Literatura barroca y literatura romántica

La literatura barroca y la romántica tienen en común el hecho de ser literaturas de ruptura: la primera cuestionaba la herencia optimista y racionalista del Renacimiento; la segunda se alzó contra la Ilustración y los ideales estéticos neoclásicos. Sin embargo, también tienen muchas diferencias. 

  Literatura barroca Literatura romántica
Definición Es el conjunto de obras literarias (poesía, novela, teatro) producidas en Europa e Hispanoamérica durante el siglo XVII, las cuales poseen unos rasgos en común. Es el conjunto de obras literarias (poesía, novela, teatro) producidas en Europa e Hispanoamérica durante el siglo XVIII y la primera mitad del XIX, las cuales poseen unos rasgos en común.
Características generales
  • Abundante empleo de los recursos literarios, lo que resulta en formas expresivas elaboradas y complejas.
  • Predominan los sentimientos de desilusión, desengaño y melancolía, los cuales se expresan a través de ironías y sarcasmos.
  • Entrelaza lo trágico y lo cómico.
  • Refleja los acontecimientos más destacados del siglo XVII, como el hambre, la peste y el auge de la espiritualidad.
  • Búsqueda de lo nuevo y extraordinario para excitar la sensibilidad y la inteligencia y provocar la admiración.
  • El subjetivismo individual y el capricho personal en lugar de las normas clásicas.
  • Tendencia a la exageración, a superar todo límite; la noción de que en lo inacabado reside el supremo ideal de una obra artística.
  • Ve en la vida rural y la vuelta a la campiña un refugio para la originalidad y la pasión artística, contrapuesto a la frialdad racional de las ciudades industrializadas.
  • Aboga por la libertad de creación y pensamiento, sin patrones ni estereotipos.
  • Valora lo nacional, lo individual y lo popular. Recupera tradiciones locales olvidadas, a las que opone al “progreso” encarnado en las ciencias.
  • Encuentra en la inspiración una vía de conexión entre el artista y la trascendencia, y la opone a la profesionalización del arte y los preceptos ilustrados que pretendían hallar patrones para la creación estética.
  • La literatura romántica hace hincapié en el individualismo y el subjetivismo. De allí surgió un interés en el interior del hombre y los misterios del subconsciente.
Poesía Surgen dentro de la poesía barroca dos tendencias estilísticas diferentes:

  • Conceptismo: da más importancia al fondo que a la forma. La poesía conceptista es poesía de contenido, es asociación ingeniosa entre palabras e ideas. Opera especialmente sobre el pensamiento abstracto, para lo cual se sirve de ingeniosas antítesis y paradojas. Su principal representante es Francisco de Quevedo.
  • Culteranismo: presenta complejidad en el orden sintáctico, es decir, altera el orden normal de la colocación de las palabras en la frase. Emplea un vocabulario muy ornamental y ostentoso. Su principal representante es Luis de Góngora.
  • Uno de sus temas preferidos es el amor apasionado, que siempre conduce a un trágico destino.
  • Otro tema común es la muerte, única forma de escapar a la dura realidad y el rechazo, concebida como la liberación del alma.
  • Innova a nivel de métrica. Se crean nuevas estrofas, como la octavilla aguda, o bien se ensaya con combinaciones novedosas de versos cortos y largo, o se rescatan géneros poéticos medievales, como el romance.
Novela Durante el Barroco nace la novela picaresca. Se trata de un género satírico, que se define sobre todo por el protagonista, el pícaro, un joven de la clase de los sirvientes que vive en varias ciudades y tiene aventuras y desventuras con diferentes amos. El pícaro aprende desde muy pequeño a ser astuto y a buscarse la vida. Sus preocupaciones principales son, primero tener de comer, y después, si puede, progresar. Una obra representativa de este tipo de novela es Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán.
  • Se describe la naturaleza en sus más pequeños detalles. Por ejemplo, se habla del sonido de los ríos, los pájaros y los perfumes de las flores. Con frecuencia, estas descripciones son una metáfora de los sentimientos del autor.
  • Las novelas del Romanticismo se caracterizan por describir los tormentos de un individuo, las luchas que atraviesa en la búsqueda del amor y debido a su inadecuación en el mundo.
Teatro
  • Durante el período se pone en boga la Tragicomedia, un género que entrelaza lo dramático y lo cómico.
  • Se escriben autos sacramentales, que son breves piezas en las que se representa un relato bíblico.
  • Desde el Renacimiento, se creía decididamente que una obra teatral debía tener una sola acción principal, un único escenario y los acontecimientos debían suceder en el mismo día. En el Barroco se rompe con esta regla. Muchas de las obras del período tienen más de un escenario o transcurren en un lapso de tiempo del relato mayor a un día.
  • Busca en el pasado (relatos mitológicos, leyendas medievales) la respuesta para problemas del presente.
  • Rechazó las tres unidades de narración: tiempo, lugar y acción. Los autores escribían sin restricciones y usaban diferentes escenarios.
  • Por primera vez, se escriben en prosa los parlamentos de los personajes.
Principales representantes
  • Francisco de Quevedo
  • Luis de Góngora
  • Tirso de Molina
  • Pedro Calderón de la Barca
  • Lope de Vega y Carpio
  • Sor Juana Inés de la Cruz
  • Victor Hugo (1802 – 1885)
  • William Wordsworth
  • Friedrich Schiller
  • Gustavo Adolfo Bécquer
  • Jorge Isaacs
  • John Keats
  • Lord Byron
  • Edgar Allan Poe
Ejemplos “Ninfa, de Doris hija, la más bella,

adora, que vio el reino de la espuma.

