El trabajo infantil

¿Qué se entiende por “trabajo infantil”? Pues bien, existen diferencias considerables entre las numerosas formas de trabajo realizadas por niños. Algunas son difíciles y exigentes; otras, más peligrosas e incluso reprobables. Ahora bien, no todas las tareas realizadas por los niños deben clasificarse como “trabajo infantil” que se deba erradicar. Por lo general, la participación de niños o adolescentes en trabajos que no atentan contra su salud y su desarrollo personal ni interfieren con su escolarización se considera positiva. Entre ellas cabe citar la ayuda que prestan a sus padres en el hogar, la colaboración en un negocio familiar o las tareas que realizan fuera del horario escolar o durante las vacaciones para ganar dinero. Este tipo de actividades son provechosas para el desarrollo de los pequeños y el bienestar de la familia; les proporcionan calificaciones y experiencia, y les ayuda a prepararse para ser miembros productivos de la sociedad en la edad adulta.

Ilustración que remarca la explotación infantil en la agricultura.

El término “trabajo infantil” suele definirse como todo trabajo que priva a los más chicos de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico. Así, se alude al trabajo que: es peligroso y perjudicial para el bienestar físico, mental o moral del niño; interfiere con su escolarización; les obliga a abandonar la escuela de forma prematura; les exige combinar el estudio con un trabajo pesado y que insume mucho tiempo.

Con todo, en las formas más extremas de trabajo infantil, los niños son sometidos a situaciones de esclavitud, separados de su familia, expuestos a graves peligros y enfermedades y/o abandonados a su suerte en la calle de grandes ciudades. Por ello, y aunque el trabajo infantil adopta muchas formas diferentes, una prioridad es la eliminación inmediata de las peores formas de trabajo infantil, a saber:

• Todas las formas de esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, como la venta y la trata de niños, la servidumbre por deudas y la condición de siervo, y el trabajo forzoso u obligatorio, incluido el reclutamiento forzoso u obligatorio de niños para utilizarlos en conflictos armados;

• La utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la prostitución, la producción de pornografía o actuaciones pornográficas;

• La utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la realización de actividades ilícitas, en particular la producción y el tráfico de estupefacientes.

• El trabajo que, por su naturaleza o por las condiciones en que se lleva a cabo, es probable que dañe la salud, la seguridad o la moralidad de los niños.

De este modo, el trabajo que pone en peligro el desarrollo físico, mental o moral del niño, sea por su naturaleza o por las condiciones en las que se efectúa, es denominado “trabajo peligroso”. Esta modalidad se realiza en un entorno laboral de riesgo o insalubre, y cuyas deficiencias en cuanto al nivel de seguridad y salud podrían causar la muerte, una lesión o una enfermedad. De hecho, algunas lesiones y la mala salud pueden ocasionar una discapacidad permanente, mientras que los problemas de salud ocasionados por el trabajo durante la infancia no suelen desencadenarse o manifestarse sino hasta que el niño ya se ha convertido en adulto.

El drama de la explotación infantil es común en todos los países.

El trabajo infantil peligroso, constituye la categoría más preocupante de las peores formas de trabajo infantil, y se calcula que engloba a 115 millones de niños en edades comprendidas entre los 5 y los 17 años de edad que trabajan en sectores tan diversos como la agricultura, la minería, la construcción, la manufactura, la industria de servicios, la hotelería, los bares, la restauración, los establecimientos de comida rápida y el servicio doméstico. Esto ocurre tanto en países industrializados como en países en vías de desarrollo.

Puesto en la misma situación de un trabajador adulto, un niño que trabaja entonces está expuesto a todos los peligros a los que aquél está expuesto. Sin embargo, su vulnerabilidad es mucho más evidente. La falta de protección en materia de seguridad y salud suelen acarrearles consecuencias devastadoras y duraderas, y puede ocasionarles accidentes, discapacidades permanentes, mala salud y perjuicios de índole psicológica; tanto de comportamiento como emocionales. Por ello, al hablar de niños que trabajan es importante trascender los conceptos de peligro y riesgo laboral tal como se aplica al caso de los trabajadores adultos, ampliándolos para que abarquen los aspectos propios del desarrollo y la niñez; los niños todavía están creciendo y tienen características y necesidades especiales que deben recordarse al establecer los consiguientes peligros y los riesgos del lugar de trabajo considerando su salud física, cognitiva, el desarrollo de la conducta y el crecimiento emocional.

