Chibchas

Conocidos también como muiscas, habitaron el altiplano cundiboyacense y el sur del actual departamento de Santander, en Colombia, desde el siglo VI a. C. Su descendencia en la actualidad se encuentra asentada en las localidades del distrito de Bogotá, Suba y Bosa, y en los municipios vecinos, Cota, Chía y Sesquilé. Su lengua original fue el muyskkubun, perteneciente a la familia lingüística chibcha y hoy lengua muerta.

HISTORIA

Excavaciones realizadas con fines arqueológicos permitieron determinar que en el territorio hubo una importante actividad humana durante el periodo arcaico, es decir, más de 10.000 años atrás, y que los muiscas no habrían sido sus primeros habitantes ya que llegaron a la región del altiplano cundiboyacense no antes del año 5.500 a. C. según lo testimonian las evidencias encontradas en Aguazuque y Soacha. Estaban entonces, como todas las civilizaciones del preclásico, en su transición de cazadores a agricultores. Según se cree los muiscas se sumaron a poblaciones que ya habitaban allí, imponiendo la impronta de su cultura y su lengua, vinculada a los pueblos de Sierra Nevada de Santa Marta y Sierra Nevada de Cocuy.

LA CONQUISTA ESPAÑOLA

Los conquistadores españoles llegaron a la región en procura del tesoro de la mítica ciudad de El Dorado. Cuando los muiscas tuvieron noticias de la presencia de estos, entre los que se contaban Sebastián de Belalcázar, Gonzalo Jiménez de Quesada y Nicolás de Federmann, buscaron el acercamiento para derrotar a sus enemigos tradicionales en la región, los panches; pero cuando esta etapa se cerró, los españoles desconocieron la alianza y conquistaron la confederación.

Los muiscas, debilitados por la muerte de sus soberanos, Sagipa y Aquiminzaque, intentaron una rebelión tardía que fue dominada en 1542 por el expedicionario español Gonzalo Suárez Rendón. Luego la corona designó a Quesada como adelantado de los cabildos de Santa Fe y Tunja. Era el paso que consolidaba la transformación de un estado soberano en colonia española; su territorio había sido elegido por los conquistadores como cabeza de una región a la que llamaron Nuevo Reino de Granada, pasando por sobre una de las civilizaciones más avanzadas que se hayan asentado en la actual Colombia.

La barbarie española terminó con la clase alta, la nobleza y la casta sacerdotal muisca, dejando solo las capitanías; se repartieron las mejores tierras y dejaron para los aborígenes los resguardos, en tanto eran sometidos a las encomiendas que los explotaban como trabajadores en las haciendas de españoles.

SIGLO XX

La independencia trajo consigo la disolución de los resguardos con la sola excepción del de Tocancipá que fue repartido en 1940. Un golpe duro a la cultura aborigen fue el que recibieron en 1948 cuando se prohibió la fabricación de chicha de maíz que no fuera pasteurizada y embotellada en envase de vidrio cerrado, lo que implicó pérdidas económicas que se sumaron a las de las tierras. La prohibición se levantó en 1991.

ECONOMÍA

Su economía se basó en la agricultura, principalmente en el cultivo de maíz, base de su alimentación, además de algodón, yuca, calabaza, coca, aguacate, tabaco, piña, etc. Empleaban técnicas agrícolas rudimentarias valiéndose de herramientas como el azadón, y utilizando el sistema de roza. En las laderas de Chocontá, Facatativa y Tunja emplearon canales de riego y terrazas.

La sal era considerada un tesoro.

Para la práctica del comercio, debido a la intensa actividad, establecieron mercados públicos en los poblados más importantes como Bacatá, Zipaquirá, Tunja y Turmequé, que funcionaban cada cuatro días.

Otra de sus importantes actividades fue la minería. Extraían sal de las salinas de Zipaquirá, Nemocón, Sesquilé y Tausa, a las que consideraban un tesoro del soberano y su principal recurso fiscal.

Explotaron además yacimientos de esmeraldas en Somondoco. Las esmeraldas obtenidas eran comercializadas con tribus vecinas, incluso algunas lejanas que apreciaban las piedras preciosas.

En la región de Sogamoso obtenían carbón piedra, en Gachalá y Moniquirá, cobre y algo de oro, aunque la mayor parte de este mineral lo obtenían mediante el trueque con otras tribus.

Boyacá, Colombia.
TEXTILERIA

La industria textil fue de gran importancia para los habitantes del altiplano frío de Cundinamarca y Boyacá. Según cuenta Fray Pedro Simón en sus crónicas, los muiscas usaban mantas rojas para señalar su luto; los cortesanos de Tunja las lucían finas y decoradas; los sugamoxis envolvían con ella los cadáveres de sus antepasados. Estas mantas eran pintadas con una variedad de motivos geométricos, que se suponen de carácter simbólico. Para decorarlas se valían de colorantes extraídos de numerosas plantas.

ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y SOCIAL

Se organizaban en grupos de familias emparentadas entre sí por lazos sanguíneos. Formaban clanes o familias extensas a los que caracterizaba la exogamia, considerando como línea sucesoria la materna, o sea que se los consideraba pertenecientes a la comunidad de su madre. La poligamia estaba permitida, pero en la practica solo se daba entre la nobleza. El sistema de residencia era patriarcal.

La clase superior la integraban los jefes de confederación, los jefes de tribu y los sacerdotes, que eran quienes se apropiaban de los excedentes de la producción agrícola y minera. Así se originaron las clases y apareció la diferenciación entre propiedad privada y estatal. El sistema para apoderarse de los excedentes de producción era mediante el cobro de tributos que se pagaban en especies, o como variante, el trabajo obligatorio en las tierras de los jefes de tribu y sacerdotes.

COSMOVISIÓN

Sus dioses estaban representados por las fuerzas de la naturaleza. Los principales eran Chiminichagua, principio creador o fuerza suprema, Xué, el sol, Chía, la luna, Bachue, la madre de la humanidad y diosa de las legumbres, Cuchaviva el arco iris, Chibchacun, dios general, Chaquen, dios de los corredores y Bochica, héroe civilizador.

Consideraban a las lagunas como lugares sagrados en las que celebraban ceremonias religiosas de gran esplendor durante las que arrojaban al agua tunjos, objetos realizados en una aleación de oro y cobre que los españoles denominaron tumbaga, y que oficiaban de prendas de petición a sus dioses.

En ceremonias importantes realizaban sacrificios humanos en homenaje a sus dioses. Otra ceremonia de gran renombre era la que llamaban El Dorado, con la que celebraban el cambio de posesión en el mando del cacique Guatavita, de modo que era poco frecuente. Lo que sí se realizaba asiduamente eran las grandes procesiones rituales, concretadas con gran fastuosidad.

Boyacá, Colombia.

CULTURA

ALFARERÍA Y CERÁMICA
Establecieron los grandes talleres de cerámica en las proximidades de Tolcancipá, Gachancipá, Cogua, Guatavita, Guasca y Ráquira, donde la calidad de la arcilla les proporcionaba materia prima de primera calidad. La alfarería en cambio la desarrollaron en zonas cercanas a las fuentes saladas porque allí fabricaban las gachas o moyos en que compactaban los panes de sal.

