La esterilidad es la incapacidad de una persona, o de una pareja, de procrear. Se considera que una pareja es estéril cuando, al cabo de dos o más años de tener relaciones sexuales completas, sin emplear ningún método anticonceptivo, la mujer no ha conseguido quedar embarazada.
Si se entiende que la planificación familiar está destinada a que una pareja intente tener el número de hijos que desee, en el momento en que lo crea oportuno, se comprende, pues, que la esterilidad y su tratamiento también formen parte de ella.
La esterilidad afecta a entre un 12 y un 15 % de las parejas. En más de un 50 % de los casos es de causa femenina, en general motivada por la obstrucción de las trompas de Falopio o por diversas alteraciones en el ciclo menstrual, como la ausencia de ovulación. En alrededor de un 40 % de los casos es de causa masculina, siendo la más común una alteración en la cantidad y calidad de espermatozoides. Por último, en un 5 % de los casos la esterilidad es de causa desconocida.
El tratamiento de la esterilidad es muy complejo, ya que sus causas pueden ser muy diversas. No obstante, en algunos casos en que no se puede solucionar el problema mediante ciertos tipos de medidas terapéuticas medicamentosas o quirúrgicas, se puede recurrir a lo que se conoce como técnicas de reproducción asistida, en las que, sustituyendo parte del proceso de reproducción natural por procedimientos artificiales, es posible la procreación. Las técnicas de reproducción asistida más extendidas en la actualidad son la inseminación artificial y la fecundación in vitro.
Inseminación artificial
La inseminación artificial es una técnica de reproducción asistida que consiste en la introducción del semen en el interior del útero mediante una sonda especial. Según las causas de la esterilidad, el semen puede ser del hombre que forma parte de la pareja, o bien de otro. La inseminación artificial, al igual que el coito vaginal, debe realizarse en los períodos fértiles del ciclo menstrual y repetirse varias veces, para incrementar las posibilidades de que efectivamente se produzca el embarazo.
La fecundación in vitro
La fecundación in vitro es una técnica de reproducción asistida en la que la fusión entre un espermatozoide y un óvulo se realiza fuera del organismo, en un laboratorio. La célula huevo obtenida se implanta artificialmente en la mucosa del útero al cabo de unos días, cuando ya se ha comenzado a segmentar. En general, se emplea para el tratamiento de la esterilidad cuando otros tratamientos y técnicas más sencillos no han dado resultados, y también en casos de trastornos de las trompas uterinas o de baja concentración de espermatozoides en el semen.
Los espermatozoides se obtienen de una muestra de semen. Los óvulos se extraen mediante una punción del ovario, realizada con una sonda especial que se introduce por la vagina y que dispone de una aguja apta para efectuar una punción-aspiración.
Los espermatozoides y los óvulos se colocan juntos en un medio de cultivo. Si no se produce espontáneamente la fecundación, se puede realizar una microinyección espermática, que consiste en inocular artificialmente un espermatozoide dentro de un óvulo. Una vez se ha producido la fecundación, las células huevo obtenidas se conservan en el medio de cultivo durante unos tres días, hasta que comienzan a multiplicarse.
A continuación, se examinan y se seleccionan las tres mejores, que se insertan en el endometrio mediante una cánula especial que se introduce a través de la vagina. Normalmente, según datos estadísticos, de estas tres, solo una prospera.
Cada animal utiliza distintos tipos de fecundación. La fecundación puede ser externa o interna, dentro del óvulo de la hembra o fuera. Uno de los aspectos que más determina el tipo de fecundación de cada animal es su propio hábitat.
En la mayoría de los animales que viven en el agua, la unión del espermatozoide con el óvulo se realiza en el agua, fuera del cuerpo de la hembra. Este tipo de fecundación recibe el nombre de fecundación externa.
Un ejemplo bien conocido es el de los peces gregarios, como las sardinas. Cuando llega la época de la reproducción, las hembras desovan millones de huevos que quedan flotando en el agua. Los machos sueltan entonces su esperma y se produce la fecundación.
Debido a que la mayoría de los animales pueden moverse, cuando los machos y las hembras han de llevar a cabo la fecundación se aproximan, con el fin de que ésta se realice más fácilmente. Pero, a pesar de ello, muchas células sexuales se pierden en el agua.