Galatea es su nombre, y dulce en ella

el terno Venus de sus Gracias suma.

Son una y otra luminosa estrella

lucientes ojos de su blanca pluma:

si roca de cristal no es de Neptuno,

pavón de Venus es, cisne de Juno”.

 

Luis de Góngora

Soledad primera (fragmento)

 

 “Volverán las oscuras golondrinasen tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres…
¡esas… no volverán!” 

 

Gustavo Adolfo Bécquer

Rima (fragmento)

 

 

Literatura hispanoamericana: del Renacimiento al Modernismo

La vasta extensión americana ha dado luz a una de las expresiones artísticas más sublimes a través de la literatura. Producto del feroz choque entre el Viejo y el Nuevo Mundo, esta expresión ha dado lugar a nuevas formas que identificaron a la América hispana.

Antes de internarnos en un tema tan extenso como complejo es preciso definir qué es lo que entendemos como literatura hispanoamericana, una definición que puede resultar tan abarcadora como confusa. Específicamente, con literatura hispanoamericana de lo que estamos hablando es de la obra literaria que fue concebida en aquellos pueblos de habla hispana en Norteamérica, Centro América, el Caribe y Sudamérica, teniendo en cuenta que deba estar escrita en español.

De esta forma se integra al Viejo Mundo europeo con su herencia cultural al Nuevo Mundo con su cultura originaria a través del lenguaje adoptado a lo largo de los siglos por el sangriento proceso de conquista y colonización primero, y la creación de los estado nación después. Esta herencia puede apreciarse en los rasgos que identificaron e hicieron que esto no aparezca meramente como una contribución de otros tiempos, sino como la herencia de una cosmovisión completamente distinta y única que definió la historia de cada territorio. Por lo tanto, plumas tan ilustres como la de El Inca Garcilaso de la Vega, Sor Juana Inés de la Cruz, Andrés Bello, Domingo Faustino Sarmiento, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda o Gabriel García Márquez, entre otros, se encuentran hermanados por este complejo proceso histórico y no sólo por el idioma que comparten entre sí.

Conociendo esto, ahora sí, nos internamos en la apasionante historia de la literatura hispanoamericana, desde las primeras manifestaciones en el Renacimiento hasta el primer movimiento que tuvo su origen en Latinoamérica: el Modernismo.

El Renacimiento

La primera fase de la literatura hispanoamericana se puede enmarcar dentro del Renacimiento, que se caracterizó por la preeminencia del movimiento Humanista. El Humanismo comenzó en Italia en el siglo XV y se extendió al resto de Europa en el siglo XVI. Este movimiento es netamente antropocéntrico, es decir, existe una revaloración de la cultura clásica grecolatina por lo que el hombre pasa a ser centro de las reflexiones filosóficas. Dios ya no será el centro ni la razón de todas las cosas sino que la mirada humana tendrá algo que decir al respecto. Se caracteriza por el auge de las artes y la importancia central que toma el hombre. Son siempre obras de gran riqueza en las que la novela se convierte en el género más cultivado, apareciendo también la lírica y el teatro. Hay que destacar la invención de la imprenta en el siglo XV, que trae con ella una democratización de la literatura acercándola por fin al pueblo.

La crónica

La obra que a menudo se entiende como fundacional de la literatura hispanoamericana dista de haber sido pensada como una obra artística. Su intención era, al contrario, cumplir con una función, una utilidad, pero a pesar de ello el diario del Viaje de Cristóbal Colón o las Crónicas de Indias han adquirido con el paso del tiempo un valor estético que influyo a numerosos escritores a la posteridad. Como se entiende a partir del nombre se trata de crónicas, narraciones objetivas que describían exhaustivamente el paisaje que Colón y otros navegantes encontraban a su paso. Otras figuras que se destacaron en este género fueron fray Bartolomé de las Casas, Hernán Cortés y Alvar Núñez Cabeza de Vaca, que a menudo incurrían en elementos fantásticos para explicar aquello que desconocían y minimizaban los actos de violencia hacia los pueblos aborígenes (salvo el caso excepcional de Bartolomé de las Casas, cuyos documentos sirvieron de denuncia). Aquí vemos un ejemplo de los rasgos que definen a las crónicas de Colón, creyendo haber encontrado Cipango (Japón):

Colón y Fray Bartolomé de las Casas, dos de las figuras históricas que con sus documentos inauguraron la literatura hispanoamericana.
Martes, 23 de octubre
“Quisiera hoy partir para la isla de Cuba, que creo que debe ser Cipango, según las señas que dan esta gente de la grandeza de ella y riqueza, y no me detendré más aquí ni…esta isla alrededor para ir a la población, como tenía determinado, para haber lengua con este rey o señor, que es por no me detener mucho, pues veo que aquí no hay mina de oro; y al rodear de estas islas ha menester muchas maneras de viento, y no vienta así como los hombres querrían (…)”

