Colombia

Colombia es un país ubicado en la zona noroccidental de América del Sur, con una superficie de 2.070.408 km², de los cuales 1.141.748 km² corresponden a su territorio continental y los restantes 928.660 km² a su extensión marítima. Es el único país sudamericano que tiene costas en el Océano Pacífico y en el Mar Caribe. Su nombre oficial es República de Colombia y su capital es Bogotá. De acuerdo con su constitución política, es un Estado social de derecho, organizado en forma de república unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática y pluralista.

Montañas, caudalosos ríos y densas selvas se destacan en su exuberante geografía. Su población, concentrada principalmente en las tierras altas y templadas de los Andes, es el resultado del mestizaje entre los conquistadores españoles, indígenas americanos y comunidades negras; por eso es un país rico en manifestaciones folklóricas y culturales. Actualmente, la violencia asociada al cultivo de coca y el tráfico de drogas mantiene al país en una profunda crisis.

LA GEOGRAFÍA COLOMBIANA

Dada su posición en el extremo noroccidental de América del Sur, Colombia puede ser considerado como un país andino, amazónico, caribeño y del Pacífico: andino porque es recorrido de norte a sur por la cordillera de los Andes; amazónico, porque forma parte de la cuenca del río Amazonas junto con otros seis países; caribeño, porque tiene costas hacia el mar Caribe; y del Pacífico, porque tiene costas hacia el océano Pacífico.

Su posición geográfica es estratégica, pues al ser un país rodeado por dos océanos mantiene conexión con el mercado europeo a través de Atlántico y, por otro lado, con los países de la cuenca del Pacífico, especialmente los asiáticos. Además, su cercanía al canal de Panamá también representa una ventaja para su comercio marítimo.

Sin dudas, el elemento topográfico más característico de Colombia es la cordillera de los Andes, situada en la parte central y occidental del país, que se extiende con dirección norte-sur. Está formada por tres cordones montañosos paralelos entre sí: la cordillera Oriental, la cordillera Central y la cordillera Occidental; esta es una zona con intenso vulcanismo. Geológicamente, Colombia forma parte del Cinturón de Fuego del Pacífico que hace a la región propensa a terremotos, tsunamis y erupciones volcánicas por estar posicionada en la convergencia de las placas de Nazca, del Caribe y Sudamericana. Estas placas forman en Colombia dos grandes zonas territoriales; una sumergida en el Océano Pacífico y el mar Caribe cubriendo un área aproximada de 828.660 km² y una segunda formada por las montañas de los Andes y las llanuras del oriente que comparte con Venezuela cubriendo aproximadamente 1.143.748 km².

¿Sabías qué...?
Cartagena es Patrimonio Histórico de la humanidad.
Ciudad de Cartagena, Colombia.

Las laderas más húmedas están cubiertas por densas selvas. El sector de esta región montañosa está drenado por los ríos Caqueta y Putumayo, integrantes de la cuenca amazónica. Entre los cordones cordilleranos hay altiplanicies, en su mayoría a más de 2.000 m de altitud, y fértiles valles drenados por los principales ríos del país. Por otro lado, al este de la cordillera Oriental se encuentran vastas planicies escasamente pobladas denominadas Llanos Orientales, situadas en una zona de clima cálido ecuatorial. Están recorridos por el río Meta y otros tributarios del río Orinoco.

En relación a su hidrografía, el río Magdalena es el más importante de Colombia; fluye hacia el Norte entre las cordilleras Oriental y Central cruzando prácticamente todo el país, y desemboca en el mar Caribe, cerca de la ciudad de Barranquilla. El río Cauca también es un importante curso fluvial y medio de comunicación que se une con el Magdalena antes de desembocar en el mar Caribe.

EL CLIMA DE COLOMBIA

El clima del país es cálido tropical, caluroso y húmedo. Las lluvias son abundantes en la mayor parte del territorio. No obstante, el clima varía con la altitud. Así, mientras en las zonas costeras bajas y en los valles, el promedio anual de temperatura alcanza los 25° C, en las mayores alturas (a más de 3.000 m) se localiza una zona de clima frío con temperaturas que oscilan entre los -17,8 hasta los 12,8° C. A lo largo de la costa del Pacífico, las precipitaciones son muy abundantes y llegan a alcanzar los 8.000 mm anuales; en Bogotá la cantidad de lluvia anual es de 1.060 mm y en Barranquilla, de 800 mm. En la península de la Guajira, que limita con Venezuela, solo alcanza los 300 mm anuales.

Algunos fenómenos climáticos que se dan son las tormentas eléctricas e inundaciones, y los tornados y vientos fuertes en la región Caribe, en especial en las inmediaciones del departamento del Atlántico. Además, se presentan trombas marinas, tanto en el Pacífico como el Caribe, así como también distintos fenómenos debidos a las corrientes marinas, los vientos alisios y la interacción de la Tierra con la luna. Por lo demás, las regiones de la península de la Guajira y el archipiélago de San Andrés y Providencia son propensas a la temporada de huracanes del Atlántico.

FLORA Y FAUNA

Colombia es uno de los países conocidos por la magnitud de su biodiversidad. Ocupa el tercer lugar en cantidad de especies vivas y el segundo lugar en diversidad de especies de aves. En cuanto a la flora, el país posee entre 40.000 y 45.000 especies de plantas, lo que equivale al 10 o 20 % del total de especies de plantas a nivel mundial, porcentaje considerado muy alto para un país de tamaño intermedio. Solo en flores, Colombia tiene más de 50 mil especies. Esto hace de Colombia el segundo país con mayor biodiversidad del mundo, después de Brasil.

Panorama del valle Cocora con palmas de cera.

De esta manera, al ser un país del trópico ubicado en plena zona ecuatorial, tiene una gran representación de grupos taxonómicos en fauna y flora típica del área, a la que también se suman variedades de migraciones de fauna desde distintas partes del planeta por la variedad de ecosistemas. Con todo, sobre la costa pacífica colombiana puede encontrarse el vertebrado más venenoso del mundo, la rana dorada venenosa o rana dardo dorada (Phyllobates terribilis), acaso también una de las especies endémicas de Colombia. Por lo demás, el ave nacional es el cóndor andino (Vultur gryphus), la orquídea conocida como flor de mayo o lirio de mayo (Cattleya trianae) es la flor nacional de Colombia y la Palma de cera del Quindio (Ceroxylon quindiuense), nativa de los valles altos andinos al noroeste de Colombia, es el árbol nacional.

