante el siglo XVI la monarquía española obtuvo una inmensa cantidad de metales preciosos. La riqueza americana sirvió para abastecer a los ejércitos españoles, mantener la burocracia administrativa y obtener, por medio del comercio internacional, los bienes de lujo consumidos por la nobleza.
LA ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO EN LAS COLONIAS ESPAÑOLAS
Los colonizadores españoles emplearon a los indígenas como mano de obra en las distintas actividades económicas.
Así, para la explotación de las minas de Potosí se organizaría el sistema de la mita, por el cual cada comunidad indígena de la región fue obligada a enviar a una parte de sus miembros a trabajar por turnos rotativos. Además, era una organización de trabajo que se extendería también en el mercado interno, ya que desarrolló internamente una economía de mercado con productos y servicios para España.
En las minas también trabajaban los yanaconas, indígenas que se habían desvinculado de sus comunidades y habían sido tomados al servicio de algunos españoles. Otros indígenas trabajaban en la producción de metales en forma independiente y recibían como pago una pequeña parte del metal extraído.
Otra forma de explotación del trabajo indígena era la encomienda. Según este sistema, la Corona asignaba a un español un determinado número de nativos que debían trabajar para él. A cambio, el encomendero se comprometía a proporcionar a los indígenas protección y cuidados y a educarlos en la fe cristiana.
Con todo, en el Virreinato de Nueva España no se implementó el sistema de la mita. Muchos españoles y mestizos pobres participaron en la producción de plata junto con grupos de indígenas del sur y el centro de México, que migraron hacia las zonas mineras para trabajar a cambio de un salario o una porción de metal.
¿Sabías qué...?
Durante los siglos XV y XVI, Portugal fue una potencia económica, social y cultural mundial.
DOMINACIÓN COLONIAL PORTUGUESA
Durante el siglo XVI, los portugueses extendieron su dominio por las costas del actual territorio del Brasil. Allí fundaron las primeras ciudades-puerto: San Salvador, Río de Janeiro y Pernambuco. Ahora bien, la monarquía portuguesa ejercería sobre sus colonias americanas un control menos directo que la Corona española. De este modo, para organizar el territorio colonial sobre la costa atlántica, en 1530, el rey Juan III lo dividió en quince capitanías y designó al frente del gobierno de cada una a miembros de la corte imperial.
De esta manera, comenzaría la colonización portuguesa de América, motivada por razones económicas y estratégicas. Por una parte, dentro de las razones económicas, la merma en las ganancias en el comercio con el Oriente y las nuevas posibilidades mercantiles que la propia dominación permitía; entre las razones estratégicas, la principal era combatir las ambiciones españolas y/o francesas por ese territorio.
Con todo, a principios del siglo XVI, una expedición portuguesa recorrería las costas brasileñas al norte del río Amazonas. Los exploradores encontraron allí una gran cantidad de árboles de cuya corteza podía extraerse una sustancia apropiada para teñir tejidos, a la que llamaron palo brasil. Los indígenas de la zona talaban los árboles y se los entregaban a los portugueses, quienes los llevaban a Europa, donde se procesaba la madera y se obtenía la tintura. Así, los portugueses organizaron un sistema comercial que se caracterizaba por el tráfico intercontinental de productos que se obtenían sin necesidad de grandes inversiones de capital, ni asentamientos permanentes en las áreas productivas.
Los principales productos comercializados eran el palo brasil, especias, sedas y esclavos capturados en las costas africanas.
Ya en el siglo XVIII, los colonizadores portugueses comenzarían a organizar el cultivo del azúcar, cuya producción se desarrolló en los territorios del actual nordeste brasileño, sobre todo en la capitanía de Bahía. A su vez, los portugueses intentaron someter a la población indígena nómada que vivía en la región con el fin de emplearla como fuerza de trabajo en las haciendas azucareras. Para ello, organizaron compañías militares o bandeiras que se establecieron para realizar expediciones al interior del territorio y de la selva amazónica. Gran parte de esa población fue esclavizada, aunque no fueron suficientes para la mano de obra. Ante esta situación, a partir de 1530, los propietarios de las plantaciones recurrieron al uso de nativos africanos que habían sido reducidos a la esclavitud y trasladados al Brasil.
La producción del azúcar se realizaba en el ingenio. Este era el nombre que recibía el conjunto integrado por la hacienda donde se cultivaba la caña de azúcar, las herramientas empleadas para molerla y procesarla, y los almacenes donde se guardaba. Sus poderosos propietarios fueron conocidos como señores de ingenio.
Por lo demás, la exploración y colonización del interior del Brasil tuvo gran impulso a partir de 1693, cuando se descubrió oro en la región de Minas Gerais. Durante la primera mitad del siglo XVIII, la economía brasileña estuvo basada en la explotación y exportación de este metal precioso.
DOMINACIÓN COLONIAL INGLESA, FRANCESA Y HOLANDESA
Sin dudas, tanto franceses como holandeses e ingleses participaron de la empresa colonizadora en América. Así, además de buscar un paso hacia Oriente por el norte del continente, se proponían disputarles a España y Portugal el comercio (legal o de contrabando) con las colonias americanas y contar con productos para exportar a Europa.
Desde 1534, los franceses explorarían la costa atlántica del actual territorio de Canadá. En 1608, Samuel de Champlain remontó el río San Lorenzo, donde fundó la ciudad de Québec. El territorio fue conocido como Nueva Francia. En esa época, la principal explotación económica de la zona eran las pieles de castor que los comerciantes franceses compraban a los indígenas; con ellas se hacían sombreros que luego eran vendidos en Europa. La Corona francesa encargó a los jesuitas la evangelización de las comunidades indígenas que vivían en esas tierras.
En 1581, los holandeses se independizaron de España y crearon la Compañía de las Indias Orientales, encargada de organizar empresas comerciales y de colonización. Los holandeses fueron los principales adversarios de los portugueses, y disputaron sus posesiones en América, Asia y África. Así, hacia 1623, compraron a los indígenas una porción de territorio en América del Norte. Años más tarde, los ingleses conquistaron la ciudad y le pusieron el nombre de Nueva York.
Por su parte, los ingleses siguieron navegando las costas del norte de América para pescar bacalao, una de sus principales exportaciones. A principios del siglo XVII, en 1606, establecieron la primera colonia en tierra americana: Virginia. Con todo, intentarían establecer colonias que no poseían las características del rígido sistema feudal europeo. Hacia 1820 llegarían colonos conocidos como puritanos, que se habían marchado de Inglaterra perseguidos por sus ideas religiosas. Se los llamaba así porque reclamaban a la Corona británica y a la Iglesia oficial (la anglicana) una religiosidad más profunda y mayor austeridad. Por lo demás, la colonización también tuvo motivaciones económicas. De este modo, a lo largo del siglo XVII, en las colonias del noreste (Massachusetts), la principal actividad económica sería la agricultura para el abastecimiento interno. Las colonias del sureste (Virginia, Carolina y Georgia), en cambio, se especializaron en la producción de tabaco, algodón y azúcar para la exportación. Estos productos eran cultivados en grandes plantaciones que empleaban mano de obra esclava.
Con todo, las islas del Caribe fueron disputadas y repartidas por todas las potencias coloniales. Las plantaciones de azúcar y tabaco serían los principales cultivos que habrían de desarrollar.
Conmemorado de múltiples formas en toda América y España, este día aparece como uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la humanidad al modificar para siempre el mapa del territorio conocido. Las consecuencias hacia los pueblos originarios y la cosmovisión europea provocaron un impacto del cual aún pueden sentirse sus olas.
Para conocer un poco más tenemos que situarnos en el siglo XV, etapa de cambios culturales y sociales, de violentas guerras e ilustres monarcas. Los avances en las áreas científicas y artísticas preparaban el terreno para el Renacimiento, que no por casualidad fue llamado por los historiadores “El siglo de las innovaciones”. En Europa, territorio de ciudades milenarias y rutas donde se comerciaba desde oro hasta pan a través de vías marítimas, surgiría la inquieta figura de Cristóbal Colón, a quién también lo podemos conocer como Cristóforo Colombo en italiano o Christophorus Colombus en latín.
