Dentro del género narrativo se encuentran dos de sus subgéneros más representativos: el cuento y la novela. Estas son dos formas de narración que a simple vista sólo difieren en su extensión; sin embargo, cada una posee otras características únicas, que las convierte por separado en aportes indispensables para la literatura y la creatividad humana en general.
Cuento
Novela
Descripción
Forma de narración breve, rápida de contar, que involucra una historia y personajes concretos en un ambiente ficticio.
Forma de narración escrita y extensa, cuya lectura requiere de un tiempo prolongado que describe una historia y personajes ficticios de forma detallada.
Origen histórico
Edad Antigua.
Edad Moderna.
Categoría
Género literario.
Género literario.
Tipo de género literario
Narrativa.
Narrativa.
Forma de narración
Prosa.
Prosa.
Forma de expresión
Oral y/o escrita.
Escrita.
Estructura argumental
Introducción
Nudo
Desenlace
Introducción
Nudo
Desenlace
Extensión
Corta.
Larga.
Número de palabras
De 1 a 20.000.
De 60.000 en adelante. Se consideran novelas cortas a aquellas de entre 20.000 y 60.000 palabras.
Trama
Trama única.
Trama principal, subtramas y posibles historias paralelas.
Complejidad
Sencillo. Sintetiza la historia para reflejar momentos y personajes puntuales.
Compleja. Analiza con detalle la historia para reflejar con precisión el mundo en el que se desenvuelve y describir de forma interna y externa a sus personajes.
Tipos
Popular
Literario
Corta
Realista
Autobiográfica
Epistolar
Satírica
Didáctica
Lírica
Alegórica
Subgéneros
Acción y aventura
Surrealismo
Comedia
Policíaco
Fantasía
Ciencia ficción
Histórico
Terror
Drama
Psicológico
Acción y aventura
Surrealismo
Comedia
Policíaca
Fantasía
Ciencia ficción
Histórica
Terror
Drama
Psicológica
Objetivo
Provocar emociones intensas y/o proveer de enseñanzas morales al lector.
Entretener al lector e inducirlo a la reflexión, así como, en ciertos casos, dar a conocer las vivencias, opiniones y pensamientos del autor.
Durante la Antigüedad, la forma predilecta de expresión fue el verso. De esta forma se escribían no sólo canciones y obras de teatro, sino también crónicas históricas y relatos legendarios. Con la llegada de la época moderna, la prosa comenzó a tomar el protagonismo, mientras que el verso fue relegado casi exclusivamente al campo de la poesía lírica.
Verso
Prosa
Definición
Es un conjunto de palabras sometido a ritmo y, en muchos casos, a la métrica y a la rima.
Forma de expresión habitual. No está sometida a la cadencia ni a la medida.
Estructura
Los textos escritos en verso se estructuran en estrofas.
Los textos en prosa se dividen en párrafos.
Rima y métrica
En muchos casos, los versos presentan rima (asonante o consonante) y un número recurrente de sílabas. Pero también existen los versos libres que no poseen métrica ni rima.
Nunca muestra métrica ni rima. Más aún, la rima se percibe como un defecto (cacofonía).
Géneros
Poesía lírica
Poesía épica
Tragedia griega
Drama isabelino
Cuento
Novela
Ensayo
Principales exponentes
William Shakespeare
Garcilaso de la Vega
Arthur Rimbaud
Pablo Neruda
Miguel de Cervantes
Fedor Dostoievsky
Edgar Allan Poe
Jorge Luis Borges
Ejemplos
“Recuerde el alma dormida, avive el seso e despierte contemplando cómo se passa la vida, cómo se viene la muerte tan callando; cuán presto se va el plazer, cómo, después de acordado, da dolor; cómo, a nuestro parescer, cualquiere tiempo passado fue mejor”.
Jorge Manrique. De Coplas a la muerte de su padre.
“Ese cuerpo, señores, que con piadosos ojos estáis mirando, fue depositario de un alma en quien el cielo puso infinita parte de sus riquezas. Ese es el cuerpo de Grisóstomo, que fue único en el ingenio, solo en la cortesía, estremo en la gentileza, fénix en la amistad, magnífico sin tasa, grave sin presunción, alegre sin bajeza, y, finalmente, primero en todo lo que es ser bueno…”.