Los alfareros chibchas, con los artificios de su tosca industria llenaban otras necesidades, tales como: husos y torteros de hilandería, rodillos labrados para impresión de relieves, bruñidores, crisoles y matrices de fundición, ocarinas y otros instrumentos musicales, así como multitud de pequeños implementos cuya aplicación no se ha podido establecer.

ORFEBRERÍA
Se destacaron en la orfebrería fabricando figurillas y objetos de adorno como diademas, collares, pulseras, tiaras, pectorales, máscaras y sus famosos tunjos decorados con hilos de oro, del mismo modo en que lo hacían con figuras antropomorfas y zoomorfas planas.

El oro que utilizaban lo obtenían por medio del trueque con tribus vecinas. Acostumbraban a entregar mantas y algodón a cambio de oro argentífero, en proporción variable con el cobre para conseguir aleaciones de tono bronceado a las que llamaban tumbaga. Los muiscas acuñaron discos de oro, pero con el sólo propósito de su conservación ya que no lo utilizaban como moneda.

ARQUITECTURA
Su arquitectura fue por demás simple. Construían sus casas con caña y barro, materiales con los que hacían las tapias llamadas bahareque. Las hacían en dos formatos; unas cónicas y otras rectangulares. Las cónicas estaban hechas con una pared circular hecha de palos enterrados como pilares más fuertes que servían de sostén a un doble entretejido de cañas, rellenando con barro los intersticios. El techo llevaba unos soportes cónicos cubiertos de paja. Este tipo de vivienda era la que más se veía en la zona de la sabana de Bogotá.

Las construcciones rectangulares también estaban hechas de bahareque, con el techo a dos aguas en forma rectangular.

Unas y otras tenían puertas y ventanas reducidas y estaban amobladas de manera sencilla, con camas hechas de caña sobre las que echaban una gran cantidad de mantas. Usaban poco los asientos porque tenían la costumbre de descansar en cuclillas.

Fuera de estas casas había también residencias especiales para los señores principales como los jefes de tribu y clan, y otras para los jefes de la confederación como los zipas y los zaques.

SACRIFICIOS

Si en las batallas obtenían como prisioneros a niños de tribus enemigas, los mantenían en cautiverio en casas especiales brindándoles buen trato para finalmente sacrificarlos al Sol. El sacrificio se llevaba a cabo en las altas cumbres de cara al este. Los jefes conducían la ceremonia, ellos eran los encargados de echar al niño sobre una manta fina colocada en el suelo, para luego degollarlo con cuchilla de caña.

Después recogían su sangre y con ella teñían las piedras donde caían los primeros rayos del sol al amanecer. El cuerpo lo sepultaban en una cueva o lo exponían al sol para que los rayos tropicales lo achicharraran. Así buscaban aplacar el enojo del Sol.

Los caciques realizaban otro tipo de sacrificios humanos que llevaban a cabo en la puerta de sus casas valiéndose de flechas. Luego el cadáver de la víctima era trasladado a los cerros donde su sangre era usada para teñir las piedras antes de enterrarlos boca arriba.


Wayuu

También conocidos como guajiros, los wayuu conforman una tribu de pastores originaria de la península de Guajira, sobre el mar Caribe, en la frontera entre el norte de Colombia y el noroeste de Venezuela.

Los aborígenes se asientan en esta región que comprende 15.300 km2 del departamento La Guajira en Colombia y 12.000 km² del estado Zulia en Venezuela, zona que consideran su territorio ancestral. Allí, en la árida península de La Guajira, soportan un clima seco e inhóspito caracterizado por una primera temporada de lluvias que va de septiembre a diciembre, una de sequía que llega desde este mes hasta abril, y luego otra de lluvias que se extiende entre mayo y septiembre.

historia

Perteneciente a la familia arawak, el pueblo wayuu se desplazó con una importante corriente inmigratoria que atravesó la Amazonia hacia las Antillas, donde llegó unos 150 años a. C.

Los wayuu debieron enfrentar duras condiciones de vida por las características de la región que habitaban, que más allá de la caza, la pesca y la recolección, solo les permitía una escasa práctica de la horticultura en los lugares menos desérticos de su territorio. Pero estas dificultades hicieron que los colonizadores europeos no se interesaran en ellos ni en sus tierras, por tanto el contacto entre ambas civilizaciones, que se inició en el siglo XVI, no se hizo frecuente hasta después de la independencia de Venezuela y Colombia.

En el año 1800 se estimaba en número de 10.000 la cantidad de aborígenes que habitaban la Guajira. Doce años más tarde el número era de 40.000, de los cuales la etnia más numerosa era la de los wayuu, pero a todos los que habitaban entre Maracaibo y Riohacha se los denominaba genéricamente guajiros. Los guajiros llegaron a ser hacia 1858 entre 90.000 y 150.000, con una importante cantidad de guerreros feroces que resistían los avances del ejército de Venezuela, que corría las fronteras hacia el norte cavando trincheras.

El gobierno de Colombia hizo lo mismo que sus vecinos, y finalmente hacia 1893 los aborígenes habían sido sometidos.

Los wayuu debieron enfrentar las duras condiciones de vida impuestas por las características de sus tierras ancestrales.

Al perder tierras propicias para la agricultura y la caza los wayuu intensificaron el pastoreo de especies introducidas, sobre todo cabras y bovinos, pero enfrentaron numerosos conflictos por el control de la pesca de perlas. Finalmente esto terminó en un enfrentamiento entre ingleses, holandeses y españoles, lo que les permitió desarrollar el comercio con todas las partes.

Desde el comienzo de la época republicana mantuvieron su autonomía tanto de Colombia como de Venezuela, pero esta situación ha sido reconocida legalmente recién en los últimos años.

ORGANIZACIÓN SOCIAL

Los wayuu se organizan en clanes llamados eiruku, y han mantenido hasta la actualidad su sistema de administración de justicia a cargo de un pütchipü o pütche’ejachi, en español “portador de la palabra” o “palabrero”, que es el que se encarga de resolver los conflictos entre los clanes.

La familia extensa matrilineal se ordena según la sangre o apüshi, con la autoridad del mayor de entre los tíos maternos; en tanto a los parientes por línea paterna se los conoce como oupayu, y entre ambas partes sostienen el trabajo solidario.

Al hombre se le concede la facultad de tener varias mujeres, pero para tomarlas en matrimonio debe llegar a un acuerdo con los padres en una reunión llamada ápajá, entregándoles a sus futuros suegros una cantidad de ganado y joyas determinados en una negociación entre las partes. La mujer queda en el hogar como símbolo de respeto y unidad.

Las comunidades que forman son pequeñas y se encuentran bastante distantes entre sí. Estas comunidades o rancheríos, llamadas piichipala, están conformados por parientes cercanos y se identifican con un nombre que puede ser el de una planta, un animal o un sitio geográfico. Otra particularidad es que designan a las tierras ocupadas por los rancheríos con el apellido transmitido por matrifiliación, o sea: las tierras de… Tienen como actividad principal el pastoreo por lo que la cantidad de reses, caballos y mulas son para ellos signos de riqueza y poder. Otra labor importante es la del tejido, actividad que combinan con su quehaceres cotidianos.

