La batalla de Aroma fue uno de los enfrentamientos armados ocurridos durante los primeros años del proceso de independencia de Bolivia. Además de significar una importante victoria para los patriotas, esta batalla también formalizó al escuadrón de soldados que, en el futuro, evolucionaría hasta convertirse oficialmente en el Ejército de Bolivia.
PRIMER EJÉRCITO DE BOLIVIA
La unidad de soldados formada por Esteban Arze y Francisco del Rivero tras la revolución de Cochabamba es considerada el primer ejército creado para defender los intereses independentistas de los territorios del Alto Perú y que combatió por primera vez contra las fuerzas españolas en la conocida batalla de Aroma en 1810, por lo que a su vez se considera el precursor del actual Ejército de Bolivia.
Sin embargo, el Alto Perú estaba formado por ciudades con cierto grado de autonomía bajo la jurisdicción de la entonces Real Audiencia de Charcas, a su vez sometida al dominio español. Esto cambió cuando dichas regiones del Alto Perú lograron su independencia y se unieron para formar una sola nación que bautizaron como República de Bolivia el 3 de octubre de 1826. Así, la fuerza militar formada durante los eventos de la batalla de Aroma se convirtió oficialmente en el Ejército del Estado.
PRINCIPALES ACCIONES
Tras su independencia, el Ejército de Bolivia se ha encargado de defender al país ante fuerzas externas e internas hostiles y entregarse al servicio de su constitución. Entre sus primeras acciones destacan el impedimento de una posible invasión del Imperio de Brasil en 1825 y su participación contra el Ejército peruano que intervino el país en 1828 y que resultó en la expulsión de Antonio José de Sucre del poder.
Actualmente existe poca información oficial sobre los detalles exactos de la institución, pero se estima que dispone de entre 26.000 a 60.000 unidades de infantería y decenas de unidades de artillería y transporte.
¿Sabías qué?
El Ejército de Bolivia corresponde a las fuerzas militares terrestres del país y fueron las primeras en ser formadas, ya que nacieron a partir de las tropas terrestres que combatieron en la batalla de Aroma. Junto a la Armada de Bolivia, formada por sus fuerzas navales, y la Fuerza Aérea de Bolivia, estas tres instituciones militares conforman en su totalidad las Fuerzas Armadas de Bolivia.
También conocida como la batalla de Yaguachi, fue un combate armado que se libró en la actual provincia ecuatoriana de Guayas, cerca de la zona de Yaguachi, entre las tropas de la División Protectora de Quito y las fuerzas realistas. Este conflicto resultó con la victoria patriota y la independencia definitiva de Guayaquil.
datos de interés
Fecha: 19 de agosto de 1821
Lugar: Yaguachi, provincia del Guayas, Ecuador
Resultado: victoria independentista
Cambios: se logró la independencia de Guayaquil
Beligerantes: Gran Colombia, Guayaquil y División Protectora de Quito contra el Imperio español y su Ejército realista
Comandantes: Antonio José de Sucre contra Francisco González
DESARROLLO
El presidente Aymerich diseñó un plan ofensivo con una tropa comandada por el coronel Francisco González, que había viajado desde Quito para terminar definitivamente con la revolución del 9 de octubre de 1820, fecha en la que Guayaquil proclamó su independencia. La idea consistía en enfrentar a ambos bandos el 20 de agosto de 1821.
Antonio José de Sucre lideraba las fuerzas independentistas y, al conocer las intenciones del ejército español, envió al general Mires a atacar de forma anticipada a los realista en Yaguachi, el 19 de agosto de 1821. La estrategia militar de Mires obligó al bando enemigo a replegarse, reorganizarse y a retroceder lentamente. La batalla terminó con la derrota de los realistas.
¿Sabías qué?
El coronel González se fugó del lugar del enfrentamiento con unos pocos hombres. En el campo de batalla las bajas realistas superaron por mucho a las patriotas, mientras que las fuerzas españolas perdieron cerca de 400 soldados, los independentistas tuvieron unas 20 víctimas.
