Juan Egaña Risco y la Constitución de 1823

Juan Egaña Risco fue un jurista, político y escritor criollo que contribuyó al proceso de independencia chileno a través de cargos políticos y las ideas sobre la soberanía y conducta del pueblo que plasmó en sus obras escritas. Entre estas redacciones se encuentra el documento que pretendió ser la carta fundamental de la joven patria: la Constitución de 1823.

Tras la renuncia de Bernardo O’Higgins como director supremo de Chile, lo que puso fin al periodo histórico conocido como Patria Nueva, Juan Egaña Risco se dispuso a redactar la constitución, el documento que contendría las leyes y la organización política bajo las cuales se regiría el país. El 27 de diciembre de 1823, Egaña Risco presentó su constitución ante el Congreso Constituyente que él mismo presidió, la cual fue promulgada dos días después.

El documento constaba de 277 artículos y era conocido como “constitución moralista”, ya que su contenido hacía un énfasis especial en establecer un estricto y detallado código de conducta que señalara la manera en la que debían comportarse tanto civiles como funcionarios en cada etapa de sus vidas y en cada aspecto de la sociedad, donde el Estado se encargaría de fomentar este estilo de comportamiento para convertirlo en un hábito. Además, el Senado cumpliría la función de verificar dicho código de conducta en los ciudadanos y actuar en consecuencia al otorgar beneficios a aquellos que destacaran en sus acciones bajo este sistema.

La Constitución de 1823 nunca fue aprobada oficialmente, por lo que nunca entró en vigencia para convertirse en el pilar de la nación. Las razones que se le atribuyeron a esta decisión fueron su naturaleza autoritaria y la aparente complejidad de sus propuestas, tan difíciles de entender como de llevar a la práctica.

¿Sabías qué?
Entre las obras escritas por Egaña Risco figura la primera obra de ficción literaria chilena en forma de cuento, titulada Cartas Pehuenches. Constaba de varios artículos que buscaban educar al pueblo y establecer en él un código de conducta moral característico.
Portada de la Constitución de 1823.

El intendente Benjamín Vicuña Mackenna

Benjamín Vicuña Mackenna fue un abogado e historiador chileno que brindó un gran aporte a la política del país, y por ello se considera uno de sus personajes más representativos. Entre sus contribuciones figuran sus acciones como intendente, época en la que la capital experimentó uno de los mayores avances urbanos de su historia.

Vicuña Mackenna se convirtió en intendente de la ciudad de Santiago de Chile en 1872, bajo el mandato del presidente Federico Errázuriz Zañartu. Una vez en el cargo, se dispuso a transformar y modernizar por completo la capital, inspirado en el progreso urbano que había observado durante sus viajes por Europa, especialmente en Francia.

Durante su administración figuran alrededor de 20 reformas significativas a la ciudad, entre las que figuran la optimización y mejoramiento de los servicios públicos, como los de transporte, seguridad, y la extensión de los sistemas de agua potable e iluminación de calles y avenidas. Además hizo construir edificaciones y estructuras de gran importancia que actualmente forman parte de la identidad de la ciudad, como el parque urbano del cerro Santa Lucía, el sistema de carreteras conocido como Camino de Cintura que marcaría los límites del centro de la ciudad, y la canalización de parte del río Mapocho para su aprovechamiento. Entre estas construcciones nuevas se encuentran además un gran número de mercados, escuelas, plazas y zonas verdes.

En 1876 abandonó el puesto como intendente para postularse por el puesto de presidente de la República en representación del Partido Liberal Democrático, aunque se retiró antes de los comicios al ser opacado por sus contendientes, en especial Errázuriz Zañartu. Desde entonces se mantuvo en el cargo de senador por Santiago y Coquimbo hasta poco antes de su muerte en 1886.

¿Sabías qué?
Los aportes de Vicuña Mackenna al pueblo chileno no se limitaban a la política, pues tenía participaciones activas en otros ámbitos. Ejerció como voluntario de la 3ª Compañía del Cuerpo de Bomberos de Santiago, de la cual fue su director, y escribió decenas de decenas de textos, principalmente de contenido histórico.
Monumento a Benjamín Vicuña Mackenna, en las inmediaciones del cerro Santa Lucía.

Camilo Henríquez y la Aurora de Chile

Camilo Henríquez fue un sacerdote, escritor y político chileno que, a diferencia de la mayoría de personajes independentistas, los cuales ejercían acciones militares, contribuyó a la causa a través de las letras y las palabras. Para ello utilizó, entre otras de sus obras, el primer periódico del país: la Aurora de Chile.

La imprenta aterrizó en Chile en 1811. Como un hombre versado en letras y una gran motivación por difundir su ideología política centrada en defender las iniciativas independentistas que ya se habían puesto en marcha con la Primera Junta Nacional de Gobierno en 1810, Henríquez fundó en 1812 el primer periódico de Chile, al cual bautizó como la Aurora de Chile. El gobierno de José Miguel Carrera lo nombró entonces primer redactor y editor del periódico, gracias a lo cual se estrenó su primer artículo el 13 de febrero del mismo año. Este recibió el nombre de Prospecto, y en él se especificaba la intención del periódico de sembrar una identidad y unos valores propios al país con sus publicaciones, independientes del mando y la influencia españoles.

Así, durante poco más de un año, la Aurora de Chile publicó 58 números en donde hablaba abiertamente sobre los principios de la soberanía, ideas filosóficas propias y de otros autores, y otros temas de interés para la nación como la industria, el comercio, el derecho constitucional y la instrucción pública, lo que demostraba la gran cultura de Henríquez y su deseo por brindar información al pueblo en todos los ámbitos.

El último número se publicó el 1° de abril de 1813, debido a que el mismo gobierno se dedicó a censurar su contenido en más de una ocasión. Por ello, cinco días después, Henríquez publicó un nuevo periódico, El Monitor Araucano, de objetivos muy similares al anterior.

¿Sabías qué?
Junto a José Miguel Infante, Manuel de Salas y Manuel José Gandarillas, el rostro de Camilo Henríquez figura en el Monumento a los Escritores de la Independencia, ubicado en el Parque Forestal de Santiago de Chile, un obelisco de mármol que rinde homenaje a aquellos personajes que lucharon por la independencia del país con la pluma y no con la espada.
Monumento a los Escritores de la Independencia, con la imagen del fray Camilo Henríquez.

La muerte de Manuel Rodríguez Erdoíza

Manuel Rodríguez Erdoíza fue uno de los más fervientes defensores de la patria durante el período de las guerras de independencia de Chile, por lo que combatió y lideró junto a figuras como José de San Martín y Bernardo O’Higgins. Sin embargo, a pesar de su contribución a la causa, sus diferencias con este último lo condujeron a un funesto destino.

Tras la batalla de Maipú el 5 de abril de 1818, Bernardo O’Higgins retomó el poder de Chile bajo el cargo de director supremo. Rodríguez, cuya enemistad con O’Higgins databa de años atrás, no estuvo de acuerdo con su gobierno y se encargó de manifestarlo con osadía, por lo que, como respuesta a este importuno, el director supremo ordenó su encarcelamiento en la fortaleza de Quillota. Hacia la fortaleza, y en custodia de Rodríguez como prisionero, partió un grupo del batallón Cazadores de los Andes.

La versión más popular declara que el 26 de mayo de 1818, durante el camino a la fortaleza, cerca del pueblo de Tiltil, el teniente del cuerpo militar que lo escoltaba, Antonio Navarro, le disparó a Rodríguez por la espalda con una pistola y luego ordenó a sus hombres que terminaran el trabajo con sus sables y bayonetas, por lo que murió a la corta edad de 33 años; cabe destacar que otras versiones acusan al coronel Rudecindo Alvarado, líder principal de la compañía, de la autoría de los hechos.

El cuerpo fue abandonado en una trinchera, pero un grupo de campesinos que presenciaron el asesinato desde sus escondites lo recuperaron y sepultaron en secreto en una capilla del pueblo.

Más tarde el asesino declaró que había recibido órdenes de sus superiores para realizar este acto de manera extraoficial. Si bien no acusó directamente a O’Higgins de ello, su pasividad ante lo ocurrido y su conocida rivalidad con Rodríguez hicieron sospechar al pueblo. Este descontento, sumado a otros que derivaron de decisiones políticas controversiales, forzó la renuncia de  O’Higgins de su cargo en 1823 y, con ello, marcó el fin del periodo histórico chileno conocido como Patria Nueva.

¿Sabías qué?
El carácter apasionado, sociable, astuto y propenso a la iniciativa de Rodríguez lo hicieron un personaje querido y popular entre el pueblo, un sentimiento que ha perdurado hasta nuestros días para convertirse en la inspiración de múltiples artistas que han sabido reflejarlo en canciones, poemas y películas.
Manuel Rodríguez Erdoíza en el billete de 2.000 pesos chilenos.

Pedro Antonio Olañeta y la batalla de Tumusla

Pedro Antonio Olañeta fue un destacado militar español reconocido por defender de manera abierta y absoluta el sistema realista, por lo que se convirtió en un obstáculo constante para la causa patriota durante la guerra de la independencia latinoamericana. Esta resistencia terminó cuando Olañeta murió en la última de las batallas del Alto Perú: la de Tumusla.

Antecedentes

Pedro Antonio Olañeta nació en 1770 en el antiguo territorio español de Vizcaya, bajo el seno de una familia de comerciantes que se mudó a Suramérica y que logró instalarse cómodamente en diferentes regiones del Alto Perú y el Virreinato del Río de la Plata, una profesión que Olañeta no tardó en adoptar y que le aportó grandes riquezas y propiedades. Al mismo tiempo, se unió a la milicia de Potosí en su juventud, donde pronto consiguió escalar posiciones.

El gran cambio en su vida inició con la Revolución de Mayo en 1810, con una nueva y poderosa dirección en Buenos Aires dispuesta a liberar del yugo de la Corona española al continente y que forzaría a las regiones a elegir bandos; Olañeda, luego de reflexionarlo, se decantó por apoyar a los realistas, pues un cambio en este sistema podría perjudicar su acomodada situación. Desde entonces se desempeñó como un líder militar realista en diversas batallas contra los independentistas, especialmente aquellas destinadas a detener los avances que estos realizaban para tomar el control de las tierras del Alto Perú.

La batalla de Tumusla

La batalla de Ayacucho determinó la derrota de las principales fuerzas realistas y dio pie a la independencia de Perú. Sin embargo, un sector de los españoles no aceptó estos resultados, incluido Olañeta. Él mismo se dirigió con sus tropas al Alto Perú para ofrecer una última resistencia desesperada contra los patriotas. Sin embargo, el coronel Carlos Medinaceli, uno de los hasta entonces subordinados de Olañeta situado en estas tierras, se reveló a favor de los patriotas. Al enterarse, Olañeta salió de inmediato a enfrentarlo, mientras su ahora enemigo reforzaba su ejército en Cotagaita con otros simpatizantes de la causa.

Los dos ejércitos se encontraron a orillas del río Tumusla el 1° de abril de 1825. Los hombres de Olañeta eran más numerosos y estaban mejor armados, pero la estrategia de Medinaceli fue superior, pues logró abatir al líder realista y con ello debilitar y desmoralizar sus tropas, hasta finalizar el combate a las 7 de la tarde con la victoria patriota. Gravemente herido, Olañeda aceptó la derrota y falleció al día siguiente.

¿Sabías qué?
El rey Fernando VII de España nombró a Olañeta como virrey del Río de la Plata en 1825. Sin embargo, esto ocurrió tres meses después de su fallecimiento y sin el conocimiento del rey sobre este suceso, por lo que su investidura nunca pudo efectuarse.
Retrato de Pedro Antonio Olañeta.

Letra del himno de José Ignacio de Sanjinés

José Ignacio de Sanjinés fue un poeta, educador, abogado y político boliviano reconocido por ser el autor de la letra del Himno nacional de Bolivia. De Sanjinés plasmó su fervor patriótico en la letra de su composición, mismo que, tras muy ligeras modificaciones, reproduce actualmente el país y lo representa.

José Ignacio de Sanjinés

José Ignacio de Sanjinés nació 1786 en Potosí, en el Virreinato del Río de la Plata. Se instaló en Sucre desde su juventud, donde se graduó como abogado en 1812. Luego se convirtió en representante nacional de Potosí en las Asambleas Deliberante y Constituyente de 1825 y 1826 para la recién formada patria independiente de Bolivia.

Fue el autor de la letra del himno nacional del país, mientras que Leopoldo Benedetto Vincenti compuso la melodía. El himno se estrenó por primera vez al público el 18 de noviembre de 1845 en la ciudad de La Paz, frente al Palacio de Gobierno, y en 1851 el presidente Manuel Isidoro Belzú decretó esta composición como el himno oficial del país.

LETRA DEL Himno

Coro:

De la Patria, el alto nombre,

en glorioso esplendor conservemos,

y en sus aras, de nuevo juremos:

¡Morir antes que esclavos vivir!

I

¡Bolivianos!: el hado propicio,

coronó nuestros votos y anhelo;

es ya libre, ya libre este suelo,

¡ya cesó su servil condición!

Al estruendo marcial que ayer fuera

al clamor de la guerra horroroso,

siguen hoy en contraste armonioso,

dulces himnos de paz y de unión.

II

Loor eterno a los bravos guerreros

cuyo heroico valor y firmeza,

conquistaron las glorias que empiezan

¡hoy Bolivia feliz a gozar!

Que sus nombres el mármol y el bronce

a remotas edades transmitan,

y en sonoros cantares repitan:

¡Libertad!, ¡libertad!, ¡libertad!

III

Aquí alzó la justicia su trono

que la vil opresión desconoce,

y en su timbre glorioso se goce

¡Libertad!, ¡libertad!, ¡libertad!

Esta tierra inocente y hermosa

que ha debido a Bolívar su nombre,

es la Patria feliz donde el hombre

¡goza el bien de la dicha y la paz!

IV

Si extranjero poder algún día

sojuzgar a Bolivia intentare,

al destino fatal se prepare

!como el injusto que en Ingavi sucumbió!

Que los hijos del grande Bolívar

han ya mil y mil veces jurado,

morir antes que ver humillado

¡de la Patria el augusto pendón!

¿Sabías qué?
El Himno nacional de Bolivia sufrió unas muy ligeras modificaciones en su composición en 1852, principalmente en el orden de las estrofas. Desde entonces continúa igual desde hace más de 150 años.
Sello postal de Bolivia en representación del himno, con José Ignacio de Sanjinés y Leopoldo Benedetto Vincenti.

Homenaje a Eduardo Abaroa Hidalgo

Eduardo Abaroa Hidalgo fue un contador y empresario boliviano reconocido en el país por el patriotismo con el que participó durante la guerra del Pacífico luego de ofrecerse como voluntario para integrar la milicia de civiles. Este desempeño lo hizo merecedor de una gran cantidad de homenajes y reconocimientos póstumos.

Antecedentes

Al estallar la guerra del Pacífico en 1879, la cual enfrentó a los aliados de Bolivia y Perú contra Chile, las fuerzas bolivianas reclutaron un grupo de civiles para conformar una milicia que aumentara su poder ofensivo. Eduardo Abaroa Hidalgo fue de los primeros en ofrecerse voluntario, a pesar de no poseer experiencia militar previa. Allí, demostró un gran entusiasmo y tenacidad como la mano derecha del líder de las milicias Ladislao Cabrera durante la guerra.

El mismo año, durante el combate de Calama, se enfrentó solo a las tropas enemigas hasta su último aliento, pues la mayoría de combatientes bolivianos estaban heridos o se habían retirado al verse superados en número. El coronel chileno enemigo reconoció el valor y el patriotismo de Abaroa y pretendió perdonarlo, pero se vio forzado a terminar con su vida por la impasible amenaza que resultó ser el boliviano.

Homenajes

Luego de su muerte, el Ejército de Chile rescató su cuerpo y fue enterrado con honores militares en dicho país; en Bolivia fue condecorado con el grado póstumo de coronel en honor a sus hazañas, fue tratado como un héroe de guerra y, desde entonces, se utilizó su nombre para bautizar instalaciones y localidades del país. En el aniversario número 73 de su muerte, en 1952, el gobierno de Bolivia repatrió sus restos para regresarlos y enterrarlos nuevamente en su país natal.

Algunos de los lugares más destacados que llevan su nombre son la provincia de Eduardo Abaroa en el departamento boliviano de Oruro, la plaza Eduardo Abaroa, que está además adornada con una estatua de bronce con su imagen, y la Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Abaroa. Además, su rostro se encuentra impreso en sellos postales y en los billetes de 500 pesos bolivianos.

Asimismo, cada 23 de marzo se celebra en Bolivia el Día del Mar, donde se conmemora la pérdida de la porción de territorio sufrida tras la guerra del Pacífico y se rinde homenaje a Eduardo Abaroa con el aniversario de su fallecimiento.

¿Sabías qué?
Cada vez que se hace mención a Eduardo Abaroa, es casi obligatorio mencionar las legendarias palabras que pronunció en sus últimos instantes de vida y que lo hicieron pasar a la historia. Durante el combate de Calama, en la guerra del Pacífico, Abaroa fue herido de gravedad y acorralado por el enemigo, el cual le exigió rendirse. La respuesta de Abaroa ante tal demanda, y a la vez sus últimas palabras documentadas, fue la siguiente: “¡Que se rinda su abuela!”.
Imagen del Eduardo Abaroa Hidalgo en el billete de 500 bolivianos.

Eustaquio Díaz Vélez y las invasiones inglesas

Eustaquio Díaz Vélez fue un líder militar argentino que participó tanto en las guerras de la independencia latinoamericanas como en otros conflictos militares anteriores y posteriores a esta época. Entre sus participaciones se destacan las históricas batallas que lo introdujeron al mundo militar: las invasiones inglesas.

Contexto histórico

Las invasiones inglesas fueron una serie de eventos militares que tuvieron lugar en el Río de la Plata y Buenos Aires a principios del siglo XIX. Estas invasiones fueron protagonizadas por fuerzas británicas en dos ocasiones, en los años 1806 y 1807 respectivamente, con el objetivo de apoderarse del territorio correspondiente al Virreinato del Río de la Plata, en un contexto marcado por las guerras napoleónicas que involucraban a gran parte de Europa.

Primera invasión inglesa

La primera invasión ocurrió en 1806, cuando una expedición británica comandada por el general William Beresford desembarcó en Buenos Aires y tomó la ciudad.

Durante esta etapa, Díaz Vélez se incorporó por primera vez al escenario militar con 23 años al unirse a la milicia local del Cuerpo de Blandengues de la Frontera de Buenos Aires, actividad que realizaba de forma paralela a la de mercader. Aquí se puso al servicio de Santiago de Liniers, con el cual derrotó a las tropas británicas y logró reconquistar la capital. Luego de este suceso, se unió a la Legión de Patricios con el grado de ayudante segundo, ascenso otorgado por su valor y capacidad de liderazgo.

Segunda invasión inglesa

Al año siguiente, en 1807, las tropas británicas realizaron una segunda ofensiva a Buenos Aires bajo el mando del general John Whitelocke. Sin embargo, las defensas argentinas no permitieron que la ciudad fuese tomada de nuevo.

Díaz Vélez fue uno de los defensores de la ciudad junto a los Patricios, comandados por Cornelio Saavedra, gracias a lo cual lograron la rendición definitiva de los invasores europeos. Sus proezas durante estas invasiones, sumadas a la defensa del ahora virrey Liniers ante fuerzas rebeldes que intentaron derrocarlo, le otorgaron el ascenso a capitán y posteriormente a teniente coronel graduado.

¿Sabías qué?
Eustaquio Díaz Vélez fue uno de los personajes independentistas nacidos en Buenos Aires, capital del aquel entonces Virreinato del Río de la Plata, en tener una gran participación en las Expediciones Auxiliadoras al Alto Perú junto al Ejército del Norte, por lo que actualmente se le valora y rinde homenaje tanto en Argentina como en Bolivia.
Retrato de Eustaquio Díaz Vélez.

José Miguel Lanza y la republiqueta de Ayopaya

José Miguel Lanza fue un destacado líder militar de la revolución boliviana, con grandes participaciones durante las batallas contra los realistas españoles y uno de los firmantes del acta de independencia del país. Gran parte de su presencia en la guerra está respaldada por la agrupación militar que lideró hasta el final: la republiqueta de Ayopaya.

Orígenes

El término “republiqueta” designa una agrupación de guerrilleros revolucionarios con ideales y objetivos independentistas durante la guerra de independencia de Bolivia, ubicados en diferentes regiones del antiguo Alto Perú. La republiqueta de Ayopaya concretamente se encontraba distribuida en una superficie de más de 1.000 km situada entre La Paz, Cochabamba y Oruro, y provista de su propia pero primitiva organización política y social.

Por su parte, José Miguel Lanza inició su carrera militar al unirse al Ejército del Norte en 1810, con el que participó en muchas batallas a partir de entonces contra los ejércitos realistas.

Líder de la republiqueta

José Miguel Lanza llegó a la localidad de Inquisivi en 1821 para incorporarse a la republiqueta; sin embargo, traía órdenes de sus superiores de fusilar y sustituir a José Manuel Chinchilla, líder de la agrupación para ese momento. Una vez ejecutadas las órdenes, se convirtió en el nuevo comandante en jefe y demostró ser el líder más eficiente que la republiqueta haya tenido. Organizó el ejército de una manera más práctica, asignó roles bien definidos que facilitaban la creación de estrategias militares, estableció salarios fijos y se ganó el respeto y la lealtad de sus hombres gracias a su temple, autoridad y entusiasmo.

Durante los años siguientes, Lanza se dedicó a frenar los avances españoles y debilitar sus fuerzas mediante tácticas de guerrilla al situar a los soldados en puntos estratégicos de los caminos de La Paz, Cochabamba y Oruro, ciudades a las que también ayudó a reconquistar en alianza con otros líderes patriotas.

Su última gran acción ocurrió poco después de la victoria de la batalla de Ayacucho a manos de Antonio José de Sucre, cuando se dispuso a tomar La Paz junto a su ejército en enero de 1825 para eliminar los últimos vestigios realistas.

La republiqueta de Ayopaya, como el resto de agrupaciones militares de la misma naturaleza, se disolvió a mediados del mismo año con la declaración de la independencia de Bolivia, momento en el que Lanza se convirtió en el primer presidente de la recién establecida provincia de La Paz.

¿Sabías qué?
El mismo diseño de la bandera que empleó José Miguel Lanza para representar a la republiqueta de Ayopaya fue utilizado posteriormente como símbolo del departamento y ciudad de La Paz, actual capital administrativa de Bolivia.
Bandera de la republiqueta de Ayopaya o bandera de La Paz.

Eustaquio Méndez y la batalla de La Tablada

Eustaquio “Moto” Méndez fue un caudillo del entonces Corregimiento de Tarija reconocido por haber perdido su mano derecha, lo que no le impidió combatir por la independencia de los territorios de la actual Bolivia. Entre todas sus participaciones destaca su papel como caudillo en la más famosa reconquista patriota de Tarija, la batalla de La Tablada.

Antecedentes

Eustaquio Méndez formó parte del cuerpo militar de San Lorenzo desde 1812, en Tarija, al crear y liderar su propio ejército de guerrilla y al apoyar las maniobras del argentino Martín Miguel de Güemes como uno de sus caudillos, hasta alcanzar el grado de capitán comandante de la división de San Lorenzo en 1816. Desde entonces lideró tropas en decenas de batallas por la independencia, especialmente aquellas que consistían en proteger su natal Tarija.

La batalla de La Tablada

El 15 de abril de 1817 dio inicio la batalla de La Tablada, donde las tropas patriotas al mando de Gregorio Aráoz de Lamadrid, líder representante del Ejército del Norte, lucharon por expulsar a las fuerzas realistas apostadas en Tajira y comandadas por Mateo Ramírez. Méndez fue uno de los principales caudillos patriotas bajo las órdenes de Lamadrid durante la batalla y que a su vez comandaban grupos de guerrilleros tarijeños montoneros, expresión que refiere a los hombres a caballo.

Las tropas montoneras que dirigían Méndez y el resto de caudillos, de unos mil milicianos, rodeaban la ciudad para ejercer presión sobre el enemigo, cuyas fuerzas se concentraban en la plaza de Tarija. En ese momento, Lamadrid ejecutó un ataque frontal con una porción de su ejército argentino para que poco después Méndez ejerciera una feroz arremetida con sus hombres por el ala izquierda del lugar y determinar así la derrota de los realistas y la recuperación patriota de la ciudad.

En Tarija actualmente se considera a Méndez como el héroe y protagonista de esta batalla, por lo que el 15 de abril de cada año se celebra el aniversario del evento y se le rinde homenaje al caudillo.

¿Sabías qué?
Actualmente no existe una versión oficial que explique cómo Eustaquio Méndez perdió su mano. Entre las muchas que existen, se dice que tuvo que cortársela él mismo en su juventud ya que se le había enredado en las riendas de una mula que iba a gran velocidad; sin embargo, la versión más popular afirma que se la cortaron como castigo los hombres al mando del general en jefe español José de la Serna, luego de ser capturado en 1818.
Eustaquio Méndez en el billete de 10 bolivianos, la moneda de curso legal de Bolivia.