Una figura misteriosa
Cuando pensamos en Colón lo planteamos como un enigma porque poco se sabe de su nacimiento y las peripecias de su vida antes de los viajes oceánicos, además de que tampoco se sabe demasiado de su formación intelectual y de los verdaderos motivos para encaminarse en el ambicioso proyecto que lo llevó a descubrir América. Se cree entre algunos historiadores que Colón encubrió deliberadamente su origen: se levantaron voces y teorías que afirmaban que el almirante sería de origen gallego, otros indicaban que su nacionalidad era francesa, otros que era de origen catalán y otros que era extremeño. Además se ha conjeturado con que podría haber sido andaluz, vasco, inglés, corso e incluso griego, noruego o croata.
Sin embargo, lo cierto es que la gran mayoría sostiene que era genovés. Su padre Domenico Colombo, fue un comerciante en lanas y vinos al que Cristóbal acompañó de joven en sus viajes. Entre sus varias ocupaciones primero fue mercader, luego marino y finalmente capitán en la flota del príncipe Renato de Anjou, momento en que logró recorrer el Mar Mediterráneo. La parte más conocida de su vida comienza en el año 1476, cuando se salva milagrosamente tras haber sido atacado por el pirata francés Colón el Viejo o Casenove luego de un viaje comercial a Inglaterra. La batalla se libró frente al cabo San Vicente y, según se cuenta, Cristóbal Colón salvó su vida logrando alcanzar la playa de Lagos a nado, aferrándose a un remo que le sirvió para cubrir casi dos leguas largas que lo separaban de la tierra.
Este arribo accidental a las tierras portuguesas fue fundamental para su formación como marino. Allí se envolvió en leyendas marítimas como las de las islas de San Brandán, Brasil, Antilia o isla de las Siete Ciudades, con la promesa de riquezas y fama, tras los peligros que implicaba atravesar el “Mare Tenebrosum”. Además emprendió numerosos viajes comerciales que lo llevaron desde Guinea a Islandia, donde escuchó sobre las expediciones que se habían proyectado hacia el oeste a Terranova. Tras asentarse en Porto Santo conoció a su esposa entre los años 1479 y 1480, Doña Felipa de Moniz. Su trato con la clase alta a la que ella pertenecía le garantizó obtener contactos para sus futuros proyectos, a pesar de que la relación no perduró demasiado ya que muere en el año 1485 con un único hijo, Diego Colón.
Una nueva ruta
Desde Portugal comenzó a establecer lo que sería el proyecto para realizar su gran gesta. Su plan consistía en dirigirse a Oriente por una ruta opuesta a la tradicional, o sea en dirección occidental. En Europa desde las fabulosas narraciones de Marco Polo se conocía la existencia de los ricos países Orientales, cuyo mayor representante era el reino del Gran Khan. Además, las nociones de riquezas en el Lejano Oriente venían confirmadas por el comercio activo que habían tenido Bizancio y Alejandría. Pero desde 1453 el comercio de Levante (cercano a Oriente) sufrió un golpe decisivo por la caída de Constantinopla en manos de los turcos. Este avance obligó a buscar una ruta alternativa debido a que comenzaron a resentirse económicamente las principales repúblicas mercantiles italianas e incluso ciudades como Barcelona. Ya los portugueses buscaban otra ruta desde los tiempos de Enrique el Navegante, que hallaron al llegar a Calicut y enlazar con la India a espaldas de los turcos. Pese a conocer los esfuerzos de los brillantes navegantes que le precedieron, Colón creía que existía un camino más corto.
Para llevar a cabo esto propuso al rey de Portugal, Juan II, que patrocinara su proyecto. Pero sus planes fueron rechazados debido que creyeron que la idea carecía de interés y ya era conocida. Decepcionado con esta decisión de la corte de Lisboa en 1484 Colón decide abandonar el territorio portugués y trasladarse a España. En enero de 1486 a partir de las recomendaciones del duque de Medinaceli se dirigió a la residencia de la corte en Córdoba, donde comenzó a tener el interés de los reyes. Debido a que estaban ocupados en la guerra contra Granada no le prestaron suficiente atención, aunque crearon una junta con la finalidad de estudiar científicamente esos proyectos que tenían aires proféticos y misteriosos. Tras vivir un tiempo en Córdoba, Colón volvió a Portugal para ver que su proyecto era nuevamente rechazado por Juan II.
Finalmente Colón lograría la aceptación de los Reyes Católicos el 17 de abril de 1492, consiguiendo un contrato en el que se cedía a Colón el almirantazgo de la mar, el virreinato y gobierno de las tierras que se descubrieran, la quinta parte de las mercancías y la décima de los metales y piedras preciosas que se extrajeran. Además se le extendió a Colón un pasaporte de tanta importancia como el contrato y la carta dirigida al Gran Khan para que pudiera presentarse al soberano de la India, ya que se creía que dominaba todo el Oriente.
Para diagramar su proyecto Colón se basó en los estudios del matemático florentino Paolo del Pozzo Toscanelli, que había demostrado matemáticamente que la Tierra era esférica, idea ya sostenida por Eratóstenes y Ptolomeo. Toscanelli apuntaba a la posibilidad de que se pudiera llegar a Asia a través del Atlántico. Sin embargo, los cálculos del matemático, astrónomo y cosmógrafo italiano se basaban en la idea de que la tierra tenía una circunferencia de 29.000 kilómetros, en lugar de los 40.000 reales. En consecuencia Colón estimaba que entre las Canarias y Cipango (actualmente Japón) había una distancia de 2.400 millas marinas cuando en realidad hay 10.700. Esta confusión fue lo que sin lugar a dudas llevo a que Colón creyera que se encontraba en las islas asiáticas cuando en verdad se encontraba en el Caribe.
Un nuevo horizonte
De las tres embarcaciones que emprendieron el viaje, sólo una, la Santa María fue contratada. Las dos carabelas, la Pinta y la Niña iban tomadas por embargo. La Santa María era una nao y no una carabela mientras que la Niña, que efectivamente era una carabela, tenía la vela redonda y la Pinta sólo conservó su aparejo latino hasta Canarias. Esta pérdida de los rasgos originales de la embarcación indica que las carabelas ya comenzaban a estar en desuso para ese entonces.
Tras escuchar una misa y comulgar en la iglesia de San Jorge, la expedición partió el 3 de agosto de 1492 del puerto de Palos de Moguer hacia las Islas Canarias. Durante esta travesía se rompió el timón de la Pinta y tuvieron que reparar la nave en la isla de Gomera, teniendo que encarar nuevamente hacia el mar recién el 6 de septiembre. A diferencia de los exploradores portugueses, que navegaban siempre cerca de la costa, Colón se encamino hacia el Océano sin hacer caso de las leyendas que aún se conservaban del Medioevo: entre los peligros se mencionaba a la Hidra, peces voladores, el Kraken, pulpos gigantes, serpientes marinas, calamares de enormes dimensiones, además de fenómenos como nieblas que podían ocultar islas enteras, lugares donde las leyes físicas y naturales se rompían, y fuegos fatuos que rodeaban las naves.
Hasta el 22 de septiembre el viaje continuó sin mayores inconvenientes con un tiempo “como de abril en Andalucía”, según indicó Colón en su diario –sólo conocido a través de la versión del padre Fray Bartolomé de las Casas-. Respecto a su diario, también hay que aclarar que el almirante llevaba dos diarios: uno en el que indicaba la verdadera cantidad de leguas recorridas y otro en el que contaba menos para que sus hombres no se espantasen ni se impacienten en caso de que el viaje se estuviera extendiendo más de lo estipulado. Tras dos falsas alarmas, que incluyen una confusión con el horizonte del cielo el 25 de septiembre, y un motín que tuvo que ser apaciguado el 10 de octubre, en la noche del 11 al 12 de octubre Colón y el marinero Pedro Rodríguez distinguieron una luz. A la madrugada siguiente, desde la Pinta, el marinero Juan Rodríguez de Triana –inmortalizado como Rodrigo de Triana- gritó ¡Tierra! anunciando uno de los hechos más importantes de la historia de la humanidad: América había sido descubierta.
No obstante, Colón creyó que había llegado a la India porque nunca pensó que existiese un continente interpuesto entre Europa y Asia. Esto se debía a que se basó en las teorías de Toscanelli, para quién la Tierra era bastante más reducida de lo que realmente es. A esto sumemos el detalle de que según recientes estudios América no fue descubierta el 12 de octubre, sino que en realidad ocurrió el 13, pero como es un número asociado a la mala suerte decidió modificar la fecha.
