Reformas Borbónicas

A finales del siglo XVII, el estado español se había consolidado; el comercio y la producción en sus colonias americanas se habían estancado, las deudas de España habían aumentado y sus rivales imperiales habían crecido mucho, especialmente los ingleses, holandeses y franceses.

Estas fueron razones suficientes para que, bajo el gobierno de los Borbones, se crearan una serie de reformas destinadas a revitalizar el estado y el imperio.

 Tras la muerte del heredero Carlos II, la dinastía francesa de los Borbones asumió el control de la Corona española.

¿Qué son las reformas borbónicas?

Las reformas borbónicas fueron una serie de cambios administrativos, políticos, militares y religiosos que la Corona española, bajo el nombre de la Casa de Borbón, realizó con el objeto de promover el desarrollo económico y comercial.

Causas

Las reformas fueron necesarias para ayudar a modernizar la tecnología y la manufactura en España y también para ayudar a establecer la supremacía española sobre el creciente poder de los criollos que eran las élites locales en el Nuevo Mundo.

 La suposición borbónica del trono español desde 1713 dio inicio a una serie de cambios en la ley y la política.

Las causas principales de estas reformas en los diferentes ámbitos se describen a continuación:

Reformas económicas

Uno de los principales objetivos de las reformas borbónicas era aumentar la producción de productos primarios de exportación en las colonias, el comercio dentro de estas y en España.

La mayor preocupación de la Corona fue la minería, que proporcionó la mayor parte de los ingresos que fluyen en el tesoro español. En un esfuerzo por estimular la producción de plata, en 1736 la Corona redujo su impuesto por la mitad.

También ayudó a asegurar un precio más bajo para el mercurio, financió escuelas técnicas y bancos de crédito, dispensó títulos de nobleza a los propietarios de minas prósperas y facilitó la formación de gremios mineros.

Medidas similares fueron adoptadas para incrementar la producción de oro especialmente en Nueva Granada, que era la principal fuente de oro de la Corona.

Desde 1717, la Corona también creó monopolios estatales sobre la producción y el comercio de tabaco.

Las restricciones reales resultantes sobre la industria y la manufactura en las colonias humedecían gravemente la actividad empresarial colonial, con la excepción de los sectores de la minería, la ganadería y la agricultura orientados a la exportación.

En general, las reformas económicas de Bourbon lograron el objetivo de aumentar la producción, el comercio y los ingresos reales, al mismo tiempo que desmejoraban el sentido de lealtad y fidelidad de la élite y de los subordinados ante la Corona.

Reformas políticas y administrativas

De la mano de las reformas económicas, se produjeron una serie de medidas políticas y administrativas destinadas, una vez más, a aumentar el control real de las colonias. Una serie de reformas administrativas que consistieron en la construcción de dos nuevos virreinatos: el virreinato de Nueva Granada con Bogotá como capital, que fue abolido y luego reestablecido definitivamente en 1739 y el virreinato del Río de la Plata que tenía a Buenos Aires como capital, al cual se anexó el Alto Perú en 1776.

Después de una serie de inspecciones de 1765 a 1771, la Corona trató de debilitar el poder de los criollos, cuya influencia, había crecido demasiado.

La reforma administrativa más sustancial llegó en las décadas de 1760 y 1770, con la creación de una nueva burocracia, una especie de gobernación regional llamada la intendencia, que debía informar directamente al ministro de Indias.

El sistema de intendencia, que amenazaba la autoridad de virreyes y otros altos administradores, fracasó en gran parte, como consecuencia de la inercia institucional que se había desarrollado durante los dos siglos anteriores y la resistencia de los administradores a renunciar a su autoridad.

Reformas Militares

Especialmente después de la captura británica de Manila y La Habana en 1762, la Corona española trató de mejorar su poder militar en todo el imperio.

En respuesta a la creciente violencia que se había manifestado en las revueltas andinas de los años 1740 a 1780, la Corona aumentó el número de soldados y oficiales encargados.

En general, las reformas militares fracasaron en el objetivo de fortalecer los lazos entre España y las colonias, mediante la creación de un gran cuerpo de oficiales criollos que más tarde resultarían instrumentales en las guerras de independencia.

Reformas Religiosas

En 1753, como parte del esfuerzo más amplio para reafirmar la supremacía real, la Corona negoció un convenio con Roma para tener una mayor autoridad real en la nominación y nombramiento de autoridades eclesiásticas.

La reforma borbónica más importante en el ámbito religioso fue la expulsión de los jesuitas de toda la América española en 1767.
La reforma borbónica más importante en el ámbito religioso fue la expulsión de los jesuitas de toda la América española en 1767.

La expulsión de unos 2.200 jesuitas de la América española repercutió por todo el imperio en 1767. Ésta fue una fuente crucial de desencanto entre muchos criollos de élite, lo que condujo a un nuevo enfrentamiento entre la Corona y aquellos cuyo apoyo necesitaría más para perpetuar su imperio americano.

Consecuencias

Todas estas reformas borbónicas económicas, administrativas, políticas, militares y religiosas tuvieron efectos múltiples y contradictorios que, en algunos niveles, acercaron las colonias a España y en otros profundizaron las divisiones.

Las reformas en general fracasaron en lograr los resultados deseados, principalmente al generar diversas quejas entre los criollos de élite contra la autoridad, lo que facilitó la formación de una identidad distintivamente americana y sentó las bases para las guerras de independencia después de la invasión napoleónica de Iberia en 1807 y 1808.

El Quinto Real

Fue un impuesto cobrado por la Corona española, principal fuente de beneficios que España obtuvo de sus colonias. Se fijó en 1504 para ser pagado por 10 años, pero en 1723 fue reducido casi uniformemente al diezmo (10 %). Aunque el quinto fue impuesto oficialmente sobre toda la producción de minerales, en la práctica se recolectó sólo en metales y piedras preciosas.