Este inconveniente no ocurre en los animales cuyo sistema reproductor se basa en la fecundación interna, en la que los espermatozoides se unen con los óvulos dentro del sistema reproductor de la hembra. En los animales que poseen este tipo de fecundación, los individuos que se aparean entran en contacto físico, y el macho posee órganos especiales que expulsan directamente los espermatozoides dentro del sistema reproductor de la hembra.
En animales terrestres como los mamíferos, las aves, los insectos y los reptiles la fecundación es interna. Los peces cartilaginosos, como por ejemplo los tiburones, también tienen este tipo de fecundación.
La fecundación interna surgió como necesidad imperiosa al conquistar los animales el medio terrestre, pues las condiciones aquí impiden el traslado del espermatozoide hasta el óvulo fuera del cuerpo. Además, resultó ser un método muy beneficioso que permitía reducir el número de óvulos necesarios, ahorrando de este modo el animal una gran energía que podía emplear en otras funciones.
Oviparismo y viviparismo
Así como la fecundación puede realizarse dentro o fuera de la hembra, el óvulo fecundado puede desarrollarse también dentro o fuera de la misma.
En los animales de fecundación externa, el cigoto se desarrolla en el exterior del cuerpo de la madre y en muchos animales de fecundación interna el cigoto se desprende de la madre poco después de ser fecundado, de modo que el desarrollo tiene lugar asimismo en el exterior, ya sea en el suelo o en el agua. Este es el caso de los insectos, los reptiles y las aves.
Todos los animales en los que el desarrollo del cigoto se realiza fuera del cuerpo de la madre, tanto si su fecundación es externa como si es interna, se llaman ovíparos (que literalmente significa “que paren huevos”). En estos animales, el cigoto suele rodearse de una o varias envolturas que lo protegen; el conjunto formado por el cigoto y tales envolturas se denomina huevo.
En los mamíferos y en algunos otros animales basados en el sistema de fecundación interna, el embrión se desarrolla dentro del cuerpo de la madre. Estos animales son denominados vivíparos, porque paren crías que nacen “vivas”. Los embriones de los animales vivíparos están mucho más protegidos que los de los ovíparos, y además el cuerpo de la madre les proporciona las sustancias nutritivas que necesitan para desarrollarse antes de nacer.
Durante la gestación, el organismo materno experimenta una serie de modificaciones y trastornos. Dichos cambios son provocados, básicamente, por dos circunstancias que explicaremos a continuación.
En primer lugar, los cambios se producen por el aumento de la secreción de estrógenos y progesterona, unas hormonas que fabrican los ovarios y la placenta, y que tienen la misión de adaptar el organismo a la gestación y prepararlo para la lactancia, pero que producen, asimismo, una serie de alteraciones en diversos aparatos y sistemas. La otra circunstancia que provoca estos cambios y trastornos es el propio crecimiento del feto dentro del útero.
Una de las modificaciones más evidentes que se producen durante la gestación es el aumento de peso. El resto de las modificaciones podrían muy bien clasificarse como trastornos, ya que ocasionan molestias objetivas o subjetivas a la embarazada.
Entre los trastornos digestivos cabe destacar las náuseas, vómitos, exceso de salivación, estreñimiento, flatulencia y rechazo a ciertos gustos y olores. Entre los trastornos cardiovasculares, son frecuentes los edemas o hinchazones de miembros inferiores, las varices o dilataciones de las venas de los miembros inferiores, y las hemorroides o varices de las venas situadas alrededor del ano.
Las alteraciones cutáneas más características son la aparición de manchas oscuras en la piel de la cara y un exceso de pigmentación alrededor de los pezones, en la línea media del abdomen, en la vulva, en el ano y en las cicatrices. En las mamas, a parte de su aumento de volumen y sensación de peso y tirantez, pueden producirse emanaciones espontáneas de leche a través de los pezones, aumento de la sensibilidad e, incluso, dolor, y formación de estrías. Otros trastornos frecuentes son anemia, cansancio, necesidad de orinar con excesiva frecuencia y dolor en la parte baja de la espalda.
Los métodos anticonceptivos fisiológicos son 4: el DIU, los anticonceptivos hormonales, la interrupción voluntaria del embarazo y la esterilización.
El dispositivo intrauterino o DIU
El dispositivo intrauterino, o DIU, también conocido como “espiral”, es un elemento de pequeñas dimensiones que se inserta dentro del útero y que impide que el embarazo prospere.
