Con el descubrimiento y posterior colonización de América se inició una marcada división de clases sociales. Esta división, también llamada sistema de castas, funcionó durante los siglos que el Imperio español dominó el territorio americano. Los grupos sociales básicos fueron: los blancos, los nativos y los negros.
Blancos
Nativos
Negros
Origen
Europa.
América.
África.
Grupos
Peninsulares, nacidos en España.
Criollos, nacidos en América.
De orilla, nacidos en las islas Canarias.
Alta cultura, como los aztecas o mayas.
Cultura intermedia, como los guaraníes que cultivaban aldeas.
Cazadores y recolectores.
Cimarrones, resistentes a la esclavitud.
Libres, con libertad jurídica.
Esclavos, considerados mercancías.
Posición social
Alta. Pertenecían a la aristocracia, eran el grupo social dominante.
Media – baja. Trabajaban y pagaban tributo a la corona.
Baja. Cerraban la escala social.
Ocupaciones
Tenían los cargos más altos, como virrey, gobernante, arzobispo, obispo, funcionario o comerciantes de la Corona.
Eran encomendados a españoles y criollos. También ocupaban puestos en resguardos mineros y de haciendas.
Principalmente esclavos. Eran usados en actividades de servicio domestico, y para trabajar en minas y en plantaciones.
Presencia cuantitativa
Grupo minoritario.
Inicialmente fueron el grupo mayoritario. Con el tiempo desaparecieron y con el proceso de mestizaje.
La sociedad colonial es fruto de la interacción entre la sociedad española y los pueblos originarios, los cuales presentaban una estructura social muy compleja al momento de la conquista española. En América existieron gran cantidad de pueblos, lo que determinó la importante diversidad cultural, expresada en sociedades.
¿Qué fueron las sociedades coloniales?
Las sociedades coloniales fueron el resultado de la comunicación entre dos culturas, los blancos españoles y las comunidades nativas americanas. En América, la presencia de numerosas etnias generó una variación cultural marcada, organizada bien sea por dominios o por la relación familiar.
Había desde pueblos con organizaciones simples o tribales hasta los llamados “imperios”, como por ejemplo en Mesopotamia y Perú. En las organizaciones tribales, el parentesco familiar era el elemento principal para la integración social, mientras que en los imperios existía una marcada estratificación dentro de un complejo ordenamiento estatal.
En un principio, los españoles se concentraron esencialmente en torno a las ciudades y los nativos permanecieron en las zonas rurales. Esto provocó la aparición de una dicotomía campo-ciudad, notable en la historia de la América colonial.
La situación cambió sustancialmente a lo largo del segundo siglo colonial. Se produjo una mezcla biológica inevitable entre los nativos, los españoles y los negros, lo que dio origen a los conocidos mestizos, mulatos y zambos, quienes experimentaron un crecimiento continuo y, en algunas de las sociedades, iniciaron las luchas de independencia de sus pueblos debido a la diferencia de derechos, privilegios, labores y posición económica.
Características de la sociedad colonial
Fue una mezcla de españoles, nativos americanos y africanos.
Se produjo un mestizaje biológico y cultural.
Las sociedades estaban estratificadas de acuerdo a un sistema de clases sociales en la que los colonizadores se encontraban en el tope de la pirámide y los esclavos en el último eslabón de la misma.
El factor más importante que marcaba la clase social era el dinero. Quienes poseían más dinero podían pertenecer a las clases más altas.
Los individuos sólo se debían mezclar con personas de su misma clase social y educación.
No se podían compartir espacios entre personas de bajo estatus social y personas de alto estatus sociales, la asistencia a eventos también estaba marcada por las clases sociales.
Las colonias españolas se establecieron en puntos clave de América, comenzaron en el Río de la Plata y ascendieron hasta el actual México.
Las colonias españolas fueron divididas en virreinatos: de la Nueva España, de Nueva Granada, del Río de la Plata y de Perú.
Las colonias portuguesas abarcaron el actual Brasil y lo dividieron en 15 capitanías regidas por nobles portugueses.
Las colonias británicas se establecieron en Norteamérica junto con los franceses. El sistema de división política fue el de las conocidas “13 Colonias”.
Clases sociales
El sistema de estratificación social más conocido es el de los españoles, éste se dividía en los siguientes grupos:
Los criollos
Descendientes de españoles concebidos en América. En primera instancia, la Corona española no tenía previsto que esto sucediera y por lo tanto no poseía ningún enfoque para este segmento poblacional.
Debido a que los criollos eran cada vez más, la Corona decidió prohibirles la ocupación de cargos públicos. Esta acción se produjo debido a que, al ser originarios de América, su patria era esa y no España, lo cual podría traer conflictos a futuro a la Corona española.
Muchos de los criollos crearon fortunas extraordinarias, algunas de ellas comparables con los españoles concebidos en España.
Los mestizos
Eran hijos de españoles con mujeres originarias. En general eran rechazados tanto por los criollos como por los nativos. La mayoría desempeñaba cargos bajos o eran colaboradores de artesanos.
Los mulatos
Fueron los descendientes de un padre español y una madre esclava negra. Su suerte no era muy diferente a la de los mestizos. Eran impuros para ambas culturas, no poseían ningún tipo de derecho ni privilegio social. No llegaban a ser esclavos pero debían ocuparse de tareas domésticas, serviles y forzosas.
Los zambos
Eran hijos de un padre negro y de una madre nativa (generalmente libre), tuvieron una mejor suerte que los mulatos ya que, al ser hijos de una madre libre, eran igualmente libres.
Esclavos
La esclavitud era la práctica social y económica mediante la cual el ser humano perdía sus derechos fundamentales como persona, ya que era considerado como un objeto que podía ser comprado y vendido.
Los africanos fueron el grupo principal de esclavos de las sociedades coloniales, aunque también se incluía a los nativos. Este grupo, tratado como mercancía, tenía un valor monetario mayor al de los habitantes originarios por su resistencia física.
Trabajaban principalmente en las minas, sin embargo, sus empleos no se redujeron a esto. Los de avanzada edad trabajaron como sastres o cocineros, otros como sirvientes domésticos y los niños usualmente como “mascotas” de los niños blancos.
La esclavitud era la práctica social y económica mediante la cual el ser humano perdía sus derechos fundamentales como persona, ya que era considerado como un objeto que podía ser comprado y vendido.
¿Sabías qué...?
Brasil fue el último país de América latina en abolir la esclavitud, debido a que durante los años de colonización fue el país que más importó esclavos.
Movimiento abolicionista
El movimiento abolicionista en Hispanoamérica comenzó con la Guerra de la Independencia de México, allí luego de proclamar su libertad como nación, iniciaron la abolición de la esclavitud mediante varios decretos publicados entre los años 1824 y 1829.
La conquista de América no estuvo motivada únicamente por el afán de extender el dominio político español y el deseo de obtener metales preciosos; también fue impulsada por un fuerte propósito evangelizador y misionero. Sacerdotes y religiosos de la Iglesia Católica participaron ya en las primeras expediciones de conquista: su misión específica era convertir y educar en el catolicismo a los indígenas. De este modo, antes de partir hacia América, los sacerdotes y religiosos debían jurar fidelidad al rey de España y ser considerados funcionarios del Estado. Comenzaba así lo que sería una discutida epopeya histórica: la evangelización de los pueblos indígenas americanos. Por la acción de alrededor de veinte mil misioneros y de sus ayudantes, a lo largo de tres siglos se evangelizarían catorce millones y medio de kilómetros cuadrados en un periodo de tiempo que, desde el punto de vista histórico, puede considerarse breve.
UNA EVANGELIZACIÓN AL AMPARO DE LA CORONA
La evangelización de América se inició por hombres todavía considerados medievales. De acuerdo con la tradición medieval, el Papa Alejandro VI concedía a los Reyes de España el poder sobre las tierras recién descubiertas junto con la tarea de evangelizar el Nuevo Mundo con el envío de misioneros. En consecuencia, los reyes españoles se sintieron responsables de la cristianización de los pueblos americanos, hasta el punto de entender que el cumplimiento de esa obligación de evangelizar legitimaba su soberanía temporal sobre dichos pueblos.
De esta manera, la integración de los pueblos en el conjunto de la Monarquía hispana no estaría conseguida mientras no se lograra su conversión al cristianismo. Sería justamente el carácter misionero lo que dispararía la capacidad de la Monarquía hispana para conocer, contactar y entrar en diálogo con los diversos pueblos, lo que la dotaría de un sentido verdaderamente integrador, quedando plasmado políticamente como un conjunto de pueblos con personalidad jurídica propia, pero unidos bajo la obediencia al mismo rey y bajo la común fe católica. Para los misioneros, sólo la integración de los pueblos indígenas en el conjunto de la Monarquía garantizaba que su primera conversión pudiese encontrar los medios para madurar en una organización cristiana que pudiera desarrollarse en el futuro.
¿Sabías qué...?
Juan Pablo II fue el primer papa polaco en la historia, y el primero no italiano desde 1523.
Ya desde el segundo viaje de Cristóbal Colón a América, los Reyes Católicos se preocuparon por el establecimiento de la Iglesia en las nuevas tierras y, en efecto, entre los viajeros de entonces marcharía un primer grupo de sacerdotes bajo la dirección de fray Bernardo Boil, fraile nombrado vicario pontificio para las Indias, es decir, representante personal del Papa. Desalentado por las dificultades de trato, tanto con los indios como con Cristóbal Colón, fray Bernardo Boil renuncia pronto al gobierno eclesiástico de las tierras descubiertas y regresa a España.
Los reyes optan por un cambio de sistema para la fundación de la Iglesia en América y, por lo tanto, para la evangelización del Nuevo Mundo. Solicitan al Papa el derecho de Patronato; de este modo, los reyes desisten del envío de nuevos vicarios apostólicos, tomando ellos directamente, a través de sus órganos ordinarios de gobierno, un control más directo de la vida eclesiástica americana. Se concedía al rey el derecho de presentar para su nombramiento canónico a todas las personas que ocuparían puestos eclesiásticos en las Indias; a cambio, la Corona debería financiar todo el establecimiento de la Iglesia en esas tierras. En el ejercicio de este derecho de patronato, los reyes españoles, fundamentalmente desde Felipe II, van a exceder las facultades expresamente concedidas, para tratar de dirigir, o al menos supervisar, la totalidad de la vida eclesiástica en América.