La rana Phyllobates terribilis, endémica de la costa pacífica colombiana y de Panamá, es el vertebrado más venenoso que existe.

Colombia tiene un Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP) administrado por el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial. Tiene también un Sistema de Parques Nacionales, dependiente de la Dirección de Parques Nacionales Naturales que comprende más del 10 % del territorio continental (en 2007) y cuenta con 55 áreas naturales protegidas, que son muestra de la gran riqueza y biodiversidad del país. Veinticinco se encuentran en la región Andina (dos en el Nudo de los Pastos, cuatro en la cordillera Occidental, seis en la Central, y trece en la Oriental), nueve en la región Caribe, dos en la Orinoquía, diez en la Amazonía, cinco en la Costa Pacífica, y tres en la insular. Las áreas se encuentran clasificadas en varias categorías: 2 Reservas Nacionales; 41 Parques Naturales; 10 Santuarios de Fauna y Flora, una Vía Parque (equivalente a un monumento natural) y un área natural única. La suma de todas ellas logra una extensión global superior a los nueve millones de hectáreas, que a su vez las convierte en una de las más grandes del mundo en proporción al tamaño del país. Entre ellos podemos mencionar: Katíos, en Urabá; Flamencos, en la Guajira; Corales del Rosario, en Cartagena; Sierra Nevada y Tayrona, en Santa Marta; Parque de los Nevados, en el Circuito Cafetero; Iguaque y Cocuy, en Boyacá; Tuparro, en la Orinoquía; Amacayacu y Cahuinari, en la Amazonía; Isla Gorgona, en el Pacífico; Farallones, en Cali; Puracé, en conexión con Popayán y Chingaza. Los 87 grupos indígenas que aún restan en Colombia, con algo más de medio millón de individuos, son los supervivientes de unas trescientas etnias que habitaban el territorio hacia el tiempo de la Conquista Española.

Detalle del cóndor de los Andes.

Así, muchos de los parques son a la vez reservas indígenas, sujetas a una legislación especial en la que se da a las comunidades nativas manejo autónomo en un amplio nivel de decisiones, como ocurre en el Parque de la Sierra Nevada de Santa Marta, donde coexisten una reserva Kogui y otra Aruhaco. Otro ejemplo es Cahuinari, en el corazón de la región amazónica colombiana, donde conviven Huitotos, Muinanes, Nanuyas, Mirañas, Boras, Yacunas y Andoques. El parque natural es sencillamente el territorio donde los nativos conservan su hábitat natural y obtienen su subsistencia.

LA PRODUCCIÓN PETROLERA

Una de las principales actividades económicas de Colombia es la explotación petrolera, que representa más del 25 % de sus exportaciones y se dirigen, mayoritariamente, a los Estados Unidos. El Estado maneja la exploración, la extracción, la producción y el transporte del petróleo a través de la Empresa Colombiana de Petróleos (ECOPETROL). La participación extranjera se ha permitido solo para la construcción de infraestructura, como oleoductos y refinerías.
La mayor parte de la exploración y producción se concentra en la cuenca Magdalena Superior y Medio, Putumayo y Llanos Orientales. Ahora bien, tanto la exploración como la explotación de petróleo se ven seriamente afectadas por la crisis que atraviesa el país a causa de los movimientos guerrilleros. Estos atentan frecuentemente contra las instalaciones, por lo cual se generan pérdidas económicas por retraso en la producción y un grave impacto en el ambiente a causa de los derrames.

Con todo, la producción del petróleo en Colombia ha disminuido considerablemente en los últimos años, y de no hallarse nuevos yacimientos, el país corre el riesgo de no tener excedente para exportar.

EL CAFÉ, ORGULLO COLOMBIANO

El café en Colombia es mucho más que un simple cultivo: es el orgullo de todos los colombianos y el motor del desarrollo económico y social de las zonas rurales, donde brinda empleo a muchos trabajadores.
Con todo, no se sabe a ciencia cierta quién o quiénes introdujeron el cultivo del café en Colombia, ni tampoco en qué época. Si bien el cafeto es una planta originaria de Etiopía, se adaptó y creció adecuadamente en estas tierras americanas. Las condiciones ideales para su cultivo se encuentran entre los 1200 y 1800 m de altura, con temperaturas templadas que oscilan entre los 17° C y los 23° C y con precipitaciones cercanas a los 2000 mm anuales, distribuidas a lo largo del año. En la actualidad, el cultivo está ubicado, en su gran mayoría, sobre las laderas de los tres cordones montañosos de los Andes. Se producen dos cosechas al año, una grande que se llama cosecha principal y una pequeña denominada traviesa o mitaca.

El café ha sido, tradicionalmente, uno de los principales productos de exportación de Colombia.

Colombia es uno de los mayores productores de café del mundo, especializado en la variedad arábica, que se considera el grano de más alta calidad. Por ello, ha logrado ser el primer producto extranjero que entra en la lista de denominaciones de origen de la Unión Europea. La marca creada entonces por la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia goza así de la protección de la Apelación de Origen Protegido (AOP). Esto significa que las leyes de la Unión Europea reconocen legalmente al café de Colombia y acreditan su calidad y origen.

LAS ESMERALDAS

Otra de las grandes riquezas mineras del país se encuentra en la cordillera Oriental, área donde se localiza la mayor parte de los yacimientos de esmeraldas. El valor comercial de esta piedra preciosa de color verde brillante asciende cuando está tallada y es convertida en una joya.

El comercio de esmeraldas es una actividad que se concentra especialmente en la capital del país, Bogotá. De esta actividad dependen unas 100.000 personas entre propietarios de minas, mineros, comerciantes, talladores, comisionistas, joyeros, expertos en gemología y exportadores. Por ello, Colombia es uno de los mayores productores de esmeraldas del mundo junto con Tanzania, Zambia y Zimbabwe. Las exporta principalmente a los Estados Unidos, Hong Kong y la India. Sin embargo, a pesar de la calidad de sus esmeraldas, Colombia no cuenta actualmente con una industria fuerte en la talla y elaboración de joyas; por ese motivo sus ganancias se ven reducidas.