La vasta extensión americana ha dado luz a una de las expresiones artísticas más sublimes a través de la literatura. Producto del feroz choque entre el Viejo y el Nuevo Mundo, esta expresión ha dado lugar a nuevas formas que identificaron a la América hispana.
Antes de internarnos en un tema tan extenso como complejo es preciso definir qué es lo que entendemos como literatura hispanoamericana, una definición que puede resultar tan abarcadora como confusa. Específicamente, con literatura hispanoamericana de lo que estamos hablando es de la obra literaria que fue concebida en aquellos pueblos de habla hispana en Norteamérica, Centro América, el Caribe y Sudamérica, teniendo en cuenta que deba estar escrita en español.
De esta forma se integra al Viejo Mundo europeo con su herencia cultural al Nuevo Mundo con su cultura originaria a través del lenguaje adoptado a lo largo de los siglos por el sangriento proceso de conquista y colonización primero, y la creación de los estado nación después. Esta herencia puede apreciarse en los rasgos que identificaron e hicieron que esto no aparezca meramente como una contribución de otros tiempos, sino como la herencia de una cosmovisión completamente distinta y única que definió la historia de cada territorio. Por lo tanto, plumas tan ilustres como la de El Inca Garcilaso de la Vega, Sor Juana Inés de la Cruz, Andrés Bello, Domingo Faustino Sarmiento, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda o Gabriel García Márquez, entre otros, se encuentran hermanados por este complejo proceso histórico y no sólo por el idioma que comparten entre sí.
Conociendo esto, ahora sí, nos internamos en la apasionante historia de la literatura hispanoamericana, desde las primeras manifestaciones en el Renacimiento hasta el primer movimiento que tuvo su origen en Latinoamérica: el Modernismo.
El Renacimiento
La primera fase de la literatura hispanoamericana se puede enmarcar dentro del Renacimiento, que se caracterizó por la preeminencia del movimiento Humanista. El Humanismo comenzó en Italia en el siglo XV y se extendió al resto de Europa en el siglo XVI. Este movimiento es netamente antropocéntrico, es decir, existe una revaloración de la cultura clásica grecolatina por lo que el hombre pasa a ser centro de las reflexiones filosóficas. Dios ya no será el centro ni la razón de todas las cosas sino que la mirada humana tendrá algo que decir al respecto. Se caracteriza por el auge de las artes y la importancia central que toma el hombre. Son siempre obras de gran riqueza en las que la novela se convierte en el género más cultivado, apareciendo también la lírica y el teatro. Hay que destacar la invención de la imprenta en el siglo XV, que trae con ella una democratización de la literatura acercándola por fin al pueblo.
La crónica
La obra que a menudo se entiende como fundacional de la literatura hispanoamericana dista de haber sido pensada como una obra artística. Su intención era, al contrario, cumplir con una función, una utilidad, pero a pesar de ello el diario del Viaje de Cristóbal Colón o las Crónicas de Indias han adquirido con el paso del tiempo un valor estético que influyo a numerosos escritores a la posteridad. Como se entiende a partir del nombre se trata de crónicas, narraciones objetivas que describían exhaustivamente el paisaje que Colón y otros navegantes encontraban a su paso. Otras figuras que se destacaron en este género fueron fray Bartolomé de las Casas, Hernán Cortés y Alvar Núñez Cabeza de Vaca, que a menudo incurrían en elementos fantásticos para explicar aquello que desconocían y minimizaban los actos de violencia hacia los pueblos aborígenes (salvo el caso excepcional de Bartolomé de las Casas, cuyos documentos sirvieron de denuncia). Aquí vemos un ejemplo de los rasgos que definen a las crónicas de Colón, creyendo haber encontrado Cipango (Japón):
La epopeya
Desde la perspectiva del colonizador la llegada a América era una gesta heroica que aparecía retratada como la conquista de una tierra indómita, lejana y salvaje. Es así que surgieron varias obras destinadas a realzar en un tono épico las campañas que se realizaban en el continente americano. Una de las obras más emblemáticas es La araucana, de don Alonso Ercilla y Zúñiga (1533 – 1594), donde narra el enfrentamiento entre españoles y mapuches en la Guerra de Arauco, abrevando en la mitología clásica para describir el conflicto (se encuentran referencias a La Eneida o La Odisea, por ejemplo).