LOS MISIONEROS
Una empresa como la que hemos descrito requería la acción de misioneros comprometidos y capaces. De hecho, los religiosos que afrontaron esta evangelización eran en su mayoría hombres de entre 25 y 35 años, herederos de la reforma eclesiástica española impulsada por los Reyes Católicos. No cualquiera era enviado a las Indias: se requería la autorización de sus superiores, la decisión personal voluntaria, y el permiso del Consejo de Indias. Había una severa selección de los religiosos.
Entre las órdenes mendicantes destacaron los franciscanos, dominicos, agustinos y mercedarios. La Compañía de Jesús, que llegó ya avanzado el siglo XVI, actualizó los métodos misionales y se destacaría por la eficacia en la conversión y cristianización de los indígenas. También los obispos se dedicaron prioritariamente a la misión entre los indios hasta aproximadamente 1570. Desde esta fecha, la atención pastoral a los fieles cristianos de sus diócesis y, eventualmente, la ocupación de cargos públicos, les dejó menos tiempo para la prédica. El clero secular también se ocupó de la conversión indígena, aunque su ocupación principal sería la atención de la población ya cristiana.
Los fieles laicos (españoles, criollos e indígenas) también aportarían mucho a la conversión de los pueblos autóctonos y, sobre todo, al nacimiento y desarrollo de una cultura cristiana. Tampoco faltaron funcionarios y pobladores españoles con vivo celo por la conversión de los indígenas. Debemos mencionar también la labor misionera de los mismos indígenas una vez convertidos: muchos de ellos actuaron como colaboradores de los misioneros haciendo de traductores y auxiliares en la prédica.
En definitiva, entre los protagonistas de la primera evangelización americana encontramos grandes miserias y altos testimonios de solidaridad, bajas ambiciones y entregas desinteresadas. De todas maneras, a pesar de sus limitaciones, esos hombres lograron transmitir el Evangelio a las culturas indígenas.
MÉTODOS PARA LA EVANGELIZACIÓN
Los misioneros necesitaron ingeniar y aplicar nuevos métodos para su tarea, distintos a los que se conocían en Europa. En la búsqueda de esos métodos supieron inspirarse tanto en la propia tradición misional de sus órdenes religiosas, como en el Evangelio mismo. No obstante, los misioneros recurrieron al estudio y conocimiento directo de la realidad americana para deducir de ella la metodología evangelizadora más adecuada. En esta búsqueda de métodos, estudiaron las lenguas y culturas indígenas y tradujeron los textos bíblicos a cada dialecto en particular. Otro recurso fue la apelación a la Corona para que diese indicaciones a la población española, de modo que se creasen circunstancias más favorables para la evangelización, y para que arbitrase en las diferencias internas del clero, haciendo luz también sobre prácticas misioneras. Por último, un recurso importante en esa búsqueda y aplicación de nuevos sistemas fueron las obras escritas por los misioneros más veteranos, verdaderos manuales prácticos para la acción.
Entre los métodos practicados conviene recordar que, para llevar adelante la evangelización, la Corona española ordenó la creación de las llamadas reducciones de indios, que eran territorios habitados exclusivamente por aborígenes y administrados por un pequeño número de sacerdotes. Aplicaron diversos medios para captar la atención del indio a través de formas atractivas de predicación y de una organización pedagógica de sus contenidos. Otras formas fueron la refutación teórica de las religiones primitivas y la extirpación de la idolatría, que no estuvo ausente de excesos. Una vez lograda la conversión, se continuaba con las clases de catequesis, para que los convertidos no volvieran a la religión antigua y para que progresaran en el conocimiento y práctica de la fe y moral cristianas.
Conmemorado de múltiples formas en toda América y España, este día aparece como uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la humanidad al modificar para siempre el mapa del territorio conocido. Las consecuencias hacia los pueblos originarios y la cosmovisión europea provocaron un impacto del cual aún pueden sentirse sus olas.
Para conocer un poco más tenemos que situarnos en el siglo XV, etapa de cambios culturales y sociales, de violentas guerras e ilustres monarcas. Los avances en las áreas científicas y artísticas preparaban el terreno para el Renacimiento, que no por casualidad fue llamado por los historiadores “El siglo de las innovaciones”. En Europa, territorio de ciudades milenarias y rutas donde se comerciaba desde oro hasta pan a través de vías marítimas, surgiría la inquieta figura de Cristóbal Colón, a quién también lo podemos conocer como Cristóforo Colombo en italiano o Christophorus Colombus en latín.
Una figura misteriosa
Cuando pensamos en Colón lo planteamos como un enigma porque poco se sabe de su nacimiento y las peripecias de su vida antes de los viajes oceánicos, además de que tampoco se sabe demasiado de su formación intelectual y de los verdaderos motivos para encaminarse en el ambicioso proyecto que lo llevó a descubrir América. Se cree entre algunos historiadores que Colón encubrió deliberadamente su origen: se levantaron voces y teorías que afirmaban que el almirante sería de origen gallego, otros indicaban que su nacionalidad era francesa, otros que era de origen catalán y otros que era extremeño. Además se ha conjeturado con que podría haber sido andaluz, vasco, inglés, corso e incluso griego, noruego o croata.
Sin embargo, lo cierto es que la gran mayoría sostiene que era genovés. Su padre Domenico Colombo, fue un comerciante en lanas y vinos al que Cristóbal acompañó de joven en sus viajes. Entre sus varias ocupaciones primero fue mercader, luego marino y finalmente capitán en la flota del príncipe Renato de Anjou, momento en que logró recorrer el Mar Mediterráneo. La parte más conocida de su vida comienza en el año 1476, cuando se salva milagrosamente tras haber sido atacado por el pirata francés Colón el Viejo o Casenove luego de un viaje comercial a Inglaterra. La batalla se libró frente al cabo San Vicente y, según se cuenta, Cristóbal Colón salvó su vida logrando alcanzar la playa de Lagos a nado, aferrándose a un remo que le sirvió para cubrir casi dos leguas largas que lo separaban de la tierra.
Este arribo accidental a las tierras portuguesas fue fundamental para su formación como marino. Allí se envolvió en leyendas marítimas como las de las islas de San Brandán, Brasil, Antilia o isla de las Siete Ciudades, con la promesa de riquezas y fama, tras los peligros que implicaba atravesar el “Mare Tenebrosum”. Además emprendió numerosos viajes comerciales que lo llevaron desde Guinea a Islandia, donde escuchó sobre las expediciones que se habían proyectado hacia el oeste a Terranova. Tras asentarse en Porto Santo conoció a su esposa entre los años 1479 y 1480, Doña Felipa de Moniz. Su trato con la clase alta a la que ella pertenecía le garantizó obtener contactos para sus futuros proyectos, a pesar de que la relación no perduró demasiado ya que muere en el año 1485 con un único hijo, Diego Colón.
Una nueva ruta
Desde Portugal comenzó a establecer lo que sería el proyecto para realizar su gran gesta. Su plan consistía en dirigirse a Oriente por una ruta opuesta a la tradicional, o sea en dirección occidental. En Europa desde las fabulosas narraciones de Marco Polo se conocía la existencia de los ricos países Orientales, cuyo mayor representante era el reino del Gran Khan. Además, las nociones de riquezas en el Lejano Oriente venían confirmadas por el comercio activo que habían tenido Bizancio y Alejandría. Pero desde 1453 el comercio de Levante (cercano a Oriente) sufrió un golpe decisivo por la caída de Constantinopla en manos de los turcos. Este avance obligó a buscar una ruta alternativa debido a que comenzaron a resentirse económicamente las principales repúblicas mercantiles italianas e incluso ciudades como Barcelona. Ya los portugueses buscaban otra ruta desde los tiempos de Enrique el Navegante, que hallaron al llegar a Calicut y enlazar con la India a espaldas de los turcos. Pese a conocer los esfuerzos de los brillantes navegantes que le precedieron, Colón creía que existía un camino más corto.
Para llevar a cabo esto propuso al rey de Portugal, Juan II, que patrocinara su proyecto. Pero sus planes fueron rechazados debido que creyeron que la idea carecía de interés y ya era conocida. Decepcionado con esta decisión de la corte de Lisboa en 1484 Colón decide abandonar el territorio portugués y trasladarse a España. En enero de 1486 a partir de las recomendaciones del duque de Medinaceli se dirigió a la residencia de la corte en Córdoba, donde comenzó a tener el interés de los reyes. Debido a que estaban ocupados en la guerra contra Granada no le prestaron suficiente atención, aunque crearon una junta con la finalidad de estudiar científicamente esos proyectos que tenían aires proféticos y misteriosos. Tras vivir un tiempo en Córdoba, Colón volvió a Portugal para ver que su proyecto era nuevamente rechazado por Juan II.
Finalmente Colón lograría la aceptación de los Reyes Católicos el 17 de abril de 1492, consiguiendo un contrato en el que se cedía a Colón el almirantazgo de la mar, el virreinato y gobierno de las tierras que se descubrieran, la quinta parte de las mercancías y la décima de los metales y piedras preciosas que se extrajeran. Además se le extendió a Colón un pasaporte de tanta importancia como el contrato y la carta dirigida al Gran Khan para que pudiera presentarse al soberano de la India, ya que se creía que dominaba todo el Oriente.
Para diagramar su proyecto Colón se basó en los estudios del matemático florentino Paolo del Pozzo Toscanelli, que había demostrado matemáticamente que la Tierra era esférica, idea ya sostenida por Eratóstenes y Ptolomeo. Toscanelli apuntaba a la posibilidad de que se pudiera llegar a Asia a través del Atlántico. Sin embargo, los cálculos del matemático, astrónomo y cosmógrafo italiano se basaban en la idea de que la tierra tenía una circunferencia de 29.000 kilómetros, en lugar de los 40.000 reales. En consecuencia Colón estimaba que entre las Canarias y Cipango (actualmente Japón) había una distancia de 2.400 millas marinas cuando en realidad hay 10.700. Esta confusión fue lo que sin lugar a dudas llevo a que Colón creyera que se encontraba en las islas asiáticas cuando en verdad se encontraba en el Caribe.
Un nuevo horizonte
De las tres embarcaciones que emprendieron el viaje, sólo una, la Santa María fue contratada. Las dos carabelas, la Pinta y la Niña iban tomadas por embargo. La Santa María era una nao y no una carabela mientras que la Niña, que efectivamente era una carabela, tenía la vela redonda y la Pinta sólo conservó su aparejo latino hasta Canarias. Esta pérdida de los rasgos originales de la embarcación indica que las carabelas ya comenzaban a estar en desuso para ese entonces.