La primera isla que pudieron divisar fue la que los nativos llamaban Guanahani, que Colón bautizó con el nombre de San Salvador (cuya ubicación actual aún es desconocida), una de las islas que integran el archipiélago de las Bahamas. Colón desembarco con las banderas desplegadas y tomó inmediatamente posesión de aquellas tierras en nombre de los reyes de España. Pero se llevó una sorpresa al ver que no había comerciantes chinos como preveía, sino que se encontró con una gente “mansa” que no son ni “negros ni blancos” sino que son “del color de los canarios”. Todos ellos andaban “desnudos como la madre que los pario”, no superaban los treinta años, y tenían “muy hermosos cuerpos y muy buenas caras”, según lo apuntaba Colón en su diario de viaje. Con ellos se intercambiaban papagayos e hilos de algodón en ovillos y azagayas, por cascabeles y cuentas de vidrio y además los nativos no traían armas ni las conocían. Pero no había ni rastros del oro y las piedras preciosas que el almirante esperaba encontrar, así como tampoco había señales de las bestias legendarias sobre las cuales se le había advertido en los relatos. En lugar de ello sólo podían encontrarse papagayos, como lo apunta en su diario.
No tardarían en surgir problemas: una maniobra del timonel de la Santa María hizo encallar la nao la noche del 24 al 25 de diciembre, en un bajío que se situaba en el territorio del jefe indígena Guacanagarí. Con los restos de la nave perdida se construyó allí un fuerte al que denominaron Navidad –o Natividad-, primera fundación española en tierras del Nuevo Mundo. Quedaron encargados de su defensa cuarenta hombres al mando de Diego de Arana, hermano de Beatriz, la madre de Fernando Colón.
Con Yañez Pinzón como segundo, el almirante salió de Navidad el 2 de enero de 1493. A partir de allí su retorno resultó más largo y accidentado debido principalmente a los enfrentamientos entre los indígenas que el Almirante llevaba en su embarcación y sus hombres; además de una enorme tempestad que separó a ambas naves en pleno Atlántico. La Niña se vio en tales peligros que sus hombres, temiendo el naufragio, arrojaron un barril al mar con la relación del viaje. Una vez pasada la tormenta se pudo avistar el 15 de febrero la isla de Santa María, en las Azores, y desde allí mantuvo su curso hacia Lisboa, en cuyo puerto ingresó el 4 de marzo.
Una expedición turbulenta
Para su segundo viaje Colón tuvo fines claramente colonizadores, con lo cual comenzaba un proyecto que iba a explorar un mundo nuevo. Trece meses después del primer viaje hacia lo desconocido, partía de Cádiz una nueva expedición compuesta de aproximadamente mil quinientos hombres entre los cuales se encontraba el hermano del almirante, Diego Colón. Además de un grupo de especialistas, iban una serie de personajes para representar a España ante los grandes señores de las tierras que se abordasen. En los diecisiete barcos de esta nueva armada que se dirigía al nuevo continente, no sólo se embarcaron con armas y víveres, sino también con gran cantidad de animales domésticos, plantas, semillas, instrumentos de labranza y adornos que tenían la finalidad de ser intercambiados con los nativos.
La flota salió del puerto Gaditano el 25 de septiembre de 1493 con la Marigalante, en la cual viajaba Colón como nave capitana. Tras descubrir una serie de pequeñas islas de las Pequeñas Antillas a las cuales les fue dando distintos nombres, el 8 el almirante bautizaba a la isla mayor, conocida hoy como Puerto Rico, con el nombre de San Juan Bautista y desde allí partió hacia La Española, donde desembarcó el 22.
Cuatro días después se dirigió al lugar donde había establecido su fuerte, Navidad, pero el panorama que encontró allí fue desolador. Busco en vano a Diego de Arana entre las cenizas y los cadáveres que señalaban el destino de la que había sido la primera fundación en tierra americana. El médico sevillano Diego Álvarez Chanca calculó que la guarnición española había perecido dos meses antes a manos de los indígenas del cacique Caonabó.
Una vez abandonado este paraje, Colón se dirigió al oeste y el 7 de diciembre fundó la primera ciudad del nuevo mundo: La Isabela, en honor de la reina de Castilla. Pero este asentamiento se despobló poco tiempo después: su clima destemplado estaba vulnerando la salud de los hombres del almirante y el mismísimo Colón cayó enfermo por la misma causa. Esto llevó a que algunos de sus segundos exploraran los nuevos territorios buscando oro, como Alonso de Ojeda, o nuevas islas, como es el caso de Jamaica.
Sin embargo, la resolución de Colón de alejarse de la ciudad que había fundado para organizar una junta de gobierno en La Española desencadenó una rebelión de sus hombres. A esto hay que sumar que el almirante ya se había deshecho de 12 de sus naves con la finalidad de deshacerse de aquellos hombres enfermos y aquellos que atentaban contra la expedición. En aquella ocasión envió la noticia de que había encontrado oro, pero como los marineros no llevaron ante los españoles más que la noticia, sus detractores comenzaron a tratarlo de farsante.
Para resolver la situación en La Isabela nombró como adelantado a su hermano Bartolomé, que llegaba de Europa con su oficio de cartógrafo. Pero el resultado fue desastroso. Más que una ayuda, su hermano fue una carga y sirvió de pretexto para que los españoles se sublevaran, haciendo que algunos de los marineros huyeran a España con tres de los barcos para quejarse del mal gobierno de Colón y su familia.
Al mismo tiempo, en el centro de la isla ocurría una insurrección indígena que tuvo que ser dominada por las armas. Este nuevo conflicto tuvo consecuencias desastrosas para el almirante, no sólo por la cantidad de muertos sino también porque llegó a oídos de los Reyes Católicos, quienes decidieron enviar como visitador a Juan de Aguado el 9 de abril de 1495. La misión de Aguado era “aguar todos los placeres y prosperidad del almirante”, tomándole una exhaustiva declaración sobre los progresos hechos. Ante tal panorama Colón decidió que lo más razonable era regresar a España.
Por lo tanto el almirante volvió a Europa el 10 de marzo de 1496 con Aguado en el primer barco construido en tierra americana, y el 11 de junio desembarcó en Cádiz. A diferencia de aquella primera vez en que se había presentado con toda la pompa ante los reyes luego del descubrimiento, en esta ocasión se presentó vistiendo sayal de franciscano, cuerda al cinto y pie desnudo, como señal de la gravedad de las acusaciones que pesaban sobre él.
En tierra celestial
Contra todo pronóstico, y a pesar de que los resultados de sus viajes no resultaron muy positivos, se le facilitó a Colón el medio para organizar una tercera expedición que en esta ocasión sería colonizadora y descubridora. Así fue que con la Real Confirmación de las Capitulaciones de Santa Fe en mano, el marino genovés salió con seis naves desde Sanlúcar de Barrameda el 30 de mayo de 1498, rumbo a las Canarias. Debido a su vocación por explorar nuevas tierras se dirigió más hacia el sur que la ruta pautada, y descubrió así el 31 de julio una isla a la que dio el nombre de Santísima Trinidad (actual isla Trinidad) en la cual se encontró con otro tipo de nativos.
Continuando su viaje por esta nueva ruta el Almirante se encontró con la desembocadura del Orinoco, donde adivinó encontrarse ante un nuevo continente al que bautizó con el nombre de Tierra de Gracia y que en sus sueños era el Paraíso Terrenal. Junto a sus hombres llegó a la península de Paria, en el golfo de las Perlas, el 5 de agosto de 1498. Con el descubrimiento de la boca del Orinoco Colón creyó hallarse ante un gran río asiático pero, lo más importante, también indicó el momento en el que por primera vez en la historia los españoles se internaron en el continente sudamericano. Comprendiendo que la tarea de recorrer el territorio excedía sus posibilidades, el almirante volvió a La Española tras descubrir la isla Margarita el 15 de agosto. El último día de agosto ancló en la playa de La Isabela, donde se enteró que su hermano Bartolomé había fundado la ciudad de Santo Domingo en recuerdo del nombre de su padre.