La epopeya

Desde la perspectiva del colonizador la llegada a América era una gesta heroica que aparecía retratada como la conquista de una tierra indómita, lejana y salvaje. Es así que surgieron varias obras destinadas a realzar en un tono épico las campañas que se realizaban en el continente americano. Una de las obras más emblemáticas es La araucana, de don Alonso Ercilla y Zúñiga (1533 – 1594), donde narra el enfrentamiento entre españoles y mapuches en la Guerra de Arauco, abrevando en la mitología clásica para describir el conflicto (se encuentran referencias a La Eneida o La Odisea, por ejemplo).

El Barroco

Esta corriente literaria se dio a fines del siglo XVII y comienzos del XVIII; es una extensión del Renacimiento pero con una perspectiva negativa que devino de la crisis mundial, tanto económica como social. En este período Europa, especialmente España, parece querer ocultar la crisis social: los intelectuales y el pueblo mismo utilizan un lenguaje rebuscado, oscuro y difícil de comprender. Se habla del barroco como la expresión de lo inútil pues se pierde el sentido del texto y se vuelve un juego de inteligencia donde es importante la belleza de la palabra y la conjugación de palabras extrañas: sobresale la búsqueda de la novedad y de lo extraño. La palabra barroco tuvo inicialmente la concepción de ser algo exagerado y extravagante. Por otro lado, a diferencia del humanismo hay una descentralización del hombre, cultivando el escepticismo social y la búsqueda de respuestas en la religión.

Poesía

Durante esta etapa se destacó de forma excepcional la escritura de sor Juana Inés de la Cruz (1651 – 1695), que con su poesía lírica logro elaboradas estructuras influenciadas por el culteranismo de Góngora (utilizando recursos como el hipérbaton, la perífrasis, la intertextualidad, etc.). Otros poetas que fueron asimilados dentro del barroco fueron el español Bernardo de Balbuena (1562 – 1627) y el argentino Luis de Tejeda y Guzmán (1604 – 1680).

Teatro

Durante la etapa barroca el teatro comenzó a destacarse en tierra americana a través de la pluma de, nuevamente, sor Juana Inés de la Cruz, con obras como Amor es más laberinto. Sin embargo, la figura excluyente fue Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza (1580 – 1639), que con sus obras se vuelca a una finalidad moralizadora y edificante, como en el caso de La verdad sospechosa.

Sor Juana Inés de la Cruz, gran poetisa hispanoamericana de ideas progresistas que defendió el papel de la mujer en su formación intelectual.

Neoclasicismo

El Neoclasicismo del siglo XVIII es una corriente literaria y artística europea que representa un retorno a los valores clásicos greco-romanos, buscando ese equilibrio y serenidad que los caracterizaban. Existe también un interés por reformar al ciudadano, educarlo para el Estado (Didactismo), distribuyéndose rápidamente desde Francia a España y luego al continente americano. La literatura neoclásica refleja los conflictos políticos, económicos y religiosos, la búsqueda de la independencia y la autenticidad del pueblo. Aspiraba, a diferencia del Barroco, el predominio de la razón. Los escritores eran partidarios de los movimientos independentistas y de las ideas de la Ilustración, caracterizándose por exaltar los ideales del pueblo de libertad e igualdad.

Andrés Bello, autor humanista y emblema revolucionario de Hispanoamérica que se encuentra entre las figuras intelectuales más importantes del continente.

Poesía

Durante esta etapa se destacan tres nombres que fueron los que lograron mayor relevancia. Estamos hablando del ecuatoriano José Joaquín Olmedo (1780 – 1847), que expone su retorno a las formas clásicas en obras como el poema épico Canto a Bolívar, publicado en 1825; el venezolano Andrés Bello (1781 – 1865), que cuenta con una extensa obra y dos poemas que demuestran la cuidada estructura de su poesía con la Alocución a la poesía (1823) y la Agricultura en la zona tórrida (1826); y el cubano José María Heredia (1803 – 1839), que preanuncia el romanticismo en la descripción de la naturaleza impetuosa y el fervor de su melancolía en la Oda al Niágara (1824).

Prosa

Dentro de esta forma de narrativa se destaca de forma casi exclusiva al mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi (1776 – 1827), que manifiesta en su obra un claro fin didáctico y expone la problemática política, ética y social de su tiempo. Tal es el caso de obras como La Quijotita y su prima (1818) o Noches tristes y día alegre (1818).

Teatro

En esta manifestación fue fundamental la influencia de figuras como los franceses Nicolás Boileau (1636 – 1711) y Moliere (1622 – 1673). Debido a que solamente en México y Lima se representaban comedias, resulta lógico que el epicentro de esta actividad se encuentre en esos países. Se destaca el dramaturgo mexicano Manuel Eduardo de Gorostiza (1789 – 1851), que desarrolló un estilo influenciado por el dramaturgo español Leandro Fernández de Moratín (1760 – 1828), abocado tanto al disfrute como a la instrucción moral. Entre sus obras más relevantes se encuentran Las costumbres de antaño (1819) o Tal para cual o las mujeres y los hombres (1819). Por otro lado, en Lima se destacaba la figura del peruano Pedro Peralta y Barnuevo (1663 – 1743), que denota los principales rasgos del neoclasicismo en obras como Afectos vencen finezas (1720). También en esta época se representa la obra Ollantay, de la cual se desconoce el origen, pero contiene una temática neoclásica donde se conjuga el lenguaje hispánico con el mundo incaico.