Todavía no se conoce con total exactitud el mecanismo de acción del DIU. Sin embargo, al parecer, el DIU actúa como un cuerpo extraño dentro de la cavidad uterina, frente al cual la mucosa de este órgano reacciona mediante una inflamación que no ocasiona molestias a la portadora, pero impide que la célula huevo se implante.
La colocación del DIU es un procedimiento muy sencillo que lleva a cabo el especialista. No obstante, antes de recurrir a este método anticonceptivo, la mujer ha de someterse a un examen ginecológico, en el que se descartan diversos trastornos que podrían contraindicarlo, como infecciones, hemorragias o tumores.
El DIU no está indicado en todas las mujeres. En general, es más recomendable en las que ya han tenido hijos, porque lo toleran mejor. Sin embargo, hay una gran diversidad de modelos, algunos de ellos especialmente recomendados para mujeres que aún no se han quedado embarazadas.
Entre las ventajas del DIU destaca que es un método anticonceptivo de acción muy prolongada, ya que solo debe sustituirse cada dos a cinco años, que no actúa fuera del útero, a diferencia de los anticonceptivos hormonales, y que no es un método anticonceptivo irreversible, a diferencia de la esterilización. Por otra parte, el DIU obliga a las mujeres portadoras a someterse a controles ginecológicos periódicos y, en muy contados casos, da lugar a complicaciones de cierta gravedad. El DIU está considerado como el método anticonceptivo más eficaz, después de la esterilización y los anticonceptivos hormonales.
Los anticonceptivos hormonales
Los anticonceptivos hormonales son fármacos sintéticos de efectos similares a las hormonas, que inhiben la ovulación, la fecundación o el desarrollo del embarazo.
Los anticonceptivos hormonales más utilizados son los anovulatorios. Estos fármacos inhiben la ovulación, un proceso merced al cual, durante cada ciclo menstrual, un óvulo madura, se desprende del ovario y se introduce en la trompa de Falopio. Al inhibir este proceso, la fecundación resulta imposible.
Los anovulatorios contienen diversas combinaciones y dosis de sustancias de efectos similares a los estrógenos y la progesterona. Durante el ciclo sexual, la ovulación se produce por los efectos de dos hormonas que secreta la hipófisis, que son la FSH o foliculoestimulante, y la LH o luteinizante. Sin embargo, cuando los niveles de estrógenos y progesterona son muy elevados, como sucede cuando se producen la fecundación y el embarazo, estas hormonas se secretan en menor cantidad y, en consecuencia, la ovulación no tiene lugar. Los anovulatorios actúan de forma similar: mediante su administración se consiguen niveles elevados de sustancias de efectos similares a los estrógenos y la progesterona, de manera que las hormonas FSH y LH se secretan en menores cantidades de las normales, y por lo tanto no se produce la ovulación.
Además de inhibir la ovulación, los anovulatorios tienen otros efectos anticonceptivos, tales como hacer que las secreciones del cuello uterino resulten más infranqueables para los espermatozoides o modificar las características de la mucosa uterina, de forma que la implantación de la célula huevo sea imposible.
Existen diversos tipos de anovulatorios. Los más empleados son los anticonceptivos orales, también conocidos como píldoras anticonceptivas, que se administran por vía oral. La frecuencia de las tomas depende de su composición. La mayor parte se administran diariamente, durante los primeros 21 días de cada ciclo menstrual. Sin embargo, algunos se toman una sola vez al mes.
Los anovulatorios inyectables se administran mediante una inyección intramuscular y, según su composición, pueden administrarse una o varias veces al mes.
Otro tipo de anticonceptivo hormonal de uso relativamente común es la minipíldora, un fármaco que está compuesto por una sustancia de efecto similar al de la progesterona, y que se administra diariamente por vía oral. La minipíldora actúa alterando las características de las secreciones mucosas del cuello uterino, haciéndolas infranquebles para los espermatozoides.
Por último, otro anticonceptivo hormonal que se emplea con cierta frecuencia es el anticonceptivo poscoital, que se presenta en forma de comprimidos de composición similar a los anovulatorios, pero con un contenido superior de hormonas. Los anticonceptivos poscoitales no se administran de forma continua y regular, sino de forma excepcional, como una alternativa de urgencia, cuando se ha realizado un coito vaginal y no se han empleado otros métodos anticonceptivos o bien se sospecha que estos han fallado. En general, estos compuestos se deben tomar durante cinco días seguidos y solo son efectivos si comienzan a administrarse antes de que hayan transcurrido 24 horas tras haber realizado el coito vaginal. Estos compuestos actúan modificando las características de la mucosa uterina, impidiendo la implantación de la célula huevo.