Pero el destino se le presentaría poco promisorio en la isla ya que se organizó una nueva sublevación de descontento que Colón sofocó con dificultad y motivó a que los reyes enviaran al comendador de Calatrava, Francisco de Bobadilla, en calidad de investigador oficial. Cuando llegó a Santo Domingo el 23 de agosto de 1500 realizó un voluminoso proceso, hizo apresar a Colón y sus parientes y los mando encadenados a España. A diferencia de lo que se cree habitualmente, Colón no hizo el viaje encadenado: se le libero de los grillos apenas salieron de Santo Domingo y Alonso Vallejo, su custodio, le trató caballerosamente durante todo el trayecto. El resultado del proceso por los errores de gobierno cometidos por Colón y sus dos hermanos lo término favoreciendo, debido a que la Reina consideró que el comendador se había excedido en sus funciones. Además le brindó el apoyo necesario para realizar un nuevo viaje, aunque le quitó su sueldo y los cargos de Virrey y Gobernador.
Tormentas, enfrentamientos y enfermedad
Una vez confirmada la posibilidad de un cuarto viaje, partió de Cádiz el 9 de mayo de 1502 con cuatro embarcaciones. En esta ocasión el almirante salió de España con la misión de explorar y la prohibición expresa de aproximarse a La Española, hacia donde ya se había dirigido otra expedición comandada por Nicolás de Ovando con veinte naves. El hecho de que se lo nombrara como gobernador general de las islas violaba lo pautado entre la familia de Colón y los reyes, cuestión que abrió a conflictos que no terminarían de resolverse hasta el siglo XIX.
Una vez realizada la escala en las Canarias y atravesar las Pequeñas Antillas, la avería de una de sus naves forzó al almirante a dirigirse a La Española. Pero Ovando no le permitió desembarcar y fue en vano el anuncio de que se aproximaba un enorme temporal. Las consecuencias se vieron dos días después, el 11 de julio: la tempestad destruyó veinte de las veintiocho naves con las que Bobadilla retornaba a España, causando una innumerable cantidad de muertes entre los cuales figura la del mismo comendador. De las tripulaciones que se salvaron se encuentra el convoy Aguja, que llevaba todo el oro que se le debía a Colón. Esto dio lugar al mito que señalaba que el almirante había convocado la tormenta con magia para vengarse de Bobadilla.
Por su parte Colón se había refugiado en Azua, al occidente de la isla, y sufrió unos pocos desperfectos que no fueron impedimento para explorar las costas ístmicas del mar Caribe. Como consecuencia de este viaje descubrió la isla de Guanaja en la entrada del Golfo de Honduras; el cabo de Caxinas; el cabo Gracias a Dios; un río al que le puso el nombre de Desastre porque perdió una barca allí; el poblado de Cariai en las tierras de Costa Rica, y la costa de Veragaua en Panamá, a la que pretendió colonizar pero no pudo debido a la resistencia de los nativos de la zona. Continuando su viaje descubrió la bahía de Portobelo y siete días después se abasteció en un lugar al que precisamente denominó Bastimentos para que el 26 de diciembre ingrese a la bahía de Retrete, donde se refugió por el mal tiempo reinante.
El temporal retuvo a Colón más tiempo del que esperaba y esto llevó a que haya escasez de víveres y mal carácter entre los tripulantes, además de que los navíos quedaron en tan mal estado como la salud de sus hombres. Finalmente, la expedición partió de Retrete a comienzos de enero de 1503 y el día 6 llegó a una boca del río que denominó Belén por la fecha. Allí intentó una nueva colonización pero nuevamente fue repelido por la hostilidad de los indígenas, obligándolo a abandonar uno de sus barcos dañado por la carcoma. Viendo que no podía efectuar ninguna fundación, el almirante volvió cansado y enfermo a Santo Domingo para reparar los barcos, aprovisionarse y continuar desde allí su viaje a España. Sin embargo Ovando decidió no ayudar a Colón en nada de lo que pedía, obligándole a permanecer un año en la costa norte de Jamaica con múltiples carencias de provisiones. Gracias a la intervención de Diego Méndez, que navegó en canoa hasta La Española, Ovando envió dos carabelas de socorro. Finalmente, el 15 de agosto de 1504, el almirante y sus hombres llegaron a Santo Domingo desde donde partieron con lo que quedaba de la cuarta expedición el 12 de septiembre, y el 7 de noviembre desembarcaron en Sanlúcar de Barrameda.
Los tiempos cambian
Con el carácter abatido por la muerte de la Reina Isabel ocurrida el 24 de noviembre y aquejado por un ataque de gota, Colón se alejó definitivamente de cualquier tipo de emprendimiento político y expedicionario debido a que ya no contaba con los mismos favores bajo la regencia del Rey Fernando. Pero las rutas ya estaban abiertas y la empresa transatlántica marchaba por sí sola, sin la necesidad del estimulo del envejecido almirante. Colón no tardo en realizar su reclamo por aquello que le correspondía de acuerdo al documento de las Capitulaciones de Santa Fe, es decir, el décimo de las entradas en Indias, el octavo de sus provechos comerciales o los sesenta mil escudos de oro que había dejado en Santo Domingo, pero esto resultó en vano a pesar de que también realizó repetidos memoriales.
En julio de 1505, después de haber rechazado la sugerencia real de cambiar el almirantazgo por el señorío de la villa de Carrión de los Condes (Palencia), Colón dictó un codicilo en Segovia por el cual instituía el mayorazgo a favor de su hijo Diego. No obstante, nadie atendió su pedido porque el reino gobernado provisionalmente por el viejo rey católico se encontraba en un estado caótico debido a que esperaba a su soberana, Doña Juana. Tras escribir sus Últimas Voluntades nuevamente, Colón murió el 21 de mayo de 1506 pronunciando “In manus tuas, Domine, commendo spiritum meum” (En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu).
América
El legado del que fuera uno de los mejores marinos de todos los tiempos gracias a su habilidad práctica e intuitiva, desencadenó una sangrienta fiebre de colonizadores que se dirigían a las nuevas tierras en busca de oro y tierras para la corona, inaugurando una nueva etapa que comienza con la denominación del continente ¿Por qué América? La respuesta se remite a una cuestión de tiempos: el florentino Américo Vespucio conoció el continente entre 1499 y 1502 sin siquiera haberlo pisado y mantuvo un contacto epistolar con Martin Waldseemuller, un profesor de geografía de Lorena. Dado que sus obras fueron conocidas entre 1504 y 1507, y el relato del Tercer Viaje de Colón recién fue conocido en 1508, Waldseemuller propuso en su obra feminizar el nombre de Américo, para corresponder a los nombres femeninos de Asia y Europa.
El virreinato constituyó la máxima expresión territorial y político-administrativa que existió en la América española. Debido a las grandes extensiones de sus posesiones en América, la Corona Española recurrió entonces a la división por virreinatos y así garantizar el dominio y la autoridad real en el nuevo continente.
CAUSAS DE SU CREACIÓN
Conforme los conquistadores fueron ganando tierras para la corona española también fueron en aumento sus peticiones de cargos ya que la corona los recompensaba otorgándoles títulos de gobernadores y capitanes generales, aunque pronto se haría evidente que podían llegar a surgir fuertes señoríos en sus posesiones indianas.
La inexistencia de fronteras entre las primeras gobernaciones y su continua expansión gracias a la suma de conquistas daría lugar a que surgieran conflictos entre los gobernadores. Para controlar esta situación y para unificar regiones se planteó la necesidad de crear una instancia superior que garantizara la unidad y cohesión de los nuevos territorios. Así, dentro de la institución virreinal quedaron comprendidas las demás instancias de gobierno y administración: las audiencias, las gobernaciones, las alcaldías mayores o corregimientos y los municipios o cabildos.
EL VIRREY
El virrey era el título con el que se conocía al responsable de administrar y gobernar, como representante y en nombre de la corona española, un país o una provincia. De este modo, y ejerciendo plenamente las prerrogativas regias, su figura tuvo especial importancia por la enorme acumulación de territorios que, debido a su dispersión y la imposibilidad de comunicaciones rápidas, no podía gestionarse de forma centralizada.
Así las cosas, el virrey poseía atribuciones administrativas, militares, judiciales y financieras. En su persona, pues, reunía tres atribuciones: gobernador, capitán general y presidente de la audiencia, cargos que debía desempeñar en el marco de una compleja relación con las demás autoridades.
EL VIRREINATO COLOMBINO
En primera instancia, el primer virreinato otorgado en América recayó en la figura de Cristóbal Colón, según consta en las Capitulaciones de Santa Fe concedidas por los Reyes Católicos antes de que el famoso almirante iniciara su primer viaje rumbo a las Indias. Así como en su condición de almirante le correspondía el mando y la jurisdicción sobre las aguas de la Mar Oceánica (hoy Océano Atlántico), en su calidad de virrey ejercería el poder sobre las tierras descubiertas y por descubrir.