¿Sabías qué...?
El Museo del Oro del Banco de la República de Colombia posee la colección de orfebrería prehispánica más grande del mundo.

CULTURA Y TRADICIONES

Las culturas indígenas asentadas en el país a la llegada de los españoles, la cultura europea y las africanas importadas durante la Colonia son la base de la cultura colombiana, la cual también comparte rasgos fundamentales con otras culturas hispanoamericanas en manifestaciones como la religión, la música, los bailes, las fiestas, las tradiciones, el dialecto, entre otras. Por ello, el magnífico patrimonio histórico y cultural de Colombia atrae significativamente a turistas de todo el mundo.

Celebración del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, uno de los más importantes del mundo.

Colombia es, culturalmente, un país de regiones en el que la heterogeneidad obedece a variados factores, entre los cuales se encuentran el aislamiento geográfico y la dificultad de acceso entre las diferentes zonas del país. Las sub-regiones o grupos culturales más importantes son los “cachacos” (ubicados en el altiplano localizado entre los departamentos de Cundinamarca y Boyacá), los “paisas” (asentados en Antioquia y el Eje Cafetero), los “llaneros” (habitantes de los Llanos Orientales), los “vallunos” (en zona del Valle del Cauca), los “costeños” (ubicados en la Costa Caribe), y los “santandereanos” (ubicados en la departamentos de Norte de Santander y Santander), cuyas costumbres varían según sus influencias y ascendencias.

En relación a la música, popularmente se han reconocido como ritmos nacionales el bambuco, la cumbia y el vallenato. Los diferentes géneros de la música folclórica de Colombia han sido influenciados por elementos derivados de una mezcla de ritmos indígenas, influencias africanas, europeas (especialmente españolas), y de las formas musicales modernas de América y del Caribe.

Bogotá, capital de Colombia.

Notas de viaje sobre Venezuela y Colombia

El escritor argentino Miguel Cané es más conocido por su libro Juvenilia, pero su experiencia como ensayista y diplomático quedaría registrada en un libro ameno hoy ya olvidado: Notas de viaje sobre Venezuela y Colombia (La Luz, 1907). Conozcamos en detalle esa faceta desconocida de este político y ensayista representante de la famosa generación del 80.

LA LITERATURA DE VIAJES

A mediados del siglo XVIII se pusieron en boga ciertos relatos, difundiéndose así una nueva literatura que tendría buena acogida en toda Europa: la literatura de viajes.

Este género había tenido su origen en los diarios de Cristóbal Colón y en las crónicas de los primeros adelantados a la conquista del Nuevo Mundo.

En el siglo XVI se leían las crónicas de aquellos primeros exploradores, y ya en el siglo XVII aparecería el relato de viajes de la mano del científico y naturalista sueco Carlos Linneo; ya no de exploración sino con propósitos científicos. Del mismo modo, Charles Darwin llegaría al canal de Beagle y su recorrido por la Patagonia daría lugar a su teoría de la evolución.

Sin embargo, el relato de viajes por excelencia sería el del viaje que realizara Alexander von Humbolt por el continente americano en vísperas de su independencia. Esta narración anclaría para siempre la imaginación europea en la idea del continente americano provisto de un componente salvaje y exótico; como tierra de posibilidades económicas con un sesgo definitivamente romántico.

Retrato de Cristóbal Colón, obra del pintor italiano Ghirlandaio. Su Diario de a bordo, que conocemos por la versión que nos dejó Bartolomé de las Casas, es la fuente más directa que se conserva sobre la travesía marina que lo llevó hasta América.
Retrato de Alexander von Humboldt. Sus viajes de exploración lo llevaron de Europa a América del Sur, parte del actual territorio de México, Estados Unidos, Canarias y Asia Central.

LA EXPERIENCIA DIPLOMÁTICA EN RELATOS DE VIAJES

Los pocos trabajos literarios producidos por Miguel Cané son, en su mayor parte, ensayos. Su labor política en la diplomacia argentina lo llevaría a reunir una profusión de notas, crónicas y relatos de viajes. El más destacado de ellos es su escrito Notas de viaje sobre Venezuela y Colombia de 1907. Lo curioso de este trabajo es que había sido publicado también como En viaje –edición europea– pero la publicación que se hizo en 1907 cambiaría el nombre original y cercenaría algunas partes, centrándose en el recorrido que hiciera por los países de Venezuela y Colombia.

El libro consta de catorce capítulos que describen la etapa en la que Miguel Cané estaría ejerciendo como diplomático argentino en ambos países durante los años de 1881 a 1883; en él cuenta brevemente su paso por Venezuela y pone mayor énfasis en Colombia. Además, junto a él relata la experiencia junto a su compañero de viaje y colaborador diplomático Martín García Merou, este último también perteneciente a la generación del 80.

Miguel Cané.

Las descripciones son pormenorizadas y detalladas; es un panorama histórico-geográfico del país, sobre todo geográfico. Si bien no sigue un orden y se ven altibajos en la exposición, el estilo del autor está cargado de animación, de un acercamiento que establece una conexión con el lector.

En líneas generales, presenta la rudeza de la tierra y el clima, además de hacer un boceto de la capital colombiana: Bogotá. Miguel Cané se asombra por la poca cantidad de personas en una capital de origen español como aquella, en pleno siglo XVIII.

En su escrito queda plasmado el sentimiento religioso bogotano, como así también la hospitalidad y el carácter escéptico de su pueblo –según juicio del escritor–, destacando principalmente el valor del indio colombiano. De hecho, Cané realiza una semblanza del cachaco, algo así como el “calavera” porteño, los abundantes duelos en defensa del honor. Considera atractiva y espiritual a la mujer de Bogotá pero finalmente concluye que no es una ciudad que fuera apta como residencia para extranjeros aunque más tarde la calificara como “tierra de poesía”.