Los anticonceptivos hormonales tienen la ventaja de no interferir en el juego sexual y de no requerir ninguna preparación especial para emplearlos. Además, constituyen el método anticonceptivo más seguro que existe después de la esterilización, y, a diferencia de esta, su efecto no es irreversible. Sin embargo, presentan algunos inconvenientes. En primer lugar, requieren la prescripción médica y un control ginecológico anual. Además, pueden causar algunos efectos secundarios, como náuseas, vómitos, aumento de peso, dolor de cabeza, crecimiento de vello o acné. Finalmente, los anovulatorios orales de administración diaria, que son los de uso más extendido, deben tomarse con regularidad, evitando los olvidos.
Por otra parte, los anticonceptivos hormonales están contraindicados en algunos casos, como ocurre ante la existencia de ciertos trastornos cardiovasculares o en mujeres fumadoras de más de 35 años de edad. Además, su uso no está recomendado durante la adolescencia, cuando el aparato genital femenino aún no ha completado su maduración.
La interrupción voluntaria del embarazo
La interrupción voluntaria del embarazo, o aborto inducido, consiste en aplicar diversos tipos de técnicas con el objetivo de evitar el desarrollo del embrión. El aborto inducido no es un método anticonceptivo, ya que no está dirigido a impedir la fecundación, la implantación o el desarrollo de la célula huevo, sino a imposibilitar que el embrión, ya formado, continúe desarrollándose. No obstante, la legislación de numerosos países occidentales lo contempla como un último recurso para evitar el nacimiento de un hijo no deseado.
Existen diversos métodos para realizar el aborto inducido. Los más empleados son la aspiración del contenido del útero mediante una cánula especial y el raspado quirúrgico, que se realiza con una cucharilla que se introduce en el interior de dicho órgano. Por otra parte, en algunos países se ha comercializado un fármaco, denominado RU-486, que se administra por vía oral e inhibe la acción de la progesterona, y que actúa frenando el embarazo y produciendo, a la vez, unas contracciones uterinas que ocasionan la expulsión del contenido de este órgano.
El aborto inducido, cuando se lleva a cabo de forma legal, en condiciones aceptables de higiene y por profesionales responsables, no suele dar lugar a complicaciones de importancia, aunque algunas mujeres experimentan una reacción depresiva que requiere una ayuda psicológica puntual. Sin embargo, cuando se realiza de forma clandestina e incontrolada, las complicaciones no son infrecuentes.
Esterilización
La esterilización es una técnica quirúrgica destinada a impedir la procreación, que puede practicarse en el hombre o en la mujer y que tiene efectos irreversibles.
La esterilización masculina, o vasectomía, es una intervención quirúrgica muy sencilla, que consiste en seccionar y ligar los conductos deferentes, que conducen los espermatozoides desde los testículos hasta la uretra. En el individuo vasectomizado se mantienen la libido, la erección, la eyaculación y el orgasmo; pero su semen no contiene espermatozoides, de manera que no es capaz de fecundar un óvulo.
La esterilización femenina, o ligadura de trompas, es la intervención quirúrgica equivalente a la vasectomía, pero realizada en la mujer: consiste en seccionar y ligar las trompas de Falopio, por las que los óvulos descienden desde los ovarios hacia el útero. Al estar estos conductos bloqueados, la mujer ya no puede procrear, pero sus ciclos sexuales, menstruaciones, libido y orgasmos no se alteran.
La esterilización es un método anticonceptivo irreversible, y por ello se indica en personas que no desean tener más hijos o en mujeres de más de 35 años de edad, momento a partir del cual resulta cada vez de más riesgo el embarazo. Por otra parte, es el método anticonceptivo más eficaz: su índice de fallos es casi inexistente.
Los métodos basados en la continencia periódica se basan en evitar el coito vaginal durante los días del ciclo menstrual en que se podría producir la fecundación. En cada ciclo menstrual existe un período fértil durante el cual, de realizarse un coito, podría producirse la fecundación, y un período no fértil, durante el cual la fecundación no es posible.
