Tanto Grecia como Roma son países mediterráneos, lo suficientemente similares en latitud como para que ambos cultiven vino y aceitunas. Sin embargo, en el pasado, su organización social, su cultura, su política y su arte presentaban notables diferencias.
Diferencias entre GrECIA y Roma
Aparte de las diferencias en el idioma, Grecia y Roma presentaban diferencias culturales, en su forma de gobierno, en el arte y en la organización social. Por ejemplo, el arte de los romanos imitó en gran medida el de los griegos. Los romanos, sin embargo, desarrollaron un enfoque más naturalista.
Ambas culturas tenían economías agrícolas que se basaban en la exportación de trigo, aceite de oliva y vino, sin embargo, Atenas (Grecia) construyó su poder mediante el comercio marítimo, mientras que Roma crecía por conquista.
Los gobiernos griegos pasaron de ser liderados por reyes y oligarcas a adoptar la cultura totalitaria de Esparta y posteriormente la democracia directa de Atenas, mientras que los reyes romanos dieron paso a una república elegida y representativa, hasta que fue desplazada por el poder de los emperadores. Todos los ciudadanos atenienses podían votar, pero las mujeres no eran consideradas ciudadanas, mientras que en Roma sí lo eran.
Arte
El arte romano buscaba un estilo naturalista para producir así retratos realistas, a diferencia del griego, cuyos retratos generalmente tenían un estilo idealizado que buscaba imitar al de un dios.
Gran parte del arte griego adornaba objetos utilitarios, al igual que el arte romano adornaba los espacios de vida.
El arte griego se divide en cuatro períodos: micénico, geométrico, arcaico y helenístico; y la pintura romana se divide en cuatro estilos: de incrustaciones, arquitectónico, ornamental y del ilusionismo arquitectónico.
Economía
La economía de las culturas antiguas, incluidas Grecia y Roma, se basaba en la agricultura. En un principio, los griegos vivían en pequeñas granjas autosuficientes productoras de trigo, pero debido a las malas prácticas agrícolas muchos hogares eran incapaces de alimentarse, por lo que muchas haciendas pasaron a grandes propietarios, quienes comenzaron a producir vino y aceite de oliva. Estos productos también eran las principales exportaciones de los romanos, dicha similitud se debe a las condiciones geográficas compartidas y la popularidad de ambos productos.
Los romanos importaron su trigo, pero también cultivaban y se dedicaban al comercio.
Tanto Grecia como Roma trabajaban minas. Ambas naciones eran dueñas de esclavos, pero la economía de Roma dependía directamente de ellos, tanto así que hubo un período en que tuvo que rebajar su moneda.
Clases sociales
Las clases sociales de Grecia y Roma cambiaron con el tiempo, pero las divisiones básicas de ambas naciones generalmente consistían en hombres libres y liberados, esclavos, extranjeros y mujeres.
Roma
Los patricios: tenían todos los privilegios fiscales, judiciales, políticos y culturales. Eran considerados los hijos de los padres fundadores de Roma, por lo tanto eran ciudadanos en su pleno derecho.
Los plebeyos: todas aquellas personas que no eran ni patricios ni esclavos. En un principio carecían de derechos, pero con el paso del tiempo, algunos de ellos (los nobles) igualaron la fortuna de muchos patricios.
Los esclavos: no tenían ningún derecho, generalmente eran prisioneros de guerra y eran obligados a realizar todo tipo de trabajos.
Grecia
Ciudadanos: eran libres y poseían derechos políticos, es decir, podían votar, elegir cargos públicos y ser elegidos para dichos cargos. Los ciudadanos eran aquellos nacidos de padre y madre atenienses. Se estima que de los 400.000 habitantes que poseía Atenas, solo 40.000 eran ciudadanos.
No ciudadanos: también conocidos como metecos o periecos, eran emigrantes residentes, tanto mujeres como hombres, eran libres pero carecían de derechos políticos.
Esclavos: al igual que en Roma, carecían de derechos y eran propiedad de sus amos, sin embargo, el trato era menos cruel. No solamente realizaban trabajos forzados, también podían desempeñarse como arqueros, agricultores o incluso médicos.
Mujeres: eran libres pero carecían de derechos políticos, pertenecían a su esposo o a su padre. Sus actividades estaban muy restringidas.
