Los hermanos Lemoine

Juan Manuel Lemoine y su hermano José Joaquín Lemoine fueron  dos de los principales responsables de iniciar el proceso de independencia de Bolivia. Si bien gran parte de la historia de Juan Manuel se desconoce, es bien sabido que José Joaquín se desempeñó como militar y político patriota hasta su vejez.

La primera y más importante participación militar de los hermanos Lemoine de la que se tiene registro ocurrió durante la revolución de Chuquisaca en 1809, en la cual ambos cumplieron un papel similar y por ello son considerados dos de los principales impulsores de la revuelta. Esta inició tras el arresto del fiscal Jaime de Zudañez por parte del presidente de la Real Audiencia de Charcas Ramón García de León y Pizarro, tras lo cual los hermanos irrumpieron en el templo de San Francisco, con los frailes bajo amenaza, e hicieron sonar las campanas del lugar para reunir al pueblo e iniciar así el levantamiento.

Tras el éxito de la revolución y la consecuente renuncia de Pizarro, la Audiencia, ahora al mando de Juan de Arenales, reorganizó la milicia local y nombró líder del regimiento de Plateros a Juan Manuel, mientras que a José Joaquín lo designó como el jefe del cuerpo de Infantería. A partir de entonces, la Audiencia estableció comunicación con diferentes ciudades del Alto Perú para alentarlas a levantarse contra la Corona española, movimiento acrecentado tras los eventos de la Revolución de Mayo de Buenos Aires en 1810, con lo que los hermanos cooperaron para anexar cada vez más ciudades a la causa.

Durante este proceso, bajo la autoridad de la Junta de Buenos Aires, Juan Manuel fue designado gobernador del territorio de Chiquitos mientras que José Joaquín se unió al Ejército del Norte para continuar los enfrentamientos contra los realistas. Este territorio, sin embargo, fue retomado por los españoles tras la batalla de Huaqui, y Juan Manuel se vio forzado a huir.

Si bien no se cuenta con suficiente información sobre Juan Manuel tras estos eventos, se sabe que José Joaquín continuó con su carrera militar al participar en las batallas de Tucumán, Salta y Sipe-Sipe, por las que fue ascendido. También se desempeñó en política como edecán del gobierno argentino en 1818 y como diputado de la Asamblea y ministro de Hacienda de la ya independiente Bolivia en 1836. Falleció en su tierra natal, Chuquisaca, en 1856.

¿Sabías qué?
La primera esposa de José Joaquín de Lemoine, María Teresa Bustos y Salamanca, fue una de las más fervientes revolucionarias femeninas que participaron en el proceso de independencia de Bolivia. Durante la revolución de Chuquisaca vendió todas sus pertenencias de valor para proveer de armamento al pueblo amotinado, entre varias otras acciones posteriores.
Mapa del virreinato del Río de la Plata y las regiones del Alto Perú a finales del siglo XVIII. Al norte puede observarse la gobernación de Chiquitos, bajo administración de Juan Manuel Lemoine en 1811.

La batalla de Aroma y el Ejército de Bolivia

La batalla de Aroma fue uno de los enfrentamientos armados ocurridos durante los primeros años del proceso de independencia de Bolivia. Además de significar una importante victoria para los patriotas, esta batalla también formalizó al escuadrón de soldados que, en el futuro, evolucionaría hasta convertirse oficialmente en el Ejército de Bolivia.

PRIMER EJÉRCITO DE BOLIVIA

La unidad de soldados formada por Esteban Arze y Francisco del Rivero tras la revolución de Cochabamba es considerada el primer ejército creado para defender los intereses independentistas de los territorios del Alto Perú y que combatió por primera vez contra las fuerzas españolas en la conocida batalla de Aroma en 1810, por lo que a su vez se considera el precursor del actual Ejército de Bolivia.

Sin embargo, el Alto Perú estaba formado por ciudades con cierto grado de autonomía bajo la jurisdicción de la entonces Real Audiencia de Charcas, a su vez sometida al dominio español. Esto cambió cuando dichas regiones del Alto Perú lograron su independencia y se unieron para formar una sola nación que bautizaron como República de Bolivia el 3 de octubre de 1826. Así, la fuerza militar formada durante los eventos de la batalla de Aroma se convirtió oficialmente en el Ejército del Estado.