Sin embargo, el llamado Virreinato colombino tuvo una corta duración, ya que desde un primer momento los Reyes Católicos restringieron las facultades del almirante, y pese a que su hijo Diego obtuvo el cargo de manera honoraria, terminó extinguiéndose definitivamente en 1536.
EL VIRREINATO DE NUEVA ESPAÑA
Tras la destrucción del Imperio Azteca y el sometimiento de los nativos, los conquistadores españoles se dispusieron a derribar la antigua capital azteca, Tenochtitlán, y fundar una nueva ciudad de aspecto europeo, la actual Ciudad de México, que se convertiría en la capital del Virreinato de Nueva España. De este modo, y con la construcción de la nueva capital, España puso especial énfasis en la europeización de los territorios recién conquistados, introduciendo instituciones políticas occidentales, con el objetivo de afianzar su dominio en la región. Una vez derribados los últimos vestigios de dominación indígena a manos de Hernán Cortés, designado como Capitán General de la región, la metrópoli decidió constituir estos nuevos territorios como un virreinato, delegando la función de virrey sobre Antonio de Mendoza, en 1536.
En su máxima extensión, el Virreinato de Nueva España ocupó toda América Central y las Antillas, y llegó a abarcar territorios propios del centro y sur de los actuales Estados Unidos y Filipinas. Ahora bien, el impacto demográfico producido tras la conquista sería enorme. De hecho, un alto porcentaje de la población nativa moriría a causa de las enfermedades traídas desde Europa, tales como la viruela o la tuberculosis. Por otra parte, los sistemas de trabajo forzado a los que fueron sometidos los indígenas aceleraron el retroceso demográfico iniciado durante los primeros años de la conquista.
En el plano económico, en el Virreinato de Nueva España obtuvo especial relevancia la minería y el comercio. Asimismo, otras actividades importantes fueron la agricultura (maíz, cacao y otros productos originarios de la antigua Mesoamérica), y la ganadería (introducida por los europeos, quienes trajeron la mayor parte de los animales criados).
El descubrimiento de numerosos yacimientos mineros captó entonces la atención de la Corona, que inmediatamente dispuso su explotación. De estos yacimientos, pues, se extraían materiales tales como el oro, la plata, el cobre y el hierro. Con todo, la creación de ciudades mineras, en torno a las minas, produjo el surgimiento de nuevas explotaciones agrícolas y ganaderas dedicadas a su abastecimiento. Las principales minas de Nueva España fueron la de Zacatecas (1546), Pachuca (1552), Fresnillo y Guanajuato (1554), y finalmente San Luis Potosí (1592).
Por su parte, la regulación comercial quedaría en manos de la Casa de Contratación con sede en Sevilla. De hecho, el monopolio y las políticas proteccionistas impuestas por la metrópoli impidieron el óptimo desarrollo por todo el virreinato. El comercio directo con otras zonas del imperio estaba prohibido, con lo cual muchas medidas proteccionistas conducirían al apogeo de actividades ilícitas tales como la piratería o el contrabando.
EL VIRREINATO DE NUEVA GRANADA
El Virreinato de Nueva Granada abarcó los actuales territorios de Ecuador, Colombia, Panamá y Venezuela. Fue creado mediante Real Cédula el 27 de mayo de 1717 uniendo la Real Audiencia de Quito, la Capitanía General de Venezuela y la Real Audiencia de Santa Fe. De hecho, la Corona se vio obligada a constituir este nuevo virreinato por dos razones principales: era la zona más importante de producción aurífera y su estratégica posición le permitía enfrentar con efectividad el contrabando y la piratería. La ciudad de Bogotá, pues, pasó a ser la capital del nuevo virreinato, convirtiéndose de esta manera en uno de los principales centros de actividad de las posesiones del imperio en América.
Su fundación obedece a la nueva política borbónica de reorganización administrativa y de reforma y modernización de los sistemas de extracción y comercialización de materias primas obtenidas de las colonias. De existencia intermitente, el Virreinato de Nueva Granada fue disuelto y vuelto a formar en numerosas ocasiones: tras su primera fundación en 1717, fue disuelto por dificultades económicas en 1724; refundado en 1740, fue nuevamente disuelto por los independentistas que se hicieron con el poder en 1810 y recuperado por Fernando VII en 1816. Finalmente, sería reemplazado por una nueva entidad, la Gran Colombia, tras ser definitivamente disuelto por los independentistas en torno a 1822.
EL VIRREINATO DEL PERÚ
El Virreinato del Perú sería la entidad político-administrativa fundada en 1542 tras el sometimiento del Imperio Inca. Así, en su máxima extensión, abarcaría territorios que actualmente se corresponden con Perú, Ecuador, Bolivia, Colombia, y parte de Argentina y Chile. De este modo, los primeros asentamientos comenzaron a desarrollarse tras la captura de Cuzco, principal ciudad inca, por parte de Francisco Pizarro, en 1534.
Fruto del choque de intereses entre los distintos conquistadores, el virreinato vivió cuarenta años de caos administrativo, principalmente como consecuencia del desigual reparto de la tierra. No obstante, a mediados del siglo XVI, Francisco de Toledo, virrey del Perú, lograría encauzar la situación y establecer un marco administrativo estable, que se prolongaría durante todo el período colonial.
Quizás una de las particularidades más significativas del Perú estuvo en la temprana explotación de los metales preciosos, cuyo centro más importante fue el cerro rico de Potosí, descubierto por los españoles en 1545.
Durante el siglo XIX, época en la que se suceden los distintos alzamientos independentistas a lo largo del continente, el Virreinato del Perú se mantendría como principal bastión de los realistas, hasta su disolución, en 1824, tras la Batalla de Ayacucho. Asimismo, el Perú sería también testigo de los alzamientos de Túpac Amaru II y Túpac Katari, precedentes de la futura emancipación latinoamericana.
EL VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA
El Virreinato del Río de la Plata fue creado en 1776 por orden de Carlos III. Nacido de una escisión del Virreinato del Perú, integró los territorios de las gobernaciones de Buenos Aires, Paraguay, Tucumán y Santa Cruz de la Sierra, el corregimiento de Cuyo de la Capitanía General de Chile y los corregimientos de la provincia de Charcas. De este modo, abarcó los actuales territorios de Argentina, Bolivia, Uruguay y Paraguay, y partes del sur de Brasil y el norte de Chile. Su capital se situó en Buenos Aires, fundada en 1580 por Juan de Garay.
Las causas de la creación de este virreinato surgieron de la necesidad de la metrópolis de defender sus posesiones al sur del continente de las ambiciones de otras potencias coloniales, como Inglaterra y Portugal. Al encontrarse toda esta zona bajo administración del Virreinato del Perú, el tráfico entre Lima y Buenos Aires era muy lento y hacía difícil organizar la defensa de Buenos Aires en caso de un eventual ataque.
La economía en este virreinato seguía el modelo extractivo-exportador, y al igual que el resto de los virreinatos y la propia metrópolis, se mostró ajeno a la proto-industrialización surgida en el siglo XVIII. La ganadería, asentada principalmente en Buenos Aires, constituyó una importante actividad económica. Por su parte, la minería no ocupaba el lugar preferencial que poseía en el resto de los virreinatos, aunque la actividad minera se limitaba a una serie de yacimientos explotados en la actual Bolivia, y desde el puerto de Buenos Aires se exportaban enormes cantidades de oro y plata llegadas, principalmente, del Alto Perú. El comercio, centrado en la exportación de ganado y derivados, cereales, oro y plata, estaba fuertemente regulado por la metrópolis, lo cual favoreció la proliferación de actividades contrabandistas. La actividad comercial estaba en manos de unos pocos españoles, los cuales a su vez, detentaban gran parte del poder político.
A finales del siglo XVII, el estado español se había consolidado; el comercio y la producción en sus colonias americanas se habían estancado, las deudas de España habían aumentado y sus rivales imperiales habían crecido mucho, especialmente los ingleses, holandeses y franceses.
Estas fueron razones suficientes para que, bajo el gobierno de los Borbones, se crearan una serie de reformas destinadas a revitalizar el estado y el imperio.
¿Qué son las reformas borbónicas?