Romanticismo

El Romanticismo es el movimiento literario que se originó a fines del siglo XVIII hasta mediados del XIX. Constituye una vuelta a la imaginación, abandonándose la frialdad del Neoclasicismo. Los sentimientos, la imaginación y la percepción individual son el núcleo de la nueva literatura de esta época. Tal como ocurriera con el nacimiento del Neoclasicismo que surgió reaccionando al exceso del Barroco; podemos decir que esta corriente se originó por el exceso de apego a las normas que caracterizó al Neoclasicismo: el mundo pasó del Absolutismo y Neoclasicismo a la democracia y el Romanticismo; de la estética a la emoción.

Este movimiento fue una revolución artística que aún perdura en nuestros días y, para ello, fueron necesarias tres revoluciones: la revolución industrial en Inglaterra que dio paso a la burguesía, la revolución francesa bajo la consigna de igualdad, libertad y fraternidad y la revolución americana que inspiraría el nacionalismo de todo un continente.

La Revolución Francesa, la Revolución Industrial y la Independencia de Estados Unidos fueron los sucesos que fomentaron el romanticismo en las letras hispanoamericanas.

Poesía

El romanticismo encontraría en torno a la zona del Río de la Plata algunas de las voces más elocuentes de este movimiento. Sin lugar a dudas, una de las figuras excluyentes es el argentino Esteban Echeverría (1805 – 1851), escritor perteneciente a la Generación del 37 que además de destacarse en la prosa logró el reconocimiento con su poema épico La cautiva (1837), donde se advierte una marcada dicotomía entre la civilización y la barbarie y un prototipo de héroe romántico característico de este movimiento (María). También de la región rioplatense van a surgir las figuras de los poetas argentinos José María Gutiérrez (1809 – 1878) y José Marmol (1817 – 1871). En Uruguay se destaca la figura de Adolfo Berro (1819 – 1841), notable poeta que murió prematuramente, a los 22 años.

Fuera de la región rioplatense encontramos a la gran poetisa cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814 – 1873), al chileno Guillermo Blest Gana (1829 – 1904) y al colombiano Rafael Pombo (1833 – 1912). Por otro lado, el retorno a la búsqueda de una identidad y el interés por el folklore se verá en la poesía gauchesca del siglo XIX, que encuentra uno de sus representantes más ilustres con el argentino José Hernández (1834 – 1886) y su Martín Fierro.

Prosa

Esencialmente, en los escritores románticos de prosa se destaca la búsqueda de plasmar la independencia intelectual respecto a Europa, dando lugar a una auténtica literatura nacional.

Además del mencionado Echeverría (que en prosa se va a destacar por El matadero), otra figura fundamental del romanticismo va a ser el argentino Domingo Faustino Sarmiento (1811 – 1888), que con su obra Facundo o Civilización y Barbarie (1845) mantiene la dicotomía discursiva del romanticismo, incluyendo un profundo estudio sociológico e histórico donde aparece el enfrentamiento de federales y unitarios. El argentino José Marmol, con su obra Amalia, también se destacaría por la firme oposición al gobierno de Juan Manuel de Rosas. En Chile surge el nombre de José Victorino Lastarria (1817 – 1888), que adquiere gran relevancia gracias a su novela Don Guillermo.

Otros nombres que ilustrarían el romanticismo hispanoamericano son en Colombia Eugenio Díaz (Manuela) y Jorge Isaacs (María); el mexicano Ignacio Manuel Altamirano (Clemencia, El Zarco); en Bolivia Nataniel Aguirre (Juan de la Rosa); en República Dominicana Manuel de Jesús Galván (Enriquillo); en Ecuador Juan León Mera (Cumandá o un drama entre salvajes), quien fue influido fuertemente por Chateaubriand (1768 – 1848); y el argentino Eduardo Gutiérrez (Juan Moreira).

Teatro

En el teatro romántico cobra mayor relevancia el costumbrismo y se pierde el decoro neoclásico para adquirir mayor naturalidad. Entre los nombres que se destacan se encuentran los chilenos Daniel Barros Grez (1834 – 1904) y Salvador Sanfuentes (1817 – 1860), el colombiano Luis Vargas Tejada (1802 – 1829) y el argentino Martiniano Leguizamón (1858 – 1935). Es célebre y revolucionaria la adaptación de la obra Juan Moreira de Eduardo Gutiérrez (1851 – 1889) por parte del uruguayo José “Pepe” Podestá (1858 – 1937), dando inicio a la representación de elementos criollos en la escena teatral.

