Son un grupo étnico originario de Argentina, con una rica cultura y tradiciones ancestrales. Conocidos por su increíble artesanía, su música y danzas folklóricas, así como su profundo conocimiento de la naturaleza y su espíritu resiliente.
ORIGEN
Es un pueblo indígena originario del noreste de Argentina, específicamente de la región del Gran Chaco, que abarca partes de Agentina, Paraguay y Bolivia. Se cree que su presencia en la región data de hace al menos 1.500 años, en donde se asentaron como cazadores, pescadores y recolectores.
HISTORIA
Durante la época de la colonización europea, los tobas-quom entraron en conflicto con los colonizadores españoles, lo que resulto en la pérdida de sus tierras y en la disminución de su población debido a enfermedades y enfrentamientos armados. Posteriormente, durante el siglo XIX y principios del siglo XX, el avance de la frontera agrícola y ganadera en el Chaco provocó una mayor presión sobre las tierras y recursos de la etnia. En la actualidad, los tobas-quom luchan por preservar su cultura, tradiciones e idioma, que es el qom y pertenece a la familia lingüística mataco-guaycurú.
DEMOGRAFÍA
Habitan principalmente en las provincias de Formosa, Chaco y Salta en Argentina. Su población estimada es de 60.000 personas, aunque las cifras varían. La mayoría de los tobas-quom vive en comunidades rurales y enfrentan desafíos socioeconómicos significativos, incluidos la pobreza y la falta de acceso a servicios básicos como educación y atención médica. Muchos de ellos también luchan por preservar la cultura y tradiciones en un contexto de cambios rápidos y presiones externas.
ACTIVIDADES PRODUCTIVAS
Tradicionalmente, los tobas-quom se dedicaban a actividades como la caza, la pesca la recolección y la agricultura de subsistencia. La caza de animales como ciervos, pecaríes y aves, así como la pesca en los ríos y lagunas de la región, eran fundamentales para su alimentación. Además, recolectaban frutos, raíces y otros recursos naturales. También cultivaban maíz, porotos, calabazas y algodón. Actualmente, han diversificado sus medios de vida, incorporando la artesanía, el turismo comunitario y otras actividades.
RELIGIÓN
Practican una forma de animismo, en la cual creen en la presencia espiritual de seres en la naturaleza, como animales, plantas y elementos naturales. También tienen prácticas de medicina tradicional como creencias en un mundo de espíritus y la veneración de sus antepasados. Sin embargo, con la llegada de los misioneros cristianos, algunos tobas-quom también han adoptado el cristianismo, lo que ha llevado a una amalgama única de creencias religiosas en esta comunidad indígena.
MIGRACIÓN
Los tobas-quom son un pueblo indígena que históricamente ha practicado la migración estacional en busca de recursos naturales y oportunidades de trabajo. Sus migraciones pueden estar relacionadas con la caza, la pesca, la recolección de alimentos silvestres y la participación en actividades agrícolas temporales. También se han visto obligados a migrar debido a conflictos con otros grupos étnicos o a la presión de la colonización y la explotación de sus tierras.
¿Sabías qué?
Los tobas-quom son conocidos por su habilidad en la fabricación de artesanías, especialmente en la creación de cestas y tejido con técnicas tradicionales transmitidas de generación en generación. Estas artesanías no solo son apreciadas por su belleza estética, sino que también desempeñan un papel importante en la preservación de la cultura y la identidad de este grupo indígena.
Etnia indígena originaria del Gran Chaco, en la zona central de América del Sur, a este grupo se lo conoce también como mataco, palabra quechua que refiere a una especie de armadillo y con la que los pueblos de la región andina los denominaban con ánimo despectivo.
Hasta el siglo XVI los wichí habitaron sus tierras ancestrales en el centro y sur de la región del Gran Chaco, mayoritariamente en la margen izquierda del río Bermejo. Pero con el tiempo la acción invasora de los avá guaraníes (también conocidos como chiriguanos) y su propio crecimiento demográfico, hizo que se desplazaran hacia la zona norte del Bermejo, al sureste de la región chaqueña.