En sus asentamientos no hay puestos de gobierno, ni iglesia, ni salud pública, ni militares, ni escuela. Para abastecerse de agua se valen de molinos que bombean el agua en la península, pero en algunos casos tienen que obtenerla por medio de casimbas o jagüeyes (Zanja llena de agua).

Desierto de la Península La Guajira.

ECONOMÍA

La actividad principal para obtener recursos es el pastoreo, actividad que tuvo su impulso durante los siglos XVI y XVII, luego de la expansión y sometimiento de los pueblos vecinos.

Si bien los bovinos son los animales mejor cotizados, su cría tiene el inconveniente que representa el clima, por eso la mayor cantidad de cabezas de ganado que poseen son de cabras o chivos, formando rebaños de 1000 a 2000 cabezas y a veces más. Para evitar problemas cada clan tiene su marca con la que distinguen a sus animales. Hasta hace unos años también era importante la cantidad de caballos y mulas, pero distintas epidemias diezmaron estas especies.

Además del pastoreo suelen hacer su huerta en la que siembran maíz, frijol, pepino, melón y yuca, aunque no rotan los cultivos.

Su economía se complementa con la pesca, el comercio, la producción textil, las artesanías en cerámica, además de los trabajos asalariados en las minas de carbón, las haciendas, las explotaciones de talco y dividivi y la comercialización de combustibles y derivados del petróleo a través de la Cooperativa Ayatasacoop, institución que tiene 1200 asociados de los cuales el 80 % son indígenas.

En Manaure explotan la sal marina, una labor que realizan desde antes de la llegada de los colonizadores europeos. La corona española en su momento, y luego el estado colombiano, les arrebataron el recurso dejándoles solo la posibilidad de hacerlo como artesanal o prestando servicio como asalariados. Actualmente siguen disputando su derecho a la explotación.

LA CAZA

Si bien entre los wayuu la cacería tiene un alto valor simbólico, toman esta actividad como una recreación para los hombres, ya que lo que obtienen de ella tiene poca incidencia en su dieta. Las presas preferidas son algunas variedades de venado, pecaríes, conejos y distintas especies de pájaros. Otros animales son rechazados porque los consideran el origen de diversas enfermedades.
Para cazar utilizan arco y flecha, trampas, y en algunas ocasiones fusiles; los más jóvenes cazan pájaros utilizando la honda.

COSMOVISIÓN

Los humanos tienen comunicación con los espíritus en los sueños. De este modo tienen contacto con Maleiea, el creador; Pulowi, la mujer primigenia; Juá, el espíritu de la lluvia; Shaceta, Acaracuy y Kéerrairia, espíritus de lugares especiales; Yoruja, como llaman a los espíritus de los muertos errantes. Ellos creen que tras la muerte van a Jepirá, un lugar de felicidad en el que permanecen descansando hasta que se produce el segundo velorio, luego de la exhumación, que es cuando los restos son conducidos a un sitio definitivo y el espíritu del muerto se encamina hacia la eternidad.

En las comunidades un rol de importancia es el del “piachi”, a quien se considera de gran poder espiritual, con virtudes obtenidas en los sueños a través de un espíritu protector, Seyuu. Estas virtudes le dan el don de curar.

CULTURA

La cultura se ha mantenido viva a través del tiempo transmitiéndose de generación en generación. De esta manera siguen plasmando tejidos de gran belleza con diseños creativos y funcionales, logrados a través de diversas técnicas y utilizando diversos colores. En la actualidad han reemplazado su antiguo método de teñido para sus hilos por materias primas procesadas industrialmente, haciendo su trabajo con algodón mercerizado, hilazas y fibras acrílicas.

También han conservado sus festividades y rituales, que incluyen el uso de su música tradicional. La música los acompaña cuando realizan sus tareas de pastoreo con sus flautas o canutillas, instrumentos hechos con limón seco, además de otros ritmos como la chichamaya o yocna que es ejecutada en celebraciones vinculadas al desarrollo de la mujer, con danzas en las que desafían al hombre. Otros instrumentos que utilizan son las flautas, pitos y tambores.

¿Sabías qué...?
La Yonna, es un baile típico de los Wayuu en el cual la mujer intenta hacer caer al hombre.

Vivienda y costumbres

Los wayuu construyen sus viviendas dividiéndolas por lo general en dos habitaciones pequeñas en las que cuelgan las hamacas que usan para descansar, las mochilas con sus enseres y sobre el piso, contra las paredes, las vasijas de barro con cuello angosto cargadas con agua. Afuera clavan palos con horqueta para colocar calabazas huecas llenas de semillas destinadas a la siguiente siembra.

A estas casas típicas se las conoce como piiche en la Alta Guajira y miichi en la Baja Guajira. Tienen por lo general una estructura rectangular, pero en algunos casos, sobre todo en la Alta Guajira, las hacen de forma semicircular. Los techos los hacen inclinados utilizando el corazón seco del cactus, en su lengua “yosú”. Las paredes llevan una cobertura de bahareque, argamasa y yotojoro, materiales clásicos, aunque ya han empezado a utilizar el zinc para los tejados y el cemento en la estructura, cambios que también se hacen visibles en su apariencia.

Próxima a la casa principal construyen una enramada a la que llaman luma. Utilizan una estructura base que consiste en seis postes, y sobre ellos colocan un techo plano. En la enramada llevan adelante sus tareas diarias, atienden a los visitantes, cierran negocios y tras colgar las hamacas comparten la siesta con los familiares.

Tienen por costumbre hacer aparte la cocina, sin techo y cerradas parcialmente con un cerco de cactus, con lo que se protegen del viento y la arena. También pueden verse casas con estructuras de tres paredes donde resguardan el telar. Es allí donde las mujeres fabrican las hamacas, los chinchorros, sobrecinchas y fajas para los hombres.

Para los animales, ovinos y caprinos, levantan cercas retiradas de la casa principal.

Las viviendas se edifican en zonas elevadas del terreno para evitar que se vean afectadas por las inundaciones que se producen en época de lluvias. Esto también los protege de los enjambres de mosquitos que se forman en el agua estancada.

Es frecuente que las familias trasladen su residencia a otro emplazamiento o en ciertas ocasiones a campamentos temporales debido al agotamiento de los pastos, para realizar visitas o para asistir a un velorio. Si el movimiento es solo por unos días, duermen al aire libre, pero si se toman más tiempo suelen construir enramadas como paravientos.

Los trabajos en construcción o reparación de viviendas los realizan cuando comienza la estación seca, de esta manera aprovechan la abundancia de paja para los techos, y el maíz para preparar la chicha con que festejan al finalizar la obra.

ACTUALIDAD EN LA GUAJIRA

Durante la época de la colonización europea los wayuu mantuvieron su autonomía dentro de su territorio. Por entonces, todos los intentos de conquista fracasaron, incluso los esfuerzos de evangelización llevados adelante por los misioneros capuchinos, franciscanos y domínicos.

Hasta fines del siglo XIX autoridades militares, civiles y eclesiásticas poco pudieron influir en la Guajira, donde los poblados wayuu permanecieron desconocidos para los forasteros. Pero el contrabando a gran escala terminó con el aislamiento.

