Lenguaje cotidiano

El modo de habla que solemos utilizar en nuestra vida cotidiana es la clave para conectarnos con los demás y expresar nuestras ideas. A través del lenguaje cotidiano o informal se crean lazos indestructibles en la comunicación, pues se usan vocablos de uso frecuente que están alejados, en cierta medida, de las normas formales.

¿Qué es?

Es el lenguaje que se emplea en la vida diaria para comunicarnos con las personas que nos rodean. Es el medio que utilizamos para expresar nuestras ideas, emociones, opiniones, deseos y necesidades de una forma clara y efectiva.

CARACTERÍSTICAS

Usa términos coloquiales: se utilizan muchas palabras y expresiones que no están en un registro formal.

Simplifica la gramática: utiliza frases cortas y sencillas. No se pretende hacer una exposición formal, sino más bien comunicar una idea de forma eficiente.

Emplea modismos: es muy común el uso de frases hechas o modismos que se repiten con frecuencia. Estas frases tienen un sentido figurado y su significado puede variar según el contexto en el que se utilicen.

Es emocional: en este tipo de lenguaje las emociones juegan un papel importante. La comunicación se realiza a través de los sentimientos y las sensaciones, lo que puede llevar a malentendidos si la intención no se comunica correctamente.

Permite ironías y sarcasmos: estas figuras literarias se utilizan con frecuencia en el lenguaje cotidiano, con la finalidad de comunicar una idea de forma indirecta, como una forma de crítica o burla.

Está influenciada por la cultura: esto puede llevar a diferencias importantes en el uso del lenguaje entre distintos países o regiones.

Es esencialmente oral: depende de elementos contextuales y paralingüísticos, como la gestualidad, la situación, el tono y el entorno, entre otros. Lo que además lo hace difícil de transcribir.

Un lenguaje emotivo

Uno de los aspectos más importantes es su capacidad para transmitir emociones y sentimientos de una manera más efectiva que el lenguaje formal. Por ejemplo, en una conversación coloquial es común utilizar expresiones como “estoy hasta las narices” para expresar frustración o “me muero de risa” para indicar que algo es muy divertido.

IDENTIDAD CULTURAL

El lenguaje cotidiano tiene una estrecha relación con la cultura y la identidad de las personas. En él se reflejan las diferentes formas de ver y experimentar el mundo, así como las tradiciones y costumbres de cada cultura. Por lo que destaca una función relevante en la construcción de la identidad de las personas, así como en la transmisión de valores y creencias.

IMPORTANCIA DEL BUEN USO

El lenguaje cotidiano es un elemento fundamental en nuestra vida diaria y permite comunicarnos de forma clara, efectiva y cercana con las personas que nos rodean. Es por ello que debe ser utilizado de forma respetuosa y tolerante hacia todas las personas; además, se debe evitar el uso de un lenguaje vulgar, agresivo o discriminatorio que pueda ofender a los demás.

Su uso en diferentes contextos

En situaciones informales, como conversaciones con amigos o familiares.

En el ámbito laboral es común el uso de algunas expresiones coloquiales, como “echarle una mano”, aunque en general se utiliza un lenguaje más formal.

En el ámbito educativo su uso puede ser más variable. Por ejemplo, en algunos cursos de formación académica, en los que la relación entre estudiantes y profesores es más cercana se puede utilizar expresiones y frases más informales, pero sin perder la corrección gramatical y el tono formal.

En la televisión y los medios de comunicación su uso es más frecuente, especialmente en los programas de entretenimiento, en los que los presentadores utilizan un lenguaje más cercano para conectar con el público. Utilizan expresiones y frases populares para hacer más amena la comunicación.

LA ERA DIGITAL

Con la aparición de nuevas tecnologías y las redes sociales, el lenguaje ha evolucionado rápidamente para dar lugar a nuevas expresiones y términos que se han introducido al lenguaje cotidiano.