El éxito patriota restauró el ánimo libertario, razón por la que se expidió el Decreto de Gratitud y Agradecimiento a la República de Colombia al general Sucre y sus oficiales.
Algunas de las más destacadas actuaciones durante esta contienda fueron llevadas a cabo por personajes como el coronel Cayetano Cestaris, el mayor Morán, Abdón Calderon, Baltazar García y de la Rocha y José Ariza, entre otros.
Manuela Espejo fue una de las quiteñas más representativas de su época. No solo fue gestora de los ideales independentista y la lucha por la libertad, sino también una precursora de la enfermería, el periodismo femenino y la defensa de las mujeres en el Ecuador. Esta ilustre revolucionaria marcó la historia de su país y su influencia en la sociedad de antaño se mantiene hasta la actualidad.
LA ENFERMERA
Aunque para el siglo XVIII las oportunidades de estudio para las mujeres eran escasas, Manuela obtuvo una muy buena educación en su hogar centrada en las ciencias naturales y la medicina. Desde muy joven participó en actividades humanitarias y asistió a los enfermos y desvalidos; inicialmente con su padre, el médico y cirujano Luis Espejo; luego acompañó a su hermano Eugenio, insigne doctor y personaje de renombre en Quito.
En 1785, cuando la fiebre amarilla azotó a la población quiteña, Manuela y su hermano tuvieron una notable labor, pues ofrecieron asistencia médica a todos lo que la necesitaran, especialmente a los más pobres. Además de su amplio conocimiento sobre el área, su entrega, pasión y bondad, le confirieron el título de pionera de la enfermería en el país.
LA PERIODISTA Y FEMINISTA
Manuela fue la primera mujer de su país que se aventuró a expresar sus ideas en la prensa. Escondió su identidad bajo el seudónimo Erophilia en el diario Primicias de la cultura de Quito.
Aprovechó ese espacio para plasmar su opinión sobre la discriminación de las mujeres, las limitaciones a las que estaban sometidas y exigir un trato igualitario; asimismo, en este medio defendió la postura política de sus hermanos, que eran perseguidos por el gobierno de la Real Audiencia. Manuela nunca se silenció y dio los primeros pasos de los movimientos feministas en el país.
LA INDEPENDENTISTA
Manuela contribuyó activamente al círculo independentista. Luchó con valentía, seguridad e inteligencia por estos ideales. Siempre respaldó a sus hermanos, quienes fueron perseguidos políticos y posteriormente encarcelados. Llegó a a acusar al presidente Luis Muñoz de Guzmán por provocar la muerte de su hermano y fue a juicio, pero no tuvo éxito.
Afortunadamente, logró ver el fruto de sus esfuerzos: a su país libre. Su trabajo por la causa patriota fue aclamado en toda la región y se convirtió en una figura de valor para la historia ecuatoriana.
¿Sabías qué?
En su honor, el municipio de Quito creó el premio Manuela Espejo, entregado a aquellas mujeres que hayan cumplido un trabajo destacado en el desarrollo local y nacional a través de actividades culturales, educativas y ambientales, entre otras.
Francisco Casimiro Marcó del Pont fue un militar y político español, reconocido por ser el último gobernador realista de Chile, antes de ser capturado por el Ejército patriota. A su forzosa dimisión le siguieron varios años de muy precarias circunstancias como prisionero.
La decisiva victoria patriota de la batalla de Chacabuco el 12 de febrero de 1817 marcó el fin de la gobernación de Marcó del Pont, por lo que este, al enterarse del resultado de la contienda y de que el Ejército vencedor iba en camino a Santiago a reclamar su trono, intentó huir a Valparaiso; sin embargo, fue interceptado y capturado en la localidad del Totoral por una avanzadilla patriota que había sido prevenida de la presencia del ahora exgobernador, ya que el apoyo a los independentistas crecía por todo Chile tan rápido como ahora descendía la fidelidad al gobierno español.
¿Sabías qué?
Tras la captura, Marcó del Pont y José de San Martín tuvieron una entrevista secreta, pues el primero solo aceptó entregar su espada y rendirse por completo ante un oficial de su categoría. Aunque no existe evidencia de ello, la tradición dicta que San Martín, como respuesta a ciertos comentarios discriminatorios que Marcó del Pont hizo en el pasado, se mofó de este durante dicho encuentro con las palabras: ¡Venga esa mano blanca, mi general!