Para entonces el pastoreo alcanzaba su auge. El ganado introducido por los europeos se transformó en símbolo de prestigio y poder aborigen. Aumentó el comercio con otros pueblos y es ahí donde comienzan a penetrar, lentamente, rasgos de otra cultura. Pero los wayuu todavía controlaban la situación.

Sin embargo, nuevas actividades económicas como la industrialización de la explotación de las minas de sal y el petróleo en Venezuela, generó una intensiva demanda de mano de obra que motivó una migración masiva en la región. Los gobiernos de Colombia y Venezuela emprendieron la construcción de una red de caminos que aceleró el proceso de mestizaje al terminar definitivamente con el aislamiento. A esto se sumó el constante crecimiento de la población nativa y el perjuicio causado por repetidas y prolongadas sequías que terminaron destruyendo la economía tradicional y condenando al pastoreo a la desaparición por falta de tierras aptas. La alternativa fue la migración a los alrededores de las grandes ciudades.

Dentro de este panorama, con la presencia activa de las autoridades colombianas y venezolanas en la Guajira y un proceso industrial que amenaza la región, la cultura wayuu aún subsiste.

 

Sanavirones

Conocidos también como salavinones, estos aborígenes del centro de Argentina formaban parte del grupo pámpido, aunque se reconoce en ellos la influencia genética y cultural de amazónidos y ándidos.

Se trata de una parcialidad de los toconotés que se diferenció en la zona de Salavina, en el territorio de la actual provincia de Santiago del Estero, Argentina, posiblemente por la presión originada en su crecimiento demográfico, y a un período de sequía ocurrido por la mini glaciación de Spörer, ocurrida entre los años 1410 y 1570.

Fue para esa época que comenzaron a expandirse hacia el suroeste hasta llegar a las sierras de Córdoba, territorio ancestral de los comechingones a quienes invadieron imponiendo su superioridad numérica. Hacia el sur avanzaron hasta territorio taluhet, ocupando hacia fines del siglo XVII las cercanías de la laguna de Mar Chiquita en la actual provincia argentina de Córdoba, y extendiéndose por las riberas del río Suquía o Primero. Hacia el norte llegaron hasta el río Salado, chocando allí con los tonocotés y hacia el oeste ocuparon territorio hasta la sierra de Sumampa. El límite oriental de sus asentamientos coincidía con lo que son los límites actuales entre las provincias argentinas de Santiago del Estero y Santa Fe.

El grupo comienza luego a desaparecer por la mixogenización y en el siglo XVIII sus rastros se pierden confundiéndose con la población criolla. Su pronta mixogenización queda retratada en la unión entre el conquistador Hernán Mejía de Mirabal con María de Mancho (aborigen), cuyas hijas fueron casadas con influyentes vecinos de la recién fundada ciudad de Córdoba y entre sus descendientes se cuentan el deán Gregorio Funes, o la familia Echagüe de Santa Fe.
El primer contacto que tuvieron con los conquistadores españoles fue durante el siglo XVI. Ellos los llamaron yugitas, como queda testimoniado en un informe presentado en julio de 1548 por Pedro González del Prado, y se cree que presenciaron la fundación del fuerte Medellín llevada a cabo por Francisco de Mendoza.

COSTUMBRES

Se dedicaban a la agricultura utilizando los sistemas andinos de cultivo, completando su dieta alimentaria con lo producido por la caza, la pesca y la recolección de frutos silvestres. Practicaban también la alfarería, manifiesta en dos tipos de cerámica, la negra grisácea y la grabada, según testimonian las piezas encontradas en las numerosas excavaciones realizadas en los que fueran sus territorios.

Entre sus armas se contaba la macana, especie de garrote triangular con una protuberancia en el extremo, utilizada para defensa en los enfrentamientos con otros grupos indígenas.

Habitaban en chozas colectivas hechas de ramas de zacate en la que se instalaba más de una familia, reuniendo entre diez y quince individuos, y en algunos casos hasta con sus caballos.
Vestían camiseta de lana, con guardas, y como abrigo un poncho tejido; usaban el cuero en la vestimenta y en la vivienda.

A pesar de no haber sido dominados por los incas del Tahuantinsuyo, adoptaron numerosas palabras de la lengua runa simi, sobre todo a fines del siglo XV, debido posiblemente a la presencia en sus poblados de cautivas que hablaban el quechua. Pero de su propia lengua son pocas las palabras que se conocen con significado seguro: sacat (pueblo), charaba (cacique), para (agua), mampa (acequia). El vocablo sacat, presente en la toponimia de la sierra cordobesa, demuestra la presencia de sanavirones en tierras de los comechingones, mucho más al sur y al oeste de lo que se creía hasta hace un tiempo. De su lengua no se conocen dialectos.

Se vestían con una camiseta o unki, prenda que tejían con lana de guanaco, teñían de colores llamativos y adornaban con chaquiras. Sobre la camiseta se ponían un delantal rectangular, hecho de cuero o tela y adornado con dibujos geométricos muy coloridos, sostenido a la cintura con un cinturón de cuero. Cuando el clima lo ameritaba se abrigaban con mantas de lana. En la cabeza llevaban vinchas de colores o gorros rectangulares que cubrían la nuca. Los adornos, según lo muestran las pinturas rupestres de cerro Colorado estaban hechos de varillas metálicas, lana y plumas que cubrían de la cabeza a los pies. Otros adornos utilizados eran collares, brazaletes y pectorales, hechos de piedra, huesos, caracoles y, en menor medida, metal.

FIESTAS

De acuerdo al relato de los cronistas de la época de la conquista europea, los sanavirones gustaban de las fiestas con baile y alcohol. Se reunían en ocasiones disímiles como la muerte de un niño, la primera menstruación de una joven o luego de concluidas las tareas agrícolas colectivas, y allí llevaban sus instrumentos para cantar y bailar mientras bebían. Entre sus instrumentos se contaban las flautas, los sonajeros y los silbatos de piedra o arcilla.

Los ayllu tenían límites estrictos que marcaban utilizando piedras.

ORGANIZACIÓN SOCIAL

Aparentemente su organización social era similar a la de los demás pueblos del área andina. La base era el ayllu, que consistía en grupos familiares pertenecientes al mismo tronco o unidos por vínculos de consanguinidad ficticia. Los grupos estaban comandados por un cacique menor quien a su vez respondía a un único cacique mayor.

Se cree que los grupos se identificaban con un apellido familiar, sin embargo los españoles los llamaban por el nombre del cacique o de sus pueblos de cabecera.

Los integrantes del ayllu eran dueños de las tierras; allí realizaban las tareas agrícolas y es de suponer que si las tierras eran del grupo, también lo era la producción que se habría repartido según las necesidades.

Algunos autores sostienen que el cacique mayor tenía algunas ventajas, como la de ser propietario único de las tierras en las que producía y la de ser ayudado en la recolección de su maíz y algarroba. La filiación se establecía siguiendo la línea paterna, es decir de manera patrilineal. En este tipo de régimen el papel del padre es muy especial ya que es la única autoridad en todas las cuestiones domésticas.