El uso de dispositivos móviles y aplicaciones de mensajería instantánea han hecho que la comunicación sea más rápida y sencilla y, a su vez, ha impulsado el uso de abreviaturas y emoticonos como parte del lenguaje. En las redes sociales, por ejemplo, es más común el uso del lenguaje informal, que utiliza expresiones y frases comunes. Además, las redes sociales han dado lugar a nuevas formas de comunicación, como los hashtags, que se han incorporado al lenguaje como una forma para clasificar y etiquetar contenidos.

¿Sabías qué?
Una persona promedio utiliza alrededor de 16.000 palabras diferentes en su lenguaje cotidiano. ¡Esto es todo un arsenal lingüístico para comunicarnos en nuestro día a día!

Tus datos personales en las redes

¿Está bueno que tengas tu perfil público en las redes sociales? ¿Cuánta información de tu vida está disponible en internet? ¿A cuántos de tus datos puede acceder un desconocido? Conocé qué son los datos personales y cuáles son tus derechos.

Por Educ.ar

¿Qué son los datos personales? Tu nombre y apellido, tu número de DNI, tus huellas digitales, tus imágenes (fotos o videos, en cualquier soporte), tu historia clínica o datos sobre tu salud (por ejemplo, enfermedades crónicas o embarazos), tus elecciones sexuales, tus creencias religiosas, convicciones políticas, etcétera. Y, porque son personales, tenés el derecho a que no se conozcan a menos que vos así lo quieras.

Estos datos son propiedad de cada uno y forman parte de la intimidad. Solo tenés que divulgarlos si tenés ganas, si querés que la gente, incluso mucha gente que no conocés, pueda conocer esto de vos. Por eso, a la hora de subir o divulgar tus datos en la web, tenés que saber que puede traer riesgos y ser peligroso en algunos casos. Cierta información en las manos equivocadas puede ser usada para crear cuentas falsas, realizar estafas o engaños informáticos o afectar profundamente la imagen pública y privada de alguien y su entorno cercano.

Este video que te presentamos sirve para pensar y reflexionar un poco sobre esto. Además te proponemos un ejercicio que podés hacer con algunos amigos para que vean cuánta y qué información de cada uno circula en la web. La actividad es la siguiente:

1) Júntense algunos amigos y divídanse en dos grupos. Hagan una búsqueda en internet (a través de Google) de los datos que aparecen de alguna de las personas del otro grupo y vean qué información encuentran. Luego elijan hacer una de estas posibilidades:

a. escribir una historia con los datos que encontraron de esa persona en la web;
b. escribir un poema o una receta de cocina o un aviso clasificado de «buscado» con los datos de esa persona que buscaron;
c. con una imagen, representar los datos que encontraron de esa persona en la web;
d. hacer una caricatura y destacar los datos más relevantes que encontraron en la web de esa persona.

2) Después, muestran las producciones y entre todos tratan de adivinar quién es la persona.
3) Hagan una búsqueda de sus propios nombres para verificar qué información tienen pública de sí mismos para poder hacer las configuraciones pertinentes si les parece que hay alguna información que quieren que no sea pública.

Ahora que lo sabés, podés elegir y dedicir qué datos tuyos querés que circulen en la web.

Fuente: http://www.educ.ar/sitios/educar/blogs/ver?referente=estudiantes%20&id=%20120391&cat=ed_blogs_cat_estudiantes

Licencia: CC BY-NC-SA 4.0

Programar no es sólo para los programadores

Saber programar, hoy en día, es como saber leer y escribir. ¿Te parece muy difícil? Vas a ver que no.

Por Educ.ar

Seguramente, usás mucho la computadora y los programas que vienen cargados o que le cargaste vos. Ahora, el desafío es dar un paso más: que puedas programar para producir cosas nuevas tales como historias interactivas, juegos, animaciones y simulaciones.

Quizá pienses que programar es muy difícil, y que es algo para pocos que saben mucho. Pero, en verdad, es tan sencillo como aprender a «decirle» a la computadora qué querés que haga. Es enseñarle a hacer algo y después pedirle que lo realice. Una vez que lo sepas, vas a poder poner en práctica tus ideas, convertirlas en realidad y compartirlas.