Un punto de quiebre: el Modernismo

El Modernismo es el primer movimiento literario con origen en América Latina y es principalmente poético. Nace a finales del siglo XIX hasta la mitad del siglo XX, influido por el Parnasianismo y el Simbolismo francés (la búsqueda de la perfección y la expresión simbólica respectivamente) además de la línea anglosajona norteamericana de la mano de Edgar Allan Poe y Walt Whitman.

El imaginario de la obra modernista se va a caracterizar por una libertad formal que se ve en la métrica que compone sus poemas y el color de sus frases. De esta forma se trata de un movimiento que cuestiona y finaliza con la rigidez poética, renovando el vocabulario en el proceso y llevando la expresión metafórica a su máxima expresión, empleando la musicalidad a partir de la melodía de sus versos.

Entre las figuras fundamentales de este movimiento se encuentra el cubano José Martí (1853 – 1895), que con su obra influenciada por el simbolismo logró textos como Ismaelillo o sus Versos libres, prefigurando las bases del modernismo. Sin embargo, es imposible pensar este movimiento sin mencionar la figura del poeta nicaragüense Rubén Darío (1867 – 1916) y, más específicamente, su obra Azul…, donde aparecen motivos mitológicos y se exaltan los sentidos, la música y la búsqueda de una identidad plenamente americana. Es Darío quien logra consolidar las bases del modernismo a partir de su obra, apelando a una marcada subjetividad, la búsqueda de originalidad, el universalismo, la sensualidad y la evasión del mundo material.

Rubén Darío y José Martí, dos de las figuras fundacionales del modernismo y escritores fundamentales que con su obra se emanciparon del continente europeo.

En Argentina se destacó la figura de Leopoldo Lugones (1874 – 1938) y Enrique Larreta (1875 – 1961); en Uruguay Julio Herrera y Reissig (1875 – 1910); en Colombia José Asunción Silva (1865 – 1896); en México Manuel Gutiérrez Nájera (1859 – 1895) y Amado Nervo (1870 – 1919); en Perú José Santos Chocano (1875 – 1934) y Clemente Palma (1872 – 1946); en Venezuela Manuel Díaz Rodríguez (1871 – 1927) y en Chile Augusto d´Halmar (1882 – 1950).

Futurismo

Movimiento artístico surgido en Italia en el siglo XX, proclamó el rechazo frontal al pasado y a la tradición, defendiendo un arte anticlasista orientado al futuro, que respondiese en sus formas expresivas al espíritu dinámico de la técnica moderna y de la sociedad masificada de las grandes ciudades.

“La ciudad se levanta” (1910) de Umberto Boccioni.

El poeta italiano Filippo Tommaso Marinetti (1876-1944) publicó varios manifiestos que identifican a este movimiento. El primero fue publicado en 1909 en el diario francés Le Figaro y se titulaba “Manifiesto del Futurismo”, al año siguiente escribió el “Manifiesto técnico de la literatura futurista” y en 1912 el “Manifiesto técnico del Futurismo”.

En ellos exaltó una nueva civilización gobernada por las máquinas y la velocidad, defendió la violencia y la guerra, entendida como única posibilidad de afirmación individual, y concibió una nueva expresividad, propuesta a través de la destrucción de la sintaxis y de la abolición del adjetivo, del adverbio y de la puntuación, con la intención de reflejar las sensaciones inmediatas de la vida moderna y de captar con violencia la atención del lector.

El Futurismo, impulsado por Filippo Tommaso Marinetti, es considerado por los críticos como el primer movimiento de vanguardia europeo.

Así, el Futurismo se mostró como un movimiento nuevo, de renovación, dispuesto a acabar con las tradiciones que serían sustituidas por los elementos que a partir de este momento merecían la pena idealizar: la velocidad, las máquinas, el amor por el peligro o la glorificación de la guerra.

Le Giubbe Rosse es uno de los más famosos cafés literarios italianos, se encuentra ubicado en la Plaza de la República de Florencia. Los personajes más famosos que se han encontrado en ese café y han sido de gran influencia para la historia literaria del siglo XX son: Filippo Tommaso Marinetti, Giovanni Papini, Giuseppe Prezzolini, Dino Campana, Carlo Emilio Gadda, Umberto Boccioni, Eugenio Montale, entre otros.
Manifiesto futurista de Marinetti

1. Queremos cantar el amor al peligro, el hábito de la energía y de la temeridad.

2. El coraje, la audacia, la rebelión, serán elementos esenciales de nuestra poesía.

3. La literatura exaltó, hasta hoy, la inmovilidad pensativa, el éxtasis y el sueño. Nosotros queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febril, el paso de corrida, el salto mortal, el cachetazo y el puñetazo.

4. Nosotros afirmamos que la magnificencia del mundo se ha enriquecido con una nueva belleza, la belleza de la velocidad. Un coche de carreras con su capó adornado con gruesos tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo… un automóvil rugiente, que parece correr sobre la ráfaga, es más bello que la Victoria de Samotracia.

5. Queremos ensalzar al hombre que lleva el volante, cuya lanza ideal atraviesa la tierra, lanzada también ella a la carrera, sobre el circuito de su órbita.

6. Es necesario que el poeta se prodigue, con ardor, boato y liberalidad, para aumentar el fervor entusiasta de los elementos primordiales.