Los óvulos sólo se mantienen viables hasta 24 horas después de la ovulación, y los espermatozoides sólo pueden sobrevivir hasta un máximo de 72 horas dentro del aparato genital femenino. Así, el período fértil comprende desde tres días antes de la ovulación hasta un día después de ésta, y dura, en total, cuatro días. Por el contrario, el período no fértil se inicia un día después de la ovulación y se extiende hasta tres días antes de la siguiente ovulación, comprendiendo un total de 24 días.
Los ciclos menstruales no duran siempre 28 días, y la ovulación no se produce en todos los casos el día 14 de cada ciclo. Por ello, en la práctica, al emplear estos métodos, el período de continencia o abstención del coito vaginal debe extenderse a unos 6 o 7 días, para garantizar un margen mínimo de seguridad.
Existen diversos métodos para establecer el período de continencia. El más empleado es el método del calendario, o método de Ogino, mediante el cual se puede predecir la fecha de la ovulación teniendo en cuenta las fechas de ovulación de los ciclos precedentes. Este cálculo se realiza apuntando, durante doce meses seguidos, la fecha del primer día de cada regla, considerándolo como el primer día del ciclo menstrual. Para establecer las fechas en que se puede producir el período fértil se resta 18 al número de días que ha durado el ciclo más corto y 11 al número de días que ha durado el ciclo más largo. La primera de las cifras obtenidas es la fecha del ciclo menstrual en que debe comenzar la continencia, y la segunda, la fecha en que acaba el período de continencia.
Otro método para establecer el período de continencia es el registro de la temperatura basal, que consiste en registrar la temperatura del cuerpo diariamente, y se basa en el hecho de que, durante la ovulación y en los días posteriores, la temperatura corporal se incrementa unas décimas por encima de la normal. También existe el método de Billings, que consiste en observar las características del flujo vaginal a lo largo del ciclo menstrual, y se basa en que en el momento de la ovulación el flujo vaginal es más abundante y líquido que en el resto del ciclo.
Estos métodos poseen la ventaja de ser naturales y resultar económicos, pero requieren un largo período de preparación y entrenamiento y una gran dosis de disciplina. Además, la abstinencia de coito vaginal durante períodos repetidos a menudo comporta trastornos emocionales. Por todo ello, su índice de fracasos es bastante elevado.
La inmovilidad prolongada puede provocar un estancamiento de la sangre en las piernas e hinchazón, rigidez y molestias. En viajes que superen las 4 horas, esto puede llevar a la formación de un coágulo de sangre en una vena profunda, conocido como “trombosis venosa profunda” (TVP). La TVP es más frecuente en las personas mayores.
Deben consultar al médico con antelación antes de realizar un viaje las personas con uno o más de estos factores de riesgo:
TVP o embolismo pulmonar previos o en un familiar cercano
Uso de terapia de anticonceptivos orales o terapia hormonal sustitutiva (THS)
Embarazo
Cirugía o traumatismo reciente, especialmente del abdomen, región pélvica o piernas
Cáncer
Obesidad
Problemas de coagulación de la sangre
Problemas cardiovasculares
¿Cuáles son sus síntomas?
La mayoría de las veces, los coágulos o trombos son pequeños por lo que no provocan síntomas y el organismo es capaz de disolverlos. Si los trombos son más grandes, pueden ocasionar síntomas como hinchazón de piernas, sensibilidad en la zona, irritación y dolor. Sólo en algunos casos el coágulo puede llegar a los pulmones provocando dolor en el pecho, dificultad respiratoria y desencadenar en un embolismo pulmonar. Esto puede ocurrir muchas horas e incluso días después de la formación del trombo en la extremidad inferior.
Ante cualquiera de estos síntomas, es imprescindible consultar a un médico.
¿Cómo se previene?
Para prevenir la TVP durante un viaje se recomienda:
Usar ropa suelta y cómoda para viajar.
Colocar el equipaje de mano en un lugar que no obstaculice el movimiento de piernas y pies.
En viajes largos, realizar una caminata hasta el baño cada 1 a 2 horas.
Mientras se está sentado, ejercitar las piernas de la siguiente manera: subiendo y bajando los talones, subiendo y bajando las puntas de los pies, y contrayendo y relajando los músculos de las piernas.