El haber sido durante mucho tiempo vecinos de las comunidades andinas, hizo que adoptaran de ellas algunos rasgos culturales característicos como la monogamia, la posesión familiar del territorio (restringido a grupos de parentesco) y una agricultura de incipiente desarrollo que, debido a la acumulación de excedentes, motivó el sedentarismo.
Orígenes
Muchos antropólogos atribuyen a los wichí origen patagónico o pámpido, aunque con indudables influjos y aportes amazónidos y ándidos, lo cual se ve reflejado en su talla: su estatura promedio es generalmente menor a las de otras etnias chaqueñas de la familia pámpida.
Lengua
Su idioma pertenece a la familia lingüística mataco-guaycurú, subfamilia mataco-mataguayo. Es un grupo al que pertenecen también otras etnias como los chorotes, makás, chulupí, mataguayos y vejoces. En la actualidad este último grupo tiene tal grado de afinidad con los wichí que se los considera como una parcialidad étnica.
Los wichí confieren identidad cultural a su territorio al “dar nombres a la tierra”. El uso consiste en asignar topónimos a los sitios significativos del entorno, lo cual convierte el espacio en un territorio culturalmente organizado. En promedio, las tierras ocupadas por una comunidad wichí abarcan tradicionalmente un área de 100 km y disponen de unos cuarenta topónimos.
Organización social
Consolidaron definitivamente su sedentarismo hacia el siglo XVI, instalándose en paraderos y asentamientos en las orillas de los ríos. Sus comunidades se organizaron en torno a las relaciones de parentesco. Estas comunidades tenían como jefe a un anciano al que secundaba un consejo comunitario de varones, conformando así el gobierno de cada aldea. La unión de varias comunidades constituía las parcialidades.
Los wichí vivían en chozas en forma de cúpula construidas con ramas, con un radio que iba de 2 a 3 metros de diámetro y que era habitada por los integrantes de una familia. Practicaban la monogamia, aunque los caciques solían tener más de una mujer.
Para la práctica de la caza, una de sus actividades productivas más relevantes, se agrupaban en bandas u hordas, bajo la autoridad de un cacique. A estas bandas se las conocía también como tribus, estaban formadas por una cantidad variable de individuos y se asentaban en lugares de buena caza, pesca y vegetales; generalmente lugares altos con ríos o lagunas en sus proximidades.
Si bien su lengua no tenía escritura, se caracterizaron por transmitir oralmente, de generación en generación, los elementos constitutivos de su cultura. En ese aspecto se destacan sus cualidades artísticas como recursos estratégicos para mantener su identidad y el sentido de pertenencia al clan familiar.
Actividades productivas
Los wichí mantuvieron hasta principios del siglo XX el modo de producción cazador-recolector. Sus principales actividades productivas, hasta entonces, eran la caza, la pesca y la recolección. La agricultura, a pesar del influjo andino del que se ha hecho mención, estaba poco desarrollada, limitándose apenas a la horticultura. Entre los pocos cultivos que practicaban (siempre a cargo de las mujeres) se contaban el zapallo, el maíz y el poroto. Pero en cuanto las condiciones les eran propicias, todos se dedicaban a la recolección estacional de cocos de palmera como el pindó, yatay y caranday, la algarroba, porotos cimarrones, tuna, tasi y miel.
La pesca, tanto en los ríos como en las aguadas interiores, era principalmente una actividad de la época seca, mientras que la recolección de la miel se realizaba principalmente en la época de lluvias.
Su calendario se regía por los ciclos de obtención de los recursos alimentarios, tomando un modo circular: el año se iniciaba ritualmente en el tiempo correspondiente al mes de agosto, y a ese inicio le sucedía la estación llamada nawup (“luna de las flores”); seguía a partir de noviembre la yachup (“luna de las algarrobas”); luego, finalizando el verano austral venía la estación lup (“luna de las cosechas”) y finalmente la fwiyeti (“luna de las heladas”).
Producían sus utensilios y herramientas en madera, pero también practicaban otras artesanías como la cestería, cerámica, piedra pulida y textiles. En este último rubro se destacaban por la confección de bolsas hechas de caraguatá o chaguar, con lo que hacían, además, morrales y un tipo de bolso llamado yiska, costumbre que han mantenido hasta nuestros días.