PRINCIPALES ACCIONES

Tras su independencia, el Ejército de Bolivia se ha encargado de defender al país ante fuerzas externas e internas hostiles y entregarse al servicio de su constitución. Entre sus primeras acciones destacan el impedimento de una posible invasión del Imperio de Brasil en 1825 y su participación contra el Ejército peruano que intervino el país en 1828 y que resultó en la expulsión de Antonio José de Sucre del poder.

Actualmente existe poca información oficial sobre los detalles exactos de la institución, pero se estima que dispone de entre 26.000 a 60.000 unidades de infantería y decenas de unidades de artillería y transporte.

¿Sabías qué?
El Ejército de Bolivia corresponde a las fuerzas militares terrestres del país y fueron las primeras en ser formadas, ya que nacieron a partir de las tropas terrestres que combatieron en la batalla de Aroma. Junto a la Armada de Bolivia, formada por sus fuerzas navales, y la Fuerza Aérea de Bolivia, estas tres instituciones militares conforman en su totalidad las Fuerzas Armadas de Bolivia.
Unidad de artillería del Ejército de Bolivia.

La revolución de Chuquisaca y la Campana de la Libertad

La revolución de Chuquisaca es considerada por muchos como el primer movimiento independentista ocurrido en Hispanoamérica. Durante este evento hizo acto de presencia la Campana de la Libertad, instrumento que es actualmente reconocido como un símbolo de la ciudad de Sucre.

Tras conocer la noticia del arresto del fiscal Jaime de Zudañez, los hermanos Joaquín y Juan Manuel de Lemoine partieron rápidamente hacia la Basílica de San Francisco de Charcas donde, armado con un sable, Juan Manuel amenazó a los frailes del convento para que le permitieran hacer uso de una de las campanas de la torre principal. Tan pronto tuvo acceso al instrumento, lo tocó con tal fuerza y ahínco que llegó a romperlo y causar en este una gran brecha como resultado.

El objetivo de este acto fue convocar en ese punto a la población de Charcas, incitarlos a levantarse contra el presidente de la Real Audiencia Ramón García de León y Pizarro por el injusto encierro de Zudañez y exigir su renuncia. La convocatoria resultó un éxito, pues la muchedumbre iracunda invadió el palacio de gobierno y permaneció allí bajo constantes amenazas hasta que finalmente un representante de Pizarro se mostró con el documento en el cual había firmado su dimisión, lo que condujo a su encarcelamiento y la desintegración de su guarnición real.

Cada 25 de mayo, las autoridades correspondientes rinden homenaje a la desde entonces conocida como la Campana de la Libertad como símbolo de la primera muestra de rebeldía y oposición ante el gobierno de la monarquía española, y con ello el precedente del proceso de independencia de los países hispanoamericanos. La misma se encuentra aún presente en la basílica, incluida la fractura que le fue causada hace más de 200 años.

¿Sabías qué?
La historia de la Campana de la Libertad de Sucre guarda una gran similitud con la Campana de la Libertad de Filadelfia, Pensilvania, Estados Unidos. Ambas están rotas, son símbolos reconocidos y reciben el mismo nombre, pues ambas fueron utilizadas en momentos clave de la historia de la independencia de sus respectivos países.
Basílica de San Francisco de Charcas, hogar de la Campana de la Libertad. Atribución de la imagen: NoverthIglesia de San francisco2CC BY-SA 3.0

Pedro Arraya y la localidad de Suipacha

Pedro Norberto Arraya fue un coronel criollo con una destacada participación en la historia de Bolivia, tanto en el proceso de independencia como en eventos posteriores. Entre estos acontecimientos destaca curiosamente su vínculo con la localidad de Suipacha, lugar donde ocurrió tanto su muerte como su primera y más grande victoria militar.

En la famosa batalla de Suipacha de 1810, el primero de los conflictos militares que el Ejército del Norte argentino llevó a cabo contra el Ejército realista español durante su primera expedición auxiliadora al Alto Perú, Pedro Arraya fue elegido como el jefe de la división de caballería proveniente de Sud Chichas, su provincia natal, que se unió a la causa, conocida como los Húsares de Chichas y conformada por unos cien jinetes milicianos.

A pesar de ser esta su primera participación oficial en la guerra por la independencia, Arraya destacó por su determinación, resolución y capacidad de mando, gracias a ello logró hacer retroceder y derrotar a gran parte del Ejército realista, cuyo número de efectivos superaba varias veces al de los chicheños, y con lo cual logró contribuir en gran medida a la importante victoria que los patriotas alcanzaron en esta batalla. Desde entonces, Arraya se ganó el respeto y el reconocimiento de otros líderes independentistas, hasta llegar incluso a ocupar cargos políticos.