Por ello, uno de los medios más importantes para abordar el trabajo infantil es comprobar periódicamente los lugares donde puede haber niñas o niños trabajando. Así pues, la vigilancia y el seguimiento del trabajo infantil darán lugar a un proceso activo que velará porque se realice esta investigación y se coordine adecuadamente. Su objetivo general es garantizar que, a raíz de la vigilancia y el seguimiento, los niños trabajadores y los jóvenes legalmente empleados estén a salvo de la explotación y de los peligros en el lugar de trabajo. Por otra parte, en la práctica, la vigilancia y el seguimiento conllevarán a la identificación, remisión y protección de los niños trabajadores, así como también a la prevención del trabajo infantil. La finalidad es proteger a todos los niños que viven en una zona geográfica determinada. Las principales actividades incluyen la repetición periódica de observaciones directas para identificar a los niños trabajadores y determinar los riesgos a los que están expuestos, remitirlos a los servicios pertinentes, comprobar que se les ha retirado y hacer un seguimiento posterior para garantizar que disponen de alternativas satisfactorias.

El trabajo infantil en minas y canteras es una constante.

La educación es el elemento decisivo de toda actividad eficaz para erradicar el trabajo infantil. Ahora bien, existen muchas explicaciones acerca de él que guardan relación entre sí, aunque ningún factor aislado explica plenamente la persistencia del fenómeno ni por qué en algunos casos aumenta. En última instancia, la forma en que diferentes causas interactúan en diferentes niveles entre sí determina si un niño trabajará o no. De hecho, la participación de los niños en la fuerza de trabajo es infinitamente variada y cambiante, y responde a los cambios sociales y del mercado. A ello se agrega la flexibilidad de la enorme y desprotegida fuerza de trabajo infantil. La pobreza y la exclusión social, la movilidad de la mano de obra, la discriminación y la falta de suficiente protección social y de oportunidades de educarse inciden en la situación de este tipo de explotación.

La experiencia ha demostrado que la combinación de crecimiento económico, respeto de las normas del trabajo, educación universal y protección social, junto con una mejor comprensión de las necesidades y derechos de los niños, puede reducir de forma significativa las cifras del trabajo infantil, un problema persistente que, incluso si se supera en ciertos lugares o sectores, tiende a reaparecer en modalidades nuevas y a menudo imprevisibles. La respuesta al problema debe ser tan versátil y adaptable como la propia problemática. No existen las fórmulas sencillas y rápidas para solucionarlo, ni un programa de acción de aplicación universal; la esperanza, como siempre, radica en la educación.

Problemas de salud en la adolescencia

La adolescencia es un período de crecimiento y desarrollo humano, en el cual el ser humano presenta una serie de cambios físicos y sociales previos a convertirse en un adulto. Sin embargo, no todos los adolescentes desarrollan estos cambios de la misma manera y como consecuencia se genera una serie de problemas que afecta la salud de los mismos.

La comunicación en la familia es un factor importante para prevenir problemas de salud en la adolescencia.
La comunicación en la familia es un factor importante para prevenir problemas de salud en la adolescencia.

Principales problemas de salud en adolescentes

El embarazo precoz

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente el 11 % de todos los nacimientos a nivel mundial corresponden a adolescentes entre los 15 y 19 años. Las mayores cifras de embarazos precoces se registran en países de ingresos bajos y medianos debido a diversos factores socioeconómicos.

Los riesgos y complicaciones relacionados con el embarazo precoz son la principal causa de mortalidad entre las jóvenes de 15 a 19 años en todo el mundo.

Para prevenir un embarazo precoz es importante que las adolescentes estén orientadas sobre temas sexuales como el aborto y las enfermedades de transmisión sexual, tanto en la escuela como en el hogar. Además, es necesario fomentar en los jóvenes el crecimiento de su autoestima y prepararlos para ser adultos maduros y responsables capaces de tomar las decisiones correctas acerca de su sexualidad. Si los adolescentes tienen una vida sexualmente activa, se recomienda el uso de métodos anticonceptivos para prevenir un embarazo no deseado.

El 11 % de todos los nacimientos a nivel mundial corresponden a adolescentes.
El 11 % de todos los nacimientos a nivel mundial corresponden a adolescentes.