Tras escuchar una misa y comulgar en la iglesia de San Jorge, la expedición partió el 3 de agosto de 1492 del puerto de Palos de Moguer hacia las Islas Canarias. Durante esta travesía se rompió el timón de la Pinta y tuvieron que reparar la nave en la isla de Gomera, teniendo que encarar nuevamente hacia el mar recién el 6 de septiembre. A diferencia de los exploradores portugueses, que navegaban siempre cerca de la costa, Colón se encamino hacia el Océano sin hacer caso de las leyendas que aún se conservaban del Medioevo: entre los peligros se mencionaba a la Hidra, peces voladores, el Kraken, pulpos gigantes, serpientes marinas, calamares de enormes dimensiones, además de fenómenos como nieblas que podían ocultar islas enteras, lugares donde las leyes físicas y naturales se rompían, y fuegos fatuos que rodeaban las naves.
Hasta el 22 de septiembre el viaje continuó sin mayores inconvenientes con un tiempo “como de abril en Andalucía”, según indicó Colón en su diario –sólo conocido a través de la versión del padre Fray Bartolomé de las Casas-. Respecto a su diario, también hay que aclarar que el almirante llevaba dos diarios: uno en el que indicaba la verdadera cantidad de leguas recorridas y otro en el que contaba menos para que sus hombres no se espantasen ni se impacienten en caso de que el viaje se estuviera extendiendo más de lo estipulado. Tras dos falsas alarmas, que incluyen una confusión con el horizonte del cielo el 25 de septiembre, y un motín que tuvo que ser apaciguado el 10 de octubre, en la noche del 11 al 12 de octubre Colón y el marinero Pedro Rodríguez distinguieron una luz. A la madrugada siguiente, desde la Pinta, el marinero Juan Rodríguez de Triana –inmortalizado como Rodrigo de Triana- gritó ¡Tierra! anunciando uno de los hechos más importantes de la historia de la humanidad: América había sido descubierta.
No obstante, Colón creyó que había llegado a la India porque nunca pensó que existiese un continente interpuesto entre Europa y Asia. Esto se debía a que se basó en las teorías de Toscanelli, para quién la Tierra era bastante más reducida de lo que realmente es. A esto sumemos el detalle de que según recientes estudios América no fue descubierta el 12 de octubre, sino que en realidad ocurrió el 13, pero como es un número asociado a la mala suerte decidió modificar la fecha.
La primera isla que pudieron divisar fue la que los nativos llamaban Guanahani, que Colón bautizó con el nombre de San Salvador (cuya ubicación actual aún es desconocida), una de las islas que integran el archipiélago de las Bahamas. Colón desembarco con las banderas desplegadas y tomó inmediatamente posesión de aquellas tierras en nombre de los reyes de España. Pero se llevó una sorpresa al ver que no había comerciantes chinos como preveía, sino que se encontró con una gente “mansa” que no son ni “negros ni blancos” sino que son “del color de los canarios”. Todos ellos andaban “desnudos como la madre que los pario”, no superaban los treinta años, y tenían “muy hermosos cuerpos y muy buenas caras”, según lo apuntaba Colón en su diario de viaje. Con ellos se intercambiaban papagayos e hilos de algodón en ovillos y azagayas, por cascabeles y cuentas de vidrio y además los nativos no traían armas ni las conocían. Pero no había ni rastros del oro y las piedras preciosas que el almirante esperaba encontrar, así como tampoco había señales de las bestias legendarias sobre las cuales se le había advertido en los relatos. En lugar de ello sólo podían encontrarse papagayos, como lo apunta en su diario.
No tardarían en surgir problemas: una maniobra del timonel de la Santa María hizo encallar la nao la noche del 24 al 25 de diciembre, en un bajío que se situaba en el territorio del jefe indígena Guacanagarí. Con los restos de la nave perdida se construyó allí un fuerte al que denominaron Navidad –o Natividad-, primera fundación española en tierras del Nuevo Mundo. Quedaron encargados de su defensa cuarenta hombres al mando de Diego de Arana, hermano de Beatriz, la madre de Fernando Colón.
Con Yañez Pinzón como segundo, el almirante salió de Navidad el 2 de enero de 1493. A partir de allí su retorno resultó más largo y accidentado debido principalmente a los enfrentamientos entre los indígenas que el Almirante llevaba en su embarcación y sus hombres; además de una enorme tempestad que separó a ambas naves en pleno Atlántico. La Niña se vio en tales peligros que sus hombres, temiendo el naufragio, arrojaron un barril al mar con la relación del viaje. Una vez pasada la tormenta se pudo avistar el 15 de febrero la isla de Santa María, en las Azores, y desde allí mantuvo su curso hacia Lisboa, en cuyo puerto ingresó el 4 de marzo.
Una expedición turbulenta
Para su segundo viaje Colón tuvo fines claramente colonizadores, con lo cual comenzaba un proyecto que iba a explorar un mundo nuevo. Trece meses después del primer viaje hacia lo desconocido, partía de Cádiz una nueva expedición compuesta de aproximadamente mil quinientos hombres entre los cuales se encontraba el hermano del almirante, Diego Colón. Además de un grupo de especialistas, iban una serie de personajes para representar a España ante los grandes señores de las tierras que se abordasen. En los diecisiete barcos de esta nueva armada que se dirigía al nuevo continente, no sólo se embarcaron con armas y víveres, sino también con gran cantidad de animales domésticos, plantas, semillas, instrumentos de labranza y adornos que tenían la finalidad de ser intercambiados con los nativos.
La flota salió del puerto Gaditano el 25 de septiembre de 1493 con la Marigalante, en la cual viajaba Colón como nave capitana. Tras descubrir una serie de pequeñas islas de las Pequeñas Antillas a las cuales les fue dando distintos nombres, el 8 el almirante bautizaba a la isla mayor, conocida hoy como Puerto Rico, con el nombre de San Juan Bautista y desde allí partió hacia La Española, donde desembarcó el 22.
Cuatro días después se dirigió al lugar donde había establecido su fuerte, Navidad, pero el panorama que encontró allí fue desolador. Busco en vano a Diego de Arana entre las cenizas y los cadáveres que señalaban el destino de la que había sido la primera fundación en tierra americana. El médico sevillano Diego Álvarez Chanca calculó que la guarnición española había perecido dos meses antes a manos de los indígenas del cacique Caonabó.
Una vez abandonado este paraje, Colón se dirigió al oeste y el 7 de diciembre fundó la primera ciudad del nuevo mundo: La Isabela, en honor de la reina de Castilla. Pero este asentamiento se despobló poco tiempo después: su clima destemplado estaba vulnerando la salud de los hombres del almirante y el mismísimo Colón cayó enfermo por la misma causa. Esto llevó a que algunos de sus segundos exploraran los nuevos territorios buscando oro, como Alonso de Ojeda, o nuevas islas, como es el caso de Jamaica.
Sin embargo, la resolución de Colón de alejarse de la ciudad que había fundado para organizar una junta de gobierno en La Española desencadenó una rebelión de sus hombres. A esto hay que sumar que el almirante ya se había deshecho de 12 de sus naves con la finalidad de deshacerse de aquellos hombres enfermos y aquellos que atentaban contra la expedición. En aquella ocasión envió la noticia de que había encontrado oro, pero como los marineros no llevaron ante los españoles más que la noticia, sus detractores comenzaron a tratarlo de farsante.
Para resolver la situación en La Isabela nombró como adelantado a su hermano Bartolomé, que llegaba de Europa con su oficio de cartógrafo. Pero el resultado fue desastroso. Más que una ayuda, su hermano fue una carga y sirvió de pretexto para que los españoles se sublevaran, haciendo que algunos de los marineros huyeran a España con tres de los barcos para quejarse del mal gobierno de Colón y su familia.
Al mismo tiempo, en el centro de la isla ocurría una insurrección indígena que tuvo que ser dominada por las armas. Este nuevo conflicto tuvo consecuencias desastrosas para el almirante, no sólo por la cantidad de muertos sino también porque llegó a oídos de los Reyes Católicos, quienes decidieron enviar como visitador a Juan de Aguado el 9 de abril de 1495. La misión de Aguado era “aguar todos los placeres y prosperidad del almirante”, tomándole una exhaustiva declaración sobre los progresos hechos. Ante tal panorama Colón decidió que lo más razonable era regresar a España.
Por lo tanto el almirante volvió a Europa el 10 de marzo de 1496 con Aguado en el primer barco construido en tierra americana, y el 11 de junio desembarcó en Cádiz. A diferencia de aquella primera vez en que se había presentado con toda la pompa ante los reyes luego del descubrimiento, en esta ocasión se presentó vistiendo sayal de franciscano, cuerda al cinto y pie desnudo, como señal de la gravedad de las acusaciones que pesaban sobre él.
En tierra celestial
Contra todo pronóstico, y a pesar de que los resultados de sus viajes no resultaron muy positivos, se le facilitó a Colón el medio para organizar una tercera expedición que en esta ocasión sería colonizadora y descubridora. Así fue que con la Real Confirmación de las Capitulaciones de Santa Fe en mano, el marino genovés salió con seis naves desde Sanlúcar de Barrameda el 30 de mayo de 1498, rumbo a las Canarias. Debido a su vocación por explorar nuevas tierras se dirigió más hacia el sur que la ruta pautada, y descubrió así el 31 de julio una isla a la que dio el nombre de Santísima Trinidad (actual isla Trinidad) en la cual se encontró con otro tipo de nativos.
Continuando su viaje por esta nueva ruta el Almirante se encontró con la desembocadura del Orinoco, donde adivinó encontrarse ante un nuevo continente al que bautizó con el nombre de Tierra de Gracia y que en sus sueños era el Paraíso Terrenal. Junto a sus hombres llegó a la península de Paria, en el golfo de las Perlas, el 5 de agosto de 1498. Con el descubrimiento de la boca del Orinoco Colón creyó hallarse ante un gran río asiático pero, lo más importante, también indicó el momento en el que por primera vez en la historia los españoles se internaron en el continente sudamericano. Comprendiendo que la tarea de recorrer el territorio excedía sus posibilidades, el almirante volvió a La Española tras descubrir la isla Margarita el 15 de agosto. El último día de agosto ancló en la playa de La Isabela, donde se enteró que su hermano Bartolomé había fundado la ciudad de Santo Domingo en recuerdo del nombre de su padre.