Ese conocimiento profundo de América puede verse en su visión de las “dos Américas”: la América atlántica del este, de características innovadoras, y la América pacífica del oeste, más conservadora. Ese concepto sería desarrollado en 1940 por el ensayista e historiador colombiano Germán Arciniegas en un estudio más detallado. Esta comparación de ideas es desplegada por el estudioso Emilio Carillas en 1986 quien, a su vez, opone al periodista y poeta Martín García Merou.

La ciudad de Caracas en la actualidad.

Miguel Cané publicaría su libro de viajes primero en el viejo continente porque allí existía un amplio mercado que había inaugurado Alexander von Humbolt. El mérito de estos escritos radicaría en que fueron los primeros consumados sin un fin científico o utilitarista. Viendo minuciosamente los escritos de Cané, el dejo sentimental y clasista se filtra en sus páginas; la repugnancia estética que le provoca la esclavitud habla de un espíritu con tendencia a las ideas liberales. De Venezuela dirá que es dueña de una delicadeza exquisita en sus letras y citará como prueba a Andrés Bello.

Como todo representante de la generación del 80 tiene al continente europeo como faro y vuelve sobre la dicotomía “Atraso vs. Progreso”. No verá demasiado piadosamente a Bolívar, a diferencia de Merou que lo piensa como hijo de la Revolución francesa en América. Y es que Miguel Cané hará algo que José Martí evitará: intentar comprender Venezuela, cayendo inevitablemente en las comparaciones con su propio país. Aunque el cariño que profesa por Colombia se trasluce en cada página.

Vista de Caracas hacia 1839.
“Esa simpatía responde a varias causas. En primer lugar, los recuerdos de la lucha de la  independencia. Todos conocemos aquella rivalidad caballeresca, que tenía por teatro la vieja Lima, entre los oficiales colombianos y los argentinos, entre los vencedores de Boyacá y los vencedores de Chacabuco. Antagonismo de héroes, combates de cortesía, como habría dicho un heraldo de armas del siglo XV. Los colombianos tenían por jefe a Bolívar, los argentinos a San Martín y todos comprendían que esas dos glorias no cabían en el continente. Los colombianos traían marcadas en las heridas de la carne y muchos en las del corazón, las  huellas del largo batallar en las llanuras de Venezuela y en los cerros granadinos contra la fuerza, la arrogancia y el valor español. Los argentinos recordaban la incomparable hazaña del paso de los Andes, cuando, en las alturas donde mora el cóndor, había librado combates inmortales.”
Notas de viaje sobre Venezuela y Colombia, 1907, Capítulo XII, El regreso. Miguel Cané.

BIOGRAFÍA DEL AUTOR

Miguel Cané nace en la actual Montevideo el 27 de enero de 1851. Sus padres fueron Miguel Cané y Eufemia Casares, y fue el segundo hijo del matrimonio. Su padre le trasmite la admiración por Europa y el gusto por la escritura. En 1863 ingresa al Colegio Nacional de Buenos Aires y el recuerdo de esos años originaría uno de sus mejores trabajos: Juvenilia (1882). Subtitulada Memorias de un estudiante, es un relato en primera persona; se trata de una obra marcada por la nostalgia, en la que el acento coloquial construye un puente sesgado e irónico al mundo de la infancia, un cuadro de las costumbres y los hábitos de la clase social argentina a la que pertenecía.

Darían forma a su personalidad la lectura de folletines y el contacto con el profesor y luego rector del Colegio Nacional, Amadeo Jacques. De hecho, Jacques lo acercaría al análisis de las modernas corrientes del pensamiento, en especial el Positivismo, haciéndolo un ávido lector. Más tarde se descubrirá ateo, melómano y periodista. El periodismo le aporta sencillez a su estilo y lo forma como cronista de su generación.

A los 17 años comienza su carrera de abogado y pasa a ser redactor de La Tribuna, lo que le posibilita que en febrero de 1870 acompañara a Domingo Faustino Sarmiento a Entre Ríos para entrevistarse con Urquiza. Poco después conoce Europa. En 1972 se doctoró en Jurisprudencia.

No cumplía aún los 20 años, cuando publica en La Tribuna una sección que titula “Párrafos”. Páginas breves, casi fragmentos. Esta designación inicial incluye toda la prosa de Cané. Casi todas sus obras son colecciones de artículos periodísticos nacidos en el mismo acontecimiento. Sus espontáneas páginas, sin reelaboración, deben leerse como una agradable charla entre el escritor y el lector.

Aunque Cané no escribe para las muchedumbres como sus admirados Dickens y Shakespeare, no restringe su auditorio sino que lo amplia e incluye al lector culto porteño.

Centro histórico de Bogotá.

En 1873 dirige El Nacional, que apoya a la candidatura presidencial de Nicolás Avellaneda. Con el triunfo de éste iniciará entonces su segundo viaje a Europa. A su regreso, se casa con Sara Beláustegui y será elegido diputado provincial. En 1876 ocupa una banca en el Congreso Nacional. Así, Cané desarrollaría una importante actividad política como legislador, intendente de Buenos Aires, ministro de Relaciones Exteriores y ministro argentino en París.

Domingo Faustino Sarmiento, Presidente de Argentina, hacia 1873.

En 1876 edita sus Ensayos; en ese mismo año nace su primer hijo. Luego asumió la representación diplomática ante los gobiernos de Colombia y Venezuela, cargo en el que permanecería por dos años. Como resultado de esa salida del país surgió su libro En Viaje.

Fotografía del río Orinoco, uno de los ríos más importantes de América del Sur, que discurre siempre por Venezuela, y que en un tramo central es frontera con Colombia.

En 1898 presentó un proyecto legislativo que proponía deportar a los inmigrantes que tuvieran militancia política o sindical; propuesta conservadora y radical para alguien quien se describía con tendencias liberales. En 1900 fue nombrado decano de la Facultad de Filosofía y Letras.

No era un escritor profesional; hombre culto, distinguido, partidario del humor cargado de cierto escepticismo, escribió sobre las impresiones de sus viajes, de los países en los que le había tocado residir debido a sus cargos diplomáticos, de sus lecturas, y de los acontecimientos a los que fue testigo o protagonista; esos apuntes serían los que después formarían la mayor parte de su producción. No puede decirse que fuera un escritor que originara grandes obras literarias del canon pero su espíritu de hombre de mundo dejaría un registro que bocetaría de manera fiel el retrato de una época.
Falleció en Buenos Aires en 1905.

