Juan Mackenna y su rivalidad con los hermanos Carrera

Juan Mackenna O’Reilly fue un general del ejército chileno que tuvo una gran participación política y militar en la historia del país, antes y durante su proceso de independencia. Sin embargo, en este ambiente de autoridad política surgieron poderosos opositores, entre ellos se destaca la familia de próceres Carrera.

Enero de 1814

Juan Mackenna se definió como un incondicional aliado y la mano derecha de Bernardo O’Higgins, que recién ocupaba su nuevo puesto como general en jefe del Ejército y cuya rivalidad con los hermanos Carrera era ya conocida y compartida desde años anteriores. Durante este tiempo, Mackenna emitió un informe de unas 53 páginas dedicado únicamente a arremeter en contra de los hermanos Carrera.

¿Sabías qué?
En el informe emitido por Mackenna en enero de 1814 destacan históricamente las siguientes líneas: “Tres jóvenes sin los menores conocimientos militares, ni políticos, sin valor personal, y sin más cualidades de tiranos que la irreligión y la inmoralidad; se constituyen, mediante el abuso de cuánto hay de sagrado entre los hombres, árbitros de la suerte de un millón de almas”.

Julio de 1814

José Miguel Carrera tomó el poder tras un golpe de Estado, tras lo cual procedió inmediatamente a exiliar a Mackenna a la ciudad de Mendoza, en las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Octubre de 1814

La derrota de la batalla de Rancagua, donde José Miguel Carrera participó como uno de los líderes independentistas, forzó la huida de los supervivientes chilenos a territorio argentino en busca de refugio. Allí, Juan Mackenna y otros representantes del bando de O’Higgins se encargaron de desprestigiar a los hermanos Carrera y hacerlos responsables por la derrota ante José de San Martín, por lo que este los hizo apresar y trasladar a Buenos Aires.

Noviembre de 1814

Una vez en Buenos Aires, y resentido por todas las ofensas causadas hacia su familia, Luis Carrera exigió a Juan Mackenna una disculpa pública o de lo contrario deberían resolver sus diferencias en un duelo a muerte con pistolas, a lo que Mackenna eligió la segunda alternativa. Una vez en el lugar acordado inició el duelo, donde ambos salieron ilesos en la primera ronda; sin embargo, la segunda tuvo resultados fatales para Mackenna, quien falleció de un disparo en la garganta a manos de su adversario.

Retrato de Juan Mackenna.
Retrato de José Miguel Carrera.

El consejero José Gregorio Argomedo

José Gregorio Argomedo fue un abogado chileno que tuvo una gran participación política durante el período de las luchas por la independencia del país y varios años posteriores a esta. Entre sus contribuciones destaca su posición como consejero y asesor al servicio de las figuras de poder de la época.

José Gregorio Argomeda fue un abogado que debutó en el ámbito político al convertirse en miembro y secretario de la Primera Junta de Gobierno de Chile en 1810. Esto le permitió dar a conocer sus capacidades y su compromiso con la patria, lo que le ayudó a ocupar importantes cargos en los años posteriores.

Luego de la victoria contra los realistas en la batalla de Chacabuco en 1817, Bernardo O’Higgins tomó el puesto de director supremo en Chile y designó a José Gregorio Argomedo como asesor de su gobierno en el área de finanzas públicas, oficial de la Legión del Mérito y ministro de la Corte de Apelaciones. Bajo estos cargos se le asignó la tarea de estudiar la situación financiera para elaborar un plan de hacienda.

Años después, tras la renuncia de O’Higgins a su cargo, Ramón Freire lo sucedió como el nuevo director supremo de Chile en 1823, considerados enemigos políticos durante el gobierno del primero. Sin embargo, a pesar del fuerte vínculo que Argomedo había desarrollado con el antiguo director, Freire confió lo suficiente en su capacidad y su compromiso con la patria para asignarle el cargo de consejero de Estado y vicepresidente del Congreso ese mismo año.

Vivió sus últimos años en activo como presidente de la Corte Suprema, puesto que recuperó al demostrar su inocencia tras ser acusado falsamente de conspirar contra el gobierno, y diputado propietario por Colchagua hasta 1827. Falleció en Santiago el 5 de octubre de 1830.

¿Sabías qué?
Durante el tiempo en el que se desempeñó como asesor de Bernardo O’Higgins, este último quedó tan satisfecho con los servicios y la dedicación de Argomedo que le ofreció la propiedad de unas tierras en las afueras de la capital. Sin embargo, en una muestra de humildad y ética, Argomedo se negó a recibirlas bajo el argumento de que los servicios públicos no debían favorecer los intereses personales ni los negocios privados.
Retrato de José Gregorio Argomedo.

Los líderes de la guerra civil chilena de 1829

La guerra civil chilena de 1829, que se extendió hasta 1830, fue una serie de enfrentamientos militares y políticos ocurridos en el país entre liberales y conservadores, que finalizó con la victoria y la toma del poder de estos últimos. Durante el conflicto, dos líderes se destacaron entre todas las personas involucradas.

Luego de que Bernardo O’Higgins renunciara a su cargo de director supremo de Chile, surgió un ambiente de inestabilidad política en el país que ya existía durante la época de las guerras por la independencia, pero que se acrecentó debido a las nuevas circunstancias. Así, dos bandos bien diferenciados se manifestaron con el deseo de dirigir a la patria bajo su visión: los liberales y los conservadores, conocidos de forma despectiva entre sí como pipiolos y pelucones, respectivamente.

Las tensiones estallaron en 1829 con la victoria del liberal Francisco Antonio Pinto en las elecciones presidenciales del mismo año, ya que, a pesar de que dos representantes conservadores obtuvieron el segundo y tercer lugar en cantidad de votos, el Congreso designó a otro liberal, José Joaquín Vicuña, como vicepresidente. Así, estalló la sublevación de los conservadores y se inició la guerra civil.

José Joaquín Prieto

Representante de los conservadores que fue el candidato a presidente con la tercera mayor cantidad de votos, y quien organizó al ejército del sur del país después de la decisión del Congreso para dirigirlo hacia la capital y tomar por la fuerza el poder para su partido político. Luego de la victoria definitiva en la batalla de Lircay contra el ejército de Ramón Freire, puso fin a la guerra y se convirtió eventualmente en presidente de Chile en 1831.

Ramón Freire

Militar y político veterano que tomó el liderazgo del ejército liberal luego de que fracasaran sus negociaciones desde una posición neutral, y que los conservadores amotinados en la capital de Santiago, liderados por Diego Portales, intentaran someterlo a su causa. Sufrió una gran derrota a manos de José Joaquín Prieto en la batalla de Lircay, tras lo cual fue destituido y desterrado a Perú.

¿Sabías qué?
La victoria de José Joaquín Prieto dio origen a un periodo conocido como la República Conservadora o República Autoritaria, en donde los conservadores gobernaron Chile durante unos 30 años bajo las leyes que dictaban sus posturas políticas.
Retrato de José Joaquín Prieto.
Retrato de Ramón Freire.

Gaspar Marín y la Primera Junta de Gobierno de Chile

Gaspar Marín fue un abogado y político que tuvo importantes participaciones en la dinámica política de Chile. Entre sus más valiosos aportes se encuentran los que realizó como miembro de la primera organización gubernamental independiente del país, conocida como la Primera Junta.

La Primera Junta

Como consecuencia de la invasión de Napoleón Bonaparte a España, el encarcelamiento del rey Fernando VII y el descontento del pueblo chileno con su gobernador Francisco Antonio García Carrasco, un gran sector de los habitantes consideró que esta región geográfica y política debía formar una junta de gobierno que se administrara a sí misma en ausencia del monarca.

Así, luego de la destitución de García Carrasco para que tomara su lugar el español Mateo de Toro Zambrano, el 18 de septiembre se autorizó la convocatoria a un cabildo abierto que designó a quienes serían los miembros de la Primera Junta de Gobierno, frente a unos 400 ciudadanos que sirvieron como testigos del acontecimiento.

Gaspar Marín

Gaspar Marín era un abogado de 38 años muy querido por el pueblo, que ya había iniciado una carrera política como asesor del consulado dos años atrás y demostraba un gran anhelo por la independencia. Fue uno de los elegidos para integrar la Junta bajo el juramento de que todas sus acciones como figura de autoridad obrarían a favor del apresado monarca, el reino y sus habitantes.

Se le asignó el cargo de secretario a cargo de los departamentos de Justicia, Guerra y Negocios Extranjeros. Como miembro, tenía plenos derechos con voz y voto sobre las decisiones de la Junta, con aportes que buscaban mantener la unidad de los integrantes de la institución y de las mismas provincias de la región. Además, debido a la avanzada de edad de Mateo de Toro Zambrano, presidente de la Junta, en varias ocasiones las funciones y deberes de este recaían en Marín, su secretario, para poder llevarse a cabo de la manera más práctica.

Luego de la disolución de la Junta a favor de instaurar el primer Congreso Nacional que dirigiera el país, Gaspar Marín fue elegido para formar parte del mismo como diputado suplente por la comuna de Los Ángeles.

¿Sabías qué?
Además de ejercer como secretario de la Junta, también ocupó los cargos de senador propietario de 1812 a 1814, ministro de la Corte Suprema en 1823, diputado por Colchagua en 1825, diputado propietario por Illapel y Combarbalá en 1828, senador por las mismas comunas en 1828 y 1829, senador por Coquimbo en 1829 y diputado por Vallenar desde 1831 hasta 1834; todos cargos políticos y ninguno militar.
Retrato de la Primera Junta de Gobierno de Chile en 1810.

Juan Egaña Risco y la Constitución de 1823

Juan Egaña Risco fue un jurista, político y escritor criollo que contribuyó al proceso de independencia chileno a través de cargos políticos y las ideas sobre la soberanía y conducta del pueblo que plasmó en sus obras escritas. Entre estas redacciones se encuentra el documento que pretendió ser la carta fundamental de la joven patria: la Constitución de 1823.

Tras la renuncia de Bernardo O’Higgins como director supremo de Chile, lo que puso fin al periodo histórico conocido como Patria Nueva, Juan Egaña Risco se dispuso a redactar la constitución, el documento que contendría las leyes y la organización política bajo las cuales se regiría el país. El 27 de diciembre de 1823, Egaña Risco presentó su constitución ante el Congreso Constituyente que él mismo presidió, la cual fue promulgada dos días después.

El documento constaba de 277 artículos y era conocido como “constitución moralista”, ya que su contenido hacía un énfasis especial en establecer un estricto y detallado código de conducta que señalara la manera en la que debían comportarse tanto civiles como funcionarios en cada etapa de sus vidas y en cada aspecto de la sociedad, donde el Estado se encargaría de fomentar este estilo de comportamiento para convertirlo en un hábito. Además, el Senado cumpliría la función de verificar dicho código de conducta en los ciudadanos y actuar en consecuencia al otorgar beneficios a aquellos que destacaran en sus acciones bajo este sistema.

La Constitución de 1823 nunca fue aprobada oficialmente, por lo que nunca entró en vigencia para convertirse en el pilar de la nación. Las razones que se le atribuyeron a esta decisión fueron su naturaleza autoritaria y la aparente complejidad de sus propuestas, tan difíciles de entender como de llevar a la práctica.

¿Sabías qué?
Entre las obras escritas por Egaña Risco figura la primera obra de ficción literaria chilena en forma de cuento, titulada Cartas Pehuenches. Constaba de varios artículos que buscaban educar al pueblo y establecer en él un código de conducta moral característico.
Portada de la Constitución de 1823.

El intendente Benjamín Vicuña Mackenna

Benjamín Vicuña Mackenna fue un abogado e historiador chileno que brindó un gran aporte a la política del país, y por ello se considera uno de sus personajes más representativos. Entre sus contribuciones figuran sus acciones como intendente, época en la que la capital experimentó uno de los mayores avances urbanos de su historia.

Vicuña Mackenna se convirtió en intendente de la ciudad de Santiago de Chile en 1872, bajo el mandato del presidente Federico Errázuriz Zañartu. Una vez en el cargo, se dispuso a transformar y modernizar por completo la capital, inspirado en el progreso urbano que había observado durante sus viajes por Europa, especialmente en Francia.

Durante su administración figuran alrededor de 20 reformas significativas a la ciudad, entre las que figuran la optimización y mejoramiento de los servicios públicos, como los de transporte, seguridad, y la extensión de los sistemas de agua potable e iluminación de calles y avenidas. Además hizo construir edificaciones y estructuras de gran importancia que actualmente forman parte de la identidad de la ciudad, como el parque urbano del cerro Santa Lucía, el sistema de carreteras conocido como Camino de Cintura que marcaría los límites del centro de la ciudad, y la canalización de parte del río Mapocho para su aprovechamiento. Entre estas construcciones nuevas se encuentran además un gran número de mercados, escuelas, plazas y zonas verdes.

En 1876 abandonó el puesto como intendente para postularse por el puesto de presidente de la República en representación del Partido Liberal Democrático, aunque se retiró antes de los comicios al ser opacado por sus contendientes, en especial Errázuriz Zañartu. Desde entonces se mantuvo en el cargo de senador por Santiago y Coquimbo hasta poco antes de su muerte en 1886.

¿Sabías qué?
Los aportes de Vicuña Mackenna al pueblo chileno no se limitaban a la política, pues tenía participaciones activas en otros ámbitos. Ejerció como voluntario de la 3ª Compañía del Cuerpo de Bomberos de Santiago, de la cual fue su director, y escribió decenas de decenas de textos, principalmente de contenido histórico.
Monumento a Benjamín Vicuña Mackenna, en las inmediaciones del cerro Santa Lucía.

Camilo Henríquez y la Aurora de Chile

Camilo Henríquez fue un sacerdote, escritor y político chileno que, a diferencia de la mayoría de personajes independentistas, los cuales ejercían acciones militares, contribuyó a la causa a través de las letras y las palabras. Para ello utilizó, entre otras de sus obras, el primer periódico del país: la Aurora de Chile.

La imprenta aterrizó en Chile en 1811. Como un hombre versado en letras y una gran motivación por difundir su ideología política centrada en defender las iniciativas independentistas que ya se habían puesto en marcha con la Primera Junta Nacional de Gobierno en 1810, Henríquez fundó en 1812 el primer periódico de Chile, al cual bautizó como la Aurora de Chile. El gobierno de José Miguel Carrera lo nombró entonces primer redactor y editor del periódico, gracias a lo cual se estrenó su primer artículo el 13 de febrero del mismo año. Este recibió el nombre de Prospecto, y en él se especificaba la intención del periódico de sembrar una identidad y unos valores propios al país con sus publicaciones, independientes del mando y la influencia españoles.

Así, durante poco más de un año, la Aurora de Chile publicó 58 números en donde hablaba abiertamente sobre los principios de la soberanía, ideas filosóficas propias y de otros autores, y otros temas de interés para la nación como la industria, el comercio, el derecho constitucional y la instrucción pública, lo que demostraba la gran cultura de Henríquez y su deseo por brindar información al pueblo en todos los ámbitos.

El último número se publicó el 1° de abril de 1813, debido a que el mismo gobierno se dedicó a censurar su contenido en más de una ocasión. Por ello, cinco días después, Henríquez publicó un nuevo periódico, El Monitor Araucano, de objetivos muy similares al anterior.

¿Sabías qué?
Junto a José Miguel Infante, Manuel de Salas y Manuel José Gandarillas, el rostro de Camilo Henríquez figura en el Monumento a los Escritores de la Independencia, ubicado en el Parque Forestal de Santiago de Chile, un obelisco de mármol que rinde homenaje a aquellos personajes que lucharon por la independencia del país con la pluma y no con la espada.
Monumento a los Escritores de la Independencia, con la imagen del fray Camilo Henríquez.

La muerte de Manuel Rodríguez Erdoíza

Manuel Rodríguez Erdoíza fue uno de los más fervientes defensores de la patria durante el período de las guerras de independencia de Chile, por lo que combatió y lideró junto a figuras como José de San Martín y Bernardo O’Higgins. Sin embargo, a pesar de su contribución a la causa, sus diferencias con este último lo condujeron a un funesto destino.

Tras la batalla de Maipú el 5 de abril de 1818, Bernardo O’Higgins retomó el poder de Chile bajo el cargo de director supremo. Rodríguez, cuya enemistad con O’Higgins databa de años atrás, no estuvo de acuerdo con su gobierno y se encargó de manifestarlo con osadía, por lo que, como respuesta a este importuno, el director supremo ordenó su encarcelamiento en la fortaleza de Quillota. Hacia la fortaleza, y en custodia de Rodríguez como prisionero, partió un grupo del batallón Cazadores de los Andes.

La versión más popular declara que el 26 de mayo de 1818, durante el camino a la fortaleza, cerca del pueblo de Tiltil, el teniente del cuerpo militar que lo escoltaba, Antonio Navarro, le disparó a Rodríguez por la espalda con una pistola y luego ordenó a sus hombres que terminaran el trabajo con sus sables y bayonetas, por lo que murió a la corta edad de 33 años; cabe destacar que otras versiones acusan al coronel Rudecindo Alvarado, líder principal de la compañía, de la autoría de los hechos.

El cuerpo fue abandonado en una trinchera, pero un grupo de campesinos que presenciaron el asesinato desde sus escondites lo recuperaron y sepultaron en secreto en una capilla del pueblo.

Más tarde el asesino declaró que había recibido órdenes de sus superiores para realizar este acto de manera extraoficial. Si bien no acusó directamente a O’Higgins de ello, su pasividad ante lo ocurrido y su conocida rivalidad con Rodríguez hicieron sospechar al pueblo. Este descontento, sumado a otros que derivaron de decisiones políticas controversiales, forzó la renuncia de  O’Higgins de su cargo en 1823 y, con ello, marcó el fin del periodo histórico chileno conocido como Patria Nueva.

¿Sabías qué?
El carácter apasionado, sociable, astuto y propenso a la iniciativa de Rodríguez lo hicieron un personaje querido y popular entre el pueblo, un sentimiento que ha perdurado hasta nuestros días para convertirse en la inspiración de múltiples artistas que han sabido reflejarlo en canciones, poemas y películas.
Manuel Rodríguez Erdoíza en el billete de 2.000 pesos chilenos.

Pedro Antonio Olañeta y la batalla de Tumusla

Pedro Antonio Olañeta fue un destacado militar español reconocido por defender de manera abierta y absoluta el sistema realista, por lo que se convirtió en un obstáculo constante para la causa patriota durante la guerra de la independencia latinoamericana. Esta resistencia terminó cuando Olañeta murió en la última de las batallas del Alto Perú: la de Tumusla.

Antecedentes

Pedro Antonio Olañeta nació en 1770 en el antiguo territorio español de Vizcaya, bajo el seno de una familia de comerciantes que se mudó a Suramérica y que logró instalarse cómodamente en diferentes regiones del Alto Perú y el Virreinato del Río de la Plata, una profesión que Olañeta no tardó en adoptar y que le aportó grandes riquezas y propiedades. Al mismo tiempo, se unió a la milicia de Potosí en su juventud, donde pronto consiguió escalar posiciones.

El gran cambio en su vida inició con la Revolución de Mayo en 1810, con una nueva y poderosa dirección en Buenos Aires dispuesta a liberar del yugo de la Corona española al continente y que forzaría a las regiones a elegir bandos; Olañeda, luego de reflexionarlo, se decantó por apoyar a los realistas, pues un cambio en este sistema podría perjudicar su acomodada situación. Desde entonces se desempeñó como un líder militar realista en diversas batallas contra los independentistas, especialmente aquellas destinadas a detener los avances que estos realizaban para tomar el control de las tierras del Alto Perú.

La batalla de Tumusla

La batalla de Ayacucho determinó la derrota de las principales fuerzas realistas y dio pie a la independencia de Perú. Sin embargo, un sector de los españoles no aceptó estos resultados, incluido Olañeta. Él mismo se dirigió con sus tropas al Alto Perú para ofrecer una última resistencia desesperada contra los patriotas. Sin embargo, el coronel Carlos Medinaceli, uno de los hasta entonces subordinados de Olañeta situado en estas tierras, se reveló a favor de los patriotas. Al enterarse, Olañeta salió de inmediato a enfrentarlo, mientras su ahora enemigo reforzaba su ejército en Cotagaita con otros simpatizantes de la causa.

Los dos ejércitos se encontraron a orillas del río Tumusla el 1° de abril de 1825. Los hombres de Olañeta eran más numerosos y estaban mejor armados, pero la estrategia de Medinaceli fue superior, pues logró abatir al líder realista y con ello debilitar y desmoralizar sus tropas, hasta finalizar el combate a las 7 de la tarde con la victoria patriota. Gravemente herido, Olañeda aceptó la derrota y falleció al día siguiente.

¿Sabías qué?
El rey Fernando VII de España nombró a Olañeta como virrey del Río de la Plata en 1825. Sin embargo, esto ocurrió tres meses después de su fallecimiento y sin el conocimiento del rey sobre este suceso, por lo que su investidura nunca pudo efectuarse.
Retrato de Pedro Antonio Olañeta.

Letra del himno de José Ignacio de Sanjinés

José Ignacio de Sanjinés fue un poeta, educador, abogado y político boliviano reconocido por ser el autor de la letra del Himno nacional de Bolivia. De Sanjinés plasmó su fervor patriótico en la letra de su composición, mismo que, tras muy ligeras modificaciones, reproduce actualmente el país y lo representa.

José Ignacio de Sanjinés

José Ignacio de Sanjinés nació 1786 en Potosí, en el Virreinato del Río de la Plata. Se instaló en Sucre desde su juventud, donde se graduó como abogado en 1812. Luego se convirtió en representante nacional de Potosí en las Asambleas Deliberante y Constituyente de 1825 y 1826 para la recién formada patria independiente de Bolivia.

Fue el autor de la letra del himno nacional del país, mientras que Leopoldo Benedetto Vincenti compuso la melodía. El himno se estrenó por primera vez al público el 18 de noviembre de 1845 en la ciudad de La Paz, frente al Palacio de Gobierno, y en 1851 el presidente Manuel Isidoro Belzú decretó esta composición como el himno oficial del país.

LETRA DEL Himno

Coro:

De la Patria, el alto nombre,

en glorioso esplendor conservemos,

y en sus aras, de nuevo juremos:

¡Morir antes que esclavos vivir!

I

¡Bolivianos!: el hado propicio,

coronó nuestros votos y anhelo;

es ya libre, ya libre este suelo,

¡ya cesó su servil condición!

Al estruendo marcial que ayer fuera

al clamor de la guerra horroroso,

siguen hoy en contraste armonioso,

dulces himnos de paz y de unión.

II

Loor eterno a los bravos guerreros

cuyo heroico valor y firmeza,

conquistaron las glorias que empiezan

¡hoy Bolivia feliz a gozar!

Que sus nombres el mármol y el bronce

a remotas edades transmitan,

y en sonoros cantares repitan:

¡Libertad!, ¡libertad!, ¡libertad!

III

Aquí alzó la justicia su trono

que la vil opresión desconoce,

y en su timbre glorioso se goce

¡Libertad!, ¡libertad!, ¡libertad!

Esta tierra inocente y hermosa

que ha debido a Bolívar su nombre,

es la Patria feliz donde el hombre

¡goza el bien de la dicha y la paz!

IV

Si extranjero poder algún día

sojuzgar a Bolivia intentare,

al destino fatal se prepare

!como el injusto que en Ingavi sucumbió!

Que los hijos del grande Bolívar

han ya mil y mil veces jurado,

morir antes que ver humillado

¡de la Patria el augusto pendón!

¿Sabías qué?
El Himno nacional de Bolivia sufrió unas muy ligeras modificaciones en su composición en 1852, principalmente en el orden de las estrofas. Desde entonces continúa igual desde hace más de 150 años.
Sello postal de Bolivia en representación del himno, con José Ignacio de Sanjinés y Leopoldo Benedetto Vincenti.