El Barroco
Esta corriente literaria se dio a fines del siglo XVII y comienzos del XVIII; es una extensión del Renacimiento pero con una perspectiva negativa que devino de la crisis mundial, tanto económica como social. En este período Europa, especialmente España, parece querer ocultar la crisis social: los intelectuales y el pueblo mismo utilizan un lenguaje rebuscado, oscuro y difícil de comprender. Se habla del barroco como la expresión de lo inútil pues se pierde el sentido del texto y se vuelve un juego de inteligencia donde es importante la belleza de la palabra y la conjugación de palabras extrañas: sobresale la búsqueda de la novedad y de lo extraño. La palabra barroco tuvo inicialmente la concepción de ser algo exagerado y extravagante. Por otro lado, a diferencia del humanismo hay una descentralización del hombre, cultivando el escepticismo social y la búsqueda de respuestas en la religión.
Poesía
Durante esta etapa se destacó de forma excepcional la escritura de sor Juana Inés de la Cruz (1651 – 1695), que con su poesía lírica logro elaboradas estructuras influenciadas por el culteranismo de Góngora (utilizando recursos como el hipérbaton, la perífrasis, la intertextualidad, etc.). Otros poetas que fueron asimilados dentro del barroco fueron el español Bernardo de Balbuena (1562 – 1627) y el argentino Luis de Tejeda y Guzmán (1604 – 1680).
Teatro
Durante la etapa barroca el teatro comenzó a destacarse en tierra americana a través de la pluma de, nuevamente, sor Juana Inés de la Cruz, con obras como Amor es más laberinto. Sin embargo, la figura excluyente fue Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza (1580 – 1639), que con sus obras se vuelca a una finalidad moralizadora y edificante, como en el caso de La verdad sospechosa.
Neoclasicismo
El Neoclasicismo del siglo XVIII es una corriente literaria y artística europea que representa un retorno a los valores clásicos greco-romanos, buscando ese equilibrio y serenidad que los caracterizaban. Existe también un interés por reformar al ciudadano, educarlo para el Estado (Didactismo), distribuyéndose rápidamente desde Francia a España y luego al continente americano. La literatura neoclásica refleja los conflictos políticos, económicos y religiosos, la búsqueda de la independencia y la autenticidad del pueblo. Aspiraba, a diferencia del Barroco, el predominio de la razón. Los escritores eran partidarios de los movimientos independentistas y de las ideas de la Ilustración, caracterizándose por exaltar los ideales del pueblo de libertad e igualdad.
Poesía
Durante esta etapa se destacan tres nombres que fueron los que lograron mayor relevancia. Estamos hablando del ecuatoriano José Joaquín Olmedo (1780 – 1847), que expone su retorno a las formas clásicas en obras como el poema épico Canto a Bolívar, publicado en 1825; el venezolano Andrés Bello (1781 – 1865), que cuenta con una extensa obra y dos poemas que demuestran la cuidada estructura de su poesía con la Alocución a la poesía (1823) y la Agricultura en la zona tórrida (1826); y el cubano José María Heredia (1803 – 1839), que preanuncia el romanticismo en la descripción de la naturaleza impetuosa y el fervor de su melancolía en la Oda al Niágara (1824).
Prosa
Dentro de esta forma de narrativa se destaca de forma casi exclusiva al mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi (1776 – 1827), que manifiesta en su obra un claro fin didáctico y expone la problemática política, ética y social de su tiempo. Tal es el caso de obras como La Quijotita y su prima (1818) o Noches tristes y día alegre (1818).