Enfermedades de transmisión sexual (ETS)

Según cifras de la OMS, más de dos millones de adolescentes viven con VIH (Sida) en todo el mundo. A pesar de que la mortalidad por esta enfermedad ha disminuido con respecto a años anteriores, sigue siendo uno de los principales factores que afectan a los jóvenes a nivel mundial.

El continente que genera más muertes de niños y adolescentes por VIH es África ya que posee el mayor número de niños infectados por este virus, sin embargo, no todos reciben la atención y los cuidados necesarios para sobrevivir o prevenir la transmisión debido a las condiciones socioeconómicas de la región.

Otras enfermedades de transmisión sexual como el papiloma, el herpes, la gonorrea, la clamidia y la sífilis, a pesar de no ser mortales como el VIH, también son un gran problema que ataca la salud de los adolescentes, por lo tanto, los jóvenes deben saber cómo protegerse y disponer de los medios para ello.

El método preventivo principal de estas enfermedades es la comunicación y orientación de los padres u otros familiares en el hogar, conocer sobre métodos anticonceptivos y tener acceso a ellos para evitar la transmisión de dichas enfermedades, y también embarazos no deseados. Además, si los jóvenes están sexualmente activos se recomienda llevar un control médico y realizar anualmente pruebas que detecten este tipo de enfermedades.

El uso de métodos anticonceptivos previene las enfermedades de transmisión sexual.
El uso de métodos anticonceptivos previene las enfermedades de transmisión sexual.

Salud mental y violencia

Según la OMS, factores psicológicos como la depresión son la tercera causa principal de la morbilidad y discapacidad entre adolescentes de 15 a 19 años. Factores como la violencia, la humillación, la baja autoestima y la situación económica aumentan el riesgo de padecer problemas psicológicos.

Un adolescente con problemas de salud mental se ve obligado por el entorno social a consumir drogas y alcohol, lo cual genera cambios en las aptitudes del individuo y genera situaciones de violencia que atentan contra la vida del mismo.

Es importante propiciar el desarrollo de aptitudes para la vida en los niños y adolescentes, así como ofrecerles la orientación y el apoyo psicosocial necesarios para llevar una vida con completa normalidad en la escuela, en la comunidad y en el hogar.

Si el adolescente presenta estos problemas es importante detectarlos a tiempo para así manejarlos adecuadamente. Existen programas sociales que ayudan a fortalecer los lazos entre los adolescentes y sus familiares y, por lo tanto, combatir juntos dichos problemas. Además, es vital que los jóvenes se sientan cómodos en sus hogares; tener una buena comunicación con sus padres y reducir el acceso al alcohol, drogas y armas de fuego pueden prevenir lesiones como consecuencia de la violencia.

 Los problemas psicológicos pueden hacer que los adolescentes se hagan daño o hasta se suiciden.

Otros problemas de salud en adolescentes

La malnutrición y obesidad en niños y adolescentes conlleva a que estos sean propensos a contraer enfermedades y morir a una edad temprana. Enfermedades como la anemia o problemas cardiacos han sido causas principales de millones de muertes de niños y adolescentes en todo el mundo. Por tal motivo, es importante desarrollar en la niñez y en la adolescencia buenos hábitos alimenticios y realizar ejercicio físico de manera adecuada para tener una vida plena como adultos.

Realizar ejercicios de forma adecuada ayuda a mejorar la salud en niños y adolescentes.
Realizar ejercicios de forma adecuada ayuda a mejorar la salud en niños y adolescentes.

Clamidia

La clamidia es una bacteria muy común entre los adultos jóvenes y los adolescentes. Sin embargo, mucha gente no sabe que tiene clamidia porque, aunque están infectados, es posible que no tengan síntomas. 

¿Cuáles son los síntomas?

Si bien aproximadamente el 75% de las mujeres y el 50% de los varones no tienen síntomas de la infección, en la mujer pueden incluir: flujo vaginal, sangrado después de las relaciones sexuales, sangrado entre los períodos de menstruación, dolor abdominal o pélvico. En el hombre, pueden incluir: flujo del pene, ardor al orinar, testículos adoloridos o hinchados. En ambos puede incluir: secreción, picazón o dolor anal.

Bacteria de la clamidia.
Bacteria de la clamidia.

 

¿Cómo se transmite?

Durante el contacto sexual (vaginal, oral o anal) con una persona infectada sin preservativo y de madre a hijo, en el parto.

¿Existe un tratamiento?