Luego de dos meses bajo custodia patriota, Marcó del Pont fue enviado por San Martín como prisionero a Mendoza. Durante este tiempo, el español redactó una carta donde solicitaba al director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Juan Martín de Pueyrredón, que lo dejara en libertad a cambio de jurar por su honor que jamás volvería a levantar las armas en contra de la causa independentista; pese a ello, la carta nunca llegó a su destino, y Marcó del Pont fue trasladado desde Mendoza a San Luis junto a otros prisioneros españoles de la batalla de Chacabuco en mayo del mismo año.
En febrero de 1819 se levantó un motín de prisioneros españoles en San Luis en el cual Marcó del Pont, fiel a su palabra, nunca participó, por lo que fue absuelto de ser ejecutado. No obstante, esto no evitó que fuera trasladado nuevamente, esta vez a la hacienda de La Estanzuela, donde fue encarcelado y abandonado. Las precarias circunstancias físicas y emocionales que sufrió en el lugar afectaron gravemente su estado de salud, lo que causó su muerte en 1821.
La batalla de San Carlos fue una de las contiendas militares ocurridas en 1813 que formaron parte del proceso de la independencia de Chile, durante la etapa conocida como Patria Vieja. El resultado ambiguo de la batalla y la derrota que le siguió poco después tuvo importantes consecuencias para sus participantes y para la historia del país.
La batalla de San Carlos
Tras la batalla de Yerbas Buenas, el Ejército realista español ocupó la villa de San Carlos para reabastecerse y recuperar fuerzas, desde donde enviaron a una buena parte de sus hombres y artillería por adelantado hacia Chillán. El general José Miguel Carrera vio la oportunidad y decidió atacar a las debilitadas tropas realistas que permanecieron en San Carlos.
Carrera envió entonces a la división militar que comandaba su hermano Luis a impedir cualquier posible huida de los realistas desde San Carlos, mientras tanto, el resto de patriotas los atacaría. Sin embargo, el desempeño de estos fue deficiente, con una ejecución de órdenes confusa y desorganizada, gracias a lo cual el ejército realista pudo escapar a Chillán. Es por ello que, a pesar de que pudo haber sido una victoria decisiva para los patriotas por la ventajosa situación con la que contaban, la batalla tuvo un resultado ambiguo.
El sitio de Chillán
Una vez en Chillán, los realistas, comandados por el general Juan Francisco Sánchez, tuvieron la oportunidad de reagruparse, desde donde además solicitaron refuerzos aliados con la intención de fortalecerse. La Junta de Gobierno de Chile exigió a sus tropas, de nuevo al mando de José Miguel Carrera, que reclamaran la ciudad y derrotaran a los realistas antes de la llegada de estos refuerzos, por lo que los patriotas comenzaron a rodear y asediar la ciudad el 27 de julio.
No obstante, pese a la inferioridad numérica realista, la ciudad se encontraba en una colina que no era difícil de defender debido a su posición estratégica, a lo que se sumaba la dificultad que las condiciones invernales de ese momento causaban a los atacantes y sus suministros. La situación llevó a Carrera a ordenar desesperadamente dos ataques directos en agosto, los cuales, además de fracasar, tomaron la vida de cientos de civiles inocentes en el fuego cruzado.
Todos estos resultados desastrosos forzaron la retirada de los patriotas y marcaron la victoria realista en Chillán.
¿Sabías qué?
Los resultados de la batalla de San Carlos y el sitio de Chillán desprestigiaron a José Miguel Carrera ante la Junta de Gobierno de Chile, por lo que lo destituyeron de su cargo como general en jefe del Ejército y se lo otorgaron a Bernardo O’Higgins. Carrera recuperó brevemente este título tras el golpe de Estado que dio en 1814.