Fotografía de Miguel Cané tomada hacia 1898.

Reformas Borbónicas

A finales del siglo XVII, el estado español se había consolidado; el comercio y la producción en sus colonias americanas se habían estancado, las deudas de España habían aumentado y sus rivales imperiales habían crecido mucho, especialmente los ingleses, holandeses y franceses.

Estas fueron razones suficientes para que, bajo el gobierno de los Borbones, se crearan una serie de reformas destinadas a revitalizar el estado y el imperio.

 Tras la muerte del heredero Carlos II, la dinastía francesa de los Borbones asumió el control de la Corona española.

¿Qué son las reformas borbónicas?

Las reformas borbónicas fueron una serie de cambios administrativos, políticos, militares y religiosos que la Corona española, bajo el nombre de la Casa de Borbón, realizó con el objeto de promover el desarrollo económico y comercial.

Causas

Las reformas fueron necesarias para ayudar a modernizar la tecnología y la manufactura en España y también para ayudar a establecer la supremacía española sobre el creciente poder de los criollos que eran las élites locales en el Nuevo Mundo.

 La suposición borbónica del trono español desde 1713 dio inicio a una serie de cambios en la ley y la política.

Las causas principales de estas reformas en los diferentes ámbitos se describen a continuación:

Reformas económicas

Uno de los principales objetivos de las reformas borbónicas era aumentar la producción de productos primarios de exportación en las colonias, el comercio dentro de estas y en España.

La mayor preocupación de la Corona fue la minería, que proporcionó la mayor parte de los ingresos que fluyen en el tesoro español. En un esfuerzo por estimular la producción de plata, en 1736 la Corona redujo su impuesto por la mitad.

También ayudó a asegurar un precio más bajo para el mercurio, financió escuelas técnicas y bancos de crédito, dispensó títulos de nobleza a los propietarios de minas prósperas y facilitó la formación de gremios mineros.

Medidas similares fueron adoptadas para incrementar la producción de oro especialmente en Nueva Granada, que era la principal fuente de oro de la Corona.

Desde 1717, la Corona también creó monopolios estatales sobre la producción y el comercio de tabaco.

Las restricciones reales resultantes sobre la industria y la manufactura en las colonias humedecían gravemente la actividad empresarial colonial, con la excepción de los sectores de la minería, la ganadería y la agricultura orientados a la exportación.

En general, las reformas económicas de Bourbon lograron el objetivo de aumentar la producción, el comercio y los ingresos reales, al mismo tiempo que desmejoraban el sentido de lealtad y fidelidad de la élite y de los subordinados ante la Corona.

Reformas políticas y administrativas

De la mano de las reformas económicas, se produjeron una serie de medidas políticas y administrativas destinadas, una vez más, a aumentar el control real de las colonias. Una serie de reformas administrativas que consistieron en la construcción de dos nuevos virreinatos: el virreinato de Nueva Granada con Bogotá como capital, que fue abolido y luego reestablecido definitivamente en 1739 y el virreinato del Río de la Plata que tenía a Buenos Aires como capital, al cual se anexó el Alto Perú en 1776.

Después de una serie de inspecciones de 1765 a 1771, la Corona trató de debilitar el poder de los criollos, cuya influencia, había crecido demasiado.

La reforma administrativa más sustancial llegó en las décadas de 1760 y 1770, con la creación de una nueva burocracia, una especie de gobernación regional llamada la intendencia, que debía informar directamente al ministro de Indias.

El sistema de intendencia, que amenazaba la autoridad de virreyes y otros altos administradores, fracasó en gran parte, como consecuencia de la inercia institucional que se había desarrollado durante los dos siglos anteriores y la resistencia de los administradores a renunciar a su autoridad.

Reformas Militares

Especialmente después de la captura británica de Manila y La Habana en 1762, la Corona española trató de mejorar su poder militar en todo el imperio.

En respuesta a la creciente violencia que se había manifestado en las revueltas andinas de los años 1740 a 1780, la Corona aumentó el número de soldados y oficiales encargados.

En general, las reformas militares fracasaron en el objetivo de fortalecer los lazos entre España y las colonias, mediante la creación de un gran cuerpo de oficiales criollos que más tarde resultarían instrumentales en las guerras de independencia.

Reformas Religiosas

En 1753, como parte del esfuerzo más amplio para reafirmar la supremacía real, la Corona negoció un convenio con Roma para tener una mayor autoridad real en la nominación y nombramiento de autoridades eclesiásticas.

La reforma borbónica más importante en el ámbito religioso fue la expulsión de los jesuitas de toda la América española en 1767.
La reforma borbónica más importante en el ámbito religioso fue la expulsión de los jesuitas de toda la América española en 1767.

La expulsión de unos 2.200 jesuitas de la América española repercutió por todo el imperio en 1767. Ésta fue una fuente crucial de desencanto entre muchos criollos de élite, lo que condujo a un nuevo enfrentamiento entre la Corona y aquellos cuyo apoyo necesitaría más para perpetuar su imperio americano.

Consecuencias

Todas estas reformas borbónicas económicas, administrativas, políticas, militares y religiosas tuvieron efectos múltiples y contradictorios que, en algunos niveles, acercaron las colonias a España y en otros profundizaron las divisiones.

Las reformas en general fracasaron en lograr los resultados deseados, principalmente al generar diversas quejas entre los criollos de élite contra la autoridad, lo que facilitó la formación de una identidad distintivamente americana y sentó las bases para las guerras de independencia después de la invasión napoleónica de Iberia en 1807 y 1808.

El Quinto Real

Fue un impuesto cobrado por la Corona española, principal fuente de beneficios que España obtuvo de sus colonias. Se fijó en 1504 para ser pagado por 10 años, pero en 1723 fue reducido casi uniformemente al diezmo (10 %). Aunque el quinto fue impuesto oficialmente sobre toda la producción de minerales, en la práctica se recolectó sólo en metales y piedras preciosas.