Teatro
En esta manifestación fue fundamental la influencia de figuras como los franceses Nicolás Boileau (1636 – 1711) y Moliere (1622 – 1673). Debido a que solamente en México y Lima se representaban comedias, resulta lógico que el epicentro de esta actividad se encuentre en esos países. Se destaca el dramaturgo mexicano Manuel Eduardo de Gorostiza (1789 – 1851), que desarrolló un estilo influenciado por el dramaturgo español Leandro Fernández de Moratín (1760 – 1828), abocado tanto al disfrute como a la instrucción moral. Entre sus obras más relevantes se encuentran Las costumbres de antaño (1819) o Tal para cual o las mujeres y los hombres (1819). Por otro lado, en Lima se destacaba la figura del peruano Pedro Peralta y Barnuevo (1663 – 1743), que denota los principales rasgos del neoclasicismo en obras como Afectos vencen finezas (1720). También en esta época se representa la obra Ollantay, de la cual se desconoce el origen, pero contiene una temática neoclásica donde se conjuga el lenguaje hispánico con el mundo incaico.
Romanticismo
El Romanticismo es el movimiento literario que se originó a fines del siglo XVIII hasta mediados del XIX. Constituye una vuelta a la imaginación, abandonándose la frialdad del Neoclasicismo. Los sentimientos, la imaginación y la percepción individual son el núcleo de la nueva literatura de esta época. Tal como ocurriera con el nacimiento del Neoclasicismo que surgió reaccionando al exceso del Barroco; podemos decir que esta corriente se originó por el exceso de apego a las normas que caracterizó al Neoclasicismo: el mundo pasó del Absolutismo y Neoclasicismo a la democracia y el Romanticismo; de la estética a la emoción.
Este movimiento fue una revolución artística que aún perdura en nuestros días y, para ello, fueron necesarias tres revoluciones: la revolución industrial en Inglaterra que dio paso a la burguesía, la revolución francesa bajo la consigna de igualdad, libertad y fraternidad y la revolución americana que inspiraría el nacionalismo de todo un continente.
Poesía
El romanticismo encontraría en torno a la zona del Río de la Plata algunas de las voces más elocuentes de este movimiento. Sin lugar a dudas, una de las figuras excluyentes es el argentino Esteban Echeverría (1805 – 1851), escritor perteneciente a la Generación del 37 que además de destacarse en la prosa logró el reconocimiento con su poema épico La cautiva (1837), donde se advierte una marcada dicotomía entre la civilización y la barbarie y un prototipo de héroe romántico característico de este movimiento (María). También de la región rioplatense van a surgir las figuras de los poetas argentinos José María Gutiérrez (1809 – 1878) y José Marmol (1817 – 1871). En Uruguay se destaca la figura de Adolfo Berro (1819 – 1841), notable poeta que murió prematuramente, a los 22 años.
Fuera de la región rioplatense encontramos a la gran poetisa cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814 – 1873), al chileno Guillermo Blest Gana (1829 – 1904) y al colombiano Rafael Pombo (1833 – 1912). Por otro lado, el retorno a la búsqueda de una identidad y el interés por el folklore se verá en la poesía gauchesca del siglo XIX, que encuentra uno de sus representantes más ilustres con el argentino José Hernández (1834 – 1886) y su Martín Fierro.
Prosa
Esencialmente, en los escritores románticos de prosa se destaca la búsqueda de plasmar la independencia intelectual respecto a Europa, dando lugar a una auténtica literatura nacional.
Además del mencionado Echeverría (que en prosa se va a destacar por El matadero), otra figura fundamental del romanticismo va a ser el argentino Domingo Faustino Sarmiento (1811 – 1888), que con su obra Facundo o Civilización y Barbarie (1845) mantiene la dicotomía discursiva del romanticismo, incluyendo un profundo estudio sociológico e histórico donde aparece el enfrentamiento de federales y unitarios. El argentino José Marmol, con su obra Amalia, también se destacaría por la firme oposición al gobierno de Juan Manuel de Rosas. En Chile surge el nombre de José Victorino Lastarria (1817 – 1888), que adquiere gran relevancia gracias a su novela Don Guillermo.