Pero el destino se le presentaría poco promisorio en la isla ya que se organizó una nueva sublevación de descontento que Colón sofocó con dificultad y motivó a que los reyes enviaran al comendador de Calatrava, Francisco de Bobadilla, en calidad de investigador oficial. Cuando llegó a Santo Domingo el 23 de agosto de 1500 realizó un voluminoso proceso, hizo apresar a Colón y sus parientes y los mando encadenados a España. A diferencia de lo que se cree habitualmente, Colón no hizo el viaje encadenado: se le libero de los grillos apenas salieron de Santo Domingo y Alonso Vallejo, su custodio, le trató caballerosamente durante todo el trayecto. El resultado del proceso por los errores de gobierno cometidos por Colón y sus dos hermanos lo término favoreciendo, debido a que la Reina consideró que el comendador se había excedido en sus funciones. Además le brindó el apoyo necesario para realizar un nuevo viaje, aunque le quitó su sueldo y los cargos de Virrey y Gobernador.
Tormentas, enfrentamientos y enfermedad
Una vez confirmada la posibilidad de un cuarto viaje, partió de Cádiz el 9 de mayo de 1502 con cuatro embarcaciones. En esta ocasión el almirante salió de España con la misión de explorar y la prohibición expresa de aproximarse a La Española, hacia donde ya se había dirigido otra expedición comandada por Nicolás de Ovando con veinte naves. El hecho de que se lo nombrara como gobernador general de las islas violaba lo pautado entre la familia de Colón y los reyes, cuestión que abrió a conflictos que no terminarían de resolverse hasta el siglo XIX.
Una vez realizada la escala en las Canarias y atravesar las Pequeñas Antillas, la avería de una de sus naves forzó al almirante a dirigirse a La Española. Pero Ovando no le permitió desembarcar y fue en vano el anuncio de que se aproximaba un enorme temporal. Las consecuencias se vieron dos días después, el 11 de julio: la tempestad destruyó veinte de las veintiocho naves con las que Bobadilla retornaba a España, causando una innumerable cantidad de muertes entre los cuales figura la del mismo comendador. De las tripulaciones que se salvaron se encuentra el convoy Aguja, que llevaba todo el oro que se le debía a Colón. Esto dio lugar al mito que señalaba que el almirante había convocado la tormenta con magia para vengarse de Bobadilla.
Por su parte Colón se había refugiado en Azua, al occidente de la isla, y sufrió unos pocos desperfectos que no fueron impedimento para explorar las costas ístmicas del mar Caribe. Como consecuencia de este viaje descubrió la isla de Guanaja en la entrada del Golfo de Honduras; el cabo de Caxinas; el cabo Gracias a Dios; un río al que le puso el nombre de Desastre porque perdió una barca allí; el poblado de Cariai en las tierras de Costa Rica, y la costa de Veragaua en Panamá, a la que pretendió colonizar pero no pudo debido a la resistencia de los nativos de la zona. Continuando su viaje descubrió la bahía de Portobelo y siete días después se abasteció en un lugar al que precisamente denominó Bastimentos para que el 26 de diciembre ingrese a la bahía de Retrete, donde se refugió por el mal tiempo reinante.
El temporal retuvo a Colón más tiempo del que esperaba y esto llevó a que haya escasez de víveres y mal carácter entre los tripulantes, además de que los navíos quedaron en tan mal estado como la salud de sus hombres. Finalmente, la expedición partió de Retrete a comienzos de enero de 1503 y el día 6 llegó a una boca del río que denominó Belén por la fecha. Allí intentó una nueva colonización pero nuevamente fue repelido por la hostilidad de los indígenas, obligándolo a abandonar uno de sus barcos dañado por la carcoma. Viendo que no podía efectuar ninguna fundación, el almirante volvió cansado y enfermo a Santo Domingo para reparar los barcos, aprovisionarse y continuar desde allí su viaje a España. Sin embargo Ovando decidió no ayudar a Colón en nada de lo que pedía, obligándole a permanecer un año en la costa norte de Jamaica con múltiples carencias de provisiones. Gracias a la intervención de Diego Méndez, que navegó en canoa hasta La Española, Ovando envió dos carabelas de socorro. Finalmente, el 15 de agosto de 1504, el almirante y sus hombres llegaron a Santo Domingo desde donde partieron con lo que quedaba de la cuarta expedición el 12 de septiembre, y el 7 de noviembre desembarcaron en Sanlúcar de Barrameda.
Los tiempos cambian
Con el carácter abatido por la muerte de la Reina Isabel ocurrida el 24 de noviembre y aquejado por un ataque de gota, Colón se alejó definitivamente de cualquier tipo de emprendimiento político y expedicionario debido a que ya no contaba con los mismos favores bajo la regencia del Rey Fernando. Pero las rutas ya estaban abiertas y la empresa transatlántica marchaba por sí sola, sin la necesidad del estimulo del envejecido almirante. Colón no tardo en realizar su reclamo por aquello que le correspondía de acuerdo al documento de las Capitulaciones de Santa Fe, es decir, el décimo de las entradas en Indias, el octavo de sus provechos comerciales o los sesenta mil escudos de oro que había dejado en Santo Domingo, pero esto resultó en vano a pesar de que también realizó repetidos memoriales.
En julio de 1505, después de haber rechazado la sugerencia real de cambiar el almirantazgo por el señorío de la villa de Carrión de los Condes (Palencia), Colón dictó un codicilo en Segovia por el cual instituía el mayorazgo a favor de su hijo Diego. No obstante, nadie atendió su pedido porque el reino gobernado provisionalmente por el viejo rey católico se encontraba en un estado caótico debido a que esperaba a su soberana, Doña Juana. Tras escribir sus Últimas Voluntades nuevamente, Colón murió el 21 de mayo de 1506 pronunciando “In manus tuas, Domine, commendo spiritum meum” (En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu).
América
El legado del que fuera uno de los mejores marinos de todos los tiempos gracias a su habilidad práctica e intuitiva, desencadenó una sangrienta fiebre de colonizadores que se dirigían a las nuevas tierras en busca de oro y tierras para la corona, inaugurando una nueva etapa que comienza con la denominación del continente ¿Por qué América? La respuesta se remite a una cuestión de tiempos: el florentino Américo Vespucio conoció el continente entre 1499 y 1502 sin siquiera haberlo pisado y mantuvo un contacto epistolar con Martin Waldseemuller, un profesor de geografía de Lorena. Dado que sus obras fueron conocidas entre 1504 y 1507, y el relato del Tercer Viaje de Colón recién fue conocido en 1508, Waldseemuller propuso en su obra feminizar el nombre de Américo, para corresponder a los nombres femeninos de Asia y Europa.
En el territorio del actual Ecuador, la Colonia propiamente dicha se inició con una partida de nacimiento de doble sentido: el institucional, con el establecimiento de la Real Audiencia de Quito en 1563, como parte del Estado español; y el social, con la llamada Rebelión de las Alcabalas en 1592, en tanto manifestación de los intereses de los sectores locales “americanos” en contra de la legitimidad y alcance de la autoridad real sobre este espacio.
En cuanto a los límites jurisdiccionales, mientras que por el norte el Obispado sólo iba hasta Pasto, pues Popayán era la capital de otra diócesis, la Audiencia incluía, además de Pasto, a Popayán, Cali, Buenaventura y Buga. Por el sur, ocurría lo contrario: el Obispado se extendía hasta San Miguel de Piura, que en lo civil pertenecía a la Audiencia de Lima. En lo que hace a los territorios del oriente amazónico, antes de 1563 ya se habían iniciado las exploraciones e incursiones a esta zona; en los límites de la Audiencia también se incluyeron “todos los territorios que se descubrieren y poblaren”.
El primer presidente de la Audiencia fue el sevillano Hernando de Santillán, quien llegó a Quito en 1564 e instaló inmediatamente esta institución. El doble imperativo a que obedeció el establecimiento de la Audiencia (facilitar el control administrativo de estos territorios y, sobre todo, regular las relaciones entre la sociedad blanca y la sociedad indígena) se encarnó perfectamente en este personaje. Además del presidente, la Audiencia contó con cuatro o cinco oidores o jueces, un fiscal, un escribano, un relator y un portero.
Entre Lima y Santa Fe
La Audiencia de Quito permaneció como provincia dependiente del Virreinato del Perú desde su creación en el siglo XVI hasta el siglo XVIII, época en la que, frente al adelanto que tuvieron en general las provincias dependientes de los virreinatos americanos y la dificultad que representó para el virrey del Perú ejercer un control más vigoroso en tan dilatado territorio, la Corona decidió crear un nuevo virreinato, el de Santa Fe (Nueva Granada), en mayo de 1717, nombrando como primer virrey a Jorge de Villalonga.
Mediante la cédula de erección de este virreinato se suprimió la Audiencia de Quito, la cual pasó a órdenes de la Audiencia de Santa Fe. Desde ese momento sería esta Audiencia la encargada de conocer y determinar lo relativo a la justicia, el gobierno, la política, el Patronato Regio, la guerra y la real hacienda del distrito de Quito.
En 1723 se suprimió el Virreinato de Santa Fe, con lo cual el territorio de la Audiencia de Quito retornó a los mismos términos en que se hallaba antes de su incorporación al mismo, es decir, pasó a depender del Virreinato del Perú. Posteriormente, fueron varios y extensos los informes que se elaboraron con relación al restablecimiento del Virreinato de Santa Fe; el 20 de agosto de 1739 el rey Felipe V resolvió su restablecimiento y determinó que la Audiencia de Quito perteneciera a él, con el carácter de “subordinada” y dependiente, de manera similar a las demás audiencias con respecto a los virreinatos del Perú y Nueva España. Con los mismos propósitos de política defensiva que se consideraron para la creación primera del Virreinato de Santa Fe en 1717, se determinó entonces por cédula real el control y la defensa militar frente a pretensiones extranjeras.
Por otra parte, ante los innumerables conflictos bélicos que atravesó España en el ámbito europeo durante el siglo XVIII (causantes de crisis que afectaron su economía y su poder), las Reformas Borbónicas de la segunda mitad del siglo supusieron un intento de centralización política y mayor control militar de las colonias americanas. De esta forma, la creación de los virreinatos de Santa Fe y del Río de la Plata (1776) se justificaba por “razones de Estado”.