Se trata y se cura con antibióticos. Como el varón o la mujer con clamidia a menudo tiene gonorrea asociada, el tratamiento debe darse conjuntamente.
Si la clamidia no se trata, pude aumentar el riesgo de transmisión del VIH y en la mujer puede invadir el área pélvica e infectar el útero, las trompas de falopio o los ovarios causando la EPI (Enfermedad Pélvica Inflamatoria).

¿Cómo se previene?

Usando preservativo durante todas las relaciones sexuales orales, vaginales y/o anales tanto para prevenirla como para evitar reinfectarse.

Fuente: Ministerio de Salud – Presidencia de la Nación (Argentina) http://www.msal.gob.ar/index.php/component/content/article/48/113-clamidia#sthash.iUQ1qMja.dpuf

¿Estás seguro?

Intercambiar imágenes, videos y opiniones en internet permite el acceso a un mundo de relaciones que también exige cierta precaución. Hoy, lo que decimos y mostramos en las redes sociales se expande a gran velocidad y tiene alcances que no podemos controlar. Por eso, antes de compartir alguna información, conviene reflexionar para luego, sí, dar un clic seguro. Sobre esto y mucho más nos habla Sergio Balardini, un especialista.

Por Educ.ar

¿Quién es Sergio Balardini?

Sergio Balardini es psicólogo y trabaja, hace años, en temas relacionados con la juventud. Para ello se vincula constantemente con adolescentes de todo el país. Actualmente, se interesa en las subjetividades que surgen a partir de las tecnologías que utilizan los jóvenes cada vez con más naturalidad. Trabaja para la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y la Fundación Friedrich Ebert (FES).

Según las investigaciones, ¿cuáles son los comportamientos más comunes de los adolescentes en relación con la tecnología?

 La primera cuestión que hay que tener en cuenta es que ya no hay un adentro y un afuera de la tecnología. Los chicos usan internet como un continuo de sus vidas reales. Por esta vía, siguen haciendo cosas que ya venían haciendo, como por ejemplo escuchar música. Además, ven videos y buscan mucha información. Los chicos se informan, prácticamente, a través de internet y la televisión. Otra cosa, por supuesto, es permanecer conectados por medio del chat. Está naturalizado que los jóvenes que tienen las condiciones materiales para hacerlo –es decir, que cuentan con computadora en sus casas– llegan y encienden la computadora, y dejan el chat permanentemente abierto. Las nuevas tecnologías facilitan estar conectados permanentemente.

En las redes sociales, ¿también se ve ese continuo entre el afuera y el adentro? 

Las redes sociales son la frutillita de un postre que ya se venía preparando. Los chicos ya se comunicaban mucho vía chat. Ya enviaban plurimensajes a través del celular. Ya existía la base sobre la cual funciona esto de estar conectados, enredados, comunicados todo el tiempo. Las redes sociales desarrollaron una plataforma para eso que ya estaba facilitado, potenciado, expandido, y ese es uno de los elementos de su éxito.

¿Cuál es la actividad más común de los jóvenes en las redes sociales?

Hay que pensar las redes sociales como la plaza pública: un lugar de encuentro, que ofrece muchas más posibilidades que el chat. La inclusión de imágenes, por ejemplo, es muy significativa en esta época, y para los adolescentes en particular. Por supuesto que hay otras cuestiones que tienen que ver con la posibilidad de armar grupos de interés, la pertenencia, la identidad. Las redes sociales son una plaza pública para estar, pero que permite diferentes modos de estar. Y esto se vuelve funcional al continuar la vida por fuera de internet.

¿Este tipo de actividades supone riesgos?

Siempre hay riesgos. Hay riesgos por fuera de internet, por supuesto. En otros tiempos, uno trataba de ser cuidadoso como adulto y, a su vez, trataba de educar a los chicos para que aprendieran a cuidarse en la calle. Pero internet y la tecnología producen fenómenos nuevos. Antes, si uno decía algo oralmente, eso no quedaba documentado en ningún sitio. Entonces, al día siguiente uno se podía olvidar y nadie podía hacerte rendir cuentas, salvo la persona a la que se lo habías dicho. Era algo que tenía vida efímera. Lo que cambia ahora es la temporalidad y la extensión espacial de este tipo de fenómenos. Cuando subís una foto o un video, no depende solo de vos a quién le va a llegar. Es algo prácticamente inabarcable hasta dónde puede llegar o cuánto tiempo pueden permanecer los efectos de estas acciones.