Sin embargo, en 1837, años después de haberse consolidado la independencia de Bolivia, el nuevo panorama de corrupción y maquinación que ofrecía la ahora formada Confederación Perú-Bolivia le fue desfavorable a Arraya, quien para ese momento ejercía el cargo de gobernador de su natal Mojo. El juez Antonio Suárez logró destituirlo de su cargo para luego ser perseguido debido a un conflicto con otro militar, por lo cual huyó hacia la ciudad de La Quiaca en Argentina. Una vez perseguido y capturado, Arraya fue llevado a la zona de Veladero, en Suipacha, para ser fusilado.

¿Sabías qué?
En enero de 2024 Pedro Arraya fue declarado héroe nacional por la asamblea legislativa plurinacional de Bolivia, según se especifica en el artículo 1 de la ley Nº 1547, en honor a su participación en la batalla de Suipacha. Con este acto también se pretendió popularizar su imagen, ya que usualmente es poco recordado entre los personajes que participaron en la independencia de Bolivia.
Localización de la provincia de Sud Chichas, Bolivia, lugar de nacimiento de Pedro Arraya.

El papel de Tomás Katari en los levantamientos indígenas

En la segunda mitad del siglo XVIII iniciaron lo que serían las primeras insurrecciones suramericanas en tierras bolivianas contra la administración de la Corona española a manos de los pueblos originarios del lugar. Estos levantamientos fueron iniciados por Tomás Katari, uno de sus más importantes líderes.

Antecedentes

El mestizo Blas Bernal había cometido varios abusos en contra de la comunidad indígena de Chayanta en 1777, como robos en la recaudación de sus impuestos y la apropiación del título de cacique que, por derecho, le pertenecía a Tomás Katari. Este último y su compañero Tomás Achu partieron hacia Buenos Aires para denunciar estos abusos con el virrey del virreinato del Río de la Plata, Juan José Vértiz. Este atendió a sus quejas y les prometió que investigaría el caso, por lo que Katari regresó satisfecho a su hogar.

¿Sabías qué?
Durante los años que precedieron a los levantamientos indígenas, los españoles le habían prohibido a estos montar a caballo. Es por esto que Katari y Achu se vieron obligados a realizar su trayecto desde Chayanta a Buenos Aires a pie, motivo por el que el viaje que duró varios meses.

El levantamiento

Al regreso de Katari y Achu en 1779, comenzó una nueva serie de altercados contra el corregidor de Chayanta y amigo de Bernal, Joaquín de Alós, quien encarceló a Katari en varias ocasiones y se negó a devolverle sus derechos, momentos donde el líder indígena logró salir de su arresto gracias a la turba enfurecida de sus seguidores que, equipados con palos y herramientas, demandaban su libertad. Así, Katari continuó con sus demandas, dentro de las cuales incluyó una reducción de los impuestos y el cese de las mitas, nombre que recibían los trabajos forzosos que su pueblo era obligado a realizar.

El episodio más violento y decisivo de las disputas ocurrió durante el último encarcelamiento de Katari, donde Alós, acompañado por un gran ejército, le disparó a Tomás Achu. El pueblo, enfurecido, asesinó a todos los soldados españoles y exigió la libertad de Katari a cambio de la vida y la posición política de Alós, quien se vio obligado a renunciar y huir.

La Audiencia de Charcas otorgó la libertad y reconoció el cargo de Katari, pero a la vez anunció una recompensa por su captura. Esto se efectuó en enero de 1781, donde un grupo de milicianos españoles lograron capturar al líder indígena y lo ataron de pies y manos para lanzarlos por un precipicio en Chataquilla. La noticia de su muerte se extendió por toda la comunidad, y otros líderes lograron continuar con la rebelión por varios meses más.

Provincia de Chayanta, en el actual departamento de Potosí, la localidad de origen de Tomás Katari.

Letra del himno de José Ignacio de Sanjinés

José Ignacio de Sanjinés fue un poeta, educador, abogado y político boliviano reconocido por ser el autor de la letra del Himno nacional de Bolivia. De Sanjinés plasmó su fervor patriótico en la letra de su composición, mismo que, tras muy ligeras modificaciones, reproduce actualmente el país y lo representa.

José Ignacio de Sanjinés

José Ignacio de Sanjinés nació 1786 en Potosí, en el Virreinato del Río de la Plata. Se instaló en Sucre desde su juventud, donde se graduó como abogado en 1812. Luego se convirtió en representante nacional de Potosí en las Asambleas Deliberante y Constituyente de 1825 y 1826 para la recién formada patria independiente de Bolivia.