La Audiencia de Quito, como unidad menor y dependiente, se vio igualmente enmarcada dentro de estos objetivos y, de esta manera, las regiones de su distrito se articularon política y económicamente de una forma más directa a determinada jurisdicción virreinal. Así, por ejemplo, en el ámbito de las economías regionales, la Sierra Norte se articuló en torno al centro minero de Barbacoas, y, por lo mismo, se vinculó al Virreinato de Santa Fe; la Sierra Sur se relacionaba con el Virreinato del Perú; y la Costa, mediante el auge de su producción cacaotera (1774), permitió ampliar el mercado interno interregional vinculado a las provincias santafereñas o a las pertenecientes al virreinato peruano.
Este constante vaivén por el que atravesó la Audiencia de Quito entre los virreinatos del Perú y Santa Fe permite advertir el verdadero carácter de los cambios político-jurisdiccionales y territoriales que atravesó esta institución durante la Colonia. Esto, a su vez, supone comprender que el proceso de organización de este espacio da cuenta de una “historia jurisdiccional” más que de una “historia de límites”.
Es evidente que existen implicaciones entre la lengua y el poder político. La lengua o la modalidad de lengua usada en el ejercicio del poder se convierte en prestigiosa y este prestigio es especialmente importante cuando el poder político se extiende por territorios donde se habla una lengua o variedad de lengua diferente.
Esta conexión entre lengua y poder político se advirtió ya en la Península con la expansión del castellano por territorios en que se hablaban otras lenguas neolatinas. Del mismo modo, con el descubrimiento de América la lengua española se impuso como lengua de los nuevos territorios.
La lengua se impone a los pueblos conquistados, al igual que se imponen la cultura y las costumbres. Los grandes imperios a lo largo de la historia han demostrado que el proceso de culturización de los pueblos sometidos es fundamental para la integración de estos. Sin embargo, este proceso puede conllevar la desaparición de las culturas y las lenguas autóctonas.
El análisis de la situación en España refleja distintas situaciones. Cataluña, con un pasado histórico y literario brillante, nunca ha dejado de hablar catalán. En el País Vasco, en cambio, el área de uso del euskera se había reducido progresivamente y parecía condenado a la extinción.
Además, en Cataluña, las lenguas en contacto, catalán y español, son dos lenguas neolatinas y, por lo tanto, la adquisición de una conociendo la otra es relativamente fácil; mientras que en el País Vasco, con dos lenguas sin relación de parentesco, sucede exactamente lo contrario.
Dado el carácter emblemático que para los vascos tiene su lengua, su defensa se convierte en una cuestión vital. En Galicia, el gallego, también lengua neolatina, ha tenido una historia similar a la del catalán.
España, al igual que gran parte de los Estados europeos, ha vivido un último siglo de reivindicaciones nacionalistas basadas en la lengua. Esto ha hecho que muchas lenguas no hayan desaparecido, sino que, por el contrario, se hayan desarrollado y actualmente sean lenguas de enseñanza, de estudio universitario, de cultivo literario y de uso político.
Convivencia de lenguas
Con frecuencia la coexistencia de lenguas en un mismo territorio se debe a factores históricos, como la conquista de un pueblo, pero también se produce por la presión cultural y económica, o se debe al movimiento migratorio hacia las zonas más industrializadas. En cualquier caso, el territorio presenta situación de bilingüismo o plurilingüismo, es decir, de convivencia de dos o más lenguas que, en teoría o de forma ideal, no presentan predominio de una sobre la otra.
Sin embargo, esta coexistencia de lenguas se puede presentar de forma problemática, en especial cuando se da una situación de dominio entre los pueblos, y esto se traduce en opresión lingüística y falta de libertad en el uso de la lengua.
Cuando la convivencia de lenguas adquiere la dimensión de conflicto, se produce el fenómeno de la diglosia.
Bilingüismo
El bilingüismo es la situación en que se encuentra una comunidad que emplea dos lenguas distintas para cubrir exactamente los mismos cometidos comunicativos colectivos e individuales, públicos y privados.
Sin embargo, esta situación es teórica, ya que siempre una de las lenguas ejerce sobre la otra cierta influencia y, por tanto, el bilingüismo puede alcanzar un número infinito de grados.
Para que existiera un pueblo bilingüe real, todos los hablantes de ese pueblo deberían ser bilingües puros y para ello todos deberían usar las dos lenguas indistintamente y con igualdad de oportunidades.
En realidad, esta situación no se da. Por lo general, los hablantes suelen ser monolingües, y si no lo son, una de las dos lenguas predominará en algunos usos y la otra en otros. Así, un hablante bilingüe adoptará la lengua materna, por ejemplo, para su comunicación familiar y la otra lengua, por ejemplo la enseñada en la escuela, para hablar con los compañeros, escribir una solicitud de empleo o dar una conferencia; esta situación ya no cumple con los requisitos del bilingüismo que se podría considerar puro.
El hecho de poder expresarse en dos lenguas no implica bilingüismo, sino plurilingüismo. El hablante plurilingüe piensa solo en una lengua y cuando sueña o se enfada usa esa lengua y no la otra (u otras) que también conoce; esto es signo de que esa es su lengua.
Los Estados en los que se habla más de una lengua no pueden ser calificados de bilingües o trilingües, ya que cada una de las lenguas tiene su propio dominio y cubre una determinada porción del territorio; se establecen, por tanto, áreas lingüísticas diferenciadas dentro del Estado, y las lenguas podrán ser todas oficiales en el ámbito general, cada una en su propia zona, o solo una para todo el territorio, pero este hecho no hace bilingüe un Estado. Será más adecuado hablar de Estados con dos o más lenguas.
Diglosia
La diglosia implica una evaluación de dos lenguas en términos de rango social: lengua A (lengua alta) y lengua B (lengua baja) a las que se asigna distintas funciones. La lengua A será la que se utilice en los actos públicos, en los contactos comerciales, en la enseñanza, en los grandes medios de comunicación y en la rotulación de los espacios urbanos; mientras que la lengua B quedará relegada al ámbito de las relaciones familiares, de los festivales folclóricos y, con algo de suerte, tendrá alguna presencia en las revistas y emisoras locales.
Por tanto, la lengua A será vehículo de cultura y patrimonio común, mientras que la lengua B, al verse reducida a una función social irrelevante, tenderá a desaparecer a pesar de ser la lengua propia de un pueblo.
Históricamente, la diglosia se ha producido en numerosas ocasiones y parece que es la causa de la extinción de muchas lenguas: el latín, por ejemplo, se impuso como lengua del Imperio (lengua A) y desplazó al umbro, al osco, al galo y a las lenguas peninsulares prerromanas (lenguas B), entre otras.
La presión que una lengua alta ejerce sobre otra socialmente baja es tan intensa que puede llegar a provocar la desaparición de la lengua baja. El proceso de sustitución es largo y complejo. La lengua hablada en la primera infancia y en el ámbito familiar suele mantenerse como lengua propia y personal a lo largo de toda la vida, incluso si se aprenden y usan otras lenguas con más prestigio social. Sin embargo, en una sociedad en la que convivan lenguas en una situación de diglosia, el cambio de una lengua a otra se suele producir de una forma más sencilla. Si un hablante de la lengua baja contrae matrimonio con un hablante de la lengua alta, incluso si ambos conocen las dos lenguas, es probable que adopten como lengua común la lengua socialmente más prestigiosa, y es probable también que sea esa la que transmitan a sus hijos, lo que significará que el hablante de la lengua baja acabará probablemente, con el tiempo, cambiando de lengua.
La diglosia puede ser combatida si se da la conciencia lingüística adecuada en los hablantes y en la sociedad. La defensa de la lengua B puede frenar su extinción, y esto será posible si esta se muestra como vehículo de cultura, como lengua de enseñanza en todos sus niveles y como lengua de los medios de comunicación.
La normalización lingüística es el conjunto de procesos que una comunidad lingüística inicia y desarrolla para construir las condiciones necesarias que aseguren el uso normal de su lengua y su estabilidad futura. Este proceso generalmente comporta la sustitución del uso de la lengua A por el de la lengua B en las funciones más públicas.
Eugenio Espejo no es sólo el precursor de la independencia americana, sino el crisol de la nacionalidad ecuatoriana. En él está presente el mestizaje en sus vertientes indígena, negra y española. Como médico conjugó los conocimientos propios de la sabiduría popular y natural de los aborígenes con los adelantos científicos de Europa. Fue el primer gran pensador de Ecuador y uno de los principales intelectuales de América. Su saber ilustrado abarcó diversas ramas como la política, la economía, la agricultura, la medicina, la religión, la educación, el arte y los oficios. Acosado por el régimen colonial, murió en la cárcel, en 1795.
La época
Eugenio Espejo nació en 1747 y falleció en 1795. Vivió 47 años durante la más agitada etapa de la historia de Quito, donde se gestaron movimientos por la reivindicación de los valores autóctonos americanos y quiteños, en contraposición a las ideas colonialistas de los peninsulares españoles.
¿Sabías qué...?
El Cabildo de Quito, en 1785, le solicitó a Eugenio Espejo la elaboración de un método para evitar la viruela. En él mencionó como causas las de tipo sociales y culturales, generando una gran polémica, por lo que fue encarcelado en 1787 y liberado inmediatamente por ausencia de pruebas.
La conciencia criolla se reflejó en la primera obra Historia del Reino de Quito que fue escrita por el padre jesuita Juan de Velasco, expulsado al exilio desde Riobamba, donde oficiaba. En este importante libro relató los hechos más connotados acontecidos en lo que hoy es Ecuador. En la descripción de sus recursos naturales y en la exaltación de sus valores encontraron los lectores los elementos formativos de la conciencia criolla.
La raza de Eugenio
Espejo no es el verdadero apellido de Eugenio. En realidad nació de padre indígena y madre mulata. Su padre fue un indígena quechua, procedente de Cajamarca, en Perú, conocido como Luis Chushig, quien trabajaba como ayudante del fraile José del Rosario, que era médico en el Hospital La Misericordia, de Quito. Su madre fue María Catalina Aldaz y Larraincar, natural de Nueva Granada, residente en Quito al igual que su padre.
Intelectual y revolucionario
Eugenio Espejo no fue ni revolucionario ni subversivo, era un intelectual que buscaba el bien de Quito y el despertar de su espíritu adormilado y resignado a lo malo.
Luis Benítez, como fue inscripto, aprendió a leer y escribir de forma subversiva, ya que estaba prohibido para los indígenas. Con ese apellido contrajo matrimonio con Catalina Aldás. El apellido Santa Cruz y Espejo no está aún esclarecido, pero se presume por los historiadores que fue puesto por algún español al ser evangelizado.