Si sabés programar, la computadora te abre la puerta a un mundo sin límites y lleno de posibilidades para expresarte y crear.

Atención: no quiere decir que todos tengamos que ser programadores, sino que tener algunos conocimientos pueden resultar muy importantes para cualquier área o carrera en la que elijas especializarte en el futuro.

¿Qué aprendemos cuando programamos?

Los expertos cuentan que aprender a programar es algo muy parecido a aprender un idioma nuevo. Por ejemplo, para que una persona maneje bien el español, tiene que aprender no solo a leer, sino también a escribir. De la misma manera, para manejar la tecnología, hay que aprender a «escribir» en su lenguaje y crear con ella.

Fuente: http://www.educ.ar/sitios/educar/blogs/ver?id=120954&referente=estudiantes

Licencia: CC BY-NC-SA 4.0

Compartir

Hoy en día, compartir es una acción que tiene nuevos significados gracias al desarrollo de la tecnología. ¿Cómo compartís tus archivos? ¿Qué sitios usás? Acá te dejamos algunos datos que pueden servirte.

Por Giulia Santantonio

Viste un video que te gustó, escuchaste una canción de la que hablaron con tus amigos o leíste que salió una nueva peli, y lo publicás en tu muro de Facebook para compartirlo con tu entorno, es decir, con gente con la que tenés intereses en común. Seguro que, de la misma manera, estas personas también comparten información que a vos te gusta o te parece interesante. ¡De eso se trata compartir y hay un montón de maneras de hacerlo!

Compartir también es muy útil a la hora de hacer trabajos o producciones en grupo. Por ejemplo, si tenés que hacer un trabajo grupal en la compu y cada uno tiene que hacer una parte, van a tener que compartirlo de alguna manera para después juntarlo, imprimirlo y entregárselo a la profe, ¿no es cierto?

Antes, cuando no existía internet, estaban los disquetes: se guardaba todo ahí y se abrían en cualquier computadora. Así se pasaron muchos archivos hasta que llegó el CD y después el pendrive.

Con la aparición de internet, se empezó a mandar todo por correo electrónico: nunca se perdía nada y siempre se podía volver a las versiones anteriores. De todas maneras, que a menudo las casillas no tuvieran la capacidad suficiente para mandar archivos grandes podía ser un problema. Actualmente, mucho se comparte por Facebook, aunque sobre todo de una manera pública y abierta.

Hoy también existen sitios específicos que hacen que toda esa información que se quiere compartir quede en la nube (ese espacio virtual donde está todo). Lo bueno de esto es que no hay que acordarse de llevar ni CD ni pendrive y que se puede abrir desde cualquier compu con conexión a internet.

Por ejemplo, en muchos lugares se usa Dropbox: solo te registrás y pasa a ser una carpeta más de la compu, pero que ¡podés abrir desde cualquier compu!

También se usa Google Drive, donde con una cuenta de Gmail, además de compartir archivos, vas a poder chatear sobre lo que estás haciendo con tus compañeros.

Otra manera de hacerlo es a partir de una red. Esto significa que sos parte de un conjunto de compus que están conectadas entre sí. Se suben los archivos a una carpeta en red y se comparten. Y para esto no es necesario tener internet, sino solo pertenecer a este grupo de compus.

Si usás Huayra y pertenés a una red en la escuela, hay una opción mucho más específica: Huayra Compartir. Por un lado, podés usar la carpeta Compartir Web y todo lo que guardes allí lo vas a poder descargar usando el navegador web. Pero también podés usar IpTux, un chat que detecta automáticamente todas las netbooks conectadas a la misma red y con las que podés chatear y compartir archivos.

¿Conocías estos programas para compartir tus archivos/material? Y, si no, ¡probalos y contanos cómo te fue! ¿Qué beneficios les descubriste, en qué te ayudaron?

Fuente: http://www.educ.ar/sitios/educar/blogs/ver?referente=estudiantes&id=123027&cat=ed_blogs_cat_estudiantes

Licencia: CC BY-NC-SA 4.0

 

¿Estás seguro?