Después, hay otros temas. Como en la vida real, en internet también hay gente que vive buscando de qué manera puede apropiarse indebidamente de algo. Al subir una foto que dice “Nos fuimos de vacaciones”, “Vamos a estar quince días afuera”, “Qué linda la playa” y poner la foto de la casa de la que te fuiste y el teléfono fijo de ese lugar o la dirección, estás avisando que no hay nadie en tu casa. Esto también les llega a otras personas, más allá de las que uno conoce. En general, los chicos construyen sus propios sistemas de cuidado, entonces, por ejemplo, dicen: “Yo, antes de aceptar a alguien que no conozco que me pide ser su amigo, miro cuántos de mis amigos lo tienen y a quién le puedo preguntar por él”. Pero también sucede que aparece la foto de una chica o un chico lindos y se los acepta por eso.

¿Cuál debería ser entonces el rol de los adultos?

A mí me resulta muy interesante que haya adultos tensionando una conversación, porque el adulto siempre, para bien o para mal, tiene más experiencia. Eso permite hablar, sin ponerse en el lugar de maestro ciruela, y entablar cierto diálogo que ayuda a los chicos a pensar dos veces, tres veces, antes de subir una foto, un video o una opinión comprometedora.

Es importante que los adultos asuman ese rol, porque en esta sociedad, tan parecida al Gran Hermano, la cuestión de la privacidad, que es el otro gran tema, está muy diluida. Cuestiones que en otros casos uno diría: “Bueno, estas son fotos del orden de lo íntimo” hoy ocupan el espacio de lo público, legitimado por lo que se ve en los medios masivos, fundamentalmente en la televisión.

En tiempos de exposición, cuando la imagen tiene mucho que ver con la construcción de la identidad y el reconocimiento, con una cierta gratificación emocional, la imagen expuesta es un bien valorado. Uno podría pensar y estar de acuerdo con que lo público y lo privado no siempre fueron lo mismo, pero eso puede cambiar; las nuevas tecnologías empujan en esa dirección. Ahora, como adulto, entre los roles de protección y de cuidado, aparece alertar sobre las posibles consecuencias de algunas cosas que, al menos hasta hace muy poco, operaban negativamente si se hacían públicas. Ciertas acciones pueden tener un efecto no benéfico en la historia futura. Entonces, como adultos, tenemos que alertar y decir: “Mirá, sería conveniente que pienses dónde está el límite, en mi opinión está acá, yo creo que debería ser este”.

¿Los jóvenes perciben los riesgos?

Yo creo que sí, la mayoría de los jóvenes tienen idea de estas cosas. Lo que no tienen es la perspectiva, porque esto es algo que da el tiempo. Por eso, es necesaria la presencia de un adulto. Lo que pasa es que cuando los adultos solamente censuran, los adolescentes prefieren la ausencia del adulto. Por ejemplo, muchos adolescentes refieren que han pasado por situaciones incómodas, pero no le han contado a ningún adulto. Dicen que no entienden: “Lo que van a hacer es apagarme la computadora, decirme que no me conecte más, me van a sacar el Facebook, entonces prefiero no decirles”. Por lo tanto, no solo se necesita, a mi juicio, un adulto que pueda intervenir, sino un adulto que pueda dialogar.

¿Existe un uso responsable de internet?

El uso responsable de internet, en realidad, es cierta traducción de las conductas responsables que uno lleva en la vida. Existe toda una serie de herramientas, recursos y propuestas para actuar en internet. Lo interesante es cuando este tipo de propuestas son conversadas con los adolescentes. Cuando se puede construir en conjunto. Cuando uno propone debatir ciertas cuestiones, eso genera finalmente las mejores medidas, decisiones o modos de hacerlas cosas, a partir de la apropiación de los adolescentes. Si los adolescentes no participan en la discusión, es muy difícil que luego se apropien de esos modos de hacer. Muchas veces, los adultos no hablamos con claridad y firmeza a partir de nuestras convicciones, porque tememos quedar como autoritarios. Pero argumentar a favor de lo que realmente creemos es un muy buen punto de partida para establecer un diálogo sensato. Cuando nos cerramos al diálogo, los adultos solemos dar respuestas para un mundo que ya no existe más, que quedó en el pasado, y eso los jóvenes lo perciben.

Fuente: http://www.educ.ar/sitios/educar/blogs/ver?referente=estudiantes%20&id=%20117938&cat=ed_blogs_cat_estudiantes

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