EL ARTE

Los sanavirones dejaron testimonio de su desarrollo en las pinturas rupestres de cerro Colorado. Muchos aspectos de su vida cotidiana se conocieron por estas pinturas. Pero también las estatuillas antropomorfas halladas en distintas excavaciones en la región, muestran su rica sensibilidad estética. En su mayoría eran figuras pequeñas y variadas sin indicación de sexo. Mediante incisiones se marcaban detalles de la vestimenta, pintura facial, tatuajes, peinados, gorros y vinchas. Eran de formas severas, más bien esquemáticas, sin miembros superiores y con el achatamiento en la parte posterior de las piezas. Las nalgas y piernas estaban bien modeladas, aunque no demarcaban los pies. Otras piezas en arcilla representan animales y algunas hechas en piedra se presentan como placas grabadas con motivos geométricos y adornos colgantes.

LA GUERRA

Aguerridos y eficaces en combate, los sanavirones estaban organizados para pelear. Utilizaban como armas el arco y flecha, la macana, la media pica y las boleadoras, y cuando atacaban de noche lo hacían portando antorchas que luego utilizaban para incendiar los pueblos enemigos. Los enfrentamientos más frecuentes eran con los comechingones, o en rencillas internas por acusaciones de brujerías o invasión de territorio.

Para defender sus poblados los cercaban con ramas espinosas o cactus, formando de esta manera una especie de barrera defensiva.

VIVIENDA

Construyeron ranchos o chozas apuntaladas por cuatro horcones clavados en tierra. El techo, fabricado con palos, ramas y pajas, estaba sostenido sobre estos horcones. Para levantar las paredes usaban adobe crudo o tierra apisonada. Cubrían las aberturas con puertas de caña o cueros. Eran viviendas grandes agrupadas en pequeños poblados, protegidos o rodeados por cardones o arbustos espinosos.

COSMOVISIÓN

No es mucho lo que se conoce acerca de sus creencias, sí que practicaban pocos ritos y que tenían la noción de un Dios asimilable con el Sol. Entre sus prácticas religiosas se contaban las danzas rituales y la magia, tomadas de pueblos amazónicos de acuerdo a lo que puede apreciarse en pinturas rupestres. Usaban en sus ritos el cebil, droga de efectos narcóticos que se pulverizaba para aspirarla por la nariz. La molienda la realizaban sobre tabletas de piedra.

En algunas ceremonias utilizaban animales como los hurones, papagayos y lagartos, o algunos de sus atributos como pieles o cueros. Se realizaban dentro de un cerco hecho con ramas de guayacán, donde danzando y llorando idolatraban a sus dioses. Otro tipo de ceremonias eran las propiciatorias, en las que los hechiceros imploraban por la abundancia antes de que los cazadores salieran a hacer su tarea.

Solían encerrarse en sus casas con mucho abrigo para originar una copiosa sudoración. Entonces salían a que les diera el aire y luego se enjuagaban. Pero no se sabe con certeza si esta costumbre era terapéutica o un rito purificatorio.

Sus costumbres funerarias consistían en el cuidado tratamiento del cuerpo, el que enterraban en posición acurrucada envuelto en cuero. Se hallaron recipientes de barro que pudieron haber contenido restos de párvulos; pero no hay pruebas de que enterrasen a sus niños en urnas como hacían otras etnias; en cambio lo habrían hecho en pequeñas cámaras sepulcrales.

ACTUALIDAD

Actualmente los sanavirones viven en la provincia de Santiago del Estero, en cinco comunidades, aunque también en Córdoba cuentan con una comunidad en San Marco Sierra, departamento de Cruz del Eje. Los últimos datos ciertos con que se cuenta corresponden a la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas 2004-2005, que indica que 563 individuos se manifestaron como descendientes del pueblo sanavirón.

 

Wichí

Etnia indígena originaria del Gran Chaco, en la zona central de América del Sur, a este grupo se lo conoce también como mataco, palabra quechua que refiere a una especie de armadillo y con la que los pueblos de la región andina los denominaban con ánimo despectivo.

Hasta el siglo XVI los wichí habitaron sus tierras ancestrales en el centro y sur de la región del Gran Chaco, mayoritariamente en la margen izquierda del río Bermejo. Pero con el tiempo la acción invasora de los avá guaraníes (también conocidos como chiriguanos) y su propio crecimiento demográfico, hizo que se desplazaran hacia la zona norte del Bermejo, al sureste de la región chaqueña.

Territorio en el que se asientan los wichí, en las márgenes del río Bermejo.

El haber sido durante mucho tiempo vecinos de las comunidades andinas, hizo que adoptaran de ellas algunos rasgos culturales característicos como la monogamia, la posesión familiar del territorio (restringido a grupos de parentesco) y una agricultura de incipiente desarrollo que, debido a la acumulación de excedentes, motivó el sedentarismo.

Orígenes

Muchos antropólogos atribuyen a los wichí origen patagónico o pámpido, aunque con indudables influjos y aportes amazónidos y ándidos, lo cual se ve reflejado en su talla: su estatura promedio es generalmente menor a las de otras etnias chaqueñas de la familia pámpida.

Lengua

Su idioma pertenece a la familia lingüística mataco-guaycurú, subfamilia mataco-mataguayo. Es un grupo al que pertenecen también otras etnias como los chorotes, makás, chulupí, mataguayos y vejoces. En la actualidad este último grupo tiene tal grado de afinidad con los wichí que se los considera como una parcialidad étnica.

Los wichí confieren identidad cultural a su territorio al “dar nombres a la tierra”. El uso consiste en asignar topónimos a los sitios significativos del entorno, lo cual convierte el espacio en un territorio culturalmente organizado. En promedio, las tierras ocupadas por una comunidad wichí abarcan tradicionalmente un área de 100 km y disponen de unos cuarenta topónimos.

Organización social

Consolidaron definitivamente su sedentarismo hacia el siglo XVI, instalándose en paraderos y asentamientos en las orillas de los ríos. Sus comunidades se organizaron en torno a las relaciones de parentesco. Estas comunidades tenían como jefe a un anciano al que secundaba un consejo comunitario de varones, conformando así el gobierno de cada aldea. La unión de varias comunidades constituía las parcialidades.

Los wichí vivían en chozas en forma de cúpula construidas con ramas, con un radio que iba de 2 a 3 metros de diámetro y que era habitada por los integrantes de una familia. Practicaban la monogamia, aunque los caciques solían tener más de una mujer.

Para la práctica de la caza, una de sus actividades productivas más relevantes, se agrupaban en bandas u hordas, bajo la autoridad de un cacique. A estas bandas se las conocía también como tribus, estaban formadas por una cantidad variable de individuos y se asentaban en lugares de buena caza, pesca y vegetales; generalmente lugares altos con ríos o lagunas en sus proximidades.
Si bien su lengua no tenía escritura, se caracterizaron por transmitir oralmente, de generación en generación, los elementos constitutivos de su cultura. En ese aspecto se destacan sus cualidades artísticas como recursos estratégicos para mantener su identidad y el sentido de pertenencia al clan familiar.

Familia wichí en el Chaco salteño.