En una sociedad tan racista como la que le tocó vivir, Eugenio Espejo tuvo que cambiar sus apellidos para poder ingresar a los colegios y universidades, y realizar estudios. Sus dotes de inteligencia y sus ideas políticas permitieron que los ricos criollos le ayudaran en el empeño por graduarse de médico primero y luego abogado.
Los orígenes del genio
A Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y Espejo le tocó vivir una etapa poco favorable para el desarrollo del intelecto. Una década antes de venir al mundo, la Misión Geodésica, compuesta por científicos franceses y españoles de renombre que tenían el objetivo de medir un meridiano y determinar el grado cero, visitó Quito. Su visita a Quito permitió un despertar de las ideas renovadoras en las ciencias y la educación, sin embargo su influencia en 1747 se había disuelto ya. Otro acontecimiento desfavorable para Espejo fue la expulsión de los jesuitas, que representaron lo más avanzado de las ideas y los métodos de enseñanza de la época.
Le tocó, entonces, a Eugenio Espejo educarse y formarse en colegios de otras órdenes más dogmáticas y retrógradas. Las ideas de profesores como Juan Magnin, Juan de Hospital y Miguel Antonio Rodríguez, quedaron en el olvido. Por tanto, Espejo sufrió las clases monótonas y carentes de interés, con métodos escolásticos y memoristas, que tanto debieron molestarlo. No obstante, se graduó de doctor en Medicina y de licenciado en Derecho Civil y Canónico.
Cronología de una vida de dificultades
El 21 de febrero de 1747 es bautizado en Quito.
Entre 1759 y 1762 estudia con los jesuitas.
En 1762 se gradua de maestro de Filosofía.
En 1764 ocurren dos hechos significativos en su vida: muere su hermano, víctima de la viruela y se produce la Rebelión de los Estancos.
En 1765 inicia los estudios de Medicina en el colegio dominico San Fernando.
Se gradua de doctor en Medicina en 1767, año que coincide con el de la expulsión de los jesuitas del territorio.
En 1767 inicia los estudios de Derecho Civil y Canónico en la Universidad de Santo Tomás.
Se titula de Licenciado en Derecho en 1770.
Entre 1770 y 1772 ejerce la Medicina.
Publica, en 1772, El retrato de Golilla, sátira donde criticó al Rey Carlos III y al marqués de la Sonora.
El 22 de noviembre de 1778 muere su padre.
En 1783 se dicta una orden de prisión en su contra, por lo que es apresado y encarcelado por espacio de 45 días.
Publica un método para combatir la viruela.
Es acusado nuevamente por la autoría de El retrato de Golilla, por lo que guardó prisión.
Viaja a Colombia y regresa en 1790, sobreseído de los cargos en su contra.
Funda la Sociedad Patriótica de Amigos del País, en 1791.
Ese mismo año es nombrado Director de la Primera Biblioteca Pública de Quito.
Recibe la tercera orden de prisión y es encarcelado, por parte del presidente Muñoz de Guzmán, el 30 de enero de 1895.
Se solicita su excarcelación por problemas de salud, el 27 de marzo.
Muñoz de Guzmán no atiende la orden y Eugenio Espejo muere el 27 de diciembre de ese año.
El periodista y escritor
Entre los años 1779 y 1780 surgió, de la pluma de Eugenio Espejo, la que el erudito Menéndez y Pelayo calificó como la primera crítica estructurada compuesta en América de habla castellana, bajo el título de “El Nuevo Luciano de Quito”. En realidad este fue el primer tomo de una trilogía que incluyó a “Marco Porcio Catón”, en 1780, y a “La Ciencia Blancardina”, en 1781. La circulación manuscrita de esta magna obra despertó mucha curiosidad e interés en los quiteños.
“El Nuevo Luciano de Quito” hurgó en todos los sectores de la vida cultural y educativa de Quito, haciendo un análisis pormenorizado de las instituciones y personajes. Se convirtió en la obra más controversial del momento, no sólo por su carácter crítico, sino por la fina ironía utilizada en su redacción. Se escribió en forma de diálogo, en el que el Doctor Mera, defensor de las ideas de la Ilustración, se enfrenta al Doctor Murillo, representante de las ideas retrógradas y conservadoras del pensamiento tradicional y escolástico.
Esta obra produjo un efecto de debate y enfrentamiento entre los hombres cultos del entorno quiteño y alcanzó al propio Espejo, que sufrió prisión en más de una ocasión y, finalmente murió en ese lugar, sin el perdón de las autoridades, a pesar de la sentencia revocatoria del juez.
Las prisiones no pueden acallar al rebelde
Obras escritas por Eugenio Espejo
El nuevo Luciano (1779)
Marco Porcio Catón (1780)
Retrato de Golilla (1780)
Ciencia Blancardilla (1781)
Cartas riobambenses (1787)
Cartas latacungueñas (1788)
Carta a Europhilia (1792)
Pasquines de “Las banderitas” (1794)
Dedicatoria de Trato de Longino (1781)
Reflexiones sobre la viruela (1785)
Discurso de la concordia (1789)
Primicias de la Cultura de Quito (1792)
Testamento (1795)
También escribió cartas, defensas, oficios, apelaciones, solicitudes, agradecimientos, sermones y panegíricos.
Espejo: periodista
Eugenio Espejo tuvo el mérito de editar el primer periódico de la historia de Ecuador. Bajo el nombre de “Primicias de la Cultura de Quito”, editado por el apoyo de la Escuela de la Concordia. Circuló por primera vez el 5 de enero de 1792. El contenido de la publicación era diverso y variado. Iba desde reflexiones y disquisiciones filosóficas, hasta consejos de buenas costumbres, pasando por recomendaciones y noticias sobre salubridad, higiene y otros temas de interés para los quiteños.
En el periódico se dio una visión crítica, aunque real del estado de la cultura y la educación, enfrentó la dura y difícil realidad social y económica de Quito. Analizó las causas del estado en que se encontraba el territorio, y se las atribuyó a la insensibilidad de las autoridades, los bajos incentivos para los productores y las epidemias que diezmaron a la población.
“Primicias…” tenía una frecuencia de aparición de 15 días. El costo de cada ejemplar, de un pliego completo, era de un real y medio. La publicación no tuvo una buena acogida entre los quiteños, al contrario, su publicación fue recibida con frialdad y hasta con rechazo, llegando incluso a que su autor intelectual fuera perseguido y duramente criticado.
Entre las causas del rechazo estuvieron el lenguaje rebuscado y elitista usado por Espejo. Cuestión contradictoria en él que había reconocido con anterioridad que existía poca instrucción y educación en la población. El periódico tuvo una corta existencia. Su última publicación (la séptima) fue el día 29 de marzo de 1792.
El barón de Carondelet
El barón Héctor de Carondelet, como gobernador de Quito, desarrolló una política en favor de los criollos y luchó por una mayor autonomía, con la creación de una Capitanía General.
Anonimato: cobardía o estrategia
Eugenio Espejo se impuso como objetivo la promoción de una educación que debía responder a la solución de los problemas sociales y que no sólo fuera instrumento de divulgación del saber científico. La educación debía formar nobles ciudadanos para el servicio a la patria, contribuir a la creación de un espacio para la literatura, que permita discutir los problemas políticos y sociales y ayudar al mejoramiento de Quito.
En Eugenio Espejo la educación y el periodismo se superponen: el periodismo es, ante todo, un vehículo para la educación ciudadana. Por ello, el uso del anonimato satírico en Espejo representó una estrategia: “…despertar a los ingenios quiteños y alertarlos sobre el estado de barbarie social en que viven”. En Espejo se da la dicotomía entre barbarie y civilización, entendida la primera como “…la indiferencia en la que han caído los letrados con respecto a las necesidades sociales del pueblo” y que deberá combatirse. En este sentido Espejo fue un precursor en Ecuador.
El oficio de escritor para el intelectual quiteño era sinónimo de compromiso. Significó la separación de la Iglesia del poder del príncipe y, por otra parte, afiliarse a la lucha contra los problemas sociales que tenía el pueblo. En él la literatura tenía un papel social de servicio a la comunidad y su fin último lo constituía el objetivo político más universal: reformar las costumbres de una época. Para lograr esos fines cualquier medio era válido, por eso se escudó en el anonimato.
¿Sabías qué...?
El Banco Central del Ecuador realizó la emisión de la Serie GZ el 8 de junio de 1988 por el valor de 500 sucres, realizando así un homenaje póstumo al precursor de la independencia de América.
En 1764 la aduana aprobó un impuesto vinculado al cobro de las llamadas alcabalas. El Decreto afectó a los pequeños productores y comerciantes de aguardiente. Ante la medida que dictó la metrópoli el pueblo se alzó en los barrios de Quito, logró el control de la ciudad y obligó a los funcionarios a refugiarse en los conventos. Aunque se lograron algunas conquistas propuestas, como ocurrió con la Rebelión de las Alcabalas dos siglos antes, se aceptaron las negociaciones y se restableció el estanco. Estos hechos se conocieron como la Rebelión de los Estancos.
La hacienda se consolida
Al producirse la disminución de la producción textil, motivado por la baja demanda existente, la tierra adquirió mayor valor. Los precios del suelo subieron y su posesión se concentró en escasas manos, especialmente en las de los blancos acaudalados. Se convirtió así la agricultura en una de las actividades más importantes en la economía colonial. Al convertirse la tierra en un bien codiciado se iniciaron las expropiaciones forzosas a los indígenas, mediante compraventas desfavorables e injustos desalojos a sus ancestrales dueños.
¿Sabías qué...?
Las consignas utilizadas por los sublevados en la Rebelión de los Estancos fueron: ¡Viva el Rey! ¡Mueran los chapetones! ¡Abajo el mal gobierno!
La agricultura de pequeñas parcelas se transformó en agricultura extensiva, de cultivos más grandes. De este modo, comenzaron a aparecer las haciendas, donde se sembraba, se criaba el ganado y se realizaban producciones rudimentarias de panela y aguardiente de caña. El dueño de una hacienda era considerado un terrateniente. A los que tenían las mayores cantidades de tierra o más de una hacienda, se les llamó latifundistas o dueños del latifundio.
Por su parte, los indígenas, que fueron despojados de sus parcelas, y que tenían que pagar impuestos al gobierno y diezmos a la iglesia, trabajaron como peones para los hacendados y latifundistas. Los peones eran retenidos en sus labores mediante el endeudamiento que contraían con los propietarios, viéndose obligados a permanecer en sus labores. Esto es lo que se conoció como concertaje.