Las reformas borbónicas fueron una serie de cambios administrativos, políticos, militares y religiosos que la Corona española, bajo el nombre de la Casa de Borbón, realizó con el objeto de promover el desarrollo económico y comercial.
Causas
Las reformas fueron necesarias para ayudar a modernizar la tecnología y la manufactura en España y también para ayudar a establecer la supremacía española sobre el creciente poder de los criollos que eran las élites locales en el Nuevo Mundo.
Las causas principales de estas reformas en los diferentes ámbitos se describen a continuación:
Reformas económicas
Uno de los principales objetivos de las reformas borbónicas era aumentar la producción de productos primarios de exportación en las colonias, el comercio dentro de estas y en España.
La mayor preocupación de la Corona fue la minería, que proporcionó la mayor parte de los ingresos que fluyen en el tesoro español. En un esfuerzo por estimular la producción de plata, en 1736 la Corona redujo su impuesto por la mitad.
También ayudó a asegurar un precio más bajo para el mercurio, financió escuelas técnicas y bancos de crédito, dispensó títulos de nobleza a los propietarios de minas prósperas y facilitó la formación de gremios mineros.
Desde 1717, la Corona también creó monopolios estatales sobre la producción y el comercio de tabaco.
Las restricciones reales resultantes sobre la industria y la manufactura en las colonias humedecían gravemente la actividad empresarial colonial, con la excepción de los sectores de la minería, la ganadería y la agricultura orientados a la exportación.
En general, las reformas económicas de Bourbon lograron el objetivo de aumentar la producción, el comercio y los ingresos reales, al mismo tiempo que desmejoraban el sentido de lealtad y fidelidad de la élite y de los subordinados ante la Corona.
Reformas políticas y administrativas
De la mano de las reformas económicas, se produjeron una serie de medidas políticas y administrativas destinadas, una vez más, a aumentar el control real de las colonias. Una serie de reformas administrativas que consistieron en la construcción de dos nuevos virreinatos: el virreinato de Nueva Granada con Bogotá como capital, que fue abolido y luego reestablecido definitivamente en 1739 y el virreinato del Río de la Plata que tenía a Buenos Aires como capital, al cual se anexó el Alto Perú en 1776.
Después de una serie de inspecciones de 1765 a 1771, la Corona trató de debilitar el poder de los criollos, cuya influencia, había crecido demasiado.
La reforma administrativa más sustancial llegó en las décadas de 1760 y 1770, con la creación de una nueva burocracia, una especie de gobernación regional llamada la intendencia, que debía informar directamente al ministro de Indias.
El sistema de intendencia, que amenazaba la autoridad de virreyes y otros altos administradores, fracasó en gran parte, como consecuencia de la inercia institucional que se había desarrollado durante los dos siglos anteriores y la resistencia de los administradores a renunciar a su autoridad.
Reformas Militares
Especialmente después de la captura británica de Manila y La Habana en 1762, la Corona española trató de mejorar su poder militar en todo el imperio.
En general, las reformas militares fracasaron en el objetivo de fortalecer los lazos entre España y las colonias, mediante la creación de un gran cuerpo de oficiales criollos que más tarde resultarían instrumentales en las guerras de independencia.
Reformas Religiosas
En 1753, como parte del esfuerzo más amplio para reafirmar la supremacía real, la Corona negoció un convenio con Roma para tener una mayor autoridad real en la nominación y nombramiento de autoridades eclesiásticas.
La expulsión de unos 2.200 jesuitas de la América española repercutió por todo el imperio en 1767. Ésta fue una fuente crucial de desencanto entre muchos criollos de élite, lo que condujo a un nuevo enfrentamiento entre la Corona y aquellos cuyo apoyo necesitaría más para perpetuar su imperio americano.
Consecuencias
Todas estas reformas borbónicas económicas, administrativas, políticas, militares y religiosas tuvieron efectos múltiples y contradictorios que, en algunos niveles, acercaron las colonias a España y en otros profundizaron las divisiones.
Las reformas en general fracasaron en lograr los resultados deseados, principalmente al generar diversas quejas entre los criollos de élite contra la autoridad, lo que facilitó la formación de una identidad distintivamente americana y sentó las bases para las guerras de independencia después de la invasión napoleónica de Iberia en 1807 y 1808.
El Quinto Real
Fue un impuesto cobrado por la Corona española, principal fuente de beneficios que España obtuvo de sus colonias. Se fijó en 1504 para ser pagado por 10 años, pero en 1723 fue reducido casi uniformemente al diezmo (10 %). Aunque el quinto fue impuesto oficialmente sobre toda la producción de minerales, en la práctica se recolectó sólo en metales y piedras preciosas.
Con este nombre se bautizó el movimiento liderado por el general José de San Martín, quien llevó a cabo el proceso de independencia de Argentina, Chile y Perú. Las campañas militares que dirigió San Martín entre 1814 y 1817 dieron más fuerza a las facciones que apoyaban los movimientos independentistas.
El llamado ejército del Norte de Argentina, bajo el mando del General Manuel Belgrano, había luchado contra las fuerzas realistas del Alto Perú. En octubre de 1813, Belgrano fue derrotado en la batalla de Ayahuma y San Martín fue enviado para relevarlo.
¿Sabías qué...?
En enero de 1813, San Martín derrotó a una pequeña fuerza española que había perseguido asentamientos en el río Paraná. Esta victoria es una de las primeras para los argentinos contra los españoles.
Tomó el mando en enero de 1814 y decidió que sería una tontería atacar cuesta arriba en el Alto Perú fortalecido. Consideraba que un plan de ataque mucho mejor sería cruzar los Andes en el sur, liberar a Chile y atacar al Perú por mar desde el sur.
Invasión desde Chile
San Martín aceptó la gobernación de la Provincia de Cuyo en 1814 y se instaló en la ciudad de Mendoza, que en ese momento recibía a numerosos patriotas chilenos que iban al exilio después de la aplastante derrota en la Batalla de Rancagua. Los chilenos se dividieron entre sí, y San Martín tomó la decisión de apoyar a Bernardo O’Higgins.
Mientras tanto, en el norte de Argentina, el ejército del norte había sido derrotado por los españoles, lo que demostraba claramente que la ruta al Perú a través del Alto Perú sería demasiado dificultosa.
El Ejército de los Andes
San Martín comenzó inmediatamente a reclutar, equipar y perforar el Ejército de los Andes. A finales de 1816 tenía un ejército de unos 5.000 hombres, que incluía una mezcla de infantería, caballería, artillería y fuerzas de apoyo. Él reclutó oficiales y aceptó gauchos resistentes en su ejército, generalmente como jinetes. Los exiliados chilenos eran bienvenidos y nombró a O’Higgins como su subordinado inmediato. Había incluso un regimiento de soldados británicos que lucharían valientemente en Chile.
Logia Lautaro
San Martín fue uno de los líderes de la Logia Lautaro, un grupo secreto, masónico, dedicado a la libertad completa para toda América Latina. Se sabe muy poco acerca de sus rituales o incluso de su membresía, pero formaron el corazón de la Sociedad Patriótica, una institución que aplicó presión política para una mayor libertad e independencia.
Cruce de los Andes
En enero de 1817, el ejército partió y las fuerzas españolas en Chile lo esperaban. La travesía era ardua, ya que los soldados de la planicie y los gauchos luchaban contra el frío y las altas altitudes, pero la planificación meticulosa de San Martín dio sus frutos y perdió relativamente pocos hombres y animales.
Batalla de Chacabuco
Ocurrió el 12 de febrero de 1817 y fue una victoria ganada por patriotas sudamericanos sobre los realistas españoles al norte de Santiago, Chile.
El Gobernador, Casimiro Marcó del Pont, envió todas las fuerzas disponibles bajo el mando del General Rafael Maroto para mantener al ejército de los Andes fuera de Santiago; sin embargo, el resultado fue una enorme victoria patriótica, Maroto fue derrotado completamente y perdió la mitad de su fuerza, mientras que las pérdidas de los patriotas eran insignificantes. Los españoles huyeron de Santiago y San Martín cabalgó triunfalmente en la ciudad a la cabeza de su ejército.
Batalla de Maipú
San Martín todavía creía que para que Argentina y Chile fueran verdaderamente libres, los españoles debían ser removidos de su bastión en Perú. Cubierto de gloria desde su triunfo en Chacabuco, volvió a Buenos Aires para conseguir fondos y refuerzos.