Actividades productivas

Los wichí mantuvieron hasta principios del siglo XX el modo de producción cazador-recolector. Sus principales actividades productivas, hasta entonces, eran la caza, la pesca y la recolección. La agricultura, a pesar del influjo andino del que se ha hecho mención, estaba poco desarrollada, limitándose apenas a la horticultura. Entre los pocos cultivos que practicaban (siempre a cargo de las mujeres) se contaban el zapallo, el maíz y el poroto. Pero en cuanto las condiciones les eran propicias, todos se dedicaban a la recolección estacional de cocos de palmera como el pindó, yatay y caranday, la algarroba, porotos cimarrones, tuna, tasi y miel.

La pesca, tanto en los ríos como en las aguadas interiores, era principalmente una actividad de la época seca, mientras que la recolección de la miel se realizaba principalmente en la época de lluvias.

Su calendario se regía por los ciclos de obtención de los recursos alimentarios, tomando un modo circular: el año se iniciaba ritualmente en el tiempo correspondiente al mes de agosto, y a ese inicio le sucedía la estación llamada nawup (“luna de las flores”); seguía a partir de noviembre la yachup (“luna de las algarrobas”); luego, finalizando el verano austral venía la estación lup (“luna de las cosechas”) y finalmente la fwiyeti (“luna de las heladas”).

Producían sus utensilios y herramientas en madera, pero también practicaban otras artesanías como la cestería, cerámica, piedra pulida y textiles. En este último rubro se destacaban por la confección de bolsas hechas de caraguatá o chaguar, con lo que hacían, además, morrales y un tipo de bolso llamado yiska, costumbre que han mantenido hasta nuestros días.

Vista del río Bermejo.
YISKA

Este tipo de bolsos se hace en forma de malla apretada con una aguja gruesa de madera, plantando dos palos en el suelo y colocando un hilo tirante entre ellos. Sobre este se hace una primera hilada de lazada usando la cantidad de mallas necesarias de acuerdo al tamaño que se desea obtener. Luego se agrega una segunda vuelta entrecruzando los hilos de modo que al no apretar el nudo quede la malla abierta.

Los dibujos con que las decoran se obtienen combinando distintos colores y llevan el nombre de “codos”, “lomos de avestruz”, “caparazón de tortuga”, “cuero de lampalagua”, “frutos de doca”, “dedo de carancho”, “pata de corzuela”, “pata de loro”, “cuero de yarará”, “pata de zorro” o “pecho de pájaro carpintero”.

EL CHAGUAR

Su nombre científico es Bromelia hieronymi, y es una planta alimenticia y textil que se encuentra en el Chaco salteño. Su fibra es utilizada desde tiempos remotos por los wichí, a tal punto que podría decirse que en ella late su identidad cultural.

La actividad que practican en torno al chaguar es realizada por las mujeres. Son ellas quienes, formando pequeños grupos, van al monte a cosechar, luego desfibran, hilan, tiñen y tejen. Conocen perfectamente los lugares donde encontrar la planta y eligen entre ellas las que tienen el tamaño y la calidad requerida para sus quehaceres. Limpian la fibra machacándola, raspándola y remojándola en agua una y otra vez. Una vez limpia se la deja secar al sol durante uno o dos días. Para hacer el hilado se unen varias hebras, torciéndolas con las manos sobre el muslo en un movimiento rápido para el que se necesita mucha práctica. Después de hilada la fibra, cuando han obtenido varios metros de hilo, forman ovillos. El hilo se tiñe usando distintos tintes provenientes de plantas de monte, con los que obtienen el negro, marrón, gris y rojo, entre los colores más usados. Así queda listo para iniciar el tejido.

Creencias

Eran animistas, rindiéndole culto a los seres de la naturaleza, pero con la idea de la existencia de un ser superior al que llamaban Tokuah o Tokuaj, y que se ocupaba de dirigir el mundo. Como en otros pueblos aborígenes, atribuían a los chamanes poderes curativos y vínculos con los seres espirituales.

Actualidad

De acuerdo a datos obtenidos a comienzos de 2005, los wichí habitan principalmente en la zona este del departamento boliviano de Tarija y en el Chaco salteño, ubicado en el noreste de la provincia de Salta, en Argentina. A estos sitios se suman asentamientos en el oeste de las provincias argentinas de Formosa y Chaco, y en el extremo noroeste de Santiago del Estero.

La deforestación está transformando la región en una zona desértica.

Riesgos

Desde comienzos del siglo XX los wichí sufren la ocupación de sus tierras ancestrales, tierras que se han visto castigadas con la deforestación, la introducción de ganado y actualmente la siembra de soja. A través de un estudio realizado en 1998 por la Universidad Clark de Worcester, Massachussetts, pudo saberse, gracias a imágenes obtenidas por satélite, que entre 1984 y 1996 fue desmontado el 20 % de los bosques de la región, lo que significó un duro golpe para un grupo cuyas principales actividades dependen del equilibrio de su ecosistema.

Para terminar con estos abusos los wichí llevan años luchando por obtener los títulos de sus tierras. Los principales reclamos se centran en tierras fiscales localizadas en el este de la provincia de Salta. La ley les ha reconocido el derecho sobre estas tierras, pero el gobierno provincial no ha ejecutado las medidas necesarias para que la situación se haga efectiva.

La situación se agravó en 2004 cuando el gobierno de Salta decidió quitar el estatus protegido de la Reserva Natural de General Pizarro, en el departamento de Anta, donde vivían alrededor de cien wichí, para vender parte de esas tierras a empresas privadas. Luego de meses de lucha los dirigentes aborígenes se reunieron con autoridades nacionales que mediaron ante el gobernador salteño. La negociación entre las partes terminó con la firma de un acuerdo entre la Administración de Parques Nacionales y el gobierno de la provincia de Salta, por el que se creó una nueva zona protegida nacional en General Pizarro. Los wichí tendrán allí derecho de uso sobre 22 km2 y la propiedad de 8 km2.

 

 

Cultura andina

Junto a los Andes centrales, en los actuales territorios de Perú, Bolivia y Ecuador, se desarrollaron diversas civilizaciones originarias que, a partir de los estudios arqueológicos llevados a cabo durante el siglo XX, se hicieron conocidas como civilizaciones andinas.

Estas civilizaciones surgieron al norte de la costa central sudamericana hacia el cuarto milenio a. C. a partir de las aldeas de pescadores y agricultores que se instalaron allí como parte de un largo proceso iniciado al finalizar la última glaciación de Wisconsin. Posteriormente, a partir del siglo II a. C. se circunscribieron al occidente peruano y boliviano, el Norte Chico de Chile y zona del Noroeste argentino, correspondientes a las sub áreas Central y Centro-Sur del Área Cultural Andina. En el siglo XV, el Tahuantinsuyo abarcaría un territorio mayor hacia el norte.

Características

En esta región se desarrollaron sociedades de gran complejidad política y cultural (como inca, moche, tiahuanaco, huari o nazca) entre el tercer milenio antes de Cristo y el año 1532, cuando se desata la Conquista del Perú.

La civilización andina fue una de las civilizaciones prístinas, es decir, que se originaron de forma autónoma a otras (como Mesopotamia en el Viejo Mundo y Mesoamérica en el Nuevo Mundo).