Concertaje
El concertaje es un contrato mediante el cual un indígena estaba obligado a realizar trabajos agrícolas de manera vitalicia y hereditaria, sin recibir salario o recibiendo una remuneración mínima. Los trabajadores o peones que vivían en las haciendas con sus familias se “concertaban” (es decir, se comprometían) con los dueños para el trabajo. No recibían el salario porque estaban endeudados con sus patrones. Pedían adelantos de dinero al patrón para poder pagar impuestos y compromisos religiosos, cómo bautizos, matrimonios, entierros y otros. De esta manera se convertían en dependientes de los hacendados y terratenientes.
Para mediados del siglo XVIII la economía se sustentó en la producción de las haciendas. Sus productos abastecían los mercados locales y regionales. Las pequeñas parcelas, conocidas como obrajes, fueron, progresivamente, integradas a las haciendas y latifundios. Por su parte la producción textil, que estaba muy deprimida, se comercializaba en mercados locales y en la zona del valle del Cauca, al sur de lo que hoy conforma el territorio colombiano.La realidad va cambiando
La Costa ecuatoriana creció
Aparejada al desarrollo de la agricultura creció la producción cacaotera y de otros cultivos en la Costa ecuatoriana, fundamentalmente en Guayaquil. De esta manera también aumentó el comercio y la actividad portuaria. El empleo para pardos, mestizos costeños e indígenas provenientes de la Sierra, aumentó considerablemente en las ciudades. En las décadas siguientes se intensificó el comercio con Perú y Nueva España (México).
En la Sierra Sur también creció la economía y, por ende, la población. Ciudades como Loja y Cuenca adquirieron renombre. En sus alrededores proliferaron las haciendas medianas y pequeñas donde se criaba ganado y se cultivaban el algodón, las frutas, los granos y la caña de azúcar. Allí las exportaciones estaban monopolizadas por comerciantes leales a los colonialistas españoles.
La Rebelión de los mestizos
La Rebelión de los Estancos fue un movimiento liderado por los mestizos quiteños.
El Siglo de las Luces, el siglo de las sombras
Ecuador constituyó un ejemplo de la confluencia, en un mismo territorio, de dos fenómenos característicos del siglo XVIII: por una parte el aumento de la miseria y las penurias en la población, y, por otra, un florecimiento de la cultura, el arte y la ciencia. La crisis generada por la disminución de la producción textil y de otros sectores económicos en la Sierra, produjo pobreza, descontento en la sociedad y aumentó los conflictos existentes entre los eclesiásticos y el poder civil. Estas contradicciones respondieron al incremento de las riquezas de la Iglesia, aparejado a su gran influencia sobre las personas.
La presidencia, entre 1728 y 1734, de Dionisio Alcedo y Herrera, político de tendencia borbónica, al frente de la Real Audiencia, intentó limitar el poder de la Iglesia, reformando la administración. En este contexto llega a Quito la Misión Geodésica que influyó grandemente en la comunidad cultural y científica.
Posteriormente, a partir de mediados del siglo, el poder de los propietarios privados y de las instituciones de la Iglesia creció. Fue en este contexto en el que se produjeron los hechos conocidos como la Rebelión de los Estancos.
Estanco
En el sistema jurídico-administrativo de la monarquía española, al estanco lo constituía el monopolio impuesto a la producción y comercialización de un producto, acto que sólo era prerrogativa del Rey.
La metrópoli, en su afán de centralizar en sus manos todo el poder sobre el comercio, estableció impuestos y restricciones aduaneras. Entre las más impopulares estuvo la del estanco del aguardiente, que provocó una rebelión de magnitudes inmensas. La Rebelión de los Estancos tuvo sus antecedentes, su desarrollo y sus consecuencias muy particulares.La gota que derramó la copa
Los hechos contados por uno y otro bando
Una Real Cédula, que prohibía la destilación particular y la comercialización del aguardiente llegó a Quito en los primeros días de mayo de 1765. Este hecho provocó gran conmoción entre diferentes sectores sociales, cansados de los abusos efectuados por los encargados de recaudar los impuestos y los “chapetones” odiados por los criollos nacidos de padre o madre española, que eran tratados como inferiores.
Chapetones
Se conocía como “chapetones” a los nacidos en España que llegaron al continente americano, en los primeros años como conquistadores, y luego, en calidad de colonos, funcionarios y autoridades.
En el amanecer del 22 de mayo, aparecieron carteles en varios lugares de la ciudad, donde se anunciaba una manifestación a las siete de la noche para protestar contra las autoridades metropolitanas por las medidas dictadas por el Rey, donde se implantó el monopolio de la producción de aguardiente y se facultó a la aduana para el cobro de nuevos impuestos gravados a los alimentos.
¿Sabías qué...?
El 24 de mayo el pueblo enardecido asaltó el Palacio de la Real Audiencia de Quito y, sin mostrar temor ante las armas de más de doscientos soldados, atacó el edificio y se apoderó de él.
A las siete de la noche se rompe la paz
A las siete de la noche sonaron fuertemente las campanas y los quiteños se reunieron en San Roque y San Sebastián y, de allí marcharon hacia la Casa de Estancos, en Santa Bárbara, derramaron aguardiente y prendieron fuego, dejando el inmueble en cenizas.
Del otro lado
En un intento por aplacar los ánimos de los sublevados, acudieron al lugar los jesuitas encabezados por el Licenciado Juan Bautista Aguirre quien, por su gran elocuencia, fue comisionado para dirigirse a las masas enardecidas, prometiendo que las medidas serían suprimidas.
El resultado de una Revolución: ganadores y perdedores
El 28 de junio la ciudad volvió a la calma, capitularon las autoridades y fueron expulsados todos los españoles solteros. Don Manuel Rubio, Decano de Oidores, encargado de la Presidencia de Quito, fue obligado a abandonar la ciudad. El 17 de septiembre de ese mismo año, una comunicación oficial, enviada por el Virrey de Santa Fe, declaró el indulto general de todos los comprometidos en la revuelta. Pocos días después y enviado por los virreyes del Perú y Nueva Granada, en calidad de pacificador, llegó a Quito el Gobernador de Guayaquil, don Antonio Zelaya, quien cumplió a satisfacción su cometido.
Quito rebelde
La Historia de Quito está llena de episodios de levantamientos, revueltas, luchas armadas y sublevaciones a través de los siglos.
La Escuela Quiteña es la denominación que los historiadores del arte dieron a los artistas que produjeron sus obras en el período colonial de Ecuador. Abarcó una etapa prolongada en el tiempo. Fue grande el número de pintores, escultores y artesanos representativos de esta corriente artística, así como la cantidad y diversidad de las obras producidas por ellos.
Los conquistadores trajeron a América su cultura
El complejo y doloroso proceso de conquista y colonización de los pueblos americanos por parte de los europeos, llegados al continente en 1492, fue acompañado, para lograr sus fines, de la evangelización a través de la Iglesia Católica y de la imposición de su cultura.
La enseñanza de la fe y la doctrina cristianas, a lo que se llamó evangelización, fue decisiva para someter a los indígenas, que temerosos de Dios aceptaron la sumisión a los designios de los blancos llegados de Europa con el crucifijo en una mano y la espada en la otra.
En América se fundieron dos culturas, una dominante y otra dominada; se desarrollaron creencias y hábitos culturales en los que existió un fuerte componente latino, pero que mantuvo mucho de las culturas y costumbres autóctonas; que reflejó en sus manifestaciones las grandes desigualdades existentes entre los colonizadores y los colonizados, entre peninsulares blancos y criollos, con derecho a la educación y la cultura y mestizos pobres, negros e indígenas, que no podían asistir a las instituciones ni tener acceso al conocimiento y que trabajan para mantenerlas.
La educación en Ecuador
La enseñanza en Ecuador durante la colonia fue privilegio de la Iglesia Católica, como lo fue durante todo el Período Feudal. Las primeras escuelas fueron creadas por los franciscanos y a ellas asistieron los hijos de los caciques indígenas. En las instituciones educativas se impartía la doctrina cristiana, la lectura, la escritura y las artes. Posteriormente aparecieron las escuelas dentro de los conventos, pero a ellas sólo podían asistir los de piel blanca y, de forma excepcional, los mestizos. Allí se impartía formación a los miembros del clero, aunque algunas instituciones aceptaron seglares (personas que no son miembros del clero).
Los colegios de los siglos XVI y XVII fueron fundadas por órdenes religiosas, especialmente por los dominicos y jesuitas, como el colegio San Fernando, dirigido por los primeros y el San Luis, por los últimos. En otras ciudades importantes, como Riobamba y Cuenca, contaron con centros de enseñanza donde se impartió Aritmética, Gramática y Literatura, que incluía aspectos de Retórica.
Las primeras universidades de Quito
La primera Universidad de Quito, que se construyó por los agustinos, luego de medio siglo de fundada la ciudad, fue la de San Fulgencio, seguida por la San Gregorio Magno, fundada por los jesuitas y la Santo Tomás de Aquino, de los dominicos. En ellas se enseñó Filosofía, Teología y Derecho Civil y Canónico.
Muchos años después se incluyó en las universidades los estudios de Medicina. Para impartir estas materias se formaban profesores en las propias universidades. En sus aulas se preparaban los clérigos, abogados y médicos. Los mestizos no tuvieron acceso a la enseñanza formal, aprendieron de manera autodidacta en los talleres de artesanos o en las labores directas en la agricultura. No existió la enseñanza para las mujeres. Éstas tenían que aprender las labores domésticas en el hogar. Pocas mujeres pudieron aprender a leer y escribir recluidas en los monasterios.
La Ciencia llegó a Quito
El hecho más significativo en el ámbito científico que involucró a Quito fue la llegada, en 1736, de la Misión Geodésica, que en nombre de la Academia Francesa, mediría un meridiano terrestre. Los académicos fueron dirigidos por el científico francés Carlos María de la Condamine, a quien lo acompañaron los peninsulares Jorge Juan y Antonio de Ulloa. La Misión permaneció por mucho tiempo en el país.
A excepción del sabio Pedro Vicente Maldonado, que dibujó el primer mapa de la Audiencia de Quito, acompañó a la Misión Geodésica y fue miembro de las academias de ciencia de París y Londres, no hubo otro quiteño que se destacara en las ciencias. Maldonado nació en Riobamba, el 24 de noviembre de 1704 y murió en Londres, una semana antes de cumplir 44 años de edad. Además de físico, matemático, astrónomo, topógrafo y geógrafo, se destacó en la política.
¿Sabías qué...?
La primera imprenta llegó a la Audiencia de Quito en 1755.