Fue el autor de la letra del himno nacional del país, mientras que Leopoldo Benedetto Vincenti compuso la melodía. El himno se estrenó por primera vez al público el 18 de noviembre de 1845 en la ciudad de La Paz, frente al Palacio de Gobierno, y en 1851 el presidente Manuel Isidoro Belzú decretó esta composición como el himno oficial del país.

LETRA DEL Himno

Coro:

De la Patria, el alto nombre,

en glorioso esplendor conservemos,

y en sus aras, de nuevo juremos:

¡Morir antes que esclavos vivir!

I

¡Bolivianos!: el hado propicio,

coronó nuestros votos y anhelo;

es ya libre, ya libre este suelo,

¡ya cesó su servil condición!

Al estruendo marcial que ayer fuera

al clamor de la guerra horroroso,

siguen hoy en contraste armonioso,

dulces himnos de paz y de unión.

II

Loor eterno a los bravos guerreros

cuyo heroico valor y firmeza,

conquistaron las glorias que empiezan

¡hoy Bolivia feliz a gozar!

Que sus nombres el mármol y el bronce

a remotas edades transmitan,

y en sonoros cantares repitan:

¡Libertad!, ¡libertad!, ¡libertad!

III

Aquí alzó la justicia su trono

que la vil opresión desconoce,

y en su timbre glorioso se goce

¡Libertad!, ¡libertad!, ¡libertad!

Esta tierra inocente y hermosa

que ha debido a Bolívar su nombre,

es la Patria feliz donde el hombre

¡goza el bien de la dicha y la paz!

IV

Si extranjero poder algún día

sojuzgar a Bolivia intentare,

al destino fatal se prepare

!como el injusto que en Ingavi sucumbió!

Que los hijos del grande Bolívar

han ya mil y mil veces jurado,

morir antes que ver humillado

¡de la Patria el augusto pendón!

¿Sabías qué?
El Himno nacional de Bolivia sufrió unas muy ligeras modificaciones en su composición en 1852, principalmente en el orden de las estrofas. Desde entonces continúa igual desde hace más de 150 años.
Sello postal de Bolivia en representación del himno, con José Ignacio de Sanjinés y Leopoldo Benedetto Vincenti.

Homenaje a Eduardo Abaroa Hidalgo

Eduardo Abaroa Hidalgo fue un contador y empresario boliviano reconocido en el país por el patriotismo con el que participó durante la guerra del Pacífico luego de ofrecerse como voluntario para integrar la milicia de civiles. Este desempeño lo hizo merecedor de una gran cantidad de homenajes y reconocimientos póstumos.

Antecedentes

Al estallar la guerra del Pacífico en 1879, la cual enfrentó a los aliados de Bolivia y Perú contra Chile, las fuerzas bolivianas reclutaron un grupo de civiles para conformar una milicia que aumentara su poder ofensivo. Eduardo Abaroa Hidalgo fue de los primeros en ofrecerse voluntario, a pesar de no poseer experiencia militar previa. Allí, demostró un gran entusiasmo y tenacidad como la mano derecha del líder de las milicias Ladislao Cabrera durante la guerra.

El mismo año, durante el combate de Calama, se enfrentó solo a las tropas enemigas hasta su último aliento, pues la mayoría de combatientes bolivianos estaban heridos o se habían retirado al verse superados en número. El coronel chileno enemigo reconoció el valor y el patriotismo de Abaroa y pretendió perdonarlo, pero se vio forzado a terminar con su vida por la impasible amenaza que resultó ser el boliviano.

Homenajes

Luego de su muerte, el Ejército de Chile rescató su cuerpo y fue enterrado con honores militares en dicho país; en Bolivia fue condecorado con el grado póstumo de coronel en honor a sus hazañas, fue tratado como un héroe de guerra y, desde entonces, se utilizó su nombre para bautizar instalaciones y localidades del país. En el aniversario número 73 de su muerte, en 1952, el gobierno de Bolivia repatrió sus restos para regresarlos y enterrarlos nuevamente en su país natal.

Algunos de los lugares más destacados que llevan su nombre son la provincia de Eduardo Abaroa en el departamento boliviano de Oruro, la plaza Eduardo Abaroa, que está además adornada con una estatua de bronce con su imagen, y la Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Abaroa. Además, su rostro se encuentra impreso en sellos postales y en los billetes de 500 pesos bolivianos.