Intercambiar imágenes, videos y opiniones en internet permite el acceso a un mundo de relaciones que también exige cierta precaución. Hoy, lo que decimos y mostramos en las redes sociales se expande a gran velocidad y tiene alcances que no podemos controlar. Por eso, antes de compartir alguna información, conviene reflexionar para luego, sí, dar un clic seguro. Sobre esto y mucho más nos habla Sergio Balardini, un especialista.

Por Educ.ar

¿Quién es Sergio Balardini?

Sergio Balardini es psicólogo y trabaja, hace años, en temas relacionados con la juventud. Para ello se vincula constantemente con adolescentes de todo el país. Actualmente, se interesa en las subjetividades que surgen a partir de las tecnologías que utilizan los jóvenes cada vez con más naturalidad. Trabaja para la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y la Fundación Friedrich Ebert (FES).

Según las investigaciones, ¿cuáles son los comportamientos más comunes de los adolescentes en relación con la tecnología?

 La primera cuestión que hay que tener en cuenta es que ya no hay un adentro y un afuera de la tecnología. Los chicos usan internet como un continuo de sus vidas reales. Por esta vía, siguen haciendo cosas que ya venían haciendo, como por ejemplo escuchar música. Además, ven videos y buscan mucha información. Los chicos se informan, prácticamente, a través de internet y la televisión. Otra cosa, por supuesto, es permanecer conectados por medio del chat. Está naturalizado que los jóvenes que tienen las condiciones materiales para hacerlo –es decir, que cuentan con computadora en sus casas– llegan y encienden la computadora, y dejan el chat permanentemente abierto. Las nuevas tecnologías facilitan estar conectados permanentemente.

En las redes sociales, ¿también se ve ese continuo entre el afuera y el adentro? 

Las redes sociales son la frutillita de un postre que ya se venía preparando. Los chicos ya se comunicaban mucho vía chat. Ya enviaban plurimensajes a través del celular. Ya existía la base sobre la cual funciona esto de estar conectados, enredados, comunicados todo el tiempo. Las redes sociales desarrollaron una plataforma para eso que ya estaba facilitado, potenciado, expandido, y ese es uno de los elementos de su éxito.

¿Cuál es la actividad más común de los jóvenes en las redes sociales?

Hay que pensar las redes sociales como la plaza pública: un lugar de encuentro, que ofrece muchas más posibilidades que el chat. La inclusión de imágenes, por ejemplo, es muy significativa en esta época, y para los adolescentes en particular. Por supuesto que hay otras cuestiones que tienen que ver con la posibilidad de armar grupos de interés, la pertenencia, la identidad. Las redes sociales son una plaza pública para estar, pero que permite diferentes modos de estar. Y esto se vuelve funcional al continuar la vida por fuera de internet.

¿Este tipo de actividades supone riesgos?

Siempre hay riesgos. Hay riesgos por fuera de internet, por supuesto. En otros tiempos, uno trataba de ser cuidadoso como adulto y, a su vez, trataba de educar a los chicos para que aprendieran a cuidarse en la calle. Pero internet y la tecnología producen fenómenos nuevos. Antes, si uno decía algo oralmente, eso no quedaba documentado en ningún sitio. Entonces, al día siguiente uno se podía olvidar y nadie podía hacerte rendir cuentas, salvo la persona a la que se lo habías dicho. Era algo que tenía vida efímera. Lo que cambia ahora es la temporalidad y la extensión espacial de este tipo de fenómenos. Cuando subís una foto o un video, no depende solo de vos a quién le va a llegar. Es algo prácticamente inabarcable hasta dónde puede llegar o cuánto tiempo pueden permanecer los efectos de estas acciones.