Tratar de no cruzar las piernas.
Beber mucha agua y evitar las bebidas alcohólicas o con cafeína.
El tétanos es una infección grave causada por una toxina generada por la bacteria Clostridium tetani que está presente en el suelo. No es contagioso y no se transmite de persona a persona. Sin embargo, sí se puede contagiar por heridas, punciones sucias o quemaduras en cualquier persona no inmunizada.
Otra forma de tétano es el tétano neonatal, se da en bebés que nacen en lugares con falta de higiene o por contaminación del cordón umbilical cuando las madres no están inmunizadas.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas suelen desarrollarse de forma gradual en las primeras semanas. La persona afectada experimenta espasmos de los músculos de la mandíbula, dolor de cabeza e irritabilidad. A continuación, experimenta tensión muscular, dolor, espasmos que se diseminan a otras partes del cuerpo, incluyendo el cuello, los hombros y la espalda con creciente intensidad.
¿Cómo se previene?
El Calendario Nacional de Vacunación contempla la vacuna pentavalente a los 2-4-6 meses, la cuádruple a los 18 meses, la triple bacteriana celular al ingreso escolar, la triple bacteriana acelular a los 11 años y luego cada diez años la doble adultos. Durante el embarazo se debe completar esquemas si la madre no está correctamente inmunizada.
Es una enfermedad producida por un parásito que es eliminado en la materia fecal de los gatos.
¿Cómo se transmite?
La forma de transmisión al ser humano es por ingestión de carne contaminada y mal cocida, o por consumo de agua o verduras contaminadas con heces de gato y mal lavadas.
Asimismo, si una mujer la contrae durante el embarazo, también se la puede transmitir al feto.
Es importante aclarar que NO es transmitida por contacto directo con felinos.
¿Cuáles son sus síntomas?
En la mayoría de las personas, la infección es asintomática. La enfermedad puede afectar el cerebro, los pulmones, el corazón, los ojos o el hígado.
En el caso de las mujeres embarazadas es especialmente importante evitar la infección ya que puede causar enfermedad y secuelas graves en el feto, o incluso provocar un aborto, de acuerdo al momento de la gestación en que se produzca.
También es importante prevenirla en pacientes inmunocomprometidos, como personas trasplantadas o portadores de VIH.
¿Cómo se trata?
Si se detecta en mujeres embarazadas, es importante implementar el tratamiento médico lo antes posible a la madre, y posteriormente el tratamiento postnatal al recién nacido.
En el caso de las personas portadoras de VIH, se aconseja continuar dicho tratamiento en tanto el sistema inmunitario esté débil, con el fin de prevenir la reactivación de la enfermedad.
¿Cómo se puede prevenir?
Para evitar esta enfermedad se debe tener en cuenta:
Recolectar diariamente las heces de los gatos (que sólo pueden transmitir el parásito luego de las 48 o 72 hs. de la evacuación) y lavarse posteriormente muy bien las manos.
Limpiar diariamente la bandeja sanitaria de los gatos y lavarse bien las manos posteriormente.
Cocinar bien la carne y lavar bien las verduras antes de consumirlas.
Extremar estas medidas en los casos de mujeres embarazadas y en pacientes inmunocomprometidos.
Los desórdenes hipertensivos se encuentran entre las complicaciones médicas más comunes del embarazo, y ocurren en alrededor del 10% de éstos.
Cuando hablamos de “hipertensión en el embarazo” nos estamos refiriendo a un conjunto amplio de condiciones que se acompañan de elevaciones de la presión arterial durante el embarazo. Muchos casos adquieren formas leves pero otros pueden ser muy severos y llegar a tener un gran impacto en la salud de la embarazada y su bebé. Las manifestaciones en estas pacientes pueden ser clínicamente similares sin embargo, las causas pueden ser diferentes:
• Hipertensión inducida por el embarazo
• Preeclampsia.
• Hipertensión crónica
• Enfermedad renal
A veces la hipertensión durante el embarazo se asocia a un cuadro clínico llamado “preeclampsia”, que es una complicación del embarazo muy peligrosa, por lo que debe diagnosticarse y tratarse rápidamente, ya que en casos severos pone en peligro la vida del bebé y de la madre.
Dos tercios de los casos de preclampsia ocurren en embarazadas que, fuera de este desorden, no han tenido hijos, ni ninguna otra complicación.