Política y gobierno
En un principio, los reyes eran los gobernantes de Atenas; luego la oligarquía, y finalmente la democracia. Las ciudades-estado se unieron para formar ligas, sin embargo, sus continuos conflictos debilitaron Grecia y provocaron la conquista por los romanos.
En Roma también gobernaron originalmente los reyes, luego se estableció una forma de gobierno republicana mixta que combinó elementos de democracia, oligarquía y monarquía.
El siguiente cuadro resume las diferencias entre ambos imperios.
Roma
Grecia
Arte
– Es considerada una copia del arte griego, por lo que para algunos historiadores podría considerarse inferior.
– El objetivo de los artistas romanos era producir retratos realistas.
– Con respecto a la pintura, los romanos pasaron por cuatro estilos: de incrustaciones, arquitectónico, ornamental y del ilusionismo arquitectónico.
– El objetivo de los artistas griegos era producir una forma de arte “ideal”.
– El arte griego se divide en los períodos micénico, geométrico, arcaico y helenístico, además de su época en el período clásico.
Economía
– Economía basada en la agricultura, también se dedicaban al comercio.
– Sus productos principales eran el vino y el aceite de oliva.
– Su economía dependía sustancialmente del trabajo de los esclavos.
– Economía basada en la agricultura, no se dedicaban al comercio.
– Sus productos principales eran el vino y el aceite de oliva.
– A pesar de que existía la esclavitud, no todos los trabajadores eran esclavos.
Clases sociales
– Patricios, plebeyos y esclavos.
– Ciudadanos, no ciudadanos, esclavos y mujeres.
Formas de gobierno
– Reyes y gobierno republicano.
– Reyes, oligarquía y democracia.
¿Sabías qué...?
Debido a los sucesivos conflictos entre las ciudades-estado griegas, Roma invadió gran parte del territorio griego, hasta finalmente conquistarlo a finales del siglo II a. C.
Deportes griegos
La Antigua Grecia apoyaba enormemente el deporte y muchos de los practicados en aquel tiempo, son practicados en la actualidad, como por ejemplo, el lanzamiento de jabalina o de discos.
Surgida a partir de la fundación de la ciudad de roma en la península itálica, ocurrida hacia el siglo VIII a. C, la civilización romana se expandió territorialmente hasta abarcar desde gran bretaña al Desierto del Sahara y desde la península ibérica al Éufrates.
LAS ETAPAS
La civilización romana, perteneciente a la Edad Antigua, como la Antigua Grecia, el Antiguo Egipto y la Mesopotamia (civilizaciones que la antecedieron e influyeron en su cultura, sobre todo Grecia), mantuvo su vigencia durante doce siglos, iniciándose como una monarquía con influencia etrusca para luego pasar a ser una república latina y finalmente el gran Imperio Romano que dominó Europa Occidental y los alrededores del Mar Mediterráneo.
LA MONARQUÍA
La ciudad de Roma se fundó el 21 de abril del año 753 a. C. quedando instaurada a partir de entonces la monarquía. Este sistema perduró hasta el año 509 de la misma era, cuando Tarquino el Soberbio, el último rey, fue expulsado para dar paso así a la República Romana. Ver infografía, páginas 45 a 47.
De esa etapa es escasa la documentación con que se cuenta, de modo que es poco lo que se puede afirmar terminantemente. Lo escrito sobre este periodo de la historia data del tiempo de la República y el Imperio y está basado fundamentalmente en las leyendas de Virgilio (Eneida) y Tito Livio (Ab Urbe condita). Pero si bien los orígenes de la monarquía no son precisos, puede afirmarse según investigaciones arqueológicas y lingüísticas, que fue la primera forma de gobierno que adoptó la ciudad.
Según la cronología de Varrón, durante los 243 años que duró la monarquía, Roma fue gobernada por siete reyes, con un promedio de 35 años por cada reinado; sin embargo estas son cifras cuestionadas porque la expectativa de vida en aquel tiempo debió dificultar esta posibilidad. Lamentablemente la acción violenta de los galos que saquearon la ciudad después de la batalla de Alia, en el 309 a. C. destruyó todos sus registros históricos y con ellos el testimonio que echara luz sobre el tema. Por esta razón tampoco hay certeza acerca del momento en que la monarquía pasó a manos de los etruscos, e incluso hay estudiosos que niegan que esto haya sucedido, y sostienen en cambio que sólo se trataría de alguna familia de origen etrusco que habría accedido a la realeza sin que esto implicara un control de los etruscos sobre los latinos.