7. No existe belleza alguna si no es en la lucha. Ninguna obra que no tenga un carácter agresivo puede ser una obra maestra. La poesía debe ser concebida como un asalto violento contra las fuerzas desconocidas, para forzarlas a postrarse ante el hombre.

8. ¡Nos encontramos sobre el promontorio más elevado de los siglos!… ¿Porqué deberíamos cuidarnos las espaldas, si queremos derribar las misteriosas puertas de lo imposible? El Tiempo y el Espacio murieron ayer. Nosotros vivimos ya en el absoluto, porque hemos creado ya la eterna velocidad omnipresente.

9. Queremos glorificar la guerra –única higiene del mundo– el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los libertarios, las bellas ideas por las cuales se muere y el desprecio de la mujer.

10. Queremos destruir los museos, las bibliotecas, las academias de todo tipo, y combatir contra el moralismo, el feminismo y contra toda vileza oportunista y utilitaria.

11. Nosotros cantaremos a las grandes masas agitadas por el trabajo, por el placer o por la revuelta: cantaremos a las marchas multicolores y polifónicas de las revoluciones en las capitales modernas, cantaremos al vibrante fervor nocturno de las minas y de las canteras, incendiados por violentas lunas eléctricas; a las estaciones ávidas, devoradoras de serpientes que humean; a las fábricas suspendidas de las nubes por los retorcidos hilos de sus humos; a los puentes semejantes a gimnastas gigantes que husmean el horizonte, y a las locomotoras de pecho amplio, que patalean sobre los rieles, como enormes caballos de acero embridados con tubos, y al vuelo resbaloso de los aeroplanos, cuya hélice flamea al viento como una bandera y parece aplaudir sobre una masa entusiasta.

Es desde Italia que lanzamos al mundo este nuestro manifiesto de violencia arrolladora e incendiaria con el cual fundamos hoy el FUTURISMO porque queremos liberar a este país de su fétida gangrena de profesores, de arqueólogos, de cicerones y de anticuarios. Ya por demasiado tiempo Italia ha sido un mercado de ropavejeros. Nosotros queremos liberarla de los innumerables museos que la cubren toda de cementerios innumerables.

Filippo (caretula) Tommaso Marinetti, “Le Figaro”, 20 de febrero de 1909.

Este movimiento que empezó siendo un discurso literario continuó teniendo sus manifestaciones en otras áreas como la pintura, la escultura, el proyecto arquitectónico, la música, el diseño, la cocina y la moda. Incluso también fue una ideología que condujo a la formación del Partido Futurista Italiano.

Pintura

Umberto Boccioni, Carlo Carrá, Giacomo Balla y Luigi Russolo escribieron en 1910 el “Manifiesto de la pintura futurista” y al poco tiempo lanzaron un segundo manifiesto el cual trataba de declarar el carácter esencial de la pintura nueva, ya no expresión del “momento estancado”, sino “sensación dinámica eternizada como tal”.

En sus obras emplearon la técnica divisionista, lo que les permitió plasmar el dinamismo, y crear el “simultaneísmo” para reproducir la sensación de movimiento mediante la repetición de imágenes superpuestas.

Formas únicas de continuidad en el espacio (1913).

Música

En el plano de la música, en 1910 aparece el “Manifiesto de los músicos futuristas” escrito por Francesco Balilla Pratella y al año siguiente el “Manifiesto técnico de la música futurista”. En ellos se afirma que la música es un “universo sonoro incesantemente móvil” y en el que se funden la armonía y la melodía.

Por su parte, en 1913 Luigi Russola, pintor y compositor italiano, escribió “El arte de los ruidos”, una carta dirigida a su amigo, el compositor Francesco Balilla Pratella. Allí reflexionó sobre el ruido y sostuvo que el oído humano se ha acostumbrado a la velocidad, la energía y el ruido del paisaje urbano e industrial. Así en una de sus conclusiones afirma “es necesario que la sensibilidad del músico, liberándose del ritmo fácil y tradicional, encuentre en los ruidos el modo de ampliarse y de renovarse, ya que todo ruido ofrece la unión de los ritmos más diversos, además del ritmo predominante.”

“Dinamismo de un ciclista” (1913) de Umberto Boccioni.

Escultura

En 1913 el pintor y escultor italiano Umberto Boccioni presentó la escultura “Formas únicas de continuidad en el espacio”. En la misma se representan las dos máximas del Futurismo, la simultaneidad y el dinamismo, por ello se captura el espacio, el movimiento de la figura y, con ello, el tiempo.

En esta obra, Boccioni representa un hombre que avanza potentemente hacia el futuro y la figura aparece con unas extensiones, a modo de alas, que permiten al espectador sentir cómo la figura avanza con fuerza.

Sant’Elia concebía el Futurismo como arquitectura en “movimiento”.

Arquitectura

La arquitectura futurista fue influenciada por el arquitecto y urbanista italiano Antonio Sant’Elia, quien en 1914 sentó su pensamiento en el “Manifiesto de la arquitectura futurista”. Sus dibujos muestran edificios marcadamente verticales, en ocasiones con ascensores (elevadores) exteriores y surcados por calles o avenidas elevadas. Estos proyectos utópicos, así como sus exhortaciones sobre el uso de los nuevos materiales industriales, hacen que sea considerado como uno de los pioneros del movimiento moderno en la arquitectura.