Asimismo, cada 23 de marzo se celebra en Bolivia el Día del Mar, donde se conmemora la pérdida de la porción de territorio sufrida tras la guerra del Pacífico y se rinde homenaje a Eduardo Abaroa con el aniversario de su fallecimiento.

¿Sabías qué?
Cada vez que se hace mención a Eduardo Abaroa, es casi obligatorio mencionar las legendarias palabras que pronunció en sus últimos instantes de vida y que lo hicieron pasar a la historia. Durante el combate de Calama, en la guerra del Pacífico, Abaroa fue herido de gravedad y acorralado por el enemigo, el cual le exigió rendirse. La respuesta de Abaroa ante tal demanda, y a la vez sus últimas palabras documentadas, fue la siguiente: “¡Que se rinda su abuela!”.
Imagen del Eduardo Abaroa Hidalgo en el billete de 500 bolivianos.

Eustaquio Díaz Vélez y las invasiones inglesas

Eustaquio Díaz Vélez fue un líder militar argentino que participó tanto en las guerras de la independencia latinoamericanas como en otros conflictos militares anteriores y posteriores a esta época. Entre sus participaciones se destacan las históricas batallas que lo introdujeron al mundo militar: las invasiones inglesas.

Contexto histórico

Las invasiones inglesas fueron una serie de eventos militares que tuvieron lugar en el Río de la Plata y Buenos Aires a principios del siglo XIX. Estas invasiones fueron protagonizadas por fuerzas británicas en dos ocasiones, en los años 1806 y 1807 respectivamente, con el objetivo de apoderarse del territorio correspondiente al Virreinato del Río de la Plata, en un contexto marcado por las guerras napoleónicas que involucraban a gran parte de Europa.

Primera invasión inglesa

La primera invasión ocurrió en 1806, cuando una expedición británica comandada por el general William Beresford desembarcó en Buenos Aires y tomó la ciudad.

Durante esta etapa, Díaz Vélez se incorporó por primera vez al escenario militar con 23 años al unirse a la milicia local del Cuerpo de Blandengues de la Frontera de Buenos Aires, actividad que realizaba de forma paralela a la de mercader. Aquí se puso al servicio de Santiago de Liniers, con el cual derrotó a las tropas británicas y logró reconquistar la capital. Luego de este suceso, se unió a la Legión de Patricios con el grado de ayudante segundo, ascenso otorgado por su valor y capacidad de liderazgo.

Segunda invasión inglesa

Al año siguiente, en 1807, las tropas británicas realizaron una segunda ofensiva a Buenos Aires bajo el mando del general John Whitelocke. Sin embargo, las defensas argentinas no permitieron que la ciudad fuese tomada de nuevo.

Díaz Vélez fue uno de los defensores de la ciudad junto a los Patricios, comandados por Cornelio Saavedra, gracias a lo cual lograron la rendición definitiva de los invasores europeos. Sus proezas durante estas invasiones, sumadas a la defensa del ahora virrey Liniers ante fuerzas rebeldes que intentaron derrocarlo, le otorgaron el ascenso a capitán y posteriormente a teniente coronel graduado.

¿Sabías qué?
Eustaquio Díaz Vélez fue uno de los personajes independentistas nacidos en Buenos Aires, capital del aquel entonces Virreinato del Río de la Plata, en tener una gran participación en las Expediciones Auxiliadoras al Alto Perú junto al Ejército del Norte, por lo que actualmente se le valora y rinde homenaje tanto en Argentina como en Bolivia.
Retrato de Eustaquio Díaz Vélez.

José Miguel Lanza y la republiqueta de Ayopaya

José Miguel Lanza fue un destacado líder militar de la revolución boliviana, con grandes participaciones durante las batallas contra los realistas españoles y uno de los firmantes del acta de independencia del país. Gran parte de su presencia en la guerra está respaldada por la agrupación militar que lideró hasta el final: la republiqueta de Ayopaya.

Orígenes

El término “republiqueta” designa una agrupación de guerrilleros revolucionarios con ideales y objetivos independentistas durante la guerra de independencia de Bolivia, ubicados en diferentes regiones del antiguo Alto Perú. La republiqueta de Ayopaya concretamente se encontraba distribuida en una superficie de más de 1.000 km situada entre La Paz, Cochabamba y Oruro, y provista de su propia pero primitiva organización política y social.

Por su parte, José Miguel Lanza inició su carrera militar al unirse al Ejército del Norte en 1810, con el que participó en muchas batallas a partir de entonces contra los ejércitos realistas.