Otros nombres que ilustrarían el romanticismo hispanoamericano son en Colombia Eugenio Díaz (Manuela) y Jorge Isaacs (María); el mexicano Ignacio Manuel Altamirano (Clemencia, El Zarco); en Bolivia Nataniel Aguirre (Juan de la Rosa); en República Dominicana Manuel de Jesús Galván (Enriquillo); en Ecuador Juan León Mera (Cumandá o un drama entre salvajes), quien fue influido fuertemente por Chateaubriand (1768 – 1848); y el argentino Eduardo Gutiérrez (Juan Moreira).
Teatro
En el teatro romántico cobra mayor relevancia el costumbrismo y se pierde el decoro neoclásico para adquirir mayor naturalidad. Entre los nombres que se destacan se encuentran los chilenos Daniel Barros Grez (1834 – 1904) y Salvador Sanfuentes (1817 – 1860), el colombiano Luis Vargas Tejada (1802 – 1829) y el argentino Martiniano Leguizamón (1858 – 1935). Es célebre y revolucionaria la adaptación de la obra Juan Moreira de Eduardo Gutiérrez (1851 – 1889) por parte del uruguayo José “Pepe” Podestá (1858 – 1937), dando inicio a la representación de elementos criollos en la escena teatral.
Un punto de quiebre: el Modernismo
El Modernismo es el primer movimiento literario con origen en América Latina y es principalmente poético. Nace a finales del siglo XIX hasta la mitad del siglo XX, influido por el Parnasianismo y el Simbolismo francés (la búsqueda de la perfección y la expresión simbólica respectivamente) además de la línea anglosajona norteamericana de la mano de Edgar Allan Poe y Walt Whitman.
El imaginario de la obra modernista se va a caracterizar por una libertad formal que se ve en la métrica que compone sus poemas y el color de sus frases. De esta forma se trata de un movimiento que cuestiona y finaliza con la rigidez poética, renovando el vocabulario en el proceso y llevando la expresión metafórica a su máxima expresión, empleando la musicalidad a partir de la melodía de sus versos.
Entre las figuras fundamentales de este movimiento se encuentra el cubano José Martí (1853 – 1895), que con su obra influenciada por el simbolismo logró textos como Ismaelillo o sus Versos libres, prefigurando las bases del modernismo. Sin embargo, es imposible pensar este movimiento sin mencionar la figura del poeta nicaragüense Rubén Darío (1867 – 1916) y, más específicamente, su obra Azul…, donde aparecen motivos mitológicos y se exaltan los sentidos, la música y la búsqueda de una identidad plenamente americana. Es Darío quien logra consolidar las bases del modernismo a partir de su obra, apelando a una marcada subjetividad, la búsqueda de originalidad, el universalismo, la sensualidad y la evasión del mundo material.
En Argentina se destacó la figura de Leopoldo Lugones (1874 – 1938) y Enrique Larreta (1875 – 1961); en Uruguay Julio Herrera y Reissig (1875 – 1910); en Colombia José Asunción Silva (1865 – 1896); en México Manuel Gutiérrez Nájera (1859 – 1895) y Amado Nervo (1870 – 1919); en Perú José Santos Chocano (1875 – 1934) y Clemente Palma (1872 – 1946); en Venezuela Manuel Díaz Rodríguez (1871 – 1927) y en Chile Augusto d´Halmar (1882 – 1950).
El término poesía proviene del griego poiesis, que significa “creación”. Desde la cultura grecolatina, poetas y estudiosos han tratado de definir el concepto de poesía y de explicar su origen, propiedades y funciones, así como las peculiaridades del lenguaje poético. Con el transcurso del tiempo, la poesía se asocia a toda creación literaria en la que el lenguaje poético aparece moldeado y sujeto a las leyes del ritmo métrico y de la rima.
Características de la obra poética
La poesía tiene tantas posibilidades de manifestación que harían falta cientos de páginas dedicadas únicamente a este género para exponer todas sus formas, reglas, posibilidades y recursos. A modo de ejemplo, destacaremos que puede ir desde formas sujetas a rima y métrica, como el soneto, hasta versos libres, sin rima ni medida establecida; los poemas pueden estar formados por estrofas o no… La mejor forma de conocer la poesía es leerla con frecuencia y, a la hora de escribirla, contar con libertad total más allá de toda regla, o bien observarlas cuando se considere oportuno para lograr el resultado esperado.