Antonio José de Sucre

La crónica que relata el atentado de Berruecos, en el cual muere Antonio José de Sucre, describe sin proponérselo todo cuanto representaba el Mariscal para la política de la América independentista. Las hipótesis en torno al esclarecimiento del asesinato arrojan tantos nombres como títulos de diversa naturaleza pudo cosechar este hombre. El 4 de junio de 1830 no sólo cae abatido El Héroe de Ayacucho y El Redentor de los Hijos del Sol, también muere el “hombre más importante de Colombia” después del Libertador. Su captor principal pudo haber sido cualquiera: José María Obando, Juan José Flores o el propio Francisco de Paula Santander, pues para los intereses políticos que cada uno de ellos defendía, por su cuenta o en alianza con los otros, Sucre era su principal amenaza. Los acontecimientos decretarían así la desaparición de un gran político y estadista, el cual, en medio de las luchas caudillistas y nacionalistas, siempre se mantuvo aliado al Proyecto de la Gran Nación Colombiana.

La tesis que más anima para comprender la vida de Antonio José de Sucre es la que sostiene que el personaje “vivió y murió por la política, o lo que es lo mismo, por el poder”, dice Inés Quintero. Su biografía transcurre casi en su totalidad en el ámbito de la esfera pública y los acontecimientos que la construyen serán, por lo tanto, inseparables de aquellos que marcaron la independencia de Hispanoamérica y el derrumbamiento de la Gran Colombia. Claro está que los sucesos en cuestión deben comprenderse tanto más como una lucha por el poder económico y político, cuanto menos como un episodio de guerras justicieras. La guerra era, en este sentido, uno de los instrumentos políticos de la emancipación y Sucre estuvo en las más importantes, como, por ejemplo, en la de Ayacucho.

 

Sucre nació el 3 de febrero de 1795 en Cumaná, Venezuela.

Pero no es menos cierto afirmar que Sucre era mucho más que un soldado entrenado para la guerra. Su ascenso a general no sólo ocurriría por sus virtudes militares, sino por su visión política. Comulgaba con las ideas de Bolívar, defendía la idea de la gran potencia colombiana y apostaba por la modernización de las sociedades americanas.

La carrera militar del también llamado Libertador del Sur, la inicia Antonio José de Sucre desde muy joven y quizá sin saber que estaba formándose exactamente para ello. Después de haber realizado sus primeros estudios en la escuela fundada por su tía, María de Alcalá, en la ciudad natal de Cumaná, se trasladó a Caracas, donde ingresó en la Escuela de Ingenieros del coronel español Tomás Mires. Como joven perteneciente al sistema militar de la monarquía española, se formó en los valores de orden, disciplina y autoridad, al ritmo de sus estudios de matemáticas, agrimensura, fortificación y artillería. Estos conocimientos y principios serán vitales para el desempeño de Sucre en una carrera que estaba a punto de comenzar. Estalla la revolución de 1810 en Caracas.

Las clases dirigentes de Cumaná, entre las que se encontraba la familia Sucre y Alcalá, se hallaban en la tarea de organizar el gobierno local, toda vez que se pronunciaran a favor de Caracas. Su madre, Manuela de Alcalá, había muerto cuando él tenía siete años, pero su padre, Vicente Sucre, era uno de los organizadores de la Junta Suprema y de la milicia en esa ciudad; junto a él, su vasta familia. Es fundamentalmente por esta razón que Sucre marcha hacia Cumaná para formar parte de la Comandancia de armas del gobierno recién constituido, en calidad de subteniente del Cuerpo de Milicias Regladas del Ejército de Oriente. “Empezada la revolución diría Bolívar de Sucre, se dedicó a esta arma y mostró desde los primeros días una aplicación y una inteligencia que lo hacían sobresalir entre sus compañeros. Por esta razón, una vez empezada la guerra en 1811, es convocado al Estado Mayor del Ejército de Miranda, sirviendo a su mando hasta 1812. Entre tanto, se pierde la Primera República.

La lealtad hacia Bolívar

La participación de Sucre en la empresa de reconquista de los territorios orientales, adelantada por los generales Mariño, Piar, Bermúdez y Valdés, y su posterior servicio al Estado Mayor General de Oriente, entre 1814 y 1817, le significaron al joven oficial, no sólo el desarrollo de sus habilidades y destrezas militares (“En los célebres campos de Maturín y Cumaná diría Bolívar de Sucre, se encontraba de ordinario al lado de los más audaces, rompiendo las filas enemigas, destrozando ejércitos contrarios, con tres o cuatro compañías de voluntarios que componían todas nuestras fuerzas. La Grecia no ofrece prodigios mayores”), sino además una toma de postura política frente a las diferencias que existían entre los generales orientales y Bolívar. Más tarde, todo ello se traduciría en el compromiso de Sucre con el futuro político de la Gran Nación Colombiana.

La Guerra de Independencia continuaba y en 1815, tras la derrota de Cumaná y Maturín, Sucre pasó a la isla de Margarita, desde donde, a raíz del desembarco de las fuerzas expedicionarias de Pablo Morillo, se trasladó a Cartagena. Bajo las órdenes de Lino Pombo, participó en la defensa de esta ciudad como ingeniero auxiliar. En diciembre se dirigió a Haití, en compañía de los generales José Francisco Bermúdez y Carlos Soublette, y luego a Trinidad, donde permaneció durante varios meses.

Se extendía la Guerra de Independencia y Venezuela debía decidir en relación con la unidad de sus ejércitos. El general realista, el Pacificador Pablo Morillo, avanzó por los territorios, y las contradicciones entre los generales venezolanos no permitían dar con una estrategia para propugnar la reconquista. En este marco de circunstancias regresó Sucre, en 1816, dispuesto a unirse definitivamente al Ejército Libertador, y a declarar su alianza y lealtad, únicas e irrevocables, hacia Bolívar. En octubre de 1817, a propósito de los acontecimientos de Cariaco, marchó junto al general Rafael Urdaneta para pelear en Guayana al lado de Bolívar. Los argumentos de su adhesión al Libertador se encontraban asociados al principio del orden y las jerarquías que debían guardarse en el interior de los ejércitos; “Yo no dudo que el general Mariño se convertirá al orden, no encuentro otro árbitro sino éste o el de ser un guerrillero en los montes de Güiria”. Bolívar le confiere el grado de coronel. Posteriormente, con motivo del triunfo en Boyacá, asciende a general de brigada. Una vez nombrado jefe del Estado Mayor General y ministro interino de Guerra y Marina, fue designado para participar en las negociaciones de armisticio y regularización de la guerra, que se debían adelantar con El Pacificador: “Este tratado es digno del alma del general Sucre; la benignidad, la clemencia, el genio de la beneficencia lo dictaron” diría Bolívar, a propósito del resultado favorable de las conversaciones. Mientras tanto, la Gran Colombia es decretada en Angostura, y nuevas exigencias, políticas y militares, se le imponen a Sucre como jefe del ejército en la famosa Campaña del Sur.