Los reyes
Las funciones del rey eran ejecutivas, judiciales y religiosas; también intervenía en cuestiones legislativas, pero de manera acotada porque de estas cuestiones se ocupaba el Consejo de Ancianos o Senado, con derecho a veto sobre las leyes propuestas por el rey. Las leyes debían además pasar por otra instancia que era la de la Asamblea o Curia, órgano integrado por todos los ciudadanos en edad militar.
Los reyes eran elegidos por el pueblo, con la sola excepción de Rómulo, que ejerció su reinado por el derecho que le daba haber sido el fundador de Roma. La elección hecha por el pueblo era de por vida, sin intromisión de fuerzas militares, lo que llevó a los historiadores antiguos a sostener que el rey se elegía por sus virtudes y no por su ascendencia. El alcance de su poder es difícil de discernir. Hay autores que creen que el poder supremo residía en el pueblo, en tanto el rey era sólo el jefe del ejecutivo; otros afirman que el poder soberano estaba en el rey y que al Senado y al pueblo sólo les quedaba el control sobre cuestiones menores.
Al fallecer el monarca y hasta la elección del siguiente se producía un interregno (interregnum) durante el que el Senado podía convocar y designar a un interrex para que ocupe el cargo durante un periodo corto, generalmente menos de un año, y mantener de esta manera los auspicios sagrados, en tanto el trono permanecía vacante.
El senado
Para balancear el poder del rey, los romanos crearon la institución del Consejo de Ancianos (Senado), conformado por miembros electos por cada gens1, con carácter vitalicio. El número de miembros era invariable, pues las sucesivas familias surgían de un tronco común, de manera que integraban alguna de las gens ya existentes, lo que hacía invariable el número de senadores.
Pero esta regla tenía una excepción que se daba ante la muerte de un senador. En ese caso el rey estaba facultado para nombrar un sustituto temporal hasta que la gens designara al nuevo miembro. Partiendo de esta norma excepcional terminaron concediendo al rey la elección de los senadores.
El senado actuaba como órgano consultivo y a pesar de que en principio era elegido por el pueblo, el rey lo convocaba a menudo para considerar sus propuestas. Las reuniones del órgano se realizaban en el foro, en la sala llamada bule. Allí decidían a quien correspondía la responsabilidad de manejar las entradas de dinero, y a quien la de enfrentar al rey.
1. Las gens habrían estado constituidas por varias familias procedentes de un antepasado común y regidas por un patergentis, constituyendo un eslabón intermedio entre la familia y las civitas.
LA REPÚBLICA ROMANA
La república se inició tras la caída de Tarquino el Soberbio en el año 509 a. C. y se mantuvo por más de 450 años, hasta que, los conflictos políticos desatados por el control del poder, llevaron a una serie de guerras civiles que desembocaron en la instauración de la forma de gobierno imperial.
El origen de la palabra “república” proviene de las voces latinas res: cosa; pública: pueblo. Es decir que desde la etimología de la palabra con que se nombraba al régimen instaurado, se anunciaban sus pilares, la representatividad y la participación política, desterrando así el poder absoluto de la etapa anterior. El afianzamiento de las nuevas instituciones de gobierno y justicia, llevan a una etapa de esplendor que permiten que Roma se expanda merced a su poderoso ejército. La nueva república impone su dominio en una extensa zona que incluye territorios en Europa meridional, Asia Menor y África septentrional. La característica de la conquista es la asimilación de la cultura de los pueblos conquistados, hecho que convierte a Roma en la depositaria de la cultura de la antigüedad. Pero la exclusión de la plebe en el reparto de poder trajo consigo un conflicto entre esta clase y los patricios, que se iría agravando con los años hasta culminar con el establecimiento del régimen imperial.
LAS INSTITUCIONES REPUBLICANAS
El cambio institucional no implicó la desaparición completa de las antiguas instituciones monárquicas, sino, en muchos casos, su adaptación a la nueva forma de gobierno. Los principales organismos de entonces fueron:
1. Los Cónsules: Eran elegidos anualmente en número de dos por la asamblea popular. Su poder se asemejaba al del rey durante la monarquía, a ellos correspondía la dirección suprema del Estado en tiempos de paz y de guerra, la consulta a los dioses, la convocatoria del Senado y de la Asamblea Popular, así como la administración de justicia. Al controlarse mutuamente, los cónsules evitaban la usurpación del poder por parte de uno de ellos. Cuando finalizaban su mandato debían rendir cuenta de sus actos de gobierno ante la Asamblea.
Las leyes contemplaban una situación excepcional: en caso de emergencia y peligro nacional debían nombrar un dictador con poderes absolutos que no podía durar en el cargo más de seis meses.
2. El Senado: Esta institución que venía del tiempo de la monarquía, durante la república mantuvo sus atribuciones y se afianzó como organismo consultivo. Se ocupaba de aconsejar a los cónsules, dirigir el ordenamiento interior y la política exterior.
3. Las Asambleas: Existían tres tipos de asambleas:
Asamblea Curial: Estaba conformada por patricios que comprendían 30 curias, en cada una de las cuales se votaba por cabeza para obtener así la opinión de la mayoría. Constituyó la asamblea más antigua.
Asamblea Centurial: La formaban los ciudadanos bajos sistema militar, agrupados de a cien con un voto por agrupación. Sus reuniones eran presididas por los cónsules, a quienes tenían la responsabilidad de elegir, además de dictar leyes.
Asamblea Tribal: En estas asambleas se reunía la plebe agrupada en tribus, de ahí que sus acuerdos (que tenían fuerza de ley) se llamaran plebiscitos. Correspondía a sus atribuciones la de nombrar a los Tribunos de la Plebe.
IMPERIO ROMANO
Esta etapa se inició en el año 29 a. C. con la llegada al gobierno de Augusto (Octavio), y se mantuvo vigente hasta el año 476 d. C., cuando se produjeron las invasiones bárbaras.
Los emperadores impusieron el absolutismo concentrando todos los poderes, político, militar, religioso y administrativo.
El Imperio abarcó territorios en tres continentes, sur y oeste de Europa, oeste de Asia y norte de África.
Los comienzos
Tras derrotar a Marco Antonio en Egipto poniendo fin a los enfrentamientos internos, Octavio pasó a ser el hombre fuerte del mundo romano. Así fue que hizo su entrada triunfal en Roma en agosto del año 29 a. C. iniciando un periodo de paz tras un siglo de conquistas y guerras civiles. Por este motivo el pueblo y el Senado le rindieron honores otorgándole los títulos de Imperator, Gran Pontífice, Príncipe del Senado, Augustus (persona sagrada) y César, que era el nombre de su padre adoptivo. De esta forma Octavio se convirtió en el primer emperador de Roma con el nombre de Augusto, por eso la historia recuerda esta etapa, la más brillante de las letras y el arte latino, como “El siglo de Augusto”.
¿Sabías qué...?
La mano de obra esclava potenció el desarrollo de la minería.
El gobierno de Augusto
Augusto se ocupó de reorganizar el gobierno introduciendo grandes reformas. Para avanzar en sus propósitos pasó la legalidad a un plano meramente formal, logrando mediante maniobras políticas el control sobre los funcionarios y las instituciones. Así fue que maniató al Senado, las Asambleas y las Prefecturas, logrando que actuaran según su conveniencia. A la nobleza le permitió conservar las riquezas en tanto en lo político fuera sumisa al emperador. La clase media desapareció y creció en número la plebe, con una gran mayoría de desocupados subsidiados por el Estado por medio de donaciones en dinero, cereales, agua y juegos y espectáculos públicos. Los influyentes obtuvieron cargos en el Senado, o en las finanzas, o como gobernadores de provincias menores y prefecturas. En tanto los esclavos, que habían aumentado considerablemente por las guerras de conquista, se ocupaban de las tareas domésticas, la agricultura, la minería y las construcciones.
Entre las actividades productivas la que se vio perjudicada fue la agricultura, ya que la concentración de grandes extensiones de tierra en pocas manos (latifundio) hizo que los campesinos que quedaron sin tierra migraran a la ciudad. En cambio creció la minería gracias a las provincias conquistadas y a la gran cantidad de mano de obra esclava, y se benefició el comercio con la creación del puerto de Ostia que facilitaba el tráfico entre Oriente y Occidente.
Los sucesores
Con Augusto se inauguró la dinastía Julio-Claudia, que representa el esplendor del Imperio Romano. Esta etapa termina en el año 68 con Nerón, continuando un periodo de inestabilidad que culmina con el año de los cuatro emperadores, del que emerge como vencedor Vespasiano, inaugurando la dinastía Flavia, de origen no patricio. Luego se suceden, entre los años 96 y 180 los llamados “cinco emperadores buenos”, Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio, en un tiempo llamado “edad de plata”.
Finalizada esta etapa asume Septimio Severo y con él comienza el periodo de la monarquía militar que culmina en la anarquía durante el siglo III, que se prolonga hasta la llegada de Dioclesiano, tras un largo periodo de luchas por el poder de los emperadores que eran nombrados por sus legiones sucediéndose ininterrumpidamente.
Caída del Imperio
A Dioclesiano, quien ostentó el poder entre el año 284 y el 305, le tocó la tarea de reorganizar el Imperio instituyendo la tetrarquía. Su sucesor, Constantino el Grande, quien institucionalizó el cristianismo como religión oficial, será el último emperador del imperio unificado, pues poco después Teodosio divide el imperio entre sus hijos, Arcadio y Honorio, estableciéndose el Imperio Romano de Oriente, con sede en Constantinopla, y el de Occidente, con su sede tradicional, Roma.
Razones de la caída
Los historiadores llevan siglos debatiendo acerca de las razones de la caída del Imperio Romano. Según la teoría tradicional, que es a la que adhiere la mayoría, los rasgos más importantes pueden resumirse en 7 puntos:
1. Ruina económica: depreciación monetaria, carestía y contracción de la actividad, en especial de la comercial, lo que conduce a la autarquía.
2. Guerras civiles e intensificación de las rapiñas de una soldadesca cada vez más barbarizada.
5. Abandono de tierras y expansión de la vinculación personal (colonato).
6. Luchas de poder entre el ejército bárbaro y los funcionarios civiles romanos por la dirección del Estado, con victoria de los militares: surgen diversos caudillajes.
7. Destrucción de las clases privilegiadas e imposición del dominio del campo sobre la ciudad.
CLASES SOCIALES
La organización social consagraba la desigualdad, lo que generó una tensión entre las clases que actuó como motor de su historia. Las clases que se distinguieron fueron cinco: patricios, plebeyos, esclavos, clientes y libertos. El núcleo de los conflictos estaba dado por la tensión entre patricios y plebeyos, y en menor medida por la rebelión de los esclavos.
Pero no fue una sociedad estática sino que durante el transcurso de su historia hubo cambios y evolución.
CULTURA
La cultura romana se forjó en el intercambio con civilizaciones diferentes y muy desarrolladas como la griega, la mesopotámica y la egipcia. Estas culturas contribuyeron a la formación de la cultura y arte de los romanos. Pero a su vez, la instauración del latín como lengua de todo el imperio, hizo que su cultura se expandiera detrás de sus conquistas, llegando hasta la más alejada de las provincias fronterizas.
Se destacaron en la tecnología, los edictos de los pretores, las disposiciones del senado, de la asamblea popular y de los emperadores y las opiniones de los jurisconsultos romanos. Los principios fundamentales se han incorporado a la legislación de todos los pueblos civilizados por Roma.
GUERRAS PÚNICAS
Tuvieron lugar entre los años 264 y 146 a. C. como resultado del enfrentamiento entre Roma y Cartago. El nombre de Púnica viene de latín y hace referencia los cartagineses, descendientes
de los fenicios.
El motivo de las guerras, tres en total, fue el interés de la República Romana por extender el control territorial sobre Sicilia, para entonces bajo dominio cartaginés. Cartago era una potencia naval que dominaba el Mediterráneo Occidental; Roma era una potencia en ascenso, pero sin poderío naval. El desarrollo de los enfrentamientos llevó más de cien años y cientos de miles de muertos de ambos bandos, al cabo de los cuales Roma conquistó Cartago, arrasó la ciudad capital y se erigió en el Estado más poderoso del Mediterráneo ya que, simultáneamente vencía en las Guerras de Macedonia y en la Guerra Romano-Siria.
El sistema feudal es la organización social, política y económica basada en los feudos que se extendió por Europa tras la caída del Imperio romano de occidente y que predominó en los siglos IX-XV.
En los primeros siglos de la Edad Media, Constantinopla era el centro de la economía mediterránea. En el siglo VIII, el núcleo del Mediterráneo oriental se trasladó a las ciudades musulmanas de Damasco, primero, y Bagdad, después, mientras que la economía occidental se orientaba hacia un reforzamiento de los contactos con los germanos del norte. Dado que escaseaba el dinero y la agricultura era pobre, la ganadería constituía la principal fuente de riqueza.
La base de la nueva estructura económica fue el latifundio, laico o eclesiástico. Los pequeños propietarios cedían sus tierras a cambio de protección, lo cual solía comportar la pérdida de su libertad. Así aparecieron los siervos, que constituían la gran masa de la población campesina y estaban sujetos a las cargas y las reglas que les imponía el señor. De éstas, las dos más características eran la capitación, impuesto personal, y el formariage, prohibición de contraer matrimonio sin el permiso señorial. Más tarde, se les consideró también adscritos al predio en que trabajaban. Esta categoría servil estaba compuesta por los pequeños propietarios libres, los antiguos colonos y los esclavos.
Los villanos pagaban al señor un censo o renta fija por la tierra que cultivaban bajo contrato. En teoría eran libres, aunque estaban sujetos a muchas de las prestaciones de trabajo, monetarias o en especie de los anteriores. La nobleza constituía la cima de la pirámide jerárquica de la sociedad. Por encima de ella sólo se hallaba, aunque a menudo sólo fuera nominalmente, el rey.
Evolución del feudalismo
A lo largo del siglo IX, el sistema de relaciones feudales empezó a evolucionar y a extenderse a todas las capas sociales. La debilidad progresiva del poder central facilitó la adquisición de prerrogativas por parte de los señores y vasallos y los beneficios tendieron a convertirse en bienes hereditarios. Los condes dividieron el honor o alodio, en tenencias, repartiéndolas entre sus vasallos. Y éstos, convertidos a su vez en señores, pudieron procurarse sus propios vasallos concediéndoles en feudo una parte de sus tenencias.
Señores y vasallos
Desde los tiempos merovingios, los pequeños propietarios (hombres libres) buscaron la protección de un señor feudal poderoso. De este modo, y gracias al juramento de fidelidad en el que le ofrecían sus servicios, se convertían en sus vasallos, a cambio de lo cual el señor los ponía bajo su protección y les otorgaba un feudo o beneficio (homenaje). Los vasallos reales, hombres libres, debían servir ante todo como caballeros en las huestes del señor, aunque además solían prestar servicios administrativos y judiciales. Era costumbre que algunos vasallos prestaran servicios domésticos y el incumplimiento de este uso podía acarrearles la reducción a la esclavitud. El señor quedaba obligado a proteger y mantener a sus vasallos, hacerles justicia y garantizar la integridad de los bienes que les cedía en feudo.
Hundimiento del sistema feudal
La multiplicación de relaciones entre señores feudales y vasallos modificó sus respectivas obligaciones y a la larga originó el hundimiento del sistema feudal. El deseo de poseer más beneficios llevó a algunos a hacerse vasallos de varios señores y a subinfeudar luego las tierras conseguidas. El establecimiento de vasallos en los lugares donde se requería mayor vigilancia fue una de las consecuencias más importantes del feudalismo, contribuyó a la expansión del sistema y significó la aparición de variantes o peculiaridades locales. A partir del siglo XI, el sistema feudal empezó a desintegrarse.
La monarquía española nació con la unión de los reinos de Castilla y Aragón, fruto del matrimonio de los Reyes Católicos y, salvo breves períodos de tiempo, ha logrado permanecer hasta nuestros días. Por eso se la considera el símbolo de la permanencia y continuidad del Estado. El restablecimiento de las instituciones democráticas en el año 1978 supuso la restauración de la monarquía después de la experiencia republicana (1931-1939) y de la dictadura franquista (1939-1975), durante la cual España se reconocía oficialmente como un reino aunque la jefatura del Estado la asumiera y ejerciera el general Franco, quien, incumpliendo la normas de sucesión dinástica, designó a Juan Carlos de Borbón como sucesor al trono.
Durante la elaboración de la Constitución de 1978 se plantearon dos cuestiones: resolver el problema de la legitimidad de un nombramiento realizado al margen de las normas de sucesión dinástica y adaptar la institución monárquica al sistema democrático.
Desde la promulgación de la Constitución, España se configura como una monarquía parlamentaria enlazando con la tradición española y, más concretamente, con la Constitución de 1876. El Rey, como personificación de la Corona, recibe sus atribuciones de la Constitución, pero se reconoció a Don Juan Carlos la legitimidad dinástica para ocupar el trono como consecuencia de la renuncia a los derechos sucesorios efectuada por su padre, Don Juan de Borbón, a quien, según las normas de sucesión dinástica, correspondía el trono.
La continuidad de la monarquía se asegura mediante la aplicación de las reglas clásicas sobre sucesión al trono del sistema castellano. En definitiva, la monarquía en España se asienta sobre una doble legitimación: por un lado, la legitimidad democrática que le otorga la Constitución y, por otro, la legitimidad histórica que le confiere el sistema de sucesión dinástica, tras la renuncia de Don Juan de Borbón.
El 2 de junio de 2014, el Rey Juan Carlos I anunció que abdicaba en favor de su único hijo varón, Don Felipe de Borbón, tal como está previsto por las disposiciones sucesorias de la Constitución. La ley orgánica de abdicación fue aprobada el día 11 del mismo mes en el Congreso de los Diputados, por 299 votos a favor, 13 en contra y 23 abstenciones. Tras la asunción del nuevo rey bajo el nombre de Felipe VI (19 de junio), se abrió una nueva etapa en el Reino de España, con la segunda generación de monarcas tras la recuperación de la democracia.
Funciones del Rey
La Constitución española señala que el Rey ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes. El artículo 56.1. de la Constitución de 1978 concibe la figura del Monarca en un triple sentido: como símbolo de la unidad y permanencia de España, como árbitro y moderador del funcionamiento regular de nuestras instituciones y como el más alto representante del Estado en las relaciones internacionales. Ahora bien, dichas funciones sólo podrán ser ejercidas mediante los mecanismos que la propia Constitución establece, y por tanto la actuación del Rey se debe ceñir a las atribuciones que la ley le otorga.
La mayor parte de las atribuciones del Rey son actos debidos, es decir, actos establecidos por la ley en los que el Monarca no expresa su voluntad. Así, el Rey debe sancionar las leyes aprobadas por las Cortes, convocar las Cortes al comienzo de cada legislatura, disolverlas y convocar elecciones a petición del Presidente del Gobierno, nombrar y separar a los ministros a propuesta de su presidente, expedir los decretos aprobados por el Consejo de Ministros, nombrar los altos cargos a propuesta del Gobierno o de las Cortes, declarar la guerra o la paz, previa autorización de las Cortes, o prestar consentimiento para la firma de tratados internacionales.
En todos estos casos, el Rey no actúa por iniciativa propia sino por mandato de la ley o por indicación de alguno de los poderes democráticamente elegidos, sean las Cortes o el Gobierno.
La función más importante atribuida al Rey es la de proponer a las Cortes un candidato a Presidente del Gobierno para su aprobación. Después de la celebración de elecciones generales, el Rey deberá recibir a los representantes de todos los grupos parlamentarios antes de proponer un candidato. La finalidad de este trámite es conocer qué candidato tendría mayores posibilidades de ser elegido en la votación de investidura del Congreso.
Si hay un partido con mayoría absoluta en el Congreso, la discrecionalidad del Rey queda anulada, ya que deberá proponer al líder de dicho partido. Si, en cambio, no hay ningún partido con mayoría absoluta, deberá proponer al candidato de la lista más votada, a no ser que de sus consultas dedujese que un candidato de otro partido pudiera aglutinar el resto de las fuerzas políticas representadas y ser elegido. En definitiva, el Rey deberá optar por la solución que, según su criterio, proporcione mayor estabilidad gubernamental. En la práctica, son los propios partidos los que proporcionan al Monarca la solución apropiada y no le corresponde a él promover acuerdos entre ellos.
Aunque el Rey goce de mayores atribuciones en la elección del candidato a Presidente del Gobierno, en última instancia serán los partidos políticos con representación parlamentaria los que tomen la decisión. No existe por tanto peligro alguno de que el Monarca asuma arbitrariamente un protagonismo que la Constitución no le otorga; más bien al contrario, su función va destinada a asegurar el normal funcionamiento de las instituciones y a procurar una mayoría parlamentaria que permita un gobierno estable.