Benjamín Vicuña Mackenna fue un abogado e historiador chileno que brindó un gran aporte a la política del país, y por ello se considera uno de sus personajes más representativos. Entre sus contribuciones figuran sus acciones como intendente, época en la que la capital experimentó uno de los mayores avances urbanos de su historia.
Vicuña Mackenna se convirtió en intendente de la ciudad de Santiago de Chile en 1872, bajo el mandato del presidente Federico Errázuriz Zañartu. Una vez en el cargo, se dispuso a transformar y modernizar por completo la capital, inspirado en el progreso urbano que había observado durante sus viajes por Europa, especialmente en Francia.
Durante su administración figuran alrededor de 20 reformas significativas a la ciudad, entre las que figuran la optimización y mejoramiento de los servicios públicos, como los de transporte, seguridad, y la extensión de los sistemas de agua potable e iluminación de calles y avenidas. Además hizo construir edificaciones y estructuras de gran importancia que actualmente forman parte de la identidad de la ciudad, como el parque urbano del cerro Santa Lucía, el sistema de carreteras conocido como Camino de Cintura que marcaría los límites del centro de la ciudad, y la canalización de parte del río Mapocho para su aprovechamiento. Entre estas construcciones nuevas se encuentran además un gran número de mercados, escuelas, plazas y zonas verdes.
En 1876 abandonó el puesto como intendente para postularse por el puesto de presidente de la República en representación del Partido Liberal Democrático, aunque se retiró antes de los comicios al ser opacado por sus contendientes, en especial Errázuriz Zañartu. Desde entonces se mantuvo en el cargo de senador por Santiago y Coquimbo hasta poco antes de su muerte en 1886.
¿Sabías qué?
Los aportes de Vicuña Mackenna al pueblo chileno no se limitaban a la política, pues tenía participaciones activas en otros ámbitos. Ejerció como voluntario de la 3ª Compañía del Cuerpo de Bomberos de Santiago, de la cual fue su director, y escribió decenas de decenas de textos, principalmente de contenido histórico.
A finales del siglo XVII, el estado español se había consolidado; el comercio y la producción en sus colonias americanas se habían estancado, las deudas de España habían aumentado y sus rivales imperiales habían crecido mucho, especialmente los ingleses, holandeses y franceses.
Estas fueron razones suficientes para que, bajo el gobierno de los Borbones, se crearan una serie de reformas destinadas a revitalizar el estado y el imperio.
¿Qué son las reformas borbónicas?
Las reformas borbónicas fueron una serie de cambios administrativos, políticos, militares y religiosos que la Corona española, bajo el nombre de la Casa de Borbón, realizó con el objeto de promover el desarrollo económico y comercial.
Causas
Las reformas fueron necesarias para ayudar a modernizar la tecnología y la manufactura en España y también para ayudar a establecer la supremacía española sobre el creciente poder de los criollos que eran las élites locales en el Nuevo Mundo.
Las causas principales de estas reformas en los diferentes ámbitos se describen a continuación:
Reformas económicas
Uno de los principales objetivos de las reformas borbónicas era aumentar la producción de productos primarios de exportación en las colonias, el comercio dentro de estas y en España.
La mayor preocupación de la Corona fue la minería, que proporcionó la mayor parte de los ingresos que fluyen en el tesoro español. En un esfuerzo por estimular la producción de plata, en 1736 la Corona redujo su impuesto por la mitad.
También ayudó a asegurar un precio más bajo para el mercurio, financió escuelas técnicas y bancos de crédito, dispensó títulos de nobleza a los propietarios de minas prósperas y facilitó la formación de gremios mineros.
Desde 1717, la Corona también creó monopolios estatales sobre la producción y el comercio de tabaco.
Las restricciones reales resultantes sobre la industria y la manufactura en las colonias humedecían gravemente la actividad empresarial colonial, con la excepción de los sectores de la minería, la ganadería y la agricultura orientados a la exportación.
En general, las reformas económicas de Bourbon lograron el objetivo de aumentar la producción, el comercio y los ingresos reales, al mismo tiempo que desmejoraban el sentido de lealtad y fidelidad de la élite y de los subordinados ante la Corona.
Reformas políticas y administrativas
De la mano de las reformas económicas, se produjeron una serie de medidas políticas y administrativas destinadas, una vez más, a aumentar el control real de las colonias. Una serie de reformas administrativas que consistieron en la construcción de dos nuevos virreinatos: el virreinato de Nueva Granada con Bogotá como capital, que fue abolido y luego reestablecido definitivamente en 1739 y el virreinato del Río de la Plata que tenía a Buenos Aires como capital, al cual se anexó el Alto Perú en 1776.
Después de una serie de inspecciones de 1765 a 1771, la Corona trató de debilitar el poder de los criollos, cuya influencia, había crecido demasiado.
La reforma administrativa más sustancial llegó en las décadas de 1760 y 1770, con la creación de una nueva burocracia, una especie de gobernación regional llamada la intendencia, que debía informar directamente al ministro de Indias.
El sistema de intendencia, que amenazaba la autoridad de virreyes y otros altos administradores, fracasó en gran parte, como consecuencia de la inercia institucional que se había desarrollado durante los dos siglos anteriores y la resistencia de los administradores a renunciar a su autoridad.
Reformas Militares
Especialmente después de la captura británica de Manila y La Habana en 1762, la Corona española trató de mejorar su poder militar en todo el imperio.
En general, las reformas militares fracasaron en el objetivo de fortalecer los lazos entre España y las colonias, mediante la creación de un gran cuerpo de oficiales criollos que más tarde resultarían instrumentales en las guerras de independencia.
Reformas Religiosas
En 1753, como parte del esfuerzo más amplio para reafirmar la supremacía real, la Corona negoció un convenio con Roma para tener una mayor autoridad real en la nominación y nombramiento de autoridades eclesiásticas.
La expulsión de unos 2.200 jesuitas de la América española repercutió por todo el imperio en 1767. Ésta fue una fuente crucial de desencanto entre muchos criollos de élite, lo que condujo a un nuevo enfrentamiento entre la Corona y aquellos cuyo apoyo necesitaría más para perpetuar su imperio americano.
Consecuencias
Todas estas reformas borbónicas económicas, administrativas, políticas, militares y religiosas tuvieron efectos múltiples y contradictorios que, en algunos niveles, acercaron las colonias a España y en otros profundizaron las divisiones.
Las reformas en general fracasaron en lograr los resultados deseados, principalmente al generar diversas quejas entre los criollos de élite contra la autoridad, lo que facilitó la formación de una identidad distintivamente americana y sentó las bases para las guerras de independencia después de la invasión napoleónica de Iberia en 1807 y 1808.
El Quinto Real
Fue un impuesto cobrado por la Corona española, principal fuente de beneficios que España obtuvo de sus colonias. Se fijó en 1504 para ser pagado por 10 años, pero en 1723 fue reducido casi uniformemente al diezmo (10 %). Aunque el quinto fue impuesto oficialmente sobre toda la producción de minerales, en la práctica se recolectó sólo en metales y piedras preciosas.