(…)De una arquitectura así concebida no puede nacer ningún hábito plástico y lineal, porque los caracteres fundamentales de la arquitectura futurista serán la caducidad y la transitoriedad. Las casas durarán menos que nosotros. Cada generación deberá fabricarse su ciudad. Esta constante renovación del entorno arquitectónico contribuirá a la victoria del Futurismo que ya se impone con las Palabras en libertad, el Dinamismo plástico, la Música sin cuadratura y el Arte de los ruidos, y por el que luchamos sin tregua contra la cobarde prolongación del pasado.

La “Città Nuova” (Ciudad Nueva), de 1913-1914, es el proyecto más importante de Sant’Elia.

Teatro

Filippo Tommaso Marinetti y Emilio Settimelli publicaron en 1915 el “Manifiesto del teatro futurista sintético”, allí se plantearon como objetivo “sinfonizar la sensibilidad del público, despertando con todos los medios sus brotes más perezosos”.

La idea de un teatro sintético era la de una obra “muy breve, que condensa en unos pocos minutos, en unas pocas palabras y con unos pocos gestos, innumerables situaciones, sensibilidades, ideas, sensaciones, hechos y símbolos”.

Al mismo tiempo el pintor italiano Enrico Prampolini publicó el “Manifiesto de la escenografía futurista” y en 1923 el “Manifiesto de la atmósfera escénica futurista”. Plantea valores nuevos como la “escenoplástica”, la “escenodinámica” y particularmente el “espacio”, entendido como verdadero protagonista del teatro.

Fotografía

Los hermanos Bragaglia, Anton Giulio y Arturo, fueron los fotógrafos más representativos del movimiento. Emplearon técnicas nuevas como la doble exposición o la distorsión de las lentes y la óptica.

Por su parte, Anton Giulio, el mayor de los hermanos Bragaglia, publicó en 1913 un manifiesto titulado “Fotodinamismo Futurista”. En el mismo se elevaba a la fotografía al nivel del arte, por medio de la exclusión de la reproducción fotográfica del objeto inmóvil y estático.

“El Violinista” de Bragaglia.

La poesía

El término poesía proviene del griego poiesis, que significa “creación”. Desde la cultura grecolatina, poetas y estudiosos han tratado de definir el concepto de poesía y de explicar su origen, propiedades y funciones, así como las peculiaridades del lenguaje poético. Con el transcurso del tiempo, la poesía se asocia a toda creación literaria en la que el lenguaje poético aparece moldeado y sujeto a las leyes del ritmo métrico y de la rima.

¿Lo sabías? El término poesía surge del término griego “poiesis”, que significa “creación”.

Características de la obra poética

La poesía tiene tantas posibilidades de manifestación que harían falta cientos de páginas dedicadas únicamente a este género para exponer todas sus formas, reglas, posibilidades y recursos. A modo de ejemplo, destacaremos que puede ir desde formas sujetas a rima y métrica, como el soneto, hasta versos libres, sin rima ni medida establecida; los poemas pueden estar formados por estrofas o no… La mejor forma de conocer la poesía es leerla con frecuencia y, a la hora de escribirla, contar con libertad total más allá de toda regla, o bien observarlas cuando se considere oportuno para lograr el resultado esperado.

Antes de escribir poesía conviene que leas, de forma incansable, poetas de todas las épocas y estilos y que escribas de forma personal y mantengas una relación viva y sensible con lo que te rodea y con tu mundo interior.

El descubridor de la poesía

Se conoce como descubridor de la poesía al poeta francés Arthur Rimbaud, quien expreso que “la poesía es una manera especial de conocimiento, una especial visión de lo desconocido, de lo inaudito, de lo inefable”. Tanto en las obras poéticas como en el propio mundo interior es donde se encuentra la poesía; es el poeta el que debe descubrirla y desvelarla.

Arthur Rimbaud nació en Francia el 20 de octubre de 1854

Los géneros literarios

Los géneros literarios son los grupos en los que se incluyen aquellos textos que presentan unos rasgos semejantes, es decir, la manera en que podemos clasificar las obras literarias atendiendo a su contenido.

La cuestión de los géneros literarios ha propiciado una cierta polémica. Platón -al abordar la naturaleza de la poesía- distinguió tres géneros: la mimética (dramática), la lírica y la épica. Su discípulo, Aristóteles, partía de la existencia del género literario y consagró un libro, Poética, a estudiar los problemas que plantea la tragedia, que era uno de los géneros en que se dividía la poesía. Aristóteles diferencia los géneros según la forma métrica; según la categoría de los personajes, y según la duración de los acontecimientos. Posteriormente, la aparición de numerosas obras que no cumplían exactamente con los principios enunciados por los autores clásicos llevó a discutir la validez de la clasificación. A pesar de la oposición de muchos autores contemporáneos a que sus obras sean “encasilladas” dentro de un determinado género, la literatura continuó apelando a este recurso, desde las “novelas del Oeste” de la década de 1950 a la “novela histórica”, que alcanzó un gran auge alrededor de 1990.