Las fuerzas realistas y españolas en el sur de Chile se habían unido con refuerzos y amenazaban a Santiago. San Martín se hizo cargo de las fuerzas patriotas una vez más y se encontró con los españoles en la Batalla de Maipú el 5 de abril de 1818. Los Patriotas aplastaron al ejército español, donde mataron a unos 2.000, capturaron alrededor de 2.200 y tomaron toda la artillería española.
Hacia Perú…
Con Chile por fin seguro, San Martín podría fijar su mirada en Perú. Comenzó a construir una marina para Chile, lo que resultó una tarea difícil, ya que los gobiernos de Santiago y Buenos Aires estaban prácticamente en bancarrota. Era difícil hacer que los chilenos y los argentinos vieran los beneficios de liberar al Perú, pero San Martín tenía un gran prestigio para ese entonces y fue capaz de convencerlos.
En agosto de 1820, partió de Valparaíso con un moderado ejército de unos 4.700 soldados y 25 cañones, bien provisto de caballos, armas y alimentos.
Liberación de Perú
San Martín había liberado Chile y Argentina al sur, y Simón Bolívar y Antonio José de Sucre lo habían liberado Ecuador, Colombia y Venezuela, por lo que sólo quedaba Perú y la actual Bolivia bajo el dominio español.
Mediante el uso de la imprenta, San Martín comenzó a bombardear a ciudadanos del Perú con propagandas pro-independencia. Mientras esto ocurría, su ejército se acercaba a Lima.
Capturó a Pisco el 7 de septiembre y a Huacho el 12 de noviembre. El pueblo de Lima, que temía un levantamiento de esclavos e indios más de lo que temía el ejército de argentinos y chilenos en la puerta, invitó a San Martín a la ciudad. El 12 de julio de 1821 entró triunfalmente en Lima a los aplausos de la población.
El 28 de julio de 1821 Perú declaró oficialmente la independencia y se dispuso a establecer un gobierno. Su breve gobierno fue iluminado y marcado por la estabilización de la economía, la liberación de los esclavos, la libertad de los indios peruanos y la abolición en las instituciones de la censura y la inquisición.
Venezuela ha reclamado durante mucho tiempo una enorme extensión de tierra conocida como el Esequibo o Guayana Esequiba, que comprende el 40 % del territorio actual de Guyana. La región es rica en minerales y recursos naturales, y es una de las razones por las que representa un gran interés para las dos naciones.
En la actualidad, los funcionarios de la ONU esperan alivianar el altercado mediante un acuerdo entre el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y el presidente de Guyana, David Granger.
¿Sabías qué...?
Guyana es una nación caribeña que limita con Venezuela, tiene una población de menos de 1 millón de personas y es el tercer país más pobre de América Latina.
Comienzo de la disputa entre Guyana y Venezuela
Hacia mediados del siglo XIX, el Gobierno británico consideró necesario demarcar las fronteras de Guyana. En 1840, el gobierno británico envió a Robert Schomburgk a una misión para examinar y marcar los límites de la Guayana británica. La intención de ese gobierno, una vez terminada la labor, era comunicar a los gobiernos de Venezuela y Brasil las opiniones del gobierno británico sobre la verdadera frontera de la colonia y luego resolver por negociación cualquier detalle.
En la realización de esta comisión, Schomburgk investigó personalmente casi todo el país al oeste del Esequibo y no descubrió ni pautó nuevos límites. Procuró basar sus informes en la exploración real y la información obtenida de los pueblos originarios, así como de la evidencia de los restos holandeses en Barima y en el Cuyuní; con lo que pudo determinar los límites de la posesión holandesa y la zona de la cual todo el rastro de la influencia española estaba ausente.
Con el fin de facilitar las negociaciones para el ajuste de la frontera, trazó la línea divisoria que se hizo famosa desde entonces como la Línea Schomburgk, que incluía mucho menos territorio que el reclamado por Gran Bretaña.
Fue en este período que comenzaron las discusiones con Venezuela sobre el límite. El primer planteamiento del gobierno venezolano fue en enero de 1841 que, en respuesta al anuncio británico de la frontera, propuso la negociación de un tratado de límites y expresó el deseo de que éste precediera al levantamiento y la demarcación de la frontera.
Más tarde, el gobierno venezolano renovó la propuesta de negociación de un acuerdo y, al mismo tiempo, protestó contra los procedimientos de Schomburgk para colocar puestos fronterizos en ciertos puntos.
El embajador venezolano en Londres, Alejo Fortique, renovó sus protestas, por lo que el secretario de Estado de Asuntos Exteriores en enero de 1842 envió instrucciones para la remoción de los puestos fronterizos que habían sido colocados por Schomburgk cerca del Orinoco. Sin embargo, al mismo tiempo, se declaró claramente que el gobierno británico no abandonaba ninguna parte de sus derechos sobre el territorio que antes era propiedad de los holandeses.
En 1843, Fortique, solicitó la pronta conclusión de un convenio para definir la frontera entre Venezuela y la Guayana Británica. Luego, en una nota del 31 de enero de 1844, presentó la primera declaración formal de la afirmación venezolana de que el territorio de la República se extendía al río Esequibo.
Motivos en los que se basó esta alegación
España fue el primer ocupante del Nuevo Mundo.
Los españoles habían explorado y ocupado muy pronto el Orinoco y los ríos Barima, Moruca y Pomeroon.
En el momento del Tratado de Münster, los holandeses no tenían posesiones en Guayana, al menos en el lado norte y oeste del Esequibo.
El dominio español se extendió hasta el Esequibo y toda posesión de los holandeses al oeste de ese río era una usurpación, que no había sido aprobada por España.
Conclusión de la declaración
La declaración concluyó con la insistencia de que el Esequibo era la frontera natural entre Venezuela y la Guayana Británica, y que los colonos británicos poseían poco o nada más allá de ese río.
Este reclamo recibió una pronta respuesta por Lord Aberdeen, en la cual, si bien se admitió que los españoles fueron los primeros europeos en ocupar el sur del continente americano, se observó que tal hecho no podía tener relación con el asunto en discusión. La respuesta señalaba además que si Venezuela no disponía de ningún tipo de arreglo en el territorio en cuestión, la concesión del Esequibo como frontera supondría la entrega inmediata por Gran Bretaña de la mitad de la Guayana Británica.
Lord Aberdeen también declaró que Gran Bretaña estaba dispuesta a conceder por amistosa consideración a Venezuela, una parte de la reivindicación británica extrema en el área superior del Cuyuní, con la condición de que las tribus amerindias que viven allí estuvieran debidamente protegidas.
Por su parte, el gobierno venezolano no apreció la gran concesión de los derechos británicos y no se envió ninguna respuesta a la nota de Lord Aberdeen y, en consecuencia, el gobierno británico decidió en 1850 que, como la propuesta había permanecido durante seis años y aún no se había aceptado, podía considerarse que había caducado.
Posición actual
Hasta principios de 2015, el gobierno de Guyana no había formulado ninguna propuesta de solución a la controversia desde 1982, cuando ambos países solicitaron al Secretario General de la ONU que decidiera un método de solución. Sin embargo, el Acuerdo de Ginebra de 1966 ha ayudado, al menos a los ojos de los venezolanos, a elevar la reclamación renovada de Venezuela. Las sucesivas administraciones venezolanas han interpretado desde entonces que el acuerdo significaba que debían seguirse discusiones para revisar la frontera basándose en la reclamación de su país sobre toda la parte occidental del Esequibo.
El 7 de agosto del año 2000, Oliver Jackman, representante personal del Secretario General de la ONU, en una reunión con el ministro de Relaciones Exteriores de Guyana en Georgetown declaró que durante una visita a Caracas unos días antes de preguntarle al presidente Chávez, éste dijo que Guyana no tenía que ceder todo el territorio y que una solución a la disputa implicaría la cesión de Guyana de una parte de la región de Esequibo.
Sin embargo, en los últimos tiempos, las señales conflictivas que salen de Venezuela dan la impresión de que el gobierno venezolano no está demasiado confiado con la demanda.
Economía de Guayana
La principal actividad económica es la agricultura, específicamente el arroz y el azúcar, que representa más del 30 % de los ingresos de exportación. A pesar de estar rodeada de vastas reservas de petróleo y gas en la vecina Venezuela, hasta hace poco Guyana no tenía reservas de petróleo dentro de sus límites territoriales.