La campaña tenía como objetivo liberar los territorios correspondientes a la Real Audiencia de Quito y promover su adhesión a Colombia. Esta conquista era de vital importancia para la nueva nación, pues debía consolidar su hegemonía. La misión de Sucre no fue fácil, en vista de la diversidad de intereses implicados en aquella guerra. Las provincias de Quito y Guayaquil se habían alzado en armas en contra del gobierno español; y si bien todos estaban de acuerdo con la Independencia, no todos estaban a favor de la adhesión a Colombia; algunos pugnaban por la unión con Perú, en vista de las relaciones comerciales, y otros preferían la Independencia llamada “absoluta”, es decir, la autonomía. Guayaquil era una de las principales adversarias de la adhesión, pero sin embargo necesitaba el apoyo del Ejército Libertador. Sucre llegó con las tropas en su ayuda, y firmó un armisticio con los españoles que le permitiría formar un ejército digno para la contienda; simultáneamente, pactó con los guayaquileños acerca de cómo debía ser llevada a cabo la conformación y manutención del llamado Ejército del Sur. Mientras durara el armisticio, el ejército se nutriría por recursos, tanto humanos como económicos, procedentes de Colombia, pero estaría claro que conforme se fueran reclutando hombres de la región, el ejército comenzaría a depender de los recursos locales. El 24 de mayo de 1822 se llevó a cabo la batalla de Pichincha, al occidente de Quito, en la cual cayó abatido el ejército realista. Pocas horas después, Melchor de Aymerich, presidente de la Real Audiencia de Quito, firmó la capitulación. Sucre se convirtió en el Libertador de las provincias del sur de Colombia, y junto a Bolívar fue recibido con todos los honores en Quito. Se creó entonces el Departamento de Quito como una extensión del territorio de la Gran Colombia.

En 1822, junto con Simón Bolívar se convirtió en uno de los Libertadores de la Real Audiencia de Quito, que incluía los territorios de la actual Colombia y Ecuador.

La liberación del Perú

El siguiente movimiento politicomilitar en la campaña del sur consistía en la liberación del Perú. El gobierno de la Gran Colombia tenía muy claro que debía neutralizar este territorio en pro de su hegemonía; esta provincia se encontraba aún en poder de los realistas, aunque su independencia hubiera sido decretada por San Martín en 1820. Se sabía además de las pretensiones que tenía el gobierno peruano respecto a los territorios del Departamento de Quito. Sucre fue enviado a Lima y el general Santa Cruz, al alto Perú; el objetivo era estrictamente militar, y por eso Sucre aceptaría no intervenir en sus asuntos internos. La empresa no era fácil, pues la disposición hacia la libertad no era ampliamente compartida, y además existía desconfianza entre los ejércitos colombianos y del sur, por causa del poder sobre el territorio que se estarían jugando.

La batalla de Junín, el 6 de agosto de 1824, sería el último triunfo de Bolívar en América. A Sucre le quedaba aún trecho por recorrer. Liberada Lima, fue enviado en auxilio al Alto Perú. Después de la travesía, las tropas se hallaban desmejoradas físicamente; se trataba de la campaña de invierno en la sabana del Alto Ande. Sucre dispuso de todos los recursos para la dotación de hospitales y se encargó personalmente de la supervisión de los pacientes. Mientras tanto, diseñaba la estrategia junto al general Santa Cruz; la penetración de la selva del Jauja resultaba la alternativa más loable, porque pese a su elevado riesgo, su consecución sería definitoria. Bolívar se hallaba enfermo en Pativilca y Sucre era el general en jefe de la misión; se encontraba en desventaja numérica respecto al ejército realista comandado por el teniente coronel José de Canterac. La contienda duraría sólo una hora, tiempo suficiente para que la brillante estrategia de Antonio José de Sucre terminara con el último bastión de los españoles en tierra americana. Ahora le quedaba a Sucre decidir sobre los destinos del Alto Perú; la República de Bolivia estaba a punto de crearse.

Sucre, junto con Simón Bolivar(foto) fueron los fundadores de la Gran Colombia.

Teniendo en cuenta la experiencia de las intervenciones realizadas en el Departamento de Quito y en el Bajo Perú, Sucre tomó la decisión de convocar en mayo de 1825, en el alto Perú, una asamblea constituyente para que fuera a través de la consulta pública que se decidieran los destinos de las provincias. En ellas se presentaron tres tendencias claramente delimitadas: una a favor de la anexión al Río de La Plata, otra a favor de la anexión a Perú, y la tercera a favor de la Independencia absoluta. La propuesta triunfadora resultó ser la tercera, y se solicitó al Libertador que redactase una Constitución para la nueva nación. Se creó de esta manera la llamada República de Bolivia, como un régimen de carácter mixto, entre democracia y monarquía, con un presidente vitalicio, cuatro poderes y tres cámaras. Sucre fue decretado presidente de la nueva nación.