El concepto de género literario es histórico, ya que se plantea en el momento en que surge un texto distinto a los clasificados con anterioridad. Por ejemplo, el surgimiento y reconocimiento de la novela como género se produce en la Edad Media. Aunque el concepto de género como tal ha tenido sus crisis, ya que ha cambiado y sufrido modificaciones a lo largo del tiempo, la crítica moderna tiende a aceptar la existencia de los géneros como una institución.

Género narrativo

En los tratados de teoría literaria suelen estudiarse juntos una serie de textos que tienen como rasgo común la narración. Estos textos son la epopeya, el poema épico y la novela (ésta suele considerarse el género narrativo que sustituyó a la épica). La narrativa reúne las obras que relatan hechos reales o ficticios, estructurados dentro de unas coordinadas de espacio y tiempo, y la forma expresiva usada es, fundamentalmente, la narración.

Las novelas son narraciones ficcionales extensas.

A pesar de que todos los textos que se consideran dentro de este género tienen unas características comunes, existen diferencias entre ellos. Mientras que la epopeya es un producto de una edad heroica que refleja toda una etapa cultural, está escrita en verso y, sobre todo, es anónima, la novela lo está en prosa, suele surgir en períodos de decadencia y acostumbra tener un autor concreto.

El poema épico se diferencia de la epopeya en que es de origen individual, el resultado de la labor concreta de un poeta concreto y suele tener unos rasgos poéticos que son bastante distintos de los propios de la epopeya.

Género dramático o teatral

El término teatro procede del griego theatrón, que significa “lugar para contemplar”. El teatro es una rama del arte escénico relacionada con la actuación, donde se representan historias frente a la audiencia. Este arte combina discurso, gestos, sonidos, música y escenografía.

Por otra parte, el teatro es también una categoría literaria que comprende las obras concebidas en un escenario y el edificio donde se representan las piezas teatrales. Desde sus inicios el teatro acompañó al hombre en los momentos más significativos en los rituales chamánicos; cierto es que no puede hablarse de teatro propiamente dicho pero son los antecedentes que precedieron al desarrollo. En primer lugar debemos diferenciar entre texto dramático o teatral y hecho teatral. Como ya se especificó, el primero es una categoría literaria, una obra pensada para ser recreada en un escenario. El hecho teatral es la puesta en escena del texto teatral.

Uno de los antiguos teatros griegos.

El texto se caracteriza por estar dispuesto en forma de diálogo con acotaciones que indican la disposición de los actores, la escenografía e inclusive las luces; es la obra, el valioso aporte de la literatura al complejo hecho teatral. La obra de teatro se describe para ser representada, para que unos personajes creados por un dramaturgo sean interpretados por los actores. Además el texto proporciona las palabras que los personajes dicen y señala los lugares donde actúan, éste –conocido también como libreto – debe ser bastante claro, con un mensaje –o no – para el espectador, sencillo y que no abarque demasiados temas. Los textos dramáticos pueden ser escritos en forma dialogada, en prosa o en verso. La dramática es el único género no exclusivamente literario; las acotaciones que indican movimientos, expresiones faciales, gestos, tono de voz, etcétera, no forman parte del texto literario. Es decir, la dramática tiene una faceta literaria; el texto teatral, lo que dicen los personajes, y otra que es espectáculo; la actuación, la escenografía.

El drama es la expresión de los contrastes y contradicciones de la vida humana; debido a ello se pueden hallar presentes la muerte, el humor, la pasión, el mal, la alegría, la bondad, en definitiva, el amplio abanico de la existencia diaria. El drama no excluye ningún elemento que integra la vida de los seres humanos.

Las temáticas de los textos dramáticos son expresiones de la vida cotidiana.

Género lírico

Estos textos son definidos tradicionalmente como la expresión del mundo emotivo por medio de la palabra escrita u oral. El término griego «poiesis» significaba «crear» y se refiere a todo trabajo artesanal, incluido el que realiza un artista.

Los textos líricos se caracterizan por la subjetividad, es decir, el poeta nos ofrece una parte de su interior, de su visión de la realidad. Cualquier expresión de los sentimientos del autor ante la contemplación de la realidad puede ser considerada lírica: amor, pena, soledad, miedo, fracaso, alegría, desamparo, nostalgia… Esta expresión no puede hacerse de cualquier manera, sino que se suele ver sometida a una gran depuración estilística. Tal como Aristóteles planteara en su Poética, la lírica es el género en el que el autor expresa sus sentimientos y visiones personales.

 

Los poetas suelen expresar su visión de la realidad mediante sus textos.

Por ello, quizás la característica formal más reconocible de la poesía sea la de estar escrita en verso. Así pues, el poema es la unión de un fondo emotivo y sentimental y de unas determinadas características formales que lo caracterizan a simple vista, incluso ante los ojos de personas que no han leído nunca poesía. Sin embargo, con el tiempo, este modo de expresión se diversificó; podemos encontrar textos líricos escritos en prosa por lo que, su reconocimiento radica en la exposición en primer plano del mundo interno del artista.