La letra impresa: llegó la imprenta a Ecuador
La ciudad de Ambato tuvo el privilegio de poseer la primera imprenta de la Audiencia de Quito. El objetivo de su adquisición fue publicar los libros religiosos, pero en ella se imprimieron documentos oficiales de la Audiencia. En la última década del siglo XVIII se comenzó a imprimir el primer periódico del país.
Los talleres de artesanos
Quito desarrolló un fuerte movimiento de artesanos que, desde sus talleres, producían objetos de gran valor artístico usando diferentes materiales, como metales, maderas, semillas, huesos y otros. Es estos talleres se elaboraban pinturas, esculturas, objetos decorativos y muebles con alto nivel artístico. Eran famosos los trabajos quiteños y se comercializaban, no sólo en Quito, sino también en toda la Audiencia y fuera de sus fronteras, desde las costas del mar Caribe hasta el sur de Perú.
La habilidad de los artesanos quiteños, en su mayoría mestizos e indígenas, se reconoció en los lugares donde llegaba su arte. En muchos casos las piezas eran copias de obras europeas, pero muy bien logradas. También confeccionaron obras originales, consideradas en la actualidad entre las mejores del mundo.
La iglesia y el arte colonial en Quito
La Iglesia contribuyó al sostenimiento y difusión de las obras de arte que se produjeron en la región. Los conventos fungieron como protectorados de los artesanos y artistas. Estas instituciones demandaban la realización de altares, cuadros, imágenes y mobiliario que los artesanos podían producir. De esta manera adquirían obras de gran valor. Inicialmente estos objetos elaborados por los artistas no tenían un fin decorativo, sino que se usaban como medios de enseñanza para adoctrinar a los indígenas, que no sabían leer ni escribir.
La artesanía ecuatoriana
La calidad en el trabajo artesanal y artístico de la época colonial se mantiene en los artesanos y artistas ecuatorianos actuales con obras muy apreciadas y valiosas.
Otra de las ventajas de los talleres es que constituyeron una fuente de empleo para la, cada vez más creciente, mano de obra quiteña. En ellos laboraban una cadena de empleados: maestros, ayudantes, aprendices, vendedores, transportadores y otros. Los talleres además de producir verdaderas obras de arte, fueron un puntal importante de empleo en épocas de crisis.
La Escuela Quiteña
En Quito y Cuenca se abrieron los principales talleres y residían y laboraban los mejores artistas de la llamada Escuela Quiteña de arte. Pintores y escultores de renombre se formaron y produjeron sus principales obras en esta etapa, aunque muchas de ellas no fueron firmadas por sus autores por existir la costumbre de identificarlos por el taller donde se hacían.
Obras y maestros representativos de la Escuela Quiteña del arte
Entre las muchas obras y artistas de la etapa destacan:
El padre Bedón, perteneciente a la orden de los dominicos, realizó su obra en el siglo XVI. En el siglo XVII se destacaron los pintores Pedro Gosseal y Miguel de Santiago, que fue uno de los más destacados pintores de la etapa colonial quiteña. Miguel de Santiago poseía un taller muy famoso en el que se produjeron obras muy significativas, como los óleos “La inmaculada” y la “Eucaristía”.
¿Sabías qué...?
A través de las obras de la Escuela Quiteña, se puede ver que el trabajo es fundamental en la sociedad, que ennoblece a las personas y que es necesario para la supervivencia.
El siglo XVIII, que para el mundo Occidental constituyó el Siglo de las Luces, también reflejó en el arte un esplendor inusitado. En esa época se destacaron el escultor Manuel Chili, conocido por el nombre artístico de “Caspicara” que significa “cara de madera o cara de palo”, y se compone de dos vocablos kichwas: caspi (madera) y cara (corteza); debido a que era de rostro cobrizo y piel tersa como la madera tallada, cosa que suponen sus biógrafos, ya que no existen retratos o referencias escritas sobre sus características físicas. El también escultor Bernardo Legarda, creó obras muy representativas del carácter de los andinos, como la “Virgen Inmaculada de Quito”, que se convirtió en un símbolo para la ciudad y para el arte colonial ecuatoriano.
El arte en la colonia
La excesiva explotación e injusticia a la que fueron sometidos los trabajadores no impidió que produjeran objetos bien elaborados, muy apreciados dentro y fuera del país.
Los muros de la ciudad
La arquitectura constituyó una manifestación artística que caracterizó la ciudad. A partir de copias europeas, se erigieron edificaciones que aunque contenían predominio ajeno, incorporaron elementos autóctonos. Con gran predominio del arte barroco, tendencia cultura que tuvo gran reflejo en las manifestaciones artísticas, se edificaron conventos e iglesias. Uno de los ejemplos más significativos de esta tendencia es la Iglesia de la Compañía de Jesús, considerada una de las mayores muestras del barroco americano.
Barroco: más que un estilo
Características del Barroco Americano:
· Arquitecturas con abundancia de detalles y muy complejas.
· Utilización de la elíptica oval y otras formas no rectilíneas.
· Paredes cóncavas y convexas, con ondulaciones.
· Ausencia de líneas rectas y superficies planas.
· Plantas con planos oblicuos dando la sensación de movimiento.
· Campanarios, de una o dos torres, con abundante decoración.
· La luz y efectos luminosos adquieren importancia, a través del claroscuro.
· Riqueza decorativa y exuberancia formal en espacios interiores y exteriores.
· Predominio de lo curvilíneo y triunfo de la columna salomónica.
· Arcos y frontones mixtilíneos con ventanas ovaladas.
· El arco descansa sobre la columna por medio de un entablamento (al modo romano), o descansa directamente sobre el capitel (modo bizantino).
· Palacios, iglesias, espacios urbanos, grandes jardines y galerías.
Pan de Oro
La técnica artística conocida como Pan de Oro consiste en utilizar una fina lámina de oro batido para decorar interiores y exteriores de piezas artísticas como esculturas, íconos, retablos, piezas de orfebrería, muebles y superficies arquitectónicas. Se pueden realizar también con otros metales, dándole una tonalidad y textura variadas a las piezas. Esta técnica fue muy utilizada por los artistas y artesanos de la Escuela Quiteña.
En fecha tan temprana como 1592 los quiteños protagonizaron la primera manifestación de inconformidad con el orden de cosas impuesto por los colonizadores españoles. El motivo fue la decisión de la metrópoli de aplicar un impuesto del 2 % a las compras y las ventas que se realizaran. Esto se conoció con el nombre de las alcabalas.
El orden político y social de Quito
Con la espada y la cruz España dominó América.
Conquista y evangelización fueron dos procesos que marcharon juntos en América Latina. Con los conquistadores llegaron también los religiosos, quienes organizaron, en esos primeros años, la Diócesis de Quito que, dirigida por un obispo, se encargaría de administrar religiosamente el territorio. El primer obispo, García Díaz Arias, tomó posesión en 1550.
¿Sabías qué...?
Alcabala es una palabra que proviene del árabe (alqabála) que significa: “El contrato, el impuesto concertado con el fisco”.
En el terreno legal y político se instituyó la Real Audiencia de Quito, en 1563. Esta formó parte del Virreinato de Perú. La máxima autoridad era el Presidente. El primero de ellos fue Hernando de Santillán, quien se posesionó al año siguiente de creada la Audiencia.
Francisco de Toledo, Virrey del Perú, tomó medidas que consolidaron y fortalecieron el orden político del virreinato y, en especial, de la Audiencia de Quito, que llegó a ser una de las más importantes del Continente. Toledo gobernó desde 1569 hasta 1581.
Real Cédula
Por Real Cédula expedida en noviembre de 1591 se dispuso el pago de un nuevo impuesto, del 2% sobre las ventas y permutas, por parte del Rey de España, Felipe II. La orden llegó a Quito un año después de promulgada. Se empezaría a cobrar a partir del 15 de agosto de 1592. El valor recaudado se utilizaría para proteger de los ataques de piratas y corsarios a las flotas que llevaban el oro y la plata sustraída de América hacia España.
Manuel Barros, presidente de la Real Audiencia de Quito en los años noventa, se mostró como un defensor de los indígenas, tomando algunas decisiones que los favorecieron. Por su parte, el Cabildo protestó contra la medida, el Presidente impuso el cobro y tomó prisionero al delegado del Cabildo, Alfonso Moreno Bellido. El pueblo, enardecido, rompió las rejas de la prisión y lo liberó. El conflicto tomó un rumbo cada vez más tenso, especialmente luego del asesinato de Moreno. Luego de pasados unos meses, se acordó utilizar un mediador y se comenzó el pago del impuesto.
¿Sabías qué...?
En la legislación existente en la época feudal, el quindenio era un tipo de impuesto similar a las alcabalas.
La Real Audiencia vs el Cabildo
Los hechos
El pueblo sublevado se levantó en armas para luchar por sus derechos, pero los españoles tomaron las mejores posiciones en la ciudad, evitando el triunfo de aquellos que protestaban contra la decisión de la Corona.
La Real Audiencia ignoró los reclamos populares, hechos a través del Ayuntamiento, por lo que se dirigieron a Alonso Moreno y Bellido, a fin de que actuara como intermediario entre las partes en conflicto y que se impidiera la ejecución del nuevo impuesto.
Las alcabalas
La Revolución de las Alcabalas, en sus inicios, tuvo motivaciones justas, pero luego se convirtió en una avalancha de crímenes injustificados.
Se realizaron reuniones secretas, que finalmente fueron descubiertas por el presidente Barros de San Millán y comunicadas al Virrey de Perú. Por este motivo, fueron enviadas tropas a para eliminar la amenaza de los sublevados.
Se perdió una batalla, pero no la guerra
El 28 de diciembre de 1592 un disparo que salió de uno de los arcabuces utilizados en la Audiencia mató a Moreno y Bellido. Esa fue la chispa que encendió los ánimos represivos. Pocos escaparon de la persecución.
No obstante, cuando el Rey y el Consejo de Indias tuvieron conocimiento de los sucesos y las injusticias que se estaban cometiendo, se opusieron a esos métodos.
Quito, ciudad rebelde
A los patriotas se les ahorcó en las noches para que a la mañana siguiente sus cadáveres fueran vistos por los vecinos de la ciudad como escarmiento.
Los principales líderes fueron apresados y condenados a la pena capital sin juicios adecuados. La Rebelión de las Alcabalas terminó sin resultados positivos para los quiteños, pero fue una muestra de su rebeldía y el primer intento por despojarse del dominio colonial.