¿Cuáles son los síntomas de la preeclampsia-eclampsia?
La preeclampsia–eclampsia puede manifestarse:
• Por un conjunto de síntomas y signos: síndrome materno (hipertensión y presencia de proteínas en la orina).
• Por un síndrome fetal (disminución del crecimiento intrauterino, reducción del líquido amniótico y falta de oxígeno fetal).
Aquellas madres con hipertensión tienen riesgo aumentado para desarrollar complicaciones potencialmente letales, tales como:
-desprendimiento de placenta,
-alteración de la coagulación de la sangre,
-hemorragia cerebral,
-daño en el hígado,
-insuficiencia renal aguda.
¿Cómo se trata?
El manejo obstétrico de la preeclampsia se basa fundamentalmente en el balance entre la salud feto-neonatal y la salud materna.
El mejor tratamiento para este trastorno es provocar el nacimiento (por inducción del parto o por cesárea). Muchas veces esto ocurre varias semanas antes de la fecha pro-bable de parto (nacimiento pre-término).
Hay que considerar el momento oportuno y el lugar adecuado para el nacimiento, especialmente en los nacimientos prematuros que deben ocurrir en maternidades con la complejidad suficiente para asistir a recién nacidos prematuros.
El objetivo del tratamiento es prevenir la eclampsia y las complicaciones severas, tal como la lesión cerebral y las alteraciones cardiovasculares.
Se recomienda la hospitalización en aquellas embarazadas que presenten preeclampsia, en cualquiera de sus formas, ya que es el inicio de una fase inestable en la que la salud del bebé y de la madre puede deteriorarse de forma impredecible.
¿En qué situaciones la embarazada debe consultar en forma urgente al médico?
-Presión arterial igual o mayor a 140/90 mm Hg.
-Visión borrosa o nublada, visión de puntos negros.
-Dolor de cabeza intenso.
-Náuseas y/o vómitos persistentes.
-Disminución o ausencia de los movimientos del bebé.
-Dolor en el abdomen superior derecho o en la boca del estómago.
-Fotofobia (intolerancia a la luz).
-Exagerada tendencia al sueño (somnolencia).
¿Puede prevenirse?
La aparición de este cuadro no puede prevenirse. No obstante, el control prenatal periódico y oportuno permite detectar la hipertensión en forma precoz y realizar tratamiento médico en los casos que lo requieran. De esta forma, las complicaciones severas muchas veces pueden ser anticipadas.
Es importante que los consejos acerca de la alimentación y los signos de alarma sean transmitidos a la embarazada.
Fuente: Ministerio de Salud – Presidencia de la Nación (Argentina)
La hepatitis C es una afección viral que se transmite de persona a persona a través de sangre contaminada.
¿Cómo se transmite?
El virus de la hepatitis C se transmite generalmente por exposición a sangre de una persona infectada. Esto puede suceder:
al recibir transfusiones de sangre, derivados sanguíneos u órganos contaminados;
por el uso de agujas, jeringas y otros procedimientos que perforan la piel;
de la mujer embarazada al hijo.
La hepatitis C se puede transmitir al tener relaciones sexuales con una persona infectada o compartir artículos contaminados, pero estos mecanismos son menos comunes.
La infección no se transmite por la leche materna, los alimentos ni el agua; tampoco por besos o el compartir alimentos o bebidas con una persona infectada.
¿Cuáles son sus síntomas?
Si bien generalmente la infección es asintomática, en algunos casos puede manifestarse falta de apetito, molestias abdominales, náuseas y vómitos, coloración amarillenta de la piel. La mayoría de las personas afectadas desarrollan una infección crónica de larga duración que puede conducir a cirrosis y/o cáncer hepático.
¿Cuál es el tratamiento?
La hepatitis C se puede curar y no siempre requiere tratamiento. Hay distintos tipos del virus y cada uno puede responder de manera distinta al tratamiento, por tal motivo, el profesional de la salud determinará el método más apropiado para cada paciente.
¿Cómo se previene?
No hay vacuna para prevenir la infección por el virus de la hepatitis C, por eso para prevenir la infección:
Utilizar agujas y jeringas descartables.
Realizarse tatuajes, piercing y acupuntura con materiales descartables.
Usar preservativo en todas las relaciones sexuales.
Fuente: Ministerio de Salud – Presidencia de la Nación (Argentina)