Por una América Moderna

Un ensayo de sociedad moderna estaba en la mente de Sucre, quien no tardó en redactar un proyecto de acción que en la práctica tendría poca viabilidad en tanto que su “finalidad dice Inés Quintero era adecuar la compleja y tradicional realidad altoperuana cuya composición social, estructura económica e instituciones obedecían a los rígidos intereses y jerarquías de la dinámica heredada del orden, para convertirla en una sociedad moderna ajustada a los principios del modelo liberal europeo”. Esta era la filosofía que sostuvo la lucha emancipadora de América, cuyos efectos en el ejercicio práctico de la misma se sienten incluso hoy en día, y han sido, paradójicamente, los de haber conformado sociedades híbridas en las cuales coexisten estructuras modernas y tradicionales. Dicho efecto lo vería, en su momento, el gran pensador americano Simón Rodríguez, quien, aparte de haberse desempeñado como superintendente de Educación en Bolivia durante esa época, era un gran crítico con el hábito de “imitar” los esquemas de organización social europeos; decía Rodríguez que si algo debía imitarse de Europa, era la forma como los europeos se dedicaron a “inventar” sus propias sociedades; “o inventamos o erramos” escribió el pensador. Sucre no lo entendía así y el programa de gobierno intentaría reformas profundas y radicales en el orden político, económico, social, cultural, administrativo, burocrático, educativo, en la salud, en la organización del espacio y en las instituciones.

La implantación del programa no tardaría en despertar resquemores, los cuales, al agudizarse, se transformarían en una revuelta que expulsaría a Sucre del poder. Aparte del debilitamiento del Ejército Libertador, estuvo claro que las causas más eficientes estuvieron asociadas a los dos grandes planes adelantados por el programa de Sucre. El 18 de abril de 1828 estalló una revuelta en Chuquisaca, promovida por el batallón de Granaderos del cuartel de San Francisco. Sucre fue herido en su brazo derecho, lo cual le impidirá ejercer las funciones de gobierno, encargándole al general José María Pérez de Urdinenea que le sustituya.

Penúltimo balance en la vida política

La evaluación que haría Sucre respecto a sus dos años de presidencia sitúa las causas de su defenestración política en factores asociados a la pugna por el poder, la ignorancia y la descomposición del propio sistema societario. Explicaría a Bolívar en fecha previa a su renuncia: “Nuestros edificios políticos están construidos sobre arena, por más solidez que pongamos en sus paredes, por más adornos que se le hagan, no salvaremos el mal de sus bases”. La sensación de frustración y de asqueamiento hacia la vida pública lo llevaría a manifestar su deseo de retirarse; sin embargo, lo esperaban nuevas batallas, nuevas misiones de negociación, y la propia muerte.

La noticia del atentado contra Bolívar en Colombia, en septiembre de 1828, irrumpió en la naciente vida conyugal del mariscal en Quito quien había contraído matrimonio con Mariana Carcelén, marquesa de Solanda, y le condujo a desdecirse en su decisión de retirarse a la vida privada. La vivencia de Sucre de la noticia no fue sino un indicador más de la fatalidad que, para él, estaría a punto de cernirse sobre la República Colombiana. La Gran Colombia estaba a punto de morir; Sucre lo sabía pero se animó a luchar hasta el final. Por eso, al pronunciarse en torno al atentado, apoyó a Bolívar en su decisión de haberse declarado Dictador de Colombia: el orden debía prevalecer ante todo. Casi simultáneamente, Perú le declaró la guerra a Colombia y Sucre fue designado para dirigir el batallón que haría frente a esta situación. Esta vez tendría que luchar en contra de sus antiguos aliados de la guerra emancipadora. Sin mayores dificultades, sin embargo, venció a los peruanos en la batalla de Tarquí, el 27 de febrero de 1829. Decidió emprender entonces una nueva retirada y regresó al lado de su esposa; juntos se residencian en la hacienda de Chishince, en Quito.

La frustración de la Gran Colombia

El último respiro de Colombia, sin embargo, demandaría del Mariscal su presencia en el Congreso Admirable, el cual se celebraría a comienzos de 1830. Colombia debía decidir su destino, y Sucre, como representante de la provincia de Cumaná, fue nombrado presidente del evento. Sus propuestas se encontraban orientadas al diálogo y la concertación con los departamentos que todavía conformaban la República. Como parte de la estrategia, Sucre encabezaba la comisión que iría a Venezuela, que para la fecha había decidido desconocer la Constitución de Colombia y la autoridad de Bolívar, para negociar la reversión de la decisión. Sucre emprendió viaje hacia Venezuela, pero fue detenido en Cúcuta por las autoridades venezolanas; debía permanecer en esa ciudad hasta que llegaran los emisarios del gobierno con quienes debía dialogar.

El diagnóstico que hizo Sucre de la situación colombiana le sugirió dos puntos clave para la negociación en favor del mantenimiento de la unidad; en función de ellos, propuso a Venezuela, además de acogerse a la Constitución colombiana, que ningún general o ex general del Ejército Libertador pudiera ejercer cargos de presidente en los departamentos; en el trasfondo, su intención era contradecir el rumor de que él o Bolívar estuvieran aspirando al cargo. Todo fracasó, y Sucre abandonó Colombia invadido por una profunda frustración: “Colombia sentenció Sucre dirigiéndose a un amigo está condenada a ser un caos y un barullo. Cae uno del porrazo de un militar y si tiene fuerzas para levantarse, lo espera un fraile con su excomunión; y si por casualidad guarda uno alguna bendición apostólica de reserva para escaparse, lo espera un demagogo con su cuchilla popular; y si es tan afortunado que evade los peligros, lo aguarda en el término un rentista que lo lleva a vender en un estanco. Entre tanto se hace todo en nombre de la libertad y de las leyes. Si no me equivoco, es ésta una ligera, pero exacta pintura de nuestro estado; y tan exacta, que puede Vd. imprimirla en alguna gaceta de Gobierno”.

Sucre fue abatido el 4 de Julio de 1830, luego de ser emboscado por cuatro asesinos, contactados por José María Obando.

Ya tan sólo animado por el reencuentro con su esposa y con su primogénita, emprendió el regreso a Quito. En el camino se produjo el atentado de Berruecos. Como autores materiales fueron señalados José Erazo y Apolinar Morillo, quien diez años más tarde fue apresado y fusilado por esta causa. Los autores intelectuales quedarán en la incógnita del olvido, regocijándose en la confusión de una América ya emancipada pero sometida a la pugna entre las fuerzas nacionalistas, regionalistas y las de la Gran República; de cualquiera de las primeras pudo haber procedido su verdugo, pues para cada una de ellas, Sucre era su principal enemigo. “¡Ha muerto el Abel de Colombia!”, diría el Libertador desde su exilio; con lo cual, la muerte de la Gran Colombia no tenía sino que ser decretada.