Antes de escribir poesía conviene que leas, de forma incansable, poetas de todas las épocas y estilos y que escribas de forma personal y mantengas una relación viva y sensible con lo que te rodea y con tu mundo interior.
El descubridor de la poesía
Se conoce como descubridor de la poesía al poeta francés Arthur Rimbaud, quien expreso que “la poesía es una manera especial de conocimiento, una especial visión de lo desconocido, de lo inaudito, de lo inefable”. Tanto en las obras poéticas como en el propio mundo interior es donde se encuentra la poesía; es el poeta el que debe descubrirla y desvelarla.
La literatura es considerada el arte de la palabra ya que utiliza textos y letras para expresar emociones, opiniones o argumentos. De la literatura derivan diferentes géneros literarios que han surgido a lo largo de la historia, principalmente en la Grecia Antigua. Por tal motivo, la literatura griega se divide en: literatura griega clásica y moderna.
Primera etapa
Literatura griega clásica
Durante la primera etapa de la literatura griega clásica surgieron las siguientes expresiones literarias:
Poesía épica: consiste en obras de carácter narrativo escritas en versos y acompañadas de música. Estas narraciones consistían en historias, mayormente de tipo mitológico y religioso, hechas en versos especiales para ser memorizadas.
La poesía épica o epopeya, como fue denominada posteriormente, era parte de discursos y noticias narrados de manera oral por los rapsodas o los aedos, quienes se encargaban de contar este tipo de historias acompañadas de instrumentos como la cítara para sus cantos.
Los hechos narrados en la poesía épica podían ser reales o ficticios, sin embargo, siempre debían ser narrados en tiempo pasado. Este género literario se dividió en capítulos o epígrafes, y era escrito en verso o prosa.
Autores destacados
Homero → autor de La Ilíada y La Odisea, además de numerosos himnos.
Hesíodo → autor de Trabajos y días, Teogonía y El escudo de Heracles.
Poesía lírica: consiste en obras creadas exclusivamente para ser cantadas y bailadas con el uso de la lira como instrumento principal. Este género literario consiste en expresar sentimientos y reflexiones a través de las palabras, utilizando un enfoque subjetivo de la realidad.
Dentro de la poesía lírica eran reconocidos 9 poetas líricos:
Alcmán de Esparta
Safo
Alceo de Mitilene
Anacreonte
Estesícoro
Íbico
Simónides de Ceos
Píndaro
Baquílides
Segunda etapa
Esta etapa se encuentra caracterizada principalmente por el drama, el cual reúne elementos de la lírica y la épica, y se tocan temas desde la religión hasta la política.
Durante la segunda etapa de la literatura griega clásica surgieron las siguientes expresiones literarias:
Tragedia: consiste en obras de carácter dramático, basadas en narraciones tristes o trágicas, donde normalmente los protagonistas se ven afectados de forma negativa por un villano. Este género literario surgió en la Antigua Grecia.
Autores destacados
Esquilo → autor de Los Persas, Los siete contra Tebas y Las suplicantes.
Sófocles → autor de Antígona, Edipo Rey y Las Traquinias.
Eurípides → autor de Alcestis, Heraclidas y Helena.
Comedia: consiste en obras de carácter dramático, sin embargo, la comedia es totalmente opuesta a la tragedia, por lo tanto, siempre tiene un final feliz. Este género literario surgió por el culto a Dionisio y las primeras obras se basaron en obscenidades, abusos e injurias.
Uno de los autores más destacados de este género fue Aristófanes, autor de Los caballeros y El asamblea de las mujeres.
Tercera etapa
Esta etapa se encuentra caracterizada principalmente por el surgimiento de la prosa, la cual derivó más tarde en la filosofía, la oratoria, la historia y la novela.
Prosa: consiste en una forma idónea de comunicación que explica directamente las cosas, sin necesidad de poemas y cantos. Posteriormente, la prosa influenció diferentes ámbitos como la política, la religión y la ciencia.