Después, hay otros temas. Como en la vida real, en internet también hay gente que vive buscando de qué manera puede apropiarse indebidamente de algo. Al subir una foto que dice “Nos fuimos de vacaciones”, “Vamos a estar quince días afuera”, “Qué linda la playa” y poner la foto de la casa de la que te fuiste y el teléfono fijo de ese lugar o la dirección, estás avisando que no hay nadie en tu casa. Esto también les llega a otras personas, más allá de las que uno conoce. En general, los chicos construyen sus propios sistemas de cuidado, entonces, por ejemplo, dicen: “Yo, antes de aceptar a alguien que no conozco que me pide ser su amigo, miro cuántos de mis amigos lo tienen y a quién le puedo preguntar por él”. Pero también sucede que aparece la foto de una chica o un chico lindos y se los acepta por eso.

¿Cuál debería ser entonces el rol de los adultos?

A mí me resulta muy interesante que haya adultos tensionando una conversación, porque el adulto siempre, para bien o para mal, tiene más experiencia. Eso permite hablar, sin ponerse en el lugar de maestro ciruela, y entablar cierto diálogo que ayuda a los chicos a pensar dos veces, tres veces, antes de subir una foto, un video o una opinión comprometedora.

Es importante que los adultos asuman ese rol, porque en esta sociedad, tan parecida al Gran Hermano, la cuestión de la privacidad, que es el otro gran tema, está muy diluida. Cuestiones que en otros casos uno diría: “Bueno, estas son fotos del orden de lo íntimo” hoy ocupan el espacio de lo público, legitimado por lo que se ve en los medios masivos, fundamentalmente en la televisión.

En tiempos de exposición, cuando la imagen tiene mucho que ver con la construcción de la identidad y el reconocimiento, con una cierta gratificación emocional, la imagen expuesta es un bien valorado. Uno podría pensar y estar de acuerdo con que lo público y lo privado no siempre fueron lo mismo, pero eso puede cambiar; las nuevas tecnologías empujan en esa dirección. Ahora, como adulto, entre los roles de protección y de cuidado, aparece alertar sobre las posibles consecuencias de algunas cosas que, al menos hasta hace muy poco, operaban negativamente si se hacían públicas. Ciertas acciones pueden tener un efecto no benéfico en la historia futura. Entonces, como adultos, tenemos que alertar y decir: “Mirá, sería conveniente que pienses dónde está el límite, en mi opinión está acá, yo creo que debería ser este”.

¿Los jóvenes perciben los riesgos?

Yo creo que sí, la mayoría de los jóvenes tienen idea de estas cosas. Lo que no tienen es la perspectiva, porque esto es algo que da el tiempo. Por eso, es necesaria la presencia de un adulto. Lo que pasa es que cuando los adultos solamente censuran, los adolescentes prefieren la ausencia del adulto. Por ejemplo, muchos adolescentes refieren que han pasado por situaciones incómodas, pero no le han contado a ningún adulto. Dicen que no entienden: “Lo que van a hacer es apagarme la computadora, decirme que no me conecte más, me van a sacar el Facebook, entonces prefiero no decirles”. Por lo tanto, no solo se necesita, a mi juicio, un adulto que pueda intervenir, sino un adulto que pueda dialogar.

¿Existe un uso responsable de internet?

El uso responsable de internet, en realidad, es cierta traducción de las conductas responsables que uno lleva en la vida. Existe toda una serie de herramientas, recursos y propuestas para actuar en internet. Lo interesante es cuando este tipo de propuestas son conversadas con los adolescentes. Cuando se puede construir en conjunto. Cuando uno propone debatir ciertas cuestiones, eso genera finalmente las mejores medidas, decisiones o modos de hacerlas cosas, a partir de la apropiación de los adolescentes. Si los adolescentes no participan en la discusión, es muy difícil que luego se apropien de esos modos de hacer. Muchas veces, los adultos no hablamos con claridad y firmeza a partir de nuestras convicciones, porque tememos quedar como autoritarios. Pero argumentar a favor de lo que realmente creemos es un muy buen punto de partida para establecer un diálogo sensato. Cuando nos cerramos al diálogo, los adultos solemos dar respuestas para un mundo que ya no existe más, que quedó en el pasado, y eso los jóvenes lo perciben.

Fuente: http://www.educ.ar/sitios/educar/blogs/ver?referente=estudiantes%20&id=%20117938&cat=ed_blogs_cat_estudiantes

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