En 1764 la aduana aprobó un impuesto vinculado al cobro de las llamadas alcabalas. El Decreto afectó a los pequeños productores y comerciantes de aguardiente. Ante la medida que dictó la metrópoli el pueblo se alzó en los barrios de Quito, logró el control de la ciudad y obligó a los funcionarios a refugiarse en los conventos. Aunque se lograron algunas conquistas propuestas, como ocurrió con la Rebelión de las Alcabalas dos siglos antes, se aceptaron las negociaciones y se restableció el estanco. Estos hechos se conocieron como la Rebelión de los Estancos.
La hacienda se consolida
Al producirse la disminución de la producción textil, motivado por la baja demanda existente, la tierra adquirió mayor valor. Los precios del suelo subieron y su posesión se concentró en escasas manos, especialmente en las de los blancos acaudalados. Se convirtió así la agricultura en una de las actividades más importantes en la economía colonial. Al convertirse la tierra en un bien codiciado se iniciaron las expropiaciones forzosas a los indígenas, mediante compraventas desfavorables e injustos desalojos a sus ancestrales dueños.
¿Sabías qué...?
Las consignas utilizadas por los sublevados en la Rebelión de los Estancos fueron: ¡Viva el Rey! ¡Mueran los chapetones! ¡Abajo el mal gobierno!
La agricultura de pequeñas parcelas se transformó en agricultura extensiva, de cultivos más grandes. De este modo, comenzaron a aparecer las haciendas, donde se sembraba, se criaba el ganado y se realizaban producciones rudimentarias de panela y aguardiente de caña. El dueño de una hacienda era considerado un terrateniente. A los que tenían las mayores cantidades de tierra o más de una hacienda, se les llamó latifundistas o dueños del latifundio.
Por su parte, los indígenas, que fueron despojados de sus parcelas, y que tenían que pagar impuestos al gobierno y diezmos a la iglesia, trabajaron como peones para los hacendados y latifundistas. Los peones eran retenidos en sus labores mediante el endeudamiento que contraían con los propietarios, viéndose obligados a permanecer en sus labores. Esto es lo que se conoció como concertaje.
Concertaje
El concertaje es un contrato mediante el cual un indígena estaba obligado a realizar trabajos agrícolas de manera vitalicia y hereditaria, sin recibir salario o recibiendo una remuneración mínima. Los trabajadores o peones que vivían en las haciendas con sus familias se “concertaban” (es decir, se comprometían) con los dueños para el trabajo. No recibían el salario porque estaban endeudados con sus patrones. Pedían adelantos de dinero al patrón para poder pagar impuestos y compromisos religiosos, cómo bautizos, matrimonios, entierros y otros. De esta manera se convertían en dependientes de los hacendados y terratenientes.
Para mediados del siglo XVIII la economía se sustentó en la producción de las haciendas. Sus productos abastecían los mercados locales y regionales. Las pequeñas parcelas, conocidas como obrajes, fueron, progresivamente, integradas a las haciendas y latifundios. Por su parte la producción textil, que estaba muy deprimida, se comercializaba en mercados locales y en la zona del valle del Cauca, al sur de lo que hoy conforma el territorio colombiano.La realidad va cambiando
La Costa ecuatoriana creció
Aparejada al desarrollo de la agricultura creció la producción cacaotera y de otros cultivos en la Costa ecuatoriana, fundamentalmente en Guayaquil. De esta manera también aumentó el comercio y la actividad portuaria. El empleo para pardos, mestizos costeños e indígenas provenientes de la Sierra, aumentó considerablemente en las ciudades. En las décadas siguientes se intensificó el comercio con Perú y Nueva España (México).
En la Sierra Sur también creció la economía y, por ende, la población. Ciudades como Loja y Cuenca adquirieron renombre. En sus alrededores proliferaron las haciendas medianas y pequeñas donde se criaba ganado y se cultivaban el algodón, las frutas, los granos y la caña de azúcar. Allí las exportaciones estaban monopolizadas por comerciantes leales a los colonialistas españoles.
La Rebelión de los mestizos
La Rebelión de los Estancos fue un movimiento liderado por los mestizos quiteños.
El Siglo de las Luces, el siglo de las sombras
Ecuador constituyó un ejemplo de la confluencia, en un mismo territorio, de dos fenómenos característicos del siglo XVIII: por una parte el aumento de la miseria y las penurias en la población, y, por otra, un florecimiento de la cultura, el arte y la ciencia. La crisis generada por la disminución de la producción textil y de otros sectores económicos en la Sierra, produjo pobreza, descontento en la sociedad y aumentó los conflictos existentes entre los eclesiásticos y el poder civil. Estas contradicciones respondieron al incremento de las riquezas de la Iglesia, aparejado a su gran influencia sobre las personas.
La presidencia, entre 1728 y 1734, de Dionisio Alcedo y Herrera, político de tendencia borbónica, al frente de la Real Audiencia, intentó limitar el poder de la Iglesia, reformando la administración. En este contexto llega a Quito la Misión Geodésica que influyó grandemente en la comunidad cultural y científica.
Posteriormente, a partir de mediados del siglo, el poder de los propietarios privados y de las instituciones de la Iglesia creció. Fue en este contexto en el que se produjeron los hechos conocidos como la Rebelión de los Estancos.
Estanco
En el sistema jurídico-administrativo de la monarquía española, al estanco lo constituía el monopolio impuesto a la producción y comercialización de un producto, acto que sólo era prerrogativa del Rey.
La metrópoli, en su afán de centralizar en sus manos todo el poder sobre el comercio, estableció impuestos y restricciones aduaneras. Entre las más impopulares estuvo la del estanco del aguardiente, que provocó una rebelión de magnitudes inmensas. La Rebelión de los Estancos tuvo sus antecedentes, su desarrollo y sus consecuencias muy particulares.La gota que derramó la copa
Los hechos contados por uno y otro bando
Una Real Cédula, que prohibía la destilación particular y la comercialización del aguardiente llegó a Quito en los primeros días de mayo de 1765. Este hecho provocó gran conmoción entre diferentes sectores sociales, cansados de los abusos efectuados por los encargados de recaudar los impuestos y los “chapetones” odiados por los criollos nacidos de padre o madre española, que eran tratados como inferiores.
Chapetones
Se conocía como “chapetones” a los nacidos en España que llegaron al continente americano, en los primeros años como conquistadores, y luego, en calidad de colonos, funcionarios y autoridades.
En el amanecer del 22 de mayo, aparecieron carteles en varios lugares de la ciudad, donde se anunciaba una manifestación a las siete de la noche para protestar contra las autoridades metropolitanas por las medidas dictadas por el Rey, donde se implantó el monopolio de la producción de aguardiente y se facultó a la aduana para el cobro de nuevos impuestos gravados a los alimentos.
¿Sabías qué...?
El 24 de mayo el pueblo enardecido asaltó el Palacio de la Real Audiencia de Quito y, sin mostrar temor ante las armas de más de doscientos soldados, atacó el edificio y se apoderó de él.
A las siete de la noche se rompe la paz
A las siete de la noche sonaron fuertemente las campanas y los quiteños se reunieron en San Roque y San Sebastián y, de allí marcharon hacia la Casa de Estancos, en Santa Bárbara, derramaron aguardiente y prendieron fuego, dejando el inmueble en cenizas.
Del otro lado
En un intento por aplacar los ánimos de los sublevados, acudieron al lugar los jesuitas encabezados por el Licenciado Juan Bautista Aguirre quien, por su gran elocuencia, fue comisionado para dirigirse a las masas enardecidas, prometiendo que las medidas serían suprimidas.
El resultado de una Revolución: ganadores y perdedores
El 28 de junio la ciudad volvió a la calma, capitularon las autoridades y fueron expulsados todos los españoles solteros. Don Manuel Rubio, Decano de Oidores, encargado de la Presidencia de Quito, fue obligado a abandonar la ciudad. El 17 de septiembre de ese mismo año, una comunicación oficial, enviada por el Virrey de Santa Fe, declaró el indulto general de todos los comprometidos en la revuelta. Pocos días después y enviado por los virreyes del Perú y Nueva Granada, en calidad de pacificador, llegó a Quito el Gobernador de Guayaquil, don Antonio Zelaya, quien cumplió a satisfacción su cometido.
Quito rebelde
La Historia de Quito está llena de episodios de levantamientos, revueltas, luchas armadas y sublevaciones a través de los siglos.