Los principales géneros literarios derivados de la prosa son: la oratoria y la historia.
Entre los autores de prosa más destacados están: Isócrates, Iseo, Esquines, Lisias y Demóstenes; autores de numerosos discursos y epístolas.
Entre los autores de historia más destacados están: Heródoto, Tucídides y Jenofonte.
Literatura griega moderna
La literatura griega moderna está comprendida a partir del siglo XV. Las obras que corresponden a esta etapa están escritas en griego moderno, el cual es utilizado actualmente.
En este período surgió la poesía griega moderna, basada en cantos y poemas. Entre los cantos más destacados están: Cantares de gesta y el Canto de Basili Digenis Akritas.
En la época moderna también surgió la novela o métricas de amor, que consiste en historias de amor narradas en versos. La novela surgió desde la Antigua Grecia pero no fue hasta la aparición de Alejandro de Macedonia cuando comenzó su auge.
Autores destacados
Vitsentzos Kornaros → autor del poema Erotokritos.
Jakovakis Rizos Neroulos → autor de la sátira Korakistica.
Se le llama prosa a la forma que toma naturalmente el lenguaje para expresar los conceptos, y no se encuentra sujeta a medida y cadencia determinadas, como si lo hace el verso. La prosa es una forma de la lengua escrita, definida por oposición al verso hacia atrás, con figuras que se agrupan en el llamado paralelismo.
Uno de los ejemplos literarios de la prosa es la prosa poética, la cual corresponde al segundo tipo de obras líricas que existen y en la cual se pueden hallar los mismos elementos que en el poema tradicional, tales como el hablante lírico, la actitud lírica, el objeto y el tema, pero sin sus elementos más formales y distintivos como son el ritmo y la métrica.
Entonces, la prosa poética se distinguirá del poema básicamente por esa falta de rima y del relato o el cuento, porque su finalidad no será la de narrar un hecho, sino más la de transmitir sentimientos, emociones, impresiones del mundo y puntos de vista. Entre los autores más destacados que a lo largo de la historia se han destacado en la prosa poética, podemos mencionar a Platón, Cicerón, Charles Baudelaire, Julio Cortázar, Rubén Darío y Oliverio Girondo, entre otros.
Por otra parte, en el uso o lenguaje coloquial, la palabra prosa es generalmente utilizada cuando se quiere referir a la utilización de una verborrea excesiva que expresa ideas banales y sin importancia.
Y por otro lado, cuando se quiere referir a aquel aspecto de la realidad más vulgar o lejano del ideal, suele usarse el término prosa para referirse a él.
Nos referimos a la métrica cuando hablamos del análisis de la medida y la estructura de cada verso poético. La métrica examina la constitución rítmica de los elementos de un poema. En el caso de la prosa, se la define como prosa rítmica.
Existen diversos tipos de métricas. La métrica española, por ejemplo, contempla una cantidad fija de sílabas y una distribución específica de los acentos. La métrica grecolatina, la métrica hebraica y la métrica germánica, entre otras, poseen sus propios mecanismos para la construcción de ritmo.
En este sentido, es muy importante saber que la métrica a la hora de analizar y estudiar cualquier poema utiliza básicamente tres ejes o pilares centrales: el poema en sí, las estrofas que lo componen y los versos que son los que le dan forma.
No obstante, aunque en líneas generales estos son los tres aspectos más importantes que dan sentido a la labor de la métrica a su vez al llevarla a cabo hay que considerar otras cuestiones igualmente relevantes. Entre las mismas se encontrarían las sílabas, los acentos y las correspondientes rimas.
Pueden mencionarse diferentes clases de versos en función de la métrica. Los versos que concluyen con una palabra aguda son los oxítonos, los versos terminados con una palabra grave son los paroxítonos y los versos que terminan con una palabra esdrújula son los proparoxítonos.
La métrica define a las estrofas como el grupo de versos que poseen una distribución preestablecida de sílabas y rimas que se reitera de manera regular a lo largo de un determinado poema. La métrica española comprende estrofas de entre dos y trece versos.