Pedro Antonio Olañeta fue un destacado militar español reconocido por defender de manera abierta y absoluta el sistema realista, por lo que se convirtió en un obstáculo constante para la causa patriota durante la guerra de la independencia latinoamericana. Esta resistencia terminó cuando Olañeta murió en la última de las batallas del Alto Perú: la de Tumusla.
Antecedentes
Pedro Antonio Olañeta nació en 1770 en el antiguo territorio español de Vizcaya, bajo el seno de una familia de comerciantes que se mudó a Suramérica y que logró instalarse cómodamente en diferentes regiones del Alto Perú y el Virreinato del Río de la Plata, una profesión que Olañeta no tardó en adoptar y que le aportó grandes riquezas y propiedades. Al mismo tiempo, se unió a la milicia de Potosí en su juventud, donde pronto consiguió escalar posiciones.
El gran cambio en su vida inició con la Revolución de Mayo en 1810, con una nueva y poderosa dirección en Buenos Aires dispuesta a liberar del yugo de la Corona española al continente y que forzaría a las regiones a elegir bandos; Olañeda, luego de reflexionarlo, se decantó por apoyar a los realistas, pues un cambio en este sistema podría perjudicar su acomodada situación. Desde entonces se desempeñó como un líder militar realista en diversas batallas contra los independentistas, especialmente aquellas destinadas a detener los avances que estos realizaban para tomar el control de las tierras del Alto Perú.
La batalla de Tumusla
La batalla de Ayacucho determinó la derrota de las principales fuerzas realistas y dio pie a la independencia de Perú. Sin embargo, un sector de los españoles no aceptó estos resultados, incluido Olañeta. Él mismo se dirigió con sus tropas al Alto Perú para ofrecer una última resistencia desesperada contra los patriotas. Sin embargo, el coronel Carlos Medinaceli, uno de los hasta entonces subordinados de Olañeta situado en estas tierras, se reveló a favor de los patriotas. Al enterarse, Olañeta salió de inmediato a enfrentarlo, mientras su ahora enemigo reforzaba su ejército en Cotagaita con otros simpatizantes de la causa.
Los dos ejércitos se encontraron a orillas del río Tumusla el 1° de abril de 1825. Los hombres de Olañeta eran más numerosos y estaban mejor armados, pero la estrategia de Medinaceli fue superior, pues logró abatir al líder realista y con ello debilitar y desmoralizar sus tropas, hasta finalizar el combate a las 7 de la tarde con la victoria patriota. Gravemente herido, Olañeda aceptó la derrota y falleció al día siguiente.
¿Sabías qué?
El rey Fernando VII de España nombró a Olañeta como virrey del Río de la Plata en 1825. Sin embargo, esto ocurrió tres meses después de su fallecimiento y sin el conocimiento del rey sobre este suceso, por lo que su investidura nunca pudo efectuarse.
Eduardo Abaroa Hidalgo fue un contador y empresario boliviano reconocido en el país por el patriotismo con el que participó durante la guerra del Pacífico luego de ofrecerse como voluntario para integrar la milicia de civiles. Este desempeño lo hizo merecedor de una gran cantidad de homenajes y reconocimientos póstumos.
Antecedentes
Al estallar la guerra del Pacífico en 1879, la cual enfrentó a los aliados de Bolivia y Perú contra Chile, las fuerzas bolivianas reclutaron un grupo de civiles para conformar una milicia que aumentara su poder ofensivo. Eduardo Abaroa Hidalgo fue de los primeros en ofrecerse voluntario, a pesar de no poseer experiencia militar previa. Allí, demostró un gran entusiasmo y tenacidad como la mano derecha del líder de las milicias Ladislao Cabrera durante la guerra.
El mismo año, durante el combate de Calama, se enfrentó solo a las tropas enemigas hasta su último aliento, pues la mayoría de combatientes bolivianos estaban heridos o se habían retirado al verse superados en número. El coronel chileno enemigo reconoció el valor y el patriotismo de Abaroa y pretendió perdonarlo, pero se vio forzado a terminar con su vida por la impasible amenaza que resultó ser el boliviano.