YISKA
Este tipo de bolsos se hace en forma de malla apretada con una aguja gruesa de madera, plantando dos palos en el suelo y colocando un hilo tirante entre ellos. Sobre este se hace una primera hilada de lazada usando la cantidad de mallas necesarias de acuerdo al tamaño que se desea obtener. Luego se agrega una segunda vuelta entrecruzando los hilos de modo que al no apretar el nudo quede la malla abierta.
Los dibujos con que las decoran se obtienen combinando distintos colores y llevan el nombre de “codos”, “lomos de avestruz”, “caparazón de tortuga”, “cuero de lampalagua”, “frutos de doca”, “dedo de carancho”, “pata de corzuela”, “pata de loro”, “cuero de yarará”, “pata de zorro” o “pecho de pájaro carpintero”.
EL CHAGUAR
Su nombre científico es Bromelia hieronymi, y es una planta alimenticia y textil que se encuentra en el Chaco salteño. Su fibra es utilizada desde tiempos remotos por los wichí, a tal punto que podría decirse que en ella late su identidad cultural.
La actividad que practican en torno al chaguar es realizada por las mujeres. Son ellas quienes, formando pequeños grupos, van al monte a cosechar, luego desfibran, hilan, tiñen y tejen. Conocen perfectamente los lugares donde encontrar la planta y eligen entre ellas las que tienen el tamaño y la calidad requerida para sus quehaceres. Limpian la fibra machacándola, raspándola y remojándola en agua una y otra vez. Una vez limpia se la deja secar al sol durante uno o dos días. Para hacer el hilado se unen varias hebras, torciéndolas con las manos sobre el muslo en un movimiento rápido para el que se necesita mucha práctica. Después de hilada la fibra, cuando han obtenido varios metros de hilo, forman ovillos. El hilo se tiñe usando distintos tintes provenientes de plantas de monte, con los que obtienen el negro, marrón, gris y rojo, entre los colores más usados. Así queda listo para iniciar el tejido.
Creencias
Eran animistas, rindiéndole culto a los seres de la naturaleza, pero con la idea de la existencia de un ser superior al que llamaban Tokuah o Tokuaj, y que se ocupaba de dirigir el mundo. Como en otros pueblos aborígenes, atribuían a los chamanes poderes curativos y vínculos con los seres espirituales.
Actualidad
De acuerdo a datos obtenidos a comienzos de 2005, los wichí habitan principalmente en la zona este del departamento boliviano de Tarija y en el Chaco salteño, ubicado en el noreste de la provincia de Salta, en Argentina. A estos sitios se suman asentamientos en el oeste de las provincias argentinas de Formosa y Chaco, y en el extremo noroeste de Santiago del Estero.
Riesgos
Desde comienzos del siglo XX los wichí sufren la ocupación de sus tierras ancestrales, tierras que se han visto castigadas con la deforestación, la introducción de ganado y actualmente la siembra de soja. A través de un estudio realizado en 1998 por la Universidad Clark de Worcester, Massachussetts, pudo saberse, gracias a imágenes obtenidas por satélite, que entre 1984 y 1996 fue desmontado el 20 % de los bosques de la región, lo que significó un duro golpe para un grupo cuyas principales actividades dependen del equilibrio de su ecosistema.
Para terminar con estos abusos los wichí llevan años luchando por obtener los títulos de sus tierras. Los principales reclamos se centran en tierras fiscales localizadas en el este de la provincia de Salta. La ley les ha reconocido el derecho sobre estas tierras, pero el gobierno provincial no ha ejecutado las medidas necesarias para que la situación se haga efectiva.
La situación se agravó en 2004 cuando el gobierno de Salta decidió quitar el estatus protegido de la Reserva Natural de General Pizarro, en el departamento de Anta, donde vivían alrededor de cien wichí, para vender parte de esas tierras a empresas privadas. Luego de meses de lucha los dirigentes aborígenes se reunieron con autoridades nacionales que mediaron ante el gobernador salteño. La negociación entre las partes terminó con la firma de un acuerdo entre la Administración de Parques Nacionales y el gobierno de la provincia de Salta, por el que se creó una nueva zona protegida nacional en General Pizarro. Los wichí tendrán allí derecho de uso sobre 22 km2 y la propiedad de 8 km2.