El desarrollo de la civilización andina se dio a través de un largo proceso cuyas etapas responden a secuencias que la arqueología muestra con claridad, tanto en sus espacios de asentamiento cuanto en sus épocas e influencias interregionales, y aunque en algunos casos —como consecuencias de la diversidad ambiental y la utilización de recursos ecológicos distintos— las culturas regionales se muestran con características más o menos diferentes, tienen en común mucho más de lo que se puede observar en la decoración de las vasijas o en las particularidades de la arquitectura; a un nivel antropológico, esas sociedades actuaron frente a su hábitat en la solución de sus necesidades y configuraron un original y unitario proceso de desarrollo social y político.

Ese proceso, desde la llegada de los primeros grupos de cazadores-recolectores a finales del Pleistoceno, hasta la conquista española, cubre alrededor de 12.000 años, y atravesó distintos estadios de evolución cultural definidos en términos antropológicos (sociedades igualitarias o segmentarias, sociedades de jefatura, Estados prístinos, Estados expansivos o de conquista, Imperios regionales), para culminar en el Imperio universal que representó para la región el Estado Inca.

Historia

Luego de un largo período de cazadores y recolectores (llamado Periodo Lítico) y de otra etapa donde se descubren gradualmente la ganadería y la agricultura (Arcaico Temprano y Medio) aparece una etapa donde las aldeas se organizan admirablemente hasta construir templos y plazas. Lo que parecen ser una multitud de pequeños Estados teocráticos de sustento agrícola, comparten entre sí algunas características comunes, como tener objetos rituales donde se representan seres humanos con rasgos de felino o serpiente, o construcciones similares (pirámides en U, plazas circulares hundidas etc.). La definición más amplia denomina a esta etapa Formativo.

¿Sabías qué...?
Cuzco fue declarado Patrimonio Histórico de la Humanidad en 1983.

La etapa más detallada se distingue entre el llamado Arcaico Tardío, el Período Inicial (“inicial” porque es cuando aparece la cerámica, objeto fundamental para la cronología arqueológica andina) y el Horizonte Temprano (1200 a. C. – 200 a. C., que se refiere a un momento donde gran parte de los Andes está incluida por la misma cultura). Otros autores fusionan algunas características para hablar de un Horizonte Formativo, una etapa en donde, en un territorio muy amplio de los Andes centrales, se dan las mismas características culturales, influidas por templos como Chavín de Huántar.

Luego de ello sobreviene una etapa (desde 200 a. C. hasta 600 aproximadamente) donde se hacen muy diferentes unas sociedades de otras, al menos en su arte. Son sociedades con una gran especialización y con una tecnología de riego avanzada. A esta etapa se le llama de muchas maneras, siendo Intermedio Temprano (Rowe), o “Período de las culturas regionales” (Lumbreras) las más usadas. Como el arte de esta etapa es de altísima calidad se le ha llamado también Periodo Clásico.

La incorporación de la agricultura significó un giro en las culturas andinas.
Cerámica andina.

Después de la regionalización se produce un nuevo período de integración cultural que se extiende entre los años 600 y 1100. Se supone, promovido por dos Estados: el Imperio Wari en el centro y norte del Perú, y Tiahuanaco, en Bolivia, el sur peruano y el norte chileno. Esta etapa se caracteriza por la aparición de grandes ciudades, sistemas administrativos complejos, de caminos y de terrazas de cultivo en las montañas. El nombre más usado para esta etapa es Horizonte Medio u Horizonte Wari. En otras cronologías es la última etapa del Período Clásico.

En el siguiente período (1100-1532) los procesos anteriores se repiten, por lo que es llamado Período Posclásico. Así, en una primera etapa (1100-1450) parte de la influencia de la cultura dominante decae y resurgen las tradiciones regionales nuevamente con diferencias culturales muy marcadas. En general las zonas altoandinas sufren una ruralización y las de la costa se vuelven más sofisticadas, pero si algo comparten la mayoría de estas sociedades es su militarismo. Se le llama a esta etapa Intermedio Tardío o Período de los Estados Regionales entre otros. Finalmente una nueva y brevísima integración regional (1450-1532) dirigida por unos de esos Estados (el de los incas) da origen a una etapa conocida como Horizonte Tardío.

Rasgos comunes

Fue Wendell Bennett quien en 1948 definió la “Co-tradición peruana” como rasgos culturales comunes a todos los pueblos que habitaron esta región en el área que va desde Lambayeque hasta Mollendo en la costa, y desde Cajamarca hasta Tiahuanaco en la sierra. Algunos de estos rasgos comunes son:

  • Todos los grupos humanos basan su subsistencia en la agricultura (de prácticamente las mismas plantas) y el pastoreo de camélidos.
  • Todos usaron el palo de cavar, el destripaterrones y la taclla (arado de pie andino).
  • Uso de grandes y complejos sistemas de irrigación.
  • Uso intensivo de andenes en las regiones montañosas.
  • Uso de las mismas técnicas de deshidratación y almacenaje de alimentos.
  • Diferentes tipos de vestimentas basadas en túnicas (uncus) amarrados con faja a la cintura, turbantes y una bolsa como parte del vestir tradicional.
  • Uso en el arte de un “vocabulario común” que conjuga diseños de peces, águilas, felinos y cóndores; que representa siempre cabezas-trofeo; técnicas de elaboración similares en cerámica, metalurgia, tejido y arte plumario.
Las civilizaciones andinas tuvieron entre otros rasgos comunes, el uso de complejos sistemas de irrigación.

Origen de la civilización andina

Al respecto existen tres teorías: la de Max Uhle (Teoría Inmigracionista: difusionista), la de Julio C. Tello y Rafael Larco Hoyle (Teoría autoctonista: evolucionista), y la de Federico Kauffmann Doig (teoría aloctonista o difusionista).

Estas teorías fueron postuladas antes del descubrimiento de la ciudad-estado de Caral, en el valle de Supe, provincia de Barranca, al norte de Lima, la cual evidentemente es mucho más antigua que la civilización Chavin.

La teoría inmigracionista (difusionista) de Max Uhle (1856–1944), sostuvo que fue en la costa. Proto Chimú y Proto Nazca, habrían sido los primeros centros de alta cultura, “derivados de la cultura maya”. De la costa, la civilización se habría expandido a la sierra para formar otras culturas. La influencia cultural centroamericana habría llegado al Perú por mar y tierra, de manera directa o indirecta. Según Uhle, antes de este hecho, en la costa “existían primitivos pescadores”.

La teoría autoctonista (evolucionista) de Julio C. Tello (1880–1947), sostenía que Chavín de Huántar, fue la alta cultura andina más antigua, con iniciadores que provenían de la selva amazónica peruana. Después de un desarrollo local, dicha cultura se dispersó hacia otros lugares como Sechín, Moxeke, Cupisnique, Paracas, etc. Rafael Larco Hoyle (1901–1966), fue otro autoctonista. Creía que la alta cultura andina se originó en la costa, en Cupisnique o valle de Nepeña (región La Libertad). Desde allí se habría difundido a la sierra “portando el felínico”.

La teoría aloctonista (difusionista) de Federico Kauffmann Doig (1928), sostiene que la primera cultura andina fue la de Valdivia (costa de Ecuador), con una antigüedad de 5.000 años.

Según la arqueología estadounidense, “formativo”, es sinónimo de Neolítico o “alta cultura”. Para que una cultura llegue al “formativo”, debe haber tenido un desarrollo sostenido, desde los inicios de la revolución agrícola hasta que las comunidades aldeanas entran en crisis, por su complejidad, en su avance hacia un control administrativo central y estatista. En este quehacer, muchas veces se sucedieron guerras o luchas entre civilizaciones, que terminaron por tomar una de otras, algunos elementos que les servían e incorporarlas a su bagaje cultural; en otros casos fue un desarrollo individual, sin injerencia externa. Así las cosas, no se descarta influencia, por ejemplo en la cerámica, de culturas colombianas o centroamericanas.

¿Sabías qué...?
Los quechuas llegaban a Machu Picchu a través del Camino del Inca.

Dado el comercio que existió entre las culturas de América del Sur y las de Mesoamérica o América Central, es posible que algunos elementos culturales de una de ellas hayan podido ser tomados como propios, dándoles las características propias de la cultura que asumió dicho elemento.

Los mitos orales peruanos y bolivianos referidos a estas épocas, hablan de intercambios comerciales a través de ríos que atravesaban la selva desde el actual Puno (frontera Perú-Bolivia).

Talla en piedra de la cultura chavin.

El pueblo indígena y la explotación de recursos naturales

Los recursos naturales de nuestro planeta constituyen la base del sustento, la cultura y la identidad de los pueblos indígenas; muchos de ellos viven en áreas ricas en recursos vivos y no vivos, que incluyen bosques con abundante biodiversidad, agua y minerales.

Hoy en día, la supervivencia e integridad de estos pueblos requiere el reconocimiento de sus derechos a los recursos encontrados en sus tierras.

Los pueblos indígenas tienen derechos de propiedad sobre los recursos naturales que están presentes en sus territorios.

Demanda mundial de recursos naturales

Por la actual globalización económica, en el último cuarto de siglo se ha generado una búsqueda a gran escala de combustibles fósiles y recursos minerales por parte de las empresas mineras, pero estos son cada vez más escasos. Esta búsqueda ha llevado a la industria extractiva a regiones cada vez más vulnerables y remotas del planeta, donde predominan los grupos indígenas.

La creciente demanda mundial de productos básicos que se extraen de los recursos naturales, junto con años de precios históricamente altos, particularmente a partir del 2000, han generado decenas de proyectos extractivos.

Muchos de los proyectos de extracción se construyen cerca o en las tierras de los pueblos indígenas.

Los proyectos de mega minería son muy intensivos, el costo de extracción es enorme y puede tomar muchos años en obtener rendimientos significativos de la inversión.

¿Sabías qué...?
Se estima que el 85 % de las áreas protegidas designadas en América Central están habitadas por pueblos indígenas.

Para los gobiernos, el ingreso del sector extractivo contribuye significativamente al Producto Interno Bruto (PIB) en los países en desarrollo. Los ingresos extractivos pueden utilizarse para financiar programas sociales de educación y alivio de la pobreza, como sucede en Brasil y Venezuela. Pero lamentablemente, a menudo también fomentan la corrupción, el conflicto y en el caso de los pueblos indígenas, un lento “genocidio cultural”.

Explotación a nivel mundial

En regiones como América Latina, los problemas que enfrentan las comunidades aborígenes están centrados en la minería y la tala; por ejemplo, en América del Norte la minería de alquitranes, en el Ártico hubo conflictos sobre parques eólicos y minería de hierro, mientras que en África se destinaron miles de hectáreas de tierra para corporaciones o gobiernos extranjeros.

Todos los gobiernos suelen perseguir un paradigma de desarrollo dominante en el que hoy día los pueblos indígenas no tienen realmente un lugar y eso es un problema.

Gran parte de los pueblos indígenas viven en Asia

La Fundación del Pacto de los Pueblos Indígenas de Asia, AIPP por sus siglas en inglés, señaló que dos tercios de los 370 millones de pueblos indígenas autoidentificados en el mundo viven en Asia y esas personas se encuentran actualmente marginadas y subordinadas económica, política y culturalmente.

Según el informe emitido, la causa de esta situación en la región está relacionada con la militarización, el saqueo de recursos, la reubicación forzada, el genocidio cultural y la discriminación en la vida cotidiana de los indígenas.

Como medida para mitigar esto, la AIPP llamó a los gobiernos de Asia a respetar la declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos.

Según la AIPP, el gobierno debe tener la obligación moral de respetar estos acuerdos.

Derechos y asuntos legales

Es seguro que los pueblos indígenas han sido reconocidos, pero lo que no escapa de la vista del mundo es que el reconocimiento legal no significa que se respeten los derechos, territorios, recursos y culturas de estos pueblos. Gobiernos, corporaciones, madereros, campesinos, ganaderos y muchos otros todavía codician sus tierras y recursos, además de que siempre encuentran las maneras de adquirirlos.

La emergencia toma la forma de desalojos de tierras, desplazamientos, violencia estatal y corporativa, y reubicaciones forzadas contra grupos indígenas. Tales conflictos en Centroamérica son frecuentes y violentos, pero rara vez se cubren en la prensa internacional.

Detrás de las protestas generalmente hay preocupaciones sobre los recursos naturales o contaminación por actividades de minería, petróleo, energía y tala.

Esta crisis sobre la tierra y los recursos naturales es lo que explica principalmente por qué los asuntos indígenas son también cuestiones ambientales y de desarrollo.

La jurisprudencia del Sistema Interamericano de Derechos Humanos sobre el derecho de los pueblos indígenas a la propiedad comunal, ha incorporado explícitamente dentro del ámbito material de este derecho que los recursos naturales tradicionalmente utilizados por los pueblos indígenas y vinculados a sus culturas, incluidos los usos que son estrictamente materiales y otros usos de carácter espiritual o cultural, se deben respetar.

Conservación ambiental

Una cuestión de contención es la coincidencia y el conflicto entre las estrategias de conservación y los pueblos indígenas. El hecho de que las áreas habitadas por los pueblos indígenas a menudo también se consideren cruciales para la conservación ha sido foco de conflicto y debate.

El estilo de vida de subsistencia de los pueblos indígenas es menos destructivo para el medio ambiente que las economías agroindustrializadas de los pueblos no indígenas.

A menudo se observa que los pueblos indígenas tienen una relación intuitiva con la naturaleza, una riqueza de conocimientos tradicionales y han utilizado las prácticas de manejo de recursos naturales durante siglos para preservar sus tierras.

Cultura Agrícola Avanzada

Los timotes y los cuicas, indígenas que poblaron los Andes venezolanos, emplearon métodos avanzados para vencer los obstáculos de la topografía del terreno. Para sus cultivos construyeron terrazas o andenes, técnica ideada por ellos con el fin de evitar la erosión y conservar la capa vegetal.

El papel de mayordomía de los pueblos indígenas apoya firmemente la posibilidad de colaboración con organizaciones de conservación para mantener la biodiversidad. Sin embargo, se ha sugerido que hay diferencias inherentes e irreconciliables en las agendas de los pueblos indígenas y los conservacionistas. Mientras que los primeros se preocupan principalmente por su bienestar económico y la protección de sus tierras para su propio uso, estos últimos quieren mantener la naturaleza intacta, en la que se priorizan las áreas protegidas y programas basados en la ciencia biológica y ecológica.