Líder de la republiqueta

José Miguel Lanza llegó a la localidad de Inquisivi en 1821 para incorporarse a la republiqueta; sin embargo, traía órdenes de sus superiores de fusilar y sustituir a José Manuel Chinchilla, líder de la agrupación para ese momento. Una vez ejecutadas las órdenes, se convirtió en el nuevo comandante en jefe y demostró ser el líder más eficiente que la republiqueta haya tenido. Organizó el ejército de una manera más práctica, asignó roles bien definidos que facilitaban la creación de estrategias militares, estableció salarios fijos y se ganó el respeto y la lealtad de sus hombres gracias a su temple, autoridad y entusiasmo.

Durante los años siguientes, Lanza se dedicó a frenar los avances españoles y debilitar sus fuerzas mediante tácticas de guerrilla al situar a los soldados en puntos estratégicos de los caminos de La Paz, Cochabamba y Oruro, ciudades a las que también ayudó a reconquistar en alianza con otros líderes patriotas.

Su última gran acción ocurrió poco después de la victoria de la batalla de Ayacucho a manos de Antonio José de Sucre, cuando se dispuso a tomar La Paz junto a su ejército en enero de 1825 para eliminar los últimos vestigios realistas.

La republiqueta de Ayopaya, como el resto de agrupaciones militares de la misma naturaleza, se disolvió a mediados del mismo año con la declaración de la independencia de Bolivia, momento en el que Lanza se convirtió en el primer presidente de la recién establecida provincia de La Paz.

¿Sabías qué?
El mismo diseño de la bandera que empleó José Miguel Lanza para representar a la republiqueta de Ayopaya fue utilizado posteriormente como símbolo del departamento y ciudad de La Paz, actual capital administrativa de Bolivia.
Bandera de la republiqueta de Ayopaya o bandera de La Paz.

Eustaquio Méndez y la batalla de La Tablada

Eustaquio “Moto” Méndez fue un caudillo del entonces Corregimiento de Tarija reconocido por haber perdido su mano derecha, lo que no le impidió combatir por la independencia de los territorios de la actual Bolivia. Entre todas sus participaciones destaca su papel como caudillo en la más famosa reconquista patriota de Tarija, la batalla de La Tablada.

Antecedentes

Eustaquio Méndez formó parte del cuerpo militar de San Lorenzo desde 1812, en Tarija, al crear y liderar su propio ejército de guerrilla y al apoyar las maniobras del argentino Martín Miguel de Güemes como uno de sus caudillos, hasta alcanzar el grado de capitán comandante de la división de San Lorenzo en 1816. Desde entonces lideró tropas en decenas de batallas por la independencia, especialmente aquellas que consistían en proteger su natal Tarija.

La batalla de La Tablada

El 15 de abril de 1817 dio inicio la batalla de La Tablada, donde las tropas patriotas al mando de Gregorio Aráoz de Lamadrid, líder representante del Ejército del Norte, lucharon por expulsar a las fuerzas realistas apostadas en Tajira y comandadas por Mateo Ramírez. Méndez fue uno de los principales caudillos patriotas bajo las órdenes de Lamadrid durante la batalla y que a su vez comandaban grupos de guerrilleros tarijeños montoneros, expresión que refiere a los hombres a caballo.

Las tropas montoneras que dirigían Méndez y el resto de caudillos, de unos mil milicianos, rodeaban la ciudad para ejercer presión sobre el enemigo, cuyas fuerzas se concentraban en la plaza de Tarija. En ese momento, Lamadrid ejecutó un ataque frontal con una porción de su ejército argentino para que poco después Méndez ejerciera una feroz arremetida con sus hombres por el ala izquierda del lugar y determinar así la derrota de los realistas y la recuperación patriota de la ciudad.

En Tarija actualmente se considera a Méndez como el héroe y protagonista de esta batalla, por lo que el 15 de abril de cada año se celebra el aniversario del evento y se le rinde homenaje al caudillo.

¿Sabías qué?
Actualmente no existe una versión oficial que explique cómo Eustaquio Méndez perdió su mano. Entre las muchas que existen, se dice que tuvo que cortársela él mismo en su juventud ya que se le había enredado en las riendas de una mula que iba a gran velocidad; sin embargo, la versión más popular afirma que se la cortaron como castigo los hombres al mando del general en jefe español José de la Serna, luego de ser capturado en 1818.
Eustaquio Méndez en el billete de 10 bolivianos, la moneda de curso legal de Bolivia.