Homenajes
Luego de su muerte, el Ejército de Chile rescató su cuerpo y fue enterrado con honores militares en dicho país; en Bolivia fue condecorado con el grado póstumo de coronel en honor a sus hazañas, fue tratado como un héroe de guerra y, desde entonces, se utilizó su nombre para bautizar instalaciones y localidades del país. En el aniversario número 73 de su muerte, en 1952, el gobierno de Bolivia repatrió sus restos para regresarlos y enterrarlos nuevamente en su país natal.
Algunos de los lugares más destacados que llevan su nombre son la provincia de Eduardo Abaroa en el departamento boliviano de Oruro, la plaza Eduardo Abaroa, que está además adornada con una estatua de bronce con su imagen, y la Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Abaroa. Además, su rostro se encuentra impreso en sellos postales y en los billetes de 500 pesos bolivianos.
Asimismo, cada 23 de marzo se celebra en Bolivia el Día del Mar, donde se conmemora la pérdida de la porción de territorio sufrida tras la guerra del Pacífico y se rinde homenaje a Eduardo Abaroa con el aniversario de su fallecimiento.
¿Sabías qué?
Cada vez que se hace mención a Eduardo Abaroa, es casi obligatorio mencionar las legendarias palabras que pronunció en sus últimos instantes de vida y que lo hicieron pasar a la historia. Durante el combate de Calama, en la guerra del Pacífico, Abaroa fue herido de gravedad y acorralado por el enemigo, el cual le exigió rendirse. La respuesta de Abaroa ante tal demanda, y a la vez sus últimas palabras documentadas, fue la siguiente: “¡Que se rinda su abuela!”.
Eustaquio “Moto” Méndez fue un caudillo del entonces Corregimiento de Tarija reconocido por haber perdido su mano derecha, lo que no le impidió combatir por la independencia de los territorios de la actual Bolivia. Entre todas sus participaciones destaca su papel como caudillo en la más famosa reconquista patriota de Tarija, la batalla de La Tablada.
Antecedentes
Eustaquio Méndez formó parte del cuerpo militar de San Lorenzo desde 1812, en Tarija, al crear y liderar su propio ejército de guerrilla y al apoyar las maniobras del argentino Martín Miguel de Güemes como uno de sus caudillos, hasta alcanzar el grado de capitán comandante de la división de San Lorenzo en 1816. Desde entonces lideró tropas en decenas de batallas por la independencia, especialmente aquellas que consistían en proteger su natal Tarija.
La batalla de La Tablada
El 15 de abril de 1817 dio inicio la batalla de La Tablada, donde las tropas patriotas al mando de Gregorio Aráoz de Lamadrid, líder representante del Ejército del Norte, lucharon por expulsar a las fuerzas realistas apostadas en Tajira y comandadas por Mateo Ramírez. Méndez fue uno de los principales caudillos patriotas bajo las órdenes de Lamadrid durante la batalla y que a su vez comandaban grupos de guerrilleros tarijeños montoneros, expresión que refiere a los hombres a caballo.
Las tropas montoneras que dirigían Méndez y el resto de caudillos, de unos mil milicianos, rodeaban la ciudad para ejercer presión sobre el enemigo, cuyas fuerzas se concentraban en la plaza de Tarija. En ese momento, Lamadrid ejecutó un ataque frontal con una porción de su ejército argentino para que poco después Méndez ejerciera una feroz arremetida con sus hombres por el ala izquierda del lugar y determinar así la derrota de los realistas y la recuperación patriota de la ciudad.
En Tarija actualmente se considera a Méndez como el héroe y protagonista de esta batalla, por lo que el 15 de abril de cada año se celebra el aniversario del evento y se le rinde homenaje al caudillo.
¿Sabías qué?
Actualmente no existe una versión oficial que explique cómo Eustaquio Méndez perdió su mano. Entre las muchas que existen, se dice que tuvo que cortársela él mismo en su juventud ya que se le había enredado en las riendas de una mula que iba a gran velocidad; sin embargo, la versión más popular afirma que se la cortaron como castigo los hombres al mando del general en jefe español José de la Serna, luego de ser capturado en 1818.
Esteban Arze fue uno de los militares cochabambinos más reconocidos durante el proceso de independencia de las tierras de la actual Bolivia. Luego de la famosa toma de Cochabamba en 1810, lideró el ejército que triunfó en uno de los enfrentamientos militares más importantes y beneficiosos para los patriotas cochabambinos: la batalla de Aroma.
Contexto histórico
Esteban Arze fue uno de los principales líderes que dirigieron la Revolución de Cochabamba en 1810, donde el general Francisco del Rivero tomó el mando de la ciudad de Cochabamba y Arze fue designado como uno de sus principales dirigentes militares. A partir de entonces, se unió como un aliado militar a las tropas de la Junta de Buenos Aires, bajo el poder de los independentistas desde mayo del mismo año, que tenía como objetivo para entonces liberar las tierras del Perú y el Alto Perú de la administración española.
Antecedentes
El 6 de octubre de 1810, como eco de la insurrección del 14 de septiembre, la ciudad de Oruro se levantó igualmente en armas para reclamar su independencia. Sin embargo, los realistas enviaron un ejército para reprimir esta insurrección, por lo que la ciudad pidió apoyo a Cochabamba, que respondió mediante el envío de un ejército de unos 2.000 soldados liderados por Esteban Arze.
Batalla de Aroma
Luego de reforzar su ejército en la ciudad, Arze salió el 14 de noviembre al encuentro del ejército realista enviado a controlar Oruro, comandado por el español Fermín Piérola y que constaba de unos 800 hombres. La batalla entre ambas fuerzas se llevó a cabo en las llanuras de Aroma, o Aru uma en aimara, a orillas del río del mismo nombre. La estrategia de Arze y la superioridad numérica de su ejército le otorgó la victoria, lo que obligó a lo que quedaba del ejército realista a retirarse y huir hacia La Paz y con ello asegurar el control patriota en Oruro.
¿Sabías qué?
A pesar de ser uno de los independentistas más reconocidos en representación de Bolivia, su destino fue aciago, pues ciertos desacuerdos y conflictos internos provocaron que fuese exiliado de su propia tierra. Sin embargo, la historia nacional ha sabido reconocer sus méritos, con homenajes de todo tipo que se reflejan incluso en el nombre de una actual entidad territorial, la provincia de Esteban Arze.
Con este nombre se bautizó el movimiento liderado por el general José de San Martín, quien llevó a cabo el proceso de independencia de Argentina, Chile y Perú. Las campañas militares que dirigió San Martín entre 1814 y 1817 dieron más fuerza a las facciones que apoyaban los movimientos independentistas.
El llamado ejército del Norte de Argentina, bajo el mando del General Manuel Belgrano, había luchado contra las fuerzas realistas del Alto Perú. En octubre de 1813, Belgrano fue derrotado en la batalla de Ayahuma y San Martín fue enviado para relevarlo.
¿Sabías qué...?
En enero de 1813, San Martín derrotó a una pequeña fuerza española que había perseguido asentamientos en el río Paraná. Esta victoria es una de las primeras para los argentinos contra los españoles.
Tomó el mando en enero de 1814 y decidió que sería una tontería atacar cuesta arriba en el Alto Perú fortalecido. Consideraba que un plan de ataque mucho mejor sería cruzar los Andes en el sur, liberar a Chile y atacar al Perú por mar desde el sur.
Invasión desde Chile
San Martín aceptó la gobernación de la Provincia de Cuyo en 1814 y se instaló en la ciudad de Mendoza, que en ese momento recibía a numerosos patriotas chilenos que iban al exilio después de la aplastante derrota en la Batalla de Rancagua. Los chilenos se dividieron entre sí, y San Martín tomó la decisión de apoyar a Bernardo O’Higgins.
Mientras tanto, en el norte de Argentina, el ejército del norte había sido derrotado por los españoles, lo que demostraba claramente que la ruta al Perú a través del Alto Perú sería demasiado dificultosa.
El Ejército de los Andes
San Martín comenzó inmediatamente a reclutar, equipar y perforar el Ejército de los Andes. A finales de 1816 tenía un ejército de unos 5.000 hombres, que incluía una mezcla de infantería, caballería, artillería y fuerzas de apoyo. Él reclutó oficiales y aceptó gauchos resistentes en su ejército, generalmente como jinetes. Los exiliados chilenos eran bienvenidos y nombró a O’Higgins como su subordinado inmediato. Había incluso un regimiento de soldados británicos que lucharían valientemente en Chile.
Logia Lautaro
San Martín fue uno de los líderes de la Logia Lautaro, un grupo secreto, masónico, dedicado a la libertad completa para toda América Latina. Se sabe muy poco acerca de sus rituales o incluso de su membresía, pero formaron el corazón de la Sociedad Patriótica, una institución que aplicó presión política para una mayor libertad e independencia.
Cruce de los Andes
En enero de 1817, el ejército partió y las fuerzas españolas en Chile lo esperaban. La travesía era ardua, ya que los soldados de la planicie y los gauchos luchaban contra el frío y las altas altitudes, pero la planificación meticulosa de San Martín dio sus frutos y perdió relativamente pocos hombres y animales.
Batalla de Chacabuco
Ocurrió el 12 de febrero de 1817 y fue una victoria ganada por patriotas sudamericanos sobre los realistas españoles al norte de Santiago, Chile.
El Gobernador, Casimiro Marcó del Pont, envió todas las fuerzas disponibles bajo el mando del General Rafael Maroto para mantener al ejército de los Andes fuera de Santiago; sin embargo, el resultado fue una enorme victoria patriótica, Maroto fue derrotado completamente y perdió la mitad de su fuerza, mientras que las pérdidas de los patriotas eran insignificantes. Los españoles huyeron de Santiago y San Martín cabalgó triunfalmente en la ciudad a la cabeza de su ejército.
Batalla de Maipú
San Martín todavía creía que para que Argentina y Chile fueran verdaderamente libres, los españoles debían ser removidos de su bastión en Perú. Cubierto de gloria desde su triunfo en Chacabuco, volvió a Buenos Aires para conseguir fondos y refuerzos.
Las fuerzas realistas y españolas en el sur de Chile se habían unido con refuerzos y amenazaban a Santiago. San Martín se hizo cargo de las fuerzas patriotas una vez más y se encontró con los españoles en la Batalla de Maipú el 5 de abril de 1818. Los Patriotas aplastaron al ejército español, donde mataron a unos 2.000, capturaron alrededor de 2.200 y tomaron toda la artillería española.
Hacia Perú…
Con Chile por fin seguro, San Martín podría fijar su mirada en Perú. Comenzó a construir una marina para Chile, lo que resultó una tarea difícil, ya que los gobiernos de Santiago y Buenos Aires estaban prácticamente en bancarrota. Era difícil hacer que los chilenos y los argentinos vieran los beneficios de liberar al Perú, pero San Martín tenía un gran prestigio para ese entonces y fue capaz de convencerlos.
En agosto de 1820, partió de Valparaíso con un moderado ejército de unos 4.700 soldados y 25 cañones, bien provisto de caballos, armas y alimentos.
Liberación de Perú
San Martín había liberado Chile y Argentina al sur, y Simón Bolívar y Antonio José de Sucre lo habían liberado Ecuador, Colombia y Venezuela, por lo que sólo quedaba Perú y la actual Bolivia bajo el dominio español.
Mediante el uso de la imprenta, San Martín comenzó a bombardear a ciudadanos del Perú con propagandas pro-independencia. Mientras esto ocurría, su ejército se acercaba a Lima.
Capturó a Pisco el 7 de septiembre y a Huacho el 12 de noviembre. El pueblo de Lima, que temía un levantamiento de esclavos e indios más de lo que temía el ejército de argentinos y chilenos en la puerta, invitó a San Martín a la ciudad. El 12 de julio de 1821 entró triunfalmente en Lima a los aplausos de la población.
El 28 de julio de 1821 Perú declaró oficialmente la independencia y se dispuso a establecer un gobierno. Su breve gobierno fue iluminado y marcado por la estabilización de la economía, la liberación de los esclavos, la libertad de los indios peruanos y la abolición en las